Antecedentes:
"La manera de un tapiz recio y apretado, en que el sentido y la unidad del dibujo depende de la trabazón hermética de todos sus hilos. Arrancar por entero uno de ellos o cortarlo en su camino, se deja truncar o en desvanecimiento la imagen que se quiso reproducir. Ya el tejido no tiene la firmeza deseada, ni la obra de arte la necesaria armonía, y todo el trabajo amenaza parar en inservible hilacha. ¿Qué ha sido, sino un tapiz inconcluso y deforme el que en buena parte exhibieron los estudiosos de nuestro pasado hispanoamericano? Porque iniciar automáticamente la existencia de estos pueblos con el año 1810, poniendo en voluntario olvido trescientos años de vida social en que forjaron las bases culturales de todo el continente, es dejar sin sentido el curso de los hechos, esconder el punto de convergencia familiar de veinte naciones, entregando a las generaciones futuras una visión incompleta y adulterada de la historia".
Este pensamiento fue recogido durante un curso de Historia del Tucumán dictado por el profesor Rodolfo Cerviño organizado por el Instituto Tucumano de Cultura Hispánica en 1968.
En esta entrega trataré de convertirme en un artesano para rearmar este tejido hilvanando los hilos desprendidos para dar vida desde el momento mismo cuando se marcaron por primera vez las huellas los españoles en las playas de América, aquel 12 de octubre de 1492.
Allí comenzó a escribirse la historia del Nuevo Continente mediante los documentos escritos por quienes se habían reclutado en las gradas de la Catedral de Sevilla o de la Lonja de Contrataciones de España. Entre los interesados en participar de los viajes a las "Indias" se encontraban: aventureros; personajes de jerarquía en la milicia; de otras clases sociales e hidalgos apremiados económicamente.
Después de los descubridores llegaron conquistadores y apasionados misioneros vinculados a diversas Órdenes Religiosas y hasta santos como san Francisco Solano quienes informaron al reino de Castilla lo que sucedía en estas tierras hasta entonces prácticamente desconocidas en el Viejo Mundo.
El diario de viaje de Cristóbal Colón, escritos y testimonios de conquistadores y miembros del clero sirvieron para que, oportunamente, el cronista mayor de Indias Antonio de Herrera, en 1601, comenzara a publicar la primera parte de historia general de los hechos de los castellanos en las islas y Tierra Firme del mar Océano. Esta obra conocida como "Décadas" dio a luz en 1615. Por su parte, Antonio de León Pinelo, limeño, trabajó la recopilación de leyes de las Indias y en el primer catálogo bibliográfico sobre América, editó en 1658; mientras que años después Antonio de Solís, escribió la Historia de la Conquista de México.
Desde el primer momento los autores de estos escritos pertenecieron a dos grupos francamente diferenciados: los que habían estado en América y hacían conocer sus experiencias personales conseguidas en el ambiente familiar y social americano y los que prepararon sus propios trabajos recopilando la información a través de las noticias de otros, por medio de relatos y lecturas de escritos oficiales o privados, sin haber estado nunca en el continente americano.
No debe de olvidarse los nombres de aquellos españoles que participaron en dejar sus testimonios sobre la América Hispana como: Hernando o Fernando Colón, hermano del descubridor, autor de una "Historia del Almirante Don Cristóbal Colón"; Gonzalo Fernández de Oviedo ("Sumario de la Natural Historia de las Indias"); Pedro Martín de Anglería ("Décadas de Orbe Novo"); Pedro de Alvarado ("Cartas relaciones a Hernán Cortés"); Bernal Díaz de Castillo ("Historia verdadera de la conquista de la Nueva España"); Francisco Gómez de Gómara ("Historia de las Indias"); Fray Bartolomé de las Casas ("Apolo-gética Historia", "Brevísima relación de la destrucción de las Indias" e "Historia de las Indias"); José de Acosta ("Historia Natural y Moral de las Indias"); Fray Diego de Landa ("Doctrina cristiana en lengua maya"); Fray Bernardino de Sahagún ("Historia General de las cosas de Nueva España") y Fray Jerónimo de Mendieta ("Historia Eclesiástica Indiana"), entre otros.
