PLAN DE LA OBRA
TOMO I (1864-1950)
"LA HISTORIA DEL CARNAVAL DE SALTA"
comprende cinco tomos de 350 páginas cada uno .
La publicación será bajo el sello editorial
de la Biblioteca Popular “Juan Carlos Dávalos” y
abarcará el periodo 1864-1994.
AUTORES:
Prof. MIGUEL ANGEL CÁSERES
Prof. FERNANDO GUSTAVO CÁSERES
FOTOGRAFÍAS:
NESTOR JULIO CÁSERES
ISIDORO ZANG
FOTOTECA DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE SALTA
COLABORADORES:
GREGORIO CARO FIGUEROA
SOFIA M. OROPEZA
FIDEL VERA
MILENKO J. JURCICH
JULIO LEÓN
PATRICIA ISABEL CASERES
DANIELA DEL VALLE RUEDA
VICTOR HUGO CASERES
PATRICIA KARINA CASIMIRO
LA COMPARSA "LOS CACHIS"
Este trabajo abarca el período 1864-1994. En el período comprendido
entre los años 1867 y 1891, veinticuatro años, hemos podido contactar
con documentación que nos brinda un panorama respecto de las características
que tenían por aquella época las celebraciones del carnaval. Pero
si bien los partes policiales, la escasa y raleada documentación municipal
y las pocas referencias de diarios y periódicos de la época, citan
"las Comparsas" y "las Tertulias"; rara vez, por no decir
nunca, en dicho lapso de tiempo, pudimos enterarnos de nombres de comparsas,
de responsables e integrantes. Cosa diferente a lo referido a las tertulias
y que están volcados en las primeras páginas de este tomo. Así
como podemos afirmar que en nuestro criterio las primeras murgas del Carnaval
Salteño son "Jano", "Los Ladrones de Madrid" y "Los
Hijos del Arte", que si bien carecemos de datos de responsables e integrante,
podemos certificar que participaron de los corsos llevados a cabo en los alrededores
de la Plaza 9 de Julio en el año 1891. Con la misma seguridad hemos planteado
en líneas posteriores que la primera murga integrada por obreros salteños
que transitaron las calles de nuestra Capital fueron "Los Vota Fuegos de
La Época", que lo hicieron en el año 1895.
Asimismo relacionado con lo que hoy denominamos "Las Comparsas de Indios",
que no son otra cosa que la gran característica diferenciadora de nuestro
corso en el contexto nacional, es decir una especie de identidad de los corsos
salteños; de la investigación realizada, informamos que la primera
de estas comparsas fueron "Los Indios Pampas", que debutaron en el
año 1925 en el corso de la calle La Florida (en 1924-1925 no hubo corsos
en la Plaza 9 de Julio); comparsa de la que desconocemos el nombre de su cacique
y de sus integrantes e incluso al barrio a que representaban. Recién
cuatro año después, 1929, encontramos la primera "Comparsa
de Indios", de la cual no solo conocemos el nombre "Los Pieles Rojas";
sino también que su cacique era Pablo Toledo y que representaba al Ingenio
San Isidro .
Pero gracias a la gentileza y generosidad del amigo, Periodista-Investigador,
Gregorio A. Caro Figueroa, pudimos contactar con una copia del libro "Nuevos
Capítulos Folklóricos" con traducción y notas ampliatorias
por Milsiades Alejo Vignate, libro cuya autoría pertenece al arqueólogo,
periodista y poeta sanjuanino, Adán Quiroga, y cuya edición data
del año 1958 editado en Buenos Aires por La Academia Argentina de Letras.
En la página número ciento treinta y nueve de dicho ejemplar,
Quiroga, publicó un artículo titulado "Los Cachis",
mediante el cual narra que hasta el año 1874 en El Valle Calchaqui, y
en el actual departamento de Cachi, solía existir una comparsa (entendiendo
este término como agrupación de personas que utilizan una vestimenta
común y que tienen objetivos y desarrollan actividades también
comunes) que recorría las angostas calles del pueblo en las diferentes
épocas del año y ante diferentes circunstancias, como por ejemplo
las fiestas de San Plebeyo y San Benito. El objetivo de esta agrupación
era divertir a la gente "del Bajo Pueblo", ya que los sectores aristocráticos
no acostumbraban a mezclarse, en "Las Fiestas y Barullos de La Plebe".
El aporte de Caro Figueroa y la narrativa literaria de Adán Quiroga nos
posibilitaron contactar con lo que entendemos representa una explícita
y amena descripción de lo que en nuestro criterio constituye "LA
PRIMERA "COMPARSA DE INDIOS" DEL INTERIOR DE LA PROVINCIA DE SALTA
DE LA CUAL SE TENGA DATOS CONCRETOS".
"Los Cachis" solían emprender sus actividades a partir del
medio día, cuando el sol se manifestaban con toda crudeza ellos ganaban
las calles para dirigirse hacia la plaza donde una verdadera muchedumbre los
esperaba con ansias. La comparsa estaba integrada por ocho o más Cachis,
los que tomaban ubicación al frente de alguna de las casas de los principales
vecinos, formando un cuadro constituido por cuatro o cinco parejas, cada una
de las cuales portaba en sus manos el extremo de cintas de los del frente, y
con la cual, a medida que danzaban formaban una estrella de rayos multicolores,
cosa que se lograba después de permanentes saltos y vueltas, intercambiándose
venias, en el marco de un permanente danzar al estilo Carnavalito al compás
del sonido de los cascabeles o tilines que adquieren gran sonoridad con estos
movimientos y piruetas; a esta danza la llamaban "De Las Cintas",
que culminaba con el logro de una muy bien trenzada "Simpa de Colores",
a riesgo de quedar expuestos a las rechiflas y burlas de los chicos asistentes,
que por esos tiempos reemplazaban el "Bis-Bis" con el "¡que
se repita-que se repita!¡Barato-Barato!". Se debe aclarar que estos
"Cachis" de ninguna manera eran indígenas auténticos,
sino criollos refinados, al decir de Quiroga, entre los que sobresalieron "Pan
Largo"; "Ripitipe"; "Chocolate" y "El Mulato Alavila";
especialistas en llamar la atención popular en los días de festejos
que vestían trajes brillantes, acompañados de mascarones que representaban
felinos con dientes en la cara y una especie de "Mascapaichas" ceñida
en la frente y que solían acompañarse, en algunas circunstancias
de un Charango, que matizaba el monótono ¡Hoc-Hoc-Hoc! que era
todo el lenguaje que utilizaban desde la partida hasta el momento de la desconcentración.
Quiroga describe con detalles la vestimenta de "Los Cachis": "el
traje de estos era de la tela que se denomina malla, color carne, bien ajustada
al cuerpo, de modo que las formas quedaban patentes, tal cual visten los saltimbanquis
de circo. Calzaban vistosos y elegantes zapaticos bordados con lentejuelas,
y de sus ribetes pendían ruidosos y pequeños cascabeles, redondos
como chañares. De la rodilla caía un fleco de cascabeles de mayor
tamaño. En la cintura ceñían, para cubrir sus nalgas, el
ligero vestido indígena de plumas de Suri, que caía hasta cerca
de las rodillas. El Pupu iba igualmente ceñido por un rico cinto, bordado
de lentejuelas, de seda, raso o terciopelo de colores vivos y saltantes, cuando
nó de talifetes rojos o verdes. La camiseta color carne del cuerpo, perfectamente
bordada, toda cubierta de pequeñas lentejuelas redondas, a manera de
escama brillante de peje. En el cuello lucían grandes sartas de collares,
de guaicas doradas y de vivos colores. En la muñeca de la mano derecha
un largo látigo de cabo corto, lleno de cintas y cascabeles, látigo
de terribles chasquidos para los changos salteños, del cual no sacaban
los ojos sino cuando un buen trecho los separaba de estos Cachi-Maita..."
Hasta aquí, en cuanto a disfraz con detalles más o menos, podía
constituir la vestimenta de una clásica murga de aquellos tiempos pero
habrá dos elementos fundamentales para caracterizarlas como "Comparsas
de Indios". En primer lugar que la cara de estos "Cachis" iba
cubierta por una careta de cartón que representaba un Supay, un Cuchi
o un Uturunco, es decir que esta máscara era una "Saynata"
o máscara de burla. No se debía observar ni un poco siquiera del
cabello del Cachi. Además portaban un penacho de plumas blancas y grises
de Suri (recordemos que el Suri, es un animal venerado en el Panteón
de los Dioses Calchaquis), ceñido por una vincha que circundaba la frente
del Cachi; este penacho iba tejido de collares de Huaicas complementado con
pequeños cascabeles y en la frente lucía un espejo redondo como
representación del sol, en una especie de Corona Incaica..
El Cachi, durante los días de festejos era una especie de Caballero de
Linaje, de allí las plumas de Avestruz, o como dice Quiroga: "este
Cachi es sin duda alguna algún personaje misterioso de la Mitología
Cacheño-Calchaqui, desfigurado por el tiempo y la diversa cultura; que
siempre ha tendido a españolizar gradual e insensiblemente los mitos
nativos. Nadie podía decir nada cuando estos veloces Cachis alcanzaban
a algún chico o joven y los hacían víctimas de una zurra
de azotes; pues nadie debía faltarles el respeto ni quejarse de los azotes,
que sin titubeos y en forma generosa brindaban sobre el cuerpo o la cara de
los muchachos que en gran cantidad, solían acompañarlos por esas
calles. Jamás se escuchó quejas alguna cuando estos se apropiaban
de golosinas en los boliches de la por entonces Villa de Cachi, pues ellos eran
los dueños de calles y plazas. Así lo imponía la tradición
y podían entrar en casas y negocios como cosa lícita, adueñarse
de los frutos y otros bienes sin que nadie lo considerara un despojo. Pero aún
cuando estas tradiciones reconocía a Los Cachis la prosapia y una potestad
extraordinaria, era tanta la alcurnia y la estirpe de la Aristocracia que por
aquellos tiempos habitaba todo el territorio salteño que cuando estos
Cachis pretendieron entrar a una casa de familia acomodada solían pedir
con la mayor sumisión posible permiso, pues no había, por aquellos
tiempos tradición ni prosapia superior que la que dividía el estamento
social entre pobres y ricos; en este sentido decía Quiroga:"...
ocupan sus grados infranqueables en la escala social los pobres y ricos y jamás
es dado a Juana, Juanita, la Chola Marta, el Mulato Pedro, Negro Francisco,
Ños Panta, la Chola Dorotea, Gabriel el Marcao, meterse, rolar y decir
de tú, que en estos casos, con o a la gente de copete, de pergaminos,
de papelería, ni con el niño y la niña del ramiaje de rumbosos,
de cartilla, de caballeros hambrunos, de marqueses de media de origa y de alféreces
desheredados...".
Otro elemento importante para caracterizarlos como una verdadera "Comparsa
de Indios" era la presencia del cacique, el cual era obedecido férreamente
a riesgo de un castigo ejemplar con el chicote.
EL CARNAVAL EN SALTA DE ANTAÑO
La comparsa se disolvía a partir de las ocho de la noche y reiniciaba
la actividad al medio día siguiente. Así durante una semana entera.
Por supuesto, como todo comparsero jamás despreciaron las bebidas y las
machas estaban contempladas como normal en sus actividades.
El juego de las Cintas, el Baile del Charango, también se matizaba con
otros juegos de raigambre colonial pero misteriosamente uno de ellos tenía
matices propios de los ceremoniales del ARETE o PIM-PIM y parecidos con actividades
que se desarrollaban en las fiestas patronales en pueblos como Iruya por ejemplo,
donde sobresalía la presencia de un toro que intentaba embestir a Los
Cachis quienes lo "capeaban" o disparaban de su presencia arrojándole
cintas y enlazándolo con ellas y sujetándolo.
Estos Cachis sentaban presencia, dijimos en muchas oportunidades, y al igual
que en las procesiones de Iruya, formaban cuadros delante del cortejo de frailes
y encabezaban la marcha realizando cortes de las andas cruzándose de
una acera a otra de la calle, realizando reverencias, reventando cohetes y voceando
como parte de un clima donde las campanas de la iglesia, las oraciones de las
devotas iban enmarcando la fe y la procesión y como para no perder la
costumbre éstos Cachis en algún momento depositaban una buena
cuota de latigazos sobre las espaldas de algunos changos irreverentes pues niños
y jóvenes eran una especie de enemigos irreconciliables de Los Cachis.
Así, a través de Adán Quiroga hemos podido rescatar ésta
manifestación, ya desaparecida, como tantas otras prácticas y
elementos, y que formaron parte de las costumbres, creencias, tradiciones y
prácticas de nuestros paisanos en tiempos idos.
La investigación sobre el tema comenzó en 1864 intentando contactar
con las manifestaciones folklóricas y las actividades de los diferentes
sectores de la sociedad salteña que estuvieron relacionados con el carnaval.
Sabemos que éste constituye una manifestación ancestral de la
vida de la humanidad. Muchos han puesto su acento en los antecedentes de "Las
Bacanales y Saturnales" que constituyen de alguna manera, antecedentes
históricos a través del tiempo.
En Salta podremos encontrar sus precedentes prehistóricos en los rituales
y otras manifestaciones de pueblos aborígenes: Calchaquis, Diaguitas,
Guachipas, Pulares, Matacos, Chanés y otros y que podemos contactar a
través de manifestaciones como el culto a La Pachamama; al Chiqui; al
Yastay, al Arete, todos ellos basados en calendario agrícola de éstas
comunidades y en una cosmovisión naturalista y mítica.
Será a partir de la Conquista, en 1492 que América comenzó
a mixturar la raíz de esas manifestaciones prehistóricas, con
aquellas que traían los invasores y que en definitiva no dejan de ser
tan prehistóricas y míticas como la de los naturales de América.
De esas manifestaciones, nosotros veremos surgir el carnaval, como una costumbre
generalizada de prácticas teocráticas-paganas y que suelen desarrollarse
en un período anterior a la Cuaresma (de allí que se indica como
Carnaval= Carne-Vale, es decir el período donde se puede consumir carne
y dar rienda suelta al jolgorio y prácticas supuestamente "prostituidas".
Generando de ésta manera un concepto donde el carnaval sería la
antítesis de la Cuaresma, esto en la concepción cristiana).
Pretender descomponer el carnaval en su densa complejidad, estará lindante
con lo imposible. Por la heterogeneidad de sus componentes y prácticas,
que varían de acuerdo a los lugares.
Hemos recurrido a la narrativa oral, documentación oficial y también
a las crónicas periodísticas para poder desarrollar un tema tan
atrayente como lo es "El Carnaval en Salta".
De la investigación realizada se puede establecer que el periodo 1864-1891
está caracterizado por la ausencia de corsos o todo otro tipo de desfiles,
coordinados y organizados, la costumbre establecía que lo común
era la manifestación de desfiles y máscaras (comparsas, las murgas
de hoy en día) entendiendo a éstas comparsas como el conjunto
de personas que en los días de carnaval o en regocijos públicos,
van vestidos con trajes de una misma clase, o como en algún otro momento
se consideró "La Cuadrilla de Caballería " que llevaban
los mismos colores de divisas.
En tiempos pasados, los términos eran usados en sentido despreciativo
como sinónimo de individuos de una misma pandilla que con frecuencia
se veían reunidos; por lo tanto era común escuchar: "...ahí
viene, Fulano, Zutano y Comparsa...". Éstos eran pequeños
grupos de disfrazados, con motivos diversos que en algunos casos eran acompañados
por elementos de percusión, y no faltaron oportunidades que contaron
con la participación y acompañamiento de bandas de músicas
militares o policiales.
Antes de la aparición del primer corso, el principal divertimento consistía
en bailes que se llevaban a cabo en casas de las principales familias de la
aristocracia o la oligarquía nativa complementados con tertulias y cabalgatas.
Tiempos en que éstos festejos tenían un epicentro, "El Baile
Principal" que solía llevarse a cabo en las instalaciones del Club
20 de Febrero, algunas de cuyas sedes estuvieron ubicadas en las casas de la
Liberata Costas Guastaburu, hoy (Caja de Jubilación); edificio centenario
(Parque San Martín) y su sede más conocida para las generaciones
presentes en la calle Mitre Nº 23 (actual Centro Cultural América)
hasta llegar a la sede actual ubicada en El Paseo Güemes.
El populacho celebraba el carnaval de forma contradictoria enmarcada en mas
Misachicos, Yerras, Señaladas, en Fondas y Carpas, actividades que en
su fase final siempre daban lugar a enfrentamientos verbales, físicos
y donde no faltaban los accidentes por galopes en las calles.
Este trabajo hablará sobre las celebraciones del carnaval salteño
a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Es necesario, de acuerdo a nuestro
criterio establecer, aunque mas no sea someramente, un breve panorama de la
Salta de esos tiempos. Diremos entonces que el siglo citado nace bajo un panorama
establecido por un censo realizado en 1801, y según el cual existían
en la ciudad cincuenta y seis pulperías que eran negocios donde se vendía
de todo, desde yerba hasta aguardiente y desde golosinas de miel hasta arreos.
Los juegos que entretenían al paisanaje eran el de las cartas, los caballos,
las riñas de gallos, que especialmente tenían su ámbito
de desarrollo en las ferias de mulas que anualmente se desarrollaban en las
cercanías de la ciudad. Sin duda alguna la de "Sumalao" era
la más importante y en ella el juego alcanzaba ribetes inconmensurables
donde no solo se veían envueltos en sus prácticas, el paisanaje
más humilde sino los más empingorotados aristócratas y
los más ilustrados sacerdotes.
Salta, más que una ciudad tenía por entonces la estructura de
una villa, pero cuidado, porque todavía estaba considerada junto a Lima,
como una de las principales ciudades americanas. Alrededor de su única
y principal plaza, en un radio muy chico se ubicaban los hogares de las principales
familias donde se destacaban los Costas y Francisco Aráoz sobre la calle
del Comercio, (hoy Caseros); la casa de los Díaz de Bedoya, Francisco
de Gurruchaga, la casa de Torres, Don José de Ibazeta y otros que durante
éste siglo testimoniaron increíbles episodios históricos
que conforman parte de La Historia Americana.
Solo por citar uno, donde hoy se levanta el edificio del Cine Teatro Victoria,
(calle Zuviría primera cuadra- vieja calle de La Concordia) estaba ubicada
la casa de la familia Torres y en ella se juró en brillante ceremonia
fidelidad al Rey Fernando VII; en la casa de los Costas (donde hoy se levanta
el edificio de la Caja de Jubilaciones) se alojó el General Pío
Tristán al momento de La Batalla de Salta, como también lo hizo
Moscoso en la casa de Tomás Archondo y así podríamos citar
tantos otros acontecimientos.
Tiempos en que las matronas recorrían las calles seguidas de un séquito
de servidumbre y donde algunos de los habitantes mostraban con orgullo sus símbolos
nobiliarios y sus prosapia obtenida en la descendencia de ilustres personajes.
En la primera década de éste siglo sin duda alguna el personaje
político era el gobernador intendente, que por entonces tenía
instalado su despacho en el edificio del Cabildo. Personaje que prácticamente
era considerado un monumento andante, tanto que cuando pasaba frente a los cuarteles
o por lugares donde estuviere asentada tropa, dianas y tambores debían
acompañar su marcha. Recibía trato protocolar de excelentísimo
y su remuneración anual pondría colorado al mas alto funcionario
de los tiempos actuales. En esa aldea donde se podían contar con los
dedos las calles con algún tipo de empedrado, aclaramos que por aquellos
tiempos la ciudad de Buenos Aires, contaba con setenta y un mil habitantes mientras
que Salta, de acuerdo al Censo de Arenales en 1826 (se debe tener en cuenta
que provenía de una cruenta guerra de quince años) contaba con
la cantidad de setenta mil habitantes (en la capital siete mil habitantes).
Y como para reafirmar la importancia de nuestra provincia en el contexto nacional
y americano recordaremos que será durante la gestión gubernamental
de Bernardino Rivadavia cuando se había empezado a empedrar la principal
calle de Buenos Aires, la Florida, allá por el año 1822, pues
Salta hacía ya nueve años antes de esta fecha que tenía
pavimentada la cuadra de su Plaza Mayor, como así también algunos
tramos de la calle del Yocci (hoy España) y la del Comercio; y mientras
en Buenos Aires se podían contar las casas de alto con los dedos, Salta
era considerada junto a Córdoba y Lima entre las que contaban con mayor
número. De todas maneras se debe aclarar que lo que denominamos Plaza
9 de Julio, a los efectos de ubicación, no existirá como tal hasta
la segunda mitad del siglo, por obra y gracia del Gobernador Cleto Aguirre,
siendo ese cuadrante solamente un inmenso baldío abandonado (para ampliar
éste tema consultar el libro "Aporte para un Acercamiento a la Historia
de Salta", de M.A.C.). Carecía de los servicios de agua corriente,
de luz eléctrica; a pesar de todo, los funcionarios y ricos comerciantes
solían recorrer sus angostas veredas y polvorientas calles vistiendo
chupetín o frac, calzón corto sujeto a la rodilla con hebilla
de oro, otros de plata, medias largas y zapatos con hebillas de plata y topacio,
ropa de terciopelo negro lo que acompañaban con un falucho negro con
una pluma a la cabeza.
... Y LLEGAMOS AL CARNAVAL DE LAS LUCES
El alumbrado eléctrico llegará en una fecha que todavía
hoy se discute, unos dicen 1896 y otros 1898, de todas maneras éste tuvo
su precedente en 1832 cuando Fulgencio Lizárraga acordaba con el gobierno
el compromiso de iluminar las calles de la ciudad por el término de dos
años mediante el alumbrado de velas "...que ocupaban la longitud
del farol desde las oraciones en las noches oscuras y a la recomposición
de los faroles...". El acuerdo fue suscrito un día 26 de Marzo.
En ese marco se sucedieron las celebraciones carnavaleras en este bendito país
de los argentinos donde de acuerdo al censo efectuado por AZARA en 1797, el
país poseía trescientos mil habitantes; en 1809 cuatrocientos
seis mil; en 1819 quinientos veintisiete mil; en 1837 seiscientos setenta y
cinco mil y en 1860 un millón doscientos diez mil habitantes. (En correlación
Salta tenía: 1795 -5.093 en la ciudad- 1825 (7.000)-1854(14.000)-1863
(18.000)- 1882(15.000)-1895 (20.361)-1898 (20.742)-1900 (21.188 hab.).
El primer corso porteño data del año 1869 y el primer corso salteño
de 1891-1898. El Censo Nacional de 1869 dice que el país tenía
un millón setecientos treinta y siete mil setenta y seis habitantes;
en 1895 cuatro millones de habitantes.
Ese viejo acuerdo contractual de 1832 para la iluminación de las calles
se vió revolucionado cuando el 15 de Enero de 1879 se licitó el
servicio de alumbrado público de la ciudad de Salta que especificaba
que alumbraba a kerosene en mixturación con el alumbrado a vela (se adjudicaron
ciento treinta y siete faroles a kerosene y ciento diecinueve a vela) iluminación
que empezaba antes de que anocheciera y duraba hasta las 22 de la noche a partir
de esa hora solo solían quedar encendidos dos faroles en cada bocacalle
hasta el amanecer. No es de pensar de que ésta iluminación correspondía
a todas las noches, pues lo licitado solamente comprendía dieciocho jornadas
y si el empresario no cumplía con el compromiso se exponía a una
multa de cincuenta pesos por cada vez que faltare al contrato.
En éstos tiempos cuando Salta solamente poseía dos boticas que
eran las de Patricio Fleming y la de Francisco Mendioroz; el carnaval todavía
se refugiaba en tertulias improvisadas y en mascaradas sueltas.
De todas maneras la Historia del Carnaval Salteño contaba con importantes
precedentes. En el transcurso del trabajo de investigación se podrá
contactar con datos que hacen a la historia de las carpas, las que por 1866
ya sientan presencia activa, especialmente para el carnaval. Y los primeros
carperos mismos antes de la llegada del tiempo de los festejos solían
tomar las precauciones para elegir el mejor lugar en el campo más cercano
y permitido; adoptar las previsiones para instalar el guardapatio, lugar imprescindible,
pues todos los festejantes llegaban montados en cabalgaduras y éste representaba
la posibilidad de intentar evitar que entraran montados hasta el centro mismo
de la pista, cosa que pese a su emplazamiento y existencia, no siempre logró
evitar, más allá de las fuertes multas con que solían amenazar
a los infractores. No eran tiempos de corsos todavía pero las fondas,
las carpas, las confiterías y casas de familias daban lugar a bailes
llenos de máscaras, al juego con agua y porqué nó a peleas,
carreras de galopes y la expresión de cantos, al consumo de cabezas guateadas
y de bebidas que solían alegrar al más experto bebedor.
Pero será el año 1864, el que brinde la posibilidad de encontrar
en la capital salteña, la primera documentación que nos pinte
de cuerpo y forma la organización de las mascaradas, la comparsa "Los
Negros Alegres", constituyen el privilegio de ser la primera agrupación
capitalina de la cual tenemos datos ciertos. Nacieron un 9 de Marzo de ese año
con el rimbombante nombre de "Sociedad Filarmónica Club Negros Alegres";
y con el objeto de desarrollar actividades sociales y artísticas destinadas
en especial a la juventud. Ya por estos tiempos, como veremos asiduamente, en
la narrativa posterior, el reglamento hablaba de "moral y buenas costumbres",
tenían para ello un rígido reglamento de conducta y establecía
en el mismo que la comparsa no debía tener menos de veinte integrantes
incluso en cierta manera fijaban el período de sus actividades que podía
extenderse un mes antes y un mes posterior a los tres días específicos
del carnaval. Cada uno de éstos integrantes se obligaba a soportar una
cuota social con lo cual se hacía frente a los gastos de la organización
de las comparsas. "Estamos hablando señores de la primera comparsa
de la capital salteña de la cual tengamos datos ciertos", era una
mezcla de agrupación carnavalera y de logia, pues expresamente les quedaba
prohibido a sus integrantes el revelar fuera del ámbito interno los temas
tratados, las discusiones encausadas y expresamente también se le prohibía
el juego por dinero. A parte de los fines relacionados con el carnaval los unía
el amor a la música por lo tanto también podía ser considerado
una orquesta por lo cual tenían profesores específicos, lo que
en cierta manera "esta primera comparsa del carnaval salteño también
viene a representar un precedente de la primera escuela de música en
nuestra provincia", se aclara que a los efectos de las actividades musicales-culturales
las actividades podían desarrollarse en todo el tiempo restante del año;
tanto que "Los Negros Alegres" participaron durante mucho tiempo de
las celebraciones de las fiestas patronales de fiestas barriales y en otro tipo
de actividades culturales. No sólo eso sino que hasta llegaron a tener
una biblioteca y su propio grupo o elenco teatral y si lograban obtener ingresos
económicos de algunas de sus actividades, el reglamento establecía
que el mismo debía estar destinado a instituciones benéficas.
Eran tiempos, diferentes de los actuales, con otras problemáticas. En
el último tramo del siglo XIX Salta se vió azotada por "El
Cólera", enfermedad que se manifestó por primera vez hacia
finales del año 1886 y que desató toda su furia en 1887 (tema
que también puede ser consultado con mayor detenimiento en el libro "Aportes
para un Acercamiento a La Historia de Salta", que en última instancia
puede ser comprendido o mínimamente analizado en base a algunos datos
que volcamos en este esbozo. El 16 de Noviembre de 1857, el Dr. Cleto Aguirre,
futuro creador de la Plaza 9 de Julio y Gobernador de la Provincia, se dirigió
al Jefe de Policía, Don Pedro José Pérez, correspondencia
que nos posibilita tener un panorama de algunos problemas sanitarios de la capital
salteña, especialmente por el accionar de las Curtiembres que estaban
ubicadas en las proximidades del río Arias y el todavía Arroyo
del Arenal que tiempos después se transformaría en el río
Arenales. Por ella nos enteramos de que durante el invierno los empleados de
estas Curtiembres descargaban reses, restos de cueros a las orillas del río,
residuos que eran volcados sobre su cauce, a más de que estas curtiembres
trazaban canales de desagües directamente desde los Calicantos hacia el
cauce del río. El depósito de todas estas inmundicias sobre el
río, no solo afectaron la calidad del hábitat de la gente de ese
tiempo sino que las consecuencias serán la terrible contaminación
que inhabilitó a ese río hacia finales del presente siglo y despertaban
por entonces, por parte de Aguirre, las quejas correspondientes. A esto se sumaba
el accionar de las jabonerías que también arrojaban materia sólidas
animales en estado de semi-putrefacción creando foco de infección
y que en el parecer de este médico-político eran las causales
de las fiebres intermitentes (chuscho) que se habían convertido en una
enfermedad endémica y de que las epidemias, una vez aparecidas se prolongarán
más de lo debido. Importante documento es esta correspondencia que además
nos brinda un panorama del estado en que se encontraba "El Tagarete del
Norte" el del "Sur" y del "Este"; que contenían
aguas estancadas y corrompidas que viciaban el aire a lo que además tendremos
que sumar el efecto que causaban los muladares, mucho de los cuales estaban
instalados en el propio centro de la ciudad, a una cuadra de la plaza principal.
Hacia 1865, Salta vivirá la fundación de su querido Colegio Nacional
(1ro de marzo de 1865); y en 1870 vivenciaban la alegría de poder disfrutar
las retretas que la banda de música ejecutaba en la Plaza 9 de Julio.
Ese año llegaron desde Tucumán cuarenta bancos que estuvieron
destinados a engalanar la plaza principal. Todo un acontecimiento la llegada
de esta partida transportada en una tropa de carros, que a su vez trajo aparejado
que las autoridades municipales procedieran al enripiado de las avenidas internas
del paseo (las que fueron denominadas Avenidas de la Estrella) se demolieron
los bancos de material y se dejaron las pilastras de los costados que luego
fueron utilizados para colocar jarrones con cactus, que según los salteños
de entonces, era el único vegetal capaz de soportar la depredación
de los muchachones de la época. Todo el material que se recogió
de esos primeros y recordados bancos de la histórica plaza sirvieron
para construir la base del primer edificio de retretas, que tuvo la capital
salteña (nuestra querida glorieta).
De esta manera pretendimos esbozar un panorama de Salta para poder introducirnos
en el mes de las celebraciones del carnaval.
En 1867 los festejos estuvieron a punto de ser prohibidos ya que los principales
sectores sociales de la sociedad salteña consideraban al acto de apretarse,
mojarse y embadurnarse como "...algo estúpido y lindante con la
bestialidad...". Así el diario "Actualidad" que comenzó
a publicarse en el año 1864, en su ejemplar del 20 de febrero de 1867
decía: "...la prohibición nos parece muy buena, más
en la situación por la que atraviesa la república, y cuando nuestros
hermanos sucumben por la patria...". Sin duda alguna realizaba una clara
alusión a la lucha contra las Montoneras, no hay que olvidarse que el
día 10 de octubre de 1867, el Caudillo Federal Felipe Varela invadía
Salta.
Y LLEGAMOS A LOS BAILES Y MASCARAS
Así llegamos a 1875 cuando los ánimos parecían recobrados, nuevamente las calles de tanto en tanto recorridas por algunas comparsas y disfraces individuales, en la pretensión de recobrar ánimos festejante, ese año la comparsa destacada sería "la Municipal" que estaba integrada en su mayor parte por miembros de "La Antigua Sociedad Choral", que recorrían las calles de la ciudad cantando lo siguiente:
Cantad, cantad compañeros,
alegría, baile y pesetas
¿No opinan?...¡Voto a tal!
a las armas Choraleros
valor! Brío destreza
acabada la cerveza,
lucirá El Carnaval.
Salta todavía no organizaba corsos pero si se quiere se puede considerar
llamativo que el domingo 14 de Febrero, en la Plaza 9 de Julio, se convocaron
las pocas comparsas y disfraces individuales para proceder a realizar la Ceremonia
del "Entierro al Carnaval". En su ejemplar del día 30 de Enero
de 1875 el diario "La Chispa" publicaba un artículo titulado
"El Carnaval, El Baile y La Máscara" con el siguiente texto:
"Baile y máscaras son dos palabras que pueden sintetizarse en una
sola: Carnaval.
El Carnaval es una orgía bacanal entre las tumbas de un cementerio.
Es un Can-Can furioso en la puerta de una Iglesia.
Es una carcajada estridente en el borde de un sepulcro abierto.
Es la locura delirante de una vieja tísica.
Es la risa nerviosa entre los sollozos de un llanto doloroso.
Es la danza del caribe.
Es una blasfemia al principio de la oración.
En fin, es el Carnaval antes de la Cuaresma.
¡Pobre Humanidad! Cada día más vieja y más loca.
Hay seres para quienes la vida es una Cuaresma sin tregua, siempre tristes,
siempre hambrientos, con la ceniza por recuerdo y El Viernes Santo por esperanza.
Como los gusanos que pueblan los cementerios, nacen en una tumba y van a morir
en otra.
Su corazón es su cruz y muchas veces los brazos de una mujer que creían
su tambor son su calvario.
Esos seres no saben bailar y no tienen Carnaval ya uno los ha descripto.
Hay otros para quienes la vida es un Carnaval perpetuo y el mundo un gran baile
de máscaras.
Su número es inmenso.
Desgraciadamente Balsac y Cook han dejado sus retratos sin acabar".
La investigación tiende a demostrar que el carnaval no tiene tiempo,
como tampoco recetas preestablecidas; porque justamente las principales características
son lo imprevisto, lo contradictorio. Unos dicen que es la locura total, el
descalabro; otros por el contrario dicen que consiste en poner las cosas en
su lugar. Desordenar, invertir los roles para volver al orden. Es como quitarle
el manto de apariencias a una hipócrita sociedad.
El carnaval es una celebración universal que se manifestó y se
manifiesta a través de los tiempos, en todo el mundo, de diferente manera;
a pesar de todo tiene un conjunto de facetas, de elementos que lo hacen mínimamente
común. En muchos lugares se recuerda el festejo del carnaval por el juego
de flores, en otros por el papel picado y en otros por el juego con agua. Hay
lugares donde el carnaval se caracteriza por todo eso conjuntamente y podemos
decir que en nuestra provincia, salvo excepcionales épocas, el juego
con los confites fue una rareza; en realidad la proveniencia de ésta
práctica es romana y, leyenda o no, pareciera tener su origen en la narrativa
de cuando una bella y rica damisela a su paso por el desfile arrojó un
puñado de caramelos a un joven apostado en una vereda, éste a
los efectos de retribuir dicho gesto procedió a recoger éstos
confites y los volvió a lanzar sobre el carruaje donde la bella dama
esbozó una sonrisa. Los que observaban la escena creyeron encontrar en
ella la posibilidad de establecer nuevas formas de juego e inicio de relaciones
y alocadamente se lanzaron a la compra de confites e iniciar una nueva modalidad
de festejo. Con el tiempo desde Europa esta costumbre pasó hacia América.
Los caramelos fueron reemplazados por flores. Y así en nuestra Salta
los principales corsos de antaño eran llamados "De Flores".
En algunas páginas del interior de este trabajo narraremos con mayor
detenimiento el sentido de la práctica del juego con agua, aquí
solo esbozaremos una de las versiones respecto de su origen; aquella que habla
de tiempos remotos, de cuando se consideraba que el día Martes de Carnaval
era un día propicio para tentar a la suerte a través de la práctica
de mantener una vela encendida hasta que el sol asomara sus primeros rayos.
Sabido es que la suerte no es para todos, por lo tanto se entendía que
a quien se le apagara la lumbre no sería favorecido. De todas maneras,
como el carnaval implica la práctica de la astucia y de lo imprevisto
algunos solían divertirse apagando la vela del vecino e intentando resguardar
el encendido de la propia; hasta que alguien apelando a su creatividad creyó
que la mejor manera de garantizar el objetivo era calzar un gran sombrero que
portaba una gran cantidad de velas, en el convencimiento que al menos una de
ellas lograría llegar al amanecer, en contrapartida, los que intentaban
evitar este objetivo idearon el baldazo de agua, una práctica que a partir
de ese instante se expandió por todo el mundo y que en especial en el
Noroeste Argentino vino a constituir una de sus máximas expresiones.
En 1879 se destacaban las tertulias, y el paisanaje comentó por mucho
tiempo las desarrolladas en la casa de Don Querubin Ovejero y la de Doña
Josefa Tamayo de Boedo por la presencia de mascaritas. Ya por estos tiempos
los pomos, cuya difusión comenzó allá por 1866, el Agua
Perfumada y las Serpentinas tenían un lugar destacado y podían
ser adquiridas en "La Tienda de Sánchez" ubicada frente al
Mercado San Miguel y también la Botica de Tamayo. Las máscaras
ya constituían un elemento imprescindible relacionado al carnaval porque
éste no será tal si carece de talco, almidón, serpentina,
pomo, pito, canto, vino y máscaras.
Las máscaras acompañan al hombre desde su surgimiento, como la
sombra misma. Algunos creían visualizar en ellas la búsqueda de
la verdadera identidad, como una manifestación de un subconsciente milenario,
como una especie de túnel entre la realidad y el pasado remoto, intransferible
y casi desconocido. No se conoce civilización, comunidad que haya prescindido
de su uso. Se discute si ella encubre algo de sí mismo o descubre algo
del portador. Si es una manifestación de doble personalidad o si en última
instancia es la personalidad misma. Si es algo que uno fue que es o quiere ser.
Algunos creyeron que eran un producto generado a posterior de la Conquista,
como tantas otras cosas del carnaval en América y que son manifestaciones
de los festejos europeos. Pero hoy en día se puede afirmar categóricamente
que la máscara no es un invento americano pero tampoco europeo y que
estuvo acompañando a las comunidades tribales desde sus asentamientos
primarios.
El Diario "La Reforma" que circulaba en Salta desde 1875, en su ejemplar
correspondiente al 29 de Febrero de 1879 nos habla del carnaval:
"...El Carnaval ha transcurrido pero nos deja recuerdos gratos. La gente
se ha divertido espléndidamente. Pero que entre lo mejor muy pocos desórdenes
ocurrieron y aún éstos de poca gravedad. La policía estuvo
oportunamente en todos lados.
En las Carpas, "Los Bifes" eran frecuentes pero sus autores, pronto
los pagaban en "El Hotel Gallo". Al pasar por estas carpas observamos
que sus parroquianos estaban sin cuchillos, las peleas eran a mano limpia, no
había despojos sangrientos. Eso representa un progreso reemplazar el
cuchillo por el box...".
1880 marcó en La Historia Argentina un año significativo, pues
con la llegada de Julio Argentino Roca a la Presidencia del la Nación
se iniciaría un periodo y un proceso de gobierno cuya ideología
estará marcada por "El Liberalismo Positivista".
Salta estuvo gobernada desde el 29 de Julio de 1879 al 29 de Julio de 1881 por
el Dr. Moisés Oliva, que tuvo como intendente a Juan Arias, Manuel Landivar
y José Gómez Rincón; durante el periodo no se realizaron
corsos en nuestra provincia, pero las carpas daban que hablar al paisanaje y
a los periódicos de la época que denunciaban borracheras, peleas,
pechadas y riñas de hombres y mujeres. Así, el Diario "La
Reforma" del 12 de Febrero de 1880 informaba sobre una joven víctima
que había sido atropellada por un cabalgador, en frente de la catedral,
donde un muchacho de doce años que pretendía atravesar la calle
fue atropellado por un jinete, la víctima luego de un feroz golpe, se
levantó, alcanzó a dar algunos pasos hasta que volvió a
caer entre tanto el jinete desmontó y se puso a arreglar tranquilamente
su ensillado a vista y paciencia de la policía. En días posteriores
el mismo diario informaba de casos similares en Cerrillos, José Figueroa,
un joven de veinte años murió a consecuencia de la caída
del caballo, mientras una mujer había corrido igual suerte al ser atropellada
por un hombre ebrio a caballo. De allí que no sorprenden las notas periodísticas
como las citadas o la publicada con fecha 14 de Febrero de 1880 que se pronunciaba
duramente contra el accionar policial "...A la policía nadie le
ha visto la cara en los días del carnaval. No asomó siquiera por
casualidad sus narices por las carpas y a buen seguro que no se haya expuesto
a que la atropellen los jinetes ebrios que a media rienda cruzaban nuestras
calles atropellando a todo el mundo ¿ Será que la policía
se ha disfrazado para cumplir mejor con su deber, o será que se ha ido
a pasar el carnaval en las carpas?...Fíjese Señor Jefe de Policía
vea cuantos muertos, heridos y atropellados por los caballos ha habido, la mayor
parte por falta de cuidado y vigilancia y tome nota para que otra vez no tengamos
que lamentar tantas desgracias...".
El Carnaval de 1880, lejos estuvo del brillo que habían tenido los festejos
de otros años anteriores. Este se caracteriza por la tristeza y la frialdad.
Las comparsas no alegraron las calles de la ciudad; los bailes particulares
fueron escasos al igual que el consumo de los pomos. Las quejas por el desenfreno
de los juegos con huevo, almidón y afrecho eran permanentes y especialmente
en las carpas daban lugar a más de una riña. Lo llamativo, aparte
de las denuncias policiales por atropello de cabalgadores fueron las denuncias
realizadas por transeúntes que debían soportar los baldazos de
agua arrojados despiadadamente desde los balcones. Llamativamente en 1880 hasta
las tertulias habían escaseado, pero las pocas que hubo estuvieron concurridas
y alegres.
En ese marco se podía decir que el aburrimiento se convirtió en
una preocupación de pobres y aristócratas. Para 1881 el panorama
no era nada alentador, solamente se publicitaban los bailes que organizó
El Hotel 20 de Febrero a través de su empresario Crespín había
resuelto que se llevarían a cabo el día domingo y martes de Carnaval.
Para colmos de males en días posteriores nadie supo explicar los motivos
que llevaron a las autoridades policiales y al empresario citado a la supresión
del baile.
En Buenos Aires tenían corsos desde 1869. Los viajeros iban y venían
y traían comentarios e inquietudes. Era como un hormiguero en plena efervescencia.
El clima político también era de inquietud. La economía
no podía decirse que anduviera sobre rieles; pero la gente buscaba un
campo de diversión, romper la monotonía, como diría la
abuela "El Diablo zapateaba por dentro".
"La Reforma", del 18 de Febrero de 1882, publicó un artículo
entre grotesco y risueño, teniendo en cuenta la orientación "paqueta"
que caracterizaba al periódico; cuya aparición databa desde 1875
y que era uno de los más prestigiosos y de más larga vida de la
historia periodística de Salta de esos tiempos (desapareció en
1889) la nota en cuestión venía en sobremanera a sistematizar
esa inquietud carnavalera que flotaba en el ambiente y decía así:
"...A fueros de los legisladores recomendamos el fiel cumplimiento del
siguiente reglamento para los días del carnaval:
Art. l- Es prohibido a todo hombre permanecer metido en casa, y a toda mujer
negar hospitalidad al peregrino: las puertas de las casas deben estar Francas
para que todo el mundo entre y salga.
Art. 2- Los aficionados al juego fuerte serán sopados en tina.
Art. 3- En vista de la carencia de pomos se declara lícito el libre uso
del agua, ya sea de pozo o de río.
Art. 4- Los que no tengan donde bailar durante la noche, lo pasarán rezando
el trisagio o en su defecto, rosarios de quince misterios.
Art. 5- Los enamorados tímidos les será permitido en estos días
tocar la mano de su respectiva amada.
Art. 6- Es prohibido a los viudos y a las viudas el uso ni de almidón
o arroz, ellos deberán jugar con carbón molido o humo de pez.
Art. 7- Los solterones deberán cuanto antes apresurarse a salir de su
vergonzoso estado y si no lo hicieren serán condenados a comer jamón
durante todo el resto de sus estériles días.
Art. 8- Es prohibido pisar los callos a los galanes.
Art.9- Las muchachas que no sepan bailar, harán el primer ejercicio con
su silla. Id. Los Dandys.
Art. 10- Es prohibido el amor secreto en días como estos.
Art. 11- No se puede echar agua a mansalva, bajo la pena de ser conducidas por
todos los jóvenes a una tina de agua.
Art. 12- El que se ponga pesado de la cabeza deberá ser curado con agua
por las muchachas.
Art. 13- Cúmplase, dese el registro carnavalero, etc.
En 1883, El Gobierno estuvo a cargo del Dr. Miguel S. Ortiz y la intendencia
fue ejercida por Juan Arias-José Gómez Rincón y Antonio
Villagra.
Así llegamos a un año clave, 1891. Los salteños verán
ingresar por primera vez a la capital de la provincia un tren, que llegó
a depositar toda su estructura de hierro al lateral de las veredas mismas de
la Plaza 9 de Julio. El 9 de Julio de 1891 entre las 14,25 hs. Según
Milenko Jurcich y las 10,30 hs. Según lo publicado en el libro "Aporte
para un Acercamiento a la Historia de Salta" de M.A.C, el maquinista Pedro
Antonio Saporitti, porteño de nacimiento y fallecido en Salta un 26 de
Abril de 1942, tuvo el alto honor de conducir esa primera máquina bautizada
"La Salteña" y portar entre sus más ilustres pasajeros
al entonces gobernador Don. Pedro José Frías, un acontecimiento
que por razones económicas debió ser postergado desde el 20 de
Febrero al 9 Julio de 1891. El Gobernador Frías compartió el privilegio
de ese primer viaje con una comitiva integrada por su Ministro de Gobierno el
Dr. Felipe Arias, el Ministro de Hacienda Dr. Juan C. Tamayo, el Intendente
de Policía César Lobo y el Intendente Municipal, Avelino Figueroa
entre otros.
Como de este importante acontecimiento volveremos a tratar en páginas
posteriores y en el libro citado anteriormente, queremos desarrollar un punto
fundamental para la Historia del Carnaval Salteño:
EL CARNAVAL Y EL CORSO DE 1891
Al gobierno del Dr. Pedro José Frías (1890-1893), le correspondió
la Intendencia General de Policía del Sr. Antonino Díaz, hombre
que tendrá un rol protagónico en las celebraciones de estas fiestas.
Con los primeros días de enero, la influencia de los festejos porteños,
el aburrimiento social de la aristocracia salteña, pero principalmente
de los grandes sectores sociales de la provincia, presionaban permanentemente
en la búsqueda de un divertimento que rompiera las estructuras de este
aburrimiento crónico. Nadie sabe quien fue el autor, pero comenzó
a circular la suscripción pública mediante la cual se solicitaba
de los principales vecinos su aporte que permitiera hacer frente a los gastos
a los efectos de poder ornamentar el circuito de la plaza principal donde se
pretendía organizar un corso en los días del carnaval. Esta inquietud
fue abrigada y apoyada con el más grande de los entusiasmos por parte
de mucha gente que haciendo oídos sordos a la crisis económica
y a tantos problemas cotidianos estaban dispuestos a apostar a esta nueva experiencia.
Hacia mitad del citado mes los ánimos carnavaleros se encontraba totalmente
agitados tanto que las noches veraniegas impregnadas por los azahares de paraísos
en flor, jazmines y durazneros se complementaban con el bullicio producido por
los ensayos de las comparsas (hoy en día murgas) que ensayaban en los
baldíos de las afueras. Una de ellas titulada "Jano" cuyos
integrantes habían encargado expresamente a una casa de Buenos Aires
que les proveyera de caretas de disfraz.
Era tal el entusiasmo que los comerciantes de la plaza no quisieron perder la
oportunidad de venta, y la tienda cuyo propietario era Juan Garriga, un negocio
conocido y apreciado por una gran clientela de la capital salteña decidió
importar desde la capital de la república la cantidad de quinientos trajes
de disfraz, considerados para entonces una gran novedad. Posiblemente sea esta
la primera gran inversión del comercio salteño relacionado con
el carnaval.
En cierta manera, más allá de lo solicitado y esperado de los
festejos, se podía decir que el gobierno había sido sorprendido
por la circunstancia, rápidamente el Jefe de Policía, Díaz,
logró junto a sus colaboradores estructurar un Edicto de Carnaval, que
a más de tener el honor de ser el primer edicto redactado en relación
con corsos, también venía a ser el precedente primero de una serie
de prohibiciones que en páginas posteriores ustedes podrán comprobar
representarán a través de la Historia del Carnaval Salteño
este tipo de edictos. El asunto es que con fecha 22 de Enero de 1891 el mismo
fue dado a conocer y mediante su contenido los salteños se enteraban
de que el juego con agua era permitido desde las 9 de la mañana hasta
las 8 de la noche. Medida que también tiene pocos precedentes pues en
años posteriores lo común es que esta autorización sea
dada entre las 14 a 18 hs.
Por supuesto que se estableció la prohibición del juego de carnaval
con el personal de policía que se hallaba en servicio, con ancianos,
funcionarios o cualquier tipo de autoridad constituida a riesgo de hacerse acreedor
a una multa de seis pesos.
Se prohibía terminantemente transitar de a caballo por las calles de
la ciudad en horarios de la noche, a excepción de sacerdotes, médicos
y otras personas que obtuvieran un permiso especial por parte de la policía;
medida con la cual se intentaba prever accidentes provocados por los ebrios
víctimas de la ingesta alcohólica propia del Carnaval. Por otra
parte se estableció que el tránsito de los carruajes por las polvorientas,
escasas calles enripiadas o adoquinadas debía hacerse a un trote regular
de los caballos, marcha que debía aminorar sustancialmente su velocidad
especialmente al pasar por las bocacalles, donde el carruaje debía atravesar
al tranco.
Lo mismo se especificó en lo relacionado estrictamente al corso, el edicto
especificaba que los carruajes debían recorrer el circuito al tranco
de los caballos; no podían detener la marcha para no entorpecer al tráfico
como así mismo a los espectadores les quedaba prohibido intentar detener
la marcha de las carrozas, todo esto bajo el peligro de soportar pena de diez
pesos de multa.
Desde este primer edicto corsero, quedó perfectamente establecida la
prohibición del juego con Confites, Almidón, Agua o cualquier
otra sustancia que pudiera dañar a la persona o a la ropa de los paseantes.
Una determinación absolutamente previsora de la posibilidad de que "La
Chusma" pudiere pretender tomar parte de estos festejos, pues durante muchísimos
años, pero mas por estos tiempos se entendía que la violencia
era propia e innata de los sectores más desposeídos. Sólo
se permitiría el uso "educado" y racional de pomos, flores
y papel picado, que por estos tiempos eran adelantos e inventos carnavaleros
que manejaba la gente de bien.
En otro artículo se prohibía, el arrojar proyectiles que pudieran
causar lesiones corporales y en otros de este mismo edicto sin tener la especificidad
de otros posteriores ya se prohibía el uso de disfraces sin el consentimiento
de la policía.
De ninguna manera puede pretenderse establecer una comparación cuantitativa
y cualitativa entre algunos de los corsos del presente siglo con estos primeros
corsos de 1891 y 1898, el cual narraremos a posterior, a riesgo de considerarlos
aburridos, insulsos y decimos más, que hubo quien llegó a entender
que los desfiles que años posteriores serían considerados "Chiroleadas"
que algunas de estas comparsas en forma inorgánica realizaban por las
calles de Salta, que al ser tan pequeñas para la época y donde
el ejido urbano tenía una concentración particular en lo que hoy
constituye el radio céntrico y por lo tanto estas incipientes agrupaciones
solían en algún momento en sus desfiles converger en la Plaza
9 de Julio, catalogaron, decíamos a éstos, desfiles de corsos,
criterio que no compartimos en absoluto.
El primer desfile correspondió al domingo 8 de Febrero de 1891 y a decir
de El Diario "Norte" que por aquellos tiempos contaba con la dirección
de Manuel Solá "...El Corso...ha sido quizás el único
sitio donde ha mostrado semblante un poco risueño el triste Carnaval
de este año..."
Al igual que en las jornadas celebratorias de las Fiestas Patrias, los prelegómenos
organizativos consistieron en que los obreros plantaron palos de los cuales
pendían pequeñas banderas en los alrededores de la Plaza 9 de
Julio. Todavía faltaba mucho tiempo para que en ese circuito se colocaran
luces, pancartas, sonido y otros elementos que en los corsos contemporáneos
suelen caracterizar estos festejos.
Este primer desfile, que obligadamente debió ser en horario vespertino,
ante la carencia de luz eléctrica, se hizo bajo los rayos de un sol tropical
y a las cinco de la tarde fueron numerosos los coches de las familias más
prominentes de la sociedad salteña que desfilaron profusamente adornados
con cintas, flores y campanillas y que dando "la vuelta del perro"
alrededor del circuito se divirtieron arrojando flores y otros proyectiles que
a decir verdad estaban prohibidos por el edicto policial, como ser huevos cargados
con agua, a sabiendas quizás que las prohibiciones se escriben simplemente
para el cumplimiento de la mayoría y que no afectaba a las selectas minorías,
pues en América todavía de proseguía aplicando el viejo
precepto de la conquista "acato pero no cumplo".
Batallas y divertimentos que se repitieron durante los tres días previstos
a tal fin.
No es de creer que la cantidad de comparsas era numerosa. A la citada "Jano"
se le sumó la comparsa "Los Ladrones de Madrid" que de acuerdo
a la documentación que consultamos lograron despertar alguna que otra
sonrisa de los aburridos transeúntes y asistentes a los corsos.
Todo carnaval, con corsos o sin corsos, tiene su "Entierro", por lo
tanto este no iba a carecer de él. Se previó esta actividad para
el domingo 15 de Febrero que algunos bautizaron como "Domingo de Piñata"
a la cual aparte de las dos comparsas citadas se le agregó una tercera
que desfilaba con un estandarte en el cual se leía "Hijos del Arte"
de la cual si usted quiere tener mayores referencias le decimos que consistía
en una caja mortuoria que supuestamente transportaba un cadáver y que
era conducido a pulso por cuatro personas y que también acompañaba
la viuda, la que vestida de luto riguroso simulaba un tremendo dolor. Estas
agrupaciones hoy en día no merecerían ni el último premio
de la categoría de conjuntos humorísticos pero que en aquellos
tiempos representaban una gran novedad. En fin...valía como primera experiencia...muchos
se habrán consolado pensando en que los próximos corsos venideros
tendrían mayor cantidad de participantes y alegría.
Reafirmamos entonces el concepto de que el corso desarrollado en 1891 puede
ser considerado como una especie de fenómeno accidental para la época,
que no por esperado por los carnavaleros pudo ser reiterado; y será recién
a partir de 1898 cuando se vuelva a repetir la organización y concreción
de un corso, con circuito establecido, horario, palcos instalados alrededor
del circuito, etc. Corso, que como veremos mas adelante no le iba en zaga en
cuanto a déficit al del año 1891. El marco de la crisis económica
y social, la falta de experiencia organizativa en este sentido y muchos otros
factores gravitaron para que en el período 1892-1897 no se pudieran concretar
corsos.
1892, encontró a los salteños interesados en un conjunto de problemas
estructurales que aquejaban al ejido urbano e intentando el desarrollo, la consolidación
de actividades económicas que permitieran no solo mantener un status
de vida sino que para muchos implicaba una problemática de subsistencia.
La Cigarrería de Don Ángel S. Villagrán ya estaba instalada
en el edificio del Cabildo Histórico y se especializaba en la manufacturación
de cigarrillos que hacían a la delicia de su clientela. La Cigarrería
de Villagrán se llamaba "El Valle de Lerma". En lo que hoy
es la calle Urquiza entre calles La Florida e Ituzaingó frente al Mercado
se encontraba una conocida Armería la de "Barttoleti" donde
los salteños recurrían a los servicios de su taller de compostura
de máquinas de coser, arreglos de paraguas y por supuesto en cuanta necesidad
relacionada con las armas tuviera. En esa misma cuadra (en la esquina de las
actuales calles La Florida y Urquiza), se encontraba la Botica "La Italiana",
donde las paisanas solían adquirir pomadas especiales para "Las
Canchas" que eran no otra cosa que afecciones a la piel producida especialmente
con el contacto con la tiza. Agua, que supuestamente tenía la propiedad
de limpiar la caspa y aliviar el dolor de cabeza a más de jeringas y
aparatos ortopédicos.
Pero más allá de la crisis económica, el salteño
había heredado a través de los tiempos una educación que
ponía acento en el esmero de la presentación estética de
la persona. Pero esto no era una cuestión meramente sustentada en la
posición económica-social, pues el más humilde de los paisanos
intentaba lucir de la mejor manera posible su sombrero y su traje para cuya
limpieza se preparaba en muchas oportunidades al líquido obtenido del
hervor de las hojas de la Higuera que supuestamente poseía la propiedad
de limpiar las grasitudes de estas prendas. En este sentido los peluqueros jugaban
un rol importante y la aristocracia salteña solía concurrir a
la peluquería y sombrerería "París" cuya propiedad
correspondía a P. E. Touyaa y a su hermano. La peluquería era
atendida por cinco oficiales peluqueros, los que además solían
cumplir sus servicios a domicilio y la clientela era atendida en base a una
oferta que incluía una rica perfumería extranjera con reconocidos
extractos y jabones, que a su vez eran complementados con la posibilidad de
adquirir bastones, corbatas (muy requeridas por entonces, por estar de moda),
cuellos de camisa, puños y también un amplio surtido de guantes.
Tiempos en que la sonrisa jugaba un rol importante en estos avatares de la conquista
femenina por lo tanto los salteños de esta época creían
encontrar en la casa de Doña Sofía Bedoya, frente a la Plaza 9
de Julio, sobre calle Caseros, todos los elementos que además eran expendidos
para los mecánicos dentistas de la época, en cuanto a trabajos
de dentaduras, compostura de las piezas, emplomaduras y enfermedades diversas.
Estas actividades y costumbres comenzaban increíblemente a mezclarse
con el progreso. En 1891 había llegado el primer Tren. Hacia 1892 Salta
poseía su empresa telefónica cuyo edificio estaba ubicado en la
Avenida Belgrano esquina 20 de Febrero. Increíblemente esta empresa inició
sus servicios de instalación de pararrayos (triples y sencillos), timbres
eléctricos, tubos acústicos, la telefonía doméstica
combinada con timbres eléctricos, servicios que estaban al alcance de
un selecto grupo de abonados. Pero además esta Salta en 1892 palpitaba
el tránsito de las primeras bicicletas por sus precarias calles, cuyo
primer ejemplar fue traído por El "Tano" Ravizza y que dada
su aceptación en nuestro medio tendría su primer Velódromo
instalado en 1896 frente al colegio Santa Rosa de Viterbo; tema que desarrollamos
con mayor profundidad en páginas posteriores, en cierta manera, este
período de casi seis años, en lo relacionado al carnaval presenta
muchas facetas comunes. Por ejemplo, en base al trabajo de investigación;
podemos decir que el carnaval de 1895 nada tenía que envidiarle a sus
predecesores, así el diario salteño "El Bien Público",
un diario de la mañana, que apareció en Marzo de 1894 destacaba
que el día 7 de Febrero de ese año, las calles de la ciudad y
sus habitantes se sorprendieron de los desfiles de la comparsa carnavalera "Los
Hijos del Arte", primera comparsa en la Historia del Carnaval de Salta,
integrada por jóvenes de la clase obrera como una reafirmación
que a esta altura de los tiempos pretendían tomar los integrantes de
ese sector social-laboral, podemos decir que en la jornada del día 10
de Febrero se produjo el debut de la comparsa "Los Vota-Fuegos de la Época",
también conformada por obreros. Esta primera experiencia, esta especie
de audaz intentona de los sectores, por entonces marginados de este tipo de
celebraciones, nos marcó el inicio de un largo proceso que en algún
momento desembocará en que los habitantes de los barrios más humildes
de Salta de convirtieran en los verdaderos dueños del corso y en los
reales protagonistas del carnaval salteño. Faltaba todavía mucho
tiempo para ello, pero de esta manera hemos podido encontrar en punto inicial
del ovillo, que permite comprender el júbilo de "El Bien Público"
cuando en su edición correspondiente al 9 de Febrero decía: "...En
la clase obrera se está despertando el entusiasmo por la fiesta carnavalera,
bien por Momo...".
El acontecimiento citado fue adquiriendo, a través del tiempo más
importancia, ya que a partir de él, el carnaval salteño comenzará
a adquirir una nueva fisonomía. Los festejos de 1895 analizados de una
manera exhaustiva parecían no adquirir relevancia alguna con respecto
a los años anteriores y a los tres años posteriores, pero consideramos
que lo citado le da un relieve particular.
A pesar de que se creía que este año el carnaval pasaría
desapercibido, téngase en cuenta que en el contexto nacional hasta el
año de una de las grandes revoluciones radicales contra el poder político
y económico de "El Régimen" que era conducido por "La
Generación del '80", se pudo notar la inquietud y la necesidad que
en determinados sectores generaba la iniciativa buscando concretar corsos, que
todavía debían esperar unos años. Se percibía calor
y entusiasmo en los festejos y que especialmente en las noches posibilitaban
que el juego con agua, almidón y el desarrollo de las serenatas con mucha
vehemencia.
Algunas comparsas y mascaritas se pasearon por las calles, atrayendo en su rededor
mucha gente aficionada al divertimento como una especie de ayuda en el intento
de superar la monotonía de los últimos tiempos.
Lo llamativo, teniendo en cuenta que en 1895 no existía alumbrado eléctrico
y que la Salta de aquellos tiempos proseguía contando con servicio de
alumbrado a kerosene, con cinco farolas instaladas en cada cuadra, lo que representaba
un gran adelanto, pues había venido a reemplazar a los faroles a vela,
lo llamativo decimos, es que las comparsas comenzaron a transitar las calles
por las noches; es de suponer en medio de las penumbras, y como para ponerle
un poco de pimienta a ese clima carnavalero por primera vez en la historia de
nuestro carnaval, parte de la sociedad entabló un debate sobre si los
símbolos nacionales, en este caso las banderas, podían ser utilizadas
como parte integrante de las comparsas. En ese sentido, "El Bien Público"
en un ejemplar correspondiente al 15 de Febrero se expidió: "...los
colores de nuestra bandera deberían ser usados solamente en casos determinados.
Vemos que se generaliza y que en cualquier oportunidad y por cualquier motivo
son los primeros y los más resaltantes...", el problema había
surgido debido a que una comparsa había decidido llevar en su frente
un estandarte entre dos banderas nacionales y paseando así por las calles
de la ciudad al son de la música y los cantos durante las tres horas
en que emprendían el recorrido, en horas de la noche. El debate giraba
sobre preguntas tales como "¿Era razonable? ¿Porqué
llevar la bandera como distintivo?. Pero por aquellos tiempos la conclusión
fue de que esto no debía ser así. Como ese símbolo nacional
no encontraba en una comparsa carnavalera el lugar apropiado donde debía
flamear, pues los "pensadores" de la época definían
que la enseña de la patria no debía ser prestada para integrar
una burlesca fiesta del carnaval. Por supuesto que en los años finales
del presente siglo el tema podría permitir un debate mayúsculo
y probablemente interminable, pero hacia finales del siglo pasado la cosa adquiría
otras connotaciones y se definía por otros carriles.
La Bandera Nacional era concebida si le garantizaban marcialidad correspondiente,
no mezclada entre los gritos y la algazara de las máscaras sin otra misión
que servir de adorno tanto que se decía "... Los recursos que se
levantan en el espíritu al mirarla, desplegarse entre la risa y el placer
causan profunda melancolía, es decir que los colores sagrados han perdido
mucho en nuestro ánimo, cuando permitimos que ellos vayan a ser la carnavalesca
enseña que va en frente del alegre "batallón"...".
Desde los sectores aristocráticos que durante las próximas cuatro
décadas se adueñaban de las celebraciones centrales, especialmente
los corsos, en el radio céntrico, la conclusión fue tajante "...El
respeto que la Bandera Nacional inspira a todos los argentinos, no permite mirar
con indiferencia este hecho, que por sí solo se recomienda a nuestras
autoridades para que ellas impidan que nosotros mismos en un momento de olvido
y de locura nos burlemos de la enseña patria que debería ser más
sagrada siempre y en cualquier momento. Hacemos notar esta indicación
a quien corresponda para que prohiba que la bandera nacional sirva de objeto
y para que exija un poco más de respeto hacia ella... creemos que las
autoridades sabrán cumplir con su deber...".
Como 1895, por lo demás y en lo referente estrictamente al carnaval,
fue un año de festejos bastantes pobres. Las tertulias, los desfiles
aislados de las mascaradas, de los baldazos de agua desde las azoteas y balcones,
los galopes tendidos por las semidesérticas calles, conjugaban un marco
casi "normal" de una ciudad, cuyo ejido urbano por estos años
se extendía, en una de sus calles principales, la Calle Libertad (hoy
Mitre) hasta más allá de la Santiago del Estero actual. Tanto
que lo que hoy es la calle Zuviría, encontraba hacia el norte un edificio
que se levantaba en la soledad del campo, lo que hoy es el local de la Sociedad
Italiana y la importante calle La Florida, encontraba su punto máximo
de extensión en lo que hoy es la calle General Güemes, pues ahí,
desde 1889, se levantaba el edificio de la Penitenciaría, hoy edificio
de la Central de Policía, y a cuyos fondos el paisano podía sentirse
internado a campo traviesa en el querido y recordado "Campo de La Cruz".
1895, encontraba a los salteños esperanzados de poder ser testigos de
la inauguración de la construcción que se llamó Casa de
Gobierno y que hoy es la Sede de la Legislatura, la calle Mitre Nº 550,
edificio que recién será inaugurado un día 20 de Febrero
de 1901. Algunos nostálgicos solían aposentarse en la vieja esquina
de lo que hoy es la Mitre y Santiago del Estero, para recordar aquellos tiempos
en que El General Alvarado, sentado en las barandas del Puente de Sá,
mate en mano, solía pasar las tardes abrazando el verdor del campo circundante,
y que en 1895, ya con "La Zanja del Estado" y con las casas de familias
de Calixto Linares encontraban en la vieja carnicería de "La Talita",
que había recibido ese nombre, pues la rodeaba un bosque de Talas, y
que permitía en estos tiempos carnavaleros y, en los posteriores, la
instalación en las cercanías de las principales carpas del Carnaval
es decir en "Las afueras de la Ciudad".
El año 1896, le agregaría un condimento fundamental a ese lento
pero imparable proceso de desarrollo y progreso, humano y material que comenzó
embriagar en especial a la Capital de Salta. La llegada del alumbrado eléctrico,
que en los primeros años si bien resultó una novedad impactante,
de ninguna manera la iluminación de las calles con luz eléctrica
significaba un cambio de magnitud, pues las autoridades municipales decidieron
la instalación de las lamparillas de 50w en cada una de las esquinas,
pero el proceso era prácticamente imparable, mirado desde el espacio
temporal, con la especial lupa que la ciencia histórica pone en mano
de los investigadores uno puede observar con asombro de como en la Salta de
entonces podían converger el Viejo Tranway, cuya aparición había
coincidido con la Comparsa "Los Negros Alegres", este rudimentario
medio de transporte que consistía en plataformas colocadas sobre rieles
y tiradas por caballos y compartiendo el espacio con el ferrocarril, la bicicleta,
el velódromo y ahora la luz eléctrica. Parecía algo increíble
para los salteños de la época enterarse que a través del
ferrocarril habían llegado dieciséis vagones cargados de mercaderías
generales para el comercio de esta plaza. Mucho más cuando gran parte
de esta carga contenía elementos destinados a celebrar las fiestas carnestolendas;
lo que de alguna manera nos gráfica la importancia de los festejos y
la aceptación y el consumo que tenían ya por entonces los pomos,
el papel picado, las bombas de estruendos, los disfraces y otros elementos y
que se manifestaba de manera sintomática en esa importante inversión
que realizaban los comerciantes de la plaza que además representaba el
grado de optimismo que estos expresaban teniendo en cuenta la crisis económica
que soportaba la provincia.
Las noches del 15 hasta el 23 de febrero el Teatro Victoria había sido
el ámbito convocante para el desarrollo del baile de máscaras,
festivo y particular, y en el cual se otorgaron premios a las tres mejores máscaras
que asistieron a dicha fiesta.
El Carnaval de 1896 tuvo uno de sus epicentros en "El Río Ancho",
donde se habían instalado varias carpas carnavaleras y donde el paisanaje
vallisto y capitalino, en gran número se convocaba para el consumo de
Aloja de Algarroba y "Pata l' Cabra" (mezcla de vino y chicha).
Reafirmando el concepto de que el carnaval implica transgresión de todo
lo que antes de él era considerado como "normal" y acorde a
"las buenas costumbres", se destacaban los pedidos de importantes
integrantes de la aristocracia salteña, y en especial de los usuarios
del Tranway, que solicitaban del empresario encargado de dichos servicios que
gestionara ante la policía la prohibición de echar agua a los
viajeros de esos vehículos en los días del carnaval.
Seguramente algún lector se preguntará cuales fueron las razones
que incidieron para que en el transcurso del período 1891-1898, Salta
se viera privada de organizar corsos, teniendo en cuenta las "ganas"
que se expresaban en cuanto ámbito era percibido por parte de los salteños
carnavaleros; a los efectos de posibilitar un elemento tendiente a la comprensión
de esta situación, diremos que los empleados de la Administración
Provincial soportaban duros avatares, pues el gobierno les adeudaba seis meses
de sueldos, si bien debemos aclarar que el espíritu no cedía,
tanto, que al frente de la Cervecería Nacional se habían instalado
varias carpas, a la par que la aristocracia nativa embatía duramente
en el Poder Ejecutivo Municipal hasta haber logrado una resolución que
establecía la prohibición de realizar bailes de máscaras
en el Teatro Victoria en días y horas en que se realizaran las mismas
actividades sociales en las instalaciones del Club 20 de Febrero.
Por entonces, y como en todos los tiempos, según veremos en el desarrollo
de este trabajo, la política no estuvo ajena al ajetreo carnavalero.
Desde el 1 de Mayo de 1893 y hasta el 20 de Febrero de 1896, ejercía
el cargo de Gobernador de La Provincia de Salta, por segunda vez, Delfín
Leguizamón y durante ese período la provincia, al igual que el
país soportó una profunda crisis de carácter económico
con sus derivaciones sociales y políticas. Ningún estamento se
mantuvo alejado de esos vericuetos, así el periodismo se debatía
al vaivén del oleaje político y el carnaval no fue soslayado;
el diario de la tarde "Cívico" Órgano del Partido Unión
Cívica, que comenzó a editarse el 2 de Abril de 1891, dirigido
por el Dr. Luis Peña, cuyas oficinas de administración se hallaban
en la Plaza 9 de Julio apoyaba la determinación del intendente de no
autorizar los bailes del Teatro Victoria y en su edición correspondiente
al 14 de Febrero de 1896 decía: "...La Intendencia Municipal ordenó
la suspensión de los bailes de máscaras que debían efectuarse
en el Teatro Victoria en las noches del domingo, martes y jueves de la semana
próxima, en vista de que al mismo tiempo debían celebrarse en
el Club 20 de Febrero otros tres bailes anunciados.
La disposición municipal venía a salvar el inconveniente, que
se presentaba todos los años, de que el arrendatario del Teatro organizaba
sus bailes de máscaras en las mismas noches que habría sus salones
el centro social, lo que producía justas resistencias entre las familias,
por razones que "nadie dejaría de comprender".
Por estos tiempos, cuando aún no se había consolidado el camino
de corsos consecutivos y cuando los festejos del carnaval ocupaban otros continentes
y actividades, la sociedad debatía en diferentes ámbitos la problemática.
La Aristocracia Salteña manejaba el concepto de que la celebración
de las fiestas carnestolendas eran propia del viejo mundo y provenían
de tiempos remotos. En sus sesudos análisis intentaban encontrar el origen
de estas celebraciones y podían apreciarla con exactitud. Algunos planteaban
que la misma deviene de las viejas celebraciones de los griegos en la antigüedad
en honor a los Dioses del Olimpo, mientras que otros las hacían nacer
de los tiempos romanos en que durante doce días estos se entregaban a
toda clase de diversiones denominándolas "Fiestas Februales",
porque la dedicaban en honor al Dios "Februalito", de la Mitología
Romana, y que según algunos habría dado origen al mes de "Febrero"
con el que se denomina al segundo mes de cada año, por ser esta la época
en que se celebran estas fiestas.
No faltaron quienes aseguraban que estas celebraciones fueron permitidas por
uno de los principales jefes de la iglesia católica, con el objeto de
hacer olvidar el uso de la carne, que fue prohibida durante tres días,
principiando ellas "El Domingo de Quincuagésima" proponiéndose
a través de ella asegurar la salud tanto espiritual como corporal, puesto
que no comiendo carne, no solo se privaba al cuerpo de un estímulo poderoso,
que reanimaba los apetitos sensuales sino según este criterio, también
se evitaba el desarrollo de enfermedades producidas por la mala calidad de estas
carnes. A la vez que también se marcaba la entrada de "La Cuaresma".
De allí provendría el nombre de "Carnestolendas" que
quiere decir "La Carne se vá".
Se afirmaba que sea cual fuera el origen y la época a que se remontaban
estas fiestas, ellas eran el sinónimo de actos de locura de los hombres
que se entregaban al entusiasmo y al frenesí por divertirse con entera
libertad y que siempre que el hombre, uno de los seres que más sufre
por sus condiciones sociológicas y por estar dotado de esa facultad psicológica
que lo hace más sensible necesitaba de momentos de expansión durante
los cuales pudiere el espíritu reaccionar de las fatigas de la vida tan
llena de amarguras y sinsabores.
De esta manera analizaban y entendían el carnaval los salteños.
Se debe tener en cuenta de que en Buenos Aires hacía casi veintiséis
años en que se desarrollaban corsos y que aquí en Salta, solo
se había vivido una pequeña experiencia, que más allá
de sus cualidades técnicas había dejado "deseando" al
paisanaje. En 1896, mucha gente consideraba que el carnaval no ofrecía
beneficio alguno y sí cargas perjudiciales que sacrificaban al hombre
pervirtiendo su espíritu e irritando la naturaleza humana. Entiéndase
este tipo de análisis en el carnaval de una sociedad impregnada de influencia
religiosa y donde la iglesia jugaba un rol fundamental en el sentimiento y la
fe de los habitantes. Se entendía que si el hombre se entregaba a toda
clase de excesos su perdición era ineludible y si en cambio éste
buscaba en las diversiones tan solo una satisfacción interna del alma
procurándose momentos de verdadera alegría, entonces hallará
recompensas positivas y provechosas que harían a su felicidad en el presente
y tal vez en el futuro. Este tipo de pensamiento se expresaba en las páginas
del "El Cívico", que decía: "...El hombre como
la mujer, el anciano como el joven, el grande, el chico, el pobre, el rico,
el de alta alcurnia como el último jornalero desean experimentar siquiera
una vez por año las fruiciones del alma en estos momentos de locura y
de expansión que sintetiza el bien y el mal...".
Es interesante contactar con este tipo de manifestaciones, que se expresan en
las páginas de la prensa, en cartas personales e incluso en algunos discursos
políticos, porque bajo un análisis con contenido social se pueden
observar pautas del pensamiento y de la acción de la época. Personas
"caracterizadas" opinan sobre el carnaval y consideraban que no era
de extrañarse la falta de entusiasmo porque ésta era una consecuencia
lógica de la pobreza, y cuando opinan sobre los festejos lo hacen en
forma crítica hacia la actuación de la policía a la que
achacaban no responder con la frecuencia que exigían estos casos, es
que, según ellos la "gente del pueblo convertía en horrible
bacanal las diversiones carnavalescas estropeando brutalmente a caballo y de
a pié a toda la gente del orden que transitaba por las calles en esos
días". Y cuando uno accede a las actas policiales se entera que
en los tres días de los festejos del carnaval de 1896 ingresaron en calidad
de arrestados cincuenta personas por faltas correccionales, siendo en su mayoría
detenidos por embriaguez y si bien los accidentes por rodadas y caídas
de caballos, personas atropelladas por jinetes, no cabe duda que existieron,
llamativamente estas actas policiales hacen muy poca referencia a estos casos.
No es raro entonces que en ese marco la pobreza fuera un sinónimo de
violencia y que si hubiere impuesto el concepto de que "la pobreza estimula
los vicios" de allí a considerar a las carpas como una especie de
"sinagogas" levantadas para adorar y rendir el más ferviente
culto a Baco y donde supuestamente se desarrollan orgías colosales, solo
había un paso. Justamente las carpas por estos tiempos, como en casi
todas las épocas, debían soportar duros embates; poderosos sectores
sociales jaqueaban a la policía para que proscribiera "el vicio
de la borrachera y holgazanería", que se decían tienen como
epicentro las carpas levantadas en El Campo de La Cruz. El Intendente Municipal
debió hacer pública su explicación de porqué todas
las carpas se encontraban en ese campo ubicado hacia el norte de la capital
diciendo:"... Es la Municipalidad la que lo ha permitido expidiendo patentes
por toda la semana del carnaval y en cumplimiento de su deber y con objeto de
poder atender el servicio policial había exigido la concentración
de éstas en un solo punto...". Asumida esa responsabilidad, el jaqueo
de los opositores se encausó por otros planos y le solicitaban que prohibiera
al menos la venta de licores hasta que pasara la semana del carnaval.
Las beatas salteñas, las mismas que creían ver en cada disfrazado
la representación de Satanás estaban al día con cuanta
noticia las ayudara a sustentar su tesis anti-carnavalera, por eso se encargaban
de "desparramar a los cuatro vientos" de que en Buenos Aires, ante
el Juzgado Civil se habían presentado el día de "Miércoles
de Ceniza" seis demandas de divorcios, que ellas se encargaban de afirmar
con absoluta seguridad tenía sus causales en el carnaval, a la vez que
dejaban sembradas incógnitas respecto de "...cuantos otros maridos
o esposas no estarán preparándose también para solicitar
divorcio, porque el carnaval para eso nomás sirve...".
Delfín Leguizamón tuvo como Ministro de Gobierno al Dr. Arturo
Dávalos, como Ministro de Hacienda, al Dr. Luis Linares-Antonio Díaz-Dr.
José Tedín y a Manuel Solá. El cargo de Jefe de Policía
fue ejercido por Ángel Ugarriza, César Lobo y Avelino Figueroa,
mientras que el cargo de Intendente Municipal fue ejercido por José María
Ovejero y Nolasco F. Cornejo. Este Gobierno, debió soportar difíciles
situaciones y apeló a una de las más cruentas represiones de carácter
político, que costó la vida de decenas de personas, en las puertas
mismas de la catedral, en un acto comicial.
Acuciados por las denuncias de corrupción poco tiempo tendría
para dedicarse a pensar en la posibilidad de organizar un corso y quizás
en este panorama de razones, el lector encuentra las explicaciones para justificar
la excepcionabilidad del corso de 1891.
El día 20 de Febrero de 1896, el mismo día en que Delfín
Leguizamón debía abandonar el Gobierno "La Razón"
diario de la mañana, nacido en el fragor de las confrontaciones políticas
en febrero de 1896 y dirigido por Conrado Serrey y cuya administración
estaba ubicada en calle Caseros 282, brindó su aporte para sumar elementos
que nos permiten conocer las circunstancias y en un artículo publicado
el 20 de Febrero decía: "...Pocos años la tradicional fiesta
ha revestido mayor decaimiento. Puede decirse con toda propiedad que se ha conservado
exclusivamente la costumbre de no trabajar durante tres días”.
Las calles de la ciudad, en otros años tan animadas ofrecían un
espectáculo desalentador. Una que otra mucama alegre empeñada
en dejar como sopas a los transeúntes, escasos por cierto y unas cuantas
serpentinas desarrolladas al ocaso, por algún dependiente convencido
de que no era posible vender el artículo.
Así de las calles, pasamos a las carpas, esos centros "sui-generis"
de la gente alegre, donde el cuadro de tristeza quedará completo. ¡Aquello
ni sombras era de las fiestas de antaño!, músicos destemplados,
hombres cubiertos de almidón y beodos por todos lados hacían el
total de la fiesta con que el buen pueblo pretendía olvidar sus penas.
"...Nuestra alta sociedad, dice "La Razón", siguiendo
una vieja costumbre asistió a los dos bailes efectuados en el Club 20
Febrero. Hasta aquí podía verse fácilmente el escaso o
ningún deseo de divertirse. El primer baile sin animación, poco
concurrido, muy lejos de su antiguo esplendor; el segundo como despedida podía
considerarse mejor, pero se notará el esfuerzo para darle alguna animación.
Parecía que todos querían a toda costa dar por terminada la tarea,
haciéndose creer a sí mismo que se divertían mucho y bien.
“...El Carnaval se vá, a no dudarlo y en muy breve habrá
necesidad de aplicarle la histórica Polca que tanto furor despertara
en tiempos no muy lejanos...".
Expresiva narrativa de aspectos del carnaval de 1896 la que nos brinda este
diario salteño. Situación que de ninguna manera variaba en el
interior de la provincia, aunque se debía reconocer que allí al
menos existía un poco más de ánimo y menos desgracias que
lamentar.
En La Caldera y Calderilla, estas celebraciones alcanzaron lucidos contornos;
las improvisadas tertulias se habían desarrollado en un clima de entusiasmo
y acompañados de animados juegos de Carnaval entre los integrantes de
conocidas familias de la sociedad salteña que solían veranear
por estos pintorescos lugares. Por estos tiempos los ríos representaban
un escollo en los períodos de crecidas. De todas maneras no eran suficientes
para detener a la juventud que de animosa pretendía expresar sus alegrías
y que convergía a ocupar sus puestos de combates en las luchas del placer.
Los juegos del carnaval eran complementados con espléndidas cabalgatas
de hermosas niñas que ataviadas con elegantes trajes de amazonas y portando
flores silvestres de singular hermosura realzaban la importancia de estas convocatorias
y aportaban su cuota de belleza a estos veranos tan particulares; porque el
carnaval en el campo tenía características especiales. Se vivía
la alegría con expresiva franqueza; en cierta manera la inocencia y la
sencillez de estas costumbres hacían de estas jornadas "una verdadera
expresión del espíritu y no una parodia de la vida". La Aristocracia
se jactaba que la Careta, "azás ridícula y visible"
no llegaba a estos lugares del contento y del placer para ocultar la hipocresía
o porfidia del alma. Destacadas habían sido las tertulias y festejos
realizados en las casas del doctor Usandivaras, Aráoz, Tedín,
Zorreguieta, Figueroa y otros destacados vecinos de la Caldera. Para colmo de
males el Intendente Municipal se las vio en figurillas cuando las voces se alzaron
a mayor tono debido a que los carperos sin respetar el permiso concedido solo
por tres días del carnaval para instalar carpas en El Campo de la Cruz
habían proseguido las celebraciones durante toda la semana. Ante las
críticas el intendente y sus funcionarios dijeron "ese ya no es
asunto nuestro", pues consideraban que vencido el plazo de permiso la situación
se convertía en caso policial y que era al Jefe de Policía a quien
le correspondía actuar, en este problema de sacarse los lastres de encima
argumentaron mucho más todavía como por ejemplo ¿Cómo
supo la policía de que existía el permiso? ¿Y si lo examinó
no se dieron cuenta acaso de que era solo por tres días?. Por supuesto
que todos estos planteos de un lado o de otro respondían a diferentes
facciones políticas, pues se verá en este trabajo que ninguna
celebración carnavalera y en ningún tiempo estuvo exenta de la
participación y el protagonismo de las mismas.
No hubo corsos y al igual que en años anteriores el último domingo
de carnaval se procedió al entierro del mismo y por lo tanto, ese día,
las mascaritas recorrían las calles de la ciudad para regocijo de algunos
y para las quejas de otros que acusaban "ruidos molestos".
El reemplazante de Leguizamón en el gobierno será Antonio Díaz,
quien gobernó desde el 10 de mayo de 1896 hasta el 9 de mayo de 1898
e integró su gobierno en el cargo de ministro de gobierno el doctor Elíseo
F. Outes; ministro de Hacienda fue el Doctor Andrés Molina, Jefe de Policía
Ignacio López e Intendente Municipal Victorino J. Solá.
El carnaval de 1897, lejos estuvo de caracterizarse por su alegría y
brillo por el contrario se lo consideró de "Capas caídas".
El clima parecía preanunciarse, cuando las caretas, pomos y serpentinas
se mantenían sosegadas en los escaparates de tiendas y bazares. Los tiempos
políticos y militares no ayudaban a establecer un clima de corte carnavalero.
La guardia nacional se movilizaba hacia los campamentos de Santiago del Estero,
lo que en cierta manera influía en el ánimo de la sociedad, especialmente
en los jóvenes.
Una comparsa salía a recorrer las calles de la ciudad, despertando a
su paso contradictorios comentarios que en cierta manera resumían el
ánimo general. La comparsa seguida de una masa numerosa de gentío,
especialmente niño como produjeron un bullicio considerado por algunos
como "infernal"; lo que dio lugar a que algunos vecinos solicitaron
que la policía prohibiera la marcha de los comparseros “por producir
aturdimiento” con sus desaforados gritos.
El diario “El Cívico” en su ejemplar del 27 de febrero, a
través de un artículo incentivaba a estos comparseros a poner
mayor ánimo y alegría por que de acuerdo al criterio del articulista
el entusiasmo no estaba acorde a lo esperado. Como puede observarse dos puntos
de vista sobre el mismo tema.
Las carpas, aunque pocas, estuvieron en 1897 más divertidas y la policía
ganó elogios por su esmerada tarea en evitar peleas y accidentes.
El diario porteño “La Prensa” sobre la celebración
correspondiente a este mismo año en Buenos Aires expreso “...en
la misma extraordinaria proporción en que se han multiplicado los corsos
particulares, a disminuido la animación de la mas regocijada de las fiestas
populares puestos que las comparsas no han sido tan numerosas ni tan lujosas
como otros años. En renglones siguientes proseguía comentando
las características de los festejos porteños “...la sociedad
elegante y culta aunque deseosa de contemplar el espectáculo asistió
a él como de paso y se reserva para saborear otro genero de placeres
más delicados el los salones de los centros sociales. Por otra parte
los rigores del verano alejan de la ciudad de Buenos Aires a lo más grande
y florido de la sociedad que se disemina en los pueblecitos veraniegos de San
Isidro, San Fernando, Morón, Ramos Mejías y otros...”.
Así marchamos en búsqueda de lo que consideramos el inicio de
los Corsos Salteños.
Durante el período 1867-1891 no hubo corsos. La característica
es el desfile inorgánico de "Comparsas" (murgas) y disfraces
individuales. El corso de 1891 fue una especie de "moja oreja" o "calienta
pico". Habrán observado que durante 1891-1898 los carnavaleros deambulaban
por las calles. Buscaban, necesitaban, ansiaban encontrar una verdadera “cabecera
de playa”. La plataforma para hacer pie y a partir de allí proyectarse
hacia el futuro. Con regularidad, con organización; en forma sistemática.
El corso de 1898 en nuestro criterio fue todo eso. A partir de él todo
fue diferente. El carnaval había encontrado otra forma de hacerse presente
para disfrutar de la reverencia popular por eso es que decidimos envestirlo
con el honor de considerarlo el primero de los corsos salteños y no un
accidente ni algo fortuito; a pesar que necesitó para concretarse de
una dosis de espontaneidad.
EL CORSO DEL AÑO 1898
En base a lo que se vino exponiendo precedentemente hemos intentado esbozar
un panorama que permitiera comprender a los lectores de cómo y porqué
los salteños depositaban sus expectativas y estaban dispuestos a realizar
todos los esfuerzos necesarios para establecer de una vez por todas como una
manifestación más de las celebraciones carnavaleras el desarrollo
de los corsos. Especialmente debe tenerse en cuenta que hasta entonces los sectores
aristocráticos desarrollaban sus actividades de festejos ya sea en el
marco urbano capitalino como en el de campaña solo a través de
tertulias y selectas cabalgatas, mientras que el resto de los sectores sociales
encontraba en las carpas, fondas, reñideros de gallos, cuadreras, encuentros
de comadres, juegos de taba, yerras, tinkunakus y otras expresiones sus formas
de contactar y de manifestarse con esta milenaria actividad, que alguien denominó
"Carnaval". Pues tenían de común que gozaban de tres
días de feriados y a partir de allí cada centro buscaba caracterizarse
y diferenciarse a su manera.
