Derrota
Abre los brazos muchacha,
apréstate a recibir a un corazón herido.
Lo deposito blandamente en tu regazo
cobíjalo con la mejor de las ternuras.
Lo encontré llorando tus ausencias.
pidiéndole perdón a la soledad.
Acurrucado en el rincón de las nostalgias
mirándose en sus ojos derrotados.
Cuando le dije que venía a verte
exhaló el mejor de los suspiros,
preparó el mejor de sus ropajes
y cual enamorado caminante
emprendió el camino del retorno.
Perdónale mujer sus desvaríos
no le muestres los dolores cosechados.
Apiádate de un solitario arrepentido
y permítele que el azahar de los mandarinos
florezca en ese pordiosero agradecido
cuando lo acaricies con la tibieza de tus manos
como testimonio de aquel fuego
que alguna vez, con tanto frenesí fue encendido.
(Inédito en libro)
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