Dentro de los americanos cabe destacar a Garcilaso de la Vega, el Inca ("Comentarios Reales", "La Florida del Inca"); Felipe Huaman Poma ("Nueva Crónica y buen Gobierno") en idioma que se mezcla de castellano y quichua; y Juan Rodríguez Freile, santafesino ("Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada, de las Indias Occidentales del Mar Océano").
El "del reyno Tucma"
En tiempo de los incas se conocía con el nombre de "reyno del Tucma" a esta región de la República Argentina cuyos límites "se encontraban desde el extremo Norte de la actual provincia de Jujuy hasta la provincia de San Juan al Sur, y desde la Puna y la Cordillera de los Andes al Oeste, hasta los llanos de Salta, Santiago del Estero y Córdoba", tal como lo puntualizara la profesora Estela Barbieri de Santamarina durante el curso oportunamente consignado.
Esta demarcación estaba habitada por Calchaquíes, Diaguitas, Atacamas, Omaguacas, Tonocotés, Lules, Vilelas, Vejoses, Mataguayos, Juríes, Sanavirones, Comechingones y Nolagasta, entre otros pueblos aborígenes. Cabe aquí consignar que cada uno de ellos tenía su dialecto y a raíz de ello no podían comunicarse entre ellos pese a la pequeña distancia que los separaba de cada asentamiento.
Quien ingresó por primera vez a este territorio fue una expedición conducida por Diego de Almagro, en 1533, cuando se dirigía a Chile procedente de Cuzco su ruta la hizo a través de Chicoana Angastaco y Tolombón, solares que hoy pertenecen a la provincia de Salta.
Posteriormente llegó a esta región por la Quebrada de Humahuaca el capitán Diego de Rojas, en 1543, quien se encontró con la muerte en manos de los indígenas en tierras de Santiago del Estero.
Mucho después en 1563 la Corona ordenó la creación de la Gobernación del Tucumán dependiendo a la Audiencia de Charcas.
El primer historiador de Salta
En 1577 el rey Felipe II designó al Licenciado Hernando de Lerma Gobernador del Tucumán quien demoró dos años en asumir a sus funciones por carecer de recursos para sufragar los gastos del extenso recorrido hasta Santiago del Estero, donde tenía por sede la gobernación. Al llegar a Potosí los oficiales realistas le otorgaron una ayuda económica para que pudiera cumplir con el mandato.
El 16 de abril de 1582 se funda la ciudad de Salta. Entre los presentes se encontraba Ruy Díaz de Guzmán, conquistador, que inmortalizó su nombre como primer historiador mestizo nacido en el Río de la Plata. Fue alguacil de Salta y fundó diversas ciudades, como Santiago de Jerez y San Pedro de Guzmán, y llegó a alcalde de primer voto en Asunción.
A él se le debe "La Argentina" (1612) la primera historia perfectamente orgánica y estructurada, una narración cronológica y temática, fruto de un esquema de trabajo paciente y riguroso. Fue además el primero en utilizar el topónimo: Argentina. Esta obra permaneció inédita hasta el año 1835.
En 1589, cumpliendo sus tareas apostólicas, recorrió comarcas y pueblos de Salta el fraile Reginaldo de Lizárraga - cuyo verdadero nombre es Baltasar de Obando- religioso dominico e historiador español, nacido en Medellín (Badajoz) hacia 1540. Se desempeñó como visitador de los conventos dependientes de la provincia dominica del Perú "San Lorenzo Mártir". Fray Lizárraga escribió entre otras cosas "Descripción breve del reino de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile".
En esta correlación del origen de Salta, en el campo de la historia, no podemos dejar de lado al notario Rodrigo Pereira, quien testificara las actas fundacionales de Salta (1582) y Jujuy (1593), cuyas escrituras son "un foco luminoso del pasado histórico".