Era la Aristocracia la que con mayor avidez pugnaba por encontrar una especie
de "convocatoria popular"; algo así como una actividad convocante,
aglutinadora que pudiera salvar esa pequeña gran distancia que existía
hasta entonces en las celebraciones que se llevaban a cabo en el Cine Teatro
Victoria y las del Club 20 de Febrero. Era como elaborar y desarrollar una actividad
que en cierta medida permitiese sacar las prácticas de "las buenas
costumbres" a la calle. Pues nadie podía pensar, por aquellos tiempos,
que lo que se planteaba era de hacer algo popular, masivo, abierto a todos los
centros sociales sin excepción. Esto escapaba a la buena o mala intención
de los que impulsaban el desarrollo del corso. Era una pauta cultural centenaria,
algo que se traía desde la cuna, una especie de prosapia, amamantada.
Lo que se buscaba era tener, al estilo de otros lugares, un lugar para divertirse;
en definitiva una concepción sectaria de la alegría. En los que
integran la última década del siglo XIX, no puede esperarse un
planteo filosófico-sociológico y político que cuestionase
este tipo de determinaciones o intenciones. Eran prácticamente consideradas
como normales y lógicas.
Decimos esto porque tal concepción contenía en sí misma
una profunda contradicción, pues nunca, en ningún lugar el carnaval,
dejó de ser sinónimo de desborde, una ruptura del tiempo profano,
un trastoque absoluto de valores y relaciones, que supuestamente forman parte
de "la vida común y normal". En líneas anteriores hemos
planteado que en nuestro criterio el carnaval carecía de nacionalidad,
nadie puede apropiarse de él o vanagloriarse de ser su inventor, forma
parte del hombre mismo, esta intrínsecamente unido a su evolución
y plenamente manifestado aún en los tiempos prehistórico pero
aun en el supuesto caso de que aceptáramos regirnos por el criterio occidental
(que pretende falazmente apropiarse de un sin número de conceptos y de
prácticas) y quisiéramos partir, o tomar como eje las Saturnales
Romanas o cualquier otra manifestación celebratoria ocurrida en algún
lugar de Europa, nunca podríamos encontrar que en ella se haya producido
una homogeneidad social, es decir que este haya pertenecido a una casta o sector
determinado. Todo lo contrario en páginas subsiguientes intentaremos
volcar ejemplos concretos de reyes europeos y de gobernantes americanos que
estuvieron y protagonizaron activamente este disloque representan la práctica
celebratoria del carnaval. Solamente a los efectos de acentuar el concepto de
que los que quieren forzar una conceptualización lindante con la falacia,
les contamos que hay quienes consideraron que los disfraces se remontan a las
máscaras que adornaban a los festejantes romanos en las fiestas saturnales
y que supuestamente pretendían personificar a los espíritus malignos
de ultratumba que llenaban de terror y zozobras a los vivos. Más aún
hay quienes pretendían reforzar este tipo de definiciones o conceptos
añadiendo que estos solían vestir túnicas blancas que eran
consideradas el color de la muerte, una concepción que puede ser absolutamente
rebatida diciendo que la máscara se encuentra utilizada en comunidades
tribales anteriores a cualquiera de las comunidades, pueblos o civilizaciones
citadas. Pero el asunto es que en Salta se querían organizar corsos.
Pero nó como aquel de 1891 que aparte de ser improvisado no había
logrado crear el consenso y la estructura suficiente que garantizara su pervivencia.
No, en Salta se necesitaba y se quería corsos todos los años como
algo propio y parte del carnaval mismo. Hemos dicho que los porteños
desde 1869 ya disfrutaban de los mismos y en Salta que desde 1871 por decisión
del gobernador Delfín Leguizamón que había ordenado el
taponamiento del Tagarete de Tineo, aún a costa de que por el resto de
los tiempos el radio céntrico de la capital salteña se viera inundada
ante las primeras gotas de cualquier lluvia, solo para tener la alegría
y la satisfacción de estar “a la altura de las principales ciudades
del mundo” pues se creó el Boulevard Belgrano; el estigma era cómo
podría explicarse que Salta no tuviera su corso propio. He allí
la cuestión.
Como todo caso ligado al carnaval escapaba a lo racional aunque, paradójicamente
fuere la aristocracia la que permanentemente hostilizara a los carnavaleros
salteños acusándolo de irracionales y violentos. No se trataba
de plantearse la complejidad de la crisis que en otros aspectos acuciaban al
país y a la provincia. Téngase en cuenta que en 1898; al momento
de asumir Julio Argentino Roca por segunda vez la Presidencia de la Nación
estuvimos a punto de desarrollar una guerra con el vecino país de Chile
por razones limítrofes.
El sonido de botas y sables impregnaba el ambiente; incluso no es necesario
intentar profundizar mucho en el plano de problemas de gran envergadura quizás
solo basta decir que el lugar elegido como circuito principal de los corso,
el mismo que durante varias décadas posteriores fue convertido en una
especie de emblema para la Historia del Carnaval: La Plaza 9 de Julio, en este
año de corsos de 1898 todavía carecía entre muchas otras
cosas del enlajado de las avenidas este, oeste y norte, por la cual resultaba
imposible transitar ante la mas pequeña lluvia a causa del fango que
lograba formarse en esos lugares.
UN PICA-PICA DESPERTABA EL CLIMA CARNAVALESSCO
En la Salta de estos tiempos mucha gente se quejaba que debido al edicto policial puesto en vigencia ese año los guardianes del orden público abusaban del mismo deteniendo a cualquier persona que llegaba del campo, o por su clase de ocupación o trabajo cargara cuchillo. Lo mismo decían que ocurría cuando una persona penetraba a un despacho de bebida a tomar una copa de licor. Tiempo en que era común encontrar avisos como el publicado en el Diario "El Cívico" el 19 de Enero de 1898 que decía: "...La empresa de Carros Fúnebres establecida recientemente en esta ciudad por José Speicher acaba de recibir coches flamantes y de estilo moderno, tanto para los capitalistas como para los pobres, cuyos cadáveres pueden ser conducidos al cementerio por un precio ínfimo y arreglados a las circunstancias pecuniarias..."
UNA AMPLIA ACTIVIDAD COMERCIAL
Una Salta que desarrollaba una amplia y compleja actividad comercial como
por ejemplo (pondremos entre paréntesis los impuestos o anticipos que
pagaban cada una de éstas actividades):
Vendedores Ambulantes de Helados, Café y Orchatas ($ 60)- Boticas ($300)-Billares
de Mesa ($40)- Café, Restaurant con Confiterías y con Venta de
Helados ($240)-Confitería de primera clase sin venta de helados ($180)-
Confiterías de segunda clase ($100)- Vendedores de Coca de primera clase
($60)- Casas de Tolerancia ($600)-Espectáculos de Circo ($10-por función)-
Carreras de Caballos ($2)- Carruajes particulares de cuatro ruedas ($40)- Heladerías
sin venta de licor ($60)- Jabonerías y Veleras de segunda clase ($60)-
Juegos de Argollas y otros análogos ($60)- Juego de Bota, establecimientos
donde se practicare este juego ($180)- Mercados de primera clase ($2000)- Mercado
de segunda clase ($1000).
Una clase social de la época
Una Salta con una estructura social extremadamente rígida y donde cada
uno ocupaba un lugar en base a dos componentes: en primer lugar la estirpe de
su apellido y en segundo lugar la capacidad económica. En este plano
la documentación económica de la época nos permite conocer
quienes eran los comerciantes que pagaban mayor contribución al Fisco:
Llovet Díaz y Cía.-Emilio Sylvester y Cía.-Juan Benazar-Manuel
M. Sosa y Cía.-Jorge H. Boden-Angel Cerda y Cía.-García
Urrestarazu-Benitez y Avellaneda-Lardia Hnos. Y Cía-Guillermo Auspurg-Antonio
Alvarez-Máximo Vega-García Sanchez y Cía-Tomás Canals-Ovejero
y Zerda-Miguel de los Ríos-Eulalio Vergara-Manuel J. Avellaneda-J. Felipe
Tedín-Napoleón Suarez-Angel S. Villagrán-Franco y Cía-Vidal
Martearena y Cía-Orias y Cía-Eugenio Claveri-José D. Baldorino-Manuel
S. Zapana-David Michel-Santiago Durand-Pascual del C. Lobo y Cía-Roberto
Ritzer y Cía-Angel Sánchez-Santiago Salinas-Victorino Corbalán-E.Metereo
Huerta-Sres. Patrón Costas-Bernardo Peña y Cía-Campilongo
Salón y Cía-Felipe Moreno y Cía-Santiago J. Moisés.
La Arganera
Tiempos en que la Plaza 9 de Julio durante el día albergaba a todos
sin excepción. La Arganera que bajaba desde los cerros cercanos con sus
quesos, choclos y otros especímenes; el leñatero con su conjunto
de burros cargados de leña, elemento tan necesario; el Lechero; y tantos
otros personajes y oficios pero que en determinados días y horas solía
convertirse en un espacio reservado solo para una elite que solía recogerse
para escuchar a la Banda de Música del Regimiento Once de Infantería
que los días jueves y domingos brindaba su melodiosa y generosa retreta,
esto por disposición del Jefe de dicho Regimiento, El Coronel Savorido.
Reparto de pomos
En relación al carnaval de 1898 diremos que hacia la primera mitad de
enero la tienda "La Gloria" hizo punta al poner a consideración
de su clientela y de quien quisiera hacerlo una buena partida de pomos coloridos
y de las mejores marcas de la época. Se podía decir que hacia
fines del mes de enero el movimiento no era tal que permitiese conjeturar que
este año habría corsos. Todos querían pero muy pocos se
comprometían en trabajar para su concreción. Los jóvenes
miraban a los mayores como esperando la iniciativa y viceversa.
El clima de las fiestas
Con los primeros días de Febrero, faltando poco para el inicio de las
fiestas carnestolendas, "El Cívico" decía : "...Aún
no se nota que nuestra juventud haya tomado alguna medida para festejar como
se debe esos días de jolgorio y alegría universal en que todos,
sin excepción, hacían gustosos un paréntesis a la incesante
labor para ir a presentar delicada batalla a sus enemigos del sexo femenino...".
Era como si el ambiente necesitara de estímulos, como si el pastizal
necesitara que alguien encendiera un fósforo. O tal vez, simplemente
porque en estos pagos las cosas de hacen a última hora. En ese marco
de confusión se comenzaron a acercar las primeras iniciativas.
¡Hay que organizar corsos!
En las retretas, en los cafés, en las peluquerías comenzó
a circular el desafío: ¡Hay que organizar corsos! Bajo la consigna
de "...Es necesario demostrar actividad si no se quiere figurar siempre
en un rol secundario en los asuntos sociales...".
“Pica-pica”
Era como si una especie de "Pica-Pica" azuzara el ambiente, pues todos
comentaban que en casi todas las ciudades los preparativos para la celebración
del carnaval se encontraban en pleno marcha, mientras que en nuestra ciudad
nada pasaba.
Algunos dicen que la iniciativa partió de los hoteles, lugares que por
aquellos tiempos conjugaban un importante rol social donde no solo una persona
se podía alojar, sino que muchas familias concurrían a especiales
tertulias culturales y especialmente porque en su seno se instalaron los primeros
biógrafos en nuestra querida Salta.
Los primeros biógrafos
Se adjudica este mérito a don Carlos R. Boedo, Dionisio Zalazar, Guillermo
Auspurg, Tomás Canals, Angel Zerda y Emilio Sylvester asiduos concurrentes
a las actividades del hotel de "El Aguila" que conjuntamente con Angel
Villagrán, Eugenio Claverie, Victorino Corbalán, David Michel
y Santiago Moisés del Hotel Nacional habrían decidido tomar la
posta para organizar los corsos de 1898. A partir de allí Momo, volvió
a esbozar su figura risueña, chacotona y pantominesca. El Dios de la
farsa y del chiste sabía que podía entrar a nuestro terruño
haciendo cabriolas y dando prodigiosos saltos gimnásticos.
El movimiento organizativo de las pocas agrupaciones de entonces llenó
el ambiente de sonidos metálicos de los cascabeles, las panderetas y
la gente comenzó a tomar las previsiones para recibirlo digna y graciosamente
celebrando en su honor ruidosas jornadas. Sobre la marcha se comenzó
a hablar de bailes de máscaras, de comparsas, de ensayos de cantos y
bailes mientras que las vidrieras en las casas comerciales proyectaban las imágenes
de máscaras, pomos, confites, papel picado, serpentinas, polvos y hasta
cáscaras de huevos para "apedrear al prójimo".
A tanto llegaba el entusiasmo que como la intencionalidad del corso era claramente
direccional y como había que establecer las diferencias necesarias, en
la primera semana de Febrero se abrió una fonda “paqueta”
en la calle Libertad, entre Gral. Güemes y Boulevard Belgrano (hoy Mitre
entre Gral. Güemes y Belgrano) que se llamó La Fonda de "El
Picaflor" que según su propietario estaba a la altura de la mejor
de La Capital y que contaba con un famoso cocinero extranjero conocido en Salta
y en Tucumán Angel Dovo, y una cocinera para la comida estilo del País.
Esta fonda se jactaba de contar con un comedor reservado para familias y personas
que deseaban comer tranquilas y ofrecía Tallarines, Ravioles y toda clase
de comidas italianas, francesas y españolas. El plato de comida del País
costaba diez centavos y el de comida extranjera setenta centavos.
Ofrecía el servicio de pensionistas y el envío de viandas a domicilios.
La estabilidad política acompañada de un mayor grado de tolerancia
para los opositores (en comparación con el Gobierno de Delfín
Leguizamón), lograda por Antonio Díaz fue otro de los elementos
que influyeron notoriamente para que El Carnaval de 1898 tuviera de parte de
la población una mejor predisposición a celebrarlo.
Este marcó, a nuestro entender, el inicio de una etapa diferente del
Carnaval de Salta. A partir de este año, salvo raras excepciones, la
organización de los corsos será planificada, sistemática
y regular. La costumbre de años anteriores cuando las comparsas recorrían
las calles de Salta sin tener un circuito previo y la vieja costumbre en cuanto
a reunión de jóvenes en algunos lugares comerciales ubicados en
el radio céntrico para consumir bebidas, este año tomará
otras dimensiones. Con el inicio mismo de la temporada veraniega se denotaba
un estado de ánimo diferente. Las dos Bandas de Música (la del
Once de Infantería y la de La Policía Provincial) dieron el marco
necesario a los festejos.
El tiempo apremiaba, los sectores interesados presionaban sobre los organizadores
y sobre las autoridades policiales para que se estableciera el reglamento carnavalero
y el Edicto Policial correspondiente. Con respecto a este último los
precedentes no eran tantos, si se tiene en cuenta que esta venía a ser
la segunda oportunidad en que se organizaban corsos en la historia carnavalera
de Salta. Antes de ingresar a desarrollar este tema queremos dejar sentado nuestro
criterio de que El corso de 1898 es para nosotros el primero, el que marca el
inicio de todo un proceso histórico a partir del cual lo excepcional
serán los años en que no se organicen corsos. Ese criterio no
se basa en fundamentos cualitativos sino que simplemente hace hincapié
en el aspecto citado. A partir de 1898 los corsos dejaron de ser un accidente
para convertirse en una parte constitutiva de los festejos del carnaval que
los salteños lentamente y a través de un largo proceso asumieron
como propio. Por eso, sin dejar de tener en cuenta el precedente aislado y accidental
de 1891, consideramos al corso del carnaval de 1898 como el primer eslabón
de un largo historial que superando grandes zozobras con momentos de apogeo
y de altibajos lograrán en el año 1998 cumplir su primer Centenario
de vida.
"Tal vez lo mas importante para considerar al corso de 1898, como el verdadero
inicio de este tipo de festejos en el carnaval salteño este dado en que
no solo se caracterizo por su regularidad a partir de entonces, sino que fundamentalmente
se constituyo en una plataforma impulsora para el inicio de los corsos a lo
largo y ancho de la provincia de salta. Así en 1899 la capital disfrutará
de su primer corso iluminado. En 1906 San José de los Cerrillos organizará
el primer corso de su historia. En 1907, como una nueva afirmación de
la regularidad que hacemos alusión el circuito de la Plaza 9 de Julio
no pudo ser habilitado y sin embargo no se dejo de organizar corsos pues estos
se llevaron a cabo en la calle caseros. En 1909, los corsos habrían un
segundo circuito en la capital, el de la calle Urquiza; y en 1909 la villa veraniega
de San Lorenzo tendría el primer corso de su historia , como el departamento
de Guachipas lo tuvo en 1911". Así podríamos seguir citando
datos que Ud. irá encontrando en el desarrollo de este trabajo. Volviendo
al tema de edicto policial carnavalero, diremos que el que rigió en 1898
estuvo basado en el antecedente de uno de los primeros reglamentos de Policía,
el aprobado en Noviembre de 1856, tiempos en que esta institución se
encargaba de una serie de actividades y responsabilidades y muchas de las cuales
en el futuro serán propias de la municipalidad.
Esto de los corsos era tan nuevo que las intenciones de los organizadores tendían
a lograr el mejor de los éxitos en un marco de la mayor tranquilidad
posible y creyeron encontrar en este reglamento algunos aportes interesantes
ya que este solía tratar sobre temas tales como de los conchabos, de
vagos y mal entretenidos, del corso de la población, de las fondas, cafés,
posadas, mesones y casas de juegos permitidas. Hacia mitad de siglo las disposiciones
en este sentido eran pocas y deben ser lo suficientemente abarcativas y sabido
como para poder apelar a ellas en las más difíciles circunstancias,
por esto el reglamento citado también reglamentaba las actividades de
las cárceles, de las armas blancas, diversión pública,
salubridad, del abasto, el aseo de las calles, limpieza y alumbrado. Hasta se
dedicaba a reglamentar respecto de Los Hospitales, de los caminos y del alumbrado
público.
Era tan completo su articulado que increíblemente hasta el último
edicto policial que hemos contactado para esta investigación tiene el
peso de su influencia como por ejemplo el del artículo Nº 115 que
establecía textualmente "...ninguna diversión ni función
pública fuera de las establecidas, tendrá lugar sin previo aviso
a la policía, la que no podrá impedirla, no siendo de las reprobadas
por la moral y las leyes...”.
Hoy en día cualquier tipo de actividad festiva requiere no solo de su
aviso a la autoridad policial sino de la presencia de representantes de esta
fuerza en la misma. Pues este reglamento en su artículo 116 ya dice:
“... En general la Policía debe estar presente en toda reunión
pública por medio de sus agentes y por los mismos; en ninguna faltará
un Comisario que esté pronto a contener cualquier desorden o desacato,
especialmente en aquellos en que por su naturaleza, como en los Reñideros
de Gallos y en los que la diversión es fomentada por el licor hay más
peligro de desorden...”. A más está decir que a partir de
allí el edicto de 1898 especificaba este tipo de obligaciones, y tantas
otras, que, con el correr del tiempo, algunos llegaron a considerarlas como
productos de “la moralina y la pacatería”.
El juego con agua fue permitido de nueve a veinte horas. Se prohibía
el juego para con funcionarios policiales, políticos o cualquier persona
que voluntariamente no diere su consentimiento a riesgo de soportar una multa
de diez pesos. Al igual que el Edicto de 1891 se puso acento en reglamentar
el tránsito de jinetes y de carruajes tirados a caballo, con las excepciones
pertinentes. Los interesados en disfrazarse debían dotarse de los permisos
respectivos y como el circuito de la Plaza 9 de Julio, del cual se utilizaron
tres Avenidas, la de la calle Libertad, del Comercio y La Concordia, era utilizado
en doble mano también se reglamentó su utilización. El
ingreso a este circuito se realizaba por calle Libertad y Comercio, por Libertad
y la Victoria mientras que el egreso se hacía por calles del Comercio
y La Concordia y La Victoria y Concordia.
Este Edicto contemplaba una serie de otras prohibiciones de menor cuantía.
Corresponde al día 27 de Febrero de 1898, el honor de ser la primer jornada
de corsos de este año, lo que a nuestro criterio representa una fecha
histórica para las celebraciones del carnaval salteño. En realidad
la jornada se encauzó en forma casi repentina, pero como prueba de que
este tipo de festejos era largamente esperado por los carnavaleros capitalinos,
es que el circuito de los corsos alrededor de la Plaza vió sorpresivamente
sus avenidas atestadas de carruajes que según el diario "El Cívico",
se veían ocupadas por "la crema de la sociedad", e inmediatamente
se entabló un combate general a serpentina, una especie de batalla campal
hasta quemar el último cartucho, arrojar la última flor, tiroteo
que caía sobre ellos como una lluvia de culebras de colores desde los
balcones de las casas de alto. Fueron tres las jornadas, las del 27, 28 de febrero
y lº de marzo, que se desarrollaron en un contexto parecido. La aristocracia
salteña había encontrado, por fin, a través de estos corsos
la forma de encausar su alegría, buscando el sosiego de los tiempos políticos.
La gente y los carruajes iban y venían. Las dos bandas de música
le pusieron un contorno no acostumbrado a estos acontecimientos, y el impacto
no tardó en difundirse haciendo que muchas familias que se encontraban
veraneando en el campo regresaran presurosas. Salta se había trocado,
en estos tres días súbitamente de triste y solitaria en alegre
y risueña. Los clubes aristocráticos y las carpas populares competían
en brillo y la alegría. Por primera vez el periodismo gozaba de tres
días de "descanso especial" los que fueron otorgados por Jefes
de Redacción.
Había valido la pena esperar tanto tiempo; el corso con su carga explosiva
de alegrías y mensajes había encendido su mecha, la que no puede
ser apagada hasta nuestros días.
Posteriormente algunos opinaron que el primero de los desfiles había
resultado el más animado, tal vez por lo mismo que fue tan esperado.
El entusiasmo de estos corsos no declinaba hasta que el crepúsculo vespertino
cedía su puesto a la noche.
Del histórico corso de 1898 no pudimos obtener datos de comparsas premiadas,
lo que si podemos afirmar con seguridad es que todavía por estos tiempos
no se acostumbraba a elegir la reina del carnaval; como tampoco pudimos conseguir
los nombres de los integrantes del jurado. De todas maneras como lo dijimos
en páginas anteriores estos corsos primarios no deben ser analizados
desde una perspectiva netamente estética, cuantitativa ni cualitativamente
ya que eran las primeras experiencias y por lo tanto incidían no solo
una serie de limitaciones como las enunciadas en otra parte: la falta de luz
eléctrica - todavía no se acostumbraba a la utilización
de las bombas de estruendo para anunciar el inicio y la finalización
de los corsos y esto se hacia a puro repiques de campanas del Cabildo; tampoco
se adornaba el circuito con pancartas ya que esto recién se instrumento
en 1927. Al no existir energía eléctrica por supuesto que el circuito
carecía de amplificación alguna, y al no contar con el servicio
de agua corriente domiciliaria elemento que el progreso recién proveyó
a la Capital salteña en 1904 se deduce que el juego con agua a pesar
de estar reglamentado en estos corsos era bastante mezquino aunque también
aclaramos que este primer corso fue acompañado por el pomo de plomo,
que había sido inventado por el Inglés Cranwell y que desde 1866
ya andaba acompañando a los carnavaleros del país. Es decir, faltaban
muchos elementos pero también sobraban otros especialmente ganas y alegrías.
Lo que nosotros consideramos como el primer corso de la Historia del Carnaval
de Salta, convocó mucha gente que ocupó las avenidas de la Plaza
9 de Julio donde las principales niñas de la sociedad intercambiaban
sonrisas locuaces y tímidas con los jóvenes de la época
y donde los mayores intercambiaban saludos coquetones. A la par de los desfiles
de carruajes, que ornamentados de la mejor manera posible transportaban a ramilletes
de bellas mujeres de la sociedad, desde las veredas se disparaban pomos o papel
multicolor. Divertidas escaramuzas en esta primera oportunidad, aunque muchos
hacían esfuerzos para no verse comprometidos en un combate general. El
corso para las comparsas venía a representar la posibilidad de contar
con un circuito donde pudieran dar rienda suelta a la alegría contenida
y no solo verse en la obligación de andar transitando las desiertas calles
por las tardes e incluso algunos más audaces en altas horas de la noche.
Imaginariamente nos podríamos ubicar en una especie de palco especial,
en los balcones del Cabildo y observar con ojos del tiempo este histórico
desfile de corsos, veríamos un muchedumbre de gente vestida de forma
diferente con modalidades conductuales que nos llamaría la atención
y con algunas costumbres sociales, que hoy, en el marco de la Democracia nos
podrían parecer impensables. Nos maravilla sumergirnos en ese túnel
del tiempo para poder observar la multitud de coches de plaza con los animales
de tiro ricamente ataviados, los Tylbures, Jardineras; siendo protagonistas
importantes de esa jornada de alegría que era acompañada por los
sones que desparramaban las bandas de música de ese bizarro Once de Infantería
y la de la Policía Provincial que se habían convertido en el alma
de la alegría porque desde siempre la música animó a los
mejores combates, el que cae extenuado de sed y de fatiga, para los que necesitaban
una alegre sonata para olvidar sufrimientos físicos y adquirir entusiasmo
y poder reemprender el combate esta vez convertido en una pareja de baile.
A partir de 1898 y durante muchísimas décadas la Aristocracia
Salteña encontró en los corsos, un complemento y nó un
competidor a las jornadas sociales del Club 20 de Febrero.
En última instancia para ricos y pobres el carnaval, es una tregua anual
para intentar matizar las miserias con el placer.
Este primer corso tuvo como verdaderos protagonistas a los carruajes (todavía
no se puede hablar de carrozas, pues para que aparezca la primera, tendremos
que esperar hasta 1905) que transportaban a los representantes más compiscuos
de la sociedad y donde resaltaban El Dr. Benjamín Díaz, El Mayor
David B. Peña, Santiago Fleming, Manuel Nuñez La Rosa, Gavino
Ojeda, Rafael G. D. Costas, Esteban Navamuel, Enriqueta B. de La Cuesta, Encarnación
Niño, José Rauche y su esposa Celina Z. De Rauche, Bernardo Frías,
Pedro José Peña, Rosaura Uriburu, Adolfo San Miguel, Carlos Costas,
Carmen Aráoz, José María Solá, Gabriel Salóm,
Delia G. De Mollinedo, Juan Gimenez Outes, Miguel S. Ortiz, Excequiel M. Gallo
y muchos otros.
Así se vivenció el carnaval y el primer corso de los salteños,
en una Salta que por entonces poseía cinco mil setecientos ochenta y
un niños menores de catorce años y nueve mil doscientos noventa
y cinco adultos que habitaban doscientos ochenta y ocho manzanas con una densidad
de cincuenta y dos habitante, término medio, por manzana. Salta contaba
por entonces con mil ochocientas sesenta y ocho casas y cada una de ellas albergaba
la cantidad de ocho habitantes, en término medio. Existían diecinueve
colegios, tres iglesias, ocho conventos y trece edificios públicos de
otra clase. Mil seiscientas cinco eran bajas y solo habían ciento veinticinco
de dos pisos y ninguna de tres o más pisos. De estas, solo mil seis eran
antiguas y setecientas veinticuatro consideradas modernas ( de un período
de vida de treinta y cinco años).
Solo cincuenta y cinco casas poseían cuarto de baño con desagüe,
era la calle para cincuenta y tres de ellas y para las otras dos el sumidero
en el resto de las casas sus habitantes no podían recurrir a este medio
higiénico y saludable, los que lo empleaban, colocar la bañadera
en algún rincón de la casa, la mayoría de los paisanos
buscaban este placer en verano acudiendo a las aguas del Río Arias.
Solo cuatrocientas sesenta y seis casas poseían letrinas con inodoros
muy primitivos.
Por estos tiempos la extracción de basuras se realizaba tres días
por semana y en muchos sectores de la ciudad, los desperdicios quedaban en la
casa o eran arrojados a la calle.
Existían mil ciento cincuenta y nueve pozos para proveerse de agua, pero
solo en trescientas treinta casas la utilizaban para beber; en mil trescientas
cinco se bebía agua del Río Arias o de un pozo de agua que por
aquellos tiempos estaba situado al Norte de la Ciudad, que era comprada a los
carros aguateros que la conducían en grandes pipones de madera. Agua
que por lo general era de muy mala calidad. Por estos tiempos, en la construcción
de las casas todavía eran desechados materiales como el ladrillo cocido
y la piedra y se daba preferencia al adobe en la edificación.
Como el agua es un elemento estrechamente ligado a los festejos del carnaval
les decimos que hacia 1898, era un elemento que se caracterizaba por su escasez
lo que había obligado a los habitantes de la Salta de entonces a limitar
su gasto a cinco litros diarios por persona, en un promedio general, información
que vista con ojos contemporáneos resulta algo grave y que sin embargo
para estos tiempos dentro del problema que representaba venía a constituir
algo favorable debido a que esta agua poseía un alto grado de contaminación,
que estaba generado por la contaminación del suelo debido a una multiplicidad
de factores.
En este marco transcurría el carnaval y los corsos. Luego lentamente,
la ciudad y sus habitantes volvieron a transitar y a pervivir las circunstancias
cotidianas. Los festejos al menos habían permitido aminorar y en cierto
grado olvidar los efectos del temblor que se había hecho sentir en la
noche del domingo 6 de febrero.
Los Salteños se habían sacado el gusto de poder desarrollar sus
propios corsos y ahora con pasos presurosos marchaban hacia ese viejo almacén
que se levantaba casi vecino a la Estación del Tranway, para adquirir
Uva Francesa y Criolla; otros habrán vuelto al local de la "Peluquería
Italiana", en la calle La Florida para seguir recibiendo lecciones de Mandolín
y Guitarra mientras algún paisano que durante el resto del año
se dedicaba a juntar botellas y papeles para luego venderlos, aprovechando la
ocasión se habrá dedicado a juntar cientos de restos de pomos
de plomo para llevarlos hasta la casa de Luis Bartoletti situada en la calle
Entre Ríos (hoy Urquiza) entre 20 de Febrero (hoy Ituzaingó) y
Florida donde seguramente le adquirirían toda la partida. Algún
carnavalero, excedido de los festejos habrá tenido que recurrir a los
servicios de La Droguería y Botica "Alemana" ubicada en Calle
Caseros frente al Palacio Episcopal, donde aparte de los "yuyitos"
correspondiente también podía adquirir jabones medicinales y de
tocador, otros disconformes con la obligación de parar los festejos que
solamente duraban tres días por entonces, habrán pretendido proseguir
"la farra corrida" en los salones del Restaurant y Billar "La
Florida" cuya propiedad pertenecía a Silverio Postiglione y que
estaba ubicada en la calle Libertad entre Alvarado y Entre Ríos.
A pesar de que nosotros no pudimos contactar con la información de ningún
acto de violencia que haya costado alguna vida humana y siguiendo la vieja creencia
popular de que para los tiempos del Carnaval El Diablo queda suelto, y por lo
tanto nunca faltará la violencia y la muerte, es probable que alguno
habrá tenido que apelar a los servicios de la Empresa de Carros Fúnebres
que estaba ubicada en la vieja calle Corrientes entre Libertad y Florida donde
podía contratarse un servicio de primera categoría por ochenta
pesos, si quería estos servicios con cuatro caballos se pagaban ciento
veinte pesos, ahora si las pretensiones eran de un servicio de gala con coche
de parada se abonaba la cantidad de ciento cincuenta pesos. Por un servicio
fúnebre para angelitos los costos iban desde tres hasta quince pesos.
En algún fogón, de esos que los paisanos encienden por las noches
para hablar de sus cosas importantes algún abuelo, mate en mano habrá
desparramado la narrativa que contaba que en los viejos tiempos un individuo
andrajoso solía recorrer el pueblo, montado en un animal que siempre
tenía algún defecto, y que era acompañado por una comparsa
que solía cantar y bailar mientras las cajas, guitarras y violines desparramaban
la música correspondiente y que el pueblo denominó con el nombre
de "Cacharpaya" especialmente por el lado de Santiago del Estero.
Ese mismo personaje que los salteños llamamos Pujllay y que representamos
a través de un muñeco, que vestimos de la más diferente
manera pero que los memoriosos decían que debe ser representado con sombrero,
calzado viejo y de la manera más andrajosa posible, y que, desde mucho
antes de que se desarrollara el primer corso, las comparsas del carnaval salteño
solían hacer el entierro en el centro mismo de la Plaza 9 de Julio, cuando
todavía allí se levantaba el viejo aljibe que era protegido por
la construcción de la Pirámide de Uriburu que estaba emplazada
en el mismo lugar donde hoy se levanta el Monumento al General Arenales.
Como un homenaje a este primer corso del carnaval salteño le entregamos
estas coplas:
Andan bramando las cajas
anunciando al Carnaval
las coplas andan brotando
como flor de Cardonal.
La albahaca moja mis sueños
el vino trae un sentir,
la harina me pone tierno
tus besos me hacen vivir.
La baguala no es un grito
es un dulce lamento,
es la voz de la tierra
vestida de sentimiento.
Cante, cante bagualero
todo un País espera,
con usted cantan las huacas
de esta América morena.
Cuando El Carnaval queda suelto
ni el diablo se queda quieto.
Cuando la comparsa sale a chirolear
a mi me entran ganas
de quererme enamorar.
Cantemos toda la tarde
cantemos toda la noche,
cantemos toda la vida
hasta que nos agarre el soroche.
Las coplas vienen saliendo
y no las puedo parar,
yo me quedo quietito
meta mirarlas pasar.
Baguala dijo alguien
me voy a poner de pié,
por respeto y emoción
a mi querida tradición.
La baguala es un socavón
de sueños y sentimientos,
que en la garganta de un cantor
se transforma en remolino de amor.
Cuando la vida se acabe
y me lleve a enterrar,
que nadie llore en ese momento crucial
ya me andarán desenterrando junto con
El Carnaval.
(Coplas rescatadas de El Libro "El Ultimo Poema").
Ese año, en 1898, el Gobernador Antonio Díaz debía entregar
el mando. Para la Historia del Carnaval queda grabado que durante su gobierno
se llevó a cabo el primero de los corsos y la revitalización de
un ánimo festejante.
Las fiestas carnestolendas correspondientes al año 1899 ya no improvisarían
con respecto a su corso; se había conformado una comisión organizadora
que trabajaba con ahínco intentando recaudar fondos que permitieran la
organización y el brillo del corso, tarea que no resultó fácil
ya que los comerciantes más pudientes se negaban a contribuir acorde
a sus posibilidades. El 1º de febrero de 1899 “El Cívico”
publicaba : “...Los jóvenes que componen la comisión organizadora
no desmayan un segundo en su tarea de allegar fondos con tal objeto, aún
exponiéndose a recibir una rotunda negativa de ciertas personas como
se nos informa que han ocurrido ya varios casos en que comerciantes y otras
personas pudientes se han negado terminantemente a contribuir bajo ninguna forma
a la realización de tan simpática idea”.
“Era altamente censurable el egoísmo de quienes por su posición
pecuniaria y social están en el deber de contribuir en primera línea
para llevar a buen fin el corso proyectado y que lejos de prestar ayuda de ningún
género, colocan al contrario obstáculos que pudieran esterilizar
los esfuerzos de la comisión. Felizmente los egoístas han sido
pocos, de modo que por esta vez tendremos corso, de seguro”.
A propósito, la comisión resolvió acordar premios, al carruaje
que a su juicio se presentara mejor adornado, así como a la comparsa
que más se distinguiera.
Como se puede observar ya los corsos no son una improvisación, ahora
tienen Comisión Organizadora, Jurado establecido. En 1899 se ocuparon
las cuatro calles alrededor de La Plaza 9 de Julio(del Comercio, Alsina, España
y Libertad) circuito que fue ornamentado para que concurrieran "los más
selectos de la sociedad a lucir sus mejores alicientes".
Salta, tenía un nuevo gobierno, encabezado por Pío Uriburu que
gobernó desde el 1º de Setiembre de 1898 al 1º de Setiembre
de 1901 en el cual desempeñó el cargo de Ministro de Gobierno,
El Dr. Hugarriza fueron Ministro de Hacienda, Gaspar Z. Solá, Julio Cornejo
y Abel Zerda. A este elenco gubernamental le correspondieron dos privilegios
con respecto a la Historia del Carnaval: el primer Corso Iluminado de Salta
y el primer Corso del Siglo XX. En efecto la comisión organizadora había
decidido contratar los servicios de Carlos Bringh y Cía. Para que se
colocaran tres arcos voltaicos de mil bujías, once arcos triunfales en
las esquinas de ese paseo y ciento ochenta lamparillas incandescentes de diversos
colores con la intensidad de dieciséis bujías. Se esperaba un
espléndido servicio de luz eléctrica, distribuida artísticamente,
acompañadas de luces de mil colores que sumados a los adornos y ornamentos
del primer corso iluminado de la Historia del Carnaval de Salta y a los que
se agregaba la belleza de las niñas salteñas. Los carruajes solían
concentrarse alrededor de la Plaza Belgrano para desde allí marchar al
desfile.
Una de las comparsas estuvo compuesta de jóvenes que desfilaron, ataviados
de trajes de el payaso "Pepino 88", personaje de la época.
Por primera vez desfilaría una comparsa integrada por empleados de comercio,
que lucieron un traje antiguo usado en tiempos de Luis XIV, con melenas rizadas,
calzón corto y zapatos con grandes hebillas; paradójicamente al
corso de la oligarquía se le incrustaron comparsas populares; prueba
de ello fue el debut de una comparsa integrada por artesanos.
EL PRIMER CORSO DEL SIGLO XX
El año 1900 había llegado. El final de un siglo y el comienzo
de otro.
El Carnaval y sus corsos no estuvieron ausentes en el festejo "El Cívico"
de fecha 1º de enero de 1900 publicaba un artículo bajo el título
de:
FIESTAS DEL CARNAVAL
"La idea surgida entre un grupo de jóvenes de la alta sociedad,
de organizar un corso para los tres días del carnaval próximo,
ha sido felizmente acogida con verdadero entusiasmo y decisión cual corresponden
a la cultura de esta sociedad, pues así lo indica el resultado que ha
obtenido la comisión popular que se ha organizado para este objeto, la
cual se compone de los siguientes caballeros: Dr. Manuel Anzoátegui,
Dr. Francisco Cabrera, Dr. Abraham Cornejo, Sr. Santiago Fleming, El Ingeniero
Enrique Clement, bajo la presidencia del primero”.
“Aunque hasta hoy no ha resuelto esta Comisión nada definitivo
más que la de levantar la suscripción necesaria para cubrir los
gastos que demande esa fiesta social, se piensa establecer diversos y valiosos
premios tanto al coche mejor decorado como a la mejor comparsa o máscara,
en cuyo caso se nombrará un Jurado especial para la distribución
de esos premios. Puede decirse que la recolección de los fondos para
responder a los gastos , está asegurado y que por lo tanto las "señoritas
de la crema "de esta sociedad deben desde ya prepararse a tomar parte de
este gran festival...”.
Dado el éxito de los corsos anteriores la Policía tomó
las precauciones para garantizar el orden. Hubo sectores sociales que expresaron
su queja ante el Jefe de Policía, porque no se había incluido
en este edicto la prohibición de galopar a caballo por las calles de
la ciudad, que tantas desgracias producían en los carnavales, y solicitaban
además se prohibiera el establecimiento de carpas para evitar "escenas
bochornosas".
La Comisión Organizadora de los corsos en pocos días de tarea
había conseguido setecientos pesos ($ 700) para cubrir los gastos de
organización. El corso se desarrolló en La Plaza 9 de Julio, pero
solamente se habilitaron las calzadas del Comercio y la Alsina (que hoy serían
las calles Caseros y Buenos Aires). Para este año se adoptaron previsiones
a los efectos de que las calles mencionadas que poseían para su iluminación
cinco focos eléctricos de doscientas bujías, se les agregaran
otros cinco en línea paralela a ellas y pasando por el medio alternadamente,
además ocho arcos voltaicos de dos lamparillas eléctricas de diversos
colores y por dentro de la plaza una línea paralela a las avenidas también
de lamparillas incandescentes. Esta combinación resultó hermosísima,
de gran poder y de un efecto singular.
El corso se realizó en las noches de los domingos y martes de carnaval
porque en el día lunes se llevaba a cabo el Baile en El Club 20 de Febrero.
La disminución en cuanto al circuito tenía por objeto permitir
que fuese más compacto el desfile de los carruajes en base al número
de coches existentes en el medio y para darle un mayor esplendor y ánimo
a la fiesta.
Hemos logrado obtener el nombre del primer cacique de comparsa (entendiendo
esto como la agrupación de personas que hoy formarían parte de
una murga) corresponde a Domingo Miranda, organizador y conductor de "Los
Chicheros del Barrio de Arriba" compuesta por diecisiete integrantes que
lograron lucimiento junto a otra llamada "La Juventud Unida".
El juego con agua de raigambre y tradición antiquísima y cuyo
significado es el de liberar los cuerpos de impurezas, seguía despertando
quejas. A pesar de estar reglamentada su prohibición en El Edicto Policial
el cumplimiento era harto dificultoso, así el primer corso del siglo
XX tendrá algo llamativo en su desarrollo: "se prohibió el
uso de pomos".
Los Corsos se llevaron a cabo en forma lucida y entusiasta, pero llama la atención
la disminución del elemento femenino, que algunos justificaron como debido
a la sensible pérdida de varias matronas en los días anteriores,
cuyos vínculos con las principales familias habría incidido para
que un gran número de señoritas no concurra a estas fiestas.
Muchas voces se alzaron para criticar la decoración de las avenidas del
corso, no solo se basaban en argumentos estéticos sino que se juzgaba
como un verdadero fracaso la iluminación instalada por parte de la empresa
contratada. Así mismo el adorno de los coches como la vigilancia y el
orden del corso había dejado mucho que desear. Debido a que los agentes
municipales permitieron que los coches hicieran rápidas carreras, mientras
otros permanecían estacionados. La participación de cuarenta y
cinco coches fue considerada un éxito.
El día 3 de Marzo en forma espontánea y sorpresiva, se llevó
a cabo un corso vespertino que ocupó las cuatro calles alrededor de la
Plaza 9 de Julio; mientras la comisión organizadora de los corsos nocturnos
exigía a la empresa de luz eléctrica un mayor poder a las lamparillas
incandescentes, que permitiera un mejor lucimiento de los lujosos coches que
desfilaban.
El diario "El Cívico", en su edición correspondiente
al día 6 de Marzo publicaba lo siguiente relacionado al juego con serpentinas,
flores y papel picado: "... Aunque parezca como falto de atractivo y gusto
esto que ha engendrado el carnaval moderno de arrojarse serpentinas de diversos
colores, ramilletes de flores naturales y de papel picado, hay algo que lo hace
más agradable no solo por el hermoso contraste y el cuadro imponente
que se ofrece a la vista, sino que mayores fruiciones experimentan las parejas
de enamorados los que alimentan alguna esperanza, aunque remota de ser correspondidos,
al arrojar con notable acierto una serpentina se convierte en un conductor de
los afectos de ambos. Así decía un idealista para explicar la
importancia del corso reglamentado y rígido de estos tiempos...”.
A través de este artículo tenemos un panorama de las características
de los corsos de este año cuando dice: “...el entusiasmo subió
de grado llegándose a hacer uso de pomos, a pesar de la prohibición
tácita que de este elemento poderoso de alegría y juego se había
hecho mojando a las señoritas que a esta fiesta asistieron, entre las
risas de un público numeroso que espectaba desde las aceras y desde los
jardines de la plaza. Naturalmente, notábase el gran número de
espectadores, entre los cuales se confundían muchas señoritas
y damas que de vez en cuando participaban también del juego, arrojando
"bouquets" perfumados, ramos, etc...".
BACO DIJO PRESENTE:
Las fiestas carnestolendas tienen condimentos que alimentan las páginas
de Crónicas Policiales. Aún de casos y situaciones que pueden
ocurrir en cualquier momento del año pero si estos tienen lugar durante
el carnaval, seguramente será Momo el acusado. El mismo diario citado
anteriormente, en una de sus páginas nos cuenta de un hecho ocurrido
entre obreros del ferrocarril, que en realidad era un oficio nuevo ya que debemos
recordar que el primer tren que llegó a la capital salteña lo
hizo en 1891. Se hace referencia a un tal Felipe Blazevich, extranjero que se
con sus camaradas de trabajo en las cercanías del Túnel de Mojotoro.
En medio de grandes y continuas libaciones divirtiéndose de esa manera
en uno de los ranchos del lugar, cuando seguramente excitado por la acción
perniciosa del licor, tomó una filosa navaja de afeitar mientras los
de más yacían tendidos en el duro suelo durmiendo la borrachera
, y se retiró unos cuantos metros del rancho, y con un poderoso esfuerzo
dióse una profunda cuchillada en el cuello, degollándose de una
manera terrible, pues habíase cortado varias arterias y la laringe, cayendo
desplomado al suelo. Al ruido que siguió, sus camaradas se despertaron
y uno de ellos, un italiano llamado Luis Bianchi, como hombre práctico,
quemó un pedazo de trapo y aplicándolo pudo contener la hemorragia
y curarle así la herida con algunos otros remedios caseros, lo que mejoró
al suicida. Esta mañana a hora temprana, los mismos compañeros
del suicida lo trajeron en una zorra a esta ciudad transportándolo al
hospital para su asistencia. La policía al tener conocimiento de este
hecho ha detenido a estos para la investigación aún cuando el
patrón de estos jornaleros Sr. José Bruch, se presentó
a la policía, poniendo en su conocimiento esta tentativa de suicidio.
Los comentarios posteriores al suceso confirman lo que afirmamos en líneas
anteriores en el sentido de que todo se lo endosaba al carnaval.
¿QUÉ PASÓ EN EL INTERIOR?
No es fácil encontrar datos relacionadas con las celebraciones en el
interior de la provincia, pero sabemos que en El Carril, la aristocracia lugareña
celebró el carnaval de 1900 reunidos en la casa de la señora Aurora
T. De Díaz. El Domingo de Carnaval por la tarde , en donde dispuso de
un espléndido lunch, se bailó toda la noche hasta las tres de
la madrugada.
El Martes de Carnaval sucedió igual cosa, pero las tertulias que mejores
recuerdos dejaron entre los concurrentes fueron las del Miércoles y Domingo
de Tentación.
LA CUNA DE LOS CIRCUITOS CARNAVALEROS: LA PLAZA 9 DE JULIO.
Esta fue utilizada desde el primer corso, y mucho antes también por las comparsas que deambulaban por las calles como el principal circuito para el desfile de carnaval.
SU HISTORIA:
Los españoles al conquistar América en 1492 trajeron en sus
carabelas un conjunto de pautas culturales y elementos que transformaron en
cierta manera no solo la concepción sino también las pautas conductuales
de los americanos.
Las ciudades, por ejemplo, en cuanto a su trazado respondieron en su mayoría
a la vieja Planta Romana que a su vez estos habían absorbido en los tiempos
del imperio cuando debieron soportar la conquista de su territorio.
Cuando Hernando de Lerma, el día 13 de Abril de 1582 decidió la
fundación de la Ciudad de Lerma en el Valle de Salta, Provincia del Tucumán,
acto que se llevó a cabo tres días después, es decir el
día 16, también definió y trabajó en la estructuración
de la planta urbana de la nueva ciudad que se vio concretada al día siguiente
(17 de Abril), cuando procedió al reparto de los solares entre los integrantes
de la Hueste que lo acompañaba. En cuanto al reparto de solares institucionales
podemos decir que el fundador designó dos para la Iglesia Mayor, otros
dos para el Obispo, la cuadra de su Señoría, Casa del Cabildo
y Cárcel, una cuadra para el Convento de San Francisco y también
señaló explícitamente la cuadra de la “Plaza Mayor”,
también conocida con el nombre de “Plaza de Armas”, que acorde
a la acepción que tenía por aquellos tiempos era “el sitio
o lugar en que se acampa y forma el ejército cuando está en campaña,
o el lugar en que se forman y hacen el ejercicio las tropas que están
en guarnición en una plaza”.
Con el tiempo los salteños se acostumbraron a designarla simplemente
como “La Plaza”, aclarando que esta manzana, comprendida en el primigenio
trazado de la ciudad entre las calles del Yocci (España); La Caridad
(Mitre); del Comercio (Caseros); y la Concordia (Zuviría), fue la única
designada a tal efecto hasta el año 1872, cuando el entonces gobernador
Delfín Leguizamón decidió la expropiación del terreno
para el traslado de una segunda plaza en la geografía capitalina de los
salteños, que por entonces decidieron debía llamarse “Plaza
25 de Mayo”, pero que al haber albergado en su centro el primer monumento
que los salteños conocieron que no era otro que la efigie del General
Manuel Belgrano, la voluntad popular le terminó imponiendo el nombre
del prócer.
Afirmamos entonces que en el período comprendido entre los años
1582 y 1864, la capital de los salteños lo único que tuvo es un
perímetro designado para algo que debía ser una plaza y que nunca
dejó de ser una manzana completamente despoblada. Un baldío. Abandonado
“a la buena de Dios”, con charcos, yuyarales, sapos y otros especímenes,
a los cuales solían sumarse vagabundos y delincuentes que se solazaban
en su terreno, el que también era utilizado para otras actividades como
por ejemplo los actos de juramento a los monarcas españoles, en su advenimiento
al trono o aquellas como cuando las serpenteantes sendas que lo cruzaban eran
transitadas para pasear el real estandarte, también cuando algún
político de circunstancia utilizaba parte de su terreno para expedir
sus fogosas arengas, o simplemente como cuando, fiel al destino para el cual
había sido creada, los soldados la cruzaban al galope tendido; instalaban
dos cañones para alguna exhibición u ocasión especial como
la ocurrida en el año 1810, cuando el último gobernador realista
Nicolás Severo de Isasmendi pretendió amedrentar a los cabildantes
y a la burguesía nativa que acataron lo decidido en Buenos Aires en las
gloriosas jornadas revolucionarias (a los cuales luego encarceló) posesionando
los cañones que apuntando hacia las salas de sesiones no pudieron torcer
la patriótica voluntad de esos paisanos.
Si tenemos en cuenta los diferentes conceptos de una Plaza, palabra derivada
del latín platea, que significa lugar ancho y espacioso dentro de poblado
o lugar donde se venden los mantenimientos y se tiene el trato común
de los vecinos y comarcanos y se celebran ferias, mercados y fiestas públicas,
se podrá comprender que el acto mismo de la Fundación de la Ciudad
se llevó a cabo en su centro. Allí se clavó el Rollo o
Picota (la picota era un trozo de madera como de una vara que tenía en
la parte superior un hueco o concavidad donde entraba la cabeza del guimbalete,
ajusticiados o “reos” a la vergüenza), rudimentario tronco
clavado en la tierra, donde a más de proceder al ritual de características
feudales que se estilaba cuando se fundaban ciudades también simbolizaba
el lugar elegido para el ajusticiamiento de malhechores, bandidos o sujetos
que la justicia consideraba merecedores de pasar al otro mundo, ceremonias que
Bernardo Frías consideraba: “...imponente... la población
ociosa y curiosa acudía al sangriento espectáculo; la campana
tocaba con un sonido lento, dado con la segunda campana de la catedral... la
carreta salía de la cárcel, situada en los bajos del Cabildo,
conduciendo las víctimas al suplicio, sentados en pobres sillas confundidos
en el trance por las exhortaciones de un sacerdote con el crucifijo en la mano
y la cabeza descubierta... sentados y atados luego en el banquillo, que no era
más que un madero clavado de punto en la tierra y un par de adobes para
que hicieran de asiento, se les vendaban los ojos...”.
Esto de los fusilamientos en nuestra ciudad y en la plaza no era una rareza,
solo a modo de ejemplo recordamos el acontecer ocurrido en 1835, durante el
gobierno de Don Pablo Latorre, de ideología federal, al descubrirse una
revolución opositora identificó su cabecilla en el Coronel Morales
“El Costeño”, este será fusilado sin más al
día siguiente en la plaza.
Transformar entonces este baldío en la Plaza Mayor de la Ciudad, fue
un anhelo que tuvo que esperar la llegada al gobierno de Juan Nepomuceno Uriburu
(1805-1887), quien gobernó la Provincia desde el 11 de Mayo de 1862 al
8 de Mayo de 1864 y fue acompañado en su acción de gobierno por
los intendentes municipales Vicente Anzoátegui y Bernabé López.
Uriburu, fue quien elevó al rango de Departamento al partido de Cafayate
y el creador del pueblo de Rivadavia, adoptó una decisión que
consideramos trascendente para el nacimiento de lo que hoy es la Plaza 9 de
Julio: la construcción de un aljibe, un pozo de agua, en el centro mismo
del terreno. Si bien el objeto de tal medida fue el de brindar respuesta a la
acuciante necesidad de la población para dotarse de agua (hasta entonces
los habitantes de la ciudad conseguían el líquido elemento desde
el pozo del Yocci, España y Juramento, el Tagarete de Tineo, hoy calle
Belgrano, podían comprarla a los carros aguateros o también rescatarla
de los aljibes domiciliarios). El gobierno ordenó la construcción
del pozo en el punto de convergencia de las diagonales que permitían
transitar el terreno hacia los extremos, las mismas que años después
los salteños denominaron “Avenida de la Estrella”.
Cuando el Dr. Cleto Aguirre (1834-1899) accedió al gobierno en un periodo
que se extendió desde el 3 de Agosto de 1864 al 3 de Agosto de 1866,
designó en el cargo de intendente a Vicente Anzoátegui. El Médico-Gobernador,
vivía en una casa ubicada a mitad de cuadra en la vieja calle de La Caridad
(hoy calle Mitre) entre España y Belgrano, es decir a solo media cuadra
del desolado baldío, por lo tanto no es de extrañar que cabalgando
en su impetuoso espíritu progresista tomará la decisión
de construir el primer espacio verde artificial de la Provincia de Salta. Por
aquellos tiempos el agua era un elemento de lujo y su adquisición, por
su costo debía ser incluido en los presupuestos familiares. La decisión
de crear una plaza pareció en algunos sectores como una idea descabellada.
Fue entonces cuando el famoso pozo de agua de Uriburu adquirió importancia
relevante. Hasta entonces solo había tenido por objeto la provisión
del indispensable elemento para parte de la población lo que daba por
resultado a que por las tardes una interminable cantidad de criadas y chinitas
descalzas desfilaran con sus baldes y tachos a proveerse de agua, convirtiendo
al pozo en un baluarte social que posibilitó la concreción de
la decisión de Don Cleto Aguirre.
El Consejo Municipal bajo la presidencia del Intendente Anzoátegui se
puso manos a la obra y el baldío comenzó a transformarse en forma
acelerada en lo que se denominó “Plaza del Inmortal General Urquiza
– 3 de Febrero de 1852- ”. Para embellecerla se dispuso el empedrado
de sus calles internas con piedra bola, encargándose de dicha tarea a
la empresa de Don Neo Macchi. Se niveló el terreno y se complementó
la tarea con la plantación, en forma simétrica, de naranjos, que
desde su hacienda de Campo Santo había traído don Florencio Peralta.
La cantidad de plantas fue la suficiente para formar las Avenidas del Paseo
y convertirse en breve tiempo en las niñas mimadas del pueblo, quien
a los efectos de preservarla de las heladas del invierno las resguardaba con
un abrigo de totora. Muy pronto las polvorientas callejuelas de la Avenida de
la Estrella fueron cubiertas con lajas escogidas desde las canteras del cerro
San Bernardo. La naciente plaza de una Salta que tenía por entonces la
estructura de una villa, era acompañada por un conjunto de casas que
pertenecían o habían pertenecido a distinguidas familias de la
aristocracia salteña, entre las que se destacaban la de Los Costas y
Francisco Aráoz sobre la calle del Comercio, de los Díaz de Vedoya,
Don José Ibazeta, Pedro José Saravia, el Templo de Los Jesuitas,
el Cabildo Histórico. Era la casa de la familia Torres (que estaba ubicada
donde hoy se levanta el edificio del Cine Teatro Victoria) donde se había
jurado en brillante ceremonia fidelidad al Rey Fernando VII. Tan distinguidos
vecinos y paseantes merecían la comodidad de asientos donde depositar
sus posaderas. Se los instaló formando calles en los cuatro frentes de
la plaza. Eran pesados, de ladrillo en forma de sofá con respaldo, con
gruesos brazos en los extremos. No eran recomendables en la época de
lluvias si se quería preservar la vestimenta, de todas maneras muy pocos
de aquellos tiempos, cuestionaron su utilidad hasta que fueron reemplazados
por un lote de cuarenta bancos de madera y hierro que llegaron desde Tucumán
en 1870. Todo un acontecer resultó la llegada de esta partida transportada
en una tropa de carros. Los restos de los primeros cien históricos bancos
fueron utilizados para construir la base de la primera glorieta instalada en
nuestra querida plaza en 1880 y también para la construcción de
bases donde se asentaron algunos tinajones que albergaron cactus y otros especímenes
destinados al adorno.
El gobernador Aguirre creyó encontrar en este predio la posibilidad de
instalar algún elemento que permitiera recordar el alzamiento político-militar
de Francisco Uriburu. Ordenó la construcción de una pirámide,
que según el historiador Bernardo Frías fue encargada a Don Neo
Macchi a un costo de cuatro mil pesos fuertes o patacones y que estuvo construida
sobre el pozo de agua, el que quedó cubierto por el monumento de ladrillo
y argamasa, dando la puerta hacia el costado del oriente. Consistía,
según Frías, la pirámide en “... cuerpos superpuestos,
el primero de forma cuadrangular y los restantes de forma octogonales, hasta
rematar en una especie de veleta que jamás el viento meció...”
(Tradiciones Históricas de Salta. 1923). Otra publicación salteña
(Cuatro Siglos Arquitectura y Urbanismo, en su página 27) plantea al
respeto que la pirámide fue proyectada por el Ingeniero Plácido
Aymo, Jefe de la Mesa Topográfica y que ésta “... era de
orden gótico con molduras bien distribuidas. El cuerpo central se realizó
con piedras extraídas del cerro San Bernardo y .... se utilizaron alrededor
de dos barras de hierro de dos pulgadas de diámetro y cuatro de largo;
los cimientos eran de tres varas y dos de espesor y se hicieron de piedra con
tres escalones de ancho de una vara. La base de la pirámide desde la
última escala hasta la impronta de la misma fue de seis varas por cuatro
de ancho en cada lado y una vara de espesor...”. El asunto es que esta
pirámide estuvo instalada en el centro mismo de la plaza hasta el año
1912 cuando fue demolida y en su lugar años después (1918) se
levantó el monumento al General Arenales que se conserva en la actualidad.
La pirámide testificó muchos acontecimientos realizados por generaciones
de salteños. Desde los clásicos “Entierros del Carnaval”
que se concretaban en su interior y cuya primera edición se llevó
a cabo el 14 de Febrero de 1875, la celebración de los festejos del Centenario
de La Revolución de Mayo en 1910, cuando como parte de ellos el intendente
Agustín Usandivaras, decidió la instalación de esculturas
en la plaza.
Durante muchos años los salteños disfrutaron de la sombra de los
álamos, ubicados en sus puertas de entrada. Los jardines españoles
fueron reemplazados por los ingleses y las cuatro secciones triangulares (canteros)
ordenados por Don Cleto Aguirre supieron albergar rosales, nardos, jazmines,
lirios, floripondios y malvas que junto a Molles, Tarcos y Ceibos le pusieron
vida y colorido al paseo. Todo este verdor no solo se debió a la decisión
política del gobernante sino también a la protección y
el esmero que puso el primer jardinero que tuvo en su historia la Plaza 9 de
Julio. Fue un francés soñador y trabajador: Monseieur Próspero
Poyard. La presencia de caballos, mulas y otros animales obligaron prontamente
adoptar otra decisión, instalar una verja de madera pintada de un verde
pino y cuyas puntas al estilo lanza estaban pintadas de blanco. Esta verja perimetral
ayudó a preservar los canteros y su verde y posteriormente cumplió
el mismo objetivo en la segunda plaza que tuvieron los salteños y que
fue creada en 1872 (La Plaza Belgrano).
Con los años la Plaza 9 de Julio se contagió del rango aristocrático
de sus vecinos y permitió que especialmente en el horario en que la banda
ejecutaba la retreta, por el costado cubierto de piedra laja pasearan exclusivamente
los señores de la sociedad y “los niños y niñas”.
El resto tenía que hacer su paseo por el piso de los tres costados restantes
del perímetro. Para entonces ya constituía una presencia convocante
“La Fuente del Deseo”, que había sido inaugurada el día
14 de Noviembre de 1904. Adquirida en Europa por el gobierno nacional y donada
a la Municipalidad de Salta. De bronce tallado con caprichosas alegorías
formó parte del corazón de los salteños hasta que fue reemplazada
y trasladada también hasta la Plaza Belgrano.
En 1923 los niños encontraron en ella el atractivo de dos juegos de calesitas.
Así se fue desarrollando la historia de la Plaza 9 de Julio, allá
por 1889 las autoridades municipales habían decidido subdividir los cuatro
canteros iniciales y surgieron así una gran variedad de ellos que albergaron
diferentes espacios vegetales y llenaron de verdor el predio. Por entonces la
arboleda en el interior de la misma era todavía incipiente. Cuando se
organizó el primer gran corso de 1898 las calles adyacentes fueron vestidas
como en las grandes ocasiones se colocaban parantes de aproximadamente cuatro
metros de altura a una distancia de treinta metros y a través de los
cuales se llenaban de gallardetes, banderas y banderines multicolores como parte
de adorno de un circuito que posibilitaba el desfile de carruajes y cabalgaduras
tal se estilaba por aquel entonces.
Con el primer año del presente siglo la calle Alsina (hoy Zuviría
se vió engalanada con una nueva construcción, la casa del Ing.
Solá (hoy España y Zuviría). Por entonces todavía
subsistió el edificio de la antigua iglesia de los Jesuitas ubicada en
la intersección de las actuales calles Mitre y Caseros y que fue demolida
en el año 1909 para comenzar la construcción del edificio de la
sede del Club 20 de Febrero luego transformada en Casa de Gobierno y a partir
de 1996 en el Centro Cultural América.
La Plaza fue testiga de grandes acontecimientos por ejemplo de la llegada del
Primer Tren a Salta, hecho ocurrido un día 9 de Julio de 1891, cuando
ingresó la locomotora conducida por el maquinista Pedro Enrique Saporiti
y depositó su armatoste de hierro sobre lo que hoy es la calle Mitre
primera cuadra. Al año siguiente, 1892 testificó la llegada y
el ambular de la Primera Bicicleta que fue introducida en nuestra capital por
un integrante de las corrientes inmigratorias que recalaron en nuestra provincia,
el “Tano” Ravizza, de oficio joyero-relojero, cuyo local comercial
estaba ubicado sobre calle Caseros al lado del Cabildo. También esta
plaza observó con ojos asombrados cuando en 1907 se colocó sobre
las calles laterales un piso con afirmado de madera y canto rodado, por que
recién en 1925 se instrumentó una pavimentación como en
los tiempos actuales.
A pesar de que muchos edificios la acompañan desde algo mas de una centuria,
también fue testiga de la desaparición de muchas casas de familias
de prosapia en la Historia Social de la Provincia. Ya no la acompañan
la casa de Francisco de Gurruchaga (Zuviría 20, donde no solo vivió
este prócer sino también la habitó el Gral. Don Manuel
del Corazón de Jesús Belgrano); la de La Liberata Costa Guastaburú
(donde hoy se levanta el edificio de la Caja de Jubilaciones–casa habitada
por el General Pío Tristán al momento de la Batalla de Salta;
la casa de Abel Zerda (el gran intendente salteño que adquirió
parte del Cabildo y levantó su casa de dos plantas en el lugar donde
hoy se levanta la Plazoleta IV Siglos; la casa de la familia Torres (donde hoy
se levanta el Cine Teatro Victoria y donde se juró fidelidad al Rey Fernando
VII; la casa de Don Pedro José Saravia (donde hoy está ubicado
el edificio del Banco Provincia de Salta; y que fue habitada por el viejo guerrero
de la independencia, padre de Apolinario “Chocolate” Saravia); la
casa de Tomás Archondo (gobernador realista adversario del General Martín
Miguel de Güemes – donde hoy se levanta el edificio de la Tienda
San Juan); la casa de Benito Graña (donde hoy se levanta el edificio
del Hotel Salta, utilizado por el Gral. Güemes como Casa de Gobierno (1819-1821)
y demolida en 1941) en fin... la Plaza 9 de Julio forma parte de la memoria
misma de la salteñidad y por lo tanto merece el homenaje de los paisanos.
EL CARNAVAL DE 1901
En los primeros días del mes de febrero la empresa de luz eléctrica
trabajaba con mucho énfasis en la multiplicación de focos que
iluminaron las noches del corso de los días de carnaval.
El entusiasmo, se había despertado en los jóvenes y señoritas
quienes preparaban vestidos especiales y adornos para los diferentes carruajes
particulares.
El carnaval apareció entre crepúsculos tenues a causa de las escasas
novias dispuestas a la pasión sin freno. Las calles y su vecindario se
preparaban para receptuar a los grupos de paisanos que, en forma de comparsas,
llenas de gozo entre medio del sonido de las cajas, de los mandolines y guitarras
que entremezcladas con voces extemporáneas formaban un ruido uniforme
como el eco producido por las olas tempestuosas de un mar embravecido. Una comparsa,
"Los Artesanos", recorría las calles seguidas por el consabido
número de changos, produciendo gritos de asombro nacidos de los labios
de alguna doncella casera que era atraída por la novedad. La Policía,
mientras tanto daba a conocer su esperado Edicto Policial, albergando las frustraciones,
de antemano, de saber que sería importante para contrarrestar el juego
con agua y otras prácticas fáciles de reglamentar en el papel,
y casi imposible de evitar en la práctica.
A tal grado llegaba el juego con agua que en muchos barrios de La Salta de entonces
se habían establecido especie de cantones, algunos de los cuales, inclusive
recibían nombre de guerra "Kimberly", "Muralla China",
"Desastre del Tudela", "Trafalgar", "Waterloo",
etc.
Al igual que el año anterior el corso tuvo un circuito de dos cuadras,
Caseros-Buenos Aires, alrededor de la Plaza 9 de Julio.
EL TRIENIO DE LA CRISIS
La Historia del país de los argentinos nos habla de la crisis económica
que azotó al estado nacional, hasta inclusive el año 1905. Salta
no podía ser una excepción.
Desde el 1º de Setiembre de 1901 y hasta el 1º de Setiembre de 1904,
administró los destinos de la provincia Angel Zerda, que tuvo como Ministro
de Gobierno al Dr. Felipe. R. Arias; Ministro de Hacienda al Dr. Manuel Anzoátegui
-Pedro López y Robustiano Patrón Costas y como Intendente Municipal
Abel Zerda.
Llamativamente, durante estos años no se puede decir que hubo una decadencia
absoluta para Salta, pues en el transcurso del período (1901-1904) se
sucedieron una serie de acontecimientos de gran importancia para la provincia,
especialmente este último año, 1904, representará para
los capitalinos un año crucial en lo que respecta a la ampliación
del ejido urbano, que se inició en El Campo de La Tablada (extensión
de terrenos que iban desde la Avenida Belgrano hacia el norte, hasta contactar
con las márgenes del Río Siancas, hoy Vaqueros, y desde las estribaciones
del Cerro San Bernardo hacia Las Lomas de Medeiro, es una meseta inclinada de
Norte a Sur, donde se libró La Batalla de Salta en 1813).
Los factores que incidieron fundamentalmente fueron:
-La Estación del Ferrocarril que convertiría a sus adyacencias
en un punto neurálgico económico-social (1891).
-La Inauguración de la Nueva Casa de Gobierno ( hoy Palacio Legislativo
– 20 de febrero de 1901).
-La instalación de la Nueva Cárcel Penitenciaria (hoy Central
de Policía - 1889).
Consecuente con estos hechos, revalorizados los terrenos, comenzará una
serie ininterrumpida de loteos que transformarán toda la zona.
Con respecto al Carnaval podemos decir que Los Corsos de l902 y 1903 no se diferenciaron
casi nada del corso de l901, el circuito fue el mismo (Caseros-Buenos Aires)
y si bien el ánimo y la participación decayeron un poco los corsos
se llevaron a cabo y tuvieron lucimiento.
Totalmente diferente lo acontecido en el carnaval del año 1904. La crisis
económica golpeaba con rudeza a los sectores sociales. El carnaval de
este año estuvo empapado de tristeza. De más está decir
que durante 1904 no se realizaron corsos.
LA PRENSA Y SU ANÁLISIS SOBRE LAS CELEBRACIONES:
Solo queda entonces para ese período de crisis rememorar lo que "La Montaña" (diario aparecido en 1902) bajo la dirección del Sr. Alvarado, informaba sobre aspectos relacionados a las celebraciones del carnaval del año 1903:
LAS CARPAS:
"Insistimos en que la municipalidad debe evitarnos el espectáculo
bochornoso de las carpas, pues si la razón que tiene autorizarlas es
que producen buenas entradas a la caja de la comuna, ni siquiera debe tenérsela
en cuenta, pues nadie, mucho menos una institución debe especular en
la corrupción y en el escándalo para enriquecimiento. Respecto
a que la vigilancia policial se hace mejor concentrando las farras en un sitio
oficial es cuestión que a la policía interesa y según sabemos,
ésta ya se ha manifestado contraria al establecimiento de las carpas.
La municipalidad no puede autorizar el vicio, la inmoralidad en sus expresiones
más repugnantes; porque si existen en nuestra sociedad, su deber es ponerles
un remedio moralizador y no fomentarlos dándoles el carácter de
oficialmente patentados. Con gusto vemos que la prensa local se ha manifestado
casi unánimemente en el sentido de nuestra propaganda...".
El diario salteño en su edición del 14 de Febrero planteaba lo
siguiente respecto del carnaval:
"Apenas falta una semana para que él se presente con su faz sonriente
y alegre, y hasta ahora no se ha hecho nada para festejarlo como es debido ya
que en esos tres días de locura, preciso es olvidar congojas y dolores
dando franca expansión al espíritu para que sature del placer
anhelado sin ofuscamientos ni treguas de tristes reminiscencias. Ni una sola
tertulia ni una sola reunión en las casas de familia, que debieran abrir
sus puertas a la sociedad cansada del vivir monótono, tranquilo y silencioso,
sin esas emociones que convengan las fibras más intensas del alma, despertándola
para el sentimiento y para el amor...”.
“...Nada se dice tampoco del corso; y es casi seguro que no tendrá
lugar. ¿Porqué? Lo ignoramos pero el hecho será que, fuera
del juego popular, por lo demás poco civilizado, que presenciaremos una
vez más en las calles...”.
“...Carnaval pasará triste y melancólico y a su ida verterá
quizás lágrimas de dolor al comprender que ha visitado a una sociedad
que hasta en las manifestaciones más espontáneas y atrayentes
presenta síntomas de un decadencia incontestable...”.
Como se puede observar para los periodistas de esta publicación las cosas
no pintaban nada bien. En su publicación del 19 de Febrero, informaba
con respecto al baile de máscaras:
“...Próximamente comenzarán los bailes de máscaras
en el local del Teatro Victoria. Habrá una orquesta compuesta de ocho
profesores, se establecerá en el mismo local un bufet en el que la concurrencia
será bien servida y a precios módicos...”.
“...La entrada para las mujeres que asistan al baile ya sea disfrazadas
o de particular será gratis y los hombres pagarán dos pesos. Ya
saben los que en los días del Carnaval deseen divertirse pueden acudir
al Teatro Victoria donde se les propone esas comodidades...”.
Pero si el periodismo realiza su aporte para tener una idea respecto de la cara de los festejos, La Montaña lo hace en su edición del 25 de febrero cuando bajo el título de “El Carnaval” publica lo siguiente:
“...Indudablemente el Carnaval este año nos ha mostrado de una
manera palpable una de las tantas fases de la decadencia de Salta.
Siquiera así reflexionaremos y apercibidos de lo que ella entraña
y significa y con la visión clara de las consecuencias que forzosamente
han de producirse concurriremos todos si es que amamos nuestro suelo, a detener
el avance de un orden de cosas que amenazan destruir por completo nuestras energías
anémicas, así como ha consumido ya todo el vigor de nuestra salud
física...”.
Y culmina la nota con un remate que no tiene desperdicios:
“...Nada exterioriza más tal vez la potencia vital de un pueblo
que sus manifestaciones sociales...cuando éstas decrecen, cuando ellas
tienden a desaparecer, lógico es pensar que algo grave mina la constitución
de aquel, que factores orgánicos psicológicos o puramente económicos
han comenzado la obra de un derrumbamiento que seguramente irá a su fin,
si espíritus prevenidos y emprendedores no oponen a esta fuerza destructora
el empuje vigoroso de una acción decidida y eficiente...".
El corso de 1903 pudo concretarse debido al esfuerzo de unos cuantos entusiastas.
Si bien no superó, ni mucho menos al de años anteriores resultó
más lucido y animado de lo que se esperaba. Una inmensa concurrencia
llenó las avenidas interiores de la plaza. Numerosos coches condujeron
a bellas señoritas primorosamente ataviadas con preciosos trajes de fantasía
y de todas partes, y en todas direcciones, partían y cruzábanse
flores y serpentinas, mientras un millar de almas olvidando penas y congojas
vivieron dulces momentos de expansión y de placer. Por esos tiempos poco
había más sugestivo y espiritual que esta manera aristocrática
de divertirse. Nada podía expresar mejor los sentimientos que se iniciaban,
desarrollaban a través de cada serpentina que se tiraba, cada ramo de
flores que era arrojado llevaba consigo la expresión de un alma que se
agitaba al impulso de esas emociones bien sentidas. Serpentinas que al cruzar
el espacio que mediaba entre dos amantes, los unía a la distancia, constituyendo
el hilo de comunicación de sus sueños y esperanzas. Serpentinas
que arrojadas con fuerza y entusiasmo llevaban consigo todo el calor, de un
alma apasionada. Y que eran recibidas con expresión amable pues permitían
nacer rientes ilusiones.
Serpentinas que caídas en el vacío, despreciadas, abandonadas
a sí solas en su vuelo, llevaban al espíritu decepción,
un desengaño que iba aumentando el caudal de sus tristes impresiones...flores
que partiendo de manos delicadas iban a su destino cual dulce anuncio de venturas
no lejanas.
Flores que encantaban, que aprisionaban y conquistaban...arrojadas al espacio
por otras flores y que llevaban en sus corolas, unido a su fragancia, el perfume
de almas candorosas nacidas para amar y ser amadas.
Por eso, tal vez simplemente por eso eran bellos los corsos. Estos transformaban
a los paisanos de tal manera, que algunos de finos y pensativos, se tornaban
entusiastas y apasionados. Era entonces cuando el corazón triunfaba sobre
el cerebro acallando la reflexión para dejar hablar solamente al sentimiento.
LOS CORSOS Y LA CRISIS.
Así como habíamos planteado para la década del '90 la excepcionalidad
del corso de 1891, y la crisis del primer quinquenio de esa época, absolutamente
compresible en el marco del segundo gobierno de Delfín Leguizamón(1892-1895),
en donde el conflicto electoral manifestado, a través del Partido del
Tiro; los fusilamientos (el 4 de Marzo de 1894, que costó la vida de
catorce militantes de la Unión Cívica Radical en las puertas de
La Catedral); como el flagelo de la corrupción que los salteños
de aquellos tiempos repudiaron a partir del famoso número 180.301 que
significaba un estigma sobre la dirigencia conservadora.
Así también en el primer quinquenio del siglo XX, el carnaval,
y en especial su corso, soportaron las consecuencias de la crisis política-económica
que volvió a azotar al país.
Una vez que el carnaval supere la falta de corsos, ocurrida en 1904 y 1906,
su despegue será incontenible.
El Miércoles 17 de Agosto de 1904 el diario "El Tribuno Popular"
(que apareció ese mismo año) bajo la dirección del escribano
y plástico Casiano Hoyos, que sería el primer director que tuvo
la Biblioteca Provincial Dr. Victorino de La Plaza y representaba los intereses
de la Iglesia Católica, planteaba la situación de los maestros
que a esa fecha aún no habían cobrado sus sueldo correspondientes
al quinto y sexto bimestre de l903, y que estos serían abonados en los
próximos días en la Dirección del Consejo de Educación.
En el ejemplar correspondiente al jueves 1º de Diciembre de 1904 editorializaba
sobre los lamentos de los maestros provinciales que más allá de
los anuncios no habían podido cobrar sus billetes del sexto bimestre
del año 1903 y que vanamente esperaban los sueldos correspondientes a
1904. Las respuestas habían sido siempre las mismas "no hay dinero".
¡Cómo para Corsos estaba la cosa!.
Los sectores aristocráticos celebraron a su manera, demostrando que para
ellos las crisis no son tan rigurosas, en San Lorenzo y en El Rosario planificaban
organizar sus propios corsos y tertulias en aquellos puntos veraniegos. Porque
la Capital de Salta podía no tener su Corso pero lo que no faltaría
es el tradicional baile del Club 20 de Febrero.
En su edición correspondiente al 14 de Febrero de 1904 "La Montaña"
analizaba y presagiaba:
“... No vamos a detallar un programa que en otras épocas se solía
hacer para festejar los días del reino de Momo, pues hoy a este huésped
ya no le cabe la gloria de antaño ,cuando su aparición preocupaba
la expectativa universal.
La Civilización?; el elemento pecuniario?, cual de ellos es la causa
de la indiferencia hacia el viejo Momo?.
Seamos francos, confesemos todos, que lo último viene siendo la causante
para ello y para todas las decadencias que sufrirá (hablamos solamente
de nuestra provincia). Si, es la miseria en que vive el pueblo todo, a causa
de qué ?... adivínenlo.
El Carnaval se nos ha presentado triste...”.
Del análisis que realizamos de artículos periodísticos
llegamos a la conclusión de que la prensa daba “palo por que bogas...y
palos porque no bogas”. Así proseguía La Montaña:
“...Aquí no será festejado con Los Corsos ni con ningún
otro movimiento que signifique alegría. Las comparsas de máscaras
que en otro tiempo le presentaban su homenaje aturdiendo con su vocinglería
y el golpeteo de panderetas por nuestras calles, hoy no se harán sentir,
salvo alguna malamente organizada...así se nos presenta El Carnaval de
1904...”.
Con la llegada del Año Nuevo (1905) los salteños intentaban buscar
los medios necesarios que le permitieran recuperar la fuerza de su carnaval.
Los centros de reuniones sociales, concentraban el eco de quienes estimaban
que la ausencia de corsos durante un año era tiempo suficiente para la
tristeza. El 5 de Marzo debían comenzar los festejos de ese viejo y achacoso
Carnaval. Querían recuperar los cortejos de "Pierrotts", "Clows",
de narigones, mofletudos y ninfas, sensuales y provocativas capaces de hacer
perder la chaveta al más pintado.
Desde enero se incentivaba la organización de las sociedades recreativas
que en comparsas salieran a recorrer las calles de la población. No faltaron
quienes planificaron la realización de un corso en el lago del Parque
San Martín.
DISFRACES – CIRCUITO Y COMISIÓN ORGANIZADORA:
Las tiendas y los negocios, rescataron de sus depósitos caretas de cartón
con grandes ojos, descomunal nariz, enorme boca, orejas de burro, abultados
carrillos, colmillos de elefante, además de pomos, papel picado, serpentina,
pitos y flautas como intentando querer crear en la población el ánimo
carnavalero. Probablemente, según los consejos de las viejas matronas:
"A mal tiempo buena cara". La mecha estaba encendida y el incendio
no tardó en aparecer y de pronto la aldeana capital de Salta se vio conmovida
por los señores de una comparsa de máscaras compuesta por menores
de edad, que practicaban en una casa de calle 20 de Febrero entre Güemes
y Boulevard Belgrano (por aquellos tiempos zona de prostíbulos) el nombre
de esta comparsa significaba mucho: "Los Atorrantes".
Establecido el circuito del corso, Plaza 9 de Julio y descartado El Paseo de
los Lagos, se designó a los integrantes de la Comisión Organizadora,
integrada por los Coroneles Carlos Revilla, Manuel Montiel, Fenelón Avila,
Bernardo Calandrea y Emilio Ledesma; Capitán Martín Bartagaray,
Teniente Primero Carlos E. Villanueva y los señores Néstor Patrón
Costas, Domingo S. Isasmendi, Claudio Saravia, Martín Saravia, Martín
Ruiz de los Llanos, Saturnino Sánchez Isasmendi. Quienes de inmediato
solicitaron a los propietarios de casas ubicadas en el circuito que adornasen
el frente de sus propiedades, como así mismo sugirieron a los jóvenes
que pasean a caballo, el inconveniente que representan los grupos en medio de
los carruajes. En los momentos de crisis económica, no faltó un
integrante de la comisión que sugiriera la idea de cobrar diez pesos
por jinete en el recinto del corso.
Así llegó el esperado domingo 5 de Marzo, día del primer
corso, las dos cuadras (Caseros y Buenos Aires) elegidas como circuito, en la
Plaza 9 de Julio, se vieron engalanadas; arcos, banderillas iluminadas profusamente
y a pesar de que las distinguidas familias que ocupaban los palcos se hacían
hilacha en el juego de serpentinas y flores, la primera noche de corso, no colmó
las expectativas, ante la escasa asistencia femenina. El General García
había cedido las tres Bandas de la Brigada.
"Las niñas" de la sociedad participaron en lo que nosotros
llamaríamos conjuntos, así Elena Ortiz, Rosita Cánepa y
Candelaria Gómez Rincón representarían "Las Mil y
Una Noches". Elena Isasmendi Cánepa "Flores no me olvides".
María Luisa García, Elisa Ortiz, Angela Aráoz y Juana Benitez
"Alegres Pastoras", Susana Benitez, Amalia Usandivaras y Fanny Martínez
"Turcas", Mercedes y Ernestina Medina, Corina y Hortencia Medina "Cuatro
Mirasoles", Sara Cornejo y María Luisa Michel "Gitanas",
entre otras.
INCIDENTE – LA ORQUESTA Y LA “MOSQUETERÍA”:
El único incidente del cual fueron víctimas Elena Isasmendi y
Yone Cánepa: un brioso caballo del carruaje que ocupaban, quiso desbocarse
y su conductor, impotente para contenerlo, solo tuvo tiempo para estrellarlo
contra la esquina del Cabildo, las damas, viéndose en peligro se tiraron
del carruaje en vuelo planeado. Después del susto la fiesta continuó.
El 8 de Marzo "Miércoles de Cenizas", el corso recobró
su viejo vigor. El elemento femenino volvió a sentar presencia en el
circuito, sesenta y dos carruajes le dieron un marco festivo a la jornada "lo
mejor de la sociedad" estaba presente.
Si el País se debatía en una aguda crisis, la oligarquía
salteña la disimulaba.
Ustedes se preguntarían, el pueblo que "pito tocaba", tengan
paciencia faltaban unos pocos años para que tuviera su primer corso.
El lunes 13 de Marzo, la temporada del carnaval quedó dignamente clausurada
en los iluminados salones del Club 20 de Febrero.
Por aquellos tiempos, 1905, la orquesta que animaba las principales jornadas
bailables estaba dirigida por el maestro Rodríguez, que según
comentarios periodísticos dejaba mucho que desear en la ejecución
de algunas piezas musicales.
Se debe entender entonces que los corsos de los primeros tiempos no fueron otra
cosa que una manifestación organizada y acaparada por la oligarquía
de Salta. Consistían en desfiles de lujosos carruajes desde los cuales
"Niñas y Niños" hacían gala de paquetería
y alegría mientras sus familias intentaban desde los palcos y balcones,
a través de las serpentinas y flores, ponerle el marco colorido al jolgorio
de sus hijos.
Tanto es así que el diario "La Montaña" nos cuenta que
la última jornada de corsos se manifestó con un grado superlativo
de brillo, y en forma despectiva cita la presencia del pueblo, agolpado en las
aceras de la Plaza Principal de la siguiente manera: "...“La Mosquetería”
llenaba por completo las Avenidas de la Plaza, y podemos asegurar sin temor
de pecar de exagerados que anoche toda Salta estaba de jolgorio y diversión..."
Imaginamos que ante tantas angustias económicas "La Mosquetería"
habrá disfrutado con los acordes de bonitas piezas musicales con los
cuales atronaban los aires las tres bandas de la Brigada. A las doce de la noche
todos volvieron a sus hogares sabiendo que el carnaval y el corso habían
concluido. Quedarían grabados en las retinas de los paisanos y las páginas
de la historia del carnaval el alegre transitar de las comparsas "Los Hijos
del Norte" y de la Sociedad Coral y Candombera denominada "Negros
del Congo".
LAS CARPAS – LAS NOVEDADES Y LA DIVERSIÓN DE “LA CHUSMA”:
Desde Río Ancho, el pueblerío, en jardineras y carrindangas
por la polvorienta "Recta de Cánepa" regresaban llenos de harina
y de alcoholes; porque ellos solo encontraban en las carpas de los arrabales
y del interior la posibilidad de lucir sus antifaces, plumeros, papel, anteojos,
faroles chinescos, cascabeles, alfileres, corbatas, fantasías, barbas
y adornos y que a costa de sus escuálidos bolsillos adquirían,
para no ser menos que los integrantes de la aristocracia.
En un negocio ubicado en la Florida y Caseros consumían serpentinas,
bombones japoneses, botellitas champagne, corneta con música de la gran
siete, monitos de felpa, pájaros con plumas vistosas, galeritas de cartón
para payasos, panderetas, sombrillas de papel para madamoiselles, grandes flautas
para pierrots, sombreros de papel para “caballeros decentes”, bonetes
para payasos, tamboriles, matracas, bastones, que luego graciosas y “decentemente”
lucirían en el corso de la Plaza 9 de Julio o en el baile del Club 20
de Febrero. Si usted; lector considera arbitrario los conceptos vertidos anteriormente
le remitimos a una publicación de “El Cívico” del
3 de marzo de 1905, para que no le queden dudas de los parámetros conceptuales
de la aristocracia para con respecto al pueblo, decía: “...Ya es
tiempo dice a voz unánime toda la prensa local de que se morijere substancialmente
el modo salvaje y bárbaro que usa el elemento popular de esta población
para divertirse con ilimitado desenfreno en los días de carnaval.
Es un contraste profundo y altamente criticable el que se observa entre la gente
de primera sociedad, cuya civilización y cultura se exterioriza en el
brillante corso, comparado con el carnaval que se acostumbra en el pueblo bajo,
en desordenadas orgías, en la libertad absoluta que goza con permiso
de la autoridad policial, para convertir las calles de esta ciudad en hipódromos;
para arrojar sobre el transeúnte que las cruza, todo inmundo, aguas servidas,
cáscaras de huevo, harina, afrecho, almidón, tunas, maíz,
porotos, cohetes explosivos y por fin cuando cae en las manos.
Pero no es solo esto, el año pasado presenciamos una escena por demás
repugnante y salvaje, que se desarrolló en presencia de un agente policial
y el cual reía a carcajadas de lo que para él y toda la gente
baja que se encontraba allí presente, constituía una “gracia
de muy buen gusto”.
El caso bárbaro y reprochable fue el siguiente: una turba de muchachos
grandes y chicos de los que recorren las calles armados de baldes, tarros, etc.,
llenos de agua que recogen de cualquier parte, y que penetran a guisa de invasión
en las casas de familias, sacaron de una de éstas a dos muchachas, casi
arrastrándolas y las obligaron a sentarse en un gran charco de agua sucia,
que la lluvia del día anterior formó en un desnivel del empedrado
de media calle. Allí oprimidas y estrujadas, por la turba salvaje de
muchachos fueron además bañadas por el lodo inmundo que se alzaba
de su alrededor, las infelices víctimas del carnaval que se permite en
Salta, entre la gente del bajo pueblo.
Las esquinas o almacenes en donde se despachaban licores por copas están
día y noche convertidas en centros en centros de un bestial libertinaje,
y ¡Ay! de la señora o niña que tenga necesidad de cruzar
por la calle: la llenan de frases torpes e insolentes, esto cuando no encuentran
las turbas de alcoholizados por la calle y tienen que ampararse en cualquier
casa para evitar su encuentro.
Ya es tiempo que costumbres tan retrógradas y repugnantes desaparezcan
de los hábitos de la gente baja, en lo que hay por supuesto, excepciones
muy honrosas pero por desgracia, no se sigue el buen ejemplo en la gran masa
del pueblo.
La autoridad policial es la llamada a poner en dique a este salvaje desenfreno
en los días consagrados al Dios Momo, que para muchísimos de los
prójimos a que nos referimos es más bien un culto al Dios Baco
y no a Momo...”.
LAS AUTORIDADES PROVINCIALES Y EL CANAL DE LA ESTECO:
Durante el período 1904-1906, el gobernador de Salta fué don
David Ovejero que tuvo como Ministro de Gobierno a Luis Linares, Ministros de
Hacienda a Ignacio Ortiz y Marcos Alsina, Jefes de Policía a Carlos Arias
y Justiniano Arias y como Intendente Municipal a Abel Zerda.
A más de lo planteado al respecto de la crisis nacional, y en lo estrechamente
relacionado con el carnaval de Salta tenemos que aclarar que como consecuencia
del Cólera, flagelo que azotó Salta en 1886/87, durante 1895 desarrolló
su accionar una “Junta de Sanidad” para expedirse sobre las causales
de tan doloroso flagelo, este trabajo fue publicado en 1901 y como parte de
algunas de sus conclusiones consideraba prioritario e ineludible la disecación
de todos los pantanos y lagunas existentes en la periferia de La Capital de
Salta, la erradicación de los pozos ciegos y la instalación de
la red de agua corriente y cisternas de desagües.
SU HISTORIA:
Este Canal es artificial. Su trazado se debe a lo aconsejado por la Junta
de Sanidad conformada a los efectos de estudiar las causales de las pestes de
Paludismo y Cólera. La expropiación de tierras, su trazado y construcción
permitieron la disecación de numerosos pantanos y lagunas existentes
en el territorio que anteriormente se denominaba Paso del Carrillo, hacia el
oeste de la Capital de Salta.
Será durante el gobierno de Ángel Zerda (1.901-1.904) que se sancionó
la Ley Nº 659 (cuyo Nº original fue 197- del 28 de Julio de 1903 autorizaba
la expropiación de tierras para el trazado del canal). Inaugurado el
29 de junio de 1908 y permitió la disecación de “la Laguna
de Chartas”, entre otras.
Dicha ley en su Art. 1º dice: “Declárase de utilidad pública
y autorízase al Poder Ejecutivo de la provincia para expropiar con arreglo
a la ley de la materia, los terrenos necesarios para la apertura del Canal que
debe ejecutarse en virtud del proyecto de Obras de Saneamiento en esta ciudad
para dar desagüe a los terrenos bajos del oeste, el que arrancando de la
calle Gral. Güemes sigue hacia el Sud por Gorriti, penetrando desde Alvarado
en terrenos particulares para desembocar en el Río Arias, frente de la
calle Córdoba con un recorrido total aproximado de 2.969, 60 m., variando
su ancho entre 8 y 18 metros”.
El canal fue inaugurado el día 28 de junio de 1908 durante el gobierno
de Luis Linares (1857-1942) que gobernó durante el periodo comprendido
entre el 20 de febrero de 1907 al 20 de febrero de 1910. Al Acto inaugural asistieron
Marcos Alsina, Santiago López, David Zambrano, Miguel Fleming, José
Saravia y Juan Martín Leguizamón, integrantes del gabinete de
gobierno. También asistió el Jefe de Policía Apatié.
Hicieron uso de la palabra el Gobernador Linares y el intendente Abel Zerda.
Acuñándose en esa fecha una moneda conmemorativa.
CANAL DE LA ESTECO
Cuando éramos niños
y teníamos embolsados los sueños
en un paquete de figuritas,
el Canal de la Esteco
con sus aguas chocolate,
era el mar final
donde iban a parar
nuestros barquitos de papel.
Tiempos de calle i’tierra,
de aguas acarreadas.
Gallinas engordadas con Ataco de la orilla
poetas ambulantes, con versos incipientes.
Escondidas, tabas y mateadas,
charqui, mazamorra y anchi bien caliente.
En días de primeros habitantes,
de ranchos fantasmales y esparcidos,
eras en el Paso del Carrillo
la figura más galante.
Las mujeres de la villa
bien peinadas y elegantes
los Domingos a la tarde,
a la hora del crepúsculo,
depositaban su esperanza al pié de tu alameda.
Pa’ cruzarte un puente i’riel.
Los días de la vida para amarte.
Canal, querido amigo,
devuélveme el mensaje de jazmines
mis lágrimas, que tus aguas se llevaron.
Yo por mi parte si pudiera
te traería el nido de urpilita
que una tarde te quité con mi gomera.
Si una noche solitaria del invierno
vés pasar los fantasmas queridos de la gente
haciendo extraños equilibrios,
sin darse cuenta que hay nuevos puentes,
lloraremos junto a tu cauce humedecido
al sabernos todos diferentes.
El otro día,
engalanado, lleno de agua.
Emocionados te miramos,
¿Te acordás hermano
de aquel canto chiquilín?
“...Antolín, Antolín,
sacate la bota, ponete el botín...”
Si hasta de puro emocionado
rebalsaste nuevamente
dejándome mojada el alma de purrete.
M.A.C. (de “Memoria”).
EL AGUA CORRIENTE LLEGA A SALTA: ¡VIVA EL POLVO Y EL BARRO!.
En 1904 dieron comienzo los trabajos para la instalación de las cañerías
que dotasen de agua corriente al radio céntrico de la ciudad. Trabajos
que tuvieron consecuencias: por ejemplo el levantamiento de los servicios del
Tranway (1874-1904), la que deja sin servicios de transportes públicos
a la capital de Salta, hasta 1913 en que comenzará a circular el servicio
de Tranvías; en segundo lugar convirtió en intransitables las
calles céntricas, lo que significa otro escollo, sumado a la crisis económica
que impidió a los carnavaleros la realización de corsos en 1904
y en 1906.
Si bien, según relatamos en 1905 sí hubo corsos, debe entenderse
que deberán afrontar y superar el calamitoso estado de las calles de
Salta, prueba de ello es lo que planteó el diario “La Idea”,
diario de la mañana aparecido en 1904 y cuyo director fue Policarpo Romero,
en su edición del 28 de Febrero de 1905, decía:
“...Es verdaderamente inexplicable el estado de nuestras calles más
céntricas. El domingo, día que se inauguró el corso como
preparación a los festejos del carnaval, una espesa nube de polvo se
levantaba de las calles que rodeaban la Plaza 9 de Julio, concluyendo el paseo
las señoritas y caballeros con sus trajes inutilizados.
Nos permitimos pues, indicar al Señor Intendente, la necesidad que hay
de que se levante esa tierra, pues si el polvo no molestará estos días
debido a las lluvias recientes, el barro hará que siempre estén
intransitables. Además se hace necesario que se efectúe una compostura,
aunque sea con ripio, en las calles mencionadas, que serán arregladas
para El Corso de Carnaval...”.
LA PRIMERA CARROZA EN LA HISTORIA DEL CARNAVAL SALTEÑO:
Conclusión: 1904 no hubo corsos. 1905 si los hubo, considerado como
brillante y hermoso pero se llevó a cabo en una sola jornada, un solo
día, aparte del tradicional baile del Club 20 de Febrero . Y en el cual
se puede decir que desfiló la primera carroza de los corsos del Carnaval
de Salta, construida por el activo y progresista industrial Ramón Barbarán
que hizo construir, en su acreditada fábrica de carruajes, un pequeño
coche constituido con todas las reglas del arte, que iba tirada por un diminuto
caballo, que a su vez era conducido de las bridas por dos minúsculos
lacayos negros. Esta carroza transportaba varios niños de ambos sexos
y fue titulada “Los Hijos del Obrero Argentino”. Se aclara que éste
carruaje merecía el título de la primera carroza del Carnaval
de Salta debido a que fue expresamente construida para tal fin, a diferencia
de los coches de plaza, carruajes comunes, que eran utilizados como medios de
transporte común y que para los desfiles del carnaval solamente eran
ornamentados.
¿QUÉ ES EL CARNAVAL?: APORTE PARA UN CONCEPTO.
Es tan trillado escuchar que su significado equivale a carne-vale, es decir
período en el que se podía consumir carne, antes de la Cuaresma;
o su equivalente a “adiós a la carne” por su festejo antes
que la Cuaresma, época que la iglesia consagra el ayuno.
Ese concepto no responde nada más que a un encasillamiento desde la óptica
cristiano-católica. Sin desecharlo, ni dejar de valorar su significación,
nosotros entendemos que el carnaval merece una conceptuación mucho más
abarcativa y valorativa. El carnaval es una manifestación ancestral.
Nació con el hombre mismo. Sin propietario ni inventores. Tiene una profundidad
filosófica y una densidad tal que puede ser enfocado desde las vertientes
antropológicas-filológicas-folklóricas-históricas,
etc. Es una especie de vértice cultural. Un imán convocante de
una multiplicidad de acciones y manifestaciones, que en muchas ocasiones son
desarrolladas durante gran parte del año, aveces sin necesidad de efeméride
alguna (yerras-marcadas-jineteadas-alojeadas-chicheadas-lechadas-tacupayanas-piyajacica-encuentro
de comadres, etc.).
El Carnaval es tan viejo como la humanidad, tal vez su verdadero origen, reiteramos,
está en las danzas rituales de las comunidades prehistóricas.
Ya inmerso en la Historia, alguno de sus antecedentes pueden ser encontrados
en las fiestas consagradas a Phasimo por los hebreos, en la que usaban el disfraz
y las máscaras; las Bacanales, Saturnales y Lupercales de Los Griegos
y Romanos, consagrados a Baco, Saturno y Pan, que representaban acontecimientos
y prácticas que rompían los esquemas de las “buenas costumbres”
antiguas; en las civilizaciones de los faraones las fiestas del Buey Apis; en
los tiempos medievales en las fiestas de “Los Locos e Inocentes”.
Las comparsas carnavalescas (en concepto-metodología y coreografía
de orígen europeo, que nada tiene que ver con el concepto de la comparsa
americana, y en especial la salteña) son remedos de las Bacanales Griegas
y Romanas, en cierta medida por la austeridad, obligada de los tiempos modernos
modificados. No faltan en los carnavales, integrando las comparsas los sátiros
y sileros, coronados de pámpanos y con las caras embadurnadas con las
heces del elixir que solazó a Baco. Las máscaras, muchos creen,
que son un invento del carnaval, sin saber quizás que desde la Prehistoria
sustentan cosmovisión mítica y filosófica, por la cual
el hombre accede a dimensiones, personalidades y planos cosmogónicos
de trascendencia inconmensurables.
La iglesia, a través, de los Santos Padres, los Pontífices y Concilios
jamás pudo con su intención de desterrar el Carnaval en las sociedades;
en Francia por ejemplo, decididos a aceptar la herencia romana del Carnaval,
Enrique III y IV se convirtieron en grandes jugadores del Carnaval, al grado
tal de que el último dirigía comparsas de brujas, y no sentían
su status real rebajado cuando dictaban reales órdenes reglamentando
al carnaval. Si Luis XIII sentía las ondas repugnantes por el juego torpe,
Luis XIV se holgaba en establecer las formas del carnaval contribuyendo a su
realce y entusiasmo. Los Reyes Católicos (Isabel y Fernando) prohibieron
de hecho el carnaval en sus reinos, hoy casi siglo XXI, en esta América
aculturada desde la conquista, el carnaval se mantiene latente. Pero Felipe
IV, dentro de la misma corona española hará lo contrario de sus
reales antepasados y fomentó el carnaval entre su pueblo; y si bien Felipe
V, intentó prohibirlo nuevamente, será Carlos III, ilustrado borbón,
el que le daría mayor amplitud inaugurando los bailes teatrales. Fernando
VII, que nuestras escuelas relacionan con las Luchas de la Independencia Nacional,
instauró el juego del carnaval “dentro de las casas”, una
novedad en España, pero muy vieja forma de jugar en carnaval en Inglaterra.
En nuestro país sus antecedentes recorren documentación de la
época virreynal intentando anularlo o estimularlo, sin resultados por
supuesto y se destaca la famosa anécdota de cuando Domingo Faustino Sarmiento,
ya presidente de los argentinos quedó empapado, una noche de carnaval,
desde un balcón, una dama le volcó una tina de agua sobre su calva
testa.
CARNAVAL 1906
TIEMPOS DIFÍCILES Y LA TAREA DE ABEL ZERDA:
En el año 1906, no hubo corsos, sin embargo, el último día
de Carnaval se improvisó un pequeño desfile en La Plaza 9 de Julio.
Fue de mascaradas y coches, duró dos horas, organizado por los jóvenes
de la aristocracia. Reiteramos y subrayamos su carácter de improvisado,
es decir que en nuestro criterio, no responde a los cánones de lo que
puede ser considerado un corso (varias jornadas, circuito establecido, comisión
organizadora , jurado, premios a los concursantes, etc.). Ocupó tres
cuadras, las actuales Mitre, Caseros y Zuviría.
Dijimos que una de las razones que impidió la realización de Corsos
fue el calamitoso estado de las calles empedradas, que causaba la permanente
queja de los que andaban en carruajes. Para entonces El Intendente Abel Zerda
prometió arreglar las calles: Alvarado, Córdoba, Corrientes, que
eran las únicas en las que se habían terminado las obras de salubridad,
para que el público pudiera ir al Parque San Martín. Es decir
que en l906, sin corsos y con las calles del centro de la ciudad envueltas en
polvareda total los días comunes y transformadas en barrizales espantosos,
los días de lluvias, convertirán al parque en punto de cita obligado
de la aristocracia salteña; que al son de los acordes de la banda de
música consumían cervezas y otros refrescos.
El Carnaval pasó, entonces, con un bullicio apenas notado: sin corsos
ni comparsas de animación. Pero ni aún las alegres bataholas domiciliarias
que en sus mejores tiempos solían armarse se manifestarían en
la palidez del momento.
Solo el Club 20 de Febrero mantuvo su status convocante.
Fue necesario trasladarse al campo para respirar brisa más oxigenada.
En varias comarcas campestres hubo manifestaciones expresadas con sencillez
virtuosa pero con mayor expansión.
EL PRIMER CORSO DE SAN JOSÉ DE LOS CERRILLOS:
Rosario de Lerma, Chicoana, El Carril y otros pueblos y parajes darán
notas simpáticas en este Carnaval. Hasta los jujeños tuvieron
su corso en l906.
En este trabajo de investigación encontramos que por primera vez Cerrillos
realizó su corso.
La Capital Salteña no los tuvo. Pero si alguna que otra comparsa, como
la de “Los Argentinos Unidos” que en una jornada, montados en carruajes
se trasladaron a Cerrillos para participar de su corso, que tuvo brillo y animación
(costó doscientos pesos). La plaza Serapio Gallegos fue ornamentada con
gallardetes y otros elementos donados por La Municipalidad. Los cerrillanos
habían formado “la Comisión de Comerciantes Municipales”,
encargada de recolectar fondos.
En El Carril, también se realizaron aprestos para recibir a Momo. Además
de los juegos tradicionales la gente del pueblo, los principales vecinos de
dicha localidad organizaron comidas y tertulias que tuvieron gran éxito.
La Puerta de Díaz (hoy Coronel Moldes) no quería ser menos. La
generosidad del Señor Villa y la participación de sus vecinos
permitieron con bailes y tertulias que el Carnaval fuese festejado con entusiasmo.
Ante la apatía capitalina el departamento de General Güemes festejó
su Carnaval. Allí se instalaron numerosas carpas, y a pesar de que asistieron
miles de personas, no se tuvo que lamentar hechos de sangre gracias a la activa
tarea del Comisario Apatié, El Sargento Goyeneche y el personal que lo
secundaba.
Así pasó el carnaval de 1906, la parte del pueblo que no había
podido concurrir a alguna comarca vecina a celebrarlo se había introducido
en las fondas de las orillas y después del generoso consumo de “Pata
I’ Cabra “ (mezcla de Chicha con Vino), ganaba las calles para expresar
sus rabietas con los integrantes de la clase acomodada. Emprendían carreras
a escape, cuyos jinetes almidonados, en medio de los caracoles de sus corceles,
lucían la más soberbia mona.
Jovenzuelos y compadres graciosos, encontraban encanto en tirar cohetes en las
mesas donde se comía o donde jugaban al cacho o el dominó, que
a veces terminaban a tiros de revolver.
El Diario “Tribuna Popular”, del día 1º de Marzo de
1906 decía en tono despectivo:
“... Entre la masa obrera, infantil y de otras servidumbres se desarrollan
escenas repugnantes y groseras que dan margen muchas veces a incidentes inmorales.
No se respeta a las personas, por ancianas que sean y en el calor de la jugarreta
se lanza agua, barro, aguas servidas, harina y otras substancias que el público
está obligado a aceptar con disgusto por falta de un Edicto de Carnaval
bien meditado y que se haga cumplir estrictamente. Nuestro grado de cultura
exige se tomen medidas tendientes a cortar de raíz los abusos que se
cometen al amparo de la libertad carnavalesca...”
EL CORSO DE LA CALLE CASEROS.
Totalmente diferente será el carnaval de 1907. Estaba previsto que
las autoridades electas debían asumir el día 20 de Febrero. Desde
los primeros días de ese mes la capital de Salta vivió los prelegómenos,
las expectativas y el movimiento que precede a tan caro acontecimiento.
Había sido elegido como Gobernador de Salta, Luis Linares, que gobernó
desde el 20 de Febrero de 1907 hasta el 20 de Febrero de 1910, fueron sus Ministros
de Gobiernos, Marcos Alsina, Santiago M. López y David Zambrano; Ministros
de Hacienda, Miguel Fleming, José Saravia y Juan Martín Leguizamón.
Jefe de Policía David Apatié y como Intendente Municipal Abel
Zerda.
Se quería festejar el carnaval con corsos y que estos fueran brillantes,
por ello la comisión especial organizadora para dar mayor realce a las
fiestas, en la imposibilidad de obtener medallas por falta de tiempo señaló
premios de cien- cincuenta y veinticinco pesos para las comparsas que se distinguieran
en el corso. Estableció que los carruajes pagarían dos pesos por
ingresar a la vía del corso.
La Directiva estaba integrada por el Mayor Delfín Ovejero como Presidente;
Tesorero El Dr. Francisco M. Uriburu; Secretario, Sidney Tamayo (h) y los vocales:
Carlos Outes y Martín Ruiz de Los Llanos.
El Jurado encargado de entregar premios a las comparsas se conformó de
la siguiente manera: El Teniente Coronel, Camilo Day, Vicente Tamayo, Juan P.
Uriburu, Mayor Delfín Ovejero, Dr. Carlos Arias, Policarpo Romero, Dr.
José N. Quintana y Arturo Michel.
A los efectos de que la recaudación de fondos fuera más efectiva,
se decidió la formación de subcomisiones de trabajo, cada una
de las cuales desarrollaría su acción sobre una de las principales
calles del radio céntrico. Las calles y sus responsables fueron los siguientes:
Calle Caseros: Delfin Ovejero, Francisco M. Uriburu.
Calle Libertad: Carlos Oustes, Marcelino Sierra, Victor Ovejero.
Calle España: Martín Ruiz de Los Llanos, Ricardo Zambrano.
Calle Florida: Carlos Arias, Arturo Michel, Félix R. Usandivaras.
La idea fue exitosa ya que las principales familias y comerciantes del medio
brindaron su generoso aporte. Así la comisión formada por los
señores Delfín Ovejero y El Dr. Francisco Uriburu habían
recolectado las siguientes suscripciones: Municipalidad 100, José Carnet
40, Felipe Moreno 50, José M. Oñativia 20, Regimiento V de Caballería
50, Botica Alemana 15, Carlos Trogliero 10, Alonso y Compañía
10, Ismael Borgoñón 10, Larrat y del Río 40, García
Pérez y Cia 15, Antonio Rodríguez 10, Antonino Díaz 10,
Manuel Anzoátegui 10, Miguel Lardiez 10, Campilongo y Benasal 20 pesos
respectivamente.
El de 1907 será el primer y único corso que se realizó
sobre la actual calle Caseros. El circuito fue fijado desde la calle Libertad
(hoy Alberdi) hasta 20 de Febrero. Esta principal calle de los salteños
estrenaba su flamante adoquinado que sería acompañado de una espléndida
iluminación destinada a la magnificencia del corso. Gallardetes, banderas,
arcos de coloridas luces, palcos elegantes y ocho focos de gran potencia junto
a coches llenos de jóvenes y de hermosas niñas, le dieron un marco
espectacular al mismo.
En el citado circuito, se realizaban desfiles vespertinos de 16 a 20 horas y
el nocturno de 21 a 1,30 de la madrugada.
El Subcomisario Navarro y El Inspector Municipal Abecasis contribuyeron con
su esfuerzo al éxito de la organización de estos festejos.
El concepto aristocrático, que empapaba las plumas de los periodistas
de la época, les hizo elevar sus críticas sobre los aurigas, conductores
de los Coches de Plaza, pues, consideraban que con sus sombreros chacareros
de anchas alas, botas cubiertas de barro ponían la nota discordante en
ese ambiente “chic” (“La Provincia” del 14 de Febrero
de 1907).
Se debe aclarar que los corsos de 1907 no se llevaron a cabo en las calles laterales
de La Plaza 9 de Julio porque éstas aún no habían sido
reparadas desde los tiempos de la instalación de cañerías
para provisión de agua corriente y los desagües respectivos.
El diario “La Provincia” en su edición del 18 de Febrero,
y bajo el título de “Impresiones” publicaba: “...Desde
un balcón de la calle Caseros, en abigarrado conjunto pasan a intervalos
máscaras procurando dar animación a un corso muerto y a un carnaval
pasado”.
“Las hojas llenas de barro de los árboles que circundan La Plaza
9 de Julio, hacen pensar en los que dicen que se divierten, gritan y aplauden
con estrépito aparente, mientras quizás un dolor agrio y agudo
les desgarra el corazón”.
El análisis tomaba un tono más agrio cuando decía:
“¿Y ese es el Carnaval? me pregunto, recorriendo en mi memoria
desde los lupercales antiguos hasta los tiempos presentes, que tuvieron su auge
y la civilización moderna los modifica y los transforma”.
“El Carnaval, resto de antiguas tradiciones, pasó como todos los
hechos humanos, y apenas si quedan los rastros como estelas oscuras de una luz
que se apaga”. El columnista del diario salteño aumenta la acidez
de su análisis cuando prosigue diciendo:
“El Trabajo que transforma, cesa en esos días, y en cambio la brutalidad
que espanta se presenta libidinosa y cruel aprisionando con sus desnudas garras
a muchos seres inocentes y predestinados tal vez para el bien y la virtud”.
La pluma adquiere contornos elitistas cuando escribe:
“En las calles de esta culta sociedad hemos visto bailes de bayaderas
que parecían enhebradas por el jengibre y el alcohol en sus quiebras,
en sus furibundos cancanes, en la desarticulación de sus miembros, en
el agotamiento de sus fuerzas y en la palpitante carne que desbordaba en deseos
de lujuria”.
“Niños y puérperos danzaban en conjunto diabólico
y loco, con hombres avezados y maduros con mujeres que cubrían su pudor
con máscaras imposibles”. La nota concluía brindándonos
un panorama respecto de la inserción de los sectores populares, todavía
como espectadores, en estas celebraciones nacidas para una minoría y
que por estos tiempos soportaban los embates de la crisis económica nacional:
“He ahí el carnaval, felizmente presenciado por los desolados que
no lo han pasado en los cercanos villorios llenos de luz y de encanto...”.
A pesar de todo se puede decir que el Corso de la calle Caseros figura entre
los más esplendentes de la Historia del Carnaval Salteño.
La serpiente ruidosa y multicolor fue amenizada por las bandas de música
del III de Artillería y del V de Caballería. Se solicitó
permiso, obtenido, para utilizar los balcones de la casa de Juan Galo Leguizamón,
por entonces en propiedad de su descendiente Benjamín Leguizamón,
allí se ubicaron las bandas de música.
La iluminación fue a giorno. Además de los arcos con bujías
comunes, se instalaron los focos grandes traídos desde el Parque San
Martín.
La Comisión Organizadora reemplazó la falta de balcones con la
improvisación de palcos en las veredas para las familias.
Se distinguieron a las elegantes y parlanchinas comparsas de chinas y japoneses.
Se premió a las comparsas “Los Pampeanos” y a “Los
Hijos del Progreso”; estos últimos con guitarras y violines entretuvieron
al público con alegres músicas. A cada uno se le otorgó
cincuenta pesos($ 50).
Se confirió una mención honorífica a las comparsas “Obreros
Argentinos Unidos” y “La Juventud del Norte”. Por supuesto,
en este tipo de acontecimientos nunca faltarán quejas, así algunos
renegaban sobre el peligroso juego de los petardos que provocaron incidentes
desagradables. Otros alzaban su voz sobre los que se divertían arrojando
ceniza, afrecho o cuanto elemento tuvieran a mano. Las carreras desordenadas
de jinetes por las calles, coches manejados por personas ebrias, etc.
REGLAMENTACIÓN DEL CORSO.
Art. lº- El Corso se llevará a cabo en las dos cuadras de la calle
Caseros entre las de Libertad y 20 de Febrero los días 10, 11 y 17 del
presente mes.
Art. 2º- La entrada se verificará por la esquina de calles Caseros
y Libertad tomando los coches la mano izquierda y la salida por los dos extremos
de la calle Caseros.
Art. 3º- Queda terminantemente prohibido la entrada de carros y jardineras
que no estén perfectamente arreglados como así también
la de la gente a caballo.
Art. 4º- Las Comparsas que quieran presentarse a optar los premios establecidos
por la Comisión Directiva, deberán desfilar el domingo 10, de
6 a 7 p.m. por la calle Caseros donde se encontrará el juri nombrado
al efecto.
Art. 5º- Se podrá jugar con serpentinas, papel picado y flores,
siendo permitido el juego con pomos desde las 12 a.m. en adelante.
Art. 6º- Los Coches para entrar al corso deberán ir provistos de
una tarjeta que se encuentra a disposición de los interesados en la Farmacia
Alemana hasta mañana a las 6,30 y después en la esquina de Libertad
y Caseros en poder del Comisario.
Art. 7º- Quedan encargados de hacer cumplir la reglamentación los
comisarios de Policía, Municipales y los miembros de la Comisión
Directiva que llevarán un distintivo en el ojal.
La buena iluminación, la cantidad de gente, los vistosos trajes y el
entusiasmo indescriptible, en un marco de serpentinas y confites daban al corso
de la calle Caseros un marco increíble.
Rescatamos entonces en el listado de caciques de comparsas a Edelmiro Avellaneda
de la comparsa “Gauchos Pampeanos” y Antonio Ramajuano, el “Cocoliche”.
Hermosos corsos del carnaval de 1907. Los salteños lo enterraron recitando
los siguientes versos:
Pasó como el humo en el espacio,
Como el perfume de las flores,
Como la dicha en los amores,
Como la privanza en el palacio.
LAS CELEBRACIONES DEL AÑO 1908:
El éxito de los corsos del año anterior, traían los presagios
de un carnaval bullicioso, alegre y colorido para este año. Los tiempos
de crisis eran considerados como totalmente superados. El Intendente Abel Zerda
obtuvo el visto bueno del Gobernador Linares para que el éxito de los
festejos de ese año pudieran reeditarse, y por que nó superarlos
en brillo. Inmediatamente David Apatié , Jefe de Policía dio a
conocer el Edicto de Policía, en el cual, puntillosamente, remarcaba
la prohibición del juego con explosivos. No se permitió instalar
carpas en ningún sitio de la capital y se prohibió el uso de pomos
en las noches de corsos.
Se percibía en el ambiente un vaho de bienestar general, como si la gente
de todas las edades y sexos fueran pregonando la dicha en sus plácidos
semblantes. Rápidamente quedó constituida la Comisión Directiva
de los corsos, integrada por Adolfo C. Pintos, Moisés J. Oliva, Capitán
Ernesto Day, Félix R. Usandivaras, Arturo Michel, Eugenio Bissone, Juan
E. Velarde, Jorge M. Anzoátegui, Belisario Barón y José
Anzoátegui. Quienes en primera instancia decidieron realizar los corsos
alrededor de La Plaza 9 de Julio, ocupando las cuatro avenidas, criterio que
luego se modificaría como veremos más adelante.
Se comenzó el trabajo de adornar con banderas y gallardetes multicolores
como así también la iluminación de todo el circuito. Se
fijaron los premios para comparsas, coches, trajes o máscaras.
Con respecto a la iluminación, ésta fué reforzada y se
ordenó la colocación de veinte focos de mil bujías cada
uno, para ser distribuidos en las avenidas del corso. A los efectos de no turbar
tanto con el demoníaco bullicio la paz celestial del episcopado, se quitó
la calle España del circuito , quedando así solo tres cuadras
destinadas al desfile (Mitre, Caseros, Zuviría). La Plaza 9 de Julio
vestía espectaculares galas, ¡iba a estrenar su pavimento!, después
de casi tres años, los trabajos de salubridad habían mancillado
su hidalgo status.
El 20 de Febrero de 1908 los salteños se enteraban de todos los detalles
organizativos, los corsos se efectuaron los días domingo 1º, martes
3 y domingo 8 de marzo. Se recorrieron las tres avenidas designadas en un marco
de color y alegría.
Las entradas al circuito se fijaron por las calles España y Mitre y Buenos
Aires y Caseros, las salidas por Caseros y Libertad y Alsina esquina España.
Los carruajes que participaron del desfile debían mantener siempre su
izquierda; además de abonar una entrada de tres pesos y los jinetes un
peso. No se permitió la entrada de automóviles y bicicletas.
Los permisos para la contratación de palcos estuvieron a cargo del señor
Félix R. Usandivaras. El correspondiente a la comisión oficial
fue ubicado en la esquina de Caseros y Alsina (Buenos Aires). Los premios se
otorgaron a comparsas, carruajes, carros alegóricos, máscaras
y al mejor disfraz.
Se había contratado al señor Vitaliano Paldoni para que se encargara
de la ornamentación y arreglo de las tres avenidas de la plaza principal,
quien de inmediato ordenó, se practicase la excavación de los
pozos que sirvieron para colocar el enmaderado que permitió la instalación
de los arcos para el corso.
Lo llamativo es que en el diario “El Cívico” del 19 de Febrero
de 1908 se publicaba una nota crítica con respecto a estos preparativos,
donde se afirmaba que se cometía un error al elegir la plaza central
para la fiesta carnavalesca, error que acarrearía la destrucción
de los prados de la única plaza, y proponía en su publicación
un nuevo circuito: Calle Caseros, Libertad, hasta Corriente, teniendo como punto
de partida la Avenida Corrientes hasta Caseros, o siendo ésta última
desde 20 de Febrero hasta Libertad.
Argumentaban, en base a la experiencia del año anterior, que en la calle,
la concentración de concurrencia era más visible y de más
animación, la luz mejor distribuida y se extendía proporcionalmente
sin obligar a mayores gastos. La proposición no fue tenida en cuenta.
Otro detalle es que a partir de este año los sectores medios de la sociedad
salteña comenzaron a tener protagonismo importante en el carnaval, cosa
que redundaría en que al año siguiente tendrán su propio
corso. La Prensa promocionaba un gran baile de disfraces de carácter
eminentemente popular, que se realizó en calle Urquiza Nº 772-74,
frente a la puerta del Mercado San Miguel y decía textualmente: “...
Su carácter popular le da más mérito, pues, hasta hoy esta
clase de diversiones han estado sujetas a un exclusivismo egoísta...”.
La clase media se había puesto de pie. Con respecto al desarrollo del
corso, los dos principales diarios diferían en sus conceptos, el mismo
día 4 de marzo de 1908 tanto “La Provincia” como “El
Cívico” publicaban sus apreciaciones, el primero contaba que La
Plaza 9 de Julio fue un hervidero de multitud social y popular, destacaba la
música y los adornos; la magnífica iluminación que dió
un marco espectacular a no menos de cincuenta carruajes, un récord en
la Historia del carnaval hasta allí.
Destacaba la calidad del grupo artístico “Cazadores de Mariposas”
y la comparsa “Los Marinos”.
Valoraba la moderación en el juego con agua y remataba alabando el esplendor
del baile en el Club 20 de Febrero.
“El Cívico” por su parte decía que los corsos de los
días domingos y lunes se habían destacado por el reducido número
de coches, lo que producía grandes dificultades y permitió una
marcha irregular algunas veces al galope, y otras al trote, para llevar o mantener
la distancia, criticaba el hecho de que los palcos contratados ocupaban el frente
de los asientos de la plaza, como así también los arcos de las
casas con galerías, los que unos para acceso y otros para sentarse pertenecían
al pueblo y no debían ser de ninguna manera obstruidos.
Los coches estuvieron muy poco arreglados a excepción de uno que representaba
un pequeño vapor, que tanto parecía un junco chico, una cuna indígena
o una góndola veneciana.
Hubo varios disfrazados con añeja vulgaridad que entraban y salían
“...Lo que llamó la atención es que estos corsos tengan
en su organización todavía un carácter exclusivista de
aldea. Es decir, se han hecho para una clase; la que se divirtió y ocupó
los mejores palcos y la otra parte permaneció como simple espectador,
sin otro derecho que el de estar parado...”
“... De aquí, que por haber un baile en El Club 20 de Febrero,
tenga que suspenderse una noche de corsos y otros festejos como si los socios
de esta corporación fueran los únicos que pudieran jugar...”.
En los desfiles de 1908 se destacaron dos comparsas “La Estrella del Norte”
y “Los Argentinos Unidos”. También merecieron palmas el pequeño
grupo de disfrazados “Gauchos Pampeanos”, acompañados del
célebre “Cocoliche”.
Este año hubieron pocos e insignificantes desórdenes, muchos hurtos,
poca agua, bastantes bombas, huevazos, cohetes y pomos. Mucho consumo de cerveza
y más vino. A la mañana siguiente de concluido el último
corso los barrenderos municipales, hacían el barrido de las avenidas
que circundaban la Plaza 9 de Julio, se pusieron a quemar el papel de las serpentinas
que amontonaron, produjeron un humo insoportable y las quejas de algunos ciudadanos
ante el peligro de que se quemara el flamante adoquinado.
LAS CELEBRACIONES EN EL INTERIOR:
Del Carnaval del interior merece destacarse el esfuerzo de los habitantes
“De La Ovejería”, importante población del departamento
de Metán, próxima a El Galpón, donde en las casas de los
señores Manuel Aleman y Felipe Callejo se celebró entre bastante
aloja de algarroba, carne con cuero, juegos, cabalgatas y muchachas bonitas,
la llegada del carnaval. Todo lo necesario, había sido provisto por el
negocio del comerciante Manuel Aleman.
Ante la prohibición de montar carpas en la capital, las instaladas en
el Río Ancho concentraron la presencia y el énfasis carnavalero
del pueblerío.
Muy cerca de allí en Cerrillos, El Intendente rompía con la decisión
de los tres años anteriores de no permitir la instalación de carpas.
La Aristocracia Cerrillana contemplaba con ojos desorbitados de cómo
sus dos comisarios, su tesorero, alguacil y ordenanzas encabezaban un séquito
terrorífico, para su gusto, que avanzaba por la calle principal llevándose
los bancos de la plaza y las chapas de zinc en el carro municipal, y en alegre
cortejo marchaban hacia el Río Ancho a instalar su propia carpa. Les
parecía espeluznante el hecho de enterarse que justamente el intendente
fue el encargado de abrir el baile, y mucho más cuando supieron que el
tesorero, en el frenesí del mismo, cayó al suelo perdiendo el
sentido y ... casi un ojo.
En El Carril, la cosa no era para menos, la aristocracia lugareña desparramaba
por cuanto medio podía los peores conceptos contra los carnavaleros.
Consideraban a las carpas como centros de prostitución y llegaban inclusive
a utilizar el nombre de la religión intentando frenar los festejos. “Estas
niñas y niños” de la sociedad carrileña casi mueren
de infarto cuando se enteraron que el Reverendo Padre Matías Elizondo,
presbítero complaciente y a la vez Presidente Municipal de Departamento
había autorizado, con mucho entusiasmo, el libre festejo del Carnaval.
En Metán, “Los Poroteros” no quisieron quedarse atrás.
En el salón del Gran Hotel, convenientemente arreglado, organizaron dos
bailes en las noches del 2 y 3 de Marzo.
El diario “La Provincia” del 6 de Marzo nos comentaba: “...Dieron
realce con su presencia las señoras Deimania S. de Torrens, Enriqueta
R. de Campos, Marta Z. de Cajal, Emma C. de Lanzi, Tula S. de Valles, María
de Gutiérrez, Josefa R. de Molina, Felisa T. de Teysier, Pilar M. de
García y Abadia S. de Gadín y las señoritas: Josefa y Emma
Lanzi, Abigail Cajal, Angélica Lona, Hermelinda Gauffín, Carmen,
María, Lola y María Idolina Teysier, Ramona Navarro, Isabel Zerdán,
Somona Heredia, Encilia Torres, Lucía y Eugenia Gómez que lucían
elegantes toilettes.
La animación, “el chic” y la más franca alegría
no bajaron un punto en las dos reuniones, pues se bailó desde las diez
de la noche hasta las cinco de la mañana.
Como notas clásicas, se destacaron una Jota bailada por la señora
de Gutiérrez y el señor Miguel Aguirre con más sol y sombra
que la que vio Aragón en sus días. El Lord Mayor del municipio
que no quiso ser menos y obsequió un gato bailado con la señorita
Hermelinda Gauffín, más criollo y más lindo que los versos
de Martín Fierro. El Profesor S. T. Rodríguez, como contagiado
por el general entusiasmo, arrancó al piano las más graciosas
melodías de su abundante repertorio, y como un homenaje a la simpática
fiesta, el señor Attilio Lanzi sacudió el polvo a los laureles
de su ya descansado Estradivarius haciendo recordar buenos tiempos, aquellos
en que supo ser justamente aplaudido, probando que el árbol de los laureles
no muere y que si por los años está marchito, puede echar retoños
vigorosos.
El bufet a cargo del maestro del Hotel Sr. Guarais, estuvo muy bien servido.
De esta reunión se rescataron comentarios auspiciosos “... Un síntoma
de progreso y cultura son estas reuniones y es de desear que ellas contribuyan
a fomentar el proyecto latente en ésta, de formar un centro social...”.
EL AÑO DE LOS TRES CORSOS
Los corsos, no solo habían logrado superar la crisis del primer quinquenio
de la década del ‘90, sino que se habían consolidado y se
proyectaron vigorosos hacia el futuro, producto de ese vigor habíamos
visto como los sectores medios de la sociedad salteña habían comenzado
a insertarse en las actividades carnestolendas.
Será el año 1909, cuando El Carnaval de Salta pueda manifestarse
plenamente con el activo protagonismo de todos sus sectores sociales .
A esa altura de los tiempos ya resultaba inadmisible que los corsos fueran solamente
una posibilidad de expresión oligárquica, es así, que este
año tendrá un Corso Aristocrático ( Plaza 9 de Julio) otro
para los sectores medios (calle Urquiza) y uno de carácter bien popular
(calle La Florida).
Para ello, fueron varios los factores que incidieron, como por ejemplo el crecimiento
demográfico en la población de la capital, incrementado por la
inmigración del interior. También incidieron los partidos políticos,
especialmente aquellos, como La Unión Cívica Radical y los partidos
de la izquierda, que en el marco de la crisis de finales del siglo y los primeros
años del siglo XX habían adquirido un espacio electoral en la
población.
“La Provincia”, diario de la tarde aparecido en Salta el 1º
de Setiembre de 1906 bajo la dirección de Arturo Lizondo, publicaba el
6 de febrero de 1909: “... Se acerca el gran día. Bajo el tirso
de Momo, gozaremos unas horas efímeras de locura y franqueza ¡Alzad
la frente ilotas! ¡Regocijaos siervos! la saturnal, os brinda emancipación
y descanso ¡soñad, unos minutos, que sois libres!...”. Con
énfasis casi panfletario instaba:
“Por unos momentos, podréis disfrazaros, de lo que sois Pámpeanos
o mirtos diademas o laureles ceñirán vuestras sienes marcadas
por el látigo de los libertos; y podréis sujetar vuestras túnicas
con cíngulos de oro o eslabones de acero. En la fiesta de la sinceridad,
el hábito denuncia al individuo. En la orden carnavalina (sic), cada
profeso viste el sayal que mejor cuadra a su condición. La máscara
es un retrato; y es una confesión la extravagancia”.
A falta de otras respetables razones quedaría en apoyo del Carnaval,
una suprema, la de proporcionar ocasión única a que se manifiesta
la realidad secreta de las gentes. Los pensadores liberales hicieron hincapié
en las cosas propias de las celebraciones. “...El antifaz es el revelador
de las almas que se esconden durante el año en la cámara oscura
del disimulo...” dijeron, para luego agregar “...El ideador de esta
fiesta debió ser además de gran filósofo, un político
sagaz. Al abrir a los sentimientos comprimidos por leyes y costumbres no siempre
racionales y justas, una válvula de escape, alejó no pocos peligros
de perturbación para el orden social...”. La Provincia bajaba línea
a sus lectores “... El esclavo desahoga sus sueños de revancha,
vistiendo por unos días la toga dominadora del ciudadano. El liberto
puede saciar sus nostalgias revolcándose de nuevo en las abyecciones
de la esclavitud. El señor, el patricio, satisface sin desdoro las exigencias
de la animalidad nativa, de esos instintos villanos que resuellan en los bajos
fondos de las grandezas humanas, como sello imborrable de la ferocidad originaria”.
“El trastorno momentáneo garantiza la duración del equilibrio.
Después de la embriaguez general, recobrábanse con mayor gusto
los papeles serios en la gran farsa de la vida”.
“Pero la saturnal pagana, la sabia fiesta de la locura, ha perdido mucho
de su esplendor e importancia; hasta el punto de que hacerse necesaria la buena
voluntad para sostenerla en pié así lo afirman, contextes, todas
las opiniones...”. El Diario Salteño le daba leña a los
enmascarados y profetizaba “...No importa. Ese hecho indicaría
que nuestra vida normal es más sincera, más digna y por consiguiente
mejor que la de anteriores generaciones. El Carnaval desaparecerá el
día en que los sentimientos y los deseos de todos hayan alcanzado tal
elevación y nobleza, que nadie tenga necesidad de cubrirse el rostro
para procurarles expansión; porque han de ser bien recibidos en todo
instante y a cara descubierta. Y si hay mascaradas, serán competencias
de buen gusto, alardes de inspiración y demostraciones de arte o de ingenio,
en las cuales está de sobra la careta: que es lo que sucede ya entre
personas y ambientes de donde se desterró toda sombra de grosería”.
“Pero entre tanto ese día llega, bueno es conveniente que los guatos
contrariados, las pasiones aberrojadas, las ambiciones inconfesables, que son
torturas del corazón y rémora de la vida, pueden asombrar a la
luz, y creer que gobiernan la acción siquiera una vez”.
“Suenen los cascabeles de Arlequín, ya que en los cráneos
revienta la carcajada del colombino.”
“Y si bajo la máscara grotesca corren a veces las lágrimas
de Pierrot, ¡que vamos a hacerle!...”.
Esta nota periodística nos revela la intención de relacionar la
máscara, como un elemento inserto en el carnaval con algunas de las enfermedades
sociales que aquejan a estos tiempos modernos. De todas maneras reafirmamos
que el uso de la máscara, en cualquier sociedad, alberga un trasfondo
mucho más complejo, y de ninguna manera puede sintetizarse en un simplismo
producto de pequeñas miras o en última instancia de pequeños
apetitos.
Para el corso del año 1909 a llevarse a cabo alrededor de la Plaza 9
de Julio, cuyo circuito ocupaba las cuatro calzadas (Caseros, Alsina, España
y Mitre) se había establecido un primer premio al mejor disfraz, otro
al mejor coche, a la mejor comparsa y al mejor carro. Asimismo para estas categorías
se habían establecido segundos y terceros premios que consistían
en medallas y objetos que la comisión se reservaba el derecho de elegir.
Se fijaron los días domingo y martes de carnaval y el domingo de tentación
para el desfile de los disfrazados y carnavaleros.
Con la asistencia de los señores Julio Sueldo, Capitán Ernesto
Day, Mayor Espeleta, Ceferino Velarde, Aurelio T. Oustes y Julio Usandivaras
se había reunido la comisión del corso y resuelto: que éstos
tendrían lugar los días 21, 22 y 28 de Febrero de 1909, darían
comienzo a las 20,30 horas para culminar a las l de la madrugada.
La entrada de los carruajes y carros alegóricos se previó por
las calles Libertad y Caseros y también por Caseros y Buenos Aires, tomando
la izquierda para el desfile. La salida del circuito por las calles Alsina y
España y también por Mitre y España.
Los carruajes pagaron una entrada de tres pesos, los carros dos pesos, los jinetes
particulares abonaron un peso y los disfrazados ingresaban al circuito en forma
totalmente gratuita.
Las tarjetas de entrada al corso se vendían en la farmacia del Sr. Trogliero
y Cía. y también en el almacén de los señores Arias
y del Campo.
Se permitió el juego con flores, serpentinas y papel picado. En cuanto
a los pomos (prohibidos en los años anteriores) este año serían
permitidos para el juego, después de las doce de la noche.
Julio Usandivaras y Aurelio Outes fueron designados para discernir sobre los
lugares que ocuparían los palcos.
Para estimular la presencia y la participación de las jóvenes
se estipuló un premio para las señoritas que concurrieran vestidas
con trajes de fantasía. Los premios consistían en dinero y objetos
de arte.
Estaba totalmente prohibida la entrada al circuito del corso de automóviles
a nafta, motocicletas, bicicletas y carros no adornados. Para el control de
lo estipulado se designó a un comisario general, quien acompañado
de cinco auxiliares podían solicitar el concurso de la policía
en caso necesario.
Esta Comisión Organizadora del Carnaval de 1909, solía realizar
reuniones en la confitería “El Águila” y entre otras
resoluciones había dispuesto contratar un costosísimo servicio
de iluminación (15 de arco voltaico y 400 de lamparillas incandescentes
de 16 bujías de diversos colores).
De los tres circuitos, la prensa y la aristocracia denominaban “El Gran
Corso” al de la Plaza 9 de julio, en el cual su comisión organizadora
en una reunión de último momento había resuelto que la
entrada al mismo sería una sola, que se efectuaría por Caseros
y Mitre y la salida por España y Mitre.
LOS CABALLEROS DE LA NOCHE
A comienzos de la década del ’70, en la capital salteña
surgió un conjunto artístico que prontamente se constituyó
en una de las atracciones de los corsos. “Los Caballeros de La Noche”
no solo se destacaron por su delicada y costosa indumentaria, sino también
porque casi todos sus integrantes eran homosexuales. Su aparición vino
a poner en jaque una serie de preconceptos y de disposiciones discriminatorias
que hasta entonces tenían vigencia respecto al tema. En páginas
posteriores narraremos de cómo ni siquiera la expresa voluntad de un
gobernador de facto: Roberto Augusto Ulloa, que impidió su participación
en las celebraciones, pudo lograr que este conjunto perdiera su vigencia.
De todas maneras, lo que nosotros pretendemos narrar es la aparición
de una comparsa integrada por cuarenta y tres jóvenes de lo más
distinguido de la sociedad aristocrática y que en 1909, ni lerdos ni
perezosos, quizás tratando de congraciarse con la comisión organizadora,
realizaron el 17 de Febrero una alegre mascarada en la casa del presidente de
la comisión del corso Don Julio Sueldo.
Esto no amilanaba a los integrantes de las otras comparsas, así “Los
Afiladores”, tan numerosos como la anterior, compuesta de jovencitos estudiantes
de la escuela secundaria, pusieron lo suyo.
Los empleados de comercio quisieron tener una representación y formaron
una comparsa llamada “La Estrella del Norte”.
Por aquellos tiempos, las comparsas ya solían salir a “chirolear”,
que consistía en recorrer las calles y ofrecer sus cantos y sus danzas
en casas de familias buscando rescatar las monedas con que se les retribuía.
Del Carnaval de l909, y de estas “chiroleadas” queda la anécdota
de cuando una comparsa de máscaras, que andaba en estos avatares por
la Caseros y Gorriti, un “diablo” entró a corretear a uno
de los integrantes de la multitud de changos que acompañaban el recorrido,
éste, Francisco Campero de trece años, intentando huir cayó
en el interior del canal (de La Esteco) sufriendo la fractura de la pierna derecha.
A pesar de que en un principio se había decidido que el corso de la calle
Urquiza no tendría la concurrencia de los integrantes de la banda de
música provincial pues ésta amenizaría el desfile de La
plaza Principal y la banda de aprendices aún no tenía repertorio,
la presión política de sectores representantes de la clase media
lograron torcer esa decisión. Llegándose a un acuerdo, mediante
el cual los corsos de la Plaza 9 de Julio se llevaron a cabo los días
21, 22 y 27 de Febrero y los corsos de la calle Urquiza los días 20,
23 y 28 de Febrero. De esta manera no solo se posibilitó que los integrantes
de la banda de música amenizaran los dos desfiles sino también
que no compitieran los corsos entre sí con respecto al público
asistente, garantizando de esa manera, una gran concurrencia a los dos circuitos.
Los salteños de parabienes ¡Meta corsos nomás!.
LOS CORSOS DE LA CALLE URQUIZA
Pretendía concentrar las necesidades de alegría y jolgorio de
los integrantes de La Clase Media, conformó su Comisión Organizadora
de la siguiente manera: Julio Suarez, Aureliano Heras, Emeterio Barrionuevo,
Ángel Abraham e Isaac Abecassis.
El circuito establecido comprendía la calle Urquiza entre Libertad y
20 de Febrero.
Los comerciantes de la zona colaboraron activamente con los organizadores.
Como en un principio los días previstos para el desfile, coincidían
con el de la Plaza 9 de Julio, los organizadores reflexionaban y conjeturaban
sobre si en la competencia con el “cholaje mayor” podrían
salir airosos. Se preguntaban si los coches que había por esos tiempos
en Salta serían los suficientes para ambos corsos y deducían que
los más aristocráticos solo participarían en el de La Plaza
9 de Julio.
Otro punto en cuestión era sobre si alcanzaría la cantidad de
vigilantes policiales para cuidar la seguridad de los circuitos. Mucho más
cuando ellos sabían que no eran dos corsos sino tres, ya que debía
contemplarse el de la calle Florida. En estos cenáculos era firme la
idea de que “a mayor pobrerío mayor vigilancia era necesaria”.
Por otra parte se planteaban el tema de la banda de música. Como ya vimos,
en el desarrollo del corso de La Plaza 9 de Julio, todas estas cuestiones quedaron
solucionadas cuando se fijaron días diferentes para la realización
de los mismos.
La entrada del circuito se realizó por calle Libertad y Urquiza y la
salida por Urquiza y 20 de Febrero.
Como habíamos dicho que la banda de aprendices no tenía repertorio,
sus directivos dispusieron que estos debían tocar retretas en La Plaza
9 de Julio todas las noches, hasta nueva orden, desde las 21 a 23 horas.
Los tres corsos fueron un éxito. En especial el de la calle Urquiza que
fue de menor a mayor, la primera noche había carecido de animación,
pero en el desfile del día 23 ganó en entusiasmo con la participación
de innumerables y chispeantes mascaritas. El pueblo hizo un derroche de buen
humor y cultura. Se jugó con serpentinas, en tal cantidad que el circuito,
desde Libertad a 20 de Febrero (hoy Ituzaingó), quedó materialmente
cubierto por una espesa alfombra de papel picado y serpentinas.
Los boletos de entrada para los vehículos se expendían en la Confitería
“La Aurora” y en el almacén del Sr. Samuel Heredia, calle
Libertad esquina Urquiza.
No hubo desórdenes, resultando buena la vigilancia policial que se estableció.
La Prensa resaltaba la inducción individual hacia las mejores reglas
de la honestidad y del respeto mutuo, la alegría sin desbordes que se
había manifestado en el corso popular de la calle Urquiza, donde el modesto
obrero y la señorita del taller, cambiando la indumentaria de su traje
de trabajo, veíanse allí confundidos con la más delicada
aristocracia, intercambiando los lazos de serpentinas de vivos colores, como
queriendo manifestar los sentimientos de la amistad y de la alegría que
el carnaval proporcionaba. No faltarían los ramitos de flores de fragancia
expresiva, los que se arrojaban con la delicadeza y la finura de la niña
más pulcra, hacia los seres predilectos de su simpatía.
Esto, para reafirmar que el pueblo se educaba y que las mejores costumbres formaban
parte, desde siempre, en los sectores obreros.
Fue tal el festejo, que el rodar de los carruajes no se hacía sentir
porque ellos marchaban sobre una alfombra de cintas de serpentinas y flores.
Visto este espectáculo, desde algún balcón y a la distancia,
podía decirse que las mariposas de la tentación volaron por el
espacio, derramando sobre los mortales el polen invisible de la locura encendiendo
los rostros. Los ojos habían tomado en sus pupilas una chispa de la divinidad.
Donde aun las cabezas más seniles tenían derecho a la dignidad
y a la alegría; la juventud de brazos robustos y fuertes era el oro de
la ofrenda y la albahaca era la mirra.
Habían quedado sueltos los duendes de la seducción, los paisanos
decían cosas tan dulces al oído de las niñas, convertidas
en tiernas amazonas, que dibujaban en su expresión las alternativas del
placer, de la duda y del temor.
En la noche más deslumbrante del corso, la del domingo, llamó
la atención de todos la presencia de la blanca silueta de un Senador
Nacional y ex Gobernador, quien en compañía de casi todos los
caballeros componentes del Club 20 de Febrero, importándoles poco el
estar confundidos con ese apiñamiento de pueblo ansioso de divertirse,
tomaron parte en la batalla de papel picado arrojando de vez en cuando, serpentinas
a una morocha de pueblo y mirada punzante.
EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA
El circuito comprendió desde Corrientes (San Martín) a Tucumán.
Siendo el primero de los corsos sobre esta arteria, de los muchos que se llevarán
a cabo en ella en adelante. De él obtuvimos poca información,
pero sabemos que fue todo un éxito.
“El Cívico”, del día 26 de Febrero de 1909 decía:”...Que
los tres corsos improvisados durante los días de carnaval en la calle
Florida en un trayecto de más de cinco cuadras ha merecido el elogio
de todos los espectadores y del público que tomó parte en él,
divirtiéndose la gente en medio del mayor orden y compostura, como cuadra
a un pueblo civilizado y culto como el nuestro...”.
En vista del éxito alcanzado por los fascinadores ojos de las simpáticas
“bandeñitas” varios jóvenes se prepararon a hacerles
la “pasada” el domingo venidero con una lluvia de pomos y serpentinas
entonando el nuevo tango criollo titulado “Por si acaso no te vuelvo a
ver”.
Este corso era, sin duda eminentemente popular. El término “bandeñitas”
era utilizado para identificar a las jóvenes que vivían en los
arrabales de aquellos tiempos. Sabido es que hasta el año 1.653, por
lo que hoy es la calle San Martín y hasta la calle Urquiza, discurría
sus aguas el río Primero o Los Sauces. A partir de su traslado, aproximadamente
doce cuadras al sur, para quedar convertido en “El Río de Arias”,
todo el espacio dejado tras de sí, una vez rellenado, dio lugar a la
ocupación urbana que luego se conoció como el barrio de la banda
(todo lo que está más allá del río).
Al irse el Carnaval de 1909, quedaba para la memoria de los salteños
el desfile de carrozas como “Los Lechuzones”, que arrancó
estruendosos aplausos del público y otras como “Rancho de La Puna”,
“Carro de Carnicería”, “El Molino”, “Dos
Carros de Turcas”, a la que se oponía “Dos Carros de Negros”.
La Aristocracia concurrente al corso de la Plaza 9 de Julio, hizo escuchar su
voz de protesta, pues consideraba que los propietarios de palcos batieron el
récord del escándalo, cobrando de alquiler por una sola noche
veinticinco pesos, eclipsando, según ellos, los abusos a los que tenían
acostumbrados los cocheros.
EL CARNAVAL DE LOS PUEBLOS:
En el interior el carnaval tuvo matices diferenciados:
En Cerrillos, el 20 de Febrero se sirvió un espléndido almuerzo
en la casa del Sr. Eudoro Martinez. Mientras que el domingo de carnaval se reunieron
las familias cerrillanas en casa del Sr. José Baissac, donde se preparó
un suntuoso banquete, para luego dar lugar al juego con serpentinas, papel picado
y pomos mientras se danzaban polcas, chilenas y gatos, uno de los más
animados había sido el escribano Casiano Hoyos.
En La Merced, un grupo de vecinos recorrió las calles de esa población
el sábado por la noche obsequiando serenatas.
En Campo Santo, las celebraciones se desarrollaron sin ningún accidente
de importancia. La Colonia Siria de esta población tomo parte activa
de estos juegos, en especial los señores Miguel Fotín, Luis Ferrer,
Fidel Zarif, Elías Muchuti y otros; entre las damas se destacaron Nelia
de Zarif, María de Abraham y Sara de Jorge y las señoritas: María
Fotín, Nadima y Filomena Zarif, quienes con exquisita galantería
atendían a los caballeros que con ellas jugaban.
Las carpas de Campo Santo estuvieron muy concurridas, en especial la del Sr.
Gregorio Juárez (h) donde la gente se sentía atraída por
la amabilidad del dueño de casa y su esposa la señora Elisa de
Juárez y señoritas Silvia Juarez, Mercedes y Dolores Cárdenas.
El pueblo había tomado parte de los días de expansión.
El celo de la policía evitó desgracias personales.
En La Viña, El Dios Momo fue consagrado este año, en el pueblo
y en Talapampa. Todo en un marco de entusiasmo y cordura. Los bailes y comidas
se alternaban cada día en la más completa y franca armonía
pero sin gozar en plenitud, tal corresponde a un buen carnavalero, de los gozos
de la madrugada, pues solían retirarse en búsqueda de descanso
a las once o doce de la noche a lo más, sin duda muy parcos en este sentido.
Mereciendo por los demás un aplauso general.
En San Lorenzo, varios jóvenes de esta localidad veraniega, resolvieron
organizar un pintoresco corso, que en nuestro parecer es el primero que se realiza
en ese lugar. Se jugó con inusitado entusiasmo con flores y serpentinas
por parte de las distinguidas familias que allí veraneaban.
Por la noche se improvisó una interesante tertulia en la casa del señor
Antonio Alvarez.
EL CORSO DEL CENTENARIO
1910, no era un año cualquiera. El país todo preparaba su corazón
para celebrar El Centenario de La Revolución de Mayo de 1810.
Los destinos de la provincia seguían siendo administrados por el doctor
Luis Linares. No se trataba solamente de dejar las estructuras de La Provincia
ordenadas a los efectos de que la nueva administración, que debía
asumir el día 20 de Febrero de 1910(Avelino Figueroa), pudiese desarrollar
con magnificencia el centenario, sino que coincidía con otro detalle
muy importante: se despedía de la administración municipal Abel
Zerda que desde 1898 había sido el intendente de cuatro gobiernos (Uriburu-
Zerda- Ovejero y Linares).
Por lo tanto, la administración de Linares y Zerda quería marcharse
con el carnaval, y por lo tanto los corsos de este año debían
de estar a la altura de las circunstancias.
Se adoptaron los aprestos necesarios para la organización. La ciudad
recobró el movimiento propio de antes que comenzara la temporada veraniega.
Numerosas familias regresaban del campo, atraídos por este clima carnavalero.
El entusiasmo que denotaban los sectores juveniles, no se había percibido
en períodos anteriores, en vista de lo cual la comisión organizadora
del corso decidió establecer varios premios especiales. Los salteños
observaban sorprendidos, el ahínco con que los obreros procedían
a la construcción de palcos y se enteraban a la par, del programa de
festejos elaborado.
Las celebraciones se llevaron a cabo los días 6, 8 y 13 de Febrero. Los
salteños tuvieron la posibilidad de disfrutar de cuatro corsos : Plaza
9 de Julio- Calle Urquiza - Calle La Florida y calle Buenos Aires.
Para el corso de la plaza se fijó el circuito de desfile alrededor de
sus cuatro avenidas (Mitre - Caseros - Alsina y España).
Se decidió que todo vehículo debía pagar la suma de cinco
pesos por noche como derecho de entrada; los de a caballo diez pesos; y las
mascaritas y comparsas tuvieron entrada gratuita.
El ingreso al circuito se realizó por la avenida España y Mitre
y por Buenos Aires y Caseros. Las salidas se efectuaron por Caseros y Libertad
y por Alsina y España.
Las entradas se vendieron en la Redacción de “Nueva Época”
(diario inaugurado el mismo año del centenario) y en la peluquería
de Román Villagrán hasta las seis de la tarde de los días
que hubiere corsos. Se decidió que el mejor carro o coche, que a juicio
de la comisión mereciera el primer premio, se le otorgaría cien
pesos y un objeto de arte. Segundo premio cincuenta pesos y un objeto de arte.
El jurado encargado de discernir los premios estuvo integrado por Enrique Cocciolone,
Manuel Cadabal, Román Villagrán, Rafael Gutiérrez y Victoriano
de La Vega. El premio establecido para la reina del corso consistía en
un ramo de flores y una artística bombonera. El Jurado para discernir
este ramo de flores estuvo compuesto por Juan Carlos Dávalos, Carlos
Aranda, Raúl Martinez, Celestino de Los Ríos y Arturo Saravia.
El cargo de Comisario General del corso recayó en Juan Mariano Solá
y la comisión organizadora estuvo presidida por Agustín Usandivaras;
ocupando el cargo de secretario E. San Millán y el de tesorero Carlos
de Los Rios.
Los salteños proseguían ampliando su capacidad de sorpresa ya
que a pesar del poco tiempo del que disponía la comisión organizadora
hizo en pocos días lo que en otros años se hacía en meses.
Para el 5 de Febrero la plaza había quedado totalmente arreglada, esperando
la noche del primer desfile.
Pero “lo que natura no da, salamanca no presta”. Este era un gobierno
que dejaba el poder y es sabido que el poder desgasta, y lo que produce la política
a veces no puede ser resarcido, por mas que se pretenda esconderlo tras del
carnaval. Los anunciados corsos se llevaron a cabo en las noches del domingo
y martes de carnaval, y a pesar de todos los aprestos oficiales, se notó
en ellos mucha falta de entusiasmo, les faltó el brillo del año
anterior.
Se jugó poco durante estas jornadas de corsos oficiales. Escasos coches
ingresaron al circuito y ninguno de ellos había sido especialmente arreglado
para tomar parte de los desfiles de referencia. Ninguna máscara original,
ni disfraz que mereciera mención especial.
Pero, compensando esta apatía de la aristocracia, los otros dos corsos
de carácter general llevados a cabo el lunes y martes fueron totalmente
exitosos.
El de la calle Buenos Aires, cuyo circuito de desfile iba desde Caseros a Corrientes(San
Martín) como en el corso popular de la calle Florida cuyo circuito iba
desde Corrientes a Tucumán; en ambos y en especial en este último,
se jugó con serpentinas, pomos y papel picado con bastante entusiasmo.
El de la calle Buenos Aires, ante la apatía del corso oficial, congregó
a los representantes de la clase media y de la aristocracia.
De los desfiles, sobresalió un carro con catorce o quince señoritas
vestidas de cazadoras de mariposas. Un Tilbury con un elegante reclamo de la
máquina Singer (máquina de coser). Un carro con elegantes niñas
vestidas de mirasoles. La Aristocracia, un poco aburrida, recordaba en las tertulias
un viejo edicto de carnaval publicado el martes 13 de Febrero de 1872:
Por el “edicto presente
se cita, llama y emplaza
para reunir en la plaza
bajo la pena formal,
a todo bicho viviente
que compone el vecindario,
para hacer solemne y vario
el presente CARNAVAL.
No se permite a las madres,
que con malicias prolijas,
fiscalicen si las hijas,
hacen bien o si hacen mal,
cuiden ellas de la casa,
las niñas a los balcones
mientras dura el CARNAVAL.
Los jóvenes, igualmente,
( desde quince hasta setenta)
rendirán estrecha cuenta
a este recto tribunal,
de todos los amoríos,
conquistas y devaneos,
que, halagaron sus deseos,
los días del CARNAVAL.
De par en par, las ventanas,
permanecerán abiertas;
lo mismo todas las puertas
aunque sople el vendaval.
Nadie tendrá casa propia,
la ajena será lo mismo
y reinará el comunismo
mientras reine el CARNAVAL.
Huevos, polvos y confites
volarán profusamente,
cerveza, como un torrente
nadie tema le haga mal.
Esto ordeno y de cumplirlo,
prontamente a todo precio
dejo encargado al “comercio”
rubricado: El CARNAVAL.
Las celebraciones carnavaleras del centenario y sus tres corsos, tuvo como destacable el juego con serpentinas; una dulce, colorida e inolvidable forma de celebración. Las casas de comercio que la expendían habían hecho su agosto. Pero la Peluquería Central, del señor Luis Postiglione batió el récord vendiendo solo en dos días cuatrocientas gruesas de este elemento y otros tantos de pomos, globitos y papel picado.
SERPENTINAS
¡Qué irán a hacer, Jesús mío,
debajo de una careta,
los que se atreven a tanto
con la cara descubierta!
Bajo un antifaz se mueren
la vergüenza y el pudor,
como se mueren las flores
cuando se les niega el sol.
-¿ No me conoces? chillaba.
Una máscara en el baile.
- No- contesté- más de fijo
Que no serás ningún ángel
disfrazada como estás
acércate a un crucifijo,
y verás como el primero
que no te conoce es Cristo.
¡Cuántos jirones de trajes
han quedado en el salón!...
y ¡Cuántos jirones de honras,
que es muchísimo ¡peor!
- No porque una se disfrace
se ha de tener por mala.
- No: pero si usted muriese
después de un baile de máscaras...
Después del baile te quitás
de la cara el antifaz,
cuando debieras entonces
empezártela a tapar.
-(Luis Herrera, S. J.)-
En la última jornada de los corsos del centenario el entusiasmo rayó
en la locura. Desde la tarde se desarrollaron dos bonitos corsos populares,
uno en la calle Buenos Aires y otro en la calle La Florida.
Por la noche, a partir de las 21, en la plaza Mayor de los salteños comenzaron
a penetrar parte de los ciento ochenta coches, lujosamente arreglados que participaron
del desfile final. Todos lucían elegantes indumentarias, desde el cochero,
que según la aristocracia, siempre sobresalía por su desarreglo,
dándole al desfile un marco especial.
Los aplausos premiaban el desfile de un carro con cuatro astrónomos.
Otro coche con tres etíopes, uno con cuatro conscriptos españoles,
un coche semejante a una nube y tres estrellas.
LAS CELEBRACIONES DEL CENTENARIO Y SUS INCIDENTES:
El corso final se llevó a cabo en el más completo orden y la
autoridad policial fue felicitada por haber cumplido con sus obligaciones .
El Carnaval del Centenario también dejaba sus precedentes de lo que los
comparseros del siglo XX llaman “Los Encuentros”.
En San Pedro de Jujuy después de un sangriento combate entre los integrantes
de una comparsa de la clase trabajadora, ebrios según el parte policial,
resultaron dos personas muertas.
En Ampascachi, se trabaron en pelea varios trabajadores rurales, resultando
dos heridos con arma cortante y otros diez a pedradas.
En el pueblo de Coronel Moldes, un muchacho que manejaba un coche de alquiler,
el martes de carnaval, llevaba al cuello un poncho colgado y al querer arrojar
una serpentina desde el pescante del vehículo tuvo necesidad de inclinarse
hacia adelante, con tan mala suerte, que al hacerlo se enredó el poncho
en los arneses y parte delantera del coche, siendo arrojado al suelo con el
impulso del andar de los caballos. Las dos ruedas delanteras pasaron por su
cuerpo dislocándole algunas coyunturas y moliéndole la caja del
cuerpo, razón por la cual hubo que trasladarlo a su domicilio en gravísimo
estado.
La crónica policial informaba que el 8 de Febrero, al mediodía
transitaba a caballo por la calle Caseros al poniente el señor Miguel
Mizia, cuando por librarse del agua que pretendía arrojársele,
fue a estrellarse contra de un coche desatado que por allí había,
resultando ileso, pero el caballo salió herido y el coche con una avería
más o menos considerable.
¡UNA CARPA EN LA PLAZA 9 DE JULIO!
El carnaval se marchaba, pero pocos podrían olvidar la rabieta de la
oligarquía salteña cuando se enteró que la municipalidad
había autorizado la instalación de una carpa en la plaza 9 de
Julio, cerca de la fuente.
Recordemos que por aquellos tiempos permanentemente se bregaba por abolir las
carpas. Así el diario “El Cívico” del 5 de Febrero
de 1910 publicaba al respecto:”... Todos se preguntaban al ver que se
está levantando una carpa en la Plaza 9 de Julio cerca de la Fuente:
¿Una cantina en plena Plaza?.”
“Las carpas se mandaron a abolir porque ellas descendían con el
grado de cultura a que habíamos llegado, y sin embargo hoy en pleno siglo
XX y después de cien años de vida independiente, vemos alzarse
una carpa en nuestro paseo principal para que sirva de cantina, para la venta
de todo y hasta para echar una cana al aire, como suele decirse cuando se refiere
a un alegrón a los cincuenta de edad”.
La pregunta clave era quién había dado el permiso necesario para
que se levantara la carpa. En última instancia, ante el hecho consumado,
otros se preguntaban sobre qué era lo se iba a vender allí. Ya
resignados, como expresando el convencimiento de lo irreversible del caso, terminaron
haciendo un planteo, que tenía todo un tufillo a derrota “...si
es solo para vender pomos, serpentinas, flores, bombones, estaría bueno
el permiso, pero si es para toda venta, hasta para vender licores y bailar,
malo y muy malo, digno de toda censura y hasta de ataques justificados...”.
El de 1910, fue un Carnaval con poco juego con agua en las calles, este se desarrolló
en algunas casas donde, aprovechando los días calurosos de la época
se jugó con pomos, serpentinas y abundante agua y harina.
Todos coincidían en que los corsos de la calle Florida habían
sido los mejores. Por su circuito desfilaron los coches en doble hilera, y los
concurrentes hicieron derroche de entusiasmo y alegría.
El Club 20 de Febrero realizó su consabido baile; la clase media, para
no quedarse atrás realizó el suyo en el local del popular biógrafo
de “El Águila” que entretuvo bastante a la numerosa concurrencia
que asistió.
En los barrios de la ciudad un silencio sepulcral envolvía el ambiente.
Los aristócratas de “medio pelo” lograron permiso para realizar
su baile de disfraces en El Teatro Victoria.
La Comisión Organizadora del Corso de la calle Urquiza comentaba, en
cuanto lugar podía, que la empresa de electricidad había pretendido
boicotear el corso, queriendo cobrar trescientos cincuenta pesos por su iluminación.
Quedó como un recuerdo, la propuesta de unos pocos de realizar un Corso
en El Parque San Martín.
Las carpas de Peñalba y Río Ancho tuvieron el brillo de años
anteriores.
Usted, se preguntará de donde salían tantos coches para los desfiles.
Le comentaremos que la intendencia municipal, mediante resolución, había
fijado una patente especial por tres meses a los carruajes que vinieran desde
la campaña para el corso.
Tanto fue el énfasis puesto por el oficialismo, que dejaba el gobierno,
que hasta aportaron ciento cincuenta pesos para el corso de La Plaza 9 de Julio.
LA PRIMERA REINA DEL CARNAVAL SALTEÑO:
Hasta este año, no se había realizado en ninguna oportunidad
la elección de la reina del carnaval. Por lo tanto la decisión
de elegirla no solo representó toda una novedad sino también la
distinción de figurar en las páginas de la Historia del Carnaval
como la primera vez.
De allí en más las hubo bajo diferentes títulos como por
ejemplo: “Reina del Queso” (Carnaval de Amblayo), “Reina de
las Chicheras”, “Reina de los Carperos”, etc. Incluso hubo
una oportunidad en que las candidatas se declararon en huelga. La mayoría
de estas soberanas eran elegidas por votos comprados y en el transcurso de fiestas
bailables. Pero no faltaron algunas de ellas que fueron elegidas en el propio
circuito.
Esto de elegir reina tuvo tanta aceptación popular que no faltaron oportunidades
en que se eligieron reina del carnaval chico-reina del carnaval grande-reina
del entierro del carnaval-reina departamental-reina provincial, etc.
El asunto es que la primera reina de la Historia del Carnaval Salteño
fue una agraciada niña que supo despertar los mejores suspiros, cosechar
las mejores flores, ser la destinataria de las más coloridas serpentinas,
y por supuesto la que obtuvo la voluntad de quienes la eligieron. Su nombre
es Laura Cornejo.
LA HORA DE RENDIR CUENTAS:
La Empresa que se encargó de la iluminación de los corsos fue
la de B.C. García.
El día 3 de marzo de 1910 La Comisión Organizadora de Corsos de
La Plaza 9 de Julio rendía cuentas:
INGRESOS:
Suscripción recaudada entre el comercio -------------------------------$
795
Cobro por Inst. de Palcos. ---------------------------------------------$ 115
Venta de entradas cada una ( 6/2) --------------------------------------$ 475
“ “ “ “ “ $3 (8/2) ------------------------------------$
279
“ “ “ “ “ $3 (l3/2) ------------------------------------$
345
SUMA --------------------------------$ 2009
SALIDAS:
Compra de genero p/ bandera -----------------------------------------$ 92,46
Gastos Vs. s/ recibo ---------------------------------------------------$ 76
Alumbrado eléctrico (BelisarioS. García)----------------------------
$1080
Ornato de La Plaza (Vitalino- Baldone) ------------------------------ $ 100
Impresiones (San Millán) --------------------------------------------
$ 10
A Ortiz Portillo p/l00 boletines --------------------------------------- $ 6
lº premio carroza ....Luis XV-----------------------------------------
$ 100
2º premio carroza--- Pescadoras---------------------------------- ----$
50
Reina de la belleza ------------------------------------------------- ---$ 40
A Hnas. Enfermeras- Terciaria.----------------------------------------$ 100
A .Vitaliano Boldoni para 2 palcos p/jurado ---------------------------$ 10
A. Hospital del Milagro -----------------------------------------------$ 234,54
SUMA--------------------------------$ 2.009
Firman: Agustín Usandivaras, Presidente; Celestino de Los Ríos,
Tesorero; Enrique San Millán, Secretario.
De esta rendición de cuentas hecha pública por los organizadores
en 1910 podemos tener un panorama mucho más claro respecto de gastos
imprescindibles para la época. Se puede observar que uno de los costos
más abultados es el de la iluminación del circuito. También
nos posibilita conocer el monto de premios destinado a carrozas y otros rubros.
Por otra parte, como ocurrió en varias oportunidades de la historia de
estas celebraciones los corsos capitalinos brindaron una excelente respuesta
de tipo social, pues en el informe está explicitado lo que fue destinado
en beneficio del Hospital del Milagro.
LA CLASE MEDIA SIN CORSOS
Los preparativos de Los Corsos del Carnaval de 1911, realizados durante el
mes de Febrero, no mostraban panorama alentador. A la inversa de años
anteriores en que las máscaras solían alborotar la Ciudad desde
un mes antes, ahora, no se hacían notar. Casi a fin de mes se contaba
con la seguridad del alquiler del Teatro Victoria donde se llevaron a cabo los
bailes de disfraces, las noches del domingo, martes y domingo de entierro.
El corso de la calle Urquiza, que el año anterior había tenido
tan buen desarrollo, en 1911 se encontraba envuelto en la nebulosa de las dudas.
Sus organizadores estaban indecisos debido a que la recolección de fondos
había sido escasa. Los gastos de luz eléctrica, para la iluminación
del circuito estaban presupuestados en trescientos cincuenta pesos, y la recaudación
de ninguna manera se acercaban a esa cifra.
Eran los últimos días del mes de Febrero y en la Plaza 9 de Julio
comenzaron los trabajos de arreglos y construcción de palcos.
Había gente que seguía insistiendo, en la posibilidad de organizar
un corso en el circuito de los Lagos del Parque San Martín. Como en años
anteriores tampoco se pudo concretar.
Los preparativos para el corso de la calle La Florida, se desarrollaban a todo
ritmo. Este era un corso vespertino pues carecía de iluminación
eléctrica.
En los primeros días de marzo se conoció la decisión definitiva
de los organizadores de los corsos de la Calle Urquiza, que por razones económicas
desistieron de su concreción.
El corso de la Plaza 9 de Julio contó con una muy buena cantidad de concurrencia.
Los palcos estaban atestados de ocupantes. Se notó una disminución,
en cuanto al desfile de carruajes, con respecto a los años anteriores.
Incluso la decoración de los mismos decayó en estética
y esmero. Llamó la atención un carro que imitaba a un aeroplano
y la gente destacaba la intención pero también el desaliño
de su arreglo. Otro coche sobresaliente fue aquel transformado en poética
canasta, y otro en cocina ambulante.
El corso de la calle La Florida superó ampliamente en calidad y alegría
al corso de La Plaza 9 de Julio.
En el desfile del domingo a la tarde transitaron ciento doce carruajes. El día
lunes todo estaba preparado para reeditar la alegría del día anterior,
y cuando comenzaban a llegar los primeros coches se desató una lluvia
que desbarató todos los planes.
El desfile del día martes, contó con la presencia de ciento veintinueve
vehículos, llenos de gente que manifestaba su alegría a lo largo
del trayecto (que al igual que en el corso del año anterior contaba con
cinco cuadras, de Corrientes a Tucumán). Los balcones cubiertos con una
gran concurrencia. Puertas y veredas albergando a una multitud predispuesta
al juego de carnaval le dieron al corso de La Florida un marco espectacular.
A pesar de que la prensa no lo había promocionado de manera adecuada.
La Banda de Policía dio mayor tono y brillo a este corso.
Lo llamativo del carnaval de 1911 fue la ausencia de comparsas y el poco ánimo
de diversión, a excepción del corso de La Florida. Barrios tradicionalmente
carnavaleros como por ejemplo el de San Bernardo, ubicado en el extremo oriental
de la calle Caseros, que se caracterizaban por la animación, estuvieron
apagados, “... Con tanto coche que pasa...”, decía una Comadre
de la vecindad.
LOS GUACHIPEÑOS SALVARON LA ROPA:
Lamentablemente los esfuerzos para conseguir más datos relacionados
con las celebraciones del carnaval salteño de 1911, no fueron coronados
por el éxito. Ante la escasez, especialmente de información respecto
de los festejos en el interior de la provincia, pudimos enterarnos de que en
Guachipas (nombre de un departamento del interior de Salta. Toponimia que hace
alusión al nombre de unos indígenas. Proviene del quechua. Guachi=abundancia
de luz solar; pa=primaveral o flor hermosa, con lo cual la palabra significaría
abundancia de sol y flores. Otros le dan otro origen y otro significado por
ejemplo: Río o Valle de Guax. También hay quienes dicen que la
palabra significa “tirar con flechas”. Estos indígenas no
fueron Calchaquis. Fueron invadidos por estos con la penetración española.
Entre sus principales comunidades tribales se encontraban los Guabacos, Gualamatos,
Guasaganos, Gualagatos, Guabaquíes...etc. Es un territorio rico, desde
el punto de vista arqueológico. En el se encuentran numerosas manifestaciones
del arte rupestre y petroglifos. Han logrado fama las “Cuevas Pintadas”,
otras ubicadas en “La Cuesta del Lajar”. Durante la época
de las Luchas por la Independencia el pueblo y sus habitantes brindaron un valioso
aporte).
En este pago las celebraciones del carnaval estuvieron muy animadas. Después
de un período de lluvias y tormentas excepcionales, durante todo el mes
de Febrero, los hermosos días que le tocaron al carnaval resultaron de
un entusiasmo inesperado.
De acuerdo a nuestra investigación, el año 1911 es una fecha histórica
para los guachipeños ya que por primera vez realizarán la celebración
carnestolenda a través de corsos.
La casa de don Indalecio Villafañe fue el punto de partida para un improvisado
corso de flores y serpentinas. A las cinco y treinta de la tarde los coches
adornados comenzaron a recorrer las calles, se detuvieron frente a la casa de
Delfín Nuñez donde se dio un hermoso espectáculo de juegos
con flores y serpentinas a profusión. Finalizado el recorrido improvisado,
todos regresaron a la casa de Villafañe, donde los concurrentes fueron
agasajados con una cena que resultó animadísima y cordial. Posteriormente
se desarrolló un Baile Familiar que duró hasta las primeras horas
de la madrugada.
¡ALGO ES ALGO...DIJO EL DIABLO, Y SE LO LLEVÓ AL ...!
Durante los años 1912 y 1913, en cuanto a captación de información
relacionada al carnaval, la cosa no fue menos difícil. La provincia no
atravesaba una época de apogeo.
La administración del gobierno provincial estuvo a cargo de Abelino Figueroa,
un salteño nacido en 1857 y fallecido en 1942. Su mandato se cumplió
en el período comprendido entre el 20 de febrero de 1910 hasta el 20
de febrero de 1913, cuando fue reemplazado por Robustiano Patrón Costas.
El gabinete de gobierno de Figueroa tuvo como Ministro de Gobierno justamente
a su sucesor y también a Francisco N. Uriburu. En Ministerio de Hacienda
fue administrado por Ricardo Aráoz. La Jefatura de Policía por
David Apatié y Santiago Fleming. La intendencia municipal fue conducida
por Agustín Usandivaras.
Don Abelino realizó, entre otras gestiones de gobierno, el estudio del
canal de riego para El Galpón. Dispuso la instalación del sistema
de agua corriente (que había llegado a la capital salteña en 1904)
para los pueblos de General Güemes, Metán y Cerrillos. Concluyó
la construcción de cuatro represas en el departamento de La Caldera y
durante su mandato se procedió al empedrado de canto rodado y adoquinado
con madera en diversas calles capitalinas. Como así también se
proveyó de aguas al departamento de La Merced.
En lo que respecta a los medios de comunicación y difusión diremos
que durante este período la capital salteña se informaba a través
de un matutino “La Voz del Norte”, fundado por Mamerto Villagrán
en 1913 (es el único creado en el período ya que Salta se informaba
durante el mismo a través de otros medios creados con anterioridad, como
por ejemplo: el diario “Nueva Época” (diario de la tarde
fundado por Don Agustín Usandivaras), cuyo primer número vio la
luz el 7 de abril de 1910, y como su dueño era el intendente, se deduce
que su postura fue “oficialista”. Otro diario fue “La Opinión”,
administrado por Enrique San Millán cuyo primer número apareció
el 3 de octubre de 1910. Mientras que la historia de los diarios del interior
de la provincia escribía su propio trazo a través de una publicación
lograda en Cafayate que se llamó “El Calchaqui” y cuya aparición
data de 1910.
Cuando el investigador, en su trabajo de campo, se topa con la escasez heurística
se “debe dar mañas” con tareas complementarias, es por ello
que les brindaremos la narrativa de una creencia y superstición popular
que hemos rescatado en el pueblo de La Merced, y que los paisanos narran bajo
el título “El Pacto con el Diablo”:
“...Una vez...un matrimonio que no tenía hijos, y soportaba una
pobreza franciscana...no sabían que iban a hacer para llegar a tener
algo.
Cuentan que el padre de familia se había propuesto desmontar un terreno
cercano y sembrar trigo, con cuyos resultados esperaba volverse rico. Cuando
se encontraba en plena faena se le presentó un señor de a caballo
que le dijo: “...hijo mío...que estás haciendo desmontando
para sembrar...y riendo, le preguntó ¿Y para cuándo esperas
terminar?. El campesino, con es rostro sudoroso levantó la vista para
brindar contestación, más no lo pudo hacer pues el visitante le
dijo. “...me gustaría hacerte un trato que te permita volverte
rico y poderoso...el rostro del trabajador se transformó. Su mirada aguijoneaba
al dicente, buscando comprobar si era víctima de una broma. Y preguntó:
¿Me hablas en serio?...pues claro que sí, fue la respuesta...te
digo más, no tendrás que esforzarte tanto para ver los resultados,
si tú aceptas en los próximos meses disfrutarás de lo lindo.
¡Acepto! - dijo el paisano en forma desorbitada. Más el extraño,
sin bajar de la cabalgadura le espetó ¡No te apresures...tómalo
con calma...piénsalo bien...! ¡ya lo he pensado y acepto! –
se escuchó como respuesta- Lo que quiero decirte es... – se produjo
un silencio lacerante – es que el trato tiene una condición...¡no
importa cual sea, acepto!...pues bien...escucha con atención...una vez
rico y poderoso...después de nueve años, tendrás que ir
al cerro “Tres Picos de Amor”... allá vivo yo y te estaré
esperando...pero de ninguna manera debes faltar a esa cita...tras la reiteración
de la aceptación por parte del labriego, todo fue diferente a partir
de allí. Se volvió rico y poderoso como le había prometido
el diablo, que para la ocasión se había presentado como gaucho.
Cumplidos los nueve años del contrato el paisano se sintió muy
preocupado y apenado. Tenía que partir dejando a su esposa e hijos, decidió
no decirles nada.
Se perdió por los caminos...preguntando a cuanta persona encontraba ...nadie
sabía decirle donde quedaba “Tres Picos de Amor”. Ya cansado
de preguntar, casi exhausto, decidió preguntarle a un águila.
Ésta dijo saber como orientarle pero exigía a cambio catorce corderos
para el camino. El hombre los consiguió y decidieron partir.
Ocurrió que antes de llegar a destino se terminaron las ovejas y el águila
solicitó más carne. Como no había de donde conseguirla,
se cortó un blando de su pierna derecha y prosiguieron. A poco de andar
volvió a acabarse la carne. Se cortó parte de la otra pierna,
con lo cual alcanzó para llegar.
En el lugar se encontraba Satanás acompañado de su esposa que
era gorda, fea y mechuda, y de sus tres hijos que eran los caballos. También
había diez esclavos al servicio de la casa. Uno de ellos era una ángel
robado por Satanás. Éste hizo amistad con el recién llegado.
El diablo decidió ponerlo a prueba. Primero le encargó la tarea
de domar, lo salvó la esclava quien le enseñó el oficio
con lo cual evitó que Satanás se lo comiera al labriego.