Los Nombres
Dr. Luis Güemes
Corriendo las hojas del almanaque son numerosos los estudiosos e investigadores que aportaron su trabajo a las diversas corrientes científicas:
José Antonio Arias Rengell e Hidalgo: Cronista del siglo XVIII. Autor de varios libros. José Manuel Arias Cornejo: Doctor en jurisprudencia; investigador de nuestro pasado especialmente a la fundación de Salta publicando sus trabajos en revistas especializadas de contenido científico e investigativo. Cleto Aguirre: Médico. Catedrático de la Universidad de Buenos Aires. Creador del Instituto de Anatomía Patológica. Juan Martín Leguizamón: Investigador, Arqueólogo y Escritor. Guillermo Aráoz: Investigador. Dr. Luis Güemes: Médico, Historiador y Científico. Alberto Alvarez Tamayo: Abogado, investigador histórico ciencias geográficas, matemáticas y topografía. Ricardo Aráoz: Médico, investigador. Pbro. Cloromiro Arce: Sacerdote, Investigador realizando exploraciones geográficas y arqueólogicas. Felipe R. Arias: Abogado, especialista en cuestiones limítrofes y publicó temas vinculados a la historia y jurísprudencia. Víctor J. Arias: Ingeniero Civil, investigador y estudioso de los yacimientos arqueológicos de los valles calchaquíes. Vicente Arias: Abogado, investigador histórico fundando la Junta de Historia de Salta y propiciador de la primera Reunión de Historia del Noroeste. Francisco Javier Arias: Médico, investigador sobre temas científicos. Ernesto Miguel Aráoz: Escritor, periodista, historiador. Dr. José Antonino Cornejo: Médico e investigador. Raúl Augusto Cortazar: folclorólogo, investigador.
Raúl Augusto Cortazar
Arturo Oñativia
Los Maestros:
Mariano Zorreguieta, Francisco Centeno, Miguel Solá, Bernardo Frías, Ricardo Solá, Mons. Julián Toscano, Ernesto Miguel Aráoz, Rafael Patricio Sosa, Atilio Cornejo, Mons. Miguel Angel Vergara, Severo Cáceres Cano, Teresa Cadena de Hessling, Pbro. Arsenio Seage S.D.B., Fernando Rufino Figueroa, Luis Oscar Colmenares, Prof. Olga Chiericotti,
Dr. Atilio Cornejo
Generación Intermedia:
Gaspar Javier Solá Figueroa, Julio César Jovanovics Usandivaras, Juan Manuel de los Rios, Adolfo Figueroa García, Roberto García Pinto, Julio Leederer Outes, Pastor López Aranda, Francisco Uriburu Michel, Andrés Mendieta, Paulino Arroyo, Carlos Ibarguren, Antenor de Peñalva Torino, Roberto Vitry, Carlos Reyes Fajardo y Carlos Gregorio Romero Sosa, Roque Manuel Gómez, Luisa Miller Asrrada, Oscar Cornejo Torino, Ercilia Navamuel, Inés Garrido de Solá, Rogelio Saravia Toledo, Luis Arturo Torino, Ricardo Federico Mena, Gregorio Caro Figueroa, Magdalena Barreiro de Mónico, Luis María Mesquita Errea, Margarita Fleming de Cornejo y Miguel Angel Basombrío.
Dr. Bernardo Frías
Nuevas Generaciones:
Florencia Cornejo
Marta de la Cuesta Figueroa
Federico Prémoli
Lilia E. Pérez de Arévalo
Esther María Torino
Guillermo Solá Pereyra Rosas
Eulalia Figueroa de Freytes
Miriam Corbacho
Christian Vitry
Raquel Adet
Rafael Gutierrez
Jorge Virgilio Núñez
Diego Cornejo Castellanos
María Cristina Fernandez
Telma Chaile
Violeta Herrero
Rodolfo Leandro Plaza Navamuel
José de Guardia de Ponté
Teresita Gutierrez
Mónica Sanchez
Ernesto Bisceglia
CIENCIA Y TÉCNICA
PROPUESTAS Y ESTRATEGIAS PARA SU
DESARROLLO EN LA PROVINCIA DE
SALTA
“Los usos, las tradiciones, el lenguaje, las obras de arte, las ciencias, son cauces de
mediación entre los hombres, tanto entre los contemporáneos como en perspectiva
histórica, ya que, en cuanto son transmisores de verdad, de belleza y de
conocimiento recíproco, hacen posible la unión de voluntades en la búsqueda
concertada de soluciones a los problemas de la existencia humana y de orientar así
el progreso científico-tecnológico de nuestros días hacia metas íntegramente
humanas”.