Se sucedieron los días y las pruebas hasta que en un momento Satanás
le entregó una pala de madera para desmontar un terreno, un pico y un
hacha de piedra para cultivar choclos y llevarlos para la cena. Nuevamente pudo
cumplimentar la tarea gracias a la ayuda de la ángel. El hecho de que
Satanás no pudiera derrotarlo en las apuestas y por lo tanto comerlo,
despertaba una irritación cada vez mayor. El odio se acrecentaba aceleradamente,
ante lo cual los amigos decidieron planificar la huida. Emprendieron el escape
perseguidos de Satanás, quien a pesar de todos los esfuerzos nunca los
pudo alcanzar.
Un hada, conmovida por esta historia y persecución decidió ayudar
a los prófugos convirtiéndolos en una pareja de picaflor. El diablo
enterado de esta acción decidió tenderles una trampa transformándose
en una bella flor. Colocado a la vera del camino esperaba atraerlos y tomarlos
prisioneros. Llegados a el lugar, el picaflor le dio un picotazo a la supuesta
flor, que en realidad se incrustó en el ojo del diablo dejándolo
tuerto.
La esposa del diablo salió en su búsqueda y auxilio montando una
chancha gorda y sumándose a la persecución. Ante el peligro el
hada buena volvió a acudir en ayuda de la pareja. Colocó una gran
roca en el camino por donde pasaría la mujer del diablo. La gran roca
fue partida, quedando en el medio el camino y cuando la mujer de mandinga pasó
por el medio la roca se cerró de golpe aplastando y matando a la mujer
del diablo que ahora no solo era tuerto sino también viudo. Desalentado
decidió abandonar la persecución con lo cual la servidora del
señor pudo volver a donde la habían raptado, es decir al cielo
y el labriego a su casa donde fue recibido por el alborozo de sus seres queridos
y pudo contar los avatares de su lucha por la libertad juramentándose
jamás volver a dejarse tentar por la ambición de tener más
de lo necesario...”.
Volviendo al tema que trata de las características del festejo del carnaval,
a través de los corsos no varió mucho con respecto al año
anterior. La calle Urquiza no tuvo corsos durante este período. Si los
hubo alrededor de La Plaza 9 de Julio y sobre la calle La Florida. Habrá
que esperar hasta el año 1914 para que estos recobren el brillo de antaño.
El primero de ellos (en La Plaza) se realizó sobre un circuito que ocupaba
las cuatro calles laterales (Mitre - Caseros - Alsina y España). Y al
igual que el año anterior, pese a los esfuerzos no pudo superar en cantidad
de espectadores y en alegría al corso de La Florida.
El corso popular, también había visto peligrar la posibilidad
de su realización; su comisión organizadora había considerado
insuficiente los fondos existentes para sufragar los gastos que ocasionaba su
concreción.
La idea salvadora surgió pronto: se decidió la creación
de un impuesto a los vendedores ambulantes, especialmente de Pomos y Serpentinas.
Por estos tiempos, a pesar de que algunos salteños ya se movilizaban
en automóvil, cuya presencia en Salta data desde 1905, la mayor parte
de los paisanos todavía se movilizaban en sulkis, jardineras, coches
de plaza, etc. (recordemos que desde 1904, cuando había desaparecido
el Tranway, y hasta 1913, cuando se habilitó el servicio de Tranvía,
la ausencia de este importante servicio de transporte público había
alterado muchas cosas) y cuando se necesitaban de los servicios de una empresa
para construir o reparar los carruajes, concurrían a La Fábrica
“La Popular”, cuya propiedad era de Sixto Galván y estaba
ubicada en calle La Florida frente a La Quinta Grande, esta casa tenía
una sucursal en Cerrillos. También podían recurrir a “La
Constancia” de propiedad de José Albeza y Cía. Fábrica
de Carruajes, Jardineras y Arneses, que ocupaba un lugar en La Plaza Belgrano
esquina Boulevard, en la propiedad de Agustín Usandivaras.
EL FIN DEL CARNAVAL
De tu amor mi amor la última cita.
También muy cerca está!
La última noche en que faz graciosa
mis ojos mirarán,
Cubierta por lo negro de la seda
de tu fino antifaz!
El instante postrero en que tus risas
mi pena endulzarán!
Y en que, tal vez, a mi ilusión se lleven
tus risas al pasar!
Enmascaradas de rizados bucles
y labios de coral,
Estas horas tan llenas de alegría
que rápidas se van!
Muñeca de sonrisa encantadora
y gracia sin igual,
¿Las promesas que has hecho a mis promesas
que tiempo durarán?
¿Lo que estas horas de bullicio y broma
no más que el Carnaval?
¡De mi amor y tu amor la última cita.
mi bien, muy cerca está!
Armando Víctor Rocío.
CARNAVAL 1914
LA GUERRA Y EL CORSO
1914 marca, en las páginas de La Historia una fecha aciaga. Ese año,
debido al resquebrajamiento del Imperio Otomano que abandonó la Península
Balcánica dejando el territorio a disposición de las garras de
los países industrializados, que habían iniciado a partir de 1870
el proceso de la expansión imperialista y que desembocó en lo
que se llama la primera Guerra Mundial (1914-1918).
El país de los argentinos era presidido por Roque Sáenz Peña,
acompañado en el cargo de vicepresidente por un Salteño, el Dr.
Victorino de la Plaza, quien debido a la desgraciada muerte, por enfermedad
del Presidente de la Nación, debió asumir la misma dignidad desde
1914 a 1916. El País encontraba a Salta gobernada por Don Robustiano
Patrón Costas, que administró los destinos de la provincia desde
el 20 de febrero de 1913 hasta el 20 de Febrero de 1916 y que tuvo como Ministros
de Gobierno a Don Francisco N. Uriburu - Rafael Zuviría y a Julio Cornejo;
como Ministros de Hacienda a Macedonio Aranda y a Julio Cornejo; como Jefe de
Policía a Santiago Fleming y como Intendente Municipal a Don Agustín
Usandivaras. De su gobierno recordamos entre otras cosas la construcción
del Pabellón Centenario, ubicado en el costado sur del lago del Parque
San Martín; la desaparición de la “Pirámide de Uriburu”
del centro de la Plaza 9 de Julio, la ampliación del Parque 20 de Febrero
y la construcción del Barrio Obrero.
Contradictoriamente, en año tan nefasto, el carnaval de Salta iba a recuperar
su gran esplendor. A mediados de Febrero comenzó a notarse una gran animación
en el ambiente popular. Los trabajos preliminares para la organización
de los corsos se llevaban a cabo con gran celeridad.
La comisión organizadora de los corsos estableció el premio para
la reina consistiendo en una medalla de oro.
Al vehículo que resultara premiado por estar mejor adornado, un objeto
artístico. A la comparsa mejor presentada un premio de cincuenta pesos
y a la máscara más original un premio de treinta pesos.
Este año se realizaron tres corsos: en la calle Buenos Aires - en La
Plaza 9 de Julio y en la calle La Florida.
La comisión de jóvenes encargada de la organización en
La Plaza 9 de Julio trabajó empeñosamente. La empresa de luz eléctrica
se comprometió a la iluminación del circuito por un precio de
mil doscientos pesos, luego de rebajar la cantidad de trescientos pesos, pues
primeramente estaba presupuestado el costo en mil quinientos pesos. Por tal
precio colocó en cada cuadra cinco focos de arco voltaico, además
de los existentes y tres guirnaldas de focos chicos.
La jornada inicial, encontró a sus avenidas llenas de animación;
el enorme gentío que iba y venía en todas direcciones con las
sonrisas en los labios y la alegría estampada en los rostros. Aproximadamente
a las diez de la noche el intercambio de flores y serpentinas era bastante mezquino,
debido a la escasez de carruajes, pero a medida que pasaban los minutos se fue
trastocando en un juego de proporciones, llegando a las veintitrés horas
a su apogeo total. A ésta hora, algo más de doscientos carruajes
circulaban dirigidos convenientemente en tres hileras. Los palcos se encontraban
atestados de familias, notándose una animación pocas veces vista;
el intercambio de ramos, serpentinas y sorpresas conteniendo bombones era tal
que hubieran deseado los festejantes de Momo, estar poseídos de un par
de brazos más, para despedir las tiras de papel con más rapidez
en todas las direcciones. No tardó la calzada en verse cubierta de una
alfombra multicolor. Las numerosas mascaradas, muchas de ellas originalísimas,
invitaban al buen humor con sus gritos, chistes, el chirrido de las cornetas
y el sonar diabólico de los cascabeles. El arreglo de los coches y grandes
chatas que asemejaban un verdadero cantón andante cuyas descargas de
flores y serpentinas parecía una lluvia, despertaron más de un
gesto de admiración. La lluvia sentó su presencia, pero de ninguna
manera alcanzó para enfriar tan calurosos ánimos; y por ser tan
poca no causó alarma, al contrario, fue como un toque de clarín
para la lucha con el pomo, pues terminado el juego que venía de arriba,
todos creyeron un deber seguir mojando.
El corso de La Plaza 9 de Julio ocupó las cuatro calzadas (Caseros, Alsina,
España y Mitre) y sus jornadas culminaban aproximadamente a las una de
la madrugada.
Entre los carros adornados se destacaron nítidamente “El Dirigible
Pampero”- ”Las Camareras”- ”Las Representantes del Poder”-
”El Rentre”- ”Las Damas Venecianas”; pero el aplauso
mayor correspondió al “Globo Pampero” tripulado por las señoritas
Yone y Estela Cánepa, Lola y Carmen Rosa Ovejero, María Luisa,
Elvira y Rita Figueroa, María Elena Linares, Rosa y Amelia Tedin y Celina
Grande. En segundo lugar, en cuanto a aplausos merecía la carroza “El
Tenis”.
Con respecto a “Las Damas Venecianas”, carroza integrada por el
conjunto de profesores del Conservatorio Santa Cecilia, que ejecutaron durante
las tres jornadas de corsos un variado programa musical.
Increíblemente, el año 1914 significó el reencuentro de
un pueblo con sus bailes y corsos de carnaval. Las tremendas dificultades que
embatían sobre la seguridad de los principales estados del globo terráqueo
no hacían mella en los salteños que se volcaron, como si nada
grave pasara, masivamente a los circuitos de los corsos previstos. Tanto la
noche del sábado como la del domingo, éstos se vieron muy concurridos
de máscaras, carruajes y automóviles. Se jugó con agua,
hubo batallas de flores y serpentinas, abundó la alegría. La iluminación
había resultado espléndida. Una multitud admiraba la enorme piñata
montada en La Plaza 9 de Julio. Las comparsas y carrozas se habían esmerado
en la presentación estética.
EL CORSO DE LA CALLE BUENOS AIRES
Se organizó bajo el patrocinio de la comisión de damas protectoras
de la ancianidad desvalida. El circuito se estableció de Caseros a Corrientes
(hoy San Martín).
Fue un Corso de Flores y se llevó a cabo tan solo en una jornada, el
sábado 21 de Febrero, en el horario de 17 a 20 hs.
Corso entusiasta, aunque al comienzo denotaba una palidez en cuanto a alegría,
pero la entrada de numerosos carruajes y las muchas familias que fueron ocupando
sus palcos reavivaron los ánimos. La multitud había dado una respuesta
afirmativa al llamado que se le había hecho para allegar fondos destinados
al Hospital del Señor del Milagro. Todos los integrantes de la Asociación
“Santa Ana de Ancianos Desvalidos” trabajaron con gran fervor. Los
coches particulares, los de lujo de alquiler y los automóviles pagaron
dos pesos y los ordinarios de alquiler un peso.
CORSOS DE LA CALLE FLORIDA
Se habían iniciado mal pues la primer jornada, la del domingo, no se
pudo concretar debido a la lluvia. En cambio si se realizaron corsos los días
lunes y martes.
Superado los inconvenientes, que se habían presentado y gracias a los
empeñosos trabajos de la comisión organizadora, presidida por
el Señor Juan P. Sansón se volvieron a realizar éstos hermosos
corsos.
Se había conseguido que la empresa de luz eléctrica iluminara
gratuitamente el circuito, que iba desde Corrientes a Tucumán, los días
19 y 20 de Febrero, como una demostración de adhesión a la fecha
patria.
Los Señores Paltrimeri de Martín, propietarios de los Talleres
de Esculturas y Ebanisterías que estaban instalados en la misma calle,
se ofrecieron a realizar los trabajos de decoración del circuito, que
tendría un arco en la calle de entrada al corso.
LAS CARPAS
Cada vez eran más los municipios que negaban los permisos para la instalación
de las mismas, pues las consideraban como la concentradora del vicio y la iniquidad.
Pero este era un año político, por lo tanto, Los Administradores
del Poder se cuidaban sobremanera.
El último día de carnaval coincidió con el de elecciones,
por lo tanto se destacó el sonar sucesivo y rápido de la válvula
de escape de los autos, que iban de un lado a otro, no buscando diversión
para despedir a Momo, sino llevando el voto partidario y decisivo. Hasta las
cinco de la tarde la jornada del último día del carnaval fue silenciosa
y triste. Aproximadamente a las seis comenzó a manifestarse en forma
conjunta la inquietud cívica y carnavalera.
Después todo volvió a su cauce normal. Momo colgó su careta
y todo su cortejo de colombinas, pierrots, etc. volvieron apresurados a refugiarse
en sus castillos. Los días locos de la risa y locura formaban parte ya
de un vago recuerdo. Los bailes de Las Carpas, La Sociedad Española y
El Club 20 de Febrero acallaron sus voces. El trabajo llamaba nuevamente.
Terminada la última noche del corso de 1914, La Orquesta de “Las
Damas Vienesas” se trasladó a brindar Serenatas en el domicilio
del Gobernador, Dr. Patrón Costas; del Ministro de Gobierno, Dr. Cornejo;
del Ministro de Hacienda, Dr. Aranda; del Diputado Nacional Dr. Luis Linares;
del Intendente Municipal Don Agustín Usandivaras; del Gerente del Banco
Provincial, Don Avelino Figueroa; del Senador Nacional, Dr. David Ovejero; del
Senador Provincial, Don Benjamín Figueroa; del Cónsul de España
, Don Ciriaco García y de Don Tomás Canals.
En esos domicilios, los integrantes de la agrupación fueron absequiados
por los citados caballeros con Champagna, después de ejecutar diferentes
piezas de su repertorio.
La comisión encargada de discernir los premios concedió el primer
premio al “Dirigible Pampero”; el segundo a “Las Damas Vienesas”;
el tercero a “Las Estrellas”; el cuarto al “Lawn Tenis”
y el quinto a “Aeroplano”.
El carnaval de 1915 no podía ser esperado de mejor manera. El día
31 de Enero el diario “El Cívico” publicaba con el título
de “Milongas Electorales y Ensayos Carnavalescos” lo siguiente:
CANTA EL FINADO
Fui discípulo de Caco,
criminal de profesión,
a la orden del Patrón.
Entre las selvas del Chaco,
fui el bárbaro matón
que hizo temblar al Mataco.
Fui el segundo Espartaco
y al vencer en la contienda
me donaron una hacienda
en los campos del Sobaco;
Hoy solamente me atraco
en los días de elecciones,
acompañando a ladrones
y a los devotos de Baco.
CORO DE PAISANOS:
Cuando hay elecciones
Vidalitá
si vieras que farra.
Hasta los finados
Vidalitá
tocan la guitarra.
Los que han sido buenos
Vidalitá
vuelven desde el cielo;
entre los votantes
Vidalitá
he visto a su abuelo.
CORO DE CACIQUES:
Somos los rateros
Vidalitá
somos los más viles;
somos los serviles
Vidalitá
dignos de un bozal.
Somos los inmundos
Vidalitá
que entre escoria y lodo
lo enterramos todo
Vidalitá
y punto final.
EL PUEBLO:
A la huella huella
nuestra libertad,
luchando por ella
pronto volverá;
afuera los malvados
que con astucia.
le han puesto con candados
en celda sucia.
-DON TIBURCIO-.
Embarcación, 28 de Enero de l9l5.
LA CELEBRACIÓN DEL CARNAVAL SALTEÑO EN 1915:
La Prensa apelaba a todos los medios posibles para expresar el contexto de
la realidad circundante. Así relacionaba las elecciones legislativas
y entremezclado con las noticias del desarrollo de la Primera Guerra Mundial
los diarios anunciaban las novedades para el carnaval. Don Mercado, que poseía
un negocio en calle España Nº 406 ofrecía cohetes voladores
chicos y grandes (“bonita diversión para los que veranean”),
fósforos de bengala de colores, luces con lluvia de plata, luces de estrellitas,
sapos saltarines, buscapiés japoneses, fósforos japoneses, luces
de bengala de colores, trompos teru-teru, globitos, serpentinas parisien, lluvia
de oro, caretas, guirnaldas, faroles de papel, diademas, collares, mariposas
y pajaritos.
Miles de seres humanos se desangraban en La Contienda Bélica Internacional,
mientras en Salta “La Casa Villagrán” que por esos tiempos
funcionaba en los altos del Cabildo, ofrecía los discos del Maestro Juan
Maglio (Pacho) y decía quien quisiera aprender a bailar tenía
que comprar estos discos por ser el compás y la música muy armoniosos.
Así, con ese clima llegó el viejo desdentado y sarcástico;
viejo dios de la locura y la sátira, el burlón compañero
de Baco. El carnaval, se presentaba con sus cascabeles para hacer su entrada
triunfal en esta Salta mundana y semifeudal.
La racionalidad diría que los espíritus no podían estar
predispuestos a la burla, a la chacota ni a la alegría. La teoría
diría que la tristeza debió estar impregnando el alma del paisanaje
al contemplar tanta sangre, tanto luto y desolación envuelta en la miseria
y las lágrimas, como para tener ánimo carnavalero ¿Habría
Corsos? esa era la pregunta que recorría de rincón en rincón
en los días previos. ¿Faltarían Arlequines y los eternos
enmascarados?. Nadie sabía si se fijaría circuito para el desfile,
que permitiera que más de un chismoso se disfrazara de caballero y más
de un caballero de chismoso.
“El Cívico”, en su ejemplar correspondiente al l8 de Febrero
de 1915 publicó una “Crónica Carnavalesca”, que decía:
“Este año, las chacoterías de momo, nos ha dejado burlados
a todos en general, y a los oficialistas, de que iban revestidos estos últimos,
les quedaba corto, y la careta ha sido suficiente transparente, pudiéndoles
así divisar el rostro, dando lugar con ello, a que se suscitaran jugosos
diálogos de naturaleza política...”.
El tono politizado y crítico de la nota periodística se agudizaba
cuando planteaba:
“La sana intención que ha guiado a la digna sociedad salteña,
para conmemorar esta fiesta anual, no me negarán lectores que ha sido
un fracaso; pues la señora crisis se ha visto representada, hasta en
la muselina, que cubría el esqueleto de los palcos: todo a cinco centavos
el metro.
El desfile de los carruajes por la Plaza 9 de Julio, parecía más
bien la ambulancia de la cruz roja que va a recoger heridos al campo de batalla.
La Banda de Música que amenizaba el espectáculo, lanzaba sus notas
al aire, de acuerdo con la discordante algarabía que formaba el público
a fuerza de querer fingir, una alegría no sentida.
Y la liberalidad y dispendio habida para jugar en dicha fiesta, se la pueden
preguntar a esos aprendices, de la lengua castellana; pomos y tuti,tuti a veinti.
El estruendo del cañón europeo repercute en América. Por
el momento la desolación se impone”.
Firmaba la nota publicada una persona de nombre Simeón Canduela.
EDICTO POLICIAL – COMISIÓN ORGANIZADORA Y PREMIOS:
El día 30 de Enero de 1915, el jefe de policía dio a conocer
a la población “El Edicto Policial” que establecía
que el juego de carnaval solo sería permitido los días 14, 15
y 16 del mes de Febrero. Quedaba absolutamente prohibido arrojar agua o cualquier
otro líquido y solamente se toleraría el uso de pomos, papel picado,
flores, serpentinas y micalina. Se prohibió hacer víctima de los
juegos de carnaval a los agentes de Policía.
No sería permitido el establecimiento de carpas en el Municipio de La
Capital sin el permiso de la municipalidad. Las comparsas cuyo número
no superara a los seis integrantes estaban obligadas a presentar a la policía
un listado con los nombres de los integrantes y el lema de la comparsa. Se prohibió
el uso de bombas explosivas, petardos, cohetes y otros juegos de artificios.
Los corsos solo podrían realizarse en los puntos previamente determinados
por la municipalidad y en los horarios que esta designe.
Dos días después, el 1º de Febrero de 1915, los miembros
de la comisión organizadora de los corsos a realizarse en la Plaza 9
de Julio bajo la presidencia del señor Víctor S. Ortiz, resolvieron:
1º.- Realizar tres noches de corsos en las Avenidas Mitre, Caseros y Alsina
de La Plaza 9 de Julio, los días 14, 16 y 21 de febrero.
2º.- Comisionar al Señor Presidente, para que acompañado
de los miembros que designe, contraten y aprueben el proyecto de iluminación
de las avenidas donde se realizarán los corsos.
3º.- Nombrar una sola comisión compuesta de los señores Alberto
Alemán, Ernesto Aráoz, Eduardo Cornejo, Salomón Juárez
y Víctor M. Sosa para que recolecten fondos del comercio para ayudar
a los gastos correspondientes.
4º.- La comisión decidirá como rentar las entradas de los
vehículos que recorran las avenidas Mitre, Caseros y Alsina, debiendo
venderse dichas entradas por intermedio de la casa Pascual y Baleirón
de Los Llanos en la forma siguiente:
Automóviles Particulares, diez pesos por cada noche.
Automóviles de Alquiler, cinco pesos por cada noche.
Coches Particulares, cinco pesos por cada noche.
Coches de Alquiler, tres pesos por cada noche.
Vendedores Ambulantes, dos pesos por cada noche.
Los fondos percibidos, serán depositados en el Banco Español del
Río de La Plata en cuenta corriente de la comisión organizadora
de corsos al señor Víctor S. Ortiz y del señor Arturo Ferrary
Sosa.
5º.- La entrada de los coches se realizará por la Avenida Buenos
Aires y Caseros y la salida por calles España y Mitre.
6º.- Queda nombrado un Jury compuesto por los señores: Agustín
Usandivaras, Gualdino Riarte, Ernesto Solá, Juan F. Arias y Carlos Oustes,
quienes discernirán los premios que se detallan:
lº- Una medalla de oro a la fantasía y un artístico ramo
de flores a la señorita que a juicio del Jury sea la Reina del Corso.
2º- Cinco Argentinos oro al vehículo mejor adornado.
3º- A la máscara más espiritual, tres argentinos oro.
4º- Al carro que represente un conjunto más caprichoso, una espléndida
bombonera.
7º- Autorizar al Sr. Presidente para firmar o sellar las entradas de los
vehículos y vendedores ambulantes, debiéndolas entregar a quién
corresponda.
8º- Todo conductor deberá exhibir la entrada correspondiente, sin
cuyo requisito no podrá permanecer dentro de las avenidas.
9º- Los Corsos comenzarán a las 9, 30 p.m. hasta las 1,30, siendo
prohibido el juego de agua hasta las 12 m. como también el papel picado,
harina , etc.
10º- La Comisión garantiza la realización de tres noches
de Corsos. Si por mal tiempo u otra causa de fuerza mayor, los corsos se realizarán
los días subsiguientes.
11º- Solicitar del Departamento de Policía la vigilancia correspondiente
y adjuntarle un plano y copia de estas disposiciones para que se sirva hacerlas
cumplir, como ejecutante de La Municipalidad.
12º- La Banda de Música que ha sido cedida galantemente por el Sr.
Jefe de Policía, ejecutará trozos musicales mientras se realizan
las fiestas mencionadas.
13º- Someterse en todas sus partes al Reglamento que el Departamento de
Policía dicte sobre disposición de las fiestas de carnaval.
EL DESARROLLO DE LAS CELEBRACIONES:
En la Plaza 9 de Julio, la primera noche de corsos no adquirió el brillo
de antaño, la cantidad de gente concurrente fue considerada como regular,
se notó poca alegría y para colmo de males a eso de las once de
la noche comenzó a caer una fina garúa que se fue acentuando poco
a poco y que obligó a la desconcentración.
En su segunda jornada el desfile adquirió mayor animación. Numerosos
carruajes adornados, recorrían sus avenidas en medio de una batalla de
Serpentinas y Flores. Las escogidas piezas que la Banda de Música Provincial,
dirigida por el Profesor Nátola, dejaba sentir su mensaje a intervalos
prudenciales, contribuyendo en mucho para que la animación adquiriera
mejores tonos.
Otro corso, en este caso vespertino, se llevó a cabo, como años
anteriores, en la calle Buenos Aires.
Entre los bailes de carnaval sobresalieron los realizados en el local de la
Sociedad Española y en el aristocrático Club 20 de Febrero.
En definitiva el carnaval de 1915 se debatía en dos frentes. El político
estaba dado por las elecciones para elegir legisladores provinciales, llevadas
a cabo el día 7 de marzo y ganadas por los Radicales, que se impusieron
al Oficialismo representado por La Unión Provincial. El otro era el de
la alegría de los corsos, que más allá de un inicio casi
opaco resultaron una desmentida a la crisis internacional y nacional, en el
sentido de que ni el desarrollo de la conflagración mundial ni los avatares
del acontecer político de la vida nacional y ni el pleno desarrollo de
la campaña electoral para los comicios del 7 de Marzo pudieron frenar
el festejo de la tradicional celebración.
La presencia de una numerosa y selecta concurrencia dió brillo al desarrollo
de los corsos en un marco de generalizado derroche.
Entre los vehículos adornados, sobresalieron una simpática y graciosa
representación de una carrada de langostas, titulada “Exterminio”
dirigida por el poeta Juan Carlos Dávalos. Una “Góndola
Veneciana”, un Carro de “Mucamas en Huelga” y el debut en
los desfiles del Corso del Carnaval de Salta de una bicicleta, adornada con
buen gusto.
LA CLASE MEDIA AL PODER
Del año 1916, con respecto a su carnaval, muy pocos datos hemos logrado
conseguir.
Desde el 20 de Febrero de 1916 y hasta el 9 de Mayo de 1918, la provincia estuvo
gobernada por El Doctor Abraham Cornejo, que tuvo como Ministro de Gobierno
a Don Rafael M. Zuviría, como Ministro de Hacienda a Manuel R. Alvarado,
como Jefe de Policía a Jorge Leguizamón y como Intendente a Agustín
Usandivaras y Alberto San Miguel. Gobernó durante dos años, dos
meses y dieciocho días hasta que El Gobierno Nacional dispuso la Intervención
Federal.
En ese año tan importante para la vida política del país
tanto que significó la llegada de los radicales al gobierno nacional,
pues gracias a lo establecido en la ley Electoral Saenz Peña habían
logrado derrotar al partido y a los hombres de la Generación del ‘80.
Con El Radicalismo accedían a la administración del poder político
los sectores medios de la Sociedad Argentina. Ese año Salta, vería
surgir, como parte de La Historia del Periodismo Local a “La Unión
Calchaqui”, aparecida en Cafayate bajo la administración de Nicolás
S. Villalba y “La Libertad” cuya administración estaba ubicada
en Mitre 384 y su primer director fué J. M. Romero Escobar.
De el carnaval de 1916, entonces, solo hemos obtenido vagas referencias rescatadas
de un ejemplar de el diario de la mañana “La Voz del Norte”,
diario nacido en 1913 bajo la dirección de Mamerto Villagrán,
que nos informa de la organización del corso en La Plaza 9 de Julio y
en la calle La Florida, corsos que se desarrollaron con la presencia de un marco
importante de público y en un marco de explícita alegría.
LOS FESTEJOS DE 1917 Y LOS PRINCIPALES ELEMENTOS PARA LA DIVERSIÓN:
Más datos obtuvimos del corso correspondiente al año 1917. Ese
año, como muchos otros, encontró los festejos del carnaval coincidiendo
con un nuevo aniversario de La Batalla de Salta. El 20 de Febrero, fecha tan
cara a La Historia de América, también permitía el recordatorio
del primer año en el ejercicio de La Gobernación de Salta por
parte del Dr. Abraham Cornejo, que buscó durante tan corto período
el equilibrio y regularidad en las finanzas para amenguar un estado crítico
que conducía fatalmente a la provincia a la bancarrota y el descrédito.
En ese clima, algunas casas comerciales publicitaban artículos relacionados
con la celebración. Así por ejemplo Benito Mercado, le decía
a su clientela que la escasez de artículos europeos para las próximas
fiestas del Carnaval, lo privaban de ofrecer la variedad de surtido de otros
años, no obstante ofrecía:
Pirotecnia: bombas del 42; luces de estrellitas; cornetas alemanas; luces de
bengala de colores; luces con lluvia de plata; fósforos de bengala, colores
punzó y verde; fósforos japoneses; buscapiés japoneses;
garbanzos japoneses; soles giratorios; cohetes voladores.
Artículos varios: globitos voladores - globitos con pito- globitos para
agua reforzados- globitos de papel para elevación- caretas para niños-
pollitos de algodón- serpentinas parisién.
Para adornos de Palcos y Carruajes: guirnaldas, gran tamaño y variedad
de colores.
Aderezos: Diademas de bronce pulido para reinas- adornos para la cabeza, de
gran efecto- Margaritas.
Este comerciante anunciaba que sus ventas eran de contado riguroso y que el
Miércoles de Ceniza todos los productos de carnaval, como parte de la
liquidación de saldos, estarían ofertados a mitad de precio.
Mientras la literatura lugareña se expresaba a través de estos
versos:
LA SERPENTINA
Como una culebra de varios colores la calle atraviesa
Partiendo del coche, la cinta radiante de la serpentina,
Partiendo de manos, tal vez amorosas, y el corso no cesa
De dar raudos giros, vagando en comparsas, de esquina en esquina.
Y cuando corona, la frente de un hada con fina destreza,
Parece que fuera, silueta del rayo, que el cielo ilumina;
Y entonces mensajes de un alma fogosa sus párpados besa,
Como si quisiera, juntar con la suya su faz peregrina.
Recursos que Momo prodiga a Cupido de gozo radiante,
Es la serpentina, purísimo emblema de amor y ternura,
Que liga a los seres que se aman y estrechan con lazo
triunfante.
Fugaz como el fuego de la serpentina que un ósculo dura,
Así es la existencia, que pasa como la, soberbia errante,
Dejando recuerdos amargos y tristes del cáliz que apura.
LEANDRO N. PIRIZ
LA PINTA ES LO DE MENOS:
Por esos tiempos, el recordatorio del día 20 de Febrero, especialmente el baile que solía realizarse en la sede del Club del mismo nombre implicaba la necesidad de una vestimenta acorde a tales fastos así “La Casa Villagrán”, publicitaba las novedades, especialmente trajes, acordes para estas fiestas: Sombreros de Felpa, Clak y Galeritas- Camisas especiales para frac y Smoking en hilo y seda- Corbatas- Guantes Blancos de Cabritilla- Botones para pechera- Medias de Muselina de hilo y seda- Zapatos de Baile -Tirantes- Extractos - Lociones y un gran surtido en cremas y aguas para el cutis, pastas y cepillos para dientes, peines y rizadores para el cabello. Y como gran oferta agua para teñir el cabello, de lo mejor que se ha descubierto hasta el momento, decía en un artículo publicado en el diario “Nueva Época” del l9 de Febrero de l9l7.
EL CARNAVAL
Presuroso ya Momo se presenta
trayendo en pos de sí las alegrías,
la tristeza fugaz ante él se ausenta,
dejando el campo libre a sus manías.
Ríe, corre, canta y al llegar
se nota en él y en su disfraz luciente
un deseo infinito de gozar
inspirando diabluras a la gente.
Las hermosas salteñas ya te esperan,
preparan también ellas sus colores,
cantan, juegan, en fin se desesperan
por brindarte gustosas sus amores.
Despierta Juventud, saluda ansiosa
al dios Momo que viene a divertirte;
goza con frenesí, sé bulliciosa,
no dejes un momento de reírte.
Y honrad hasta el delirio al dios burlón
gocemos de ebriedad enloquecida;
venga risa, entusiasmo, ilusión
sea un perpetuo carnaval la vida.
-R. Barbarán (h)-
17 de Febrero de 1917.
LAS CARROZAS Y DISFRACES:
Durante 1917, se llevaron a cabo corsos alrededor de la Plaza 9 de Julio y
en la calle La Florida.
En el corso central, el más lucido de los desfiles correspondió
a la última noche del corso.
Entre las carrozas que se presentaron se distinguieron las siguientes: “Quioscos
de Princesas Orientales” ocupado por las señoritas Elvira y Rita
Figueroa Ovejero, Susana Figueroa y María Ester Serrey. “Carroza
de Cocineras” ocupada por las señoritas María Luisa Alsina,
Carmen Zerda y María Elena Cornejo. “Carroza de Murciélagos”
ocupada por las señoritas Emma Solá, Mercedes, María Teresa
y Angélica Frías y Mecha Solá; “Cisne”, ocupada
por las señoritas Yone Usandivaras, Lucía Ovejero, María
Ester Cornejo y señoritas Serrey. La Carroza “Crisantemos Blancos”,
ocupada por las señoritas Tota Isasmendi, Rita Usandivaras, Marta Gómez
Rincón y Mercedes Dávalos Leguizamón. “Campesinas
Bretonas”, ocupada por las señoritas Tula Goytía y Elena
Angélica Serrey. “Carroza Dominó” ocupada por las
señoritas Emma y María Luisa Martínez, Emilia Esquiú,
María Teresa Gómez, María Ester Oliva y señoritas
Figueroa Arias. “Carrozas de Tejedoras” ocupada por las señoritas
Mercedes Cornejo Saravia, Ana Urrestarazu, Azucena Arias, Elena Cornejo, Carmen
y Elisa Solá, Carmen Celina Rauch y Tula Goytía.
En disfraces de trajes de Fantasía se destacaron: de Españolas,
las señoritas Lía Figueroa Linares y Corina Valdéz; de
Fantasía, Gabriela Zambrano y Bauter; de Holandesas, Ana Arias y Solá;
de Aldeanas, Carmen, Sofía y Jacoba Anzoátegui.
En Coches de paseo se observó la presencia de Elisa Göttlyng, Herminia
Diez, María Elena Linares, Ana Cornejo, Angélica Martinez, María
Teresa Rauch, Fanny López y Carmen Rosa Lobos.
¿QUE ES UN CORSO?
A esta altura del desarrollo del presente trabajo usted dará por entendido
que el corso es una de las manifestaciones del festejo del carnaval, que se
caracteriza por tener un circuito de desfile por el cual transitarán
comparsas, carruajes, carrozas, disfraces individuales y cuanta persona desee
participar de la convocatoria.
Nosotros hemos planteado, como resultado de la investigación, que este
desfile llamado corso, como parte del carnaval, tuvo su primera manifestación
en el carnaval de Salta en el año 1898, entendiendo que dicha actividad
debía tener una estructura básica: Circuito de Desfile- Comisión
Organizadora- Fecha establecida para esos desfiles- Horario establecido- etc.;
pero llamativamente en el diario “Nueva Epoca” correspondiente al
jueves 8 de Marzo de 1917 en su página Nº 2 se publica la siguiente
nota que ponemos a su consideración:
Cuando dice Ud. “Corso” comete un barbarismo
“Un distinguido gramático de esta vecindad, nos visita para hacernos
las siguientes interesantes observaciones, a propósito de un sustantivo
que, en ocasión de las fiestas del Carnaval anda siempre en todas las
bocas y en las columnas de todos los diarios.
“Cada vez que escucho (nos dice, con vehemencia) el vocablo “corso”,
siento la sensación que sienten muchos cuando se rasga una tela, se muerde
la corteza de un durazno o se dobla una uña: se me eriza todo el cuerpo.
“Corso” es un huésped exótico que se ha introducido
arbitrariamente en nuestro lenguaje corriente, y que es necesario desterrar,
en obsequio a la mayor pureza de nuestras expresiones.
No debemos decir “corso”, sino “coso”, que es la palabra
legítima, mientras la otra está impresa en un año falso.
Si aquella fuera más armoniosa, podría tolerarse, aunque no aplaudirse.
La Academia de La Lengua dice a este respecto, en su diccionario editado en
l899:
“Coso”- (del lat. cursus, espacio donde se corre) m. Plaza, sitio
o lugar cercado, donde se corren y lindan toros y se ejecutan otras fiestas
públicas. Calle principal en algunas poblaciones. El coso de Zaragoza.
Ant. cursu, carrera, corriente.
“Corso tiene un significado distinto, según se desprende de la
siguiente anotación, tomada del mismo diccionario: “Corso( del
lat. cursus, carreras) m. Mar. Campaña que hacen por el mar los buques
mercantes con patente de su gobierno para perseguir a piratas o a las embarcaciones
enemigas”.
Creo ( termina manifestándonos) que esto es definitivo; la aceptación
que se le dá aquí comúnmente a la palabra corso tomada
del italiano, es improcedente. En Chile, en El Perú y otras naciones
americanas, lo mismo que en España, y se dice “coso”.
Por nuestra parte, no deseamos encabezar el movimiento innovador que aconseja
el gramático aludido, y continuaremos diciendo “corso” hasta
que se ponga en uso corriente el sustantivo “coso”.”
DIVERSIONES PARALELAS:
Como todos los años, para el tiempo del carnaval muchas personas no
simpatizantes de estas fiestas, solían abandonar la ciudad y dirigirse
a diversos puntos de la campaña donde permanecían durante esos
días gozando del aire puro y de suaves brisas.
Los que no pudieron irse a la campaña se divirtieron bailando en el salón
de La Sociedad Española, donde se realizaron bailes los días 4,6
y 11 de Marzo, organizados por La Juventud Recreativa Española, cuya
presidencia era ejercida por José Argunes, y La Secretaría por
A. Serrano.
El Centro Argentino de Socorros Mutuos, realizó el día 5 de Marzo
una hermosa y concurrida Tertulia en los salones del Centro que era presidido
por aquellos tiempos por Eliseo M. Lesser . La Secretaría era ejercida
por Ramón Barrionuevo.
LOS CORSOS DEL FINAL DE LA GUERRA
NUESTRO AMIGO: EL PUENTE I’PALO.
1.918, es el año que La Historia Universal rescata como el de la finalización
de La Primera Guerra Mundial ( iniciada en 1914).
Ese año encontrará al viejo y querido Puente I’Palo herido
gravemente. Ese gran armatoste que tantos buenos servicios prestaba desde su
inauguración, ya constituía un serio peligro para el tránsito
entre nuestra ciudad y los lugares vecinos del Valle de Lerma.
Deteriorado por los efectos del tiempo y las fuertes correntadas , se lo había
apuntalado con carácter provisorio y desde entonces seguía así.
Las vigas de quebracho resistían, pero los salteños temían
qué con el continuar de las lluvias que caían sobre Salta por
Enero de 1918, y con ellas el aumento del caudal del Río de Arias, quedará
destruido del todo. Recordemos que este puente desaparecerá diez años
más tarde, en el verano de 1928.
ENTRE JUEGOS FLORALES-DEUDAS SALARIALES Y NOSTALGIAS:
A mitad de enero comenzó a despertarse el entusiasmo con motivo de
la animación de las fiestas de Momo. Como siempre su llegada era presidida
por entusiastas festejos: corsos, bailes y otras actividades que lo anunciaban
y preparaban los ánimos, como por ejemplo la llevada a cabo el día
lunes 14 de Enero a las 21,30 horas en El Teatro Victoria con motivo de los
juegos florales patrocinados por La Sociedad Española cuyo programa establecía
lo siguiente:
Primera Parte:
Himno Argentino- por el Orfeón Español, acompañado por
la estudiantina- Lectura del resultado del concurso- Proclamación de
La Reina- Marcha Real Española- Discurso del Mantenedor, El elocuente
Orador Reverendo Padre Arbide- Lectura de Los Trabajos Premiados.
Segunda Parte:
Sinfonía por la estudiantina- cardieri- solo- por el Maestro Vázquez-
Orfeón. Recuerdo- Aire Criollo, acompañado por la estudiantina,
Barcarola
- Corso y sola por la señorita Vall- Ayala- Palacios, Bailes Flamencos
y Fiesta de La Jota, cantada por el Baritono La Borda- Orfeón, Motete
de Bach, Himno a La vida.
Mientras El Gobierno de La provincia adeudaba a la docencia salteña tres
meses de sueldo. Más de un paisano añoraba los carnavales de antaño.
En realidad siempre andamos añorando el pasado, bajo el famoso precepto
de “todo tiempo pasado fue mejor”. Hoy nos parece que el carnaval
de nuestros abuelos, de acuerdo a sus narrativas, fue mejor que los de finales
del Siglo XX; sin embargo también los salteños de 1918 recordaban
con nostalgia sus carnavales de antaño, de cuando las muchachas chorreaban
agua, ya que desde temprano habían empezado a cambiar vestidos y cruzaban
los patios disparando con baldes, palanganas, cacerolas y tachos dando estridentes
alaridos y risotadas.
El suelo siempre quedaba convertido en un charco fangoso, donde de repente algunas
de las carnavaleras se resbalaban, perdían el equilibrio y como diría
la abuela “quedaban en pose para una instantánea”.
Los changos mozos realizaban el asalto por sorpresa. Atacaban por las puertas
y otros, saltando los corralones ganaban los patios apoderándose de los
pozos de agua y de las tinas, bastiones que producían furiosos entreveros
cuerpo a cuerpo disputándose su posesión. En estos casos no era
nada raro que los mozos en el calor de su entusiasmo levantaran a una niña
por la cintura y le dieran un baño de inmersión en un recipiente
lleno de agua, acto celebrado con grandes risotadas y gritos.
De pronto, una polvareda anunciaba la llegada de una caravana de jinetes. Al
rato nomás, siete u ocho disfrazados de Moreiras y Payasos, hacían
rayar los pingos mientras decían disparates cómicos que despertaban
risa a comadres y a chiquillos. Estos visitantes eran temidos, pues solían
largar el grueso “chorro de agua”, una lluvia de huevos descompuestos
o llenos de materias malolientes. Otros, más escrupulosos, solían
embadurnar la cara de los concurrentes con puñados de harina y papel
picado, que luego eran recogidos del suelo por los “gurrumines”.
Por aquellos tiempos la calle de la ciudad eran recorridas por Comparsas; como
por ejemplo “Los Salteños unidos”, que siempre se llevaban
los honores del triunfo, que tenían su centro principal en la calle Entre
Ríos y que eran dirigidos por el “Negro” Martínez,
bien uniformados con un lujoso estandarte lleno de trofeos, desfilaban entonando
sus canciones y luciendo su espléndida orquesta.
Que lindo era vivenciar la noche del entierro del carnaval, cuando el entusiasmo
llegaba al colmo. La gran atracción era ver quemar al Judas. Ese día
las mujeres con sus guaguas concurrían a pié desde los más
lejanos arrabales. Un Judas grande solía colgar frente al “Naranjito”
y en otros lugares mientras otros, eran paseados procesionalmente por las calles
al compás de marchas fúnebres, algunos de los acompañantes
y dolientes gimoteaban y otros daban fuertes gritos de dolor. A última
hora, el recordado “Tetera”(personaje de la época que viene
a representar el precedente de otro no menos recordado como lo fue “Frangollo”)
se encargaba de pronunciar elocuente oración fúnebre que hacía
desplomar de risa a los oyentes. De pronto, colgado en el Patíbulo el
Judas comenzaba a arder, mientras explotaban estruendosamente una gran cantidad
de bombas y cohetes. Momo había muerto pero las exequias continuaban
hasta el otro día en numerosos bailongos que desparramaban la música
en muchos lugares.
COMISIÓN ORGANIZADORA – JURADO Y LOS COLECTORES DE FONDOS:
Esos eran los carnavales que se añoraban allá por 1.918, mientras
tanto el día Viernes 25 de Enero se habían reunido en la casa
de la Vicepresidente de La Sociedad de Beneficencia, señora Rafaela I.
de Riarte, un grupo de jóvenes entusiastas y dispuestos a secundar con
su acción de propaganda para que los corsos tuvieran el brillo deseado
y a la vez se obtuvieron, además, fondos destinados al Hospital del Señor
del Milagro.
La comisión organizadora de los corsos estaba constituida por El Doctor
Francisco Aráoz Castellanos como Presidente; El Teniente, Mario G. Godoy
como Secretario; El Dr. Arturo Ferrary Sosa como Tesorero y David Michel Torino,
Juan Carlos Costas, Arturo Figueroa, Juan Carlos Serrey, Ernesto Araoz, Humberto
Cánepa, Carlos Bessani y Carlos Cornejo Aráoz como Vocales.
El Jurado encargado de la adjudicación de premios estaba formado por
El Dr. Francisco Aráoz Castellanos, Dr. Manuel Anzoátegui, Dr.
David M. Saravia y los señores Manuel R. Alvarado y Gualdino Riarte.
Se resolvió establecer un primer y segundo premio al mejor vehículo
adornado y un primer y segundo premio al mejor grupo de señoritas.
Los corsos del año 1.918 se realizaron el domingo 10 , martes 12 y domingo
17 de febrero, a partir de las nueve de la noche alrededor de La Plaza 9 de
Julio.
El Señor Ángel Galarreta fue designado Comisario General de los
desfiles, con facultad de designar dos o más que lo secundaran en sus
funciones.
Se conformaron las comisiones encargadas de recolectar fondos destinados al
pago del alumbrado y los premios, quedando constituidas de la siguiente manera:
Primero: David Michel Torino y Arturo Figueroa encargados de la calle Caseros
y Libertad al Sud-Oeste.
Segundo: Humberto Cánepa y Juan Carlos Serrey de Caseros y Libertad al
Sud-Este.
Tercero: Arturo Ferrary Sosa y Carlos Bessani, las calles Caseros y Mitre al
Nor-Este.
Cuarto: Ernesto Aráoz y Carlos Cornejo Arias las calles Caseros y Mitre
al Noroeste.
FUE EL PRIMER CORSO EN EL QUE SE
COBRÓ ENTRADA A LOS CONCURRENTES.
Se había acordado cobrar entrada a todos los que concurrieran en las
noches de corso; mayores de seis años, veinte centavos a cada uno, con
excepción de los ocupantes de palcos.
Al poco tiempo, el martes 29 de Enero de 1918, el Secretario de la comisión
organizadora, el Teniente Godoy debió ser reemplazado por el Teniente
Don Pedro Greni, ya que el primero se ausentó a Tucumán por motivos
de servicio.
Se fijó en cinco pesos Moneda Nacional por noche por cada palco ubicado
sobre las veredas, como impuesto para el pago de alumbrado.
Las entradas para peatones a la plaza en las noches de corsos se vendieron en
las cuatro esquinas de la misma y en los bares circundantes, ya que se contaba
con la cooperación de sus propietarios.
Se había previsto que en caso de que en algunas de las noches lloviera,
la jornada quedaba pospuesta para el día siguiente .
Todo vehículo movido a tracción sanguínea pagaba cinco
pesos moneda nacional por noche. Los automóviles y carros pagarían
diez pesos. Se calculaba la recaudación por ventas de palcos en treinta
y cinco pesos por las tres noches.
Las comparsas, que desfilaban a pié estaban eximidas del pago de entrada,
no así los vendedores ambulantes de flores y serpentinas que debían
pagar tres pesos por jornada.
No se permitía la entrada de jinetes a caballo, con excepción
de las autoridades oficiales.
La entrada de los coches y carros se realizó por la calle España
y Mitre y la de automóviles por Mitre y Caseros. La Salida de todos los
vehículos se efectuaría por Buenos Aires y Caseros. Las entradas
de vehículos y venta de palcos se retiraban de Librería Pascual
y Baleirón de Los Llanos, calle España 656.
El desfile de los corsos no podía tener una duración superior
a dos horas y se había prohibido el uso de agua y papel picado.
La Prensa de la época presionaba a las autoridades comunales, para que
se prohibiera a nombre del “buen gusto y del decoro”, la utilización
de los trajes del sexo contrario, si bien, se decía, la investigación
de esto resultaba arriesgada y muy pocas veces cómica.
Fue tal la presión de determinados sectores, ante la imposición
del cobro de entrada para acceder al circuito del corso, que el día jueves
7 de febrero la comisión organizadora comunicaba que los veinte centavos
establecidos como cobro de entrada sería optativo, todos aquellos que
“buenamente” quisieran aportar esa cantidad en beneficio del Hospital
del Milagro. Por otra parte las comisiones encargadas de recolectar fondos habían
tenido una muy buena cosecha.
¡META VIVIR NOMÁS! (EN MEDIO DEL AGUA).
Las tertulias estaban al Orden del Día, así “La Comisión
Pro-Cultura y Arte” realizó una en la Sociedad Española
el sábado 9 de Febrero, poniendo como condición a los concurrentes
vestir trajes de paseo. En casa del Comandante Agustín Matorras se improvisó
una muy animada con la presencia de numerosa y distinguida concurrencia de señoras
de la sociedad salteña.
El premio estipulado para el mejor carro de señoritas consistía
en un Lunch en El Pabellón de los Lagos ofrecido por El Señor
Lardié.
Tres relojes pulseras, para damas, para el mejor coche de señoritas vestidas
con trajes de fantasía. Para la máscara más chistosa y
humorística El Club 20 de Febrero donó cien pesos en efectivo.
Los segundos premios consistían en una artística medalla, obsequio
de La Casa Spaventa. Dos bomboneras obsequio de los propietarios del Casino
y un par de preciosos violeteros obsequio de La Casa Isasmendi y Cía.
Los que no estaban nada contentos ni con El Carnaval ni con los Corsos eran
Los Curas Mercedarios, quienes resolvieron que en los tres días del Carnaval
en La Iglesia de La Merced se exhibiera El Santísimo Sacramento, a las
diez de la noche y se rezaran actos de desagravio.
El primer día de corso gozó de decaimiento, poco entusiasmo y
originalidad, en las calles, la tristeza del pauperismo reinante producto de
la mucha miseria, eran las notas características.
El verano de 1918 es recordado como uno de los más lluviosos, tanto por
la continuidad como por la cantidad de agua caída. El día lunes
11 de febrero, llovió casi dos horas consecutivas. El cielo en sus confines
semejaba un campo de batalla.
Los Ríos Arias y Arenales crecieron como pocas veces, presentando un
aspecto imponente. La precariedad del Puente I’ Palo acrecentaba la zozobra.
En la calle Urquiza, a la altura de Buenos Aires y Córdoba, los adoquines
flotaban por encima de los bancos del Parque San Martín, arrastrados
por las aguas.
El Lechero Cristóbal Suarez pretendía a mediodía vadear
El Río Arias por el camino frente a La Finca del Señor Pedro Antonio
Castro. Iba en una jardinera con dos animales, al entrar a la corriente volcó
el vehículo apretando a su conductor quien pereció ahogado lo
mismo que las bestias. Muchas personas observaban desde las barrancas el accidente,
sin que le fuera posible prestar auxilio. Una gran cantidad de inmuebles se
vieron afectados por derrumbes.
LOS PREMIADOS Y LA RENDICIÓN DE CUENTAS:
En el último desfile de corsos se notó más animación
que en los anteriores, como así también mayor concurrencia.
Entre los carruajes adornados que llamaron la atención y provocaron los
mejores aplausos a su paso deben ser mencionados el que representaba un elefante
en el que iban las señoritas Sara Bertres Arias, Rita Usandivaras, Ester
Aráoz, Fanny Mercedes Isasmendi, Mercedes Dávalos. Otro que representaba
la prensa local y el que representaba “Las Luciérnagas” que
estuvo a la par de “Los Planetas”.
La comisión encargada de adjudicar premios, emitía su fallo.
Al carro, tirado por cisnes y en el elefante le correspondió el primer
premio. Un premio de tres pulseras le fue otorgado a las tres señoritas
que iban en una berlina y en un coche con traje de mariposas. Una medalla de
oro para la canasta iluminada a luz eléctrica. Dos violeteros para “Los
Artilleros”. Dos bomboneras para el carro de huelguistas. El primer premio
de cien pesos fue declarado desierto por no haber ninguna máscara merecedora
de él. De este importe se destinó veinte pesos para el jovencito
que hacía de Carlos Chaplín (Mariano Ovejero Paz), durante las
tres noches del corso.
El Sábado 23 de Febrero, la comisión pro-corsos, dió a
conocer la rendición de egresos e ingresos que fue la siguiente:
Recolectado por la comisión de señoras y caballeros------- $
459,70
Por entradas vendidas en el corso del día 10 ---------------$ 17, 40
Tarjetas vendidas en La Tertulia del día 11 -----------------$ 541, 00
Entregadas por Baleirón de Los Llanos -------------------- $ 600, 00
Entregado por El Casino --------------------------------$ 30
Entregado por la señora Dolores de Figueroa -------------- $ 5
Saldo del premio Club 20 de Febrero ----------------------$ 80
TOTAL ------------------------------------------------$1733,10
EGRESOS:
Cantina del Club -----------------------------------------$ 71,40
Propinas al servicio ------------------------------------------$ 35
A los señores Monerris y Cía. por impresiones ---------------$
35
A papel Hauctein -----------------------------------------$ 14,40
Orquesta “Santa Cecilia” ------------------ --------------$110,
00
Premios -----------------------------------------------$ 60
Para Hospital del Milagro --------------------------------$1406,80
TOTAL ------------------------------------------------ $1.732,6
Del análisis de estos datos se pueden observar al menos cuatro detalles:
1.- Los que “buenamente” aportaron el pago de su entrada no fueron
tantos (si la entrada costaba veinte centavos, el importe rendido nos dice que
solo pagaron ochenta y siete personas).
2.- Una tertulia, por estos tiempos representaba casi el 30 % de la recaudación
total.
3.- Los premios que se establecían en estos corsos comprendían
en su mayoría objetos (que eran donados o adquiridos) y tenían
escasa incidencia en la organización.
4.- La orquesta obtenía un muy buen reconocimiento económico por
animar una tertulia.
Así pasó el carnaval de 1918 por Salta.
En Orán había pasado casi desapercibido. Ni siquiera tuvo lugar
el acostumbrado baile social.
A manera de balance, intentando contactar con una especie de síntesis,
recurriremos a la información volcada en las páginas de el diario
“El Cívico”, del día Domingo 22 de Febrero de 1918
donde publicaba lo siguiente: “... Desde la víspera, sábado
21, se notó ya bastante animación en el pueblo para festejar las
fiestas carnavalescas, efectuándose reuniones en varios puntos de la
ciudad y baile de disfraz en La Sociedad Española, corsos en las calles
Buenos Aires y Florida, acumulación de proyectiles para las batallas
y un ir y venir de aficionados poblando el aire con comentarios. El domingo
amaneció con el cielo plácido pero con nubes precursoras de lluvias.
Los palcos de La Plaza 9 de Julio fueron terminados y la instalación
eléctrica igualmente. Al mediodía se notó algún
movimiento en las calles, por jóvenes que se mojaban y nada más.
No hemos visto desfilar comparsa alguna. Por la tarde se realizaron dos soberbios
corsos en las calles Buenos Aires y Florida. Por la noche debían repetirse
estos con lujo de concurrencia y atavíos de papeles.”
“Había mucha animación y entraban en los corsos la mayoría
de los carruajes, compuestos la mayor parte con sus ocupantes muy alegres cuando
un repentino aguacero dispersó la reunión. El lunes hubo bailes
en el Club Social y un concurrido corso en la calle Florida. El entusiasmo de
éste cesó también a las once de la noche, hora en que se
desencadenó un chaparrón de agua. Al siguiente día el entusiasmo
no decayó. Ha sido un carnaval lluvioso el de este año. En la
campaña las fiestas carnavalescas han pasado casi desapercibidas...”.
EL CARNAVAL DE 1919:
LA POESÍA AL PODER:
1918 había sido un año, desde el punto de vista político,
bastante conflictivo; recordemos que Abraham Cornejo gobernó desde el
20 de Febrero de 1916 hasta el 9 de Mayo de 1919, fecha en la que asumirá
el gobierno de La Provincia, interinamente, con carácter de Interventor
Federal El Dr. Emilio Jiménez Zapiola, que gobernará hasta el
día 23 de Julio del mismo año, fecha en que asumirá también
en carácter de interino El Coronel Ricardo Solá, quien ejerció
el mando hasta el 9 de Agosto de 1918. Desde esa fecha y hasta el 7 de Enero
de 1919 desempeñará el cargo de Interventor El Dr. Manuel Carles.
1919, entonces, nacía con un nuevo Gobernador: El Dr. Joaquín
Castellanos, un salteño nacido en el año l86l y fallecido en Buenos
Aires en el año 1932. Castellanos gobernó Salta desde el 7 de
Enero de 1919 al 10 de Noviembre de 1921, sus Ministros de Gobierno fueron:
Darío Arias y Julio José Paz; tuvo como Ministros de Hacienda
a David M. Saravia- Darío Arias- Julio Bastiani y Miguel López
Domínguez. Sus Intendentes Municipales fueron, Carlos Outes- Luis Diez-
Bernabé Toranzo y Bernardo Moya. Ejercieron durante este Gobierno el
cargo de Jefe de Policía: Juan B. Peyrotti- Agustín Matorras-
Germán Alemán y Manuel Guerrero.
Debe aclararse que durante el Gobierno de Joaquín Castellanos, El Dr.
Juan Basilides Peñalva, en su carácter de Presidente del Senado
de La Provincia, ejerció el mando interinamente desde el 10 de Enero
hasta el 25 de Mayo y del 2 de Julio al 25 de Setiembre de 1919 y desde el 25
de Octubre de 1921 hasta el 12 de Noviembre de ese mismo año. Como se
puede apreciar el Gobierno de Castellanos fue un período conflictivo
en la historia política de los salteños, justificada en su espíritu
progresista, en su profundo compromiso para con los sectores sociales desposeídos
y sus diferencias políticas para con El líder Radical, partido
al cual representaba, el Dr. H. Yrigoyen. Dificultades políticas-administrativas
que tuvo que afrontar El Dr. Joaquín Castellanos, así con fecha
Jueves 30 de Enero de 1919 el Diario “Nueva Época”, dirigido
entonces por Arturo Gambolini, en su página Nº 2 y con el título
de “Los Maestros en Comisión” decía lo siguiente:
“ El título nos resulta como el carnaval de Venecia: variaciones
sobre un mismo tema. Debemos sin embargo, ocuparnos del asunto, ante una réplica
de nuestro colega “La Voz del Norte”, calificando de capciosa la
afirmación que nos atribuye, de que en Salta no existen más maestros
que los que actualmente desempeñan puestos dependientes del Consejo General
de Educación.
Lo que hemos dicho es que el 95 % del magisterio provincial, está constituido
por mujeres, y que difícil sería encontrar diplomados para llenar
con ventaja los claros con que amenaza el decreto declarando en comisión
a los maestros. Lo hemos dicho y lo sostenemos a base de un argumento que el
colega no podrá destruir. Y es el de que los maestros con titulo prefieren
en general los puestos nacionales, por el mayor sueldo con que son retribuidos
y por la mayor estabilidad en los cargos. Eso no implica que algunos no tengan
colocación o que acepten emplearse en las escuelas provinciales; pero
nadie negará que en ambos casos son contados, así como nosotros
no negamos que puedan existir educacionistas faltos de competencia y susceptibles
de ser reemplazados.
Agregamos una vez más que para llegar a este resultado que parece proponerse
El Consejo, no era necesario el tal decreto. Sobre todo si se tiene en cuenta
que un buen porcentaje del magisterio demostró o demuestra evidentes
simpatías por el radicalismo, lo que hace suponer, fundadamente, que
quienes corren peligro en su estabilidad no son por cierto los maestros radicales.
Somos también partidarios de la selección del personal, y en este
punto no discutimos las ventajas de llevarla a cabo. Eso sí, que nos
reservamos el derecho de comentar en su oportunidad los procedimientos, anticipando
desde ahora que la selección o podrá ser hecha de la noche a la
mañana y que, entre tanto, el referido decreto mantendrá en la
incertidumbre al gremio afectado, y con especialidad o los maestros sospechados
de indiferencia por el partido gobernante ”.
LA VILLA VERANIEGA DE SAN LORENZO Y SUS CORSOS:
En los primeros días del mes de Febrero de 1919 la señora Rafaela
Ibazeta comenzó a desarrollar tareas tendientes a que los tradicionales
corsos de carnaval pudieran realizarse y al igual que el año anterior
fuesen en beneficio del Hospital del Milagro.
Mientras tanto por el territorio veraniego de San Lorenzo también se
adoptaban los recaudos necesarios para la organización del corso vespertino,
que se llevó a cabo en dicho lugar el día domingo 16 de febrero
desde las cuatro hasta las siete de la tarde. Su avenida principal de por sí
bellísima, fue engalanada con gusto, utilizando adornos cedidos generosamente
por la Sociedad Española. Concurrió una Banda de Música,
se prohibió el juego con agua durante su transcurso y se desarrollaron
en un marco de armonía y alegría. Un hermoso corso de flores y
serpentinas. Se puede decir que pocas veces, en los pueblos del interior se
realizaron corsos, por esta época. Asistieron aproximadamente cincuenta
automóviles, adornados con helechos y rosas, que recorrieron el circuito
preparado con una profusión de gallardetes y guirnaldas.
Entre el público asistente se destacaron Dolores Arias de Huertas, Virginia
Tamayo de Alvarez, María Figueroa de Uriburu, Elena Usandivaras de Tamayo,
Carlota Palacios de Leguizamón, Sara Figueroa de Gómez Rincón,
Asunción Usandivaras de Los Ríos, Carmen Aranda de San Miguel,
Lola Alvarez Tamayo de López, Elisea Ortiz de Patrón Costas, Lucía
Linares de Cornejo, Elisa Tamayo de López, Serafina Figueroa de Arias,
Angela Sánchez de Usandivaras, Sara Cornejo de Fleming, Elisea Isasmendi
de Ortiz, Juana Campos de Benitez, Angélica Usandivaras de Arana.
Entre las que desfilaban en autos se destacaron Ortencia Campero de Figueroa,
María Luisa García Pinto de Patrón Costas, María
Ester Uriburu de Usandivaras, Fanny Lola Becker de Cornejo, Elisa Figueroa de
San Miguel, Mónica Costa de Cornejo, Juana Benitez de Fleming y muchas
otras, todas integrantes de la crema social salteña.
EL ESTADO DEL CASCO CÉNTRICO O CAPITALINO:
El carnaval se aproximaba y las avenidas de la Plaza 9 de Julio no presentaban
su mejor aspecto. Habían sido rellenadas con ripio sin apisonamiento
posterior, de donde resultaba que los transeúntes trazaban huellas por
el césped al hacerse imposible el andar por dichas avenidas.
El pavimento de las calles se encontraba en pésimo estado, tanto el de
adoquín como el de piedra. Algunas cuadras céntricas permanecían
sin ningún pavimento tales como la Urquiza entre Libertad y Buenos Aires
y La Mitre entre Leguizamón y 13 de Febrero.
El vecindario se quejaba de que El Tagarete, ex Zanja Blanca, hoy Avenida Virrey
Toledo, que por aquellos tiempos se llamaba Avenida Centenario, se había
convertido en un depósito de basuras.
La Plaza Alvarado, calle Caseros al 2000, presentaba el aspecto de un matorral
en completo abandono. Mientras el Gobernador de Salta, el doctor Joaquín
Castellanos se había trasladado a Buenos Aires para gozar su luna de
miel, la administración quedó a cargo de Juan Basilides Peñalva.
La comisión de corsos del carnaval, que se realizarían a beneficio
del Hospital del Señor del Milagro, daba a conocer su reglamento.
Se preveían corsos alrededor de La Plaza 9 de Julio para los días
2,4 y 9 de Marzo. Los gastos originados serían subvencionados con lo
que se recaudaría de cobrarle cinco pesos a todo vehículo tracción
a sangre que circulara por el corso, por noche; los automóviles y carros
pagarían diez pesos. Cada palco costaría treinta y cinco pesos
por las tres noches. Los vendedores ambulantes de flores, pomos y serpentinas
pagarían dos pesos por noche. La entrada y salida de vehículos,
coches y carros sería la misma, que la fijada para el corso del año
anterior. El desfile comenzaría a las nueve de la noche y quedaba prohibido
el uso de agua durante el desfile.
Fueron designados comisarios del corso los señores Ángel Galarreta
y Alejandro Mollinedo.
EL CARNAVAL DE ORAN Y EL CARRIL
En Orán, el carnaval se vivió prácticamente con indiferencia.
Por iniciativa de algunos de sus habitantes se realizó en un salón
cedido por el señor Ángel Ubiergo un gran baile y lunch que fue
un éxito completo, donde la animación no decayó ni un instante
bailándose desde las nueve de la noche hasta las cinco de la madrugada.
Entre los presentes sobresalieron: Escolástica R. Aseña, Etelvina
P. de Borche, Carmen R. de López, Sinecia Z. de Tobar, Delicia A. Gilabert,
Amalia, Aurelia y Josefa Ubiergo, Sara, Mery y José Gaum, Santiago Gonzalo
Pérez, Mariano Pico, Carlos Gomez, José Figueroa Torino, José
Padovani y otros, de esta tertulia surgió la idea de formar un Club Social.
En El Carril, mientras tanto, resultó un acontecimiento social la cena
y baile con que fue recibido Momo en esos pagos. Se llevó a cabo en la
Casa del señor Belmont, donde se bailó con entusiasmo hasta las
primeras horas del día siguiente, destacándose la presencia de
Miguel Ignacio Avellaneda, Anita Juarez Moreno, Elvira Torres de López,
Rogelio San Millán, Elisa D’Andrea, Miguel Zigarán, Emma
Fuente Seca y muchos otros.
LAS CELEBRACIONES CAPITALINAS:
Los corsos de la Capital de Salta fueron un éxito. Al de La Plaza 9
de Julio concurrió un gran número de vehículos, una diversidad
de disfraces que le dieron un marco multitudinario y colorido.
El Corso de la calle La Florida, que comenzaba a las cinco de la tarde, contó
con una doble hilera de vehículos que ocupaba las cinco cuadras de su
tradicional circuito, desde Corrientes a Tucumán. Como todos los años
anteriores una espectacular presencia de público, acumulada en puertas,
balcones y aceras, interrumpía de continuo el tráfico de este
corso multitudinario, donde se jugó hasta las nueve de la noche.
La Banda de Música Provincial amenizó el corso de La Florida.
El carnaval de 1919, también se vio amenizado por un concurrido baile
de disfraces llevado a cabo el sábado 9 de marzo en la casa del señor
Eliberto Sid a iniciativa de los miembros de La Sociedad Pro-Cultura y Arte.
Así pasaron los corsos de La Plaza 9 de Julio y de la calle La Florida
ambos destacados por una buena organización, pero también la manifestación
de la gente que solicitaba para ambos corsos una inspección, por parte
de la unicipalidad en lo que a la seguridad de los palcos se refiere.
RECUERDOS DE CARNAVAL
La flor amarilla, la flor del olvido,
en el último Corso del Carnaval,
me diste en recuerdo de haberte perdido,
y fue airosamente de adorno a mi ojal.
Dijiste mi nombre con eco sentido
al darme galante la rosa fina.
Como un homenaje mi verso ha querido
pagarte la rosa con un madrigal.
Si en amor cual vienen, terminan las cosas,
merece alabarse que sean las rosas
epílogo dulce de un sueño triunfal.
Y así tu capricho fragante de olvido,
cual leve recuerdo de haberte perdido
se fue airosamente de adorno a mi ojal.
JORGE VILLAFAÑE.
EL CARNAVAL DE 1921:
Relacionado con el Carnaval de 1920, nada hemos podido lograr. Recurriendo
a la memoria de algunos salteños que vivieron valiosos tiempos, solo
hemos obtenido vagas referencias, la mayoría nos cuenta que si hubo corsos
tanto en La Plaza 9 de Julio como en la calle La Florida y que “estuvieron
muy churos”; por lo tanto pasaremos a contar algo del carnaval del año
1921, que por otra parte es el año en que se recordó el Centenario
de La Muerte del General Martín Miguel de Güemes (fallecido el 17
de junio de 1821).
Hacia el 21 de enero, los salteños se encontraban a casi tres semanas
del inicio del carnaval. En cierta manera la preocupación consistía
en que se observaba una cierta indiferencia en el ambiente, lo que hacía
suponer que las fiestas correspondientes a este año carecerían
del tradicional atractivo. Pero al mismo tiempo, contradictoriamente se anunciaba
para el domingo 30 de enero la realización de un corso de flores en la
pintoresca Villa de San Lorenzo, organizado por las familias veraneantes.
Recién hacia fines de enero “Las Damas de La Sociedad de Beneficencia”
comenzaron a trabajar para intentar lograr la realización de Corsos en
la Plaza 9 de Julio. A la par , el tradicional y exitoso corso de la calle La
Florida también tenía en la comisión organizadora a un
entusiasta grupo de vecinos que buscaba prestigiar su realización en
la mejor forma posible.
Por aquellos tiempos la mayor parte de las calles poseían un adoquinado
de madera, que se encontraba en un estado ruinoso y la Intendencia Municipal
había destinado dos cuadrillas de trabajadores para proceder a su refacción
en los lugares indispensables.
Los corsos del año 1921 fueron patrocinados por El Centro Argentino de
Socorros Mutuos y se decidió que el producido de las fiestas sería
distribuido proporcionalmente entre La Sociedad de Beneficencia y El Centro
Patrocinante, es decir destinado a fines exclusivamente de Beneficencia social.
De todas maneras a días del inicio del carnaval el ánimo no se
elevaba y seguía notandosé casi ningún entusiasmo por sus
festejos.
Se estableció el costo de las tarifas de alquiler de los palcos en doce
pesos por cada noche y de treinta pesos por las cuatro noches. Los interesados
solían concurrir a la Casa Chirimonti, que estaba ubicada en Caseros
y Buenos Aires donde trataban sobre el tema. Como puede apreciarse, las diferencias
de precios en relación a los años anteriores era muy notable.
Llamativamente algunos pretendían justificar esta situación en
el desinterés que animaba al centro patrocinante, que por otro lado,
y contradictoriamente decían “no escatima esfuerzos con tal de
conseguir que los corsos alcancen el mayor brillo posible”.
Muy pocas máscaras, escasa serpentina y por el contrario tal como se
preveía las fiestas carnavaleras tuvieron un tono deslucido debido a
la falta de animación y entusiasmo mucha agua y pomos hicieron que una
lluvia de reclamos y quejas se manifestara. Algunos llegaron a considerar como
insoportable al abuso inmoderado del juego con agua en los corsos.
A tanto llegó la miseria del carnaval de este año que el diario
“Nueva Época” del Miércoles 9 de Febrero de 1921 en
su tapa decía lo siguiente:
¡ UNA MÁSCARA !
Después de un día en que nada hizo advertir que estábamos
en pleno carnaval, el domingo presenciamos un caso curioso y alegre. Un grupo
de muchachos perseguía al iniciarse el corso una máscara; la única
máscara; la primera que en un gesto d’anunzziano quiso llevar a
conocimiento del pueblo que estabamos en carnaval. Pero, aquella turbamulta
de chicuelos le persiguió, le sacaron repetidas veces la careta, le apedrearon;
haciendo miles travesuras al infeliz entusiasta que tuvo que retirarse hasta
que los policiacos le prestaran garantías.
En realidad no tan solo el agua fue un problema de los corsos, sino que los
organizadores fueron sorprendidos por la escasa cantidad de vehículos
que concurrieron y la poca animación de los participantes.
Por supuesto el Club 20 de Febrero no dejó de organizar su baile, que
fue considerado la nota saliente de los festejos del carnaval; ya que era considerado
como un exponente elevado de distinción y sociabilidad.
En el Centro Argentino de Socorros Mutuos, la gente no quiso quedarse atrás
y también organizó su baile que se prolongó hasta altas
horas de la madrugada en medio de un ambiente de gran animación.
Hablando de bailes hubo uno que se destacó nítidamente, el organizado
por los Jefes Oficiales del Regimiento Quinto de Artillería Montada que
la noche del jueves 10 de Febrero llevaron a cabo El Baile de Fantasía
para celebrar el veintitrés aniversario de la Fundación de dicha
unidad. Lo más representativo de la Alta Sociedad se dio cita en el mismo
que contó con la presencia de La Banda de Música de La Policía
y La Banda del Regimiento Quinto de Artillería, además de una
orquesta compuesta por ocho profesores, que bajo la dirección del Sr.
Jaime Comas, fue muy aplaudida.
Tanto el Corso de La Plaza 9 de Julio como el de La Calle La Florida, levantaron
un poco la puntería en sus últimas jornadas. Especialmente este
último, dentro de la pobreza del carnaval de este año puede decirse
que fue el mejor y el más concurrido. El corso popular estuvo vestido
de encanto y animación donde la disputa carnestolenda de coche a coche
se trabó con singular característica”.
Para este año el circuito del Corso de La calle La Florida había
sido ampliado en dos cuadras (desde Alvarado a Tucumán). Una fila interminable
de automóviles y carruajes ocuparon esas siete cuadras bajo una lluvia
de proyectiles mensajeros de amor y de alegría flores y agua perfumadas
eran arrojados desde balcones, puertas de las casas y desde las aceras.
Si bien el corso de La Plaza 9 de Julio en su última jornada contó
con mayor número de carruajes y autos ocupados por señoritas elegantemente
vestidas no alcanzó a tener la brillantez del otro corso.
Los corsos de 1921, entonces, no sobresalieron con respecto a otros de años
anteriores. De todas maneras a la hora de los balances económicos, desde
el punto de vista monetario la cosa no fue tan mal, ya que en un informe ( memoria
leída por El Presidente del Centro Argentino de Socorros Mutuos, Señor
Mollinedo en la Asamblea del 13 de Marzo de 1921) referido a los corsos del
carnaval se ponderaba el esfuerzo que conllevó la organización
gracias a una concesión especial otorgada a su favor por la Intendencia
Municipal. Parte del informe decía: “...No obstante los muchos
inconvenientes, trastornos y el mal tiempo reinante en los días de su
celebración, el producido líquido de estas fiestas es de $ 762,80
Moneda Nacional, habiéndolo compartido nuestra asociación, de
sus utilidades al Hospital del Señor del Milagro, quedando un saldo total
a nuestro favor de quinientos pesos moneda nacional que ingresaron a la Caja
Social...”
En esa rendición se hacía especial mención por la colaboración
en esta empresa de los corsos a los señores Arrigo Morossini a los consocios
José J. Saravia, José W. Ruiz y Roque Bosco.
Para pintar un panorama general de la Salta de estos tiempos, apelamos nuevamente
al diario de la tarde “Nueva Época”, que en su edición
del 1º de Marzo de 1921 en una nota titulada “Por los Barrios Sub-Urbanos”,
decía:
“Señor Director: Teniendo en cuenta que el diario Nueva Época,
de su digna dirección siempre se ha ocupado de los intereses generales
del pueblo y especialmente de la clase pobre, nos tomamos la confianza de molestarlo
pidiéndole quiera llamar la atención a quien corresponda por medio
de su ilustrado diario para que nos tengan un poco de compasión y dejen
pasar un hilito de agua por la acequia que va a los lagos y que cruza por las
calles Buenos Aires, Tucumán, Córdoba y Lerma. En este barrio
hay un regular número de población y todos nos servimos de la
acequia para tomar el agua y otras necesidades apremiantes. Como acá
no hay servicio de aguas corrientes hasta los animales necesitan de dicho elemento.
En la época del régimen como llaman los regeneradores, jamás
faltó un hilo de agua en tiempo de invierno y menos en verano porque
el Río Arias siempre está con un gran caudal de agua. En otros
barrios tienen suerte porque se reparte agua corriente en un carro de la municipalidad
y a nosotros solo nos tienen en cuenta a efectos de los impuestos.
Los charcos de agua estancada en dicha acequia están en un estado de
descomposición que es un peligro.
Nosotros creemos que el señor Intendente no ha de ignorar esto porque
no lo creemos capaz de negar un poco de agua.
Dándole las gracias de antemano saludamos a usted con nuestra consideración
más distinguida.
Varios Vecinos ”.
EL CARNAVAL DE 1932
LA ALEGRÍA CERRILLANA Y LA TRISTEZA CAPITALINA:
El día domingo 31 de enero de 1932 a las seis y treinta de la tarde
se llevó a cabo un Corso de Flores, en Cerrillos, que fue organizado
por un grupo de damas a beneficio de la capilla del pueblo.
El precio de la entrada fue fijado en un peso para automóviles y coches?
cincuenta centavos para jinetes y veinte centavos para peatones. Se desarrolló
en el marco participativo de gran cantidad de gente; dado el éxito alcanzado,
la Comisión Organizadora decidió la realización de un segundo
corso para el domingo 7 de febrero en el mismo horario y con los mismos precios.
Aunque usted no quiera creer, prácticamente hemos dicho todo del carnaval
de 1932, salvo los bailes en la Sociedad Española, en la residencia veraniega
de José Coll en San Lorenzo, en El Pabellón de Los Lagos, organizado
por la comisión directiva del Sporting Club, o un baile de Fantasía
llevado a cabo en el Hotel Pastores de General Güemes, entre otros, se
podría decir que el carnaval tuvo un carácter fúnebre.
Pasó así inadvertido en la capital, solo en ciertos pueblos de
la campaña hubo alguna animación. El hambre y la miseria habían
sido más fuertes que la permanente indiferencia al acontecer nacional
e internacional que había caracterizado a la Aristocracia Salteña,
quien más allá de las convulsiones que aquejaban al globo terráqueo
se manifestaban como si Salta fuere una isla.
Increíblemente hasta las fondas del Alto Molino habían sido embargadas
de tristeza, lo que en cierta manera grafíca la situación que
se vivía. La calle Caseros, era por esos tiempos tal vez la más
extensa, teniendo a su lado una población compacta de extremo a extremo
de la ciudad. Pero transitarla desde Jujuy hasta el oeste, hasta más
allá del Paso Nivel del tren, resultaba un verdadero Vía Crucis
en especial para los que empleaban rodados. Su empedrado era malo, hendiduras,
baches y piedras en punta obligaban a los vehículos a ir a dar tumbos.
Es posible que el ánimo popular reflejara la tristeza y la indiferencia
que pueden provocar actitudes como las del Jefe de Policía que al hacer
público el Edicto de Carnaval ponía acento en remarcar que imperaba
el estado de sitio, que se prohibía la instalación de carpas y
la realización de bailes públicos y que para disfrazarse se debía
estar munido de un permiso especial que otorgaba la división de investigaciones
siendo requisito indispensable presentar cédula de identidad y certificado
de buena conducta. Era absolutamente prohibido el uso de antifaz y careta. En
ese marco, decirles que los corsos de la calle la Florida y la Plaza 9 de Julio
fueron un desastre puede llegar a comprenderse.
Como vendría de mal la mano que ante la falta de entusiasmo por los corsos
la sociedad de conductores de carruajes y carros citó a una reunión
urgente el día martes 2 de febrero a las nueve y treinta de la noche
en su local gremial de calle Ituzaingó 540, ante la preocupación
que significaba el opacamiento de una importante fuente de ingresos.
El miércoles 3 de febrero el Jefe de Policía, Teniente Coronel
Enrique M. Garda que formó parte, en primer lugar del Gabinete de Gobierno
de Don Erasmo Martínez, que desempeñó el cargo de interventor
desde el 2 de octubre de 1931 hasta el 22 de enero de 1932 y posteriormente
del Gabinete del Dr. Fernando Valenzuela interventor desde el 22 de enero de
1932 hasta el 20 de febrero del mismo año, el Jefe de Policía,
decíamos, daba a conocer una resolución en la cual reafirmaba
la ampliación de lo establecido en el artículo 6º del Edicto
de Carnaval, por la cual se permitiría algunos bailes en casas de comercio.
Se autorizaba a los Comisarios de Seccionales acordar permisos, con prohibición
absoluta del expendio de bebidas alcohólicas excepción de la cerveza,
chicha y aloja, en forma limitada. No podían durar más de las
tres de la madrugada y la Policía podía clausurarlos en el momento
que creyera conveniente. Las fiestas carnestolendas de 1932, fueron entonces,
largas y aburridas debido a la crisis reinante y al exceso de prohibiciones.
El Corso de la Plaza 9 de Julio estuvo concurrido pero, sin brillo. Las puertas
de los salones del Club 20 de Febrero estuvieron cerradas este año en
las clásicas Fiestas de Momo.
EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA:
En la primera semana de febrero un grupo de vecinos de la calle la Florida,
buscaban los auspicios necesarios para poder concretar el corso. Por el lado
de la Municipalidad se había decidido que la participación del
organismo solo estaría dado en la iluminación del circuito. Es
decir, después de la poca afortunada participación municipal,
habían dado un paso atrás y se volvió a transitar el camino
del protagonismo privado. Se estableció que se cobraría un peso
por cada coche y tres por automóviles y camiones.
Los Corsos de la calle La Florida estuvieron atestados de concurrencia a pié,
en todo su trayecto, y de curiosos en las esquinas, pero en materia de vehículos
y de disfraces, como en el uso de artículos de Carnaval resultaron de
una languidez sin precedentes.
Por las tardes, el Parque San Martín, se convertía en una romería
por la afluencia considerable de autos y de paseantes.
La Historia, como ciencia, brinda una serie de elementos que facilitan el análisis
de períodos y acontecimientos. Debe quedar en claro en primer lugar que
los corsos no solo se miden por cantidad de concurrencia, sino también
por calidad de participación, lo que en cierta manera es una muestra
de la capacidad de organización. Por otra parte el Carnaval no es un
espectáculo, donde el pueblo puede y debe estar en la morosidad de un
simple espectador, al por el contrario, debe ser su principal protagonista.
O al Carnaval se lo deja que se desenvuelva espontáneamente o se lo suprime
del todo (cosa que no vaya a creerse que es tan fácil, porque no es cuestión
de un decreto). Pero no se puede incidir hacia el fracaso de los festejos como
por ejemplo en 1932, cuando se llegó incluso a prohibir el uso de caretas
y de disfraces.
EN EL VALLE DE SIANCAS HUBO CELEBRACIÓN:
Llamativamente en los pagos de Campo Santo, se festejó con mucha alegría
el Carnaval, a través de los corsos vecinales, en los que participaron
numerosas personas de Güemes, Betania y Cobos. Entre los varios vehículos
adornados que circularon cosechando el aplauso del público, se destacó
un camión ocupado por un grupo de alegres chicas de Betania a quienes
se les otorgó el primer premio. El vehículo premiado era ocupado
por las señoritas Argentina y María Gimenez, Candelaria Escribano,
María Rodríguez , Edit y Nelly Batista, Miguela Causarano, Ester
Mormina e Irene Belloni.
En fin, no dio para mucho el Carnaval de 1932. Tristón el pobre. En una
de esas es preferible enterarse de algunos chismes policiales que comentaban
los salteños a consecuencia del mismo.
CHOQUE DEL PASADO Y EL PROGRESO:
A horas 9,30 del 7 de febrero, el auto chapa Nº2, de San Lorenzo, guiado por Eduardo Dolonza, corría por Pellegrini de Norte a Sud, a bastante velocidad que al llegar a la esquina de calle Urquiza, fue a embestir al coche de Plaza Nº 18, guiado por Florencio Ibarra. Del accidente resultó con una contusión de cierta importancia en la espalda, la niñita Martha Celia Domenicheli, que viajaba en el coche manejado por Ibarra; vehículo que sufrió la rotura de una de las ruedas y guardabarros.
CARNAVALERO Y DESACATAO:
Con los últimos minutos del mismo día, el agente Ramón Salinas, cumpliendo disposiciones superiores, ordenó el cierre de la cantina establecida en la calle Santiago del Estero y Juramento. En esa misión se encontraba, cuando fue provocado por el Parroquiano Isaac Cabezas quien, armado de una botella, atacó al representante de la autoridad, trabándose ambos en lucha. Durante el transcurso de la misma, Cabezas logró arrebatar el espadín al vigilante, después de lo cual se dio a la fuga. Se recomendó su captura. El agente Salinas resultó con lesiones de importancia en la cara.
AL QUE MADRUGA...
El domingo de carnaval, a las 2,30 de la madrugada, en un negocio establecido en la calle Buenos Aires Nº 41, el sujeto José M. Bejarano, sin que mediara ninguna discusión, hirió de un hachazo en la cara a Francisco Aldías. El heridor se dio a la fuga, pero fue capturado mediante la eficaz cooperación del Señor Jesús Báez y otro particular, quienes lo entregaron detenido al agente M. Mamaní, de la Seccional Primera.
AL QUE DUERME EN CAMA AJENA...
Escolástico Arias, domiciliado en la calle Juan Martín Leguizamón entre Alvear y Bolivar, denunció en la comisaría primera, que deseando divertirse, salió a recorrer las carpas, bebiendo en una de ellas tres cervezas, las que pagó con un billete de cien pesos dándosele la suma de noventa y siete de vuelto, que guardó en uno de los bolsillos del pantalón. Invitado a dormir por el auriga Ramón Torres, fue hasta el domicilio de éste, y al levantarse ayer, notó que todo el dinero había desaparecido. La Comisaría Primera procedió a la detención de un individuo sobre quien recaían ciertas sospechas. Lo llamativo era la facilidad para “agarrar macha” por parte de Arias.
CARPERO BELICOSO:
A las tres de la madrugada, personal de la Comisaría Primera procedió
a cerrar una carpa de baile establecida en Mitre y Ameghino. Uno de los contertulios,
Antonio Galarza, se negó a acatar la orden y agredió a trompadas
al cabo primero Pío Nievas.
Después de una breve lucha Galarza fue detenido, conduciéndoselo
a la Comisaría Primera, donde se le instruyó sumario por desacato.
Y así se fue el Carnaval de 1932 quedando como recuerdo que en el pintoresco
pueblo de Quijano se había organizado un Paseo Campestre a fin de despedir
al Dios Momo, dirigido por Ignacio Bejarano, Comisario de Policía del
pueblo.
Los salteños se decidieron a transitar el resto del año con un
sueño que no se concretó; el proyecto de pileta de natación
que pensaba construirse en el Parque San Martín, en la manzana comprendida
entre las calles Mendoza, San Juan, Santa Fé y Lavalle. Iniciativa del
Intendente Municipal Señor Gottling y proyectado por el departamento
de Obras Públicas de la Comuna, bajo la dirección de Julio Velarde
y el Dibujante Juan Valle.
EL CARNAVAL DE 1933
UN AÑO RELACIONADO CON...
En los años anteriores el Carnaval, y en especial sus Corsos, se encontraban
en un proceso de retroceso o decaimiento. ¿Sería 1933 el año
de la recuperación?.
Por lo pronto diremos que este año estaba relacionado con las siguientes
fechas y acontecimientos:
1977: de la introducción del Calendario Juliano. (introducido el 1º
de
enero del 46 a.c.).
2686: De la Fundación de Roma, según Varron ( 753 a.c.).
351: Del Calendario Gregoriano establecido en Octubre de 1582 (que
abolió, por decisión del Papa Gregorio XIII, el Calendario Juliano
y estableció el 1º de enero como principio del Año Nuevo).
1977: Del Calendario Juliano o Ruso (que empezó trece días más
tarde, que el Juliano, es decir el 14 de enero del 46 a.c.).
5694: De la era de los Judíos (que según Samuel comienza en el
año
3761 a.c.); empezó el 1? de octubre de 1932- el primer mes del año
judío cae en setiembre o en octubre del Calendario Gregoriano.
1311: De la Hégira (según el califa Abu Bakr, que adoptó
el año 622
d.c.-huida de Mahoma de La Meca a Medina).
61: Del cierre del Tagarete de Tineo (hoy Avenida
Belgrano).(1872)
483: De la invención de la imprenta.(1450)
441: Del Descubrimiento de América.(1492)
397: De la primera Fundación de Buenos Aires.(1536)
351: De la Fundación de Salta.(1582)
353: De la segunda Fundación de Buenos Aires.(1580)
148: Del nacimiento del Gral. Martín Miguel de Güemes.(1785)
123: De la Revolución de Mayo.(1810)
120: De La Batalla de Salta.(1813)
117: De la Independencia Nacional.(1816)
108: Del Primer Ferrocarril en el Mundo.(inaugurado el 27 de
setiembre de 1825-Inglaterra).
42: Del primer Tren que ingresó a la capital salteña.(1891)
35: Del primer corso del Carnaval Salteño.(1898)
19: De la Guerra Europea.(1914)
16: De la Revolución Rusa.(1917)
14: De la Paz de Versalles.(1919)
Como ustedes pueden observar la Matemática nos posibilita jugar un poco
con los números y así relacionamos al año 1933 con diferentes
acontecimientos internacionales y nacionales.
El miércoles 18 de enero el Señor David Iascula se dirigió
por nota a la Intendencia solicitando autorización para instalar un servicio
de automóviles colectivos sobre el mismo recorrido del tranvía,
entre el Río Arias y el Hospital Militar, empleando para ello dos autos
colectivos con capacidad para diez pasajeros cada uno, a los cuales se les cobraría
diez centavos por persona.
LOS OPAS Y SUS OPERÍAS:
No nos olvidemos, que nos encontramos transitando el período que los
historiadores denominan LA DÉCADA INFAME. En su ejemplar del día
20 de enero de 1933, el Diario Nueva Época publicó un artículo
titulado “ El Opa Salteño”, que estimamos tiene una absoluta
vigencia y lo ponemos a su consideración: “...Como una fácil
ironía de “La Flecha”, que por lo demás no nos resulta
mortificante, ahí van estas líneas?
“El cuento del opa de Salta que cuando amanecía con la luna se
negaba a trabajar, y ni bien el patrón lo mandaba a la Sastrería
para que le hicieran el traje que nunca llegó a ponerse porque el sastre
solo le tomaba la medida; se actualiza cada día dentro y fuera del ambiente
nacional. La vieja calculista Europa, la avaricia desmedida del Tío Sam,
cuyo Dios y norte es el dólar, representan para nosotros el patrón
del opa salteño. Ni bien hemos rezongado por el pago de las deudas externas
que diezman cada día la economía de toda la nación, por
la diferencia enorme del cambio de nuestro signo monetario, cada vez más
en baja, debiéndose pagar tres o cuatro pesos por uno, cae como llovido
del cielo, un financista inglés o yanqui que lo primero que hace al bajar
del vapor en que arribó, es someterse al reportaje periodístico
y declarar, “urbi et orbi”, que los argentinos somos una verdadera
“papa”; que gozamos de una fama sin igual en el mundo entero, porque
somos los mejores pagadores del pato de la boda; porque, pese a la miseria mundial
reinante, no queremos acogernos a la moratoria como lo han hecho naciones de
doble o triple potencialidad que la nuestra, exhortándonos a seguir pagando
la diferencia, sin rezongar. Encantados con tales declaraciones, aplaudidas
con verdadero frenesí por la autoridad moral que tiene el financista
recién llegado, seguimos acumulando los pesos para abonar las deudas
contraídas con el extranjero, aunque paguemos tres o cuatro veces más
de lo que importó la operación con el cuento de la guerra mundial
y sus consecuencias, aunque no hayamos tenido pitos que tocar en la hecatombe,
sino a solo título de espectadores, viendo cómo se mataban entre
ellos. Ni bien le tomaban la medida del traje, el opa del cuento salteño
seguía trabajando hasta echar los bofes. Ni bien el financista inglés
llegado recientemente declaró que somos los mejores paganinis del mundo,
la lana argentina fue vendida en Buenos Aires al precio récord más
subido que se conoce, sin duda alguna, para ofrecer a los banqueros británicos
o yanquis, cinco pesos más, por diferencia de cambio, en vez de un peso.
Claro está que con la diferencia del cambio, nos compran la tierra y
sus productos naturales, al grado de que si nos descuidamos un poco, el territorio
nacional será pronto una factoría extranjera, y viva la patria.
Viva la especulación extranjera, que nos está reventando porque
somos buenos pagadores, viva el tonto salteño que ya murió pero
cuya memoria se reactualiza cada día dentro y fuera de la Nación...”
DUDAS-PREPARATIVOS Y CONCRECIONES:
En la primera semana de febrero los salteños se preguntaban si el carnaval
de este año tendría sus Corsos. La duda surgía ante la
ausencia de iniciativas, la apatía general enmarcada en un Estado de
Sitio Crónico, y con la miseria que se dejaba sentir por todos los hogares.
¿ Estaría la gente con ánimo de diversión? ¿O
quedaría el carnaval circunscripto a alguna baldada de agua y el desfile
fantasmal de alguna comparsa?. Las fechas que el calendario fijaba para el carnaval
comprendían los tres últimos días de febrero ( 27,28 y
29).
La villa veraniega de San Lorenzo tuvo su corso. El previsto para el domingo
5 de febrero debió suspenderse debido a la lluvia y se llevó a
cabo recién el domingo 12 a partir de horas 18 con gran éxito
y alegría.
En la Capital, la cercanía del carnaval produjo los primeros escozores.
Ante las gestiones que se realizaban en la Municipalidad, para obtener permiso
para instalar una carpa en las calles Río Bamba y Balcarce, (en la esquina
de la Escuela Normal), no faltaron quienes opinaban que si se otorgaban permisos
para tales actividades estas debían desarrollarse al norte del Paso Nivel
del Ferrocarril, pues consideraban que las carpas eran una vergüenza que
había que tolerar.
El Secretario de Policía, Alfonso Arcuri trabajaba febrilmente tratando
de establecer las disposiciones que tendría el Edicto Policial.
Un particular, le hizo llegar al Intendente Municipal una propuesta para privatizar
los corsos de la Plaza 9 de Julio y calle La Florida. Ofrecía un beneficio
del quince por ciento para la municipalidad; propuesta que era estudiada con
mucho detenimiento.
Nos imaginamos al Intendente Municipal, Don Benjamín Dávalos Michel
tratando de llegar a una decisión al respecto, mientras se cobijaba en
los versos de José Solís Pizarro?
CHOCHERAS DEL COYA
Dame changuito
arrope en el jarro
arrope bien dulce
del virque de barro.
Changuito, yo désio
el ápi primero,
con leche en l’ancára
del zapallo tronquero
Amalaya, amalaya,
agüita la boca
por la yista, ñañito,
por la chuspa de coca.
Un queso de cabra
que es pá topalo,
con mote del yuro
en mi plato de palo.
Dame, changuito,
poquito a poco
té de rica-rica,
pal chuscho loco.
En tuitos los cerros
no ái como él miyo,
el cáschi halajito
que vandea los riyo.
Amalaya, changuito,
suba al instante un mate rebalsando
chicha dulce i’ picante.
Dame, changuito,
la caja y el erke,
paque tuita la noche
coquena se acerque.
Changuito, churito,
amañao con calma,
mi ñeto güaschito,
la vida desta alma.
Tata Dios, Pachamáma,
alentáme el valor
dáme luz pa los ojos,
corazón pal dolor.
Sombriáo en el cardón
con guagas del morro,
el coya risueño relata
los casos del zorro.
-Atocha, Febrero de 1933-.
La provincia de Salta fue gobernada desde el 1? de mayo de 1932 y hasta el 1 de mayo de 1936 por Avelino Araoz ( 1884-1959). Que fue el primero que tuvo un Vicegobernador, privilegio que le correspondió a Juan Arias Uriburu. Ministro de Gobierno fue Alberto Blas Rovaletti; Ministro de Hacienda Adolfo García Pinto (h) y como Jefe de Policía ejerció Federico Ovejero.
EL CAMINO HACIA LA CIMA DEL CERRO SAN BERNARDO:
1933 es el año cuando se culminó el magnífico camino
en espiral que nos lleva hacia la cumbre del Cerro San Bernardo.
Tras cuarenta y cinco días de tarea efectiva, aun bajo la lluvia se llevó
a cabo esta senda hacia las nubes. Con un largo de cuatro mil metros, con una
pendiente del siete por ciento, suave, cómoda y hasta si se quiere elegante.
Para el cual se había previsto en la cima una rotonda para automóviles,
e inclusive la construcción de un hotel.
Se ocuparon trescientos obreros con un costo aproximado de cuarenta y cinco
mil pesos y se había proyectado, por aquellos tiempos, prolongar el camino
en descenso por la vertiente occidental del cerro, para permitir el regreso
a la ciudad por la ruta de Lagunilla. Este camino que conduce hasta la cúspide
del Cerro San Bernardo, donde se alzan la Cruz y Monumento al Cristo Redentor,
fue presentado al periodismo el día sábado 18 de febrero de 1933
por el Ministro de Gobierno Alberto Rovaletti. Salta ya podía trepar
al Cerro San Bernardo, con sus doscientos ochenta metros de altura, en automóvil.
EL DESARROLLO DE LAS CELEBRACIONES:
El 25 de febrero la Comisión Directiva de la Sociedad Española
llevó a cabo su baile de Disfraz y Fantasía.
La Comisión Organizadora de los Corsos tuvo como Presidente a Arrigo
Morossini; Secretario Germán M. Alcobet; Tesorero a Pascual Chagra; Protesorero
Aarón P. Frías y como Vocales a los señores José
Vidal, Dr. Medardo Cuellar, Alberto Hourtelop, Primitivo Varela, Francisco Cressini,
Julio Velarde, Randolfo Costas y Ángel Galarreta.
La Comisión de Ornato estuvo integrada por Velarde, Costas, Frías
y Hourtelop; la de Propaganda por Galarreta, Vidal, Cuellar, Guzmán Arias,
quien también formó parte de la Comisión controladora junto
a Varela y Cressini.
Los Corsos en la calle la Florida se desarrollaron los mismos días del
Corso Aristocrático, a partir de las 18 horas. En el Corso de la Plaza
los automóviles pagaban tres pesos, camiones cinco, vehículos
de propaganda diez y coches dos pesos. Los palcos cada uno y por noche tenía
un costo de siete pesos? por las tres noches se abonaban quince pesos.
En la calle la Florida los camiones pagaban tres pesos, automóviles dos,
coches uno y vehículos de propaganda diez pesos.
Los vendedores ambulantes pagaron dos pesos por Corso; los de flores veinte
centavos y los vendedores de serpentinas y pomos cincuenta centavos por corso.
Se permitió la entrada de personas a caballo al circuito de la Plaza
9 de Julio.
Todo lo producido se destinó a beneficio de la asistencia pública
y se premió a la mejor carroza, comparsa y disfraz. La Jefatura de Policía
decidió no otorgar permisos para la realización de bailes públicos
en lugares fuera del radio de la ciudad, ante la falta de personal necesario
para la vigilancia pertinente.
Los Corsos Infantiles, que tanto éxito tuvieron en años anteriores,
y que habían dejado de ser organizados por la Municipalidad, este año
fueron realizados por la Sociedad Española, el martes 28 de febrero a
partir de las seis de la tarde en su Salón Social.
El sábado 25 de febrero el Canónigo Lorenzo Arias Valdés,
Vicario General de la Diócesis solicitaba públicamente a la señora
Presidenta del Patronato de la Infancia, Doña Mónica Costas de
Cornejo que suspendiera el baile de disfraz previsto para el lunes 27 en los
salones del Club 20 de Febrero, a beneficio del Patronato de la Infancia pues,
según el Vicario, contrariaba expresos mandatos del Sumo Pontífice
y del Episcopado Argentino.
Los hombres de la tercera edad recuerdan que ese mismo día las calles
de la ciudad fueron recorridas por una Comparsa de “Indios”, anticipando
el ingreso de Momo.
Los palcos para el Corso de la Plaza, eran vendidos en los negocios de José
Vidal y de los señores Serrano Hnos.; en la calle Alsina y España
y en la Caseros frente a la Plaza 9 de Julio.
Alberto Hourtelop y Eduardo Guzmán Arias, fueron designados por la Comisión
Organizadora para entrevistar a los comerciantes de alrededor de la Plaza 9
de Julio, para llegar a un acuerdo en cuanto a la colocación de mesas
y palcos en las veredas. En la controversia la comisión entendía
que los comerciantes no tenían ningún derecho a disponer de la
Vía Pública.
Se solicitó al Jefe de Policía un destacamento de Bomberos para
el mejor servicio de vigilancia.
La Iglesia mientras tanto, en la Capilla de la Impresión de las Llagas
(Leguizamón 857) exponía el Santísimo Sacramento los días
26, 27, 28, días de Carnaval, pidiendo especialmente por la conversión
de los pecadores. En los barrios la gente cantaba estos versos anónimos:
NUESTRAS MASCARITAS
“El curita” y Juan Antonio,
poseídos del demonio
y con ánimos de farsa,
formarán una comparsa.
“Rosita de Jericó”
vestido de rococó,
y en el valeroso “dentre”
hará la danza del vientre.
Su disfraz será barato;
con un capelete chato,
¡bien gitano! ... unos anillos,
cascabeles amarillos
relucientes de ictericia,
y la falda - una delicia-
hecha de papel picado,
completará su tocado.
El otro irá de torero;
y como juega al balero,
y es hombre muy ocurrente,
será el “divo” de la gente;
Y dispuesto al carnaval,
con un aire muy marcial,
pendolando su “coleta”
dirá; “¡ mardita saé ta”...
Con guitarras combinadas,
acompañarán “baladas”,
estos dos bellos poetas.
El uno: leerá recetas;
Y el otro sus buenos versos,
que dejarán como escuerzos
a los del bardo Trajano,
que era un chulo sevillano.
En las calles de la ciudad se jugó con agua. Los bailes del Centro
Argentino y la Sociedad Española tuvieron brillo y animación.
Las primeras jornadas de los corsos de la Plaza 9 de Julio y calle la Florida
estuvieron pobres y flojos más allá del empeño de los organizadores.
La nota simpática en los Corsos la constituyeron las vendedoras de flores,
vestidas con el uniforme de enfermeras entre las que se destacaban Julieta Biella,
Marta Monteverde, Elisabeth Morossini, María Elena Grande, Emelín
Chagra, Casilda Sansón y Violeta Altube.
En la penúltima jornada del martes 28 el Corso de la calle la Florida
fue un absoluto fracaso, no obstante al no cobrarse entrada a los carruajes,
éstos se rehusaron a penetrar en la arteria.
Todo lo contrario ocurrió en la Plaza, donde a partir de las veintidós
horas, gran cantidad de público empezó a ganar los veredones de
la Plaza y las recovas de los establecimientos que la rodean. Momentos más
tarde se inició el desfile de vehículos, muchos de los cuales
se encontraban llamativamente adornados. Los palcos se encontraban ocupados
en casi su totalidad. El desfile fue tomando cada vez más cuerpo y se
gozó de mucho entusiasmo en el juego de serpentinas y pomos. A la medianoche,
como lo permitía el Edicto de Carnaval, se podía jugar con agua
y “los niños” del Club arrojaban agua a troche y moche desde
los balcones sobre vehículos en donde iban las máscaras, que a
su vez se desquitaban con los peatones. Esta actitud desarrollada en los barrios
era catalogada de “monstruosa, práctica propia del Carnaval”;
en los balcones del Club se transformaban en “alegres costumbres del Carnaval”.
1933 es el año en que directamente se lo sentencia de muerte al corso
de la calle la Florida, pues la Comisión Organizadora fijó su
circuito entre las calles Corrientes y Boulevard Belgrano. Es decir al Corso
Popular, uno de los más multitudinarios y concurridos de la Historia
del Carnaval de Salta, que era recordado por la gran cantidad de coches de plaza
descubiertos, tirados por caballos adornados con cintas y cascabeles, y donde
la ofrenda floral, ramitos de Albahaca, Dalias, mezclados a la lluvia de papel
picado y enamoradas serpentinas le habían dado un marco inigualable;
y que en los últimos años era permanentemente boicoteado con disposiciones
que le quitaban raigambre de sus propias características. Ahora se lo
dejaba en el papel de “ni chicha ni limonada” pues no era un corso
aristocrático, y al sacárselo del radio popular perdió
representatividad en ese sentido.
Quedó totalmente suprimido, entonces el circuito entre la Corrientes
y Tucumán.
En cuanto al Corso de “Mi-Careme” este se llevó a cabo el
día 19 de marzo de 1933. Lo que también representó una
fecha histórica, pues sería el primer corso oficial, mayor, que
se llevó a cabo en el Parque San Martín.
Desde Campo Santo, llegaba la noticia que en una carpa levantada para los
días de Carnaval y mientras el Subcomisario del Bordo, Ricardo Pauletti,
hacía retirar a la concurrencia que se había amanecido bebiendo
y bailando fue agredido de improviso, y creyendo en peligro su vida desenfundó
su revólver e hizo disparos alcanzando con dos de ellos a Pedro Reynoso,
empleado del Ingenio San Isidro donde gozaba de gran estimación. Reynoso
falleció el lunes 6 de marzo en el Hospital del Milagro. Pauletti quedó
detenido en el Departamento Central de Policía a disposición del
Juez Penal Dr. José Durval García.
En los pagos de Coronel Moldes, y auspiciado por los señores Antonio
Lucero, Luis M. Torres y Mariano Adet Ruiz, que fueron eficazmente secundados
por los jóvenes Eugenio Las Heras, Dardo y Juan Nuñez entre otros
SE LLEVÓ A CABO EL DÍA DOMINGO 5 DE MARZO DE 1933 EL PRIMER CORSO
EN LA HISTORIA DEL CARNAVAL DE CORONEL MOLDES; en este caso se lo hizo para
despedirlo. Resultando muy lucido con derroche de flores y serpentinas y entre
las damas se destacaron Delicia de Lucero, Margarita de Adet y las Señoritas
María Tránsito Bravo Niño, Margarita Las Heras, Fanny Domínguez,
Elina y Berta Amado, Blanca Estela y Chabela López.
El Carnaval de 1933 con sus Corsos en decadencia era un eslabón más
que nos permitió añorar los viejos tiempos cuando era sinónimo
de fiestas reideras y el dinero corría a raudales? los bailes y corsos
florales permitían la exhibición de la Fantasía del Pueblo
unido a la belleza picante de las mujeres y al arte del reír con alma
y cuerpo.
Todo había cambiado. El mundo no fue el mismo después de la Primera
Guerra Mundial. Todo se transformó de golpe, un velo trágico envolvió
a Europa y América y la ruina económica se infiltró como
peste poderosa e inadaptable. Los problemas financieros, las angustias del hambre
y las enfermedades fueron manifestando la indiferencia gradual de los hombres
hacia los ritos de Momo.
América se desangraba internamente y Argentina, como parte de ella, vivía
una profunda angustia económica, en ese marco tres días de fiestas
obligados por mandato del calendario venían a ser como tres días
de paralización del trabajo, de la producción y de las transacciones
comerciales. No faltaron voces, entonces, que pidieron desterrar la costumbre
de este festejo. Momo había quedado solo, acompañado de sus poetas,
cantándole himnos de triunfo, mientras quienes, en otros tiempos de apogeo
lo habían usado, hoy preparaban sus exequias y las glosas para que el
orador fúnebre relatara sus glorias. Vaya contradicción: ayer,
en el plano de la crisis de los Corsos, solo quedaba el juego con agua en las
calles como manifestación de entusiasmo; hoy el juego con agua prácticamente
ha desaparecido quedando como un resabio del Carnaval solamente su corso.
BAILE DE CARNAVAL
Y te he visto pasar ...
bellamente ataviada con tu traje de Fiesta;
llevabas en los ojos el fuego del amor,
y lirios en las manos y rosas en el rostro.
Con un aire de reina penetraste al salón,
donde Momo reía derrochando placeres...
Yo, después, cabizbajo por la calle seguí,
mientras tú en la sala te quedaste danzando
entre música y cantos, entre risas sin fin,!
Y te he visto pasar ...
más hermosa que nunca con tu traje de fiesta,
una noche ruidosa de un feliz Carnaval.
-Carlos Mario Barbarán A.-
LOS FESTEJOS CARNAVALEROS DE 1934:
Se habrá dado cuenta usted que todo año nuevo nace en Verano
(de acuerdo al Calendario Gregoriano), por lo tanto los habitantes de la Salta
de 1934, al menos sus sectores aristocráticos, montaban en sus automóviles
y ganaban el camino que los trasladase a la Villa Veraniega de San Lorenzo;
lo que hacía que los vecinos del Boulevard Belgrano gestionasen a las
autoridades municipales el riego de la mencionada arteria, pues este intenso
tráfico vehicular de verano lo convertía en una permanente nube
de polvo.
PREPARATIVOS PARA LAS CELEBRACIONES:
Las autoridades policiales, mientras tanto, daban a conocer a la población,
en la primera quincena de enero, que se trabajaba activamente en la confección
del Edicto Policial de Carnaval; y adelantaban que este año se procedería
sin contemplación con las personas que expendieran petardos y bombas
de mal olor.
Hablando del Carnaval de años anteriores, hicimos hincapié en
las fondas y carpas del Alto Molino y de las características de la zona
circundante. En 1934 en la calle Caseros 1884, en una vieja casona, los salteños
encontraron la posibilidad de un espléndido baile público, que
solía desarrollarse al aire libre, en un gran patio y un hermoso salón.
Lo amenizaban dos orquestas que no tan solo hacían bailar al paisanaje
sino también ablandar el codo de lo lindo. Mientras las parejas bailaban
tangos y chilenas, ricas empanadas y surtido fiambre andaba deambulando el territorio
con fresca cerveza.
Su propietario era un tal Soria que ofrecía, como parte del servicio
Auto a la puerta, a disposición del consumidor. Con la entrada, que costaba
un peso, se recibía un boleto con el cual se adquiría el derecho
a pedir una Cerveza. El regreso era gratuito hacia cualquier carpa que estuviera
dentro del radio de la ciudad; las mujeres no pagaban viaje ni de ida ni de
vuelta.
Este año los días de Carnaval fueron el 11, 12 y 18 de febrero
y los propietarios de carpas obtuvieron permiso para su instalación dentro
de la Capital.
El juego con agua se permitió durante esos días de 14 a 18 horas
y por supuesto se promocionaba el uso de pomos, papel picado, flores, serpentinas
y micalina. Debemos aclarar que el juego con agua era consentido en la medida
en que no se lo practicara con militares, eclesiásticos y otras autoridades
(por ejemplo policías de cualquier jerarquía que vistieran uniformes).
Se permitió el uso de caretas y antifaces a las personas menores de catorce
años y medio antifaz para las damas únicamente. Recordemos que
estos elementos al igual que el uso de hábitos religiosos, uniformes
militares, bromas procaces y lenguaje grosero eran severamente penados en las
personas mayores. No se permitió a disfrazados y comparsas la utilización
de banderas o símbolos nacionales. En los bailes públicos, solamente
podía usarse caretas o antifaces hasta las 24 horas.
La Comisión de Corsos, de acuerdo a la decisión del Intendente
Municipal, Cornejo Arias, quedó integrada. A la Ordenanza de designación
también la firmaba el Secretario de la Comuna Señor Marcelo Isasmendi.
En la tarde del 31 de enero, en su despacho, realizó su primera reunión
esta Comisión Organizadora decidiendo, entre otras cosas, que el Presidente
de la misma sería José Hernán Figueroa; El Vicepresidente,
Silvano Gramajo Gauna; Secretario Guzmán Alcobet y el Tesorero Ángel
Obeid.
La Subcomisión de Ornato estuvo integrada por Aarón Frías,
Julio Velarde, Fermín Aranda, Gaudencio Ribotto y Heriberto Sid.
Al igual que en años anteriores hubo dos corsos; el de la Plaza 9 de
Julio y el de la calle La Florida. Para el primero se fijaron los días
de desfile el 11, 12 y 17 de febrero, en el horario de 22 a 1 de la madrugada.
Para el Corso de calle la Florida, cuyo circuito fue de Boulevard Belgrano a
calle Tucumán los días de desfiles establecidos fueron el 11,
12 y 13 de febrero en el horario de 18 a 21 horas.
Las tarifas de entradas a los Corsos fueron para Autos de Alquiler dos pesos;
Autos Particulares tres; Coches de Plaza uno; Camiones y Chatas cinco y Vehículos
de Propaganda diez pesos.
El precio de los palcos, en el Corso de la Plaza fue de quince pesos por toda
la temporada y de ocho pesos por una sola noche.
Si bien se había autorizado la instalación de carpas, cosa que
en años anteriores no se permitió, la situación económica
desfavorable y la elevada suma de tarifas para bailes, establecida por la Ordenanza
de Impuestos, ofrecían desalentadoras perspectivas a los Comerciantes
del ramo. Tanto que a tres días antes del inicio del Carnaval, ni un
solo interesado se había llegado por las oficinas de la Dirección
de Control de la Municipalidad.
Se había constituido una Subcomisión de Premios, la que inmediatamente
se dedicó a tocar puertas para juntar fondos necesarios. Obtuvieron respuestas
favorables de Uribarri y Cía., Eduardo Lahitte, Ríos Segundo,
Pastelería “La Social”, Farmacia Güemes, Ángel
Obeid, Emilio Serrano y Cía, Sucesión Lávaque, Pedro Caprotta,
Casa Sid, Peña Española, Cervecería Juncosa, Joyería
Zago, Casa D’ Aliussi, Vega y Barquín, Fiambrería Bonari,
Alfonso Muñóz, “La Salteña” Michel Torino Hnos.,
Timoteo Alvarez, entre otros.
Aclaramos que para el corso de la Florida los Cocheros de Plaza pagaban cincuenta
centavos para su ingreso y los automóviles un peso.
Dado el crecimiento de la población, la Comisión Organizadora
consideraba que la supresión de los abonos para pasajeros de Tranvías
constituían un serio problema para el traslado del paisanaje, por lo
que decidieron solicitar a la Compañía Eléctrica del Norte
la pronta habilitación de ese beneficio que había sido suspendido
desde el año anterior.
ACTIVIDADES DE LOS DIAS PREVIOS:
El clima que precedía al inicio de los Corsos no era el mejor. La Comisión
ultimaba los preparativos para el lucimiento. En los barrios la gente estaba
preocupada ya que los días no se prestaban para el juego de agua, a riesgo
de pescarse un resfrío.
La promoción de los Corsos fue tan activa, como pocas veces en años
anteriores.
El lunes 12 de febrero se llevó a cabo un gran Baile de Máscaras
en el Club 20 de Febrero, organizado por la Asociación Artística
que era presidida por Rosa Niño de Isasmendi. En el Centro Argentino
de Socorros Mutuos, el sábado 10, tuvo lugar el tradicional Baile de
Fantasía, donde la orquesta dirigida por el Profesor Tomás Canevari
permitió el lucimiento de los Danzantes. También hubo Bailes en
el Sporting Club y en la Sociedad Sirio Libanesa.
En los días previos dos comparsas transitaban las calles de Salta; una
de ellas, con el nombre de “Indios”, con indumentaria propia de
los primitivos habitantes y otra bajo el nombre de “Los Mejicanos”.
A pesar de no ser el objeto de este trabajo, les comentamos que nuestros hermanos
jujeños llevaron a cabo los días domingo 11, lunes 12 y martes
13, unos hermosos corsos sobre la calle Sarmiento en frente a la Plaza Belgrano,
corsos que se repitieron los días 17 y 18 de febrero.
Pero no había caso. A pesar de la propaganda, de la buena iluminación
del circuito y todos los demás preparativos, los corsos salteños
no levantaron el copete y resultaron totalmente deslucidos.
Lo contrario ocurrió con los bailes familiares y populares que contaron
con gran cantidad de entusiasta público que llenó por completo
los salones.
CORSOS EN LA PLAZA 9 DE JULIO Y CALLE LA FLORIDA:
El Corso de la Florida, correspondiente al domingo 11 de febrero, no pudo llevarse
a cabo pues no entró ni un solo vehículo a su circuito. Las pocas
personas que acudieron, debieron retirarse desilusionadas ante la falta de entusiasmo.
Quien iba a creer que éste, que llegó a ser el mejor corso de
Salta, cuando la mano oficial no se había metido a organizarlo; se encontraba
en la Decadencia Total.
La temperatura no mejoraba, por lo tanto el juego con agua era escaso.
No le fue mejor al Corso de la Plaza 9 de Julio, en su jornada inicial, hasta
las 22,40 horas no había ingresado un solo vehículo a las cuatro
Avenidas del paseo, el mismo que en años anteriores estaba atestado de
gente, ahora solo contenía a un escaso público. Las mismas avenidas
de la Plaza estaban desiertas. El reloj marcaba las 22,50 cuando hizo su entrada
un vehículo de Propaganda de Villa Sansone. Después entraron otros,
pero sin lograr cubrir una cuadra. El desfile de Máscaras fue en extremo
pobrísimo.
Lo llamativo fue el desfile de la Banda Policial Uniformada, por las calles
laterales a la Plaza, al son de piezas que ejecutaban para reanimar el acto.
Muchos creyeron que se trataba de una comparsa, pero al darse cuenta que era
la Banda Policial, la hicieron objeto de silbidos. El comentario fue que no
valió la pena exponer a los integrantes de la Banda a este sacrificio.
Para colmo de males el Balance Policial, del carnaval de 1934 tampoco fue positivo.
Cuatro muertos y un herido fue el saldo en la Campaña de Salta.
Los integrantes de la Comisión Organizadora estaban embuídos de
ese viejo precepto que dice “ no te dés por vencido ni aún
vencido” y lejos de amedrentarse resolvieron que el sábado 17 de
febrero se realizaría el Corso de la Plaza 9 de Julio en el horario de
22 a 24,30 horas, para inmediatamente dar comienzo a un baile público
en la misma vereda de la Plaza, desde el frente del Club 20 de Febrero hasta
el frente del Bar “Roma” sobre la calle Caseros ¡Qué
me dicen de la Aristocracia Salteña bailando en plena calle! pero lo
mejor vendrá cuando les contemos que se establecieron premios para las
mejores diez parejas de bailarines, siendo los siguientes:
1º premio: seis botellas de Sidra y una lámpara de velador.
2º premio: seis botellas de vino Moscato Cafayate de un litro y cinco atados
de lana para tejer.
3º premio: seis botellas de vino Moscato y un florero.
4º premio: seis botellas de vino añejo Plollini y un florero.
5º premio: seis botellas de vino Moscato Michel Torino Hnos.
6º premio: doce medias botellas de vino cocrecrero y tinto.
7º premio: seis medias botellas de vino tinto.
8º premio: seis medias botellas de vino tinto.
9º premio: un frasco de loción y jabones.
l0º premio: un tintero fantasía.
Como ustedes podrán apreciar los premios establecidos se destacaban por
su humildad, en los barrios de La Salta de hoy la muchachada diría que
“La Crema Salteña” bailaba por chapitas.
El baile comenzó después del Corso y duró hasta las tres
de la mañana.
FINALIZAN LOS FESTEJOS:
El domingo 18 se llevó a cabo la última jornada de Corsos con
entrega de premios y posteriormente se eligió la Reina del Carnaval.
Este último corso fue superior al de los días anteriores, pues
entraron numerosas carrozas adornadas con buen gusto y hubo mucho entusiasmo.
Este mismo día domingo 18 de febrero desde las seis de la tarde, en la
Plaza 9 de Julio tuvo lugar el Concurso de Disfraz Infantil organizado por la
Comisión, que otorgó el primer premio a la niña Sara Briones;
segundo a Tita Elena Juárez; el tercero a Milsa Briones; cuarto, Clelia
Sif; quinto, Niña Lisi; sexto, María Ester Gómez; séptimo,
Yolanda Valdés; Octavo, Olga Lucrecia Juárez; noveno, Nora López
y décimo Merceditas García. Entre los niños premiados estuvieron
Miguel Ángel Garro; Ricardo Obeid; Pocho Avalos, Francisco Hernández,
Hernando Guillermo Baud, Pepito Ramírez, Sergio Ruiz Díaz y Narciso
Campero.
Así se fue el Carnaval de 1934. Justamente en Febrero de ese año
Julio Díaz Villalba escribía su “Romance de La Carpa Pobre”:
Con temblor de paludismo
bate su lona la carpa.
Los carnavales de ahora
vienen sembrando nostalgias.
Tiempos aquellos los tiempos
de la risa y la palabra.
Enharinados los rostros
y harina las almas,
espolvoreando de vida
los gracejos y las chanzas.
¡Si eran las mozas con gusto
y eran los mozos con ganas!
Hoy la tristeza se afirma
contra un pilar de la casa,
sobre mesas sin botellas
y encima de obscenas bancas,
donde manos “distraídas”
sopesan, como si nada,
blandor de senos caídos,
o martirizan enaguas...
¡Y las guitarras en cambio
no encuentran manos baquianas!
El músico de la fiesta
tiene un quejoso en las faldas,
que está llorando de arrugas
y está arrugado de danzas,
y el músico tiene un ojo
como un ojal de solapa,
y el otro vivo y redondo
que no sé si mira o habla.
Oh, acordeonista tuerto
enharinado de canas,
yo sé los sueños que sueñas
en tu juventud borracha:
Tiempos aquellos los tiempos
de la risa y la palabra.
Manos llenas de deseos
para acariciar guitarras.
Cuando por mimos extraños
se ponen en una zamba,
tan lloronas las espuelas
que sin pañuelo no bailan.
Cuando el gentío hace rueda
para ensayar sus palmadas
sobre un charco de sonrisas
que salpica por las caras.
Cuando aquellos guardapatios
frescos de coplas y albahaca,
robustecían palenques
en rumor de cabalgatas.
Cuando tal brioso ensillado
puro nervio, espuma y plata,
pechaba un río de jinetes
cruzándolo banda a banda.
¡Cuál montura sin sonidos;
cuáles riendas sin hazañas!
Y entre un baile de azoteras
y un reventar de voceadas,
desenrollandosé un grito
como de nueve brazadas.
Mientras lúgubre y llorona
-arrepentida beata-
en golpes de contricción
culpaba penas la caja.
Quien volviera aquellos tiempos
de un Carnaval que se acaba!
Hoy son aparejos nudos
y son las riendas muy cautas.
Y el acordeonista viejo
con una sed que no aplaca,
se enjuga copa tras copa
por remojar añoranzas:
¡Sí los mozos daban gusto
y las mozas daban ganas!
EL CARNAVAL DE 1935
LA CRISIS DE TRANVÍAS Y COCHEROS:
El año no llegó con las mejores perspectivas. Estaba proyectada
la suspensión de los Servicios Tranviarios en la ciudad, lo que en definitiva
se concretaría a fin de año (recordemos que su antecesor, el Tranway,
prestó servicios desde agosto de 1894, a tal efecto recurrimos a un articulo
publicado en el diario “El Cívico”, que con fecha 8 de junio
de 1896 publicó un artículo que en uno de sus párrafos
dice : “...falta poco para que se cumplan dos años de la inauguración
de las vías del Tranway...”. Se debe aclarar que las gestiones
para la instalación de este servicio datan del año 1883, cuando
“el presidente del consejo deliberativo municipal” decidió
con fecha 23 de julio de ese año la construcción de la estructura
para la prestación de los servicios de un Tranway, cuyas estaciones debían
fijarse en los alrededores del Matadero Público y la Penitenciaría
(el Presidente del Concejo Deliberante era Salustriano Sosa y su secretario
J. M. P. Méndez). Se gestionó ante el Ministro del Interior Dr.
Bernardo de Irigoyen, la concesión gratuita de los rieles necesarios
para la obra, calculados en ocho mil metros, en conocimiento de que el gobierno
nacional tenía existencia en material reemplazado en otros ferrocarriles
del país y comprado en Europa para los mismos servicios.
Hacia 1870, en importantes ciudades como París, Londres y Nueva York
circulaban grandes vehículos de transportes colectivos accionados por
máquinas de vapor. En Buenos Aires los Tranways fueron autorizados por
Ley del 26 de octubre de 1868 por concesión del gobierno a Don Mariano
Billinghurst. El Tranvía de tracción a sangre llamado tranway,
palabra inglesa, era tirado por una yunta de caballos criollos. El servicio
del tranvía eléctrico fue inaugurado en Buenos Aires el 22 de
abril de 1897.
En Salta, durante el año 1896 la firma Puló, Oliver y Cía.
cambió de razón social para operar bajo el nombre de Tomás
E. Oliver y Cía., esto a partir del 28 de febrero de 1896. El empresario
Oliver inmediatamente se trasladó a Buenos Aires a los efectos de adquirir
el material necesario para prolongar el trazado de las vías del servicio.
Se pretendía prolongar este trazado dos mil doscientos cincuenta metros
hacia el sur, por la calle Libertad para desembocar en las márgenes del
Río Arias sobre la calle del Buen Retiro. La Compañía del
Tranway llevaba el nombre de “Ciudad de Salta”. Los trabajos debían
comenzar el 1º de abril de dicho año pero recién lo hicieron
a partir del día 15 y concluyeron entre junio y julio de 1897.
La estación del Tranway estuvo ubicada en el local de “La Cervecería
Vieja” (en las proximidades de las actuales Virrey Toledo y 12 de Octubre).
El servicio del tranway se diferenció netamente de el tranvía.
En el primero los conductores o cocheros debían parar donde les señalara
el pasajero, por ejemplo podías ser frente a la puerta de su casa. Si
el transportado era un anciano o inválido el conductor solía acompañarlo
un trecho.
Cuando el carromato llegaba al extremo de su recorrido, se desenganchaban los
animales y se los ataba del lado opuesto ya que el tranway realizaba su recorrido
por una vía única.
El mayoral era el encargado de dar los boletos, que tenían un costo máximo
de quince centavos, el cuartiador debía estar apostado en lugares que
tuvieran pendientes o subidas para brindar un esfuerzo paralelo al realizado
por las yuntas. El corneta, era un jinete provisto de dicho instrumento que
solía adelantarse al tranway y en las esquinas anunciaba su llegada.
(este servicio también podías ser prestado por el conductor del
tranway). Debía hacerse sonar la corneta desde quince metros antes de
llegar a la bocacalle.
Los carruajes no podían circular a una velocidad mayor de seis km/h o
al trote natural de lo caballos y las bocacalles debían ser cruzadas
al paso. Justamente en estos lugares no podía detenerse el carruaje por
más de cinco minutos salvo el caso de fuerza mayor. Los caballos debían
ser mansos y adiestrados al tiro.
En circunstancias de concentración de mucha concurrencia de personas
o vehículos se le obligaba al cochero a detener del todo la marcha del
carruaje e ir al paso de los caballos hasta que se produjera la desconcentración.
A los conductores les estaba prohibido detenerse sobre la vía y si lo
debieren hacer por alguna razón no se podían alejar de sus rodados
y les estaba prohibido dejar sobre la vía los caballos maneados, como
asimismo hacer rodar el coche tranway sobre de la vía y el coche debía
cumplir su recorrido respetando el trayecto aunque no tuviera pasajero. El conductor
tenía prohibido proferir palabras indecorosas y debían amonestar
o expulsar al pasajero que faltara al decoro.
Los carromatos de tranway tenían deferente capacidad de transporte. Por
ejemplo jardineras de ocho bancos, tenían una capacidad de treinta y
cinco pasajeros. De siete bancos para treinta pasajeros y carruajes cerrados
con siete bancos una capacidad de treinta pasajeros. En la plataforma delantera
y al márgen de los números citados debían ubicarse los
agentes de seguridad, carteros, telegrafistas y los empleados de la empresa
mientras que los pasajeros lo hacían en la plataforma trasera.
El precio del pasaje regía hasta las once de la noche. Después
de esa hora la empresa podía aumentar su costo. Los pasajeros tenían
prohibido llevar bultos sque incomodaran a los demás. El servicio se
prestaba durante el verano desde las cinco de la madrugada hasta las 23 horas
y en invierno de 6 a 22. El costo del servicio tenía un precio máximo
de quince centavos por un viaje redondo en toda la línea. Por cualquier
servicio parcial dentro de la línea no se podía cobrar más
de diez centavos.
Durante la oración y horas de la noche los carromatos debían llevar
faroles de colores que fueran visibles de adelante y de los costados. Toda otra
clase de vehículos tenía prohibo usar este tipo de faroles en
las calles por donde circulara el tranway.
Los mayorales que no respetaban este tipo de indicaciones y compromisos eran
denunciados por los pasajeros y las empresas quedaban sujetas a ser penadas
con una multa de hasta cincuenta pesos.
Este servicio duró en Salta hasta el año 1904, cuando debió
ser levantado debido a los trabajos de instalación de agua corriente
- domiciliaria en el radio céntrico capitalino.
El primer tranvía que circuló por las calles de Salta lo hizo
el día 25 de mayo de 1913 y el último de ellos circuló
el día 31 de diciembre de 1935) a pesar de la resistencia de las Cámaras
Legislativas, que consideraban que la aprobación a tal medida traería
como consecuencia el aniquilamiento total de otros gremios como ser el de los
Choferes y Conductores de Coches, que se verían precisados a abandonar
sus servicios, víctimas de la competencia que le plantearían los
empresarios de ómnibus; e instaron a la Compañía de Electricidad
del Norte Argentino a fin de que mejorara sus servicios tranviarios, ampliando
las líneas y dotando de nuevos coches a la Usina Local. Justamente el
miércoles 13 de febrero de 1935, los conductores de Coches y Automóviles
realizaron una multitudinaria manifestación en contra de la supresión
de Tranvías, planteando sus temores ante la falta de estabilidad que
acarrearía ésta y la invasión de ómnibus en la ciudad
a lo que se sumaba las franquicias a favor de los empresarios capitalistas,
ajenos a nuestro medio, lo que favorecía a un limitado núcleo
de empresarios en desmedro de varios centenares de personas que tenían
sus hogares en Salta.
Los conductores de Coches, denunciaban que se dejaba sin pan a más de
trescientos obreros de la actividad, padres de familias que pagaban patentes,
daban trabajo a las cerrerías, talabarterías y forrajeros. Todas
las calles circundantes a la Plaza Belgrano se vieron atestadas de vehículos
y coches de Plaza.
Por otra parte, el día viernes 15 de febrero, en el Salón Blanco
de la Casa Rosada, Sede del Gobierno Nacional, con la presencia del Presidente
General Agustín P. Justo prestaban juramento dos Arzobispos y doce Obispos
entre los que se encontraba Monseñor Roberto J. Tavella, designado autoridad
eclesiástica para la Provincia de Salta.
Como en años anteriores, la empresa de la Central Argentina de Ferrocarril,
ofrecía los servicios especiales de trenes con motivo del Carnaval. Debe
recordarse que por entonces, estas fiestas eran declaradas feriados no laborables,
por lo tanto muchas personas viajaban a diferentes lugares.
LOS PRIMEROS PREPARATIVOS:
Casi a finales de Febrero comenzaron a percibirse las primeras inquietudes
carnavaleras. El Intendente de la Capital Señor Juan Cornejo Arias decidió
que todo lo producido de los Corsos fuera destinado para la institución
denominada “La Copa de Leche”; con lo que se esperaba incentivar
el entusiasmo de la población que permitiere el éxito de los Corsos.
La decadencia de los Corsos de los últimos años formaba parte
de una de las principales preocupaciones de Gobernantes y Gobernados. La Aristocracia
Salteña a esta altura de los tiempos tenía un concepto respecto
del Carnaval. Lo consideraban como un mal del cual no podían desprenderse
todavía y que había que explotarlo por el lado práctico,
dándole animación, vida, luz y colores; como en las grandes ciudades,
donde se lucraba de los Turistas y del regocijo forastero, a fin de obtener
por su medio recursos para quienes lo necesitaban, como en este caso, los niños.
El domingo 24 de febrero era inaugurada, mediante un hermoso acto cultural,
la Biblioteca Popular “Domingo Faustino Sarmiento”, en la calle
Mitre Nº 466.
La Comisión Organizadora del Carnaval de 1935 estuvo presidida por Arrigo
Morossini, ocupando la Vicepresidencia Silvano Gramajo Gauna; Secretario Carlos
Agüero; Tesorero Nazario Amado y Vocales: Aarón Frías, Carlos
Torrueta y Ángel Galarreta. Solían reunirse en el despacho del
Secretario Municipal.
En 1935 se suprimieron los corsos alrededor de la Plaza 9 de Julio y por primera
vez todos los desfiles se llevaron a cabo en la Avenida Belgrano, desde 20 de
Febrero hasta Deán Funes. Se debe aclarar que en 1936 estos volverán
al circuito de la Plaza 9 de Julio y será recién en la década
del cincuenta (1957) cuando sea definitivamente utilizado el querido boulevard
salteño para estos menesteres.
Asimismo se dispuso que este año no habría corsos vespertinos
por considerarlos contraproducentes al desenvolvimiento económico de
la Comisión.
El desfile de los Corsos tuvieron lugar los días 3, 4, 5 y 10 de marzo
a partir de horas 21.
La Comuna, a través del Intendente Juan Cornejo Arias contribuyó
con doscientos pesos para la realización de los Corsos. Mientras los
integrantes de la Comisión Organizadora entrevistaban al Gobernador de
la Provincia, Señor Avelino Araoz para lograr su colaboración,
la Comisión Organizadora se reunía con el Jefe Comunal logrando
una rectificación respecto al destino de los fondos provenientes de los
Corsos, se dispuso que fueran distribuidos en partes iguales entre la Asociación
Copa de Leche y la Escuela de Ciegos.
El sábado 23 de febrero llegaba a Salta su nuevo Arzobispo, Monseñor
Roberto J. Tavella, quien fue recibido apoteóticamente en la Estación
del Ferrocarril por autoridades Civiles, Eclesiásticas, Militares y parte
del Pueblo de Salta y agasajado con gran fervor en las instalaciones del Club
20 de Febrero.
La Comisión de Corsos obtenía aportes tendientes a establecer
los premios de los corsos, por ejemplo la Fábrica de Tejidos Saeta, donó
una frazada de lana de dos plazas; Virgilio García y Cía un Plafonier
Artístico; Michel Torino Hnos. dos docenas de Vino Reserva; Ángel
Obeid un Poncho; Antonio Cucciaro, una Bombonera Fina; Jorge y Amado seis Camisetas
Sport para niños; Capobianco y Cía, un estuche juego compotera;
José Sahuad seis cintos para niños; José Vidal dos ánforas;
Luis Barttoleti e hijos un Artefacto eléctrico para velador; Casa Xeitosa
un Jarrón Artístico; Casa Zago un par de bomboneras; Alejandro
Bonari seis cajas de Fruta Abrillantada; Jaime Durán, una Cámara
Fotográfica Kodak; La Mundial un estuche conteniendo una máquina
de afeitar y una botella de loción.
El Gobernador de la Provincia de Salta donó quinientos pesos, los que
se sumaron a los doscientos donados por la comuna.
La entrada al Corso de Avenida Belgrano se realizó por 20 de febrero
y también por calle Deán Funes. Estos duraban hasta las una de
la madrugada.
¡SE INICIA LA FIESTA!
El Corso del día domingo 3 de marzo de 1935 no pudo realizarse debido
a la lluvia torrencial, dejando la inauguración de los Corsos de la Avenida
Belgrano para el día lunes 4 de marzo. Por lo tanto los carnavaleros
se concentraron en los bailes públicos que se vieron muy concurridos,
como por ejemplo el llevado a cabo en el local de la Sociedad Española
por los integrantes del “Club Crisol”.
Las lluvias hicieron que en definitiva la jornada inicial de Corsos se concretara
el día martes 5 de marzo. El circuito de la Avenida Belgrano estuvo muy
concurrido y animado; confluyeron numerosos vehículos artísticamente
adornados. También hicieron su presentación algunas comparsas
y disfraces, máscaras sueltas que le pusieron colorido y alegría
al desfile.
En la casa del Ingeniero Bernardo Niño y su esposa Sara se concretó,
el domingo de Carnaval una hermosa fiesta infantil de disfraz que estuvo muy
concurrida. También la Sirio Libanesa y el Sporting Club concretaron
sus bailes de Carnaval el sábado 9 de marzo.
La venta de los Palcos se realizó en la Casa del Presidente Señor
Arrigo Morossini, también en la oficina de Control Municipal.
Ante numerosas quejas, de los concurrentes a los corsos, contra maleducados
que molestaban a las familias y damas, la Comisión de Corsos entrevistó
al Jefe de Policía, señor Velez, quien prometió el refuerzo
en la vigilancia y garantizó el mantenimiento del orden procediendo sin
contemplaciones contra los alborotadores.
El Corso de la Avenida Belgrano se lo puede considerar exitoso. Mucho público,
varias carrozas entre las que se destacaron una montada sobre un camión
con una Pagoda China de las familias Sansone; otra con un enorme tonel de la
Vinería Lavaque. Lamentablemente el clima no ayudó mucho y las
jornadas se veían interrumpidas por las lluvias lo que no incidió
en el ánimo del público que seguía jugando. Las ganancias
obtenidas por el desarrollo de los corsos se aproximaron a los ochocientos pesos.
En El Ingenio San Martín del Tabacal, se festejó al Carnaval con
un Baile de Fantasía en la casa de los esposos Molina- Alemán;
el resto de la población se divirtió con la presencia de dos comparsas
formadas por trabajadores del Ingenio que llamaron la atención de chicos
y grandes.
EL CARNAVAL DE 1936
EL PROYECTO DE UNA CARCEL NUEVA:
Durante este año, Europa se verá convulsionada por la Guerra
Civil Española, que no será otra cosa que el prelegómeno
de la Segunda Guerra Mundial.
Salta tendría elección de Gobernador durante este año,
por lo tanto, todas las actividades estarían politizadas al máximo.
El proyecto de construcción de un nuevo edificio para Cárcel se
había puesto en marcha. De acuerdo a lo estipulado en el contrato, las
familias que habitaban los terrenos donde debía levantarse este edificio
fueron desalojadas, algunas de las cuales fueron trasladadas para habitar en
el Canchón Municipal, hasta tanto consiguieran otro lugar (el edificio
del Cabildo, concretado en el año 1780 gracias a la decisión política
del gobernador Andrés Mestre, fué utilizado como cárcel
durante mucho tiempo. Muchos documentos narran de fusilamientos llevados a cabo
en el predio que luego, 1865, se convertiría en la actual Plaza 9 de
Julio. En 1871 el gobernador Delfín Leguizamón tomó la
decisión de construir un nuevo edificio para la cárcel. El mismo
recién se concretó en 1889 y es el que los salteños conocen
como la sede de La Central de Policía, en calle General Güemes al
700. Actualmente la cárcel penitenciaria está ubicada en un barrio
del sud-este de la capital salteña, Villa Las Rosas, edificio carcelario
que fué inaugurado el día 20 de Febrero de 1941).
ORGANIZADORES Y ACTIVIDADES:
Por otro lado, se proyectaba la modificación y ampliación del
alumbrado de la Plaza 9 de Julio. Reunidos en el despacho del Intendente Municipal,
La Comisión de Corsos designó Presidente Honorario de la misma
al señor Bernardo Guzmán (Intendente Municipal). Como Presidente
de la Comisión Directiva fue designado Arrigo Morossini; Vicepresidente
el señor Vicente Solá; Tesorero Ángel Obeid y Secretario
Carlos Agüero.
La Comisión encargada de conseguir fondos quedó formada por Heriberto
Sid y María Ferretti, en cuanto a la Comisión de Ornato y arreglos
quedó constituida por Aarón Frías, Hugo Olmos y Julio Velarde.
El Intendente Municipal entregó a la Comisión la cantidad de quinientos
pesos en carácter de donación para la organización de los
corsos. Al igual que el año anterior se dispuso que lo producido fuese
el cincuenta por ciento a la Escuela de Ciegos y lo restante a La Copa de Leche.
Durante 1936 los Corsos se realizaron alrededor de la Plaza 9 de Julio y también
en la Florida. Es decir estos dos tradicionales corsos recobraban su vigencia,
dejandosé de lado el circuito del año anterior (Avenida Belgrano).
El Corso de la Florida tendría como circuito desde Tucumán a Corrientes
en virtud de las características populares de Momo.
Se conformó una Comisión integrada por los señores Domingo
Peretti, Hugo Olmos, Ángel Obeid y Heriberto Sid para solicitar de los
comerciantes la contribución indispensable para la Organización
de los Corsos.
El día jueves 6 de febrero las autoridades del Centro Argentino de Socorros
Mutuos llevaron a cabo un Baile de Disfraz que estuvo muy animado.
La Comisión Organizadora utilizaba el local de la Peña Española
para realizar sus reuniones, intentando neutralizar el decaimiento de los corsos
de los últimos años, logró la donación de setenta
premios por parte de los comerciantes.
EL CARNAVAL EN TARTAGAL
El Intendente Municipal de Tartagal había tomado la decisión
de realizar Corsos en los pagos norteños, para ello designó una
Comisión integrada por los señores Ismael Vallejos, H. Garizú,
W. Davis, Fernando Moroni, Dr. Adolfo Machi, Alejandro Saul, Dr. Ruiz Correa,
Reynaldo Uribarri, Rafael Bentini, M. Chibán, Alfredo Farfán,
Juan Bianchi, Walter Chagra, Domingo Dolezor, Dr. Miguel Tomás y Dr.
José Urquiza. Esta Comisión fue dotada de amplias atribuciones
y facultades para poder formar subcomisiones y lograr sus objetivos.
Si bien la documentación contactada no es abundante, se puede decir que
las celebraciones, sin llegar al nivel de las más esplendentes, tuvieron
brillo y alegría. El pueblo acompañó a los carnavaleros
en el circuito y brindó generosos aplausos a los participantes.
CARPAS - CORSOS Y SERPENTINAS:
En el ámbito capitalino se fijaron los días 22, 23 y 25 de febrero
y también el día 1 de mazo, esto para el Corso de la Plaza 9 de
Julio.
El Corso de la Florida tuvo como días de desfiles el 23 de febrero desde
horas 18 a 21 (igual horario para el Corso del 1º de marzo) el día
24 se llevó a cabo un corso nocturno desde 22 a 1 de la madrugada.
A los agitados debates en las esferas políticas y a la falta de entusiasmo
carnavalero que se notaba en las calles se le sumó la persistente lluvia
que acompañó el primer día del Carnaval, lo que hizo que
éste pasara casi desapercibido.
En casas particulares así como en las carpas se bailó con mucha
animación y derroche de serpentinas y papel picado.
Si se pone atención en la narrativa de los últimos carnavales,
se podrá percibir el paulatino deterioro de los corsos salteños.
El Carnaval se manifestaba en reuniones sociales. No faltaban quienes diagnosticaran
su muerte.
El primer corso de la calle la Florida se desarrolló en un marco de mucho
entusiasmo y poco brillo, con desfile de carruajes y comparsas.
Muy pocas carrozas se hicieron presentes en este primer desfile, llevado a cabo
en una noche acosada por densos nubarrones. Sin embargo a la falta de carrozas
que siempre ponían la nota clásica de colorido y animación
el pueblo protagonizaba su cuota de alegría en un derroche de serpentinas,
pomos y papel picado.
Con respecto a la primera jornada del corso de la Plaza podemos decir que muy
pocas comparsas acompañaron sus desfiles. Aunque a medida que avanzaban
los días los corsos fueron tomando cuerpo, así por ejemplo el
martes 25 de febrero logró un singular éxito donde se destacó
el tremendo esfuerzo de la Municipalidad, que realizó gastos superiores
a sus posibilidades en la preparación de estas fiestas. El mismo día
martes a las cinco de la tarde la Comisión Organizadora llevó
a cabo un concurso infantil alrededor del Rosedal del Parque San Martín,
gran cantidad de niños en un marco de emotiva alegría le dieron
brillo a este desfile.
En Campo Santo, el 1º de marzo, en el local del Centro Comercial Sirio
se llevó a cabo un gran Baile Carnavalero. El mismo tuvo lugar después
de la realización del corso, que un año más se concretó
en esos pagos del Valle de Siancas.
EL CARNAVAL Y LAS ELECCIONES:
Algunas disidencias ocurrieron con los integrantes de la Comisión Organizadora;
Bernardo Guzmán quien había anunciado de que se realizarían
corsos el jueves 27 y el viernes 28 de febrero y que los mismos tenían
por finalidad recaudar fondos para intentar paliar gastos hechos por la municipalidad
en ornamentación y nuevos adornos; suma que no sería alcanzada
en virtud de que las lluvias habían impedido la realización de
todos los desfiles proyectados. Pero el Presidente de la Comisión, Morossini,
salió al cruce negando la realización de estos Corsos y aclarando
que el del día sábado iría en el horario de 21 a 24 horas
pues al día siguiente, domingo, se desarrollaban las elecciones en nuestra
Provincia; y que luego de escrutados los votos a partir de horas 21 sí
habría corsos en la Plaza 9 de Julio y en la Calle la Florida.
Los bailes se desarrollaron en plenitud destacándose los de la Sociedad
Española y Sporting Club.
La lluvia no ayudaba a los carnavaleros y la Comisión tuvo que programar
corsos en la Plaza para el jueves 5 de marzo, el sábado 7 y el domingo
8 para recuperar los días perdidos por lluvias y elecciones. La entrada
a los palcos se vendieron en la Casa Sid, calle Zuviría Nº 74, y
tuvieron un precio de tres pesos por noche y de seis por las tres noches.
En Metán, no hubo Corsos pero sí un baile de Disfraz y Fantasía, llevado a cabo en la lujosa Residencia de la Señora Lastemia Poma, en el cual hubo derroche de alegría y se danzó hasta altas horas de la madrugada.
El Edicto Policial que prohibía el juego con agua durante los corsos
y antes de las 24,30 horas no se cumplía. En especial los infractores
eran los habitantes de casas de altos donde de a baldadas arrojaban agua y sin
miramiento de ninguna clase.
Para tener una idea respecto al concepto de los Corsos por parte de nuestra
aristocracia , concepto que había sido internalizado por el resto de
la Sociedad y que se manifiesta plenamente en el corso de la Plaza 9 de Julio,
haremos referencia a un fragmento de un artículo publicado por el Diario
Nueva Época el jueves 5 de marzo de 1936 en la página número
diez y que dice así : “... De acuerdo con la última disposición
adoptada por la Intendencia Municipal y Comisión de Corsos, hoy se llevará
a cabo en la Avenida que circunda la Plaza 9 de Julio, el segundo Corso auspiciado
por estas entidades... y aquí viene lo mejor “... estarán
representados sin duda en esta fiesta de espiritualidad y sana alegría,
los valores más representativos de nuestros círculos sociales,
prestigiando así la fiesta que está llamada a constituir una nota
de singular relieve, dado el interés despertado entre nuestras familias,
lo que nos permite anticipar su éxito ...”
Salta todavía estaba convulsionada por los resultados de las elecciones
donde el Partido Demócrata había vencido a los Radicales. Los
Demócratas presentaron la Fórmula “Luis Patrón Costas
-Rovaletti ”.
Para la renovación del alumbrado de la Plaza 9 de Julio se adjudicó
la licitación de provisión de lámparas y columnas a la
firma Repetto- Sforza.
El sábado 7 de marzo de 1936 a horas 19 se procedió a realizar
el Acto de Inauguración del Cine Balcarce cuya propiedad correspondía
a la empresa Renzi y cuya construcción estuvo a cargo del Ingeniero Hugo
A. Rovaletti. Sala Cinematográfica ubicada en las cercanías de
la Estación del Ferrocarril y que marcó a muchísimas generaciones
de salteños, especialmente con sus funciones de Matiné.
CORSO Y ROMERÍA:
1936 marcó en la Historia de los Corsos Salteños una modalidad
nueva. Ante la falta de presencia de carruajes, el público convirtió
al circuito en una multitudinaria romería; ya que ganaba las calzadas,
de a pié y cuando alguna carroza o comparsa se insertaba al desfile era
acompañada en su retaguardia por una imponente masa humana. Esta costumbre
nacida en 1936, se mantuvo durante muchísimo tiempo, tanto, que en épocas
de apogeo de los corsos de la Avenida Belgrano cada agrupación llevaba
su propia “hinchada”, que en cierta manera la protegía de
los “encuentros”.
La jornada de excepción se dió con el corso del día domingo
8 de marzo que contó con una gran afluencia de público y la animación
por la afluencia de carruajes, los que en determinados momentos, se veían
imposibilitados de avanzar o retroceder, ante la congestión reinante
en aceras y calzadas.
Se destacaban algunos de ellos por lo llamativo y vistoso de sus adornos, cuyos
ocupantes cambiaban ocurrencias más o menos chistosas, flores, serpentinas
y papel picado con los transeúntes y ocupantes de palcos.
Queremos remarcar lo afirmado anteriormente. Los Corsos, a partir de este año,
perdieron el aspecto suntuoso de años anteriores, cuando una doble hilera
de palcos repletos de damas con adornos llamativos que solían suscitar
la doble admiración que despiertan la belleza, los trajes novedosos,
y el buen gusto, y los carruajes ostentosos daban una sensación de un
espectáculo donde el único protagonista era el disfrazado. Ahora,
a ese protagonismo se le sumaba el de la concurrencia que alternaba diálogos,
saludos, con el intercambio de flores, papel picado y serpentinas.
El jurado encargado de discernir los premios a la mejor carroza y a conjunto,
ante la pobreza en número y en calidad de los participantes decidió
declararlos a todos desiertos y entregar los premios a un centro benéfico.
LOS DIARIOS - HISTORIETAS Y PREMIOS:
Por otra parte, queremos destacar que en marzo de 1936 por primera vez un
diario de Salta (“Nueva Época”) publicó un suplemento
de Historietas editadas en colores. Fueron cuatro páginas , entre las
cuales se destacaron “Las Aventuras de Carlos Norton”, cuya autoría
pertenecía a Jacinto Amenábar; “La Isla de la Fortuna”
de James Mac Cagne; “Ben Webster” de Edwin Alger y “En tiempo
de Las Barbaras Naciones...” de Mal Eaton. Nos imaginamos el impacto que
causó este aporte a la Historia de los Medios de Comunicación
de nuestra querida Salta.
En pleno desarrolló de los Corsos, la Comisión Municipal decidió
modificar el precio del costo de los palcos, se cobró dos pesos cada
uno por noche y cinco pesos por tres jornadas.
La última jornada de corsos de este Carnaval se llevó a cabo alrededor
de la Plaza 9 de Julio el día domingo 8 de marzo y como siempre la última
fue la más lucida. Gran cantidad de público, carrozas y disfraces
le dieron realce y entusiasmo hasta el final ( el corso se inició a las
21 y duró hasta las una de la madrugada).
La Comisión adjudicadora de premios, al igual que algunas otras tenían
criterios muy fijos que digamos. Pusieron un precio para los palcos, lo bajaban,
lo subían, parece que giraban en base a las expectativas del brillo de
la jornada, el clima etc. Asimismo, en primera instancia habían resuelto
no entregar premios a los participantes y declararlos desiertos, sin embargo,
a último momento decidió premiar de la siguiente manera:
COMPARSAS:
1º premio: “Los Divertidos”
2º premio: “Indios Guerreros”
CARROZAS:
1º premio: “Dirigible”
2º premio: “Infierno Femenino”
MÁSCARAS:
1º premio: “Un burrito solitario”
2º premio: “Los Gitanos”
Todos estos premios, junto a los correspondientes al Corso Infantil, llevado
a cabo en el Parque Rosedal, fueron entregados en un domicilio ubicado en calle
Alberdi Nº 211.
EL CARNAVAL DE 1937
LOS GOBERNANTES-LA MUJER Y EL DIABLO:
El Carnaval de 1937 encontró a los salteños con un nuevo elenco
gobernante. El triunfo de los Demócratas sobre los Radicales permitió
que Luis Patrón Costas ?1873-1952? gobernara entre el período
comprendido desde el 1? de Mayo de 1936 al 1? de Mayo de 1940. El cargo de Vicegobernador
lo ejerció Alberto Blas Rovaletti? Ministro de Gobierno, Justicia e Instrucción
Pública fue Víctor Cornejo Arias? Ministro de Hacienda Carlos
Gómez Rincón? Intendente Municipal Ceferino Velarde y Jefe de
Policía Jorge A. Velez.
Diremos a priori, que a partir de aquí en adelante el Carnaval y sus
Corsos tendrían un paulatino repunte.
Comúnmente el vulgo relaciona a la celebración del carnaval con
el diablo. Es más no faltan ensayos y sesudos análisis a través
de los cuales pretende fundamentarse o brindarle marco comprensivo a tal tesitura.
Por nuestra parte consideramos que tal relación implica al menos una
falacia, cuando nó una premeditada actitud tendiente no solo a desnaturalizar
las celebraciones y su ritual sino también a desterrarla.
Con la conquista y ante el contacto de dos culturas absolutamente contrapuestas,
tanto conquistadores militares como representantes del clero se dieron a la
tarea conjunta de intentar aniquilar lo que ellos consideraban prácticas
paganas y que en realidad representaban una ancestral concepción mítica
incomprensible si nó se la analiza en ese marco y emparentado con un
calendario agrícola-ritual. Sin pretender entrar en una posición
que de lugar a la controversia analítica, decimos que muchos de los elementos
y actitudes que los conquistadores pretendían combatir estaban, representados
a su forma y manera, insertos en sus propias pautas culturales y cosmovíticas.
El asunto es que dentro de la concepción paternalista-utilitaria y dominante
del conquistador, también se escondía una estrategia de marginación
y sometimiento de la mujer. Así, con el tiempo, ya sea para la chanza
o para las acciones concretas, también la mujer fue emparentada al diablo.
Su inserción en los corsos, como concurrente y partícipe de los
juegos de serpentinas, agua, micalina, etc., se dio desde las primeras instancias.
Pero su protagonismo en los disfraces o la libertad para seleccionar y portar
vestimentas audaces, integrar jurados o comparsas, debió esperar un buen
tiempo, a riesgo de ser sometida a escarnios y marginamiento social.
A través de la narrativa que pasa de generación en generación,
de fogón en fogón, mate tras mate, recordamos una que pretende
dar respuesta a la relación Mujer - Diablo.
Cuentan que una mañana el Todopoderoso había salido a dar un paseo
en compañía de San Pedro, que no lo abandonaba jamás. Comentaban
ambos la ingratitud de Adán y Eva, que tan mal habían correspondido
a las atenciones que largamente se les dispensaron. En ese comentario se encontraban
enfrascados cuando, al llegar al recodo del camino, donde comenzaba una esbelta
alameda, escucharon y observaron el vivo altercado que en forma enardecida mantenían
dos personas. Se acercaron sigilosamente y comprobaron que los que así
reñían eran una Mujer y un Hombre? ella sobresalía por
su belleza y el por su atlética musculatura.
El Buen Dios, advirtiendo la superioridad física del hombre, se dirigió
a San Pedro y le dijo?
- Anda. Corre, sepáralos, no me agrada este espectáculo.
Y el Todopoderoso prosiguió solo su paseo.
- ¡Vaya un encarguito? - Exclamó San Pedro, pero quien manda, manda?
y se dispuso a obedecer. Imaginemos la sorpresa y consternación, cuando
al intervenir en la contienda comprobó que el Hombre era el mismo Satanás
en persona y la Mujer, era mucho más hermosa de lo que a primera vista
parecía.
-¿Por qué este escándalo, este alboroto entre vosotros,
cuando siempre habéis sido tan buenos camaradas?.
Los dos callaron y clavaron sus miradas en la tierra. A pesar del silencio,
San Pedro pudo comprender que se trataba de una lucha cuya finalidad era destacar
la supremacía en la perdición de los hombres.
En cuanto los contendientes intentaron volver a la pelea, aprovechando una distracción
de San Pedro, el venerable Apóstol pretendió separarlos. ¡Pero
bueno la hizo? Satanás y la Mujer le injuriaron desconsideradamente,
faltandolé a todos los respetos y lo acusaron de meter las narices donde
nadie lo había llamado lo mismo que cualquier portero. A tal punto llegaron
los improperios, los insultos, que San Pedro perdió la paciencia y apeló
a su espadón rutilante, resplandeciente como una lengua de fuego y de
un tajo cercenó las cabezas que tan irrespetuosas se habían erguido.
Limpió la hoja en los pliegues de su túnica, se alejó del
lugar del suceso en búsqueda del Todopoderoso. Al llegar ante su presencia
éste le preguntó con interés?
-¿Los has separado Pedro?
- ¡Más que separado?
- ¿Los reconciliaste entonces?
- Del todo. Su cólera ha desaparecido.
- ¿Pero a ver. Que es eso?. ¿Tu tienes la mano ensangrentada?
- No tiene ninguna importancia Señor.
- Cuéntame que a pasado.
- Poca cosa. Que aquellos dos demonios desencadenados me han puesto como jamás
oyeron los querubines, diciéndome tantas barbaridades que por respeto
no quiero proferir ahora. Colmaron mi paciencia y zás? desenvainando
mi Gloriosa Espada les corté las testas de raíz y asunto concluido.
- ¡Pero eso es horrible?. ¿Cómo tú, Pedro, te dejaste
llevar por un impulso semejante?
- Es que hay cosas...
-Bien, corre, recoge esas cabezas y vuélvelas a colocar en su sitio,
lo mismo que estaban ¿ Has traído la secolina?
- ¡Pero eso no es posible!. El Señor no se hace cargo de lo difícil
que es esa compostura.
- Ve, te digo; obedece y calla. Coloca las cabezas en sus respectivos cuerpos.
Y no te tardes, que hora es ya de que regresemos.
Pedro, obediente, aunque refunfuñando un poco volvió al sitio
de la catástrofe, pero estaba tan distraído en sus reflexiones
que equivocadamente puso la cabeza del Diablo en el tronco de la Mujer y la
de ésta en el cuerpo del Diablo, y, así, de esa manera, ambos
volvieron a la nueva vida.
He aquí de porqué se viene diciendo que las mujeres son el mismísimo
Demonio...”
EL CORSO DE LA AVENIDA SANTA FE:
Allá por la segunda mitad del mes de enero de 1937 un grupo de vecinos propietarios de la calle Santa Fé, desde Tucumán hasta Independencia, circuito que años después se convirtió en la columna vertebral de hermosos corsos, cursaban una nota al Gerente de la Compañía de Electricidad, solicitando la provisión de luz eléctrica, comprometiendosé a consumir como mínimo ocho kilowats de luz cada uno. Firmaban esa nota los vecinos, María Merile, Santos Solaligue, Isidoro Urbano, Ángel Albisco, José Flores, Saturnino Albisco, Gerónimo Gauna, Damián Díaz, Rosario Sarmiento, Ángel Francisco Pérez, Mariano Gallardo, Mariano Mamaní, Pío Dorado, Rómulo Clemente, Benito de Pansi y Carmen V. Torres.
LOS CORSOS CON ORGANIZACIÓN PRIVADA:
El jueves 22, convocados por el Intendente Municipal, Ceferino Velarde, se
reunieron en su despacho funcionarios municipales, comerciantes y representantes
de la Prensa a los efectos de intercambiar ideas sobre la organización
de los Corsos de Carnaval.
Este año los Corsos no fueron organizados por la Municipalidad, es decir
no tuvieron organización oficial. La Comisión designada estuvo
presidida por Arrigo Morossini; Vicepresidente fue José Vidal; Tesorero
Ángel Galarreta y Martín Córdoba.
Se integró una Comisión de Propaganda con los Directores de los
diarios locales a los cuales se sumó el señor Castro Espinoza,
corresponsal de “Noticias Gráficas”.
Heriberto Sid y Domingo Ferreti fueron los encargados de recorrer las Casas
Comerciales buscando apoyo.
La Comisión de Ornato estuvo integrada por Aaron Frías, Julio
Velarde y Hugo Olmos. Mientras que a Arrigo Morossini, José Vidal y Ángel
Obeid se les encargó la tarea de entrevistar al Gobernador de la Provincia,
a los efectos de lograr la colaboración del Poder Ejecutivo.
Las ganancias líquidas obtenidas de las jornadas carnestolendas, fueron
destinadas el cincuenta por ciento para la Escuela de Ciegos, el veinticinco
por ciento para el Asilo de Ancianas y el otro veinticinco por ciento estuvo
destinado al Asilo de Ancianos.
Después de varios años de haber dejado la organización
de los Corsos en manos de la Municipalidad, experiencia de resultados poco positivos,
que pusieron al borde de la hecatombe al Corso de la calle la Florida y en no
menos difícil situación al de la Plaza 9 de Julio; vemos como
la organización privada volvió a tomar las riendas, buscando tal
vez encausar el espíritu errátil y fantasmagórico de un
Carnaval venido a menos. La tarea no era fácil, volver a impregnar el
territorio de risa contagiosa, de la locura, de los brincos que permitieron
que muchas generaciones anteriores vibraran de pies a cabeza. Era el gran desafío.
Había un elemento que jugaba a favor: La milenaria tradición por
estas grandes Fiestas, que había llegado a conformar una especie de culto
e inclusive a impregnar ideales que se constituyeron en especie de eslabones
de una larga cadena donde se mezclaban elementos antropológicos, históricos,
etnográficos, folklóricos y hasta, porque no, filosóficos.
Aún hoy, después de las Fiestas de la Navidad, Año Nuevo
y los Reyes Magos, la figura de Momo prosigue constituyendo parte del calendario
mítico de los pueblos.
Sigue siendo el sinónimo de una pomposa manifestación multicolor
donde se conjuga lo lírico, lo romántico; los sueños y
una especie de mágica Serenata de Amor y de Ilusión que se manifiesta
a veces en un Arlequín matizado en su policromía, en una Coqueta
Serpentina de brazos largos; en Payasos y Diablos que con sus piruetas y brincos
andan arrastrando las tristezas de la humanidad.
Reyes y harapientos, a través de los siglos, fueron víctimas y
gozantes de su voluptuosa y frenética danza. Los ricos con sus tertulias
y fiestas “paquetas”; los pobres con sus Carpas donde se embeben
de Chicha, Aloja y otros beberajes “Non Santos” forman parte aunque
más no sea inconscientemente, de subterráneos valores filosóficos:
El Ser Humano tiene parámetros que lo alejan, más allá
de su voluntad, de las pequeñas circunstancias económicas y mundanas.
La Aristocracia y la clase media, encontraron en 1937 recovecos para su diversión
en el Club 20 de Febrero, el Sporting Club, la Sociedad Española, el
Centro Argentino de Socorros Mutuos, el Centro de Empleados de Comercio, Centro
Recreativo Los Rosales, Club Olld Boys, Confitería Ritz, Colón
y París.
Durante este año se encontraban en plena construcción los edificios
de las actuales escuelas Bernardino Rivadavia, Juan Bautista Alberdi, Julio
Argentino Roca y Jacoba Saravia.
SIN CORSOS EN LA CALLE LA FLORIDA:
En cuanto al circuito para el corso proseguiremos con los vaivenes. Se resolvió
que los mismos se efectuarán únicamente en la Plaza 9 de Julio
los días 6, 7, 9, 13 y 14 de Febrero. Comenzaban a las 21,30 y concluían
a las 1 de la madrugada.
Los vendedores ambulantes de flores, serpentinas y demás artículos
del carnaval no pagaron ningún tipo de impuestos.
Los vehículos con propaganda que transitaron por el circuito pagaron
diez pesos; los camiones cuatro; automóviles particulares tres, de alquiler
dos y los vehículos de tracción a sangre un peso. Las chatas de
cuatro ruedas a los efectos del cobro fueron considerados como camiones. No
se permitió la entrada de ómnibus, bañaderas y jinetes.
Los palcos, que tenían una capacidad para ocho personas, tenían
un precio de tres pesos por noche y diez pesos por la temporada. Los integrantes
de la Escuela de Ciegos, Asilo Santa Ana y Asilo de Ancianos instalaron un puesto
de ventas de flores para recaudar fondos.
A finales de enero una recientemente formada institución deportiva, el
Club Atlético Pellegrini (fundado el 15 de Agosto de 1930) organizó
un Festival Futbolístico benéfico para ayudar a la familia del
malogrado jugador Juan Puló y de S. Tapia, que se llevó a cabo
en el campo de juego de Juventud Antoniana y donde participaron algunas instituciones
que hoy ya no existen como por ejemplo: Sarmiento y Pompeya. Torneo ganado por
los Organizadores, que por aquellos tiempos tenían un plantel formado
por los siguientes jugadores: Ortiz, Furtan y Toranzos; Burgos, Valverdi y Echenique;
Arancibia, Lazarte, Martearena; Quero y Nazr.
Los Corsos de la Plaza 9 de Julio tuvieron una iluminación destacada
que le había sido adjudicada a la firma Jaime Sansó, que cobró
la cantidad de trescientos cuarenta y cinco pesos por estos trabajos de iluminación.
La venta de palcos se realizó en la Casa de Heriberto Sid, Zuviría
N° 73, y se había reservado uno para Prensa.
Cuando uno observa los premios estipulados por aquellos tiempos, inevitablemente
esboza una sonrisa, y aún teniendo en cuenta las diferencias con los
tiempos actuales en cuanto a cantidad de integrantes y las innovaciones coreográficas
y de vestuario, ineludiblemente se pregunta si estos premios fueran propuestos
hoy en día, alguien participaría. En 1937 estos fueron:
COMPARSAS:
1° Premio: una docena de vino Michel Torino, una
docena de vinos La Cafayateña y diez pesos.
2° Premio: 24 botellas de vinos de la Sucesión de
Mercedes Michel.
3° Premio: Un cajón de vino de Sastre y Cía.
MASCARAS MAS ORIGINALES:
1° Premio: un reloj y una máquina fotográfica.
2° Premio: una máquina fotográfica.
MASCARA INFANTIL MAS ORIGINAL:
1° Premio: Un traje de cow-boy.
2° Premio: Un triciclo.
3° Premio: Un automóvil - juguete.
VEHÍCULO MEJOR ADORNADO:
1° Premio: cincuenta pesos y un bebe irrompible.
CONJUNTO DE SEÑORITAS MAS BONITAS
Y ESPIRITUALES:
1° Premio: una hermosa muñeca.
SEÑORITAS MEJOR ATAVIADAS:
1° Premio: Seis pares de medias.
2° Premio: Una mesita japonesa.
3° Premio: Un juego de mantelería.
SEÑORITAS MEJOR DISFRAZADAS:
1° Premio: Una lámpara de cinco luces.
2° Premio: Tres bomboneras.
3° Premio: Una medalla y un Sahumador Japonés.
SEÑORITAS CON MEJOR TRAJE DE FANTASÍA:
1° Premio: Cuatro frascos de lociones, cigarrera
electro plata.
2° Premio: Dos lámparas de velador y dos carteritas
para bebé.
3° Premio: Un reloj alcancía y dos pares de zapatitos
blancos.
CARROZA MAS ORIGINAL O ARTÍSTICA:
1° Premio: Una valija de cuero conteniendo dulces y
un farol para auto.
2° Premio: Una valija.
3° Premio: Un juego niquelado para café.
De la observación y análisis de los premios fijados tenemos
un panorama del lugar, en cuanto a importancia, que tenían las comparsas
por estos tiempos. Lo que también permite realzar el rol del cacique
José S. Herrera, “Josito”, a partir de 1949, en la jerarquización
de estas agrupaciones, especialmente en la estructura de los Corsos.
Intercalemos en la narrativa, la dulzura de un poema:
SERPENTINA
Cuando yá... de las sombras nocturnas negro broche
alcanzaba a prender el manto astral
y la luna su claridad en derroche
derramaba en el cielo sideral...
Cuando yá... bajo el arco de la tibia noche.
daba alegre su ronda el Carnaval,
iba triste, Pierrot, como un fantoche...
Se burlaba Colombina de su mal...
Más, cesó el carnaval su algarabía,
con el pauso expirar de los clamores...
... Y en el cielo profundo... los ardores
de la luna que lenta se evadía,
De Pierrot: ensoñaba sus amores,
y de ella: su boca aún reía!
- Hector R. De Mattei-.
¡ADELANTE CARNAVALEROS!
La primera jornada de corsos fue considerada como decepcionante, ante la ausencia
de carruajes y máscaras. Pero la siguiente, llevada a cabo el día
domingo 7 de Febrero, alcanzó las proporciones de animación y
concurrencia que se esperaba. Desde las 21 horas, el público comenzó
a hacerse presente en el circuito, a la espera de la organización del
corso, que no tardó en llevarse a cabo pues, poco después aparecieron
las primeras carrozas de disfrazados, cobrando en seguida la fiesta, características
de gran apogeo. No obstante la gran concurrencia de público, no se registró
ningún incidente, destacandosé de entre las Carrozas por su originalidad,
la del “Vino Churo”, “Radio Philips”, “Las Cubanas”,
“Las Colombinas y Pierrots”, organizada esta última por un
grupo de jóvenes y niñas vecinos de la calle Caseros al Oeste.
En las barriadas se revitalizó la vieja costumbre del juego con agua,
pomos, globitos, papel picado y serpentina. La alegría vecinal se manifestó
desde primeras horas de la mañana y tomaba su verdadero cuerpo a eso
de las tres de la tarde.
El día lunes 8 estaba previsto el desarrollo de un corso que no pudo
concretarse debido a la lluvia caída. Sin embargo el desquite llegó
con el corso del día martes 9 que alcanzó grandes proporciones
debido al crecido número de participantes entre Comparsas, Carrozas de
Disfrazados y a la extraordinaria cantidad de público que brindó
un marco de inusitado entusiasmo.
EL CARNAVAL EN ROSARIO DE
LA FRONTERA
En un ambiente de entusiasmo y alegría los rosarinos celebraron al Carnaval.
Se organizaron corsos que estuvieron alegres y concurridos y sobresalió
el baile efectuado en la Biblioteca Popular, donde se distribuyeron gratuitamente
pitos, matracas y otros objetos que ayudaron al éxito.
En realidad, es el primer corso del que tenemos noticias por estos pagos, en
los cuales se cuidó al detalle la faz ornamental y tuvieron un muy buen
servicio de iluminación. Las Carrozas que sobresalieron fueron las de
las familias José Ranea, Señorita Carmen Abregú, Dora Gringa,
Coda Rodas, Guilla Soria, Isabel Araoz, María Ester Arias, Nilda Benitez,
Elena Ortiz, Familia Morangoni Nuñez, Sadir, Placencia, Navamuel y Montaldi.
El domingo 14 de febrero se reiteró el Baile en el Salón de la
Biblioteca Popular además de otro que alcanzó gran lucimiento
y que se llevo a cabo en el Club Hispano Argentino.
EMBARCACIÓN
Pocas veces los festejos de Momo lograron igual entusiasmo. El día domingo
7 y martes 9 de febrero de 1937 se llevaron a cabo corsos en el marco de una
gran concurrencia de máscaras donde la variedad y elegancia de la mayoría
de ellas le pusieron una nota de calidad al desfile. En el mismo participaron
casi todos los carruajes de la localidad. El día lunes la lluvia impidió
la realización del corso.
El juego con agua se desarrolló en gran escala y las calles se vieron
recorridas por grupos de jóvenes que a pié, o en camiones circulaban
de casa en casa, donde se pudo observar que hasta personas avanzadas de edad
jugaban a la par de los jóvenes.
Los bailes de los días sábados y domingos hicieron gala de un
gran entusiamo. La señorita Marisa Nazar fue elegida Reina del Carnaval
de Embarcación. Mientras que Dominga Mayar se hacía acreedora
al premio de mejor disfraz.
El día domingo se llevó a cabo un desfile infantil, donde participaron
cerca de ciento veinte niños con los más variados disfraces infantiles,
donde fue elegida reina del Carnaval Infantil la niña Aimé Petros,
disfrazada de dama antigua. Sobresalieron los niñitos Roberto Chamale
(Príncipe Hindú) y Babi Bouhid (disfraz de turca).
Como observamos los Corsos habían empezado a ganar espacio en los pueblos
del interior. En cuantos de ellos se habrán suscitado diálogos
como este:
-Que callado que estás Arlequín. Que haces ahí?
- Miro pasar. ¿Te preocupa mi silencio?
- ¡Qué esperanza! más un Arlequín tan tristón
con cara de funeral...
- Así va el mundo... ¿Que hacer?
- Alégrate, alégrate Arlequín. Mira que la vida pronto
pasa, después, al quererla vivir, tarde se hizo... Adiós...
LOS PREMIADOS DEL CARNAVAL:
Volviendo a la Capital de Salta, el sábado 13 volvió a reiterarse
el Corso y su lucimiento, mientras que al día siguiente, domingo, la
lluvia volvió a aguar la fiesta.
Justamente para recuperar esos días perdidos el jueves 18 se llevó
a cabo un Corso que no le vino en zaga, en cuanto a concurrencia y a participantes,
al corso de días anteriores.
Al otro día, con el último corso, se procedió a entregar
los premios correspondientes:
COMPARSAS:
1° Premio: “Los Disfrazados”.
2° Premio: “Los Indios Mosianos”
3° Premio: “Los Cerrudos”
MASCARAS ORIGINALES:
1° Premio: “Tarzán y Aviadora”
2° Premio: “Cargando a la Vieja”
3° Premio: “Carlitos Chaplín”
MEJOR PAREJA DE MASCARAS:
1° Premio: “Burrito”- representada por Juan Ciotta y compañero.
MASCARA INFANTIL ORIGINAL:
1° Premio: “Indios Incaicos”.
2° Premio: “Patoruzú”.
3° Premio: “Pollito”.
MEJOR VEHÍCULO ADORNADO:
1° Premio: “Camión Radio Phillips”.
SEÑORITAS MEJOR ATAVIADAS:
1° Premio: Carroza “Dominó”.
2° Premio: “Automóvil Fantasía”.
CONJUNTO DE SEÑORITAS
MEJOR DISFRAZADAS:
1° Premio: “Pierrot Fantasía”.
2° Premio: Carroza “Moras”.
3° Premio: “las Venecianas”.
CARROZA ARTÍSTICA:
1° Premio: “Pierrots y Colombinas”
2° Premio: “Piratas”.
Otros premiados fueron: “Camión Adornado”, “Trajes
de Fantasía”, “Los Apaches”.
La Comisión de Corsos recibió un subsidio de quinientos pesos,
para hacer frente a gastos.
Así se fueron los festejos del Carnaval de 1937. Los Corsos seguían
recuperando lentamente el terreno perdido.
Los jujeños también tuvieron sus festejos y donde la cosa estuvo
dura fue en los pagos de Fraile Pintado, las autoridades locales no dieron permiso
para Bailes Públicos y los de carácter familiar, fueron rigurosamente
limitados. Solamente el día 7 de febrero, en el hotel del Señor
Damaso Paez se organizó una reunión de máscaras infantiles
que estuvo muy linda.
De la narrativa habrá observado que con respecto a los Corsos de Calle
La Florida; los organizadores habían optado por hacerlos desaparecer
con anestesia y paulatinamente. En 1935 no hubo corsos. 1936 sí. A partir
de 1937, y durante once años el circuito de la calle La Florida careció
del brillo de las guirnaldas y el ritmo festivo de comparsas y murgas. Once
años durante los cuales no se realizaron corsos. Hacia finales de la
década del cuarenta, casi sorpresivamente, este histórico lugar
del carnaval pareció querer reverdecer laureles, la cosa no pasó
de un intento pues la histórica “Calle de la Alegría”
y sus corsos yá habían sido heridos de muerte. Se vivía
así las últimas expresiones de un Corso Popular que marcó
época desde 1909 en que se había organizado el primer desfile.
En 1947 este querido corso volvió a ser organizado pero, ya nada sería
igual.