Juan Pablo II (Karol Wojtila)
El Estado Nacional y los Estados Provinciales deben asumir la responsabilidad de ordenar el
sector científico y técnico; recuperar y rehabilitar la capacidad instalada; poner al sector en el
nivel jerárquico que corresponde abriéndolo a todas las instituciones, grupos e individuos
vinculados o motivados por esta tarea.
Asumida la responsabilidad y la decisión política, cabe asignar al sector científico y técnico una
efectiva prioridad en materia presupuestaria aún en las peores condiciones socioeconómicas;
formar recursos humanos útiles y calificados para la investigación científica y tecnológica y
establecer una política de integración entre las provincias de la región a los fines específicos.
En nuestra provincia, y pese a la crisis o a propósito de ella, debemos promover carreras de
investigador científico y tecnológico; garantizar la efectiva participación de profesionales,
técnicos, trabajadores y usuarios en la planificación, conducción y evaluación de los programas
de ciencia y técnica en los aspectos docentes y de investigación; articular los sectores y
subsectores dedicados a la ciencia y a la técnica; redistribuir los recursos humanos para fines
concretos de investigación científica y técnica; recuperar científicos y técnicos.
Es necesario preservar, en un contexto de federalismo político y de federalización intelectual, la
autonomía provincial en la toma de decisiones estableciendo proyectos y programas vinculantes
entre instituciones, grupos o individuos a nivel local y regional y responder, en todo caso, a las
necesidades concretas. Aún en bonanza y sobre todo en las crisis, se impone asignar el
presupuesto con aplicación racional y concentrada, evitando dispersiones, superposiciones y
despilfarros, basándose en la probidad y la confianza mutua sin dejar por ello de auditar, evaluar
y ejercer un adecuado contralor de gestión en la ejecución de dicho presupuesto.
Le compete al Estado en un marco de participación insoslayable, desestimar en términos
generales y particulares, aquellos planes de investigación no vinculados con las necesidades y
realidades de la provincia y de la región; relevar planes, programas y proyectos; establecer las
políticas y los recursos para el planeamiento de la investigación y aplicación de productos de la
actividad científica y técnica; ejercer la coordinación centralizada de planes y programas,
promover convenios para proyectos y trabajos para fines específicos.
El quehacer científico y técnico de la provincia debe ser difundido permanentemente a la
comunidad para mejorar el nivel y la calidad de sus propias actividades a través del periodismo
científico en diarios, televisión, radio, redes informáticas y encuentros comunitarios directos
especialmente en los niveles educativos primario, secundario y terciario, permitiendo, en todos
los casos, el libre acceso a la información, a sus fuentes y un banco de datos científico-técnico.
Todas las metas en el área de la ciencia y de la técnica se alcanzan a través de largos y
laboriosos procesos y el uso considerable de recursos; los logros no suelen ser espectaculares en
el breve plazo pero al igual que la cultura, la ciencia y la técnica son las llaves maestras que
abren las puertas para el desarrollo humano y aumentan en forma creciente y sostenida el nivel y
la calidad de vida de las personas y de la sociedad misma.
Aún con escasos recursos conviene y es impostergable investigar, desarrollar y aplicar
tecnología idónea y adecuada y concretar programas científicos y técnicos en las áreas de salud,
educación, vivienda, energía, alimentación y comunicaciones, incentivando la expansión de la
actividad apoyando la articulación y la cooperación interprovincial, regional e interregional. Es deseable y factible crear una cantidad adecuada de centros científicos y técnicos multifacéticos
que coordinen y ejecuten proyectos en estrecha colaboración humana y tecnológica que logren
aplicar sobre todo métodos y técnicas.
La cooperación científica y técnica así planteada debería estar coordinada por una Secretaría de
Estado de Ciencia y Técnica, con un consejo provincial y comisiones permanentes de estudio,
valoración y supervisión con expertos calificados en temas particulares. Los planes preliminares
se envían a los institutos y al Consejo Provincial de Ciencia y Técnica donde se discuten,
corrigen y perfeccionan.