EL CARNAVAL DE 1938
LA INAUGURACIÓN DE LA PILETA DE LA PLAZA ALVARADO:
Hasta 1938 existió, desde el punto de vista del tránsito vehicular, la costumbre de estacionar los vehículos en la mitad de la calle, nó como se estila hoy en día hacia uno de los laterales. Justamente será durante este año cuando el Intendente decide derogar dicha disposición, comenzó con algunas calles como Corrientes y Pellegrini. Después de sucesivas postergaciones, pudieron ser inaugurados los Baños Públicos (hoy pileta de la Plaza Alvarado), acto al cual asistieron el Arzobispo Monseñor Roberto J. Tavella, El Ministro de Gobierno Dr. Víctor Cornejo Arias y el Secretario Municipal Señor Raúl H. Pulop y otras autoridades gubernativas, municipales, militares y eclesiásticas. Gran cantidad de público acompañó a las autoridades y presenció un festival de natación, mientras los acordes de la Banda de Música de la Provincia daban un marco espectacular a la jornada. Esto ocurrió el domingo 30 de enero de 1938 a horas 18.
LOS PRIMEROS PASOS:
En los primeros días de febrero, comerciantes y autoridades municipales
comenzaron a mantener contactos para tratar temas referentes al Carnaval y sus
Corsos.
El sábado 12 de febrero, en la Oficina de La Dirección de Control
de la Municipalidad se decidió constituir la Comisión Organizadora,
que tuvo como Presidente Honorario al Intendente Municipal Don Ceferino Velarde.
Presidente Titular fue designado el Señor Manuel Albeza; Tesorero Ángel
Obeid; Secretario, Armando Frías y Vocales: Mariano García, Domingo
Ferretti, Antonio Gana, Heriberto Sid y Bartolomé Salas. El martes 15
de febrero, Albeza, Gana y Ferretti, a nombre de la Comisión mantuvieron
una entrevista con el Gobernador de la Provincia, solicitando su contribución
y ayuda; así mismo solicitaron del Intendente Municipal la sesión
de materiales para la iluminación como así también los
palcos.
Heriberto Sid y Domingo Ferretti fueron designados para la tarea de lograr la
colaboración de las casas de comercio.
Los Corsos habían sido previstos para los días 26, 27 de Febrero
y 1 y 6 de Marzo. Comenzaron a horas 21,20 y se prolongaron hasta las 1 de la
madrugada.
Tendrían un solo circuito: La Plaza 9 de Julio. Como usted observará
ya nadie hablaba del Corso de calle La Florida.
Los organizadores elevaron nota a la Gerencia de la Compañía Eléctrica
del Norte, solicitando el suministro gratuito de energía eléctrica
para la iluminación de la Plaza 9 de Julio durante la realización
de los Corsos. Mediante otra nota, solicitaban de Y.P.F la contribución
de dinero en efectivo o premios, con el mismo fin.
En el orden nacional, el 20 de febrero de 1938 asumía el cargo de Presidente
de la Nación Argentina Roberto Miguel Ortiz.
Mientras tanto la Comisión solicitaba la colaboración popular
y a través de la Prensa y volantes acicateaba al “Espíritu
fino y chispeante, al espíritu cultivado y la gentil belleza de las mujeres
hermosas...”
Se pretendía lograr de los Corsos el sinónimo de la fiesta de
la luz, de la flor y de la serpentina. Se instaba a reciclar viejos años,
floridos de juventud. Se invitaba a que las familias en pleno concurrieran a
los corsos, llevando flores para recoger sonrisas.
Los vehículos con propaganda pagaron diez pesos por noche y treinta pesos
por cuatro jornadas. Los camiones tres pesos; las chatas de cuatro ruedas tres
pesos; los automóviles particulares y de alquiler, al igual que los coches
un peso.
Para acceder a un palco se debía pagar dos pesos por noche o seis pesos
por las cuatro jornadas.
Se prohibió el ingreso al circuito de desfile de ómnibus, bañaderas,
carros de dos ruedas y jinetes.
El uso de pomos estaba prohibido durante el corso, y solamente se lo permitió
después de las 24,30 horas.
Por aquellos tiempos el Gobierno, a través de la municipalidad, intentaba
mantener la identidad arquitectónica de la ciudad, así sancionaba
ordenanzas instituyendo premios y exonerando del pago de impuestos a los que
construyesen con estilo colonial.
Al igual que en años anteriores realizaron sus tradicionales bailes el
Club 20 de Febrero, el Sporting Club, el Centro Argentino y la Sociedad Española.
También esta vez el Carnaval y sus Corsos estuvieron mezclados con las
elecciones, en este caso para elegir Legisladores Nacionales, Provinciales y
Concejales Municipales en la Provincia. Estas se llevaron a cabo el día
domingo 6 de marzo de 1938, por lo tanto la jornada de Corsos prevista para
el sábado 5 fue suspendida.
PREMIOS PARA LOS PARTICIPANTES?
COMPARSAS?
1? Premio? cien pesos y una medalla de oro.
2? Premio? cincuenta pesos y un cajón de vino.
3? Premio? veinticinco pesos y un cajón de vino.
CARROZAS?
1? Premio? veinticuatro botellas de vino.
2? Premio? un juego de té y café, metal niquelado de cinco piezas.
3? Premio? un potiche de vilana.
SEÑORITAS MEJOR ATAVIADAS?
1? Premio? Seis pares de medias finas de seda.
2? Premio? Una bombonera fantasía.
3? Premio? Una caja con bombones finos.
DISFRACES MAS ORIGINALES?
1? Premio? Para Señoritas? Un juego de manicura.
1? Premio? Para Caballeros? Un velador cristal.
1? Premio? Para Niños? Un traje cow-boy o piel roja.
2? Premio? Para Señoritas? Un reloj pulsera y una polvera
2? Premio? Para Caballeros? Una lámpara velador.
2? Premio? Para Niños? Una máquina fotográfica.
3? Premio? Para Señoritas? Una máquina fotográfica.
3? Premio? Para Caballeros? Una lámpara velador.
3? Premio? Para niños? Una flauta triple y un frasco de caramelos.
CONJUNTO DE MASCARAS?
1? Premio? Un reloj despertador y un frasco de loción.
2? Premio? Un potiche y un frasco de colonia.
3? Premio? Un frasco bombonera.
Estos premios fueron exhibidos en las vidrieras de la Casa Plá.
Por supuesto que una vez pasadas las elecciones, el corso podía terminar
cuando quisiere. Por eso mismo la Comisión Organizadora se reunió
y decidió que el último corso se llevaría a cabo el domingo
siguiente de estas elecciones y que en la noche del sábado la Plaza 9
de Julio sería iluminada como propaganda aunque no se realizara Corso
Oficial. Se decidió también otorgar un premio de veinticinco pesos
a la máscara más original, buscando imprimir así mayor
entusiasmo a la realización del último Corso, que por otra parte,
durante este año habían alcanzado poco lucimiento, con relación
a años anteriores.
Los Corsos de General Güemes no tan solo tuvieron una gran colaboración
de los comerciantes de la zona sino la enorme concurrencia y participación
de sus vecinos. Prueba de ello es el Señor Pedro Leonarduzzi quien donó
la luz para las cinco noches de los Corsos y la Municipalidad corrió
con todos los gastos de la instalación eléctrica.
En estos pagos la Comisión Organizadora de los Corsos rendía cuentas.
Se obtuvieron doscientos ochenta pesos por ingresos brutos y los egresos sumaron
doscientos cincuenta pesos. El sobrante fue donado a las Cooperadoras de las
Escuelas N? 29 y N? 177.
FINAL Y PREMIADOS:
Aquí en la Capital, la última jornada de Corsos fue muy animada.
Numerosas carrozas participaron del desfile, hubo derroche de serpentinas, pomos,
papel picado y flores. La enorme concurrencia sobrepasó los cálculos
más optimistas, por lo tanto en las manzanas de la Plaza 9 de Julio el
tránsito se hizo dificultoso. Hubo gran animación y ningún
desorden y después de la media noche el juego con agua logró su
apoteosis.
De acuerdo al veredicto del Jurado los premios se distribuyeron así?
COMPARSAS?
1? Premio? “La Estudiantina”
2? Premio? “Los Indios Chamol”
3? Premio? “Los Caballeros Modernos”.
3? Premio? ?bis?? “Indios Cobrizos”- ?este premio fue creado la
última noche y consistía en veinticinco pesos?.
CARROZAS?
1? Premio? “La Noche”
2? Premio? “Andaluzas”
3? Premio? “Los Mejicanos”
SEÑORITAS MEJOR ATAVIADAS?
1? Premio? “Las Tirolesas”
2? Premio? “Las Enfermeras”
3? Premio? “ Caballeros de Chistero”
Además fue premiado “Carlos Chaplín” caracterizado por Sebastián Trapano.
EL CARNAVAL DE 1939
Llegado el año nuevo, la humanidad, a pesar de que lo presentía,
se sentía impotente para frenar una de las mayores catástrofes
universales, como lo fue la Segunda Guerra Mundial ?1939 - 1945?.
En los primeros días de febrero la Comisión Directiva del Centro
Boliviano de Socorros Mutuos, trabajaba a pleno para poder concretar sus Bailes
de Carnaval.
El Intendente Interino, Dr. Carlos Saravia Cornejo, procedió a citar
para el día sábado 4 de febrero a autoridades comunales, vecinos,
directivos de Prensa y comerciantes a una reunión para constituir la
Comisión Organizadora de los Corsos del Carnaval, y sus respectivas Subcomisiones,
que se organizarían bajo los auspicios de la Municipalidad.
LAS CARPAS DE CARNAVAL:
Las Carpas, que en cierta manera no representan otra cosa que la resultante de una respuesta popular? pues ustedes recordarán que desde los primeros tiempos, tratados en esta investigación los Sectores Aristocráticos encontraron en las Tertulias y posteriormente en el Corso de la Plaza 9 de Julio, lugares apropiados para expresar sus necesidades sociales y su alma carnavalera. El pueblo mientras tanto quedó relegado al juego con agua y a la práctica de destrezas criollas. Se debe tener en cuenta que por esos tiempos no existían instituciones populares que tuvieran las estructuras arquitectónicas suficientes como para albergar gran cantidad de personas. El ingenio popular o tal vez la visión comercial de algún paisano concibieron a ese montaje rudimentario, propio de las comunidades nómadas, como una alternativa superadora del problema? así surgieron las Carpas. Que al tener una serie de limitaciones de carácter estructural, sanitarias, piso de tierra, etc. y por las propias características de sus concurrentes hicieron que los sectores oligárquicos tuvieran de ellas un concepto, que en el mejor de los casos las catalogaban de antros de perdición, beberaje y prostitución. De allí la permanente preocupación de estos sectores para que estas estuvieran lo más alejadas posible de la zona urbana, pues en esa concepción profundamente discriminatoria les resultaba intolerable imaginar la convivencia de bellas niñas cubiertas de papel picado y “encantadas por las mojaduras” que le propinaban señoritos de cuello blanco o duro, con los inmigrantes de las Carpas con su perfume a cerveza y vino añejo con agua. En alguna época llegó a imponerse aquello de “... Los cueros que se enfardan en las barracas, cuando están aprenzados, se encuentran mas holgados que los divertidos de las Carpas...”.
LOS PRIMEROS PREPARATIVOS:
La Comisión Oficial de Corsos, constituida los primeros días de
febrero de 1939 gestionaba ante el Intendente Municipal que ampliara a ochocientos
pesos, la partida de quinientos pesos que ésta había destinado
como contribución para los Corsos.
La Casa Villagrán donó una bicicleta para que fuere otorgada como
premio, al igual que Virgilio García que donó una máquina
de coser.
Los días de corsos fueron el 18, 19, 21, 25 y 26 de febrero. El circuito
fue establecido en la Plaza 9 de Julio, donde se instalaron dos mil lamparillas
eléctricas para darles luz de color a los desfiles, estos comenzaban
a horas 21 y se extendían hasta las 1º de la madrugada. La Municipalidad,
mediante resolución prohibió el establecimiento de cualquier local
bailable a menos de tres cuadras de Escuelas, Iglesias, Instituciones públicas
y del Parque San Martín.
Los Corsos de este año, en cuanto a su producido, fueron totalmente destinados
a beneficio de las víctimas de Chile. Estuvieron amenizados por un variado
programa musical, que se expandió a través de los altoparlantes,
de la Banda de Música de la Provincia.
El de 1939 será el primer corso en el cual, formalmente el público
pagará una entrada de diez centavos cada uno, o caso contrario debía
adquirir un número de una rifa que se había organizado al efecto
?que tuvo como premios la bicicleta de Villagrán, la máquina de
coser de Virgilio García y un receptor de radio de onda corta y larga,
donado por José Vidal?.
Personal Municipal era el encargado de establecer un control, que garantizaba
el cobro de las entradas en los puntos de ingresos a los corsos.
LA FIESTA POPULAR Y SU DESARROLLO:
En Buenos Aires, los porteños se divertían en su afamado y divertido
corso de la Avenida de Mayo. En Salta, mientras tanto la primera Jornada de
su corso, la del domingo 19 de febrero alcanzó proporciones de gran animación
ante una nutrida concurrencia de público, aunque escasa, en esa primera
jornada, de carrozas y disfraces. El día anterior, sábado no se
pudieron realizar los Corsos debido a la lluvia. Ello incidió, en cierta
manera, para que los carnavaleros no se mostraran con todo su esplendor. En
cada una de las bocacalles de las cuatro esquinas de la Plaza 9 de Julio, personal
policial y municipal no solo resguardaron el orden sino que garantizaron el
pago de la entrada. De todas maneras comparsas y disfraces infantiles le pusieron
color al corso.
En alguna de esas veredas carnavaleras posiblemente se haya entablado el siguiente
contrapunto?
el? - Vestidita de gitana
estas linda, corazón,
con tu boquita de grana
como pimiento morrón...
ella? - Vé, cállate malatraza,
cara de escuerzo pichón,
pá disimular esa facha
disfrazate, ¡por favor?
El jueves 23 de febrero de 1939, en su página número nueve,
y como crónica social, el diario “Nueva Época” a través
de un artículo titulado “La decadencia del Carnaval como triunfo
de la Mujer”, nos permite en cierta manera afianzar nuestra visión
sobre el criterio o concepto de la Aristocracia con respecto al Carnaval, el
artículo dice lo siguiente?
“Desde un punto de vista estético, la decadencia del Carnaval equivale
al triunfo de lo elegante sobre lo grotesco, a esa sustitución de lo
charro y vulgar por lo refinado y “chic”, a una prevalencia, en
fin, de la gracia y del gusto artístico”.
“ La Gente, la multitud que se divertía ya oyó contar como
se divertían las generaciones anteriores con los Payasos, los Diablos
y las Comparsas, con los disfraces improvisados y las caretas ridículas,
se lamenta de que el Carnaval esté en trance de muerte. Ocurre sin embargo,
otra cosa? El Carnaval está en momentos de transformación y no
de agonía”. Realzando el rol femenino en los festejos decía?
“En buena parte efectivamente, la mujer ha sido el factor de la transformación
que convierte al Carnaval en una fiesta de elegancia en un certamen de gracia
y distinción, de ritmo y colorido. Ella hizo que se trocara el juego
rústico por la gentileza de la serpentina, del ramillete y el pomo; el
ruido ensordecedor y estridente e inarmónico por la envolvente música
de la danza, el grito por la frase galante he ingeniosa al oído; lo característico
por lo plástico; lo deforme y común por lo agradable y personal.
La Mujer celebra ahora en Carnaval un desfile de creaciones, un concurso de
belleza, un desafío de encantos”. El artículo rozaba el
campo de la polémica teocrática al afirmar:
“Y lo que la Mujer quiere, puede no quererlo Dios, pero lo quiere el Hombre...
Ante una mujer elegantemente ataviada, el Hombre no podía presentarse
con groseros trajes de confección, alquilados a última hora y
haciendo cabriolas circenses. Ha tenido que ceder a la imposición del
“chic” femenino y habituarse a una nueva modalidad y a una nueva
sensibilidad carnavalesca”.
En sus últimos párrafos se denota, el porqué de la desaparición
del corso popular de la Calle La Florida. La intención era regresar los
festejos hacia una concepción foquista y discriminatoria. Así
leemos:
“ Por eso el carnaval va dejando de ser callejero y se refleja en las
Salas donde brilla lo exquisito y encuentra verdadero recreo el espíritu.
Si el Carnaval ha decaído, congratulémonos de su decadencia porque
ha perdido todo lo que tenía de chocante y de plebeyo. Para ganar en
decoro y grandeza. Su nuevo valor, es otorgado a la presencia de la Mujer, al
empeño de la Mujer por elevar esta fiesta a una categoría de suprema
distinción.
La decadencia del Carnaval, en el sentido apuntado es su legítimo triunfo...”
La claridad del artículo y su mensaje, nos ahorra palabras.
A través de fotografías, se puede observar las características
de los Corsos de 1939, que por otra parte en su jornada de cierre lograron gran
animación; llama poderosamente la atención observar de como, a
pesar de ser jornada nocturna, la mayor parte de los hombres portan sombreros
elegantes, sacos, en muchos casos trajes. Por otra parte, sorprende gratamente
el tamaño y la calidad de algunas carrozas artísticas, por el
contrario las carrozas humorísticas solo consistían en simples
camiones en los cuales se habían trepado grupos de enmascarados.
En 1939 la Comisión adjudicadora de premios se expidió de esta
manera:
CARROZAS:
1° Premio: “Molino”- lámpara donada por la Sociedad
Italiana.
2° Premio: “El Camión de los Novios”- un cajón
de vino
donado por Michel Torino.
3° Premio: “Los Siete Enanitos y el Rey”- un juego de té
donado por la Casa Severino Cabada.
PREMIO ESPECIAL:
“Damas de Galera”- un bebé donado por Tienda “La Argentina”.
COMPARSAS:
1° Premio: “Los Títeres”- premio de setenta pesos en
efectivo.
2° Premio: “ Habitantes de Marte”- cincuenta pesos en
efectivo.
3° Premio: “Indios Tobas”- cuarenta pesos en efectivo.
4° Premio: “Indios Araucanos”- treinta pesos.
DISFRACES INDIVIDUALES:
1° Premio: “Dragón”- cincuenta pesos.
2° Premio: “El Mono de Tarzán”- treinta pesos.
3° Premio: “Robin Hood”- veinte pesos.
Con respecto a las Comparsas, se puede observar dos detalles: que convivía
la presencia de la Murga con la nueva versión de la Comparsa representando
a comunidades aborígenes; y que el jurado todavía no había
dividido en categorías esa expresión, hasta el momento las Murgas
ganaban premios superiores a las Comparsas-Indios.
Los premiados retiraban sus premios de la Casa del Señor Simón
Amado, previa autorización del Presidente de la Comisión Oficial
de Corsos Señor Arrigo Morossini.
Recordemos que se había organizado una Rifa, a los efectos de recaudar
fondos para los damnificados de Chile, a los ganadores se les otorgó
el plazo de un mes para retirar los premios.
CORSOS DE FLORES EN CERRILLOS Y GENERAL GÜEMES:
Llamativamente, la celebración estaba prevista para un solo día.
Se llevó a cabo el día 5 de febrero a partir de las 20 horas.
Estuvo organizado por una Comisión mixta. La Comisión de Señoras
tenía como presidenta a la Sra. Aidé Leguizamón de Alvarez;
vicepresidenta Angélica Peñalba de Silvester y vocales: Amalia
C. de Figueroa, María Castellanos, Angélica de Ferrary, María
de Segón.
La Comisión de Caballeros tuvo como presidente al Mayor Jaime A. Maramón;
vicepresidente Augusto Castro; tesorero, Justo Figueroa; secretario, Antonio
Segón; prosecretario Juan Ferry.
A su desfile, en carácter de invitado de honor, concurrió el Gobernador
de la Provincia, Dr. Luis Patrón Costas, el Intendente Municipal de la
Capital, Ceferino Velarde y también estuvo presente la Banda de Música
de la Policía.
Todo un éxito en cuanto a concurrencia de gente y disfrazados. Dado el
éxito de los mismos, su Comisión Organizadora decidió concretar
una última jornada de Corsos de Flores para el día domingo 12
de febrero. El mismo se desarrolló a partir de horas 20 encontrando la
medianoche a los cerrillanos en plena manifestación carnavalera.
En el departamento de General Güemes los carnavaleros no se quisieron quedar
atrás y también organizaron corsos que se llevaron a cabo los
días 19, 20 y 21 de febrero, alrededor de la manzana comprendida entre
las calles Leandro N. Alem, Capitán Saravia, Juan B. Alberdi y 6 de setiembre.
Circuito que contó con una muy linda iluminación.
La entrada fue absolutamente gratis para toda clase de vehículos. Se
premió a la mejor carroza, comparsa y máscara y el desfile fue
amenizado por una Banda de Música.
El día 20, después del corso se realizó en la Plaza un
baile público.
LOS CORSOS CAPITALINOS: ORGANIZADORES Y GOBIERNO:
Volviendo a Salta Capital, diremos que la Comisión Organizadora de
los Corsos tuvo como Presidente Honorario al Dr. Carlos Saravia Cornejo (Intendente
Interino); Presidente efectivo: Arrigo Morossini; Vicepresidente Primero: José
Arnandi; Vicepresidente Segundo: Martín Córdoba; Tesorero, José
Amado; Secretario: Policarpo Romero y por primera vez se decidió que
todas las vocalías estuvieran ocupadas por los directores de los diarios
locales.
El Gobierno de la Provincia de Salta no colaboró en la organización
de los Corsos, aduciendo de que ya había hecho una entrega de cinco mil
pesos en favor de los damnificados de Chile. Particularmente el señor
Gobernador hizo una donación de cincuenta pesos.
Los días de corsos fueron el 18, 19, 21, 25 y 26 de febrero. Comenzaban
a las 21,30 y culminaban a las l° de la madrugada. Fueron amenizados por
la Banda de Música de la Policía y la colocación de altoparlantes
se debió a una colaboración de la Radio Difusora Local. Los Palcos
tenían un precio de cinco pesos por noche y veinte pesos por la temporada.
Los carruajes de propaganda pagaban veinte pesos.
El jurado para los premios estuvo integrado por Obeid, Romero, Marocco y Valdiviezo.
¡CAFAYATE Y PICHANAL JUGARON CON AGUA!
Terminó el Carnaval dejando el recuerdo de los Corsos que se llevaron
a cabo en Cafayate los días domingo y martes de carnaval y domingo de
tentación. El desfile se efectuó en la calle Salta con gran concurrencia
de público y vehículos.
En los pagos de Pichanal, también hubo Corsos, que al final terminaron
convirtiéndose en amables retretas en las que se hizo derroche de alegría
jugandosé animadamente con serpentinas, flores y pomos, hasta pasada
las tres de la madrugada y a los que se sumaron tres concurridísimos
bailes oficiales.
Además será el año 1939, justo para el Carnaval, cuando
al pueblo de Pichanal se lo proveyó de agua potable mediante la perforación
que se realizó en los terrenos de la Municipalidad. Como diría
alguien “el carnavalero agua quiere”.
LA PLATA Y LA POESÍA:
Para tener una idea de lo que se recaudaba en una jornada de corsos de Salta
Capital les contamos que solamente en la correspondiente al día martes
21 de febrero se recaudó en concepto de entradas generales setecientos
cuarenta y siete pesos con sesenta centavos; por patente de vehículos
ingresaron doscientos pesos con cincuenta centavos, a los cuales se sumó
una entrega del Banco España de cincuenta pesos.
Como se puede observar no es mucha la información obtenida y relacionada
con las celebraciones de este año. Cuestión, salvo raras excepciones,
que caracteriza a aquellos años en que los festejos están cercanos
o insertos a los periodos electorales. La cuestión política en
estos casos se superpone, cuando nó anula la información al respecto,
aunque rara vez deseche al carnaval en el contexto de la consecución
de votos.
Lo despedimos al Carnaval de 1939, y como el que le sucedía era un año
netamente político (Salta debía elegir Gobernador) vale, a modo
de preparación este poema:
VA DE RETRO
Satán, envuelto en grasa de sulfuro
y portando un vetusto catalejo,
cansado de sufrir el humo oscuro,
y el verdoso reflejo,
de las tremendas llamas infernales;
de un brinco se plantó sobre la tierra,
mansión archimesquina de mortales,
de odios, de envidias y de guerra.
Por pura coincidencia, en la Argentina
liberal y pelúdica sin vueltas,
vino a parar su “humanidad ladina”,
uñas y colas sueltas...
satisfecho del éxito obtenido,
los cuernos se lustró contra una roca
y, pensando sacar mejor partido,
ensayó sonreír con su ancha boca.
Largo tiempo duró por cual camino
sus pasos dirigir. El de “El Manzano”.
Le pareció el más lindo,
ya que en su reino fantasmal y arcano
leyendo papeluchos y pasquines,
habíase enterado que llevaba
del valle a los confines
donde el vino sulfúrico manaba.
Desde una cumbre contempló a lo lejos,
más teniendo la vista algo cansada
pidió el concurso de los catalejos
que eran una monada...
y vio los Valles verdear en viñas,
ubérrimas en pámpanos y en frutos,
y vio a las coyas ir por sus campiñas,
derrotados, famélicos, injutos,
vió más. Vió mucho más Satán y dijo:
- En vano ha sido mi venir a tierra.
Ya sé que ha punto fijo
hoy puedo descansar de hacer “ mi guerra”.
Aquel Feudal Señor tan importante
anilina y periódicos de rama...
¡Me vuelvo a los infiernos! ¡Ya hay bastante!
¡Me han copado la dama!
Se hundió en la tierra el infernal Sufeta,
dando una “silva” al máximo Poeta ...
-Cachi Adentro, marzo de 1939-.
EL CARNAVAL DE 1940
¡OTRA VEZ LAS CARPAS!
El carnaval de este año comenzó con una manifestación
de los vecinos de la calle Rondeau entre Boulevard Belgrano y Caseros. Se quejaban
por la instalación de una carpa de bailes públicos que según
ellos contrariaba lo reglamentado por la municipalidad que decía, que
las carpas debían instalarse hacia el oeste de la vía del ferrocarril.
Argumentaban que la estrecha vecindad con la Plaza Alvarado y los baños
públicos, a los cuales concurrían muchas familias y bañistas,
la presencia de estas carpas significaba un peligro y solicitaban no se le permita
su asentamiento.
El que seguramente no compartía el criterio de los vecinos era Don Rosalindo
Alvarez que, como quien espera el carnaval, empinó el codo de tal manera
que fue a parar al interior del canal a la altura de Entre Ríos y Sarmiento,
donde fue descubierto a las 7,30 horas de la mañana por el cabo Castro
que lo llevó detenido.
CERRILLOS Y SUS FESTEJOS:
El domingo 28 de febrero se llevó a cabo la primera jornada del corso
cerrillano, realizado a beneficio de la iglesia parroquial. Se iniciaba a las
20,00 horas y se prolongaba hasta cerca de las 24,00.
El Presidente de la Comisión Organizadora fue el Dr. Ernesto Zenteno
Boedo; Secretario Don Pío Cesar Figueroa; Tesorero, Augusto Castro y
vocales: Julio Velarde, Justo Figueroa, Justo Aguilar, Zapata, Mario Figueroa
Echazú, Antonio Zegón, Celestina de los Ríos, José
M. Rauch, Francisco Alvarez, Carlos E. Figueroa, Santiago Esquiú, Carlos
Ferrari Sosa, Hugo P. Villar, Rafael Ángel Figueroa, Francisco Uriburu,
Juan Carlos Macaferri, Facundo Zuviría Uriburu, Martín Cornejo,
Francisco García, Carlos Torino, Nestor Arias, Oscar Landivar, Lucy Alvarez,
Arturo Saravia Gottling, Julio Outes, Gilberto Mendez, Ladislao Castellanos,
Pío Alberto Saravia, Julio Mera, Oscar Larrán y Roberto Clement.
Los corsos fueron todo un éxito. Gran concurrencia, un buen número
de carruajes, alegría por doquier y una buena organización.
Las chatas y camiones pagaron dos pesos para desfilar por el circuito; automóviles
un peso, otros vehículos cincuenta centavos; jinetes a caballo veinte
centavos y copiando al corso del año anterior en la capital, los cerrillanos
cobraron una entrada al público de diez centavos.
1940 fue un año eminentemente político, pues los salteños
eligieron su gobernador. La lucha entre demócratas y radicales fue encarnizada
y los corsos no pudieron escapar, como nunca antes lo pudieron hacer, a los
avatares de la política. Así, muchos se quejaron por la propaganda
política realizada por los demócratas en el corso cerrillano a
través de un camión dotado de un potente altoparlante que desfiló
ante la angustia de los radicales.
Campo Quijano, no se quedó atrás y los días 4, 5 y 6 de
febrero concretaron unos corsos bien iluminados. Estos corsos fueron organizados
por un gran número de familias veraneantes, donde se destacó el
Sr. Francisco Valdés Villagrán. Hubo un marco de gran alegría
y el carnaval fue despedido con un gran baile, en la casa de esta familia.
La Comisión de Señoritas estuvo integrada por Elsa Díaz;
vicepresidenta, Adela Bertini y secretaria, Angélica Villa.
La Comisión de Caballeros estuvo presidida por el ingeniero Carlos Marín;
vicepresidente, Welindo Castillo y secretario, Santiago Artaza. El corso se
llevó a cabo en la calle principal bien iluminada y ornamentada con gallardetes
y guirnaldas.
El diario El Intransigente, cuyas oficinas estaban ubicadas en calle Mitre N° 251, incentivaba a los carnavaleros. Sus fotógrafos de 10 a 12 y de 16 a 18 horas fotografiaban, para su posterior publicación a todos los disfrazados que concurrieron.
En Tartagal, el domingo 4 y lunes 5 de febrero se llevaron a cabo hermosos
corsos. El del día martes no pudo concretarse debido a la lluvia. El
paisanaje, se divirtió como pudo, ya que los trabajadores no habían
cobrado, lo que repercutió en carpas y bailes donde la concurrencia fue
menor a la de años anteriores.
Situación diferente a lo ocurrido en la Capital de Salta donde los bailes
realizados por los bancarios en el City Bar, y los del Centro Argentino, Sociedad
Española, Sporting Club y Peña Española fueron catalogados
de sensacionales por la gran concurrencia y alegría de los mismos.
Como todos los años anteriores, la feligresía católica
realizaba actos de desagravio al corazón eucarístico de Jesús,
los tres días de carnaval.
El clima carnavalero y político acosaba a los salteños y en las
carpas y en los corsos alguien se encargó de desparramar estas:
COPLAS PARA CARNAVAL
Un buen criollo aquel, que aplaude
la extinción de las langostas;
terminando con el fraude
se termina Patrón Costas.
Eche caña y sirva pisco
¡Tiemblen las filas contrarias!
que ya viene Don Francisco
Don Francisco Javier Arias.
Le han de salir urticarias
al rival flojón y viejo
con Francisco Javier Arias,
y el gaucho Julio Cornejo.
Para dar mis convicciones
siempre me encuentro seguro
no hay machetes ni matones
cuando existe el cuarto oscuro.
Hilito de alambre, alambre
si querís andar desnudos
y ver al pueblo con hambre
votando a los orejudos.
Como sería el fraude que se practicaba por la época, que en un ejemplar del diario “El Intransigente” del día domingo 4 de febrero de 1940, en su página N°4 se publicó el siguiente artículo:
El Carnaval y las Libretas de Enrolamiento
“ Las autoridades de la Unión Cívica Radical nos piden
recordar a todos los ciudadanos votantes de la Provincia, que hallándose
en las fiestas de carnaval es absolutamente indispensable que se abstengan en
lo posible de concurrir a ellos y si lo hicieran no lleven consigo sus libretas
de enrolamiento para evitar el secuestro que ya se proyecta, dejándolos
en la casa al cuidado de la esposa que sabrá defenderla con suficiente
energía...”
No era de extrañar la instalación de carpas carnavaleras por parte
de los conservadores, como lo hicieron en Cerrillos por ejemplo, o la instalación
de canchas de taba en el propio local del comité.
El fraude, por aquellos tiempos formó parte de las actividades cotidianas
de la política a pesar de que el articulado de la Ley de Enrolamiento
castigaba con prisión de uno a tres años o a la inhabilitación
de cargos de cinco a diez años a los ciudadanos o funcionarios que sustrajeran
o retuvieran en su poder libretas de enrolamiento.
Del carnaval de Campo Santo, destacamos el conjunto de disfraces titulado
“Hawaianas” integrado por Rosa Nelly Paz, Angélica Villa,
Adela Bertini, Rina López Tenco, Angélica Zerega y Elva Díaz
Saravia.
Mientras que en Tartagal, el Carnaval fue celebrado con gran fervor. Este éxito
se debió, en parte, al trabajo de los integrantes de la Cooperadora Escolar
“Ayudemos a la niñez” de la Escuela Nacional N° 162 y
de los dirigentes del Club Olld-Boys, quienes pese a los reducidos medios de
que disponían, lograron que el Corso y los bailes gozaran de mucha animación
y alegría.
El domingo 11 de febrero, a partir de las siete de la tarde, desfilaron las
mascaritas infantiles que pusieron su cuota de alegría a la numerosa
concurrencia. Se destacaron “El Cisne”, representado por la niña
Dolly Mecle; “Capitán Pirata”, por el niño Carlitos
Morales; “Holandesa”, Graciela Martearena; “Chinito”,
Stergo Panayotidis y “Rusita” representado por la niña Dadi
Vuistaz; en cuanto a Carrozas el primer premio le correspondió a “Los
Beduinos” y “El Molino”. El segundo premio a la carroza “Los
Estudiantes”.
En máscara suelta fue premiado “El Esqueleto”.
Seclantas: en estos pagos, no se realizaban corsos pero sí brillantes
bailes, y este año se destacó el llevado a cabo, después
de un suculento almuerzo, en la casa de Gerardo Abán donde a más
del baile de Cuecas, Chacareras y Zambas, se dio rienda suelta al juego con
agua y almidón, destacandosé en estas actividades Demetria Aguirre
de Abán, Elvesia López de Abán, Rosa Aguirre de Abán,
Luisa de Durand, María Lola, Elvira y Sara Pons, Sara Elsa Abán,
Felina Durand, Carmen Aguirre, Justina Carral, Pepe Cabral, Alberto Nieva, Alfonso
Abán, Felix Cardozo, Olayo Díaz y Justo Farfán.
Cafayate: en el salón municipal, iluminado y decorado especialmente se
llevó a cabo un hermoso baile de disfraz y fantasía que duró
hasta que los primeros resplandores del alba hicieron que la bulliciosa concurrencia
abandonara el recinto acompañado, a lo lejos por el golpe quejumbroso
de una caja que activada por alguna curtida mano de paisano le daba su adiós
lastimero al carnaval de 1940.
MOMO EN LA CAPITAL:
Se puede afirmar que el carnaval de ese año fue bastante tranquilo
sin alborotos mayores y con las contradicciones normales para estos casos.
En la capital de Salta, el primer día de Carnaval correspondió
al domingo 4 de febrero, y a pesar de que los cálculos previos eran pesimistas,
pues se observaba una especie de falta de interés en el ambiente; en
la práctica los festejos superaron los cálculos y el júbilo
de las carnestolendas pusieron en las sociedades notas vibrantes. El juego con
agua bullicioso y alegre. El corso, concurrido y entusiasta, los bailes llenos
de risas, luces y colores. Aunque en forma desorganizada, con mucha improvisación,
la gente vivió su carnaval de manera llamativa.
Después del mediodía, hombres, mujeres y niños ganaban
las calles armados de los consabidos baldes y tarros, y dispuestos a mojar y
a mojarse. No faltaban los vehículos que transportaban a grupos de personas
de ambos sexos, que apareciendo de improviso, solían desarrollar un espectacular
duelo de agua y harina, que convertía a las calles en un centro de alboroto
y de alegría sin par, en un marco de festejo respetuoso. Empapados todos
los participantes, los locales permitían a los visitantes volver a llenar
sus recipientes de agua para que pudieran partir y repetir las escenas en otro
lugar de su periplo. No faltaba quien quedara empapado por el agua que le llovía
desde los balcones o que, de improviso, surgía desde los zaguanes. El
juego con agua forma parte de todo un contexto donde la astucia, la picardía,
la sorpresa, velocidad y puntería posibilitaban el logro de los objetivos.
Donde el mojado o la mojada después del “disgusto” inicial,
creía encontrar motivo para la venganza, y llenando su balde de agua
iniciaba un contraataque que degeneraba en una lucha sin cuartel que duraba
horas.
El Corso: Con respecto a este tema podemos decir que la Municipalidad solo se
comprometió a colocar la instalación eléctrica, no así
los palcos. Pese a todo, contra lo que se preveía, en la noche del domingo
4 de febrero hubo corso. Antes de las 22 horas, inicio del desfile, las veredas
de la Plaza albergaban a una gran multitud. Poco a poco comenzaron a llegar
algunas carrozas, muy bien adornadas; las comparsas, que durante el día
anduvieron recorriendo las calles “chiroleando” le pusieron una
nota distintiva a este improvisado corso y permitieron que éste adquiriera
brillantes contornos. Las serpentinas, pomos, flores y papel picado le agregaron
la cuota de color y alegría a un corso que no tuvo Comisión Organizadora,
y que de haber existido tal vez hubiera permitido una mayor concurrencia de
carrozas y disfrazados.
Para los bailes que se desarrollaron en el Club 20 de Febrero los bailanteros
solían proveerse de los elementos necesarios (globitos de agua, pomos,
serpentinas y papel picado) en grandes almacenes de José Vidal, que estaba
ubicado en España esquina Zuviría.
Le habrá llamado la atención de que no se haya constituido una
Comisión Organizadora de los corsos como en años anteriores, a
pesar que ya desde Enero se amagaba en su constitución e inclusive no
faltaron quienes proponían que los corsos de este año se llevaran
a cabo en las Avenidas Belgrano y Sarmiento y argumentaban que con los nuevos
trabajos de pavimentación estas avenidas ofrecían las comodidades
necesarias para garantizar que los festejos asumieran proporciones brillantes.
Posiblemente las andanzas del famoso “Mate Cocido”, terrible pistolero,
del cual el paisanaje elaboraba versiones más que novelescas y que tenía
como teatro de sus hazañas el territorio del Chaco, hayan distraído
la atención de tal manera que descuidaron la organización de la
Comisión.
JAIME CAPÓ Y SU CARPA:
De entre los bailes, y especialmente las carpas, vamos a rescatar una, que
seguramente traerá grandes recuerdos a los salteños, la “Carpa
de Don Jaime Capó”, que en el año 1940 estuvo instalada
en la calle Rondeau entre Boulevard Belgrano y España. Tuvo una capacidad
para cinco mil personas y fue amenizada por una orquesta integrada por seis
profesores.
Abrió sus puertas desde el sábado 3 de febrero y funcionó
hasta el día 11 del mismo mes. Los sábados, la gente podía
ir a bailar desde horas 21 y los domingos y días de carnaval desde las
15 horas. Don Jaime Capó solía tener por socios a los Señores
Martínez y Barraza.
Y así, para la mayoría se fue el Carnaval; aunque algunos ni se
enteraron de que éste había concluido el martes 6 y proseguían
empinando el codo y sin disminuir su espíritu carnavalero ya sea porque
no tuvieron tiempo para enterarse o simplemente porque les parecía que
tres días de carnaval eran muy pocos. Eran los que solían darles
trabajo extra a la Policía y terminaban en un calabozo añorando
los días pasados y esperando el regreso del Carnaval.
EL CARNAVAL DE 1922
Desde el 12 de Noviembre de 1921 la administración del Gobierno de
Salta había sido intervenida. El Gobierno Nacional designó al
Dr. Arturo S. Torino en el cargo de Interventor Federal desde el 12 de Noviembre
hasta el 1º de Mayo de 1922.
Con la llegada de los sectores medios a la administración del poder,
la oligarquía de viejo cuño, de ninguna manera perdió las
riendas del mismo; sin embargo ya no eran los amos y señores de cuanta
actividad se desarrollara. Los corsos soportaban los avatares de una crisis,
en cuanto a brillo y concurrencia. La lectura que se debe realizar es la siguiente:
éstos en Salta nacieron y fueron una expresión de distracción,
divertimento y protagonismo de los sectores aristocráticos de nuestra
capital, el pueblo, hasta entonces, tuvo una participación tan escasa
que prácticamente rozaba lo nulo. Con el surgimiento del primer corso
popular en la calle Florida, en 1907, los sectores más postergados encausaron
a través de él sus actividades carnavaleras. Con el radicalismo
en el gobierno, la oligarquía nacional, entre ella la de Salta, perdió
cierto grado de protagonismo y esto se notó claramente en los corsos
de la Plaza 9 de Julio.
También la prensa lo manifestó en sus páginas. Como si
las tristezas o las penas de un sector, ineludiblemente debieran ser socializadas
hacia el resto de la comunidad. La vieja costumbre de estos sectores, en el
sentido de personalizar los logros , los gozos y socializar las penas y el esfuerzo.
El diario “Nueva Época” del 7 de Febrero manifestaba: “Nuestra
Ciudad bosteza y se dispone a dormir, tal vez porque creerá que esta
actitud evita todas las contingencias que esta dura prueba de la vida nos depara
sin excepciones. Todo es lamento, todo es objeción o queja. Las viejas
máscaras simbólicas de la primitiva comedia italiana ya no le
cautivan. Toda la significación del carnaval, de esa sonrisa que desarruga
los ceños más adustos como un relámpago de ilusión
o de esperanza, isla provisora, oasis salvador en medio de nuestro terreno o
camino, no son sino farsas que se agregan a la farsa mayor.
¡Pobre Carnaval! que mala le espera en nuestra ciudad. Mal ha de pasar
bajo toda esta tempestad de pasiones y de acontecimientos que nos tornan más
áspero el camino. Y es que somos ingratos. Hay que echar a costas siquiera
un segundo, todo aquello por lo que aún reímos y por lo que aún
lloramos. Y al ser complacientes, galantes con el deforme Polichinela, con el
enharinado pierrot, con la veleidosa colombina o con el amantísimo alto
poeta de Arlequín seremos complacientes con nosotros mismos, todo lo
que tienen de humanas las máscaras clásicas, por todo lo que identifican
con nuestra modalidad, su defecto, y ¿porqué no? sus virtudes,
sus alegrías y su optimismo.
Carnaval llegó presto. ¡Qué importa!. La vieja ciudad histórica
asistirá a sus funerales desde el lecho a donde va a capear las malas
contingencias del tiempo. Y que se diviertan los simples que son los esperanzados”.
Como se observa, los viejos sectores del poder, estaban convencidos de que la
única máscara del Carnaval era la de su propio acontecer. Antes
el inusual y confuso momento que vivía esa clase social, sus integrantes
personificaban un Carnaval agonizante, enfermo de esplendor. Ellos mismos, desde
los palcos que alquilaban alrededor de la Plaza 9 de Julio, conscientes o inconscientes
se estaban reflejando en el decaimiento de esos corsos que le pertenecían
y que habían gozado de gran esplendor en otras épocas, lo veían
caminando con paso dificultoso, con una mueca petrificada que ahondaba las arrugas
de su cara donde no sabía si adivinar o sonreír, una mueca dolorosa.
Los cascabeles del esplendor social habían enronquecido. Le aumentaban
al carnaval sus penas y por reflejo esto repercutía en sus propias tristezas.
En el campo popular, mientras tanto, se vivía una especie de fervor inverso.
Un grupo de jóvenes y niñas resolvieron, a mitad del mes de febrero
iniciar las tareas tendientes a organizar el corso de la calle La Florida.
JUAN MANUEL DE ROSAS CELEBRANTE DEL CARNAVAL:
“El restaurador de las leyes” no solo fue un gran impulsor de
las celebraciones del carnaval, especialmente en los arrabales donde los negros
candomberos le pusieron su condimento particular, sino que durante su segundo
gobierno llegó a ordenar la supresión de los festejos. Tal era
su fama de carnavalero, que en Salta los paisanos desparramaban de boca en boca
aquella vieja anécdota que relacionaba a Juan Manuel de Rosas y al Carnaval.
Contaban que el correísta Olivares acababa de regresar a Santiago del
Estero con la contestación a una comunicación para el gobernador
Ibarra, que había llevado por el desierto del Chaco; y Rosas se paseaba
por la sala a la calle hoy denominada Moreno, frente a la biblioteca, haciéndole
repetidas preguntas sobre el itinerario que había seguido y lo que hubiese
encontrado digno de atención, cuando sintiendo pasos en la vereda se
asomó sin levantar la persiana, vio que el comandante Aguilar con sus
sesenta años, había colocado abajo del cordón de la acera
una canasta con huevos de olor, y de cuando en cuando se agachaba para proveerse
de algunos y arrojarlos a Manuelita Rosas, que, con otras damas jugaba echando
jarros de agua a los que se acercaban o le tiraban bombitas con agua olorosa.
A veces el agua que dirigían a Aguilar alcanzaba a mojar la vereda, y
éste evitaba el líquido corriéndose a un lado.
Mandó Rosas traer un balde de agua y dio instrucciones a Olivares.
Volvió Aguilar a proveerse de algunos huevos de olor y cuando se inclinó
a sacarlos de la canasta alzó Olivares la persiana y Rosas derramó
el contenido del balde en las posaderas del comandante. Lo lanzó de cabeza
en la canasta y Olivares dejó caer la persiana.
Una silbatina y estrépitos; risa general festejó la broma, y Aguilar,
con la parte trasera mojada se retiró confuso a cambiarse de ropa jurando
no volver a jugar al Carnaval en el resto de su vida, mucho menos cerca de la
presencia de Rosas.
FESTEJOS PASADOS POR AGUA:
Para el corso de la Plaza 9 de Julio se fijaron las noches de desfiles para
los días 26, 28 de febrero y el 6 de marzo de 1922 en horario de 21 a
24 horas. Los coches pagaron una entrada de cinco pesos por noche; otros vehículos
en general tres pesos por noche; el alquiler de los palcos se cobró diez
pesos por noche; el permiso fijado para la construcción de palcos en
las veredas fue de cuatro pesos; cada vendedor ambulante de pomos y serpentinas
pagó un peso por noche y cada vendedor de flores cincuenta centavos.
Se prohibió terminantemente el juego con harina.
Sobre llovido mojado diría la abuela. A la tristeza que traía
en sus propias alforjas el carnaval de este año se le agregó la
lluvia caída durante los tres días previstos para su celebración.
De cuando en cuando, aprovechando los momentos en que la lluvia paraba, la gente
daba rienda suelta al juego con agua en diferentes calles de la ciudad; especialmente
en la calle Florida desde la Corrientes hasta la San Luis, por donde nadie podía
pasar sin recibir sendas baldadas de agua. También la harina estaba en
su apogeo, a pesar de que el edicto policial prohibía el juego con agua
y con harina.
Ninguno de los dos corsos (Plaza 9 de Julio - La Florida) pudo llevarse a cabo,
a causa de las inclemencias del tiempo.
Solo en La Florida el lunes 22 de febrero a la tarde, aprovechándose
de una hora de lluvia escasa, se organizó un pequeño desfile que
duró muy poco. Ante las protestas y disgustos de los más entusiastas,
y a pedido de un grupo de señoras y niñas la municipalidad decidió
acceder a que el día miércoles lº de marzo, se llevara a
cabo una jornada de ambos corsos, la que estuvo medio carachenta, pero que pudo
concretarse. Las autoridades municipales, que habían concurrido un momento
al corso de la calle La Florida debieron soportar una fuerte presión
que les hizo acceder a que al día siguiente, jueves pudiera realizarse
otra jornada de corsos desde las 17 a 21 horas.
A falta de información sobre los corsos la prensa apelaba a las noticias
policiales y a ponerle la grajea humorística a la situación. Nueva
Época, el jueves 2 de marzo publicaba:
POR CAUSA DE CARNAVAL
“En la calle Mendoza Nº 385, vive una enamorada pareja: Rosa Rodríguez
y Juan de Dios Reyes.
Para ellos la vida es una delicia. Las horas pasan y las horas llegan y ellos
siempre amándose, acariciándose.
No hay nada como el amor libre para ser feliz, durante 362 días en el
año. Solo durante tres días, en esos tres días fatales
de carnaval, peligra la dicha y tranquilidad.
El día 26, primer día de la Fiesta de Momo, Rosa y Juan de Dios,
sentaditos en su cotorre, bebían festejando el día de la risa.
Cuando menos pensaron, la sangre de Baco hizo su efecto y es sabido que el hombre
como la mujer, cuando se embriagan se sienten más enamorados y los enamorados
se sienten ebrios.
Y así fue que Rosa mirando fijamente a su Juan, y Juan mirando fijamente
a Rosa se querían más.
- Mi ricura
- Usamiquito mío.
- Prienda querida.
- Mi Juan del Diablo
- Cómo!...como has dicho ¿ Juan del diablo? no sabes que soy Juan
de Dios y Reyes apelativo?.
- Si mi Juan
- Así! sabís que a un Dios no se le ofiende y que a un rey se
lo respeta. Entonces porque no me respetás a mí que soy un Reyes,
o sean varios reyes juntos?
- Pero Juancito...
- Nada. Tomá pa que te recordés siempre que a mi, Juan de Dios
y Reyes no me debes tomar pal churrete.
Y sin más ni más, le aplicó un formidable castañazo
en las “carretillas” de la pobre Rosa que queriendo imitar al Tony
California, fue dando tumbos y quedó sentada en medio del barro.
Alarmados por el ruido, las vecinas salieron a indagar quien se suicidaba, cuando
vieron aparecer a Rosa toda negra como si hubiera jugado al carnaval con barro,
que fue a la comisaría a denunciar lo ocurrido.
Al verla el subdelegado, y saber que se llamaba Rosa, dijo filosóficamente.
Si esta es Rosa, los repollos serán claveles”.
¿Qui fú qui lo herito?
“ Todo por tu causa carnaval maldito. Cuantas ilusiones muertas, cuantas
esperanzas deshechas, cuantos hogares entristecidos, cuantos celos, cuantas
traiciones y cuantos ...zapatos rotos.
Todo por tu causa carnaval maldito...
Y por causa de carnaval, el día 27 fue encontrado en una casa de la Mendoza
entre Ituzaingó y Pellegrini el sujeto Guillermo Ríos, hombre
que no bebe agua porque teme a la hidropesía, que no toma leche porque
no es ternero, pero que bebe vino para hacerse colorao y no parecer palúdico.
Los muchachos de la segunda, al ver a Ríos que estaba herido en la piojosa-
con permiso Marianito Borja no solo usted tiene piojosa- preguntáronle
a Guillermo quien lo había herido.
- Estee... una estrella borracha... ¿sabe? estee..., estaba chupando
¿comprende? bueno, se asustó, soltó la botella y me pegó
en el zapallo y un caschi me mordió el garrón.
Los muchachos no quisieron creer y ... en campaña, luego, comprobaron
que Guillermito encontróse en el bailongo de Pedro Altamirano, Corrientes
965, y que allí fue herido.
No sabemos que están por hacer los muchachos de la segunda. Cuidado Pedro
no vayas a dar con tus huesos en un calabozo del Lopresti - Hotel ”.
VAYA CON LOS MOZOS
“ Dionisio - pero no el otro - este es Bejarano (parecido a berenjena,
¿no?) se encontró con Santiago Cabezas - ánimas benditas
un hombre con tantas cabezas como la serpiente del cuento - en la calle Caseros
al poniente donde las madres no crían y los chicos no saben llorar.
Bejarano que no se llama así porque sea viejo ni porque nació
en Béjar sinó porque es hijo de su padre, que se llamó
Bejarano, es hombre que en carnaval se siente doble porque ve triple. En cambio,
Santiago Cabezas tal vez por su apellido se cree tucumano y la va a cabezazos
con cualquiera.
Y así fue que ayer, al encontrarse ambos en la Caseros, Bejarano gritó
¡Viva Irigoyen! y Cabezas le retrucó ¡Viva Carnaval!
- No quiero
- Yo quiero
- No quiero que quieras Cabezas.
- Viva Carnaval.
- Cállate.
- No quiero.
Y fue lo suficiente para que Bejarano le aplique un mosquete en el “
mirador” izquierdo a Santiago y éste, haciendo justicia a su apellido,
le aplicara un cabezazo a Bejarano.
Y después de un rato de bejaranazos y cabezazos, ambos resultaron con
deterioros en el “scracho” y un “mocho” entremés
vino a poner fin al espectáculo y los portó al Palacio Peyret,
donde ahora están en amistad”.
Los corsos de la Plaza 9 de Julio también tuvieron su jornada no prevista,
tal la realizada el domingo 5 de marzo de 21 a 24 horas. El ingreso de los carruajes
a este corso se realizó por calle Buenos Aires y Caseros. Las localidades
se vendieron, al igual que en los corsos de los años anteriores en la
casa del señor Salvador Chirimonti, Clara Mollinedo de Zavaleta y Sara
S. de Solá.
En la tristeza de la aristocracia salteña brilló una pequeña
luz el lº de marzo cuando en casa de Lindor Alemán se llevó
a cabo un divertido baile de máscaras. Se había convocado al pueblo
de la provincia para elegir tres diputados al Congreso de La Nación y
diez electores de Presidente y Vicepresidente de la República, para el
día 2 de abril de 1922, y el clima político comenzaba a impregnar
la actividad del medio.
EL CARNAVAL DE 1923
LAS AUTORIDADES PROVINCIALES Y LOS ORGANIZADORES DE LOS CORSOS:
1923 nos encuentra con un nuevo gobernador, el doctor Adolfo Güemes,
salteño nacido en 1873 y fallecido en 1947. Gobernó la provincia
desde el 1º de mayo de 1922 hasta el 1º de mayo de 1925. Este nieto
del héroe tuvo en su gabinete como Ministros de Gobierno a Antonio Ortelli
y Luis López; como Ministros de Hacienda a Rafael P. Sosa y Julio C.
Torino; como Jefes de Policía a Brígido Zavaleta, Lucio Ortíz
y Juan Martínez y el cargo de Intendente Municipal fue ejercido por Luis
Langou y Juan Campilongo. Será justamente este gobernador, su Ministro
de Gobierno, el intendente Langou y el Jefe de Policía Zavaleta los que
integraron la Comisión Honoraria de los corsos de carnaval del año
1923 que se llevaron a cabo en la Plaza 9 de Julio.
La Comisión Directiva de estos corsos estuvo integrada por Rafael R.
Gómez, David Schiaffino, Alejandro Mollinedo, Ernesto Gattamora, Arturo
Gambolini, Cleto M. Toledo, Luis del Amo, Ramón Terrés, Arturo
D. Prinaro, Ángel Galarreta, Augusto Castro y Salvador Chirimonti.
Estos corsos se llevaron a cabo los días, domingo 4, martes l3, jueves
l5, domingo 18 y lunes 19 de marzo. La Comisión Directiva solía
reunirse en el Plaza Hotel.
El día 8 de febrero reunidos los integrantes de La Comisión Organizadora
de la Plaza 9 de Julio decidieron designar en el cargo de presidente de la misma
a David Schiaffino, Ángel Galarreta como Secretario y Ramón Terrés
como Tesorero. En medio de un ambiente público favorable continuaban
todos los aprestos para la organización de los corsos. La municipalidad
designó sus inspectores para el corso oficial, estos fueron:
En la entrada al corso en la esquina formada por las calles España y
Mitre los inspectores fueron José Astigueta y Ramón Unzaga.
Inspectores Organizadores: calle Mitre y Caseros Julio A. Tula; Buenos Aires
y Caseros Ricardo Romano; Alsina y España José P. Tedín.
Cobrador Oficial: Pedro Popoff.
Inspectores Controladores: Belisario Santillán, Meliveo Sandoval, David
Gudiño Bazán y Eugenio Pulido.
Jefe de Servicios: Eduardo Guzmán Arias.
A los muchos premios previstos en el corso de la Plaza 9 de Julio se le agregó
el del Señor Gobernador de la Provincia Dr. Adolfo Güemes, un objeto
de arte; El Intendente Municipal, un juego de té de electro-plata; Antonio
Canudas donó una cubierta para auto Ford; Isasmendi y Cía. donó
dos estatuas de bronce. Los premios que se otorgaron a las mejores carrozas,
autos y máscaras se exhibieron en la Casa Dell’ Acqua. Las entradas
para palcos y bancos se vendían en el Plaza Hotel.
El Corso Oficial de la Plaza 9 de Julio, resultó un fracaso en su jornada
del domingo por la noche y el martes no pudo iniciarse por la lluvia. Faltó
el entusiasmo de años anteriores.
El desfile de corsos realizado el jueves 15 en la Plaza 9 de Julio no levantó
la puntería, seguía carachento. Recién en la última
noche, 19 de marzo, este corso logró mayor concurrencia, debiendosé
lamentar la mala organización del tráfico lo que produjo justas
protestas del público.
Lo producido en este corso, en un cincuenta por ciento, fue destinado a la sala
de primeros auxilios de la Asistencia Pública, recordemos que entre los
integrantes de su comisión organizadora se destacaron como vocales los
doctores Washington Alvarez, Juan Carlos Costas, Francisco Cabrera, Emilio Espeleta,
Rafael M. Gómez, Alejandro Mollinedo, Ernesto Cattamora, Luis del Amo,
Cleto M. Toledo, José M. Gallo Mendoza, Arturo D. Prinario, Augusto Castro,
Alfredo Fonzalida y Salvador Chirimonti. La Comisión Recolectora de fondos
estuvo integrada por Ernesto Cattamora, Rafael Gómez y Augusto Castro.
El circuito de la Plaza 9 de Julio contó con un gran palco oficial y
treinta y dos palcos para familias adornados por la Empresa Fonzalida.
Los palcos tuvieron un precio de doce pesos por noche y treinta pesos por las
tres jornadas. Por bancos entre palcos de cuatro a seis asientos tenía
un costo de cincuenta centavos por asiento. La entrada al corso para autos,
camiones y chatas cinco pesos por noche. Coches tres pesos; vendedores de pomos
y serpentinas tres pesos. Vendedores de flores cincuenta centavos. Vendedores
ambulantes en general un peso por noche.
Los recaudadores de colaboraciones lograron obtener un total de trescientos
ochenta y cuatro pesos entre los que se destacaron el Plaza Hotel con veinticinco
pesos, Bar Emporio con quince pesos, Casa Chirimonti diez pesos, Casa Pinilla
treinta pesos, Martín Crossa veinte pesos, José Vidal treinta
pesos y otros.
LOS FESTEJOS EN LA “CALLE DE LA ALEGRÍA”:
Por otra parte los corsos de calle La Florida también tenían
su comisión organizadora presidida por el señor Miguel Ribó
(h), Pedro Boggetto, Jaime Sansó y Segundo Escudero; quienes decidieron
que estos se llevarían a cabo los días domingo 4 de marzo, por
la tarde, lunes 12 por la noche, martes 13 por la tarde, sábado 17 por
la noche y domingo 18 por la tarde. En un principio se había fijado su
recorrido desde calle Urquiza a Rioja.
Fue todo un éxito durante los tres días en que se realizó.
La concurrencia de público, peatones y vehículos fue muy satisfactoria,
reuniendo mayor entusiasmo durante las batallas de flores y serpentinas sostenida
con igual derroche de alegría en el transcurso de las dos horas y media
de su duración. Los disfraces y trajes de fantasía, aunque escasos,
fueron de buen gusto.
El Domingo de Tentación había despertado un inusitado entusiasmo
en su festejo. El Corso de La Florida tuvo el domingo por la tarde una clausura
digna de su esplendor. Como en ningún año, una fila compacta de
carruajes y automóviles llenaba ambos costados de la calzada.
Por primera vez el circuito del corso de la calle La Florida ocupó ocho
cuadras, desde Caseros a Tucumán.
El público que concurrió superó todos los cálculos
imaginables y se jugó con mucho entusiasmo. También destacamos
entre los miembros de su comisión organizadora a Abraham, de La Vega,
Amado, Peral y Defazzio. El éxito fué tal que se calculaba un
producido de más de mil ochocientos pesos. Los organizadores inmediatamente
solicitaron permiso para realizar el domingo 25 de febrero un corso de flores,
el que se llevó a cabo de 18 a 20 horas.
LOS CARNAVALEROS QUIEREN BAILAR:
Como preparando el clima necesario para los festejos del carnaval las Damas
del Aéreo Club General Güemes realizaron el 11 de febrero a partir
de las diez de la noche un baile de serpentinas en El Pabellón de Los
Lagos.
Otro acontecimiento coronado por el éxito fue el baile llevado a cabo
en el Plaza Hotel, el sábado por la noche. El baile de disfraces y fantasía
propiciado por los jóvenes de la colectividad española, estuvo
muy animado.
No podemos decir lo mismo del baile de máscaras y fantasías llevado
a cabo el mismo día en las instalaciones del Club 20 de Febrero. La Aristocracia
seguía de capas caídas.
El jueves 15 de febrero, en el local del Aéreo Club General Güemes,
Pabellón de Los Lagos, se llevó a cabo un baile de “Cretona”
hasta las veinticuatro horas el cual tenía como condición para
poder ingresar, el concurrir con traje de fantasía.
EL TRANVÍA INICIA LA CONQUISTA DEL OESTE:
El año 1923 también se destacó porque en los últimos
días del mes de enero se inauguraron los trabajos para instalar el servicio
de Tranvía hacia el oeste (partía por calle España, en
un desvío producido en la 20 de Febrero y se dirigía hacia la
Estación Campo Caseros); su prolongación hacia el oeste brindaría
servicios a un barrio de nutrida edificación cuya fisonomía antigua
y vetusta era el reflejo de su propio aislamiento. Se esperaba que la zona cobrara
desde entonces una nueva visión estética.
Por esos tiempos, en ese territorio, no faltaba la guitarra provocadora ni la
muchacha que azuzando con sus ojos de terciopelo invitara el sentimiento a la
belleza. El Tranvía llevó como consecuencia la ampliación
de las fiestas, por la facilidad del transporte, aumentando la concurrencia
a las tradicionales chicherías.
HAGAMOS CUENTAS: “PA’ MANTENER LA AMISTAD”:
Así pasó el carnaval de 1923. En las calles hubo abundante derroche
de agua. Los Corsos de la calle Florida volvieron a demostrar que no necesitaban
propaganda, prácticamente se realizaban en forma espontánea y
los que concurrían a él podían respirar un ambiente de
contagiosa alegría, a diferencia de los corsos de la Plaza 9 de Julio
donde se notaba claramente, en forma acentuada, un incomprensible distanciamiento
de clases que le restaba espontaneidad, lo que traía como consecuencia
una falta de animación manifestada en un raleado y lento ir y venir de
carruajes, a pesar de que este corso oficial contaba con la presencia de la
banda de Música Policial, cosa que no ocurrió en los corsos de
la Florida. En éstos al mejor grupo de niñas le correspondió
un premio de cinco libras esterlinas donadas por el Gobernador de la Provincia,
al mejor vehículo adornado un objeto de arte donado por el Intendente
Municipal; y el jurado estuvo integrado por los señores Miguel Ribo (
h) Nicolás Defazzio, Francisco de La Vega y Pedro Boggeto.
El Carnaval dejó el recuerdo de los bailes en el Río Arias, que
según “la gente culta” no eran recomendables porque esos
acontecimientos habían degenerado en un escandaloso y vergonzoso manifiesto
de mujeres de vida licenciosa, y solicitaban al Consejo Municipal se denegaran
los permisos en lo sucesivo, a dichas reuniones.
Momo, el Dios bullanguero, había vuelto a demostrar su carácter
inmortal. Cien veces se lo había visto languidecer a veces con signos
inequívocos de agonía, pero siempre se lo veía volver para
poblar las calles con las cabriolas de sus fieles huestes cascabeleras. Dejó
reafirmado su reto a la cordura y su convocatoria a las muchedumbres ávidas
de expansiones y dispuestas a romper las rígidas normas de la disciplina
social. El Carnaval fue y será siempre la rebelión contra las
costumbres predominantes, es en última instancia, la manifestación
de un demócrata rey de la alegría.
Es el que permite la magia de que matronas se exhiban como mucamas y estas como
exóticas princesas. Será siempre el anciano tamizador de las frustraciones
y las esperanzas sociales, el que posibilita que atildados y aristócratas
jovenzuelos puedan representar a pobres verduleros y el querido lustrabotas
a un Conde o mosquetero con trincheta al cinto.
Él subvertirá todas las órdenes sociales y a todos por
igual alcanzará su locura y risa.
EL CARNAVAL EN LOS SALONES
I
Al salón donde triunfa la hermosura,
en brillante legión entra formada
la fastuosa y alegre mascarada
que el áureo vaso de festín apura.
Pajes de deslumbrante vestidura
Preceden a la turba alborozada,
que rompe en estruendosa carcajada
pregonando el amor y la ventura.
De las gasas despréndese incitante
el exótico aroma penetrante
que amenaza embriagar con sus efluvios.
Y reina de la fiesta seductora
recibe a la comparsa bullidora
gentil mascota de cabellos rubios.
II
Del salón en el ángulo olvidados,
donde el estruendo del festín no alcanza
escuchando los ecos de una danza
miro girar un mundo alborozado.
Cubierta con espléndido tocado
la máscara gentil hacia mí avanza,
y así, en dulces momentos de esperanza,
le pregunté con tono emocionado.
¿Quién eres tú, tapada bulliciosa,
y cual magia es la tuya misteriosa
en afán tan ingrato como el mío?
Y con acento de amargura lleno,
con voz pausada y ademán sereno
ella me respondió: - ¡soy el hastío!
Ángel Ripoll
EL CARNAVAL DE 1924
“SALTA, LA LINDA” Y UN ROSTRO DIFERENTE:
La Salta de 1924 presentaba un aspecto diferenciado de la de finales del siglo
XX. Por aquellos tiempos todavía estaba bañada por las aguas del
Río de Arias conservando en su seno vivientes reliquias arquitectónicas
como La Catedral, El Templo de San Francisco, El Convento de San Bernardo, La
Iglesia de la Candelaria, el vetusto y querido Cabildo, que por entonces tenía
sus bajos ocupados de Comercios y fraccionada la parte superior para viviendas
particulares.
Su planta romana, en forma de tablero de ajedrez era cruzado por el servicio
de tranvías eléctricos y nuevos edificios comenzaban a ser parte
de su historia como la Escuela Normal, el Banco de la Nación, la Estación
del Ferrocarril, el Hospital del Milagro, el Banco Hipotecario Nacional. La
ciudad iba desde la Estación hasta los márgenes del Río
Arias.
El Mercado San Miguel representaba por entonces, especialmente en las primeras
horas de la mañana, un epicentro polifacético de actividades sociales
y comerciales. Amplio y bien mantenido, extraordinariamente concurrido, ofrecía
una serie de notas pintorescas entre las que se destacaban los pequeños
puestos merenderos en donde el chocolate con churros y la pizza de media mañana
se convertían en los vértices de la convocatoria.
En las calles próximas a nuestro querido mercado, abundaban los comercios
de talabartería, tomillería y numerosas tiendas, la mayoría
de cuyos propietarios eran turcos, que solían exhibir colgados de los
costados de sus puertas y en los marcos de las mismas los típicos ponchos,
mantas y mandiles coloridos. Tiempos en que los cueros de Salta se distinguían
entre el resto; los aperos y lazos eran de fama conocida.
Durante el último quinquenio la edificación urbana había
sido muy escasa lo que repercutía en el costo del alquiler, que era elevado.
La construcción del Ferrocarril Huaytiquina había permitido que
en la capital se asentara un crecido número de familias, ingenieros contratistas
y empleados de los ferrocarriles. Tiempos en que pocos se privaban del placer
de atravesar el Campo General Belgrano para trasladarse a la Villa Veraniega
de San Lorenzo a través de un camino de diez o doce kilómetros
por sobre las Lomas del Oeste hasta llegar a esa quebrada verde y deliciosa,
donde un manso arroyuelo, nacido en las vertientes de la montaña, con
aguas claras y brillantes como el cristal andan bañando ese rincón
paradisíaco e invitando permanentemente al descanso reparador para que
después, en el regreso, el visitante, pudiese observar desde los faldeos,
cercanos a lo que hoy es el Templete de San Cayetano, una panorámica
de esta ciudad destinada a elevar los mejores suspiros del que la contempla.
Por entonces en las cercanías de los Cuarteles y sobre todo de La Estación
del Ferrocarril había comenzado a surgir una populosa barriada.
Este paisaje, territorio verde de paseo y de sueños, solía ser
transitado por hombres y mujeres vistosamente ataviados por sus prendas domingueras,
montados a caballo en sus mulas bien enjaezadas y llevando en sus árganas
una buena provisión de frutos, quesos, aloja, chicha y dulces propios
de la región.
SIN CORSOS EN LA PLAZA
1924 viene a representar la manifestación más cruda de la crisis
que soportaba la Aristocracia salteña en su relación con el Carnaval.
Este año no se realizaron corsos alrededor de la Plaza 9 de Julio. Ya
vimos como desde la asunción de los radicales al poder, el corso de la
Plaza 9 de Julio perdió, año tras año, el esplendor de
otrora. De todas maneras, como en años anteriores, los tradicionales
días de carnaval fueron bien recibidos en Salta. Se jugó con mucho
entusiasmo y decisión sin que ninguna mala nota trabara su normal desarrollo.
EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA: SOLO POR LOS PALOS.
Los corsos realizados durante tres jornadas en la calle La Florida, tarde y
noche, se vieron concurridas y animadas en el juego de serpentinas, flores y
pomos.
Ya consolidado alcanzó grandioso brillo, con mayor razón al no
haberse realizado el de la Plaza 9 de Julio, donde solía entretenerse
y reunirse la aristocracia, que quedó sujeta, en su divertimento, al
baile de disfraz realizado en el Club 20 de Febrero y en algunas casas de distinguidas
familias, como por ejemplo de la señora Julia Ríos de Alemán
el viernes 7 de marzo, o al otro día, sábado, el llevado a cabo
en el salón social de la Sociedad Española de Socorros Mutuos.
Fue año de un solo Corso. Por primera vez desde el inicio de estos festejos
en 1898 no se realizó el de la Plaza 9 de Julio, lo que en última
instancia viene a reafirmar el concepto que los corsos, en la capital de Salta
siempre estuvieron sujetos a los vaivenes sociales y políticos.
Seguramente el año 1924 no se quería despedir sin dejar su grajea
positiva. Con los últimos días, el 28 de diciembre, el día
de los inocentes nació Juan José Salvatierra, el que muchos años
después fue conocido como “El Patito” uno de los grandes
carperos de la Historia del Carnaval Salteño. De él nos acordaremos
en varias oportunidades y en páginas posteriores. Por lo pronto solo
diremos que el Patito nació el mismo año en que las aguas del
Río Arias se llevaron al Puente i’Palo y falleció un 10
de febrero de 1998, el mismo año en que los carnavaleros salteños
celebraron el centenario de sus corsos.
EL CARNAVAL DE 1925
Todo año que nace sirve para realizar los balances necesarios y también
para alimentar esperanzas. Es por ello que 1925 llegó acompañado
de ilusión, en especial de los niños que manifiestan en la noche
de Reyes la majestuosa presencia de la inocencia.
En este marco de acontecimientos el Intendente Municipal interino ya proyectaba
la realización del tradicional corso popular. Había que aprovechar
la crisis aristocrática que había impedido la realización
de desfiles en la Plaza 9 de Julio el año anterior y también el
tremendo prestigio que había logrado consolidar el corso de La Florida,
por lo tanto se decidió ampliar aún más el circuito de
desfile iría desde calle Belgrano a Tucumán. Serian diez cuadras
para que el pueblo se expresara en plenitud.
Lo producido en dicho corso fue destinado a las obras del nuevo Lazareto Municipal,
que se construía por entonces.
Los corsos se llevaron a cabo los días 21, 22, 23, 24 de febrero y también
el día 1º de marzo, bajo los auspicios de la autoridad comunal.
Tuvo jornadas vespertinas y nocturnas.
En su transcurso se permitió el juego con serpentinas, papel picado y
flores, pero se prohibió el uso de disfraces de trajes militares o eclesiásticos.
Este corso comenzaba a las nueve de la noche y terminaba pasando las veinticuatro.
El gobernador de la provincia Dr. Adolfo Güemes fue nombrado Presidente
Honorario de estos festejos acompañado en las vocalías por Luis
E. Langou, Miguel Ribó (h), Lucio Ortiz y Rodolfo V. Hernández.
La Comisión Ejecutiva tuvo como Presidente a Welindo Toledo; Vicepresidente
Primero a Nazario Amado; Vicepresidente Segundo Rafael Barni; Secretario Juan
Abraham; Tesorero Ángel Abraham.
Comisario del Corso se designó a David Schiaffino y Alejandro Mollinedo
y los vocales eran los señores Félix Lávaque, José
Fernández, Guillermo Villagrán, Marcos Gutiérrez, Arturo
Gambolini, Ángel Galarreta, Luis del Amo, Luis Guardo, Mamerto Villagrán,
Ricardo Usandivaras, Enrique Bargioni, Miguel Pascual, Oscar Suarez, Ceferino
Velarde, Antonio Ordoñez y Gabriel Salóm. La dirigencia tenía
la responsabilidad de encargarse de la organización, arreglo, distribución
de premios y percepción de las entradas del corso.
LA NOCHE DE REYES
Como remembranza
que en sombras se pierde;
como vago ensueño,
muy débil, muy tenue,
aún guardo en el alma,
que nunca envejece,
el grato recuerdo
de ansias inocentes,
de infantiles miedos
a regios desdenes
de esperanzas dulces,
de dudas crueles,
que en mi despertaba
la noche de Reyes.
Después, aunque el tiempo
mató indiferente
ensueños y leyendas
que ya nunca vuelven,
y aunque con la lucha
la ilusión se pierde,
queda en las batallas
que el hombre sostiene,
más débil el cuerpo
y el alma más fuerte.
Por eso aún recuerdo
muy débil, muy tenue
como remembranza
que en sombras se pierde,
cuando espero el logro
de un deseo ardiente,
de amor o fortuna,
vanidad o suerte,
aquellos temores
e ingratos desdenes,
esperanzas dulces
y dudas crueles
que en mi despertaba
la noche de Reyes.
Noches de esperanzas;
sueños de placeres
que la luz del día
luego desvanece.
En hombres y niños
suelen ser frecuentes
y son en la vida
la noche de Reyes.
Celso Lucio.
LAS BRAVAS AGUAS DEL RÍO ARIAS:
La inocencia de los niños que se mezcla con las angustias de un mundo
adulto. Así en la mañana del jueves 22 de enero los arrabales
de la Capital se enteraban del extraño accidente ocurrido en las aguas
del río Arias, cuando el auriga Ángel Valdiviezo llegó
con su carruaje a la playa húmeda todavía por la extraordinaria
creciente de días previos, y como de costumbre, hizo entrega del coche
a uno de los tantos menores que solían ganar sus monedas dedicados al
lavado y limpieza de vehículos.
Valdiviezo, mientras el muchacho iniciaba su labor se retiró a un almacén
vecino en procura de algunos comestibles. Posiblemente porque el chico pretendió
cambiar la ubicación del coche castigando el caballo, o porque éste
en un momento de intranquilidad avanzó sobre el cauce, lo cierto fue
que la impetuosa correntada arrastró al vehículo y al animal,
sumergiéndolos entre el enorme caudal de las aguas. A los tumbos y siguiendo
la corriente, el vehículo y el caballo, que era ya cadáver, fueron
a estrellarse en un recodo del río, a la altura de la calle La Florida.
EL PUENTE I’ PALO Y SU SUCESOR:
El viejo y querido puente carretero existente sobre el Río Arias, fue
construido por el contratista don Hilario Duponts, bajo la inspección
del Departamento Nacional de Ingenieros Civiles, en mérito de lo dispuesto
por decreto del 11 de Setiembre de 1872 extendidos por el Ministerio del Interior
y que lleva la firma del Presidente Sarmiento.
Este recordado puente era de madera dura, de trece tramos, con una luz total
de 83,90 metros. Costó la cantidad de veinticinco mil doscientos ochenta
fuertes y fue librado al servicio público en el mes de febrero de 1873.
El Río Arias, era de régimen torrencial y castigaba periódicamente
con sus crecientes y arrastres al viejo Puente I’ Palo que se mantenía
en pié debido a la conservación permanente y a diversas reparaciones,
trabajos que estuvieron a cargo del Departamento Nacional de Ingenieros hasta
el año 1898, fecha de creación del Ministerio de Obras Públicas,
y desde aquella fecha, de la Dirección General de Vías de Comunicación
y Arquitectura y más tarde de La Dirección General de Puentes,
Caminos y Telégrafos. Todas esas oficinas técnicas fueron cuidadoras
permanentes de esa histórica construcción que durante más
de medio siglo facilitó las comunicaciones carreteras de la ciudad de
Salta con las localidades del Sud. Las bravías aguas del río Arias
terminaron arrastrándolo un verano de 1924. Su desaparición representó
todo un problema para las autoridades gubernamentales ya que se dificultaba
la comunicación con el Valle de Lerma. En primera instancia se lo sustituyó
provisoriamente con una pasarella, también de madera, que duró
hasta 1928, cuando también fue derribada y arrastrada por las aguas del
río.
Durante 1925 ya se pensaba en la sustitución del viejo puente de madera,
que si tenemos en cuenta la narrativa que venimos haciendo, se había
constituido en una preocupación por su permanente deterioro. Este año
la Dirección General de Puentes y Caminos, después de proyectar
un hermoso puente de hormigón armado y de licitar su construcción,
elevó a la aprobación del Poder Ejecutivo el contrato Ad-Referendum
firmado con la empresa Pescaretti y Cía. la que se comprometió
a ejecutar las obras por la suma de 123. 235, 25 Moneda Nacional.
La obra proyectada, que no es otro que nuestro querido Puente Velez Sarfield
contemplaba los tres arcos rebajados, construidos de hormigón armado,
siendo la luz del arco central de 30, 09 metros. Y la de los laterales de 26,
165 metros la que hacía una luz total de 82, 42 metros. El ancho de su
calzada es de ocho metros. Y en un principio se habían contemplado que
sus veredas para el tránsito de peatones tendrían 1,50 metros.
Tanto los estribos como los pilares son de hormigón.
Este puente, que a finales del siglo XX está firme para el tránsito,
es en cuanto a decoración severa y elegante y su construcción
tuvo un costo final de ciento ochenta mil pesos moneda nacional aproximadamente.
¡A DIVERTIRSE EN EL CORSO POPULAR!
Mientras tanto la Comisión Organizadora de los corsos de la Florida
obtuvo de la Municipalidad ochenta bancos para formar palcos, cuyo abono para
todas las jornadas costaba treinta pesos y diez pesos por noche; y si el corso
era vespertino cinco pesos por jornada. La entrada para autos en los corsos
nocturnos costaba cinco pesos y para los vendedores de artículos de carnaval
un peso por día.
Un conjunto de paisanos se dirigió, mediante nota, a los directivos de
la empresa del Tranvía, solicitándole se instrumentara de nuevo
el servicio de acoplados, que especialmente los días feriados, permitían
el descongestionamiento y aglomeración en los coches cerrados.
El día sábado 21 de febrero de 1925 a las nueve de la noche fue
inaugurado el corso popular.
En los escaparates de la casa Dell’ Acqua ( Alberdi y Caseros) se exponían
los premios estipulados por la Comisión para las mejores comparsas, disfraces,
conjunto de señoritas, máscaras, coches, automóviles, chatas
y carros adornados.
Los premios por esos tiempos consistían en juegos de té, reloj
fantasía, medallas de oro, estatua fantasía, ánforas de
terracota, lámparas eléctricas para velador, etc.
Los tiempos eran de notoria escasez de dinero, por lo tanto en las calles, como
de costumbre, se jugó con agua, barato elemento al alcance de todos.
El único derroche fue la alegría manifestada en el sobresaliente
corso de la Florida que por primera vez tuvo un circuito de diez cuadras donde
la afluencia de carruajes y público fue considerable. Pero los avatares
económicos incidieron para que los participantes no se destacaran por
su originalidad, al contrario, los disfraces y adornos de vehículos,
estuvieron rozando lo cursi o chabacano, lo que no incidió en la alegría
y para suerte no se registraron incidentes.
LA MASCARA
Me disfracé una vez y todavía
conservo aquella cara de cartón
que me sirvió para ocultar la mía.
Veinte años ya que duerme en un rincón
esa vieja careta ya empolvada
y siempre con idéntica expresión.
Y siempre con la misma carcajada.
- ¿Cómo haces tú - le preguntaba un día -
para estar siempre de tan buen humor,
aún en los momentos de dolor
cuando se ensaña en mí la suerte impía?
¡Feliz de tí que nada te desvía
porque no tienes corazón ni amor,
la máscara repuso : - Y tú, que gánas
con llorar como imágen de retablo?
Que la gente se diga: ¡“Pobre Diablo”!
Lo siento, más tus lágrimas son vanas,
no me importa un comino tu aflicción.
Haz como yo, que sin cesar me río;
y si sangra tu pobre corazón,
cúbrete el rostro con el rostro mío
para no ser objeto de irrisión.
Desde entonces escondo mi ansiedad
bajo aquella alegría que despierta,
y paso por un célebre egoísta.
Trilussa.
Consagrada ya la fiesta popular en calle La Florida, que superaba año tras año sus mejores antecedentes.
¡LLEGÓ LA HORA DE LOS PREMIOS! ¡VIVAN LAS CARROZAS!
Dado su éxito la comisión organizadora resolvió celebrar un corso más de flores y serpentinas, el domingo 8 por la noche, corso que no pudo llevarse a cabo debido a la intempestiva lluvia. Las instalaciones comenzaron a ser levantadas pues la comisión organizadora decidió, en primera instancia no fijar nueva fecha, pero en los días subsiguientes, fue tal la presión de los diferentes sectores sobre la comisión que ésta cedió a que la última jornada fuese pospuesta para el domingo 15 de marzo; jornada que se pudo concretar y en la que se dieron a conocer la adjudicación de los premios que se otorgó en carrozas a “Faraón” del Señor Rozeto, el premio Gobernador de La Provincia , a la carroza “Lazareto Municipal” del señor José Pérez, el premio Intendente Municipal, a la carroza “Castillo” de Gregorio Avellaneda, el premio Consejo Deliberante a la carroza “Biplano” de Segundo del Barco, una medalla de oro para “Las Japonesas” de las señoritas Bruzzo; el premio Casa Pinilla fue concedido a “las Favoritas del Sultán” de las señoritas González; el premio comisión de corsos para “Las Arañas” de las señoritas Salgueiro como así también para “Los Corazones” de las señoritas Torres Hernandez. Premio Adolfo Zago para “Avestruces” señores Páez y Moreno. Casa Dell’ Acqua: “Bailarinas”, señoritas Caprini. “La Provincia” para “La Noche” de Luisa Ida Cresini. Medalla de Oro: “El Sol”, señor José Isasmendi. Comisión de Corsos : pareja “Porota y Lerois”; señoritas Martiarena y Quiroga. Medalla “El Sol” señoritas Isabel Aguilar, R. Burgos y otras.
LA PRIMERA COMPARSA “DE INDIOS” EN LA HISTORIA DE LA CELEBRACIÓN CAPITALINA:
De acuerdo a la investigación realizada creemos encontrarnos ante el
primer precedente de una comparsa, al estilo de las que conocemos actualmente
que desfiló con el nombre de “Indios de la Pampa” y que recibió
un premio de cincuenta pesos moneda nacional. Lamentablemente no pudimos conseguir
el nombre de su cacique, integrantes y barrio de proveniencia, pero junto a
“Los Cachis”, figurarán para siempre en la Historia del Carnaval
Salteño.
Así se fue el carnaval de 1925 con sus Corsos. En los oídos de
alguna prenda donosa habrán quedado grabadas frases como estas.
DESPUES DE CARNAVAL
A una máscara.
Bien sé que dijiste palabras fugaces -
vanas, y vagas como tu alegría; - bien se -
que eran buenas y suaves tus frases en el seno
rojo de la algarabía.
Pero con tus frases gastadas y vanas,
a pesar de la misma ilusión que llevabas,
parecías el fruto de orgías paganas con la
luz que en los ojos obscuros brillaba.
Descubriste tu rostro de zíngara loca -
mostrando tus ojos más claros y audaces,
y así, por encanto la flor de tu boca -
discreta y prudente guardóse las frases.
Igual, pues, tus ojos hablaban lo mismo,
los mismos fulgores de tu fiesta pagana,
y tu mirada era siempre un abismo aún sin
la farsa de máscara vana.
Igual pues la frase por siempre ya ida -
estaba en la flor de tus labios, vibrando;
- igual pues tus formas cantaban la vida -
¡ Y tu cuerpo era un astro ilusorio!
Alberto E.
Para finalizar, debemos decir que 1925 fue el segundo año en el cual no se llevó a cabo el corso alrededor de la Plaza 9 de Julio.
LOS CORSOS DE 1926
El día viernes 5 de febrero de 1926 se reunieron numerosos comerciantes,
con la intención de estrechar ideas que permitieran concretar la realización
de los corsos. En realidad debe leerse, que esta reunión implicaba la
preocupación de los comerciantes salteños que sentían afectados
sus bolsillos ya que en los dos años anteriores la Aristocracia Salteña
no había realizado el corso en la Plaza 9 de Julio. Por estos tiempos
se asumía como lógico que los sectores de mayor poder adquisitivo,
fueran los que más gastaban en este tipo de actividades (cuando el corso
pasó a tener la conducción y el protagonismo de los sectores populares,
la situación se revirtió) y el corso de la Plaza 9 de Julio era
para el comercio local una excelente fuente de ingresos, más allá
de los avatares de la política y las circunstancias sociales.
Los Corsos de la calle La Florida eran multitudinarios, y se encontraban en
su pleno apogeo. Tanto que sin proponérselo prácticamente había
reemplazado al Corso de la Plaza 9 de Julio. Estaba bien que el pueblo se divirtiera
en grande, pero los comerciantes entendían que si se realizaban los dos
corsos se duplicaban los ingresos.
Después de una deliberación, las personas reunidas resolvieron
que se debían adoptar todas las medidas necesarias para que el carnaval
de este año tuviese cinco jornadas de Corsos, dos alrededor de la Plaza
9 de Julio y tres en la ya tradicional calle Florida.
Seguidamente se eligió una numerosa comisión encargada de la organización
y trabajos necesarios para el corso, que estaría bajo el control de la
municipalidad.
Todo el producido de esta actividad sería destinado a la obra de terminación
del frente del Cementerio que hoy conocemos como el de La Santa Cruz.
LA COMISIÓN ORGANIZADORA Y SU TRABAJO:
La comisión organizadora tuvo como presidente a Arturo Gambolini; Vicepresidente
Ángel Galarreta; Secretarios Nasif Duva y Eugenio Borelli: Tesorero Felipe
Paz y Vocales: José M. Gallo Mendoza, Vicente Cordeiro, José Saravia,
Gustavo Marrupe, Juan P. Sansón, Timoteo Alvarez, Agustín Usandivaras,
Luis del Amo, Rafael Barni, Guillermo Velarde, José S. Sosa, Virgilio
Nafur, José Fernández, Guillermo Villagrán y Manuel Albeza.
Comisario General de Los Corsos fue designado Martín Labroussans. La
reunión se llevó a cabo en el local del Diario “La Provincia”.
Se puede observar en la constitución de esta Comisión como los
dirigentes del corso de la Florida tienen preponderancia quedando las principales
figuras del viejo corso de la Plaza 9 de Julio relegados a un segundo plano.
Volvieron a reunirse el miércoles 10 para instituir un premio de cien
pesos en efectivo a la mejor comparsa, igual cantidad al mejor conjunto de señoritas
en carroza adornada (premio Club 20 de Febrero). El premio “Paz Hermanos”
consistente en un artístico adorno de mesa. El premio “Casa Villagrán”
un artefacto eléctrico para mesa de luz al mejor coche adornado. “Casa
Spaventa”, una medalla de oro al mejor disfraz infantil. “Casa Lérida”,
un gramófono mirona a la mejor máscara infantil. “Casa Bacaro”:
un estuche estrato a la señorita que presente el mejor disfraz, “Casa
Zago”: un jarrón dorado a la máscara más espiritual
(?). Ceferino Velarde ochenta pesos al mejor disfraz masculino. “Casa
Amarilla” seis botellas de sidra “La Princesa” al mejor jinete.
Masitería “La Barcelonesa”: una artística bombonera
a la máscara más estrafalaria. Vicente Cordeiro dos docenas de
cerveza para la Banda de Policía.
EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA:
En la Capital de Salta todo era movimiento febril en la espera del Carnaval.
Así se fijó para el corso de la Florida el calendario de desfiles;
se llevaron a cabo los días 13 de febrero por la noche de 21 a 1 de la
madrugada; el l4 de febrero por la tarde de 17 a 20,30 horas; el 15 por la tarde
y por la noche; el 16 por la tarde; el 20 por la noche y el 21 por la tarde.
Llamativamente, con respecto al año anterior, hubo un intento tendiente
a quitarle una cuadra al circuito, se propuso que el trayecto fuera de Rioja
a Boulevard Belgrano. Ya veremos como la propuesta, a pesar de haber sido aceptada
en primera instancia, luego fue modificada.
Los miembros de la comisión recolectora de fondos del corso de La Florida
estuvo integrada por los señores Felipe Paz, Nazario Amado, Miguel J.
Chamé, Timoteo Alvarez, Julio Suarez Caro y Francisco Ortelli. El señor
Juan P. Sansón fue designado para realizar los trabajos de organización.
Debemos aclarar que en último momento se decidió respetar todo
el circuito del corso de la Florida, es decir fue de Belgrano a Tucumán.
El tráfico estuvo bien organizado, no se registró ninguna congestión.
Entre los carros adornados que hicieron su presentación, entre aplausos
y elogios, destacamos al “Plus Ultra” arreglado por el señor
M. López de la iglesia de La Viña. Le seguía en originalidad
el de “La Murga Esponja” que amenizó los corsos con hermosas
piezas musicales.
Otra característica importante de los corsos de 1926 es la escasez de
hechos policiales.
EL CORSO DE LA PLAZA 9 DE JULIO:
El corso de la Plaza 9 de Julio, tendría solo tres fechas de desfiles,
todos por la noche, fijadas para los días 14, 16 y 21 de febrero.
La comisión recolectora de fondos para este corso estuvo integrada por
Román Villagrán, Eugenio Borelli, Martín P. Córdoba,
Jesús Bernabé y Ceferino Velarde. En éste se fijó
el ingreso de autos en cinco pesos, coches tres pesos. Precios que se repitieron
en el corso de La Florida, donde para los desfiles de la tarde se fijó
la tarifa para el ingreso de autos en tres pesos, coches dos, vendedores con
puestos dos, ambulantes uno y jinetes dos pesos respectivamente.
La Comisión Organizadora solicitó que la municipalidad se hiciera
cargo de la instalación de los palcos en la Plaza 9 de Julio, en donde
todos los trabajos de su organización estuvieron a cargo de una subcomisión
integrada por Ángel Galarreta, Eugenio Borelli y Bernabé.
La sucursal Ángel Villagrán decidió otorgar un premio de
cien pesos a la mejor orquesta que recorriera los corsos. David Michel Torino
cincuenta pesos en efectivo al automóvil de alquiler mejor adornado.
Farmacia Ortelli cincuenta pesos en efectivo al mejor conjunto de disfraces.
Crivellini, Pozzi y Bonari una libra esterlina al mejor cómico del corso.
Confitería “La Royal”: dos docenas de cerveza para La Banda
de Policía. Como se ve, a los integrantes de esta Banda les gustaba mucho
esta bebida.
Se repartieron por las calles de la Salta de entonces volantes que invitaban
a los diferentes puntos de festejos.
Lamentablemente la organización del corso de la plaza no tuvo la efectividad
que logró el de calle La Florida. Asistió una enorme concurrencia
de público, una gran cantidad de vehículos y sobresalió
la presencia de las distinguidas figuras del mundo social, pero aquí
la autoridad policial descuidó la organización del tráfico
y desde las 22, 30 hasta que terminó el corso no les fue posible arreglarlo,
no obstante obligaron a ocupantes de numerosos vehículos a salir del
corso para entrar de nuevo, situación que le restó animación,
brillo y originó protestas.
Entre los disfraces originales se destacó por su parecido el que representaba
al Dr. Joaquín Castellanos. Arturo Alemán fue el imitador y lo
hizo con tanto “realismo” que mereció los elogios y los aplausos
de la concurrencia. Como vemos la aristocracia se tomaba revancha de “La
Oveja Negra”, que había apostado su acción de gobierno a
defender los intereses del pueblo.
Otros que hicieron reír a los niños y hasta las madres más
severas fueron los tres disfrazados de coyas montados en llamas imitadas con
bolsas.
Por segunda vez en la Historia de los Carnavales de Salta y sus corsos una comparsa
representaba una comunidad indígena y recorrió sus calles. Otras
dos en clásico estilo murgas también participaron, una de ellas
llamada la comparsa “Los Obreros Unidos”.
BAILE Y JUEGO CON AGUA:
Ambos corsos se desarrollaron en un clima de entusiasmo, con mucho ánimo
y buen éxito. Si usted se hubiera encontrado en la cima del cerro San
Bernardo la noche del sábado 13 de febrero, habría observado que
en medio de la tremenda oscuridad que por entonces rodeaba el Parque San Martín,
sobresalía un rayo de luz, que identificaba el baile de disfraz, organizado
por jóvenes entusiastas en El Pabellón de los Lagos. En su espléndida
terraza se bailó hasta las primeras horas de la madrugada.
El juego con agua, como siempre formó parte de la alegría, la
expansión y la risa. En todas las calles durante la mañana y la
tarde de los tres días del Carnaval se jugó con entusiasmo, aunque
algunos consideraron que se abusó del agua, que era arrojada libremente
a los transeúntes desde azoteas, puertas y ventanas. La prensa culpaba
a la municipalidad y decía que ello era la resultante de la falta de
un edicto de policía que la reprima.
Con respecto a los corsos ya dijimos que fueron un éxito, adquirieron
máximo esplendor en los últimos días; especialmente el
de La Florida donde la concurrencia, con entusiasmo, libraba una batalla de
flores y serpentinas.
LA PASARELLA SOBRE EL RÍO ARIAS Y LAS CARROZAS:
Entre otras cosas los salteños también tenían otras preocupaciones.
Por gestiones del Dr. Carlos Serrey, la pasarela sobre el Río de Arias
fue ampliada y habilitada para el tráfico de vehículos, logrando
así impedir que sufrieran mayores inconvenientes algunos servicios de
aprovisionamiento de la ciudad.
El Puente I’ Palo, derribado por las aguas en 1924, no había sido
reemplazado, todavía, por otro puente y esta precaria pasarella brindó
su servicio hasta 1928.
Grandes sectores de la economía salteña presionaban a los representantes
en el Congreso para que trasladasen las inquietudes al Ministerio de Obras Públicas
para que se construyera el puente que hoy conocemos como Velez Sarfield, que
no se había construido por el fracaso de la empresa constructora que
hizo mal los cálculos.
Entre las carrozas destacadas en este carnaval, citamos a la que simulaba el
Trono de un Sultán, acompañado de sus favoritas y custodiado por
dos guardias armados con lanzas y cimitarras. Otra fue “Las Joyas”,
se había colocado sobre un coche un gran estuche y dentro de este una
niña representando un rubí custodiado por las Hadas. Otra carroza
destacada fue la que representó a la “Fábrica de Fósforos
Salta”.
LAS CELEBRACIONES EN CERRILLOS Y EN CAMPO SANTO:
En Cerrillos se lo celebró con mucho entusiasmo de todo el pueblo.
Los corsos resultaron hermosos alcanzando un éxito brillante por el número
de carrozas y coches adornados y así también por la numerosa concurrencia
que se dio cita en ellos. Todos los beneficios obtenidos fueron destinados a
la Sociedad Conferencia de San Vicente de Paúl .
En los corsos cerrillanos se destacaron las siguientes carrozas, que obtuvieron
los premios instituidos por la comisión:
“La Mano Negra”: ocupada por las señoritas Gian Paoli, Orsino,
Murga: “La Noche”: señoritas Gollado; “La Cruz Roja”:
por las señoritas Pereti y varios coches con bailarinas y damas antiguas
ocupados por las niñas Alvarez, Zapata y Gottling. Otra carroza fue “El
Chino” por Juan Carlos Macafferri.
Este pequeño departamento hermano a la Capital no se quiso quedar atrás
y comenzó a copiar de la estructura organizativa de Los Corsos Salteños.
Se resolvió fijar fechas para un corso a llevarse a cabo los días
14, 16 y 21 de febrero, cuyo producido también fue destinado a beneficiar
al Consultorio Médico de esa localidad y por primera vez, al estilo capital,
se fijó precio para la entrada de automóviles en dos pesos cada
uno y por noche, la entrada de coches un peso, sulkis cincuenta centavos y los
palcos a un peso por noche.
Otro lugar donde se celebró el carnaval con alegría y éxito
fue en Campo Santo donde por primera vez en su historia se realizaron corsos,
los cuales resultaron muy lucidos.
EL CORSO DE DESPEDIDA:
En la Capital mientras tanto, a pesar de no estar previstos se resolvió
realizar el domingo 28 de febrero un corso de flores de despedida y entrega
de premios a los participantes. Mientras se vivía un clima de agitación
política que se mezclaba con los últimos escozores del carnaval.
Se realizaban en todo el país elecciones de diputados el domingo 7 de
marzo.
También debemos recordar que desde el 1 de mayo de 1925 y hasta el día
1 de mayo de 1928 gobernaba la Provincia de Salta el Dr. Joaquín Corbalán,
nacido en 1870 y fallecido en 1936 que tuvo como Ministro de Gobierno al Dr.
Ernesto M. Araoz; Ministros de Hacienda Don Alberto Blas Rovaletti, como Intendente
Municipal a Eduardo Arias y Adolfo García Pinto y como Jefe de Policía
a José Chavarría.
EL CARNAVAL DE 1927
EL PRIMER CORSO ORGANIZADO POR LA MUNICIPALIDAD:
1927 será el año en que por primera vez la Municipalidad de
Salta tomó a su cargo, en forma total, los trabajos de organización
de los Corsos.
Los días fijados para el desfile fueron el 27 y 28 de febrero y también
el 1 de marzo.
Posiblemente el gran éxito de los corsos de la Florida, con su marco
de público multitudinario, como así también buen rédito
económico que los corsos producían, hayan incidido para que el
Intendente Adolfo García Pinto tomase la decisión de municipalizar
los Corsos.
La primera resolución adoptada fue que el producido de los corsos sería
destinado íntegramente a la asistencia pública. Como diría
la abuela, “Por la plata baila el mono”.
Los salteños expresaban públicamente su preocupación por
el incremento desmedido de las Casas de Juego de Azar. La proliferación
de garitos y tabernas, donde el paisanaje dilapidaba sus ingresos era considerado
sumamente preocupante.
La Lotería, La Quiniela, las aristocráticas Carreras, como la
popular celebrada en canchas improvisadas, El póker, La Pinta, La Taba,
El Monte, La Ruleta, El Treinta y Cuarenta, El Ferrocarril formaban parte de
este cáncer social.
El día domingo 13 de febrero, El Valle Calchaqui disfrutaba de una gran
satisfacción. En Alemanía, en el río de su nombre, en el
primer paso del camino a Cafayate, San Carlos y Santa María se inauguró
un puente carretero. Obra construida bajo la dirección de la Oficina
Nacional de Puentes y Caminos.
El Carnaval comenzaba a embeber las actividades de los salteños y la
Sociedad Española preparaba, como todos los años, sus bailes de
disfraces. Rápidamente se procedió a la colocación de los
palcos e instalación eléctrica en los circuitos de los dos corsos
de la Capital: el de La Plaza 9 de Julio y el de la calle la Florida.
La municipalidad, encargada de la organización de los corsos concedió
los trabajos de la ornamentación al pintor Juan B. Valle.
El sábado 19 de febrero en “El Pabellón de Los Lagos”
se llevó a cabo un baile de “Cretonas” que estuvo muy animado
y concurrido.
En muchas oportunidades los corsos del Carnaval de Salta coincidieron con alguna
elección. Así a finales de febrero, en pleno carnaval los salteños
se preparaban para los comicios del 6 de marzo para proceder a la renovación
parcial de las cámaras.
En ese clima, las Tertulias y las selectas convocatorias bailables se llevaron
a cabo en las casas de las familias Alvarado Zerda, Figueroa Campero, Dávalos
Michel, en casa de la señorita Elva Rosa Arias y otra en la casa de la
señorita Nina Arias.
El corso de la Plaza 9 de Julio ocupó las cuatro calles laterales ( Caseros
- Alsina - Mitre y España). Se fijó el precio de la entrada para
coches en cuatro pesos y para autos en seis pesos. Para el Corso de la calle
la Florida el precio de ingreso para coches fue de tres pesos y para autos de
cinco pesos.
En su edición del miércoles 23 de febrero de 1927 el diario Nueva
Época, denunciaba que a tanto había llegado la corrupción
del juego de azar, que se habían instalado mesas de juego en el Pabellón
Centenario y textualmente denunciaba de que los empresarios de esa clase de
negocios no se cuidaban de decir que lo tenían todo arreglado con la
Policía, mediante el pago de tres mil pesos de coimas y que “grite
quien grite el asunto se llevará adelante”.
Si bien el Dios Momo fue recibido con la tradicional alegría, se puede
decir que a pesar de los trabajos realizados por la comuna los Corsos de 1927
no tuvieron el entusiasmo de otros años.
El sábado 27, primer día previsto para estos corsos empezó
a caer una lluvia persistente, que hizo que todos los que anhelaban divertirse
en grande para el Carnaval mostraron sus caras compungidas.
Sin embargo el domingo por la mañana el cielo, si bien no estaba despejado,
se encontraba desprovisto de amenazadoras nubes negras. Después del mediodía
apareció el sol, que por la mañana se mostraba oculto, el ambiente
tomó color y calor e invitaba al juego con agua. Hubo un gran entusiasmo
en esta diversión que declinó bastante el lunes para volver a
resurgir con toda su alegría el martes 1 de marzo.
Con respecto a los corsos afirmamos que los de este año no tuvieron el
entusiasmo de otrora. Los que se realizaron en la calle Florida estuvieron carentes
de animación, nadie sabía explicar a que se debió esto
ni tampoco la poca entrada de carruajes.
El debut de la municipalidad como organizadora de los corsos no estuvo marcada
por el éxito, y a pesar de su preocupación, como nunca, del arreglo
de las calles que fueron utilizadas como circuito de los corsos, estos no tuvieron
la alegría que caracterizaban a las fiestas de Momo.
El sábado por la noche no se pudo efectuar el corso de la calle Florida
porque la lluvia lo impidió.
Se concretaron al día siguiente, domingo, por la tarde y a pesar de que
se notaba entusiasmo, no entró ningún carruaje adornado, viéndose
solamente uno que otro automóvil o coche con ocupantes disfrazados.
Por la noche del mismo día se realizó el corso de la Plaza 9 de
Julio, que ofrecía un magnífico aspecto por la iluminación
artística, los cuadros festivos que se colocaron y los bien arreglados
palcos. Hubo animación y entusiasmo.
El día lunes por la tarde y noche hubieron corsos en la calle La Florida.
De los cuales el de la noche fue el que merece especial mención por la
alegría que reinó en el mismo.
El día martes 1 de marzo, por la tarde se realizó el corso en
la Plaza 9 de Julio donde hubo derroche de alegría y risa. Los carruajes
hicieron su aparición en este corso, admirandosé el arreglo de
varios de ellos entre los que destacamos a uno que representaba la estatua de
Güemes, otro el “Trono Persa” ; “El Rancho y sus Gauchos”.
Llamativamente desfiló un auto en el que iba el diputado nacional David
Michel Torino y el grupo intransigente, “en todos los tiempos se cuecen
habas”.
Otro carruaje destacado fue en el que viajaban “Las Presidiarias”
y “Las Malonas”.
UN BAILE DE CLASE MEDIA
Intentaremos narrar un baile de carnaval en los sectores medios de la sociedad.
Este se llevó a cabo el día domingo 27 de febrero en la casa de
la señora Mercedes P. de Nieva Cisneros, ubicada en la calle Mendoza
donde asistieron inclusive gente del pueblo y meritorios obreros.
La casa ofrecía en su interior un aspecto animado y bullicioso. Las luces
distribuidas con profusión, iluminaban todos los rincones de la amplia
vivienda, que por otra parte estaba profusamente adornada de plantas y flores.
Una orquesta, integrada por un piano, dos violines y un bandoneón ejecutaban
lindas piezas de baile. Las mesas se habían instalado en un rincón,
bajo los viñedos verdes y se hallaban flanqueados en ambos costados por
rosales en flor, de trecho en trecho lamparitas eléctricas proyectaban
luces vivas y animadas dándole un marco fantástico a ese rincón
realzado por el conjunto carnavalesco.
Fue una fiesta de disfraces y fantasía. Niños con elegantes y
vistosos trajes parloteaban con esa ruidosa sonoridad con la que irrumpe la
juventud en sus ratos de expansión; el ambiente estaba cargado de risas,
palabras picarescas y chistosas ocurrencias.
Aproximadamente a las once de la noche se inició el baile. Pasaron pocos
minutos y la animación era general, mesas ocupadas y la pista concentrando
a los danzarines mientras en rincones poéticos se veían parejitas
conversando con animación. Máscaras y mascaritas bulliciosas cruzando
en todas direcciones, se mezclaban aldeanas, pierrots, cocoliches, hadas, moros,
criollitas de percal, gauchos. Si miramos ese ambiente desde una altura prudencial
podríamos observar como una carcajada mata un llanto, una risa ahoga
un dolor; una máscara infunde realidad, mientras un antifaz ocultaba
un semblante fatigado por la lucha diaria. Pero mientras la orquesta interpretó
sus mejores canciones, nadie se acordó del rigor de la vida y encontraron
en este ambiente una precaria retribución, una especie de trueque, por
la lucha cotidiana que se desarrollaba para ganar el pan de cada día.
En la pista danzaba la María Canduela vestida de princesa oriental; Celia
Nieva Cisneros de colla boliviana; Romellia Monteros de gitana; Felisa Gómez
de trompito; Virginia López de india; Rosa Gutiérrez de pierrots;
Emilio Mercado de Carlitos Chaplín; José Serrano de Sol; José
Toledo de brujo; Pedro Judo de mosquetero; Rodolfo Peralta de tripitas y Juan
Bianco de maquinista.
Lentamente las últimas estrellas se fueron marchando, junto con ellas
los bailarines, con sus disfraces gastados y ojos fatigados emprendieron el
regreso; el carnaval les permitió, aunque más no sea por unas
horas, olvidarse de los problemas mundanos. Al fin y al cabo en unos días
más había que votar; en todo caso pensar en esas responsabilidades,
se podía hacerlo después del último desfile de corsos que
se llevó a cabo el día jueves 3 de marzo por la noche en la calle
la Florida, para recuperar el corso del día martes, que se había
suspendido por la lluvia mientras el poeta esbozaba estos versos:
¡A VOTAR !
Como ha llegado el momento
de conseguir electores
la horda de redentores
se viene como a un malón;
quieren la liberación
de turbas encadenadas
¡y una fuente de empanadas
es signo de redención!
Desean salvar a la patria
de su dolor y sus males
y van tras de sus ideales
con noble desinterés,
para evitar un revés
en nuestro turbio destino,
da Cafayate Torino
y dá responsos Valdés.
Y surgen innumerables
las víctimas del deber,
todo prometen hacer
por esta patria Argentina,
el patriotismo domina
y morirán en sus aras
Agustín Usandivaras
y el Doctor Marcos Alsina.
Con las manos enguantadas
se estrechan manos callosas,
las limusinas lujosas
arrastran sucios gañanes;
comisarios y rufianes
no esconden sus simpatías
y todas las osadías
se aceptan a los patanes.
La dulce fraternidad
parece cosa resuelta
y mientras voten, Espelta
será bueno y generoso.
Hasta el colla más roñoso
verá con animación
que le llega del Patrón
un recuerdo cariñoso.
¡Pobre Patria! ¡ Pobre Salta!
es muy negro tu destino
si solos reos y vino
tienen ellos para tí,
yo nunca desconocí
los deméritos ajenos
y siendo de los más buenos
pido el voto para mí.
Gauffín.
Algarrobo, Carnaval 1927.
¡CORRELIGIONARIOS Y MOMO UN SOLO CORAZÓN:
Queda como una anécdota del Carnaval de 1927, que una vez instalados
los palcos alrededor de la Plaza 9 de Julio, y dos días antes del inicio
del carnaval, los radicales utilizaron esa estructura carnavalera y montados
sobre un palco procedieron a la proclamación de los candidatos Irigoyenistas.
Demostrando que del carnaval a la política no hay nada más que
un paso. “Los Peludistas” madrugaron al rey Momo y en un clima de
cohetes y dianas triunfales alquiladas de alguna murga desarrollaron su acto
en el cual no estuvieron ausentes las serpentinas ni las flores.
Otro detalle anecdótico para remarcar es que la Comisión Organizadora
de los Corsos, a beneficio de la Asistencia Pública no tan solo prohibió
el juego con agua sino también castigaba con multa a los que arrojaran
serpentinas usadas. Se permitió la entrada de caballos siempre que estos
siguieran en las filas de los vehículos. El día 4 de marzo estaba
previsto un corso nocturno en la Plaza 9 de Julio y si bien asistió numeroso
público el corso no se pudo llevar a cabo por falta de carruajes.
El último día del carnaval coincidió con el día
de la elección y el Diario “El Cívico Intransigente”
satirizaba al respecto dando como una supuesta primicia la nómina de
las comparsas de disfrazados que obtendrían premios. Recordemos, que
el acto eleccionario duraba hasta las seis de la tarde y el corso se iniciaría
a horas veintiuna.
El diario decía con sarcasmo que el primer premio le sería otorgado
a don José María Decavi por su disfraz de Tanque Irresistible.
El segundo premio debería ser otorgado al Doctor C. Torino disfrazado
de pantalla peludista a media luz; tercer premio al doctor Carlos Aranda de
hombre popular; cuarto premio que se otorgaría a comparsas y disfraces
según el Cívico, correspondía a la Comparsa de Aviadores
compuesta por el doctor Ernesto M. Araoz; el doctor Paco Costas y el doctor
Cornejo Arias. Quinto premio al doctor Francisco Uriburu de lata de nafta etiqueta
amarilla; sexto premio al doctor Joaquín Corbalán de Dr. Robustiano
Patrón Costas. Séptimo premio al Dr. Patrón Costas de Gobernador;
octavo premio al Dr. Luis Linares de Padre Eterno Político.
Este mismo diario hizo referencia al fracaso de los oficializados festejos del
carnaval y planteaba que el balance del producido sería poco menos que
grotesco y que consideraba que se había gastado más dinero, en
adornos, luz eléctrica y en cuadros artísticos y al puro estilo
liberal planteaba que en este “estado criollo” , cada vez que él
intervenía en un asunto la cosa marchaba como el cangrejo.
¡QUE SIGA LA FARRA!
Los corsos de 1927, al igual que los actuales: todo el mundo sabe cuando comienzan
pero nadie sabe cuando terminan, así por causa de las permanentes lluvias
y la politiquería, los festejos que debían concluir el día
1 de marzo, llegado al sábado 19 y domingo 20 del mismo mes andaban buscando
sus últimas jornadas. A pesar del buen tiempo, dos noches espléndidas,
estos Corsos previstos constituyeron dos rotundos fracasos. Para colmo de males
en estas dos últimas jornadas la Municipalidad había dispuesto
que sus ingresos estuvieran destinados para ayudar a las víctimas de
Jujuy. Aparecieron las críticas a la decisión de la comuna de
no haber permitido que la Asociación Pro-Patria pudiera concretar los
corsos de flores que había proyectado en la calle Buenos Aires; y todos
coincidían en que Salta había quedado en una situación
risible ante la provincia hermana, pues lo que aportaría la Municipalidad
de Salta sería la suma no mayor de cincuenta pesos. Todos pedían
una urgente rendición de balance económico.
Con respecto a los cuadros y pinturas a los cuales se hacía referencia
en las críticas, corresponde aclarar que este año la comuna había
dotado al circuito de graciosos cuadros, de acuerdo a la fiesta que se celebraba.
Concretamente podríamos decir que el Intendente García Pinto fue
el precursor de la ornamentación de los circuitos del corso con lo que
hoy nosotros llamamos las pancartas carnavalescas y que los salteños
de 1927 llamaban cuadros.
En Cerrillos, la llegada de Momo fue celebrada con todo entusiasmo. Se realizaron
corsos alrededor de la plaza principal y estuvieron muy concurridos.
LOS CORSOS DE 1928
DE CÓMO SE PRETENDIÓ VIGORIZAR EL CORSO DE LA PLAZA 9 DE JULIO Y BOICOTEAR AL DE CALLE LA FLORIDA:
A partir de la inserción de la Municipalidad de la Capital como organizadora
de los Corsos Salteños tenemos, en primera instancia, dos aspectos para
el análisis; el primero es que los Corsos de la Plaza 9 de Julio recobrarán
su vigor y protagonismo y en segundo lugar, que a partir del fracaso de su primera
participación organizativa, veremos cómo lenta y gradualmente
el Corso Popular de la calle La Florida irá perdiendo gravitación,
hasta que lo hagan dasaparecer.
Este no es un análisis antojadizo, sino que se lo puede ir relacionando
con una serie de aspectos y resoluciones que se fueron adoptando. En enero de
1928 se reunió una Comisión mixta, designada por El Intendente
García Pinto, que analizó el tema de los Corsos. Resolvió
con respecto a la iluminación de los mismos, que esta sería duplicada,
y pongamos atención de que manera. El Corso de la Plaza 9 de Julio, que
solamente tenía un circuito máximo de cuatro cuadras tenía
una potencia eléctrica, en cuanto a iluminación, de cien mil bujías
en su recorrido total, (ya veremos que dentro del plan tendiente a la desaparición
del multitudinario corso popular comenzaron por achicar su circuito, que este
año tendría cinco cuadras, de Corrientes a Tucumán) con
un total de potencia de cincuenta mil bujías, es decir mayor recorrido,
mayor cantidad de gente y menos iluminación.
Los Corsos tuvieron una Comisión Organizadora presidida por Diego Zavaleta;
como Secretario a Dolindo F. Premoli; Tesorero Manuel Albeza y Vocales a Nicolás
Arias Uriburu, Julio Velarde, Emilio Kuehl y Aarón Frias.
¡PUENTE I’PALO PORQUE TE HAS IDO!
Los salteños, por otra parte, proseguían preocupados con el
Río Arias, especialmente con respecto al Puente que permitiría
atravezarlo. Se esperaba con mucha expectativa la agilización de los
trabajos para el montaje de un Puente que sustituyera al viejo “Puente
I’ Palo” . Esto acarreaba la dificultad de comunicaciones con lugares
como La Isla, Cerrillos y el Valle de Lerma desde los cuales llegaba la provisión
de artículos de primera necesidad como ser leche, verdura, carne. Para
colmo de males una torrencial lluvia caída el 7 de enero arrasó
con la única y pequeña parte del puente que la empresa en largos
meses había logrado construir, lo que despertó fuertes críticas
relacionadas a su capacidad operativa. Recordemos que a la anterior empresa
concesionaria se le habían rechazado los trabajos por la mala madera
que empleaba y se llamó a una nueva licitación, la que, en el
parecer de la gente, trabajó con mucha lentitud. La misma creciente no
solo se había llevado una parte del tramo del puente en construcción
y materiales tirados en la playa, sino también la pasarela que posibilitaba
un acceso transitorio. Dentro de esas preocupaciones el pueblo de Salta se enteraba
con mucha satisfacción que los Senadores Nacionales por la provincia
Doctores Serrey y Linares habían logrado la aprobación por las
Cámaras Nacionales de un proyecto que destinaba la suma de novecientos
cincuenta y cuatro mil pesos para obras de saneamiento y embellecimiento de
la ciudad de Salta.
Dinero que tenía objetivos concretos como por ejemplo:
Dique de toma y afloramiento en el río Arias con la consiguiente red
de canales de riego para toda la zona Oeste y Norte de la ciudad.
Obras de desagüe de La Laguna de Chartas y otros varios pantanos. Algunos
de estos trabajos habían sido ya efectuados bajo la dirección
del Ingeniero Sanitario Señor Oscar C. Pickel.
Obras de Drenaje en pozo Bravo, en la calle Caseros y en otros varios puntos,
entre otros.
Hacia mediados del mes de febrero la Empresa del puente sobre el río
Arias no daba visos de solución al problema, todo estaba paralizado,
situación que era aprovechada por los changos de las adyacencias como
para chirolear algunas monedas. Por el módico precio de diez centavos
ayudaban al paso de personas y bultos ¡De donde habrán sacado la
costumbre los changos de Villa Cristina de andar chiroleando, empujando autos
parados cuando se inunda la esquina de San Juan y Jujuy!.
LOS PRIMEROS PREPARATIVOS:
En la primera semana de febrero, la división de investigaciones de
la Policía local comenzó a emitir las boletas, permisos correspondientes
para los disfraces que participarían de los Corsos. Todos los preparativos
previos eran vividos con igual intensidad en la villa veraniega de San Lorenzo,
donde se había decidido realizar corsos de Carnaval.
El gobierno de la Provincia, en un acuerdo de Ministros, resolvió cooperar
con la suma de trescientos pesos, a los que debían sumarse otros cien
donados por el Club 20 de Febrero, también el Comercio contribuyó
con dinero y objetos para la distribución de premios.
La comisión resolvió instalar dos palcos en la calle Florida y
San Juan. Uno estaría destinado para las autoridades y el otro para la
Banda de Música. En las bocacalles se emplearon para su iluminación
cien lámparas y en la esquina de Corrientes, hoy San Martín, que
era la entrada del corso, se colocó un arco voltaico con ciento veinte
lámparas.
¡QUE LO CUMPLAS FELIZ! (CUANDO EN LOS CUARTELES SE ORGANIZABAN CARRERAS DE EMBOLSADOS):
El carnaval con su alegría embebía todos los estratos sociales e institucionales. Es llamativo poder comprobar que aún en los Cuarteles Militares, por aquellos tiempos, se practicaban una serie de actividades recreativas de raigambre bien popular. El Regimiento Cinco de Artillería Montada, acantonada en la Guarnición Salta cumplía el 11 de febrero de 1928, el treinta y dos Aniversario de su fundación. A las nueve de la mañana se llevó a cabo una Misa de Campaña, al mediodía un almuerzo especial para la tropa pero lo lindo ocurrió por la tarde y ponga atención al programa de actividades:
1- Carrera de velocidad, 200 metros (sub-oficiales casados)
2- Carrera de velocidad, 200 metros (sub- oficiales solteros)
3- Cinchada , diez hombres por batería.
4- Carrera de obstáculos cuatro soldados por batería.
5- Carrera de embolsados, cuatro soldados por batería.
6- Gallina ciega tres soldados por batería.
7- Carrera de tres piernas, cuatro soldados por batería.
8- Carga de caballería, ocho soldados por batería.
9- Gitana de la botella, dos soldados por batería montados en perros.
10- Carretilla humana, ocho soldados por batería.
11- Fútbol: primera división de Artillería y Gimnasia y
Tiro y a horas 21,30 gran baile en el Casino de Sub-Oficiales.
Como podemos observar los Cuarteles en sus festejos tenían un aire romántico
al estilo de los centros vecinales en sus primeros tiempos. Vaya a saber porque
razones nuestros Militares dejaron de lado las carreras de embolsados, tres
piernas, carretilla humana y el fútbol y se dedicaron a los Golpes de
Estado.
EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA:
Como la Comisión Organizadora de Los Corsos había dispuesto
acortar el circuito de la Florida (decisión contradictoria ya que se
la adoptó en el momento de mayor apogeo de estos Corsos) los años
anteriores el circuito había sido desde Belgrano hasta la Tucumán
y para 1928 se decidió que fuere desde la Corrientes hasta la Tucumán.
Lo cual despertó airadas protestas de los comerciantes que tenían
sus locales en la calle Florida de Corrientes a Caseros, quienes se dirigieron
al presidente de la Comisión Organizadora, Diego P. Zavaleta solicitando
la modificación del circuito, desde San Juan a Caseros, con el argumento
de que se trataba de barrios comerciales y poblados y que ellos necesitaban
la colocación de sus productos a fines del Carnaval. Le enrostraban a
la comisión, el haber contribuido con dinero, en la creencia de que el
corso pasaría por el frente de sus respectivas Casas Comerciales. La
referencia a este detalle nos permite afirmar que los corsos en Salta siempre
estuvieron ligados a los vaivenes de la Economía, la Política
y porque nó durante mucho tiempo a las decisiones de los aristócratas
capitalinos.
La Aristocracia mientras tanto se preparaba para el Carnaval a través
de sus tertulias, como por ejemplo la que se llevó a cabo el 17 de febrero
en la casa de la familia González Pérez o la del jueves 22 en
la casa del señor Ricardo Isasmendi con su baile de disfraz y fantasía;
por supuesto damos por sentado el baile “Caté” de la crema
salteña en los salones del Club 20 de Febrero.
La Comisión Organizadora de los Corsos resolvió dar respuesta
negativa al pedido de los comerciantes de la calle La Florida que solicitaban
la modificación del circuito. Los argumentos para la denegatoria fueron
lo exiguo del tiempo que restaba para el inicio de las fiestas y además
que cualquier ampliación o modificación del recorrido implicaba
mayores gastos que la comisión no estaba en condiciones afrontar por
cuanto ya había sido aprobado el presupuesto expuesto.
Según el ingeniero Kuehl el costo de las instalaciones desde Corrientes
hasta Caseros, tal lo peticionado por los Comerciantes, representaría
un gasto de seiscientos pesos, pues implicaba las siguientes erogaciones: dieciocho
guirnaldas para tres cuadras con quince receptáculos sin lámparas
a quince pesos cada una, total doscientos setenta. Doscientas setenta lámparas
de cuarenta w. a seis pesos con setenta cada una, total ciento noventa pesos.
Colocación, retiro y guarda de los mismos, setenta pesos.
Suministro de corriente, por los cuatro corsos, o sea seis horas al precio de
0,43 pesos el kilowat, total veintitrés pesos.
Imprevistos, cincuenta y seis pesos, total general quinientos noventa y nueve
pesos, que según la Comisión no podía afrontar.
Otro argumento de la Comisión consistía en que el Corso no podía
prolongarse hasta calle Caseros porque la calle La Florida era angosta, resultaría
difícil para la vuelta de los vehículos, especialmente autos y
camiones. En consecuencia el corso tendría que prolongarse hasta el Boulevard
Belgrano, y en ese caso por el largo trayecto, los corsos resultarían
deslucidos y los gastos ascenderían a ochocientos pesos.
Los Corsos de 1928 tuvieron lugar los días 19, 20 , 21 y 26 de febrero.
El sábado 18 se procedió a ensayar la iluminación en el
horario de 21 a 21,30.
El Corso en la calle La Florida debía comenzar el día 19 en el
horario de 18,00 a 20,30 horas.
La prestigiosa y numerosa Colonia Sirio Libanesa no solo había resuelto
la realización de un baile de honor de Socios y Amistades, en su local
de la calle Corrientes sino que estos paisanos Sirio Libaneses que tenían
sus Casas de Comercio en la calle La Florida en el radio de Corrientes a España,
y que habían contribuido para sufragar gastos, decidieron una especie
de boicot a los corsos e instaban a no participar. No tuvieron éxito
ya que los mismos gozaron de gran concurrencia y animación. Los salteños,
queriendo olvidar, aunque sea por breves horas, los sinsabores que regala la
vida a los hombres, se entregaron a los brazos de la alegría y la locura.
Y a pesar de que una lluvia persistente impidió la realización
del primer corso (día domingo), la alegría y la diversión
se concentró en varias casas donde se bailó con mucho entusiasmo.
EL CORSO DE LA PLAZA 9 DE JULIO:
Mientras que el de la Plaza 9 de Julio, el mismo día, desde las 21 hasta
las 24. Comenzó al día siguiente 20 de Febrero, pero solo en el
corso de la calle La Florida, pues ese día todo el circuito de la Plaza
estaba reservado para la gran fiesta en el Club 20 de febrero.
El día 21 hubo corso por la tarde en La Florida y por la noche en la
Plaza 9 de Julio. Lo mismo ocurrió el día 26 con la clausura de
estos corsos.
Los coches, automóviles, camiones, jardineras, adornadas o sin adornar
pagaron tres pesos en el corso de La Florida y cinco en el de la Plaza.
Los vehículos pagaron por noche también como concepto de entrada
la suma de treinta pesos en los corsos de la Plaza y quince en los de la Florida.
Los jinetes tuvieron completamente prohibida su entrada.
En los días subsiguientes los dos corsos tuvieron una gran afluencia
de coches y disfrazados.
En la finca “San Francisco”, casa del señor Teodoro Bejarano
se realizó un gran baile público, a través de una carpa
donde una gran concurrencia vivió una animada y entusiasta jornada durante
los días de Carnaval, en lo que vendría a ser un antecedente de
la famosa carpa del Lalo Musa.
Y el carnaval de 1928 que se caracterizó por su brillo, iluminación
y ornamentación; por una gran concurrencia de público, carruajes,
autos, comparsas, máscaras sueltas y donde el corso de la Plaza 9 de
Julio comenzó a recuperar fuerzas en detrimento del Corso de la calle
La Florida, no podía ser ninguna excepción, por eso la Comisión
de Corsos decidió que el domingo 4 de marzo se realizaría otro
Corso en la plaza principal. Ya se estaba en plena Cuaresma. Corsos que fueron
denominados de Micareme. Usted se preguntará ¿En 1928 la Iglesia
permitía corsos en Cuaresma? y nosotros le responderíamos que
ese domingo 4 de marzo, día de último corso había elecciones
de renovación parcial de La Cámara de Diputados en Salta ¿
le dice algo esto?.
LOS PARTICIPANTES PREMIADOS:
El asunto es que hubo corsos de Mi-Careme, concurrió mucha gente y
carruajes y también se entregaron los premios. El primer premio en comparsas
le fue otorgado a los “Jacquelinos” (una medalla de oro y treinta
pesos en efectivo); el segundo premio lo obtuvieron “Los Mejicanos”
(medalla de oro y veinticinco pesos). Máscaras en Carruajes: el primer
premio fue para “Castillo de la Cruzada” (un estuche relojero).
Segundo premio “Loritos” (un estuche relojero). Tercer premio “La
Ruleta”( un par de estatuas). Máscaras Sueltas: primer premio “Mulita”
( un reloj metal amarillo). Segundo premio “Oso” ( un estupendo
florero de cristal).
El primer premio de los coches adornados “Castillo de Las Cruzadas”,
perteneció al señor Gregorio Avellaneda. El conjunto “de
Los Loritos” estaba formado por las señoritas María Ester
Ruiz de Los Llanos, Ermelinda Hoyos y Elina Aguilar. También se les entregó
un artístico objeto de arte a “Las Ruletas” constituido por
las señoritas Juana Campos, Ana Mendoza, Juana Vargas e Isaula Mamaní.
Otro premiado fue “El Avestruz” del señor Benito E. Mercado.
El viernes 16 de marzo se terminó con la tarea del retiro de las instalaciones
eléctricas, palcos, arcos, etc. que formaron parte de las estructuras
del corso, ese mismo día el presidente de la Comisión Diego P.
Zavaleta anunció que durante la semana siguiente se daría lugar
a la publicación del Balance respectivo de las fiestas del Carnaval,
al igual que la Comisión Organizadora de las fiestas carnestolendas de
Salta de los años 1994, 1995 y 1996, jamás dieron a conocer ese
informe contable de una actividad que mueve mucha plata a su alrededor.
Se fue el Carnaval de 1928 y los salteños volvieron a poner su mirada
sobre las bases de lo que sería el Puente Velez Sarfield. La empresa
constructora era la UME. HNOS., y se consideraba que la construcción
del mismo estaba bastante retrasada y quedaba para los salteños el siguiente
poema:
RECUERDO DE CARNAVAL
¿No te acuerdas, Colombina,
que en un Baile de disfraz
para estar más peregrina
te quitaste el antifaz,
y tu dulce boca extraña
que en silencio yo besé;
me dió gotas de champaña
que bebiste en el “bufet”...?
Son los rápidos amores.
Como el que hubo entre tú y yo,
Serpentinas de colores
que desgarran los pierrots;
pero guardo en la memoria,
todo rosa y todo gris,
el recuerdo de esa historia
que es la esencia de París...
Yo dí fuego a tus cornices
recostado en el diván,
entre griegos y arlequines
que bailan el “can-can”
y olvidando, por ser buena,
tus temores y tu fe,
aceptaste con la cena
mi cariño y mi cupé...
¿Que me importa que hoy agraves
tus desdenes ante mí,
si te dije lo que sabes
y tu sabes lo que oí?...
Por tu honor, que así lo pide,
tengo trazas de olvidar,
más no temas que te olvidé
ni te obligo a recordar...
Son los rápidos amores,
como el que hubo entre tú y yo,
serpentinas de colores
que desgarran los pierrots,
pero guardo en la memoria
toda rosa y todo gris,
el recuerdo de esa historia
que es la esencia de París.
DE MANUEL UGARTE.
LOS CORSOS DE 1929
El país de los argentinos a partir del día 12 de Octubre de
1929 era presidido nuevamente por el Dr. Hipólito Irigoyen en representación
de la Unión Cívica Radical. La Provincia de Salta desde el día
1 de mayo de 1928, será gobernada por el Dr. Julio Cornejo ( 1874-1935),
quien lo hará hasta el 7 de mayo de 1930, depuesto por la revolución
del 6 de Setiembre. Cornejo tuvo como Ministros de Gobierno al Dr. Carlos Aranda,
Luis C. Uriburu y al ingeniero Rafael P. Sosa. Su Ministro de Hacienda fue el
Dr. Julio C. Torino. Sus Intendentes Municipales: Luis Langou- Félix
R. Usandivaras y Carlos Outes. Como Jefe de Policía ejerció Hugo
M. Villars.
A mitad del mes de enero Salta se enteraba que el cuarenta y cinco por ciento
de los conscriptos de la Armada, que fueron revisados en Tucumán y entre
los que estaba comprendido el contingente de Salta, fue declarado no apto para
el servicio militar.
Las causas de las afecciones que presentaban estos ciudadanos fueron determinadas
así:
Veintitrés por ciento mala dentadura; nueve por ciento, bocio debido
a insuficiencias glandulares y que tendían al cretinismo y otras lesiones
de menor importancia. De los revisados nacidos en Tucumán el cuarenta
y cuatro por ciento no sabía leer ni escribir; de Salta el treinta y
cuatro por ciento y de Jujuy el cuarenta y siete. Esto nos pinta un panorama
social de la región allá por 1929.
COMISIONES ORGANIZADORAS – CIRCUITO Y EL PRIMER CORSO DESARROLLADO EN LA AVENIDA BELGRANO:
Paralelamente a esto, los salteños se enteraban de la constitución
de la comisión que tendría a su cargo la organización de
los corsos de La Plaza 9 de Julio y los de la calle La Florida y además
serían los encargados de organizar el desfile de máscaras infantiles
a realizarse en el Parque San Martín.
Presidente fue designado Francisco P. Ilvento; Vicepresidente Samuel Gómez
Henriquez; Tesoreros Ricardo Solá y Nazario Amado; Secretarios Luis W.
Meersohon y Alberto Gamboa; Vocales: Angel Galarreta, Antonio Assan, Manuel
Durán Castro, Juan Berbel, Ramón Caranés, José Fernández
y Antonio Serrano.
El martes 15 de enero, en una reunión celebrada en la municipalidad,
la Comisión de Corsos resolvió después de un largo cambio
de ideas, ampliar el circuito del Corso de la Plaza 9 de Julio. Los vehículos
entrarían por la calle Mitre siguiendo por Alberdi hasta Alvarado, de
ésta hasta Buenos Aires, Alsina y España, dando una vuelta a la
plaza, para después tomar otra vez la Alberdi y repetir el recorrido
ya mencionado. Se dispuso que el trayecto de las calles de ampliación
del corso contaría con palcos y ornamentación.
Al día siguiente, en otra reunión llevada a cabo bajo la presidencia
del titular señor Francisco Ilvento y con la asistencia del Intendente
Municipal, Señor, Luis E. Langou; luego de un prolongado cambio de ideas
se designó como presidentes honorarios de la Comisión de Corsos
al Gobernador de la Provincia Dr. Julio Cornejo, al Intendente Municipal, Langou
y al Jefe de Policía Comandante Hugo de Villars. Asimismo se constituyeron
tres comisiones de Hacienda, encargadas de recolectar fondos, integrados de
la siguiente manera: Primera Comisión: Nazario Amado, S. Gómez
Henríquez, Antonio Assan y Julio Cornejo (h). La Segunda estaba integrada
por: Juan Berbel, Manuel Duran Castro, Julio Cornejo (h) y Luis Meershon. Tercera
Comisión: Francisco P. Ilvento, R. Alberto Gamboa.
La Comisión de Propaganda quedó integrada por Ramón Caramés
y Angel Galarreta.
Se resolvió llamar a licitación pública para la construcción
de cuarenta palcos, destinados a la Plaza 9 de Julio.
Se prohibió totalmente el juego con agua, decisión que fué
notificada a los propietarios de casas ubicadas en el circuito de corsos.
El Concurso Infantil de Máscaras se llevó a cabo el martes 12
de carnaval a partir de las cinco de la tarde en el Rosedal de los Lagos.
El Corso de “MI-CAREME” se llevó a cabo el día 24
de febrero a partir de las 21 horas. Esta jornada, tendrá el privilegio
de figurar en la Historia del Carnaval Salteño como el primer año
en que un corso se lleve a cabo en el Boulevard Belgrano, reiteramos éste
se llevó a cabo el día 24 y en cuyo transcurso se procedió
al reparto de todos los premios obtenidos por carrozas, máscaras y comparsas.
EL CORSO DE LA PLAZA 9 DE JULIO:
Para el corso de la Plaza 9 de Julio la comisión dispuso se coloquen
tres mil quinientas lámparas, convenientemente distribuídas para
darle mayor atractivo a las fiestas. Entre los postulantes para hacerse cargo
de los trabajos de instalación del alumbrado y construcción de
palcos, se presentaron los siguientes:
Palcos: Antonio Pereyra, Campos y Aguilera, Antonio C. Romero, Amador Hnos.
Julián Carrasco y Aserradero Fonzalida.
Alumbrado: A. D’Uva y Cía, Casa E. Paladini, Casa Villagrán
y Marrupe y Burgos.
Se aceptó la propuesta elevada por la Casa Villagrán para la instalación
del alumbrado; y para la construcción de los palcos, las propuestas de
los señores Alfredo Fonzalida, Pascual Amador y Antonio Pereyra.
Mientras tanto, en las afueras del centro, los ensayos de las diversas comparsas
habían comenzado, se destacaban “Los Jacquelinos”, “Los
Mejicanos” y “Los Piratas”.
Los corsos del año 1929 se llevaron a cabo el día domingo 10 de
febrero por la tarde en la calle la Florida y por la noche en la Plaza 9 de
Julio; lo mismo ocurrió el día lunes 11. El día martes
12 por la tarde y por la noche el desfile fue solamente en la Florida.
El sábado 16 hubo corsos solamente vespertinos en la calle la Florida.
Mientras que el domingo 17 hubo corsos por la tarde en la Florida y por la noche
en la Plaza 9 de Julio y el domingo 24 de febrero por primera vez en la Historia
del Carnaval se llevó a cabo el corso despedida en la Avenida Belgrano.
Para el corso de la Plaza 9 de Julio el precio de los palcos era por noche de
catorce pesos y por toda la temporada de treinta y cinco pesos mientras que
para el de la calle la Florida costaban por la tarde cuatro pesos, por la noche
nueve pesos y por dos noches quince pesos.
Los autos particulares pagaban por corso cinco pesos; los coches de plaza tres
pesos. Bicicletas adornadas, jinetes, sulkys pagaban tres pesos ; Carroza adornada
cinco pesos , carrozas de propaganda veinte pesos por corso respectivamente.
El comisionado general de los Corsos fue el Señor Luis V. Meersohon y
Subcomisarios los señores Mario Ovejero Paz y Eduardo Negrete.
Hubo bastante colaboración para la concreción de los corsos, entre
las que se destacan: el Gobernador Cornejo quinientos pesos, Municipalidad de
la Capital doscientos pesos, Enrique Renzi cien, Pedro Soler cincuenta, Francisco
Bum treinta, Sucesión Miguel de Los Ríos, García Hnos.
treinta, Casa Dell’ Acqua treinta, Miguel Pascual diez, José María
Solá, diez, Casa Mena cincuenta, Standard Oil cien, Jefatura de Policía
cien pesos respectivamente.
Para el lunes 5 de febrero habían quedado terminados los cuarenta y cinco
palcos mandados a construir por la Municipalidad en los Aserraderos de los señores
Fonzalida y Pereyra. Eran sólidos y de mejor estética que los
reemplazados. Eran portátiles y habían sido pintados con vivos
colores (años anteriores al no estar pintados eran cubiertos con telas).
Los premios estipulados por la Comisión Organizadora para los más
destacados en los Corsos se exhibían en las vidrieras de la Casa Plá.
En la Plaza 9 de Julio, algo parecido. Densamente concurrido pero dejando mucho
que desear con respecto al entusiasmo y al arreglo de Carruajes, que solía
observarse en otros años.
Salvo una que otra carroza adornada, el resto de los vehículos no llamó
mayormente la atención.
Lo mejor que tuvo el carnaval de 1929 fueron sus comparsas que recorrían
las calles de la ciudad: “Los Piratas Unidos”, “Los Jacquelinos”,
“Los Clowns”, “Los Dominó” y dos comparsas de
indios, una de Campo Santo y otra de la Capital.
El día martes 12 de febrero se llevó a cabo el desfile de máscaras
infantiles en los lagos ante un crecido número de público simpático
y bullanguero.
En los corsos mayores se destacó “La Jirafa”, una máscara
bien lograda.
Por disposición del Intendente Langou se resolvió concretar un
Corso extraordinario alrededor de la Plaza 9 de Julio en la noche del jueves
14, también dispuso que el sábado 16 a partir de las seis de la
tarde en el Pabellón de los Lagos se obsequió con un Lunch a los
cien niños que participaron del desfile de máscaras infantiles.
Para este corso extraordinario se notó que la iluminación fue
más potente que en las noches anteriores. El desfile de máscaras
y de carrozas fué discreto, destacándose la del “Ganzo”.
¡HAY QUE RENDIR CUENTAS!
Deben recordar ustedes que en la narrativa del corso anterior habíamos
planteado que la Comisión Organizadora se había comprometido a
dar una rendición de cuentas que jamás ganó la luz. En
1929 amplios sectores planteaban que durante el año anterior la Comisión
Organizadora había efectuado gastos y recolectado fondos por una suma
muy apreciable, tanto, que los materiales adquiridos eran para que en años
sucesivos no se tuviese necesidad de otra cosa que de la mano de obra para instalar
los palcos, adornos y lámparas eléctricas.
La comunidad observaba con atención que la comisión organizadora
de los corsos de 1929 procedió como si existieran esos elementos, y según
algunos comentarios, solo se habían encontrado algunas guirnaldas para
el alumbrado y otros pequeños adornos, la mayoría de ellos inservibles.
La Municipalidad decía no tener conocimiento de la existencia de maderas,
cables, etc. para la ornamentación de las calles y plazas y por ello
la comisión debió encargar la construcción de palcos transportables
cuyo costo era de sesenta y tres pesos cada uno.
Recién, cuando se planteó esta situación, Don Diego Zavaleta,
Presidente de la Comisión Organizadora de los corsos de 1928 salió
al cruce con un informe contable, y dijo que entre lo que se recolectó
del comercio y el producido neto de los referidos corsos se había llegado
a la suma de dos mil seiscientos pesos y no a cinco mil o seis mil como se comentaba
en el ambiente. Que con ese dinero se tuvo que hacer frente a los gastos de
alquiler de madera para palcos a la firma García y Cía.; adquisición
de ornatos, hilos eléctricos y lamparillas, cuyo total de potencia alcanzó
en los dos corsos (Florida y Plaza 9 de Julio) a trescientas mil bujías
presentando una iluminación que hasta entonces no se había conocido
en los Corsos. Que otra parte de la madera fue gentilmente cedida por el señor
Antonio Pereyra quien solo cobraba en caso de daños y desperfectos. Zavaleta
dijo que todo el material adquirido en propiedad había quedado en los
depósitos de la Municipalidad y que de él estaba usando la Comisión
actual en las nuevas instalaciones, pese a sus negativas; y que esto podría
demostrarse en el detalle de que los hilos eléctricos eran los mismos
hasta con sus carreteles. En cuanto a que hubiese vales pendientes en la Municipalidad,
dijo que su valor no excedía de doscientos pesos y el hecho debía
atribuirse a que los fondos oficiales no alcanzaban para los gastos y que esos
vales habían de canjearse con unos tirantes de quina que la Comisión
traspasó a la comuna. Aclaró, que el año anterior solo
se habían construido veinte palcos, por cuyo arriendo se cobraba diez
pesos cada uno por noche y no se llegaron a alquilar todos. Que por entradas
de autos o coches se cobró tres pesos, y se había dado entrada
gratis por una noche, de modo que en realidad los ingresos no fueron abundantes.
Terminó diciendo, Zavaleta, que conservaba en su poder (?) toda la documentación
detallada de gastos e ingresos y que estaba dispuesto a ponerla a disposición
de quien deseara conocerla, pero que de ninguna manera estaba dispuesto a entregarla
a los funcionarios, pues no le inspiraban ninguna confianza y que no podía
consentir que se dude de su honorabilidad. Cosas del Carnaval.
EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA:
La comisión organizadora había dispuesto acortar el corso de
la Florida hasta la calle San Juan (como observarán este Corso Popular
viene siendo vapuleado en los últimos años) inmediatamente se
conformó una Comisión Pro-Prolongación del corso hasta
calle Tucumán, formada por los señores Manuel R. Guzmán
y Alejandro Makluf, que recolectó entre el vecindario comprendido entre
las calles San Juan a Tucumán la suma de doscientos sesenta y ocho pesos
con cincuenta centavos, tendientes a sufragar los gastos que ocasionaría
la prolongación solicitada.
El Intendente Municipal, Langou, prometió a la comisión influir
para que el corso de calle la Florida llegara hasta la Tucumán como siempre.
La exhibición de premios, que estaba prevista en las vidrieras de la
Casa Plá no se llevó a cabo en ella sino que en los Escaparates
de la Casa Dell’ Acqua, por ofrecer mejores ventajas para la propaganda,
por estar en un sitio más céntrico y por la capacidad de sus vidrieras.
“COMPARSA DE INDIOS”
De la investigación del Carnaval y los Corsos habíamos establecido
en 1925 la presencia por primera vez de una comparsa, al estilo de las actuales,
es decir representando a una comunidad indígena.
Pero será recién en 1929 cuando podamos establecer por primera
vez datos tan importantes como el nombre de una comparsa, su cacique y algunos
de sus integrantes. Se trata de la comparsa “los Pieles Rojas”.
Provenientes del Ingenio San Isidro, Campo Santo, participó de los desfiles
de corsos capitalinos de la Calle La Florida.
Su cacique era Pablo Toledo, que en nuestro modesto criterio se constituyó
en el primer cacique de Comparsas identificado en la Historia de Los Corsos
Salteños; tenía como ayudante a M. Alvarez. Disfrazados de indios
a M. Alvarez, J. Llanos. Como Toba a J. Córdoba, A. Gutierrez, F. Burgos,
A. Toledo, S. Flores, L. Zurita, F. Farfán, J. Rodriguez, R. Avila, J.
Santillán y disfrazado como Gaucho la integraba Coronel Díaz.
Los vecinos de la calle la Florida, al sud, no estaban dispuestos a resignarse
a que se rompiera la tradición de que el corso llegara hasta la calle
Tucumán y proponían, que en última instancia se sacrificara
una cuadra de España a Belgrano, de ser necesario en el caso de que el
número de vehículos no respondiera a tan larga extensión.
Como prueba de ese sentimiento y manifestación popular dejamos constancia
de los vecinos que aportaron dinero para lograr este objetivo:
Mercedes Elías, Adela Molina, Francisco López, Ester Carrillo,
Julia Davids, José Gambolini, Dolores Morales, Vicente Villanueva, Hilario
Roano, Ricardo Alemán, Miguel Vediuno, Dolores Z. de Pissioni, Carlos
García, Candelaria de Sanchez, Benito Fernandez, Sosa del Valle, Luisa
Aguirrebengoa, Susana de León, J. A. Jater, Nicolasa Rodriguez, Mercedes
Villa, Angélica Romero, Rafael Zorrilla, José de Maíz Pérez,
Carlos Meregaglia, Clelia Arce, Clarisa Ruiz, Juan Guchea, Florentín
Torres, Daniel Anachuri, Juana de Cointi, Ecolástica Guaymás,
Carmen Rosa García, Felipe Revuelto, Juana Arancibia, Luis de Vedia,
Celestino Burgos e Indalesia Bravo.
Sobre la marcha la comisión resolvió bajar el precio de los palcos,
por noche diez pesos y por la tres noches, incluídos el de Mi-Careme
que se llevó a cabo en el Boulevard Belgrano, costó treinta pesos
en la Plaza 9 de Julio. Para el Corso de la Florida por la tarde cuatro y por
la noche seis pesos respectivamente.
El Jurado para discernir los premios estuvo integrado por Francisco P. Ilvento,
Luis Demersun, Alberto Gamboa, los directores de los Diarios “El País”,
“La Provincia”, “La Voz del Norte”, “Nueva Epoca”
y “Nueva Era”, todos diarios de la Salta de entonces.
La rendición del corso del año anterior, 1928 proseguía
dando dolores de cabeza. Diego Zavaleta tuvo que aclarar que cuando dijo que
la recaudación de dichos corsos había alcanzado a una suma aproximada
a dos mil seiscientos pesos, no tuvo en cuenta las entradas posteriores que
hacían ascender al total de la recaudación a cuatro mil quinientos
ochenta pesos. Como se observa la cosa no estaba nada clara.
Las primeras jornadas de corsos resultaron muy animadas, a pesar de que gente
memoriosa y nostalgiosa decía que en comparación de años
anteriores este carnaval había resultado semiaburrido y sus corsos muy
decaídos. Carnaval donde el juego con agua fué la característica
más sobresaliente de las fiestas, lo que en cierta manera salvó
la alegría.
Los corsos de la calle la Florida volvieron a concentrar una inmensa cantidad
de público que, apiñada en veredas y esquinas esperaba en vano
el desfile de Carruajes. Fué un verdadero y lamentable fracaso. Solo
contados coches recorrían el largo trayecto presentando la extensa calle
un aspecto verdaderamente monótono; hasta que a las horas veinte el estruendo
de dos bombas anunció que había terminado la fiesta sin que hubiese
tan siquiera comenzado en forma.
El fenómeno fue curioso pero de fácil diagnóstico; la oficialización
del tradicional corso, la serie de disposiciones drásticas adoptadas
en un sitio donde antes era libre y barata la diversión popular en la
barriada de la Banda, terminaron por ahorrar la expansión de todo aquello
tan pintoresco que se realizaba en la calle la Florida. Poco a poco se lo iba
matando al Corso Popular.
Para los que buscaban explicación al fracaso del corso de la Florida,
hubo quien dijo que el Edicto Policial fué tan rígido, ya no se
limitaba a prohibir el estallido de petardos, arrojar aguas, harina o coloretes,
tiros al aire, sino que establecía otras severas disposiciones a lo que
se sumaba la honda crisis reinante que no podían dar otro resultado de
un Carnaval triste sin orquesta, como un prólogo seguro de tristeza a
las elecciones de marzo.
La Usina Eléctrica había resuelto cobrar setenta pesos por hora
de consumo en la calle Florida y cincuenta y cinco en la Plaza 9 de Julio, destinando
de las sumas recaudadas un porcentaje a beneficio de las obras del frente del
Cementerio. ¡Qué churo! ¡A los villeros le cobraban más
caro la luz que a los del centro!.
La crisis económica era tan aguda que el juego en los Corsos había
quedado limitado a arrojarse serpentinas, que era lo más barato, siendo
raro ver tirar flores y gastar pomos como en épocas anteriores. Se evidenció
también en las diversas carpas establecidas para los bailes públicos,
en las afueras de la ciudad la gente que a ellos concurría se limitaba
a mosquetear a los pocos que adentro se divertían porque no tenían
dinero para gastar.
¡QUEREMOS BAILAR!
El sábado 9 de febrero tuvo lugar el clásico baile de disfraz
y fantasía de la Sociedad Española; el lunes 11 tuvo lugar el
baile de disfraz en las instalaciones del Club 20 de Febrero.
Hubo otro baile muy concurrido que se llevó a cabo en la casa de la señora
Celina E. de Avila y el sábado 16 se realizó el baile de carnaval
de la Sociedad Sirio Libanesa.
EL CORSO DE MICAREME Y LA ENTREGA DE PREMIOS:
La jornada llevada a cabo el domingo 24 de febrero en el circuito de la Avenida
Belgrano adquirió simpáticos contornos, como número final
de las fiestas carnestolendas y en el transcurso del cual se procedió
a hacer entrega de los premios.
Asistió un numeroso público, haciendosé por momentos imposible
el trayecto, debido al excesivo número de vehículos que entraron
y a los peatones que desfilaban por el centro de la avenida. El corso se prolongó
hasta las 0,30 horas no decayendo en ningún momento el entusiasmo en
el juego. La Comisión decidió conceder el primer premio en Comparsas
a “Los Jacquelinos” (medalla de oro donada por el Gobernador de
la Provincia).
Segundo premio en comparsas para “Los Piratas” (una artística
copa de plata donada por la Casa Durán Castro y Cía.), el Director
del Conjunto era Moisés Racedo. En cuanto a Disfraces Individuales, los
premiados fueron: Angel Marinaro “Gaucho” un reloj pulsera donado
por “Nueva Era”. Fortunato Saba “Viejo”, una estatua
antigua donada por Félix Usandivaras. Primer premio para carroza a “Las
Catorce Provincias” de Blanca Torino ( un juego de tazas donadas por la
Comisión de Corsos).
Gorgonio Avellaneda, “carroza El Cisne”, un artístico jarrón
por el Bazar Güemes. Ramón Barbarán, carroza “La Canasta”,
una araña eléctrica, donada por el Intendente Municipal, Señor
Luis Langou (Barbarán destacado en esta investigación como el
primer carrocero salteño, proseguía en actividad, brindando su
aporte a las celebraciones). René Salas, “Aeroplano”, un
plafonier.
Otros premiados fueron: Bernardo Albarracín, “Gaucho”, una
guitarra, donada por la Casa Riba. Cullén y Aboda, “Jirafa”,
un corte de casimir para un traje sobre medida, donado por la Casa Plá.
Chicas Torres, Morcillo, carroza artística, una máquina fotográfica,
donada por la Casa Villagrán. Chicas Terán y Saavedra, carroza
“El Pabellón Argentino en Sevilla”, un juego de fumar.
Dijimos que lo rescatable lo habían aportado las murgas. A continuación
les transcribimos varios de sus cánticos que le pusieron ritmo y color
a las calles de las barriadas salteñas agobiadas por la crisis económica
de 1929.
CARNAVAL
PARRANDA
¡ Oh, carnaval, carnaval!
Suena el aire rumoroso...
Danza el oso.
y con su traje de raso,
pasa luciendo el payaso
su nariz fenomenal.
¡Oh, Carnaval!
trémulo de campanillas
y brillar de lentejuelas,
y garrulas maravillas
de locuelos y locuelas.
¡Qué zaragata!
Como nube de mosquitos,
nos llueven los papelitos
por el cuello y la corbata
¡Oh, carnaval!
Tú nos pone deliciosamente mal...
La muchacha,
del brazo de su muchacho,
¡Linda chica vivaracha!
¡Que suerte la del mamarracho!
una serpentina,
detrás de tu cuerpo se va hasta la esquina.
La música de Charanga
renueva su tole, tole.
Cae una broma guaranga.
Suena un ¡ “Bravo” ! salta un ¡ “Ole”!
luces, ruídos
nos ahogan por ojos y oídos
¡Oh , carnaval, viejo zorro!
Ponte el gorro
de cocinero mayor
Trae el vino que estimula
y frié para nuestra gula,
con salsa de besos, chuletas de amor.
EL GAUCHO
¡Que salga ese Moreira,
con daga de latón!
Que baile la Moreira,
si no sabe el Pericón...
¡Ya se formó la rueda
En tus manos, paisana,
el alma se me enrieda
como el abrojo entre la lana.
Si esta sí y esta nó,
y que tome y que dé
¡El corazón me rayó
con la punta del pié!
¡Salga ese Gaucho lagaño
con barbas de tallarín!
si no sabe tomar caña,
que le sirvan pipermín...
Y en la güeya, paisana,
que el camino es largo,
su disprecio me da gana,
lo mesmo que el mate amargo.
EL CANDOMBE
¡Tamba catamba tan!
Pasan los negros candomberos...
Betún y carmín.
Sobre las motas, grandes sombreros.
Y entre los labios de berenjena,
la risa llena
con crema de chocolatín,
¡Ratachán, ratachín!
¡Tamba catamba tan!
la negra candombera,
con sus crespos tirabuzones
va destapando los corazones.
La cadera
tiene un ritmo de alucinación
los pechos son como proas,
y sus brazos dos negras boas
para extrangular mi pasión...
¡Tamba catamba tan!
¡Tatachín, tatachán!
¡Tamba catán!
cuando bailan, siembran
-Ébano en flor-
Un almizcle letal con olor
a embra.
Lujuria africana,
filtro del pecado,
que amarga y alegra
trafica manzanas
de la Eva negra.
¡Tamba catán! ¡Tamba, tamba, catán!
los negros candomberos pasando ván...
Hollín
de las hogueras de Satán.
¡Ratachán!
¡Ratachín!
¡Tan!
¡Tan!
LA SERPENTINA
La Serpentina,
en una zumbadora émbola,
se desenrula con ritmo de culebra.
La mano enguantada,
la recoge como un espiral.
Pero, por último no pesca nada,
Porque dio - Sábalo viejo - el,
no cae en tentaciones de papel.
A UNA MÁSCARA
Enardeces mi pasión,
con tu cuerpo de judía
juegas con mi corazón
de tal modo, que te mataría.
Mujer de garra ideal,
vibrante como un puñal.
Eres rubia crespa y mala,
y me has hecho mucho mal,
¡Vida Mía!
Beso la tierra que huellas
con tus delicados pies
y me embriago con estrellas
si me miras... y tu ni me ves,
¡Vida Mía!
¡Eres Yudit o eres Lía!
Un Satánico sabor
tiene tu cuerpo de trágica flor
te mataría... ¡ Y me mataría!
UN BORRACHO
-¡Que hable el ciudadano!
gritan las máscara - ¡Que hable!...
-Que hable contra el inhumano
impuesto, y contra el sable,
y el cacique que nos humilla
y el amo que nos oprimió...
El borracho se despierta y chilla:
-¡Viva yo! ¡Viva yo!
UNA PELANDOSCA
-¡Vamos a bailar, querido!
- No puedo, perdí el compás.
-Entonces, ¿a qué has venido?
¡tampoco me convidás!
¡A que cenemos!
¿Qué hacer, Dios mío?
Nada...tengo mucho frío,
hermana... ¡morir habemos!
PIERROT
Una mueca demacrada
hace la luna en el cielo
ya no te espera tu amada
con una rosa en el pelo,
¡Pobre Pierrot!...
Sin cuerdas la mandolina,
roto el traje lunaresco
si te viera Colombina
con esa facha de viejo,
¡Pobre Pierrot! ...
¿Qué fué de la mascarada,
de Arlequín y Polichinela,
y la aventura trufada
con besos y francachela,
Pobre Pierrot?
Sabes que el dolor es largo,
que el placer no es duradero.
Sabes que el vino es amargo
y que el amor es artero
¡Pobre Pierrot! ...
La luna, con cara triste,
naufraga en la solicitud...
¿Qué te has hecho, que te hiciste,
luna de mi juventud?
¡Pobre Pierrot ! ...
EN CARNAVAL
Presuroso ya Momo se presenta
trayendo en pos de sí las alegrías
la tristeza fugáz ante él se ausenta
dejando el campo libre a sus manías.
Ríe, corre, salta y al llegar
se nota en él y en su disfráz luciente
un deseo infinito de gozar
inspirando diabluras a las gentes.
Las hermosas salteñas ya te esperan
preparan también ellas sus colores,
cantan, juegan, en fin, se desesperan
por brindarte gustosas sus amores.
Despierta, juventud, saluda ansiosa
al Dios Momo que viene a divertirte,
goza con frenesí, sé bulliciosa
no dejes un momento de reírte.
Y honrad hasta el delirio al Dios Burlón;
gocemos de ebriedad enloquecida,
vengan risa, entusiasmo, ilusión,
sea un perpetuo Carnaval la vida.
El carnaval en los pagos de Campo Santo, tuvo su festejo que alcanzó
brillantes contornos, a través de un baile de disfraces que se llevó
a cabo en el Hotel del señor Humberto Mazafro, allí concurrió
lo más destacado de la sociedad de este pueblo, que lució vestidos
y elegantes disfraces de muy buen gusto.
LOS CORSOS DE 1930
CRISIS Y REYES MAGOS:
1930 es un año difícil en el contexto de la Historia Universal.
Las consecuencias de la crisis de Wall Streett que puso en jaque al Sistema
Financiero Internacional. Crisis que inclusive fue la causante central y principal
del desmoronamiento del Presidente Hipólito Irigoyen. Los cierres de
fábricas, la desocupación, la rebaja de salarios, el desabastecimiento
de alimentos y otras manifestaciones dieron lugar a una explosión social
que la Corriente Liberal de Historiadores confundirá premeditadamente
como una expresión de incapacidad administrativa por parte de los Radicales
y que dará lugar al Golpe de Estado de setiembre de 1930.
En ese clima social y político llegaba el año nuevo, y con este
el día de Reyes.
DIA DE REYES
( Cuando yo te veo correr, andrajoso,
huerfanito triste de mi calle vieja
por un mandamiento que yo no conozco
me siento más buena,
más buena... ¡ y más mala!)
***
Deja tu zapato, allí en la ventana,
cabecita triste de mi barrio pobre;
deja tus zapatos que, tal vez mañana,
encuentres en ellos la gracia de un cobre.
***
Déjalos, muchacho... El organillero
que vive en el fondo de tu conventillo,
rengueando, rengueando, con gesto altanero,
tal vez saque cinco del negro bolsillo,
o si no esa vieja que te reta tanto
pero que te quiere por sumiso y bueno
para que no llenes tus ojos de llanto
pondrá un muñequito de trapo relleno.
***
Me miras con ojos de asombro y de pena
porque no te nombro los tres reyecillos...
No te acuerdes de ello, pues sus cestas llenas
no se acuerdan nunca de los conventillos.
No te acuerdes de ellos, ni de sus maletas,
ni de sus paquetes, ni de sus borricos.
Deja ese trabajo para los poetas,
para los poetas y los niños ricos.
***
Deja tus zapatos sobre la ventana;
no pienses en nada, cabecita tuna;
deja tus zapatos que, tal vez mañana,
encuentres en ellos un rayo de luna.
***
(Cuando yo te veo correr, andrajoso,
herfanito triste de mi calle vieja,
por un mandamiento que yo no conozco
me siento más mala,
más mala... ¡Y más buena!)
Celina Estela Riganelli.
SALTA Y EL CERRO SAN BERNARDO
Desde hace 440 millones de años, es decir desde el nacimiento mismo,
viene acompañando el acontecer de la salteñidad.
Dicen los geólogos que fue durante el Período Primario o Paleozoico
cuando este territorio dejó de ser un Mar Ordocívico para empezar
a constituir el espacio geográfico que hoy se conoce como “Salta,
La Linda”.
Desde entonces esa mole de piedra y tierra que se levanta a 1458,42 metros sobre
el nivel del mar y a 284,92 metros sobre el nivel de la ciudad anda observando
y acompañando todo lo que aconteció y acontece en nuestra ciudad.
Con los años fue ganando y perdiendo amigos y quizás si pudiera
hablar, él nos diría que mas los perdió que los ganó.
Y para afianzar esta postura nos contaría quizás que una de esas
primeras pérdidas se manifestó cuando junto a su nacimiento vio
desaparecer las dulces aguas del bravío Río La Caldera, que bajando
desde lo que hoy es el barrio El Milagro atravesaba el Campo de Castañares
para venir a embeberlo desde El Gallinato hasta lo que hoy es Villa Las Rosas.
Recordaría también que el río quiso amortiguar sus penas
dejándole una vena cargada de aguas que alguna vez los salteños
bautizaron como la Zanja Blanca o Zanja Vieja, que debió sucumbir junto
a sus viejos e históricos puentes ante los embates del progreso.
El cerro fue ganando otros amigos, que de tan cariñosos lo abrigaban
dulcemente con su follaje y flores, contándose de entre las mejores amistades
los Lapachos, Tarcos, Tipas, Algarrobos y Ceibos que solían agasajarlo
con un multicolor marco florido que le ponían gala a su epidermis. Tal
véz él los contaría entre sus más entrañables
pérdidas.
Así, con el pasar de los años, hubo de adoptar una clásica
vestimenta; todo verde con un estampado de flores multicolores y se fue acostumbrando
a ser considerado como el patriarca mayor. Nunca supo establecer si su vida
se desarrolló en un marco de monotonía o convulsión.
Cuanta sorpresa le habrá causado la aparición de los primeros
hombres, pero se habrá dicho que era bastante “grandecito”
para andar asustándose. Los habrá observado tomar posesión
en el Tambo del Inga, en los alrededores de la Laguna de Chartas, en el territorio
de Bella-Vista, en las cercanías del Arroyo del Arenal y en tantos otros
lugares. Cuantas lágrimas habrán derramado sus ojos milenarios
cuando se encandilaron con el brillo de Yelmos, Arcabuces y Cotas portados por
hombres que venían a desalojar a sus primeros vecinos. Desde entonces
nada fue igual, todo fue distinto. Desde 1535 lo avistaron ojos europeos y en
1582 le aposentaron a sus pies una ciudad como él nunca antes había
conocido.
A quién habrá apoyado cuando los indígenas pretendieron
socavar las bases de los asentamientos. Solo él, con su silencio, puede
atestiguar sobre la barbada figura de Hernando de Lerma habitando su rancho
en Extremaduras. De la bravura de Silpitople, sucesor de Juan Calchaqui poniéndole
cerco al villorio en 1589 dejando como secuela de su frustrado ataque a un santo
que cobrará sueldo de capitán por más de doscientos años
y los óleos necesarios para que el cerro fuera bautizado con el nombre
de “San Bernardo”. Porque solamente él podría desenmascarar
a los que hicieron caminar por sus faldas al Santo declarado Patrono de la Ciudad
con una narrativa calcada en 1589 y en 1701. Como al cacique Juan Calchaqui,
nadie le preguntó su opinión para bautizarlo, al indio lo llamaron
Juan y a él San Bernardo y los mismos que empaparon su mollera con sus
óleos comenzaron a dinamitarlo para quitarle lajas, piedras y machetes
en mano le talaron a sus hermanos floridos para convertirlos en leñas
de mil fogatas y con cada trozo de su cuerpo cubrieron calles, cimientos de
casas y catedrales, cercaron campos y construyeron durmientes para extender
las vías de ese carromato tirado de a caballo que transportaba gente
y lo llamaron Tranway.
Como un venerado fantasma intemporal anduvo observando la miseria de los nuevos
habitantes. Los mismos que ahorraban plata para comprar blasones y títulos
nobiliarios, a los que lustraban con alcurnias y prosapias. Los que ganaban
las calles espantados y en paños menores cuando la tierra temblaba y
también en otras circunstancias como por ejemplo cuando Felipe Varela
decidió visitarlos por unas horas.
El fue testigo de la construcción del Cabildo y también de su
venta. De los desbordes de las embravecidas aguas del Río Primero, del
Tagarete de Tineo y también de sus disecaciones.
Hasta la llegada del Cólera en 1886/87 pudo ufanarse de haber preservado
su virginidad. Todavía podía mostrar su vestimenta inmaculada.
Pero será a partir de este acontecimiento que todo girará alrededor
de una convulsionada voragine y las cosas cambiarán bruscamente. Después
de la muerte, llegó “el progreso”. Se disecaron los pantanos
y lagunas. Se talaron bosques. Se creó una nueva cárcel. Llegó
el primer tren. La primera bicicleta comenzó a recorrer las calles empedradas
con piezas de sus canteras. Llegó la luz eléctrica para desvelar
su hábito nocturno y a partir de 1898 comenzó a acostumbrarse
a que los salteños convirtieran su Plaza Principal en una Salamanca para
los carnavales. Pero él sabía perfectamente que ante tantas cosas
raras los ojos no tardarían en posarse en su imagen. Así “de
puro agradecido” alguien creyó que era “justo” clavarle
en su testa a partir del 1º de Enero de 1901 una cruz de 800 kilogramos
de peso y años más tarde, finales de 1903, un Cristo Redentor
que pesa dos toneladas, de bronce. Por supuesto que todo esto conllevaba la
construcción de un camino, que en primera instancia se trazó desde
lo que hoy es el Sporting Club hasta su cima hasta que, allá por 1926,
se comenzó a planificar la construcción de otro que permitiera
el acceso de vehículos por el extremo sur.
A fines de enero de 1930 volvió a tomar cuerpo la idea de hermosear el
cerro San Bernardo, mediante un camino para automóviles hasta la cumbre
del mismo que según un cálculo hecho por la oficina Técnica
Municipal costaría aproximadamente setenta mil pesos. Se comentaba que
el Gobierno de la Provincia iniciaría gestiones ante el Ministerio de
Obras Públicas de la Nación a los fines de concretar la obra.
Ya durante la Intendencia de Adolfo García Pinto, por iniciativa del
Presidente del Consejo Deliberante , Ceferino Velarde, se proyectó un
camino de circunvalación a la cima del pintoresco Cerro, aceptandosé
un acabado trabajo de que fué autor el Ingeniero Ciufit, ex Jefe de la
Oficina de Obras de Salubridad Local.
Obra que fue inaugurada el 20 de Febrero de 1933 y cuyo asfaltado se logró
entre el 24 de Febrero de 1971 y Diciembre de 1972. La construcción de
ese camino pareció abrir las tranqueras a la locura. Una locura propia
de lo más irracional de los racionales y así tuvo que soportar
las andanzas del “Loco Castro”, “El Fushila”, gitanos
que aspiraban engrosar sus cuentas con el bronce del Cristo; comerciantes que
creyeron ver en ese mismo Cristo la plataforma o vidriera necesaria para promocionar
sus productos, como la que realizó en la década del ‘50
Don Carlos Pagliari.
Así, entre tantos recuerdos alguien creyó necesario fijar su día
de cumpleaños y todos estuvieron de acuerdo en que éste fuera
establecido el 3 de Mayo de cada año, fecha que los salteños marcaron
a fuego en los almanaques del afecto, como El Día del Cerro. De cómo
se llevaban a cabo estas celebraciones, hablaremos en la próxima edición,
como también lo haremos de otras actividades, que con el tiempo lo fueron
hiriendo de muerte; porque como dicen nuestras queridas vecinas “Hay Amores
que Matan”.
LA CELEBRACIÓN DEL DÍA DEL CERRO:
Hablar de la celebración del Día del Cerro implicaba para muchas
generaciones de salteños un acontecimiento muy especial. Tanto que requería
de preparativos particulares. Desde una semana antes todos los ámbitos
del quehacer cotidiano se veían convulsionados en comentarios. Los chicos
en las escuelas, los empleados en las oficinas, los parroquianos en bares y
el resto de la población en las plazas, almacenes y tantos otros lugares
comentaban respecto de estos preparativos. Al igual que la celebración
del carnaval, el Día del Cerro era una convocatoria donde las diferencias
sociales quedaban señaladas de hecho. Valían lo mismo ricos y
pobres, funcionarios y obreros, enterradores y cantores.
Fueron celebraciones que conformaban parte del presupuesto familiar. Los ahorros
se realizaban tendientes a adquirir “pilchas” y víveres para
la jornada. Los cantores ensayaban un largo repertorio de canciones a través
de las cuales esperaban lucirse el día señalado. Los músicos
templaban cajas, guitarras y bombos, instrumentos infaltables para estas ocasiones.
Alguien dijo que “la organización vence al tiempo”, por lo
tanto nadie descuidaba detalles y todos los aprestos eran planificados. Se debía
hablar con el “cochero” y pedirle precios para el traslado del conjunto
de elementos que requería toda una jornada fuera del hogar; otros trataban
de congraciarse con el vecino dueño de una “chata” o camión.
Más que nunca se hacía necesario una visita al compadre para organizar
la jornada y tratar de compartir los gastos de la adquisición de víveres,
el traslado de los bultos y de más esfuerzos.
Para mucha gente la noche anterior al día del cerro tenía grandes
semejanzas con la Noche de Reyes Magos. Quizás a diferencia de que los
pequeños no colocaban sus zapatos al pie de la cama en la espera de Melchor,
Gaspar y Baltasar, sino que en esta oportunidad sus calzados acompañaban
la presencia de la pelota, el balero, los trompos, figuritas y hasta de algún
barrilete que conformaban parte de “la Artillería” necesaria
para tan especial circunstancia.
Todos se entregaban al sueño reparador en forma temprana, pues con las
primeras luces del alba las familias conformaron parte de las grandes caravanas
que se encaminaban hacia el objetivo prefijado: el cerro.
Hacia allí marchaban las siluetas de abuelos, tatas, compadres, vecinos
acompañados de perros, loros y cuanto otro bicho pudiera llevarse.
Era una Salta noctámbula y misteriosa en pleno movimiento. A la escasez
de luz artificial la complementaban las luces intermitentes de linternas y lámparas
a kerosene que semejando a tucu-tucus quebraban la densidad de las sombras y
acompañaban el rumoroso paso de las multitudes. Así los primeros
fogones y el rumoroso vocinglerío le daban al cerro y a su zona circundante
un marco multicolor que sorprendía a las primeras luces del día
y lo acompañaría durante la jornada.
Los que no habían podido concurrir solían ganar los patios de
las casas y de tanto en tanto depositaban sus ojos en la lejanía “tanteando
pal lao del cerro” en el intento de deleitar sus ojos con el espectáculo
que a la distancia adquiría contornos propios. El cerro se constituía
entonces en el punto neurálgico de la convocatoria. Allí todos
eran señores. Borrachos, cantores, poetas, lanceros, viboreros, adivinadores,
coleros y rezadores tinían tanto status como el Sr. de prosapias adquiridas
con mucho tiempo, blasones o en abundosos monederos.
Sin conformar parte “del primer mundo” el cerro había estructurado
su propio marketing. Nadie se escondió en los recovecos conceptuales
de la propiedad privada. Todo era público. Solo había que llegar
primero, elegir el lugar y compartirlo de la mejor manera con los circunstanciales
vecinos que tenían las mismas apetencias: destinar todo un día
en familia en las faldas de un querido amigo: El Cerro San Bernardo.
Mientras los grandes desembarcaban con sus bártulos (cuidando especialmente
que las damajuanas se sintieran cómodas y ajenas a cualquier posibilidad
de daño) los chicos colaboraban buscando champas y palillos que permitieran
el encendido de la fogata.
De pronto ya nada era igual. Todo era increíblemente diferente. Lleno
de voces, cantos, humaredas. Ningún pintor podría haber inventado
tal paisaje. Esto era solo producto de la convocatoria y la algarabía
popular. Los niños se deleitaban trepando, saltando, subiendo y bajando
escarpadas laderas, creando, de tanto corretear, nuevas sendas para acortar
caminos a cuesta de grandes medallones y moretones que lejos de constituir un
agravio conformaban parte de las grandes condecoraciones que atestiguaban la
batalla librada. El paisanaje mayor había planificado los mínimos
detalles. Quienes harían primero el Viacrucis sin alterar el cronograma
de actividades. El mate cocido con poleo aromatizaba los corazones desde temprano.
El bollo con chicharrón deambulaba de mano en mano y adobaba los sueños
de la gente pobre. La humareda no solo hablaba de un campamento, sino que elevaba
hacia los cuatro puntos cardinales un mensaje lleno de capitas, dulces de cayote,
rosquetes, mientras una olla de barro guardaba celosamente el postre que agasajaría
a tantos paladares alimentados con manjares tales como el Anchi, la Mazamorra
y el Queso I’Cabra con miel.
A nadie le importaba si el que cantaba tenía buena voz o si era un eximio
ejecutante de la guitarra o simplemente un rasgador de circunstancias. La gente
que bajaba por estrechos senderos y que provenía del Viacrucis ya había
pedido los perdones necesarios y suficientes no solo por los pecadillos desparramados
durante el año sino especialmente por los que iban a desarrollar entre
tanto asado, vino, mate cocido y canto.
De que película robaron esa imagen donde un señorito de traje,
moñito y sombrero copita intentaba mantener el equilibrio apoyado en
su bastón, cuantos niños “disparados a mil por hora”
esquivaban árboles, viejas y perros y en enloquecido frenesí levantaban
la polvareda suficiente para que los viboreros pudieran “armar el círculo
donde curiosos adquirían mil ungüentos.
Nada de esto captó la televisión ni fue trasmitido vía
satélite. Todo quedó grabado en las retinas de generaciones perdidas
en el largo túnel del tiempo.
El desarrollo urbano y el crecimiento vegetativo de la población sumado
a una serie de elementos que “el progreso” agregó a las actividades
cotidianas (envases de vidrios, plásticos, cartón, pilas etc.)
constituyeron una especie de bomba de tiempo encendida en contra de nuestro
querido cerro.
Desde la fundación misma de la ciudad la explotación de sus canteras
de lajas y piedras constituyeron un serio problema a pesar de que años
posteriores se habilitaron dos nuevas canteras (la de Tres Cerritos y la Pedrera)
el daño fue irremediable. Muchos edificios históricos atestiguan
este aporte y explotación (el Cabildo Histórico-la Catedral-la
Iglesia de La Viña-Convento de San Francisco...). A esto se le sumó
la irracional explotación de la que fue objeto por parte de los leñateros.
Las recuas de mulas transitaban las calles de Salta con sus cargamentos de leña
rescatados de nuestro querido cerro. Muchas generaciones suplieron la ausencia
de gas, cocinas a kerosene y otros adelantos con las viejas cocinas de leña,
braseros y fogones que obligaban a una desorbitada explotación de nuestros
bosques y cerros. El 2º de Octubre de 1936 se sancionó la ley Nº
1649 que gravaba con un impuesto la explotación y transacción
sobre bosques, estableciendo en lo referente a leña, un impuesto de 0,20
centavos por tonelada de leña campana, 0,05 centavos por tonelada de
leña fagina, mientras que para las maderas en viga, rollizos y cáscaras
establecía un impuesto de 0,60 centavos por tonelada de cáscara
de Cebil igual impuesto correspondió a la tonelada de Quebracho Colorado,
Quina, Lapacho, mientras que la tonelada de Cedro Crespo, Cebil Moro, Pacara,
Tipa, Quebracho Blanco, Nogal y otras maderas no especificadas, el impuesto
correspondiente era de 0,70 centavos.