Así las cosas, la Secretaría de Estado de Ciencia y Técnica está habilitada para calcular las
inversiones necesarias y sugerir ayudas concretas. Los desarrollos de la investigación científica
y técnica deben pensarse con calma, antelación y ponderación en el juicio utilizando una amplia
y confiable información recíproca. Hay que estar dispuesto a otorgar ayudas financieras para
resolver problemas reales que no se hallan dentro del plano de atención diaria e incentivar, al
mismo tiempo, estudios sobre problemas teóricos de alto nivel; son responsabilidades
indelegables que deben formularse por los menos dos años antes de su ejecución para, entre
otras cosas, seleccionar personal y organizar unidades de investigación.
La organización del área de ciencia y técnica requiere unificación del financiamiento con un
presupuesto único; estructuras orgánicas y funcionales apropiadas y sencillas, abiertas,
dinámicas, flexibles, intercambiables, autárquicas; programas integrados y específicos;
democratización de la conducción política y técnica; programación y asignación de recursos por
proyectos; recursos humanos propios, adscriptos, transitorios e intercambiables;
descentralización en lo ejecutivo; carrera del investigador científico y técnico provincial
integrando trabajo, docencia e investigación; prestaciones de servicios técnicos, asesoramiento,
utilización de tecnología por terceros; evaluación y monitoreo de la consecución de las metas.
En suma, el sistema científico y técnico se integra por niveles que aseguren accesibilidad,
calidad, eficiencia, participación, satisfacción, integración de proyectos y descentralización
ejecutiva.
Los programas de investigación, de asistencia técnica, de capacitación de recursos humanos, de
programas de cooperación deberían integrar, en nuestro medio, la capacidad laboral creativa y
de infraestructura y equipamiento de las instituciones de enseñanza superior, terciaria y
secundaria; el objetivo es modificar el saber con ópticas nuevas mostrando el panorama a las
juventudes e instaurando una mayor movilidad de estudiantes, profesionales, docentes e
investigadores reformulando el mito de la centralización creativa, ordenadora y decisoria de
muchas de nuestras instituciones. Se necesita concitar la diversidad creativa bajo una unidad de
concepción política y de mercado incentivando, al mismo tiempo, investigaciones particulares
en que se asocien investigadores, técnicos y estudiantes.
El objeto de la ciencia y los medios para auxiliarla se hallan íntimamente asociados y en muchos
aspectos los últimos influyen y a veces gobiernan al primero. La investigación debe ser
fomentada y desarrollada en cualquier ámbito (universidades, escuelas, industrias, fábricas) y
necesita encontrar eco en los presupuestos para el financiamiento global de múltiples
actividades.
Ciencia y técnica son cuestiones de suma importancia para pueblos y gobiernos. El quehacer
debe poner énfasis en la investigación básica, aplicada y de desarrollo dándole al recurso
humano científico y técnico estabilidad, jerarquía, buenas remuneraciones y poder. Se deberían
apoyar los proyectos y los programas que auspician las instituciones cualificadas y acreditadas
más bien que a las instituciones mismas asegurando el empleo efectivo de la financiación de
manera tal de que cumplan los objetivos y se fortalezcan los fundamentos de la ciencia misma.
La investigación científica y técnica tiene importancia social, cultural, económica y política y es
el eje de la cultura posmoderna; tiene decisiva importancia en términos de desarrollo humano.
Todo plan de desarrollo integral debe incluir un proyecto de ciencia y técnica cuyo modelo debe
ser endógeno, es decir, planteado en términos de política provincial y nacional.
El estado y la actividad privada tiene la obligación de mejorar la enseñanza de la ciencia y de la
técnica, acrecentar el prestigio de los investigadores, estimular a los jóvenes para que accedan a
actividades científicas y técnicas, desalentar, aunque les pese a algunos, las carreras
profesionales tradicionales; apoyar la formación de profesionales y técnicos en disciplinas
apropiadas, avanzadas y duras; establecer una red de educación científica y técnica en los tres
niveles educativos.
Conocer y saber hacer es el desafío de nuestro presente si no queremos retornar a un pasado
pastoril descendiendo en caída libre por fuera del mundo.
Leandro Strejilevich
Estas líneas han sido reelaboradas y abreviadas. Se publicaron en su texto original en El
Tribuno Revista, págs. 11 y 12 de la edición del domingo 19 de mayo de 1991.