Hoy en día nuestro cerro soporta tremendas mutilaciones, debido a la
construcción de viviendas que poco a poco van poblando las faldas a pesar
de las normas de construcción vigentes que deberían impedirlo
y que son permanente y misteriosamente avasallados.
El poeta Juan Carlos Dávalos en su libro “Los Buscadores de oro”
(1928) con el título de El Cerro San Bernardo nos dice: “... Estrechos
senderos trillados por las cabras y los leñadores reptan hacia las cumbres,
buscando las pendientes menos costosas. Se los divisa desde la plaza...”.
El poeta en su libro “Salta, su alma y sus paisajes” (1947) nos
pinta un panorama de esta explotación a través de su poema “Un
Leñador” que en un fragmento dice: “Bajando del cerro, a
cuestas/ trae un horcón de lapacho/ lo saludo y en el suelo/ su carga
ha depositado”. Por nuestra parte en el libro “El Ultimo Poema”
hemos inserto un trabajo titulado “Salta” en algunos de cuyos versos
dice: “Tierra confundida en dulzura/ emocionado/ mi corazón canta/
al contemplar tanta hermosura/. Desde el cerro San Bernardo/ te confieso tierra
querida/ he comprobado en la lejanía/ eres lo más precioso/ de
mi bendita Argentina”.
COMISIÓN ORGANIZADORA DE CORSOS Y LOS PRIMEROS PREPARATIVOS:
El día lunes 10 de febrero de 1930, mediante un decreto de la Secretaría
de La Municipalidad se confirmó la Comisión de Corsos que tendría
a su cargo las diligencias preliminares a la realización de los mismos
y de la recaudación de los fondos, cuyos sobrantes serían nuevamente
destinados a la Asistencia Pública; componían dicha comisión:
Pedro F. Campilongo, Brígido Zavaleta, David Schiaffino, Alfonso Figueroa,
Ramon Caramés, Virgilio García, Idelfonso Fernández, Alejandro
Mackluff, Hugo Romero, Jorge V. Sly, Ricardo D’ Angelo, Carlos Arias Aranda,
Ernesto Centeno Boedo, Timoteo Alvarez, N. Lérida, Arturo Gambolini,
Arturo Prinario, José María Gallo Mendoza, Ángel Abraham,
Antonio Serrano, Florentín Torres, José Fernández, José
Chaud, David y Felipe Páz, Nazario Amado, Germán Alcobet, Ángel
Galarreta y Armando Castillo.
En tanto los cerrillanos trabajaban con entusiasmo para la organización
de un Corso y dos Bailes de Disfraces.
Nuevamente las elecciones, previstas para el día 2 de marzo, estaban
totalmente emparentadas con las actividades carnestolendas; había quienes
proponían la suspensión de la organización de los corsos.
Pero la comisión organizadora no solo confirmó su realización,
sino que fijó fecha de reuniones los días lunes, miércoles
y viernes a horas veintiuna y treinta en el local del Consejo Deliberante.
Fueron designados Presidentes Honorarios: Dr. Julio Cornejo, Dr. Carlos Oustes
y Comandante D. Hugo M. de Villars.
La Presidencia de la comisión fue para David Schiaffino; Vicepresidente
fue designado Ramón Caramés; Secretarios Germán N. Alcobet
y Ángel Galarreta; Tesorero Timoteo Alvarez; Revisor de Cuentas Florentín
Torres y Delegado de la comisión al departamento ejecutivo José
F. Campolingo.
La Comisión de Ornatos recayó en los señores Ricardo D’
Angelo, Ángel Galarreta, Jorge Sly y Ángel Abraham.
Arturo Gambolini presidió la Comisión de Propaganda y también
la comisión especial para la adjudicación de premios a los disfraces
infantiles.
EL DESARROLLO DEL CORSO POPULAR:
Para los corsos de la calle La Florida se fijó el circuito comprendido
entre las calles Alvarado a Tucumán y el desfile se llevó a cabo
los días 3 y 8 de marzo de 21,30 a 1 y los días 4 y 9 de marzo
desde 18 horas a 20,30.
Al igual que el año anterior la comisión, en los días previos
al corso decidió bajar los precios para coches, autos y carrozas.
Los Corsos de la Florida prosiguieron en plena etapa de decadencia. Estos, de
1930, fueron demasiado pobres en relación a años anteriores, y
que habían dado motivo a bautizar a esta calle como “De la Alegría”.
La oficialización de este corso proseguía dando resultados negativos
y ya era mucha la gente que elevaba sus voces para que dejaran en plena libertad
al público para la improvisación de su expansión.
EL CORSO DE LA PLAZA 9 DE JULIO:
Tuvo por circuito las calles circundantes a la histórica Plaza 9 de
Julio y por Alberdi desde Caseros a Urquiza, aprovechando la “Vía
Blanca”. Es el segundo corso de la Plaza 9 de Julio que rompe su tradicional
circuito y se llevó a cabo los días 2 , 4 y 9 de marzo desde las
2l,30 hasta las 1 y el lunes 3 desde las 18 a 20, 30 horas. Como se aprecia
la Comisión Organizadora intercambiaba días y horas para evitar
la superposición de los Corsos.
Cada disfráz, se decidió en primera instancia, tendría
que pagar cincuenta centavos por toda la temporada de los corsos. Ya veremos
en que terminó el asunto.
Los autos y coches abonarían dos pesos por corsos de la tarde y tres
pesos a la noche. Los camiones, carros y carrozas pagarían por la tarde
tres pesos y por la noche quince pesos. Los vehículos de propaganda por
la tarde diez pesos y a la noche veinte pesos.
Los vendedores ambulantes pagaban cincuenta centavos por corso, los que tenían
puestos fijos pagaban dos pesos.
Con respecto a los palcos particulares se abonaba diez pesos por toda la temporada
y por los palcos municipales treinta pesos. Si se deseaba alquilar un palco
para presenciar el desfile de un solo corso se debía pagar diez pesos.
El palco oficial, que fue soberbiamente arreglado estuvo ubicado en la esquina
de las calles Caseros y Mitre.
Se prohibió el juego con agua durante las horas del Corso, los infractores
eran detenidos y sancionados con multa.
Los contraventores al tráfico eran castigados con la expulsión
del vehículo más una multa.
La decisión de pretender cobrarles cincuenta centavos a las máscaras,
produjo tal revuelo, que la Comisión Organizadora dio marcha atrás
y aclaró que ese importe solo se le cobraría a los Vendedores
Ambulantes de serpentinas, pomos y demás artículos de diversión.
Preocupaba por entonces la proliferación de bailes públicos carnavaleros,
la Prensa en especial, llamaba la atención a las autoridades sobre el
ilegal ejercicio de la prostitución de menores de edad a cargo de los
“Caras Blancas o Caras Lisas”. Parecía contradictorio, que
la policía, en cumplimiento de los edictos policiales, se multiplicara
en perseguir a los chiquillos que andaban tirando baldadas de agua en las alegres
fiestas de barrio e interrumpir el corso por infracciones sin mayores consecuencias,
mientras la prostitución y el libertinaje tomaban grandes proporciones.
El ejemplar del diario “Nueva Época” del viernes 28 de febrero
da cuenta de una interesante noticia relacionada con el descubrimiento de documentación
histórica. Decía:
“Accidentalmente nos hemos enterado del hallazgo de numerosos documentos
históricos de una autenticidad a toda prueba, los que se encuentran en
poder de un propietario de Hotel de una villa cercana a la ciudad, quien, ante
nuestro requerimiento, nos lo enseñó pero guardando el secreto
de la forma como los obtuvo, limitándose a decirnos que se los obsequiaron.
Se trata de cartas auténticas del General Manuel Belgrano, relacionadas
con su Campaña del Norte. Algunas son de carácter sentimental
y hablan de un poco feliz idilio amoroso del vencedor de Tristán. Una
de ellas va acompañada de un mechón de cabellos rubios que Belgrano
envía como recuerdo a la dama de sus ensueños. Una carta de la
señora de referencia, dirigida a Belgrano, le habla de amistad y admiración
y termina negando al general toda esperanza de amor.
Posee también la persona a que aludimos, cartas del general Güemes
y una dentadura postiza de este, que iba dirigida a Tucumán para ser
arreglada y que es de suponer no volvió a poder del jefe de los gauchos
a causa de los inconvenientes de la guerra.
Hemos visto una serie de vales libres de deudas que hacían referencia
a la Campaña del Ejército Patrio, conciliados por los mismos comerciantes
en actos de desprendimiento en favor de la causa emancipadora.
Existían, asimismo, viejísimos papeles remontados algunos a dos
siglos y entre los que se destaca un libro cuyas tapas en fino cuero, por la
dedicatoria que lleva, hace suponer que fueron confeccionados con piel humana,
acaso la de un adversario quien pagó con la vida sus desmanes.
El feliz propietario actual de tan importantes documentos, piensa ordenarlos
prolijamente para luego venderlos a quien tenga interés en ellos...”
En este tráfago de acontecimientos el clima electoralista había
posibilitado los predios necesarios para la instalación de carpas de
bailes y canchas de taba cerca de la Iglesia Parroquial de la Merced, lo que
fue considerado una falta de respeto a la autoridad eclesiástica y a
la dignidad administrativa.
La comisión dispuso que el corso de Mi-Careme (significaba media Cuaresma)
se llevara a cabo en la noche del domingo 16 de marzo en la Vía Blanca
o sea calle Alberdi desde Caseros a Urquiza.
El corso de la Plaza 9 de Julio, al contrario seguía su escalada de repunte.
Se vió sumamente animado repleto de vehículos cargados de señoritas,
jóvenes, caballeros y niñas en un marco de alegría, serpentinas,
flores, confites, pomos y al final agua en gran abundancia.
Las comparsas estuvieron presentes con gran bullicio, pero la atención
del público se polarizó en las originales máscaras sueltas,
entre las que se destacaron un notable elefante con sus dos conductores que
lo contenían cuando amenazaba a enfurecerse; un cabezón enorme
que metía miedo a los chiquillos y alegraba a los mayores; un niño
figurando un reloj despertador, una cuadrilla de árabes del desierto.
EL PRIMER CORSO INFANTIL
DE LA PLAZA 9 DE JULIO
Vimos como durante 1929 se había concretado un exitoso Corso Infantil
en Los Lagos del Parque San Martín. Durante 1930 la Comisión Organizadora
de los corsos decidió que el concurso de máscaras infantiles tendría
lugar el domingo 8 de marzo a partir de horas dieciséis treinta en la
Plaza 9 de Julio y se instituyeron los siguientes premios:
Premio de Honor: primero medalla de oro; segundo bombonera; tercero muñeca
lency. Disfráz de Fantasía: primero una muñeca lency; segundo
un muñeco elefante; tercero un trencito; cuarto una grúa. Traje
Regional Argentino: primero un muñeco lency; segundo un payaso músico;
tercero un perrito. Traje Regional Extranjero: primero un oso; segundo un payaso;
tercero un autito. Caracterización libre: primero una muñeca;
segundo un muñeco; tercero un muñeco; cuarto una polvera.
Se puede afirmar que fue una hermosa fiesta de los niños. Una enorme
cantidad de público se aglomeró a los alrededores del palco oficial
siendo impotente la policía, secundada por personal municipal y particulares
para poder ordenar el desfile, que en última instancia, se hizo así
más alegre, al quedar menos reglamentado. No faltaron por supuesto los
papás y las mamás que protestaron los fallos del jurado que se
expidió otorgando premios entre otros a los siguientes niños:
Violeta Franco, Cruz Prat, Rene Masciarelli, Gladis Moyano, Susana Torino, Sofía
Alvarez Leguizamón, Pascual Ascensio, Betty Ugarriza, Arturo Figueroa,
Raul Alberto Rodriguez, María Valdéz Martinez entre una cantidad
impresionante de niños.
EL BALANCE DE LAS CELEBRACIONES:
Hasta antes de los corsos de Mi-Careme, los de la Comisión Organizadora
andaban chochos de la vida, lo recolectado alcanzaba a cuatro mil dieciséis
pesos con un egreso por gastos, hasta ese momento de dos mil ochocientos pesos.
Hacia la mitad de marzo se pudo saber que los dos corsos (Plaza 9 de Julio y
Calle La Florida) tuvieron en conjunto un ingreso de 5173,50 pesos. Descontado
los gastos se calculaba que aproximadamente tres mil pesos podrán ser
destinados a la Asistencia Pública y se solicitaba que los mismos fueran
destinados para la adquisición de una nueva ambulancia, pues la que existía
se había destruido en parte en un reciente accidente callejero.
En términos generales, como no cabía de otra manera, en el marco
de la crisis que azotaba al mundo, se puede decir que el carnaval de 1930 fue
bastante deslucido donde fundamentalmente predominó el juego con agua
en las calles, las cuales, como pocas veces, estuvieron carentes de máscaras,
salvo unos cuantos chiquillos que por las noches recorrían algunas vías
de la ciudad.
Los Corsos, tuvieron mucha concurrencia pero poca participación de carruajes,
la mayoría eran autos oficiales, los que no pagaban derecho de entrada,
para colmo de males y siempre tendiente en una línea de desprestigio
del Corso de la Florida el día lunes 3 de marzo se lo suprimió,
efectuando inconsultamente en su reemplazo el desfile en la Plaza 9 de Julio,
lo que determinó justas protestas del vecindario y el comercio de la
citada calle, que había colaborado para los gastos de la organización
del mismo.
Para que no queden dudas del boicot que era víctima el Corso Popular
por parte de las autoridades municipales, en una de las jornadas la policía
arbitrariamente ordenó el cierre del comercio perjudicando a éste
pues le impedía vender el stock de artículos de Carnaval.
A ninguno de los dos corsos se presentaron carrozas adornadas dignas de atención.
El domingo 9 de marzo, en la calle Dr. Julio Cornejo del pueblo de Campo Santo
se llevó a cabo la última jornada de los corsos de carnaval, organizados
por la Comisión Vecinal, el que debido a la temperatura desapacible y
amenaza de lluvia tuvo una exigua concurrencia de carruajes y la tristeza de
un ambiente frío, siendo casi nulo el juego.
Así se fueron los festejos de 1930. Queda para remarcar el hecho de que
fue realizado alrededor de la Plaza 9 de Julio por primera vez un corso infantil
y que al circuito de la Plaza, por segunda vez se le sumó la Vía
Blanca, es decir que se extendió por Alberdi en primera instancia hasta
la Urquiza, pero al final se lo extendió hasta la calle Corrientes (San
Martín, que por ser más ancha facilitó el movimiento de
los vehículos en la vuelta).
Al día siguiente del último corso los salteños que marchaban
rumbo a sus trabajos podían observar que los montones de serpentinas
ardían , despidiendo un humo espeso que ascendía perezosamente
hacia el espacio en esas mañanas diáfanas y luminosas de nuestra
serena Salta. Por allí alguno tendría la suerte de encontrar un
ramito de flores entre el conjunto de tirillas de papel multicolor, esas mismas
serpentinas que desenroscadas, y luego de una elegante trayectoria, habían
quedado embebidas en el perfume de la mano que las había arrojado. Quien
sabe si alguien, por allí no tiene guardado como una reliquia, disecadas
ya, algunas de esas flores, que mustias evocaran la ilusión de los tiempos
idos. Allí anduvieron nuestros abuelos trabajadores y soñadores
transitando esas calles que después nos albergarían, sin saber
quizás que las páginas de la Historia se preparaban para contar
que estaba próximo el primer Golpe de Estado del País de Los Argentinos.
El diablo había quedado suelto.
EL CARNAVAL DE 1931
El Gobernador Julio Cornejo, depuesto por la revolución del 6 de setiembre
de 1930, fue reemplazado por el Coronel Ernesto Day, desde el 7 hasta el 22
de setiembre de 1930, en calidad de Delegado Revolucionario. A partir de ese
día y hasta el 30 de junio de 1931 ejercerá el poder de facto
el General Gregorio Velez.
Ejerció la intendencia de la capital, en 1931 el Señor Avelino
Araoz, se hizo cargo de la misma el día miércoles 7 de enero.
Se ocupó con urgencia de un peligro que amenazaba a la ciudad que era
el desbordamiento del Río Arias. Salta estaba convulsionada por los terremotos
ocurridos en la Poma. Enero fue un mes de muchas lluvias, por lo tanto era mucho
el trabajo que debía desarrollar el Jefe de Obras Públicas de
la comuna señor Julio Velarde, el Secretario Señor D. Premoli
y el ingeniero Jefe de Departamento de Obras Públicas de la Provincia
Nolasco F. Cornejo.
EN MEDIO DEL TERREMOTO NOS PREPARAMOS PARA EL CARNAVAL:
El clima social y económico no era el mejor, sin embargo se adoptaban
recaudos tendientes al festejo del carnaval. El jefe de policía daba
a conocer el viernes 9 de enero el Edicto de Carnaval por el cual se establecía
que el juego sería permitido los días 15, 16, 17 y 22 de febrero.
Se prohibió el uso de caretas o antifaces, el juego con líquidos,
cohetes, bombas de estruendos, petardos, balas de papel y varitas simples. No
se permitió el uso de trajes militares, sacerdotales y policiales, ni
tampoco la caracterización de personajes políticos. Los disfrazados
de Comparsas no podían usar distintivos políticos. Los infractores
serían detenidos y sometidos a proceso como autores de desmán
y desorden.
La Policía instaba a la población a exteriorizar en el carnaval
“Alegría Espiritual y Culta, para lo cual no habrá limitaciones”
. Y en su artículo sexto amenazaba explícitamente cuando decía:
“este edicto se expide bajo el imperio del Estado de sitio y de La Ley
Marcial con juzgamiento rápido y severo en todos los casos de infracción”.
Al terremoto de La Poma, a mediados de enero se le venía a sumar la fuerte
tormenta que azotó Orán, que también se vio violentamente
sacudida por un temblor.
Los golpistas en el poder, decidieron prohibir terminantemente las carpas y
los bailes públicos, se prohibió “la reprochable costumbre
de echar agua cuando el entusiasmo es mayor”. Por lo tanto solo se pudo
jugar con papel picado, flores, serpentinas y mikalina. El que deseaba jugar
con pomos debía hacerlo después de las 24 horas. ¿Cómo
sería un corso sin antifaces ni caretas?
El diario “Nueva Época” el jueves 22 de enero comentaba sobre
este Edicto destacando que el carnaval tenía un carácter eminentemente
popular y que por lo tanto la prohibición del juego con agua en las calles,
diversión inofensiva y barata se iba a echar de menos. Los bailes públicos,
decía, no los llamados de carpa o públicos, en el sentido de la
falta de control suficiente no podían ser prohibidos, ya que el pueblo
no tenía institución a donde acudir para poder divertirse, y tiene
derecho a hacerlo ya que El Carnaval es su fiesta, y consideraba que más
que prohibirlo la cuestión pasaba por rodearlo de precauciones policiales.
A todo esto muy pronto se sumaron los reclamos, al conocerse los nombres de
los integrantes de la Comisión de Corsos de Carnaval. Se habían
excluido a los comerciantes , periodistas y personas vinculadas a los círculos
artísticos y la comisión nueva estaba formada de empleados municipales
con el secretario de la comuna a la cabeza.
La mano venía dura, y una resolución de la Jefatura de Policía
establecía que los sujetos de malos antecedentes no podrán disfrazarse
para el Carnaval.
Presidente de la Comisión de Corsos fue designado el Dr. José
María Zambrano; Secretario José Mejuto González; Tesorero
Alejandro Mollinedo quienes trabajaban presurosamente para poder concretar los
dos corsos salteños.
LOS CORSOS DE LA FLORIDA:
El intento estaría destinado a revitalizar el Corso de la calle la
Florida, al cual algunos consideraban se lo había debilitado al decidir
su prolongación hasta calle Belgrano, pues con esa medida se mató
su brillo y entusiasmo; el criterio era volver a su circuito tradicional de
calle Corrientes a Tucumán.
Justamente, este año, los vecinos de esa calle solicitaban, mediante
nota, al intendente municipal el asfaltado de este tramo de la calle la Florida.
Argumentaban a su favor, la densidad de su edificación, cada vez más
modernizada. La simpatía que irradiaba la tradición del viejo
Barrio de La Banda; se remarcaba que esta calle era el eje virtual que dividía
el circuito de norte a sur. Firmaban la nota entre otros Pascual Chagra, José
Fernández, F. Lavaque, Museli Hnos. Nasif Duba, Jacobo Domingo, María
Cabrera, Ricardo Schulze, Oscar Díaz, Carmen V. de Masciarelli, Salomón
Saman, Vicente Villanueva, Antonio Ruiz, Ricardo Alemán, Hilario Ruano,
Juan González y Santiago Aguilar. Pedido que a finales del mes de enero
obtuvo una respuesta positiva cuando el Intendente Municipal anunciaba que se
había dispuesto el asfaltado de las calles Rivadavia, entre Mitre y Alsina
y Florida desde Corrientes a Tucumán. Es de imaginarse la satisfacción
del vecindario de la zona que tal vez halla dado motivo a la inspiración
de José Solís Pizarro cuando escribió su poema: “FLOR
DE ARRABAL”:
Yo sueño, medito y fumo,
cuando envuelta en blanco tul
tu imagen surge entre el humo
y en ese instante presumo
verte triunfante, de azul.
***
Y cuando llega la noche
ahondando lo espiritual,
me parece áureo broche
en luminoso derroche
esa flor de arrabal.
***
Eres toda locura
de mi bohemia juvenil;
la vida ya no me es dura
y la viste de hermosura
tu blancura de marfil.
***
Risas, luces, alegría;
en mis quimeras, lucero;
tu cariño me daría
si cediera a mi porfía
el corazón hechicero.
***
Y en tu negra melenita
un remedio de mi mal,
por magia, niña, escogida,
para dar al que se agita,
el alma del arrabal.
En la calle la Florida los coches pagarían dos pesos , los automóviles
tres pesos y los carros de propaganda diez pesos.
A moción del Sr. Obeid se anunciaba en primera instancia un nuevo circuito
para el corso de la calle la Florida, de San Juan a Boulevard Belgrano, suprimiéndose
el recorrido de San Juan a Tucumán, lo que venía a romper la tradición
y también dejaba de lado un tramo importantísimo por concurrencia
y participación social mientras se pretendía afianzar otro, desde
Alvarado a Belgrano, que siempre había sido considerado el más
flojo del circuito; es decir, que lo extendía al perímetro y no
le aportaba gran concurrencia. Estos desaciertos incomprensibles, en cierta
manera serían las causales de la muerte de este gran Corso Popular, que
desde 1909 se había convertido en una tradición impuesta por la
juventud y el vecindario del Barrio de La Banda, que lo había hecho absolutamente
suyo; sin iluminación, pues se realizaba en las tardes, sin cobro de
entrada. Sin la rigidez de la actitud policial, sin embargo jamás se
había registrado un incidente ingrato en su circuito. Las bellas chicas
del vecindario y sus alrededores se divertían más y mejor con
los concurrentes de todas las condiciones sociales. Tal era el clima social
que en varias oportunidades se habían llegado hasta allí desde
el Gobernador hacia abajo, todos en busca de sana expansión.
En 1931 producto de su oficialización, este corso había quedado
convertido en una magnífica Vía Blanca, larga, muy larga, con
veredas repletas de curiosos y un vehículo que de muy en cuando solía
desfilar y que hablaba de la vejez sin gracia en que había comenzado
a decaer el Corso.
LOS CORSOS DEL BOULEVARD BELGRANO:
El Boulevard Belgrano era restaurado por la Oficina Municipal y tomaba un
bello aspecto con verdes canteros adornados de palmeras. Agregandosé
a esto el arreglo de la avenida Zerda, prolongación de dicho Boulevard
con lo que se esperaba que Salta contara con un gran paseo, solo restaban el
arreglo de las pocas cuadras pavimentadas con canto rodado.
El lluvioso martes 3 de Febrero, en horas de la tarde, bajo la presidencia del
Dr. José María Zambrano se reunió la Comisión Organizadora
de los Corsos. Decidió adjudicar al electricista José Morales,
los trabajos de iluminación del circuito. Además se resolvió
integrar una Comisión de Comerciantes a la que se insertaron los señores
Arrigo Morossini, P. Martín Córdoba, A. Stern, Antonio Faraldo,
Nazif Duba, Ángel Obeid y Ramón Gutiérrez.
Este año también habría concurso de máscaras infantiles,
que en los últimos años se había constituido en el número
más brillante del Carnaval.
Para el corso de la Plaza 9 de Julio los coches pagarían tres pesos y
los automóviles cinco;
Los desfiles se llevaron a cabo los días 15 de febrero por la noche en
la Plaza 9 de Julio; el 16 por la noche en la calle La Florida; el día
17 por la tarde en la Florida y por la noche en la Plaza 9 de Julio, al igual
que lo ocurrido el día 22. Un total de seis días de desfile de
los cuales, los de la noche comenzaban a las veintidós horas y culminaban
a las una de la madrugada.
Si usted quería ocupar uno de los palcos debía abonar veinticinco
pesos por las tres noches o diez pesos por cada jornada. A diferencia de los
años anteriores no se colocaron palcos en medio de la calzada en la Plaza
9 de Julio, por razones de estética y comodidad para el tráfico.
El Corso Infantil se llevó a cabo sobre la calle Caseros, en la Plaza
9 de Julio, los días Martes de Carnaval y Domingo de Tentación
a partir de las seis de la tarde.
El jurado de premios para los corsos estuvo formado por los señores David
Michel Torino, Arturo Gambolini, José M. Gallo Mendoza, Gustavo Marocco,
Mamerto Villagrán y Ángel Galarreta.
El jurado del Corso Infantil estuvo formado por el Dr. José María
Zambrano, José M. Gallo Mendoza y Juan B. Valle.
Los premios del corso del año 1931 estuvieron expuestos en la querida
y hoy desaparecida Casa Grimoldi, en la Mitre entre España y Belgrano;
una casa que usted recordará perteneció a la familia Aguirre,
fundadores de la ciudad, desde allí, en sus balcones, Pío Tristán
pudo comprobar la presencia del Ejército de Belgrano sobre el Campo de
la Tablada, horas antes de la Batalla de Salta. Casa, por otra parte, que fue
la residencia del Gobernador el Dr. Cleto Aguirre ( 1864-1866), el verdadero
constructor de nuestra querida Plaza 9 de Julio.
Las autoridades policiales decidieron conceder permiso para que las damas pudieran
usar antifaz en los corsos.
Ante la queja de periodistas y comerciantes, que se consideraban excluidos por
la Comisión Organizadora de los actos del Carnaval; se resolvió
instalar un palco, el número catorce, destinado a los hombres de prensa,
este sería instalado en el extremo de la calle Mitre, en la Plaza 9 de
Julio. Estos lejos de saltar de alegría, criticaron la decisión
pues entendían que el verdadero sitio del periodismo estaba en el palco
que debía ocupar la derecha del palco oficial.
La ornamentación de la Plaza 9 de Julio había sido realizada con
buen gusto.
La presencia del Presidente, el Teniente General José Félix Uriburu,
le brindó a los salteños el ingrato privilegio de que un hijo
de esta tierra fuere el primer golpista de La Historia Argentina. Se resolvió
prolongar la Vía Blanca desde la calle Urquiza hasta la Estación
del Ferrocarril lo que implicaba la instalación de focos y la inversion
de muchos kilowats.
LA INAUGURACIÓN DEL MONUMENTO
AL GENERAL GÜEMES
El 20 de febrero de 1931 no solo se recordaba un aniversario más de
la Batalla de Salta, librada el 20 de febrero de 1813, sino que además,
como parte de su recordación se inauguró, al pié del Cerro
San Bernardo uno de los Monumentos más hermosos y merecidos del país
en homenaje al General Martín Miguel de Güemes.
El lunes 16 de febrero se produjo la llegada de un tren especial que conducía
a la comitiva del Presidente Provisional, entre la que se encontraba la esposa
de éste y su hija. A horas once de la mañana se produjo el arribo
que fue saludado por una multitud de concurrentes.
A las cinco de la tarde, a pesar de estar anunciado para las dieciocho horas
se produjo la llegada de los aviones de La Aéreo Posta en que viajaba
Uriburu, al Aeródromo de Campo Belgrano, al cual concurrió un
gran gentío. A los laterales del Hangar tuvieron acceso los miembros
de las distintas comisiones de agasajos y los periodistas. A las 17,30 se hizo
presente la esposa del Presidente acompañada por las señoritas
Elva Castellanos de Velez, Elvira Oliva de Linares y Mónica Costas de
Cornejo. ( La esposa del Presidente era Aurelia Madero de Uriburu) en otro automóvil,
junto a la familia del Interventor Nacional, General Velez se encontraba la
hija del mandatario, señorita Elena Uriburu Madero.
La Escolta Presidencial estaba constituída por un escuadrón del
V de Caballería General Güemes mientras las otras unidades de la
guarnición junto con las delegaciones del 17 , 18, 19 y 20 de Infantería
formaron en la de Armas frente a la Línea de Cuarteles. Bajo la autoridad
del Comandante de la Guarnición Coronel Day.
A las 18,45 horas, por el lado sud-oeste de la ciudad aparecieron las siluetas
de las dos magníficas Aéreo Postas. Cuando el primer avión,
que transportaba a Uriburu toco tierra los soldados y oficiales fueron impotentes
para contener a la Aristocracia Salteña que rodearon al viajero y expresaron
su gozosa alegría batiendo palmas y murmullos de entusiasmo.
Ubicados en un automóvil de alquiler, descubierto; en el asiento posterior
iba el Presidente y su esposa y en los asientos delanteros los Generales Gregorio
y Francisco Velez, ocupando también un sitio en el automóvil el
Jefe de la Casa Militar de la Presidencia.
A un lado del coche se colocó el Jefe de la Guarnición Coronel
Day y al otro el Comandante del Destacamento Julio Briario.
El trayecto estuvo acompañado de un público numeroso y curioso.
La comitiva se dirigió hacia la casa destinada para el alojamiento del
Presidente, que fue el nuevo local del Banco de La Nación Argentina.
Las damas de la Aristocracia terruña habían decidido poner su
gragea emotiva; en la habitación destinada a Uriburu, sobre la mesa de
luz, colocaron el retrato de su madre.
El martes 19 Uriburu y todo su séquito visitó el Panteón
de Las Glorias del Norte y los Camarines de los Santos Patronos.
Al mediodía en la Residencia de La Montaña, en San Lorenzo se
le ofreció un banquete por parte del Dr. Robustiano Patrón Costas
y su esposa, Elisea Ortiz de Patrón Costas. Después del almuerzo,
se realizó un paseo por las Lomas, a las 18,00 todos asistieron al té
que se sirvió en honor de Elena Uriburu Madero. La Prensa Nacional cubría
cada uno de estos pasos, que a su vez fue agasajada con un almuerzo, donde a
la hora del champagne habló Arturo Gambolini.
A la noche Uriburu concurrió al Baile de Fantasía en el local
del Club 20 de Febrero donde fue recibido apoteóticamente. Antes de dirigirse
al Club 20 de Febrero , el Presidente dio vueltas a la Plaza 9 de Julio donde
se llevaba a cabo el desfile del animado Corso de Carnaval. El día 19
en el Pabellón de Los Lagos se realizó el Banquete que el Intendente
Municipal, Avelino Araoz, ofreció a los periodistas visitantes. Asistió
Uriburu quien fue muy aplaudido.
En Salta se encontraba el primer equipo del Club Ferrocarril que disputó
un partido de Fútbol en el Campo de Gimnasia y Tiro con el equipo de
la Selección Salteña. El resultado final fue un empate de cero
a cero. Se calculó la presencia de cinco mil personas. La fiesta fue
amenizada por la Banda de Música Provincial dirigida por Riggio.
A las 17,05 dio el puntapié inicial del partido. Tras unos previos minutos
de juego, el árbitro lo suspendió para permitir que Uriburu diera
otro puntapié inicial en este caso fue un golpe a la pelota. El seleccionado
salteño fue integrado para la oportunidad por: Botelli, Velázquez
y Toranzos; Barraza, Ibarra y Moya; Villena, Cornejo, Zerda, Castellanos y Lazarte.
Con el empate la copa en disputa quedó para los salteños.
Al otro día, 20 de Febrero, Salta vivenció un acontecimiento de
magnitud. En la Iglesia Catedral se ofició una misa, mandada a celebrar
por el Presidente Uriburu en acción de gracias “por la protección
que La Providencia dispensa a su gran obra ciudadana”. A pesar de la lluvia
caída casi durante toda la mañana, gran cantidad de público
se acercó a la Plaza 9 de Julio. A las 16,30 el Presidente, acompañado
por el Ministro de Justicia e Instrucción Pública Dr. Ernesto
Padilla; Interventores Nacionales Dr. Tito Arata, contra-almirante Deaireaux
y Dr. Pablo Calatayud; El Interventor Nacional en Salta General de División
Gregorio Velez, los Ministros de éste, Dr. David Zambrano y Señor
Martín V. Cornejo; el Presidente de la Comisión de Agasajos, General
de Dirección Ricardo Solá, General Zerda y otras altas personalidades
militares, civiles y eclesiásticas. El gentío aplaudía
el paso de la comitiva, el Presidente respondía con sonrisas lleno de
simpatía en su rostro ¿ y los Radicales donde estaban?.
Uriburu entró a la Catedral siendo recibido por el Monseñor Campero
Obispo de la Diócesis, Arias Valdés y otras dignidades.
Frente al templo rendía honores, y estaba atento por si las moscas, un
batallón del Veinte de Infantería.
A la culminación del Tedeum Monseñor Vergara pronunció
una oración patriótica. A la salida del templo se repitieron las
manifestaciones de aplausos mientras la comitiva, en automóvil se dirigía
a la inauguración del Monumento al General Güemes.
Hasta aquí, Salta a través de diferentes estamentos políticos-sociales
y militares, avalaba el Golpe de Estado ocurrido en el país de los argentinos.
Como diría Cesar Fermín Perdiguero ¿churo no?.
Debido a las lluvias la zona circundante al monumento era toda un barrizal,
cubierto por un impresionante gentío como pocas veces se dió en
la Historia de los salteños. Debemos aclarar que lo que hoy es la zona
de mayor Aristocracia Arquitectónica, era por aquellos tiempos una villa
de emergencia.
Toda la Avenida Zerda, hoy Paseo Güemes, se encontraba cubierta de gente.
Como en todo acontecimiento político de este calibre, los figurones estaban
a la orden del día y a “los codazos limpios” pugnaban una
ubicación cerca del golpista.
Las tropas estaban formadas hacia el norte del monumento; las banderas ubicadas
en línea frente al Palco Oficial. A bastante distancia, el pueblo ocupaba
los espacios disponibles. El Palco Oficial ubicado en uno de los costados del
Monumento a bastante altura, fue ocupado por Uriburu, su esposa e hija; el Ministro
de Justicia e Instrucción Pública, los Interventores, Delegados
Especiales, Miembros de la Comisión de Agasajo y recepción. A
la hora de los discursos lo hicieron: Uriburu, Gregorio Velez, Coronel Tasse,
Delegado de los retirados del Ejército y la Marina; señor Montegriffo
delegado de Lanus; el delegado del Centro de Residentes Salteños en Buenos
Aires y Asociación Patriótica, Dr. Saravia Castro; Emma Solá
de Solá por la Sociedad Pro-Patria y José Hernán Figueroa.
Contradictoriamente, como una jugarreta del destino, le correspondió
al primer Golpista Argentino el honor de tirar de la cuerda para descubrir el
gran monumento a uno de los próceres de la americanidad: Martín
Miguel de Güemes; mientras el avión militar “De Woutine”
realizaba pruebas de acrobacia aérea, piloteado por el Teniente Lagos.
Terminado los discursos la comitiva presidencial se trasladó hacia el
local de la Defensa Anti-Palúdica desde donde Uriburu presenció
el desfile de las tropas y gauchos que venidos desde Cerrillos, Rosario de Lerma,
Chicoana, La Viña, Güemes, Campo Santo, vinieron a rendir homenaje
al Héroe Gaucho.
Como vemos la Comitiva Presidencial vino a comer y bailar en Salta ya que a
la noche la Sociedad Salteña volvió a convocarse en el local del
Club 20 de Febrero donde damas luciendo trajes riquísimos y caballeros
de impecable frac que contrastaban con uniformes militares cantaron a viva voz
las estrofas del Himno Nacional Argentino. ¿ y los Radicales donde estaban?.
Siguiendo con el raid de bailes y comilonas nadie se quería quedar atrás.
El Centro Argentino de Socorros Mutuos llevó a cabo la velada Literaria-
Musical en homenaje a Uriburu. Más de quinientas personas concurrieron
al banquete en honor al Presidente en el Casino Provincial donde improvisó
un discurso Manuel Alvarado.
Los periodistas no se quedaban atrás a la hora de la masticada y también
eran agasajados por Robustiano Patrón Costas en La Montaña.
La Sociedad Sirio Libanesa también llevó a cabo una fiesta en
homenaje al 20 de Febrero y al Señor Presidente.
El personal de división de investigaciones detuvo a Ángel Martín
San Millán y Gerardo Bravo quienes encontrándose al frente del
Club 20 de Febrero proferían palabras contra el Gobierno provisional
mientras San Millán expresaba que la Bandera Argentina no debía
encontrarse flameando en el aristocrático Club 20 de Febrero. Los detenidos
fueron trasladados al departamento de policía en carácter de incomunicados.
Y según informes policiales, tanto San Millán como Bravo fueron
sindicados como gente de “ideas avanzadas”.
Se iba el Carnaval de 1931, que en realidad quedó postergado a una segunda
línea debido a las previsiones y al desarrollo de los actos organizados
con motivo de la inauguración del Monumento al General Güemes, de
todas maneras, se habrán percatado de un pequeño y gran detalle:
ES EL PRIMER CORSO, DE LA HISTORIA DEL CARNAVAL DE SALTA QUE TUVO LA PRESENCIA
DE UN PRESIDENTE DE LA NACIÓN, paseando aunque más no sea efímeramente
por su circuito (antes de asistir a la fiesta que se le brindó en el
Club 20 de Febrero) ustedes se preguntarán porqué si era costumbre
de que cada año cuando se realizaba el baile central “en el Club”,
se suspendían todas las actividades populares cercanas, por supuesto
principalmente las que se podían llevar a cabo en la Plaza 9 de Julio;
sin embargo usted vió como las cuestiones de la política lo pueden
todo y en este año sí hubo Corso, muy especial, para que el Presidente
pasara a dar las hurras.
Podremos decir que después de tantos banquetes y agasajos más
de uno esperaba la Cuaresma para empezar un ayuno que lo salvara del empacho.
De todas maneras, la Comisión Organizadora de los Corsos decidió
realizar el de “Mi-Careme” en la calle La Florida el domingo 1 de
marzo por la tarde, y otro en la Plaza 9 de Julio por la noche. Había
que salvar la ropa, pues el objetivo político había sido logrado,
pero en cuanto a corsos muy poco es lo que había pasado y había
que entregar los premios. La pregunta era a quien, pues pocas habían
sido las notas sobresalientes. Solamente tres coches arreglados desfilaron,
distinguiéndose “El Molino”, “Las Cegadoras”.
En definitiva, era necesario un poco más de Corso.
Como diría el Poeta, los corsos salteños andaban necesitando que
alguien les haga Upa!
UPA!
“Upa”! se dice al niño pequeñuelo
para que se enderece, anime y ande,
y para el hombre, eterno niño grande,
“Upa” es la voz de su mejor anhelo.
* * *
“Upa”, al que alce de la menta el vuelo,
dome al instinto y la pasión comande.
“Upa”, a la vida que el ideal expande,
“Upa”, a la humanidad que tiende al cielo.
* * *
“Upa” al amigo y “upa” al enemigo;
“upa” al bueno y a los que el mal agrupa.
En el vicio triunfante o el castigo.
* * *
Y a mi alma, pequeñuela, que la luz chupa,
y hace pininos hacia lo alto, digo!
deja, alma mía, tus pañales, y “upa”!
-Joaquín Castellanos-
FASCÍCULO N? 9
PLAN DE OBRA
TOMO I (1864-1950)
?LA HISTORIA DEL CARNAVAL DE SALTA?
comprende Cinco Tomos de 350 páginas cada uno.
La publicación en fascículos será mensual, bajo el sello
editorial de la Biblioteca Popular “JUAN CARLOS DÁVALOS”
y
abarcará el período 1864-1994.
AUTORES:
PROF. MIGUEL ÁNGEL CÁSERES.
PROF. FERNANDO GUSTAVO CÁSERES.
COORDINACIÓN:
ERNESTO MIGUEL ARAOZ
DIAGRAMACIÓN?
EDITORIAL MILOR
FOTOGRAFÍAS?
NESTOR JULIO CÁSERES
ISIDORO ZANG
FOTOTECA DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE SALTA
COLABORADORES?
GREGORIO CARO FIGUEROA
Prof. VÍCTOR HUGO CÁSERES
SOFÍA M. OROPEZA
FIDEL VERA
MILENKO J. JURCICH
JULIO LEÓN
IMPRESIÓN?
EDITORIAL MILOR
Mendoza 1221 - Salta
Tel. 087-225489
EDITORIAL:
BIBLIOTECA POPULAR
“JUAN CARLOS DAVALOS”
10 de Octubre 551. Salta - Rep. Arg.
Tel. 087-314571 - Fax (Idem)
FOTO DE TAPA:
EL CARNAVAL DE 1941
LOS FESTEJOS CERRILLANOS:
El avispero comenzó a moverse por el lado de los pagos de Cerrillos
donde, presidida por el Mayor Jaime San Ramón, en el local de la Municipalidad
se llevó a cabo una reunión en la cual se decidió que el
día domingo 2 de febrero se realizaría un Corso de Flores, como
asimismo un baile. Todo con carácter benéfico. Trabajaron activamente
con este fin el Coronel Landivar, San Ramón, Ángel María
Figueroa, Hugo De Billers, las familias Castro, Moya, Ferrary, Lérida,
Terán, Arias, Córdoba, Saravia, Castellanos, Uriburu Velarde,
entre otros. El baile se llevó a cabo en la casa de Doña Damiana
Echazú de Figueroa.
El corso resultó de tal éxito, que la comisión de vecinos
que tuvo a su cargo la organización resolvió reeditarlo el domingo
9 de febrero, y teniendo en cuenta la enorme concurrencia que había asistido
al primero, se resolvió extender su recorrido. El mismo iba desde la
esquina norte de la Plaza hasta la esquina ocupada por la Oficina de Correos
y Telégrafos? trayecto en el cual a más de la decoración
se reforzó el tendido de luz eléctrica. Al igual que con el primer
corso, todo lo producido fue destinado a beneficio de la Iglesia Parroquial
local, dinero con el cual se hizo frente a los gastos de refacción de
dicha institución.
CAPITAL: LOS CORSOS LLEGARON EN BICICLETA:
En la capital de Salta, a través de la Federación Ciclista Salteña
se tomaban las iniciativas elementales para que los corsos no tuvieran la improvisación
del año anterior. El presidente de la misma, Dr. Rafael Villagrán
se entrevistó con el Intendente Interino Sr. Juan Professione y el Secretario
de la Municipalidad Sr. Raúl Pulop acordando las siguientes condiciones?
que el circuito para los corsos sería la Plaza 9 de Julio. Habría
cuatro desfiles y su producido sería distribuido de la siguiente manera?
un veinticinco por ciento para la Escuela de Ciegos? veinticinco por ciento
para el Aero Club, “Pro-Formación de un piloto salteño”
y el restante cincuenta por ciento para la Federación.
Los precios para el acceso de carrozas, disfraces, coches de propaganda, fueron
reducidos con relación al año anterior pues el objetivo era lograr
una mayor concurrencia de los mismos.
Se decidió cobrar una entrada a los corsos consistente en diez centavos,
con exclusión de mujeres y niños.
LA DESTILERÍA DE CHACHAPOYAS:
Este año 1941, concretamente el día martes 18 de febrero a horas
once se procedió a realizar la ceremonia inauguración de la Destilería
de Yacimientos Petrolíferos Fiscales ?Y.P.F.? que hoy conocemos como
la Planta de Chachapoyas ?ave de la región?. El predio que centurias
atrás albergó a una gran comunidad indígena, y que en documentación
de los tiempos de la Fundación de Salta se la encuentra citada con el
nombre de “Tambo del Ynga” y que fue uno de los pocos, o quizás
el único lugar donde se recogieron pectorales de oro ?en el lugar habitó
una comunidad indígena también conocida con ese nombre?.
Al acto inaugural concurrió el Gobernador de la Provincia de Salta Dr.
Abraham Cornejo, que estuvo acompañado de su esposa e hija? el Vicegobernador
Dr. Ernesto Miguel Aráoz? el Ministro de Gobierno Señor Jaime
Indalecio Gómez? el Ministro de Hacienda Dr. Adolfo García Pinto
?h?? el Intendente Municipal Ceferino Velarde y el Jefe de Policía Coronel
Oscar M. Landivar.
El Dr. Abraham Cornejo ?1874-1941? gobernó la Provincia desde el 01 de
mayo de 1940 al 01 de diciembre de 1941, año en que falleció.
También concurrió el Presidente de Y.P.F., Ingeniero Ricardo Silveira?
el integrante del directorio, Dr. Enrique Patrón Costas. Cabe aclarar,
el día de la inauguración, el cargo de Intendente de la Capital
de Salta era ejercido interinamente por el Señor Juan Professione. También
concurrió el Arzobispo de Salta Monseñor Roberto J. Tavella, entre
otros. Este acto fue transmitido en directo por L.V.9 Radio Provincia de Salta.
EL CARNAVAL EN TARTAGAL
El Intendente Juan José Traverso estimuló la constitución
de comisiones para los festejos del carnaval. El presidente de la comisión
organizadora fue Roque Brozicevich? vicepresidente el Señor Miguel Tomás?
secretario Pedro W. Marquez Salado? prosecretario Raúl Lafourcade? tesorero
Miguel Farjad y las vocalías estaban ocupadas por? Roberto López
Lanzi, Basilio Sabba, Eduardo Salem, Edmundo Flores, José Elías
Chagra.
La señora Angélica C. Traversi fue designada Presidenta Honoraria
de la subcomisión de damas y la señora Martha R. de Tomás
su Presidenta.
La subcomisión de corsos estuvo integrada por José Elías
Chagra, Eduardo Guzmán Arias, Edmundo Flores y Raúl Lafourcade.
También se constituyeron subcomisiones de Hacienda y Bailes.
LOS CORSOS DE LA PLAZA Y LOS BAILES:
El sábado 2 de marzo se llevó a cabo un corso en la Plaza 9 de
Julio. Desde temprano la gente ya estaba instalada en el perímetro circundante
al desfile. El entusiasmo fue creciendo a medida en que hicieron su aparición
los vehículos.
El desfile de las comparsas fue acompañado por el aplauso generalizado
ante las buenas caracterizaciones individuales y de conjuntos como así
también se destacaron los originales disfraces de quienes ocupaban los
vehículos.
Como era costumbre llegada las doce de la noche el público daba rienda
suelta al juego con agua.
El entusiasmo de los corsos también se manifestaba en las carpas las
que se vieron invadidas por una gran afluencia de público.
Hubo varias de éstas que estuvieron instaladas dentro del radio urbano
y que acompañaron a los carnavaleros en su raid bailantero que tuvo epicentros
como la Sociedad Española, el Centro Boliviano, un gran baile popular
llevado a cabo en el Parque San Martín, el Sporting Club, el City Bar,
donde llevaba a cabo sus encuentros bailables el Centro de Empleados de Comercio.
Los corsos de 1941 fueron exitosos, desde todo punto de vista. El producido
económico de las cinco jornadas fue de dos mil trescientos treinta y
tres pesos con cincuenta centavos, habiendo egresado como gastos doscientos
siete pesos con cincuenta centavos por lo tanto el beneficio final fue de dos
mil ciento treinta y cinco pesos con sesenta y cinco centavos? del cual a la
Escuela de Ciegos le correspondió la cantidad de quinientos treinta y
un pesos con cuarenta y un centavos, siendo igual suma para el Aero Club.
A la Federación le correspondió la cantidad de ochocientos veintitrés
pesos con doce centavos, de los cuales doscientos cinco pesos con setenta y
cinco centavos fueron destinados al Club Gimnasia y Tiro, Ciclistas Unidos,
Ciclistas Salteños y Cicles Box Club.
La Subcomisión encargada de adjudicar premios se expidió de esta
manera?
CARROZAS?
1? Premio? “los Pilcomayos” - una radio Philco.
2? Premio? “Los Indúes”- un jarrón artístico,
un frasco
de loción, un corte de Trubalos, una máquina
fotográfica y una navaja de afeitar.
COMPARSAS?
1? Premio? “Los Bucaneros”- tres cajones de vino y dos
de cerveza.
1? Premio ?bis?? “Murga Camila” - un cajón de cerveza y
doce pares de medias.
2? Premio? “Comparsa Indios” - dos cajones de cerveza.
Otros premios? al mejor varón disfrazado? “La Mule”- una
camisa y un juego de lapiceras estilográficas.
Primer premio a la mejor pareja? “Caballero y Dama Antigua”- una
lapicera estilográfica, una máquina de afeitar y dos frascos de
loción.
Una vez concluido el corso, los niños salteños volvían
a sus menesteres tradicionales, donde se mezclaba la escuela con los juegos
infantiles, juegos que inspiraron a Manuel J. Castilla para escribir?
ROMANCE DEL TROMPO
Trompo de siete colores
que en la acera de mi casa
para que gocen los niños
bailabas a las mañanas.
Trompo de siete colores
con tu lata despintada
sin saberlo parecías
una pequeña gitana.
¡Trompo de siete colores
me acuerdo cuando bailabas?...
Los niños formaban rueda,
mejor dicho, te abrían cancha.
¡Y era de ver el donaire
que tenía entonces tu danza?
tus colores eran uno
y eran una las miradas
que tú, de poquito a poco sin querer,
las enrollabas.
¡Trompo de siete colores
me acuerdo cuando bailabas? ...
Tu música era de grillo
en la calle desolada.
Tu música por la noche
hacía dormir a la infancia.
Trompo de siete colores
hoy solo eres una lata
que los niños han tirado
en un rincón de la casa.
Se rompió un día tu cuerda
cuando más lindo bailabas?
dudaste un segundo y luego
tu púa escribió palabras
de despedida en la acera?
y se llevó la mañana
tu música para siempre.
Los niños que te miraban,
los niños no comprendieron
que te quedaste sin alma...
Trompo de siete colores,
trompo de estampa gitana,
los grillos todas las noches
te están reglando su alma,
trompo de siete colores
en un rincón de la casa.
¡Trompo de siete colores,
te está llorando mi infancia?
Habrán notado que tanto el corso de 1940 como el de 1941 no fueron
oficializados, es decir fueron realizados en forma privada, limitándose
la Municipalidad a proveer la iluminación del circuito. En 1941 el Intendente
Municipal, mediante resolución adjudicó a Juan M. Caro los trabajos
de la iluminación alrededor de la Plaza 9 de Julio.
LAS CELEBRACIONES EN EL INTERIOR DE LA PROVINCIA:
Llamativamente los corsos volvieron a tomar vigor y éxito durante todo
este tiempo de carnaval. Los niños del Valle de Lerma disfrutaban de
las funciones circenses que les brindaba el circo de los Hnos. Armengot.
En Rosario de Lerma, el carnaval fue celebrado con entusiasmo. No hemos podido
confirmar la realización de corsos, pero sí el desfile callejero
de varias comparsas.
Campo Quijano? en el Portal de los Andes se concretaron corsos los días
23, 24 y 25 de febrero y el día domingo 2 de marzo. Los corsos se llevaron
a cabo bajo los auspicios del Club Huaytiquina y la comisión organizadora
estuvo presidida por Jorge Jovanovich. Fueron jornadas no solo de entusiasmo
sino de gran brillo.
General Güemes? El circuito elegido para los corsos estuvo ubicado en las
Avenidas Leandro Alem, entre las calles 6 de Setiembre y C. Saravia, los días
23, 24 y 25 de febrero y también el 2 de marzo. El Centro de Empleados
de Comercio se adhirió a la festividad carnestolenda organizando grandes
bailes populares.
Sobresalió por su original y llamativa vestimenta la comparsa “Los
Indios Cobrizos” que fueron muy aplaudidos.
Muy cerca de allí en El Bordo, se había instalado una carpa “La
Salteña” donde se llevó a cabo un gran concurso de disfraces.
Los corsos de Tartagal: a pesar de las lluvias caídas el sábado
y domingo inicial la gente no disminuyó en su alegría y solía
agruparse en bares y locales donde se improvisaban bailes que duraban hasta
la madrugada.
Fue elegida reina del carnaval tartagalense la señorita Tita Tomás.
En el corso infantil llevado a cabo el domingo 24 de febrero resultaron premiados:
Pocho Tomás “Napoleón” y Quique Traversi “Gaucho”,
y la niña Dally Mecle “Dragón”.
En Rosario de la Frontera, en la Plaza Independencia hermosamente adornada,
se desarrollaron corsos de flores, juegos populares y concursos de bailes. Las
tareas de la organización de estos festejos estuvo a cargo de la Junta
Argentina de Aviación y fueron amenizados por la Banda de Música
de la Municipalidad.
En Orán, todas las previsiones de festejos fueron malogradas por la lluvia.
A la tristeza que ésta impregnó se le sumó la alarmante
depresión económica para hacer del carnaval oranense una tristeza
total.
CORSOS - COSTUMBRES Y STATUS:
Los corsos organizados por la Federación Ciclistas Salteños
fueron considerados como exitosos, y el criterio de no cobrar entrada a las
carrozas adornadas y coches de plaza, había dado resultados positivos
en la recuperación de la salud de los mismos.
Contradictoriamente, desde la Capital de Salta se realizaban los intentos de
revitalizar el corso, que es una manifestación del carnaval, siempre
y cuando estos se desarrollaran en un clima de “cultura y buenas costumbres”?
lo que no significaba otra cosa que podía existir toda la diversión
posible, que el espíritu carnavalero podía ser reflotado, pero
a no confundirse? todo debía desarrollarse bajo las previsiones, los
reglamentos y la concepción de lo que era “el orden y las buenas
costumbres”.
La Aristocracia Salteña fruncía el ceño al recordar e imaginar,
solamente la posibilidad de que volviere ha renacer un carnaval como los de
antes, en los cuales no eran los corsos precisamente la manifestación
principal de ese carnaval, sino que las cabalgatas y el entierro eran las principales
prácticas que durante siglos habían sido admitidas y toleradas.
Las Cabalgatas, en un principio consistían en que dos o tres paisanos
montaran sus cabalgaduras y a través de largos caminos, sendas y a veces
a campo traviesa buscaban el rancho más cercano. En otras oportunidades
una ronda a los caseríos más próximos para ir a beber su
aguardiente, su caña o cualquier otro beberaje y donde practicaban juegos
de destrezas, el juego de la taba o realizaban apuestas en los reñideros
de gallos o simplemente disfrutaban de los bailes en los patios de tierra para
luego regresar, con las primeras luces de la madrugada a su clásica rutina.
Pero con el tiempo, y con el crecimiento de la población se produjo la
invasión de pueblos y ciudades por parte de cabalgatas de cien o doscientos
jinetes, hombres y mujeres de la campaña, que venían a integrarse
a los festejos carnavaleros que se desarrollaban en las viejas carpas de “El
Chañar”, “El Tucumancito” o “El Infiernillo”
que eran por esos tiempos los arrabales de la aldeana capital salteña.
Estas gigantescas cabalgatas carnavaleras, que a los ojos de la aristocracia
salteña debían figurar como verdaderos malones que virtualmente
se adueñaban de las calles, se trepaban a las veredas creando un clima
de zozobra. Jinetes, que una vez concluidos sus paseos por las carpas y fondas,
montados en sus briosos corceles, describían cabriolas y se asestaban
empellones con sus cabalgaduras, todo sin interrumpir el galope desenfrenado.
La “civilización” no podía concebir que ebrios de
alegría y “chicha muquiada” anduviesen prorrumpiendo frenéticos
alaridos y llenando los espacios con estridentes cantos, coreados al son de
incontables bombos y cajas. Era “la Chusma”. Una especie de salvajismo
total, un ataque desenfrenado e irracional a la sociedad “chic”.
No podían ni querían tolerar a esos hombres que venían
luciendo sus mejores pilchas ?chiripás, de flecos, anchos cinturones
de cuero tachonado de monedas, monturas, riendas y rebenques chapados?? mujeres
vestidas de pollerones que llegaban al suelo y cubrían el anca de sus
briosos matungos, que debían arremangar forzosamente al desmontar para
no enredarse en sus pliegues. Paisanas que solían engalanar el esbelto
busto, envolviéndolo desde el cuello y hombros de sendas pañoletas
de espumilla, floridas y de vivos colores. Cómo entender a esta gente
que jamás dejaba de portar su ramillete de albahaca o yerbabuena en las
solapas, orejas y manos, mucho más cuando después de danzar zambas,
cuecas, chilenas y chacareras podía vérselas embadurnadas en su
rostro, con puños llenos de papel picado y almidón en guerras
o combates donde los huevos con agua florida eran los elementos indispensables.
Este “Malón” que jamás aceptado por la gente “chic”.
Andaba de chicherías en chicherías en “tomos y obligos”.
La aristocracia quería un carnaval, sí, pero un carnaval más
“civilizado” y acorde a su “status”. En definitiva,
se pretendía desnaturalizarlo.
EL ENTIERRO DEL CARNAVAL:
Usted, que habita la Salta de finales del siglo XX, imagínese a todo
este paisanaje saliendo de una carpa el Domingo de Tentación, que es
cuando debe realizarse el entierro del carnaval: conformando un cortejo, siguiendo
un féretro, donde a manera de andas, se porta un muñeco, vestido
con toda la indumentaria gauchesca, que representa al carnaval fenecido, y mezclada
en ella la viuda del extinto de riguroso luto con su rebozo negro que la cubría
íntegramente de la cabeza a los pies, seguida por la compacta comitiva
fúnebre de gauchos y mujeres, en clima de consternación, con lloros
fingidos, embargados de abatimiento y desazón, golpeando el parche de
sus cajas y entonando quejumbrosas lamentaciones. Después de recorrer
las principales calles de la ciudad llegaban a la Plaza Mayor, hoy 9 de Julio,
inmaculado y exclusivo centro de recreación por aquellos tiempos, en
donde entre renovados llantos y hayes lastimeros se procedía a inhumar
los despojos del carnaval, nada más y nada menos que en el sótano
de la histórica y monumental pirámide que solía alzarse
en el centro de la plaza (pirámide que mandó a construir el gobernador
Cleto Aguirre en 1865 y que se mantuvo hasta el año 1912, en que fue
demolida) mientras cada uno de los asistentes arrojaba un puñado de tierra
sobre el ataúd, del que hoy llamaríamos Pucjllay.
¡No Señor! la oligarquía salteña no tenía
porque aguantar a esa chusma, que para ellos no formaba parte de “la civilización
occidental y sus buenas costumbres”.
Por aquellos tiempos el poeta Manuel J. Castilla escribió este poema:
CARNAVAL CERRILLANO
Una luna desteñida
está dormida en las cajas.
Vino rodando del cerro
y se introdujo en las carpas,
para poner pedacitos
de sueños en las miradas
y destrenzar en los pechos
el lazo de una esperanza.
¡El carnaval de Cerrillos
tiene la luna en las carpas!
Tiene criollos morenitos
y chinas endomingadas
que se prenden a la oreja
un ramillete de albahaca
que los aros no pudieron
jamás perfumar la gracia.
Gauchos que bailan un gato
o desarrollan la zamba
que punza en las espuelas
y canta en las guitarras.
Tiene muchachas humildes
y changuitos de alpargata
que derraman su tristeza
bajo la noche estrellada.
Viejas que frente al camino
están “simbando” empanadas
junto a la luz de un farol
escapado de una carpa;
y que llevan en el rostro
hecha surco la nostalgia
rostros que mas bien parecen
estar labrados en tala.
¡El carnaval de Cerrillos
tiene luna y tiene zambas!
De los pechos más adustos
se fugan leves palabras.
Se enredan las serpentinas
en las “zambas” y en las cajas;
fabrican papel picado
las polleras coloreadas
mientras enhebran los grillos
su rosario de sonajas.
Una luna desteñida
está dormida en las cajas.
¡El carnaval de Cerrillos
enciende la madrugada!
LA HORA DE RENDIR CUENTAS:
El carnaval había concluido y había llegado la hora de rendir
cuentas.
La tesorera de la comisión organizadora de los corsos de Cerrillos, señora
Nélida Castro de Castro rendía cuentas:
INGRESOS:
Por entrada de primer corso -------------------------$ 95,80
Por entradas al vermut ------------------------------ $ 114,80
Por cuentas del mar ----------------------------------$ 169,00
Por entradas al segundo corso -----------------------$ 305,60
TOTAL .............................................................$ 685,20
GASTOS:
P/ alquiler altoparlante ----------------------------------------$ 10,00
Pago ayudantes (Señores: Divas, Rojas, Guaimás y Arias)--$ 16,60
Electricistas - Señor Adán Moreira ---------------------------$
16,00
Hielo y acarreos (Señor Tejerina) ----------------------------$ 5,80
Empanadas (señor Rossi) --------------------------------------$ 10,00
Acarreos muebles en camión (Sr. Guaimás) ------------------$ 9,00
Confitería Ritz --------------------------------------------------$ 40,00
Almacén Garrido ----------------------------------------------$132,15
Beneficio líquido entregado al cura párroco A. Peralta--$ 246,05
En la Capital de “Salta, la Linda”, la Federación Salteña
de Ciclismo, organizadora de los corsos alrededor de la Plaza 9 de Julio también
rendía cuentas:
Total recolectado ---------------------------------------$ 2.333,30
Gastos efectuados ----------------------------------------$ 207,65
Para Escuela de Ciegos ----------------------------------$ 531,41
Para la formación de un piloto salteño -----------------$ 1.062,82
Del porcentaje que le correspondía a la Federación se descontaron
$ 239,70 para pagar los gastos atrasados de la entidad. Corresponde en consecuencia
a cada club afiliado la cantidad de $ 205,80.
Si observan los datos; la Escuela de Ciegos y el Aero Club ganaron el doble
que la correspondiente a la totalidad de los corsos de Cerrillos; cada entidad
afiliada a la Federación de Ciclismo ganó el importe como si hubieran
organizado ellos un corso total en Cerrillos es decir que los salteños
eran altamente lucrativos.
Con respecto a los palcos. El Oficial estaba situado en la esquina de Caseros
y Alberdi, donde se apostaba todo el elenco gubernamental. Los dos palcos apostados
a la izquierda del oficial estaban destinados para el diario “El Intransigente”
y “Nueva Época” y los dos de la derecha para los diarios
“La Provincia”, “El Pueblo” y “Salta”.
EL PRIMER ENCUENTRO DE COMPARSAS
El carnaval de Salta había comenzado, a través de sus corsos,
a albergar la presencia de las comparsas que representaban a las comunidades
indígenas. En 1941 podemos identificar a los integrantes de la comparsa
“Los Indios Tahoras” integrada por gente del barrio del Matadero
Municipal y constituida de la siguiente manera: Demetrio Argañaráz,
Marcos Acuña, Nestor Barrios, Eduardo Miranda, Daniel Fernández,
Julio Ruiz, Teodoro Cañizares, Juan Tejerina, Fausto Aguirre, Juan Carlos
Vargas, Miguel Ángel Rodríguez, Salvador Silvestre, Humberto López,
Ricardo Jorge, Justo Poclava, José Castillo, Juan N. Alvarez, Humberto
Barboza, Fermín Rojas, Rafael Velez, Tomás Iñigo, Benito
Rosales, Manuel Jorge y Martín Gómez, quienes participaron de
los desfiles del corso y llenaron de alegría las calles de la ciudad.
Por primera vez en la Historia del Carnaval Salteño y sus comparsas se
producirá un “Encuentro de Comparsas”. El mismo se produjo
el día miércoles 26 de febrero de 1941 y tuvo como protagonistas
a los integrantes de las comparsas “ Los Pieles Rojas” y “Los
Indios Tahoras” de Barrio El Matadero. La primera era oriunda de la calle
Entre Ríos hacia el oeste. El encuentro se produjo en las calles Ituzaingó
y Alvarado, donde después de producidos los cantos amistosos pasaron
a los cantos rabiosos y luego apelaron a sus lanzas, látigos, garrotes
y puños, para terminar presos en la Seccional Segunda.
Con esto quedó demostrado que el accionar de las comparsas no se limitaba
a cantar, dar vueltas en los corsos y provocar la alegría de los niños,
sino que como queriendo reencarnar las viejas luchas tribales se trenzaban en
feroces enfrentamientos. Se podía narrar así el primer encuentro
de comparsas, con el cual el carnaval de 1941, seguramente será recordado
de manera especial.
EL CARNAVAL DE 1942
¡SIN CARETAS NI ANTIFACES!
La cosa comenzó mal. El día martes 20 de enero el Jefe de Policía
Navor I. Frías dio a conocer el reglamento del carnaval mediante el cual
se pretendía prevenir alteraciones del orden existente que atentaran
a la moral y a las buenas costumbres.
El carnaval de 1942 correspondió a los días 15, 16, 17 y 22 de
febrero.
El juego con agua estuvo permitido de 14 a 18,30 horas. Se permitió la
instalación de carpas y bailes públicos.
En el transcurso de los corsos quedó absolutamente prohibido el juego
con agua y quienes quisieran hacerlo debían esperar para después
de la una de la madrugada.
Lo llamativo de 1942 es que la policía prohibió el uso de caretas
y antifaces en los corsos y en los bailes públicos. Navor Frías
formó parte del elenco de gobierno que acompañó al Dr.
Ernesto Miguel Araoz (1891-1971) que gobernó Salta desde el 1º de
diciembre de 1941 hasta el 14 de Junio de 1943. Asumió en su carácter
de vicegobernador ante el fallecimiento del titular Dr. Abraham Cornejo.
Sus Ministros de Gobierno fueron Eduardo Arias y Roberto Rovaletti; Ministro
de Hacienda, Obras Públicas y Fomento Jaime I. Gómez y en la Intendencia
Municipal estuvieron Ceferino Velarde y Eduardo Víctor Cornejo.
Se había convocado a elecciones para elegir tres diputados nacionales
el domingo l° de marzo, es decir que el carnaval se vería nuevamente
politizado o al menos influido por el desarrollo de la campaña electoral.
EL INTERIOR CARNAVALERO:
Cerrillos: Bajo los auspicios de la cooperadora escolar de la escuela provincial
“Gobernador Solá” del pueblo de Cerrillos se llevaron a cabo
los días domingos 1 y 8 de marzo corsos, cuyo circuito fue la plaza de
esa localidad.
Teniendo en cuenta el éxito logrado durante el carnaval del año
anterior la municipalidad otorgó ocho permisos para el funcionamiento
de bailes públicos.
Los corsos alcanzaron gran lucimiento. Numerosos vehículos recorrieron
el itinerario fijado ante una multitud agolpada en las aceras.
Campo Quijano: en estos pagos también se constituyó una comisión
organizadora para el desarrollo de los corsos, comisión que estuvo integrada
por los señores Miguel Ángel Guzmán, Humberto Carraro y
Armando Carraro.
El carnaval en General Güemes: hasta la primera semana de febrero no se
había constituido la comisión organizadora. La Municipalidad,
que aspiraba a que los corsos se realizaran con el brillo del año anterior,
le ofreció al Club Hospital Regional, la organización de los mismos.
Por aquellos tiempos la comisión directiva de dicha institución
se destacaba por la cantidad y calidad de sus acciones. Mientras tanto, los
días domingos, en la plaza pública, la Banda de Música
Municipal brindaba sus habituales retretas en horas de la tarde.
Muy cerca de allí, en Campo Santo, sí se había constituido
la comisión organizadora de los corsos, que trabajaba activamente, y
había dispuesto la realización de los desfiles para los días
15, 16 y 17 de febrero, a llevarse a cabo en las calles principales de la localidad,
las que fueron especialmente ornamentadas. En cuanto a bailes, los mismos se
llevaron a cabo organizados por la Sociedad Sirio Libanesa, que contrató
la Orquesta de Casal, de la Capital, encargada de amenizar las reuniones.
Como vemos el interior trabajaba con mucho entusiasmo para encauzar sus ánimos
carnestolendos; así por ejemplo en Rosario de la Frontera los corsos
lograron obtener el reconocimiento de toda la comunidad por su lucimiento. El
éxito de los mismos se debió a la gran tarea desarrollada por
su comisión organizadora, entre los que se destacaron Miguel A. Carpinacci,
José Andreu y José Pérez.
En los pagos de EL Bordo no se pudieron concretar corsos, a pesar de tener una
comisión organizadora; y como “a falta de pan buenas son las tortas”
el paisanaje debió conformarse con el baile organizado por la Cooperadora
Escolar Apolinario Saravia, llevado a cabo en los salones del Ferrocarril del
Estado.
En Cafayate, no hubo corsos pero sí bailes públicos. Especialmente
se manifestó una costumbre de la época, que era realizarlos en
la plaza pública.
LOS CORSOS MERCANTILES:
Mientras tanto en la Capital de Salta, la Comisión Directiva del Centro
de Empleados de Comercio solicitaba al intendente, mediante nota, se le permitiera
a esa entidad organizar los corsos. Solicitud que fue contestada en forma afirmativa,
ante lo cual las autoridades del centro adoptaron los recaudos para el inmediato
inicio de los trabajos de iluminación y ornamentación en la Plaza
9 de Julio, lugar donde se desarrolló el desfile carnavalesco. Se colocaron
sesenta palcos, volviéndose a la vieja costumbre de instalarlos en el
centro de las calles, Caseros, Mitre, España y Zuviría. El primer
desfile se desarrolló el sábado 14 de febrero en un clima de gran
entusiasmo, superando los cálculos más optimistas, desbordando
las calles del tradicional desfile. La plaza ofrecía un aspecto imponente
donde se volvió a manifestar el tradicional derroche de gracia, alegría
y la vigencia de las serpentinas y flores.
El tiempo electoral incidía en el corso, algunos se habían encargado
anónimamente de hacer correr el rumor de que se cobraría treinta
centavos para poder ingresar al circuito cuando en realidad el precio que se
cobró fue de diez centavos para los peatones.
Las carrozas presentadas y auspiciadas por el Comercio de la Plaza demostraron
gracia y sentido estético donde bellas jóvenes lucieron plenamente
para el deleite de los ocupantes de palcos y veredas. Las comparsas “De
Indios” le pusieron su cuota de color y brillo al desfile.
HAY QUE CUIDAR LA VISTA:
Cuando se habla de carnaval, entre algunos de sus componentes principales,
la harina y la pintura, se recuerdan miles de anécdotas al respecto;
pero los que no estaban de acuerdo con esa costumbre, o en última instancia,
expresaban su gran preocupación al respecto, eran los integrantes del
Patronato Nacional de Ciegos, quienes manifestaban a viva voz prevenciones sobre
los peligros a que se hallaba expuesta la visión durante las fiestas
de carnaval. La costumbre de recoger del suelo serpentinas o papel picado, objetos
que al ponerse en contacto con agua o polvos contaminados pueden producir graves
afecciones; alertaban también sobre quienes arrojaban estos mismos objetos
con gran violencia a los ojos de sus circunstanciales compañeros de juego
y que en muchas oportunidades habían producido lesiones de diversa gravedad.
Más aún, no faltaban quienes acercaban a los rostros y a los ojos
varitas u otros elementos de juego igualmente peligrosos.
Ustedes recordarán que hubo una época en que el juego se encauzaba
hacia el uso de elementos nocivos al organismo, como por ejemplo: alquitrán,
D.D.T., cal, etc.
ALEGRÍA CAPITALINA:
Grata impresión dejaron los bailes públicos, llevados a cabo
en el Parque San Martín, organizados por El Sindicato de Mozos y Anexos.
Este año se bailó en carpas ubicadas en las afueras de la ciudad,
en la Sociedad Española, Sporting Club, City Bar. Como siempre, en cuanto
a bailes populares, la carpa de Jaime Capó era la más comentada
y concurrida, instalada en el Luna Park Salteño, ubicado en Rondeau esquina
España y que contaba con la actuación de la gran orquesta Quilmes.
Tanto era el éxito de los bailes, que dos empresas de transportes cubrían
el servicio hasta las puertas de las carpas. (líneas 7 y 5).
En la capital la gente del Centro Empleados de Comercio, que había trabajado
con tanto empeño en la organización de los corsos, estaba muy
contenta. El público había apoyado con su presencia, las carrozas
y disfraces le dieron magnificencia que se complementó con la alegría
y el entusiasmo de todos. Los organizadores estaban muy conformes ya que debieron
trabajar con premura ante la demora en la concesión del servicio correspondiente
para estructurar los corsos de carnaval. El objeto de la recaudación
era ayudar a una institución de beneficencia, instalar un Consultorio
Médico gratuito para el gremio de empleados, también destinar
fondos al Aero Club Salta.
Hubo noches en que los palcos estuvieron ocupados totalmente, otras que no lo
estuvieron tanto; pero lo importante es que al igual que en años anteriores
todos los desfiles se desarrollaron en perfecto orden, tanto por la vigilancia
impuesta por la Policía como por los organizadores.
El importe total de lo recaudado alcanzó la suma de mil setecientos cuarenta
y cinco pesos de los cuales se dedujeron mil ochenta y seis por gastos, la ganancia
líquida fue entonces de seiscientos cincuenta y ocho pesos con diez centavos
de los cuales trescientos veintinueve pesos con cinco centavos correspondió
al Centro de Empleados y Obreros del Comercio. Para el Hospital del Milagro
y el Aero Club Salta ciento sesenta y cuatro con cincuenta y tres centavos a
cada institución.
Se iba el carnaval y toda la atención habría de ser depositada
en las elecciones nacionales que se llevaron a cabo el día domingo lº
de marzo y que en Salta ganaron los representantes del Partido Demócrata
Nacional, que consagró como diputados provinciales por la mayoría
a los Doctores Luis C. Arana, Francisco Uriburu Michel, Alberto C. Velarde y
Juan N. Solá.
EL CARNAVAL DE 1943
LOS FESTEJOS PROVINCIALES:
Nuevamente sería el departamento de General Güemes el que abriría
el fuego.
El circuito para los clásicos corsos correspondió a la avenida
Leandro Alem, entre Capitán Saravia y 6 de Setiembre que estuvo bien
iluminado y complementando a sus corsos los bailes organizados por la Sociedad
Española de Socorros Mutuos que tuvieron un gran éxito. Los corsos
fueron muy animados. A pesar de la ausencia de comparsas abundó el papel
picado, pomos y máscaritas sueltas. Terminados estos Corsos-Retretas,
la gente concurrió a los bailes organizados en la Confitería París
y en la Sociedad de Ayuda Mutua.
Por primera vez podemos contactar con las fiestas carnestolendas de Metán.
organizados por la municipalidad se realizaron corsos los días 6, 7,
8, 9, 13 y 14 de marzo. Comenzaban a las 20,30 horas y culminaban a las 24.
El circuito donde se llevaron a cabo estos lindos corsos fue el de la Avenida
9 de Julio y 20 de Febrero, desde la calle Pueyrredón hasta la calle
Güemes.
Circuito bien iluminado. Se habían instalado altoparlantes. Tanto el
inicio como la terminación del corso era anunciado con bombas de estruendo.
Lo llamativo es que éstos eran corsos-retretas, es decir exclusivamente
para peatones, por lo tanto se prohibió la entrada a toda clase de vehículos
y de jinetes a caballos. Al igual que en el corso de la Capital se prohibió
terminantemente el juego con agua.
En estos pagos el alumbrado público era malo. El clima social estaba
marcado por una acentuada pobreza, sin embargo se organizó un baile amenizado
por una orquesta venida desde Tucumán.
Se debe destacar el esfuerzo de los carnavaleros ya que la situación
europea traía aparejada una gran escasez de material.
Como podemos observar en el interior de la provincia, el carnaval se vivenció
plenamente.
Rosario de la Frontera: si bien no se organizaron corsos, sí se concretó
el baile elección Reina Miss Carnaval 1943, bajo la dirección
de la subcomisión de Damas Pro-Tiro Federal. Los fondos recaudados fueron
destinados a la construcción del polígono. Esto de la elección
de la Reina tuvo gran aceptación ya que la candidata María Lola
González fue elegida por tres mil treinta y siete votos y Virginia Carpinacci,
mil doscientos ochenta y un votos; lo llamativo fue que la princesa primera
denunció fraude y se negó a asumir.
Tartagal: No hubo corsos, solo el baile organizado por el Club Olld Boys y la
Sociedad Ortodoxa. Otro baile destacado fue el realizado por el Bar Central
de Abdo Chapac.
Chicoana: A pesar del gran esfuerzo para organizar corsos, no se los pudo concretar,
y se tuvieron que contentar con un baile organizado por el “Quiosco del
Carmen” los días 13 y 14 de marzo.
Campo Quijano: El baile de carnaval se llevó a cabo en el salón
comedor del personal de los Ferrocarriles del Estado y fueron a beneficio de
la acción católica, organizado por las señoritas y caballeros
de la comisión.
Orán: En estos pagos sí hubo corsos, que se desarrollaron con
gran entusiasmo en el circuito de la calle Carlos Pellegrini y también
un baile que fue organizado por la Sociedad Española.
Como se puede apreciar los tiempos políticos y económicos incidían
sobremanera en los festejos del carnaval, con mayor fuerza en el interior.
Entre los integrantes de la comisión organizadora se destacaba la presencia
de las siguientes personas: El Intendente Municipal Dr. Arturo F. Poma; Presidente
delegado de los Boys Scout Argentinos, Ricardo Villares; Presidente del Club
Argentino de Bochas, Tomás Carletti; inspector municipal, Andrés
Toledo (h) y el Señor F. Sarpaj. Los corsos fueron muy concurridos y
con gran presencia de disfrazados.
En El Tabacal, este año no se desarrollaron corsos, pero el Club Atlético
Juventud Unida, organizó dos bailes familiares en las instalaciones del
hotel “El Ingenio”, alcanzaron un éxito brillante. Hablando
de bailes en la Capital de Salta, éstos se desarrollaron en el Sporting
Club, Sociedad Española, Club 20 de Febrero, Sociedad Sirio Libanesa
y en las carpas, donde no faltaron incidentes.
CORSOS CAPITALINOS: ENTRE VECINOS Y COCHEROS:
En la Capital de Salta los corsos se llevaron a cabo alrededor de la Plaza
9 de Julio organizados por “La Comisión Oficial de Vecinos”.
Recordemos que el mundo se encontraba en los últimos años del
desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, por lo tanto se debía tener
en cuenta que la nafta se había convertido en un elemento de lujo y muy
escasa por lo que tomaba mayor importancia la presencia de los Coches de Plaza.
Los organizadores solicitaban a los aurigas el arreglo y limpieza de los coches
ya que se había prohibido la entrada de automóviles por la escasez
de nafta, y se habilitaba la entrada a toda clase de vehículos de tracción
a sangre.
Para el año 1943 los premios instituidos fueron:
CARROZAS:
1º Premio: $ 400
2º Premio: $ 300
3º Premio: $ 200
4º Premio: $ 100
COMPARSAS O CONJUNTO ORQUESTAL:
1º Premio: $ 200
2º Premio: $ 100
3º Premio: $ 50
MEJOR DISFRAZ:
1º Premio: $ 50
2º Premio: $ 30
3º Premio: $ 20
Además se otorgaron dos premios más de cincuenta pesos cada
uno y también dos valiosos premios a los mejores palcos adornados.
Fue designado comisario general de corsos David Diez Gómez para controlar
el juego con agua y todo acto reñido con el orden.
El día lunes lº de marzo, la Municipalidad de la Capital designó
a la comisión vecinal encargada de la organización de los corsos.
Esta dejó de poner acento en las tramitaciones burocráticas, en
asambleas pomposas, y de forma sencilla y práctica trabajaba para que
las fiestas carnestolendas gozaran del entusiasmo y el brillo que merecían.
Se invirtieron alrededor de dos mil pesos destinados a premios. La instalación
de guirnaldas y ornamentos en el circuito fue costeada por la comisión
organizadora, al igual que la impresión de afiches y volantes, donde
el Gobierno y el Comercio prestaron su colaboración.
Los integrantes de la comisión, que trabajaban “Ad-Honorem”,
decidieron no cobrar entrada al público, como tampoco a vehículos
y comparsas, pues eran del criterio que los corsos eran fiestas populares al
cual todos tenían derecho de concurrencia.
El producido de los mismos fue destinado por un lado a la Escuela de Ciegos
y por el otro lado al Hospital del Milagro.
Las agrupaciones que pretendieran obtener premios debían concurrir por
lo menos tres noches a los desfiles. Los vehículos con propaganda pagaron
por ingresar al circuito veinte pesos por noche. Los palcos costaban diez pesos
la temporada o tres pesos por noche.
Los corsos fueron amenizados por la Banda de Música de la Policía
y los equipos de amplificación (altoparlantes) fueron un aporte del Ministerio
de Gobierno.
Entre los integrantes de la comisión organizadora estuvieron Bartolomé
Salas, Luis David Mendieta, Virgilio García, Ángel Galarreta,
Francisco Oberti, Héctor Obeid, David Schiaffino, Ricardo Falú
y Simón Amado.
Los días de carnaval correspondieron al 7, 8, 13 y 14 de marzo. Los corsos
se iniciaban a las 21,30 y eran clausurados a las 0,30 horas.
El martes 2 de marzo, a horas 16, el Gobernador de Salta Dr. Ernesto Aráoz
fue entrevistado por los integrantes de la comisión vecinal. El Gobierno
de la Provincia confirmó su aporte de dos mil pesos moneda nacional para
los corsos.
El mundo se debatía en una espantosa crisis. Las consecuencias de la
Segunda Guerra Mundial, traerían aparejado la escasez de nafta y alimentos,
así el miércoles 3 de marzo de 1943 Mathama Ghandi ponía
término a su ayuno voluntario que se había prolongado por veintiún
días.
El carnaval de 1943 había tenido sus corsos, y estos habían sido
en cierta manera, exitosos, a pesar de que la vigilancia fue escasa y de que
la comisión organizadora había realizado varios pedidos que no
fueron cumplimentados. El orden durante las fiestas carnestolendas no fue alterado,
hubo sí algunos pequeños hechos como por ejemplo que los palcos
alquilados por familias, estuvieron en la mayoría de los casos ocupados
por otras personas, lo que dio lugar a algunas situaciones enojosas y violentas.
En un principio la comisión decidió realizar la última
jornada de corsos el domingo 14 de marzo, lo que no pudo concretarse debido
al mal tiempo.
LA CARPA DEL JAIME Y “UNA CANA AL AIRE”:
El sábado 13 de marzo de 1943, en la carpa de “Jaime Capó”
se encontraba el Jefe Interino de Investigaciones con un grupo de empleados
de esa dependencia. En un momento dado de puro aburridos la emprendieron con
la vajilla del negocio que en un santiamén quedó hecha añicos.
Al escuchar el ruido de la cristalería, acudió un oficial de la
seccional primera, quien solicitó a los ruidosos parroquianos, tuvieran
a bien guardar la debida compostura; pero al no obtener ninguna obediencia a
sus indicaciones, decidió dar cuenta a su superior, el comisario de la
Sección Señor Díaz, quien se encontraba en otro lugar de
la carpa de recorrida en compañía del comisario de órdenes.
El Comisario tampoco fue obedecido por lo que optó por dar cuenta a su
vez a su superior el comisario de ordenes. Pero entre estas idas y venidas los
muchachos ya habían terminado con todas las botellas y vasos de su mesa
y de las vecinas. Al final el comisario seccional instruyó un sumario
que elevó a la Jefatura y colorín colorado aquí nada ha
pasado.
La grata sorpresa de este carnaval lo constituyó “La Murga Lírica
de Atocha”, que con sus pitos, flautines y otros instrumentos muy bien
ejecutados, llenó las calles de cantos festivos. El capitán de
esta murga fue Julio Gómez y entre sus integrantes se destacaron Julio
Echenique, Salvador Filli, J. A. Gutiérrez, C.A. Fortuni Quesada.
POR LA PLATA BAILA EL MONO:
La comisión vecinal organizadora de los corsos presidida por Arrigo
Morossini culminó expresando sus satisfacciones por los resultados logrados.
En Salta, la subcomisión encargada de recolectar fondos trabajaba activamente.
Virgilio García aportó doscientos pesos al igual que Tienda “La
Argentina” y la carpa de Jaime Capó y Martínez; Sastre y
Cía. contribuyó con ciento cincuenta pesos al igual que Martín
Córdoba y Mueblería Imperio; Grandes Almacenes Vidal aportaron
cien pesos; mientras Fotos García, Casa Heredia, Farmacia Alemana y Jabón
Federal aportaron cincuenta pesos cada uno. La Comisión, en retribución
a estos aportes dispuso la distribución de palcos entre las firmas que
contribuyeron con la propaganda comercial. La venta de palcos estuvo a cargo
del presidente Arrigo Morossini, en su domicilio de calle Alberdi N° 221.
Algún problema se suscitó entre la comisión organizadora
y la carpa de Jaime Capó, ya que la primera resolvió devolverle
a los carperos los doscientos pesos, con los que ésta había colaborado;
con el argumento de que la comisión organizadora no debía recibir
donativos. Desconocemos las razones del conflicto, pero recordemos que Capó
no había sido el único en hacer un aporte y a los otros no se
les devolvió nada.
La Sociedad Española organizaba sus clásicos bailes de carnaval,
y los promocionaba diciendo: ¡Qué bien se baila en piso firme!,
anunciando la actuación de la Orquesta Típica Salazar y Vasjaz
Chouza. Por aquellos tiempos la entrada a un baile tenía un costo de
treinta centavos, las damas ingresaban gratis y aclaramos que el local institucional
estaba ubicado en calle 20 de Febrero N° 672.
Una comparsa salteña “La Expedición al África en
busca del eslabón perdido”, que había sido organizada por
Antonio Corrado y estaba integrada por treinta esclavos negros, dos exploradores
nativos, una diosa blanca, dos brujos, un médico, cuatro exploradores
y dos exploradoras; agrupación que desfilaba transportando numerosos
animales en jaula (un puma, osos, corzuelas, monos, zorros, y perros). Se trasladó,
especialmente invitada, el día 13 de marzo a San Pedro de Jujuy para
participar de los corsos de aquellos pagos.
COMPARSA - ADOQUÍN Y VECINDARIO:
Durante el carnaval de 1943 desfiló en los corsos una comparsa de indios,
“Los Mohicanos” que estaba integrada por Julio Báez, Juan
Carlos Villa Crespo, Alfonso Guantay, Gregorio Alvarez, Manuel Arroyo, Máximo
Ontiveros, Miguel Ángel Molina, Florentín Colque, Nicasio Sosa,
Julio Liendro, Ricardo González, Néstor Bustamante, Juan Carlos
Estrada, Domingo Quezín, Roberto Aramayo, Justo Romano, Genaro Prado,
Nicolás Soto y Alberto Plaza. La comparsa supo ganar sostenidos aplausos
en sus desfiles por el corso y además era seguida por una multitud de
simpatizantes cuando salían a “chirolear” por las calles.
1943, es el año en que se constituirá una de las barriadas más
afamadas y de gran historial social en la Capital de Salta; Villa Cristina (fundada
el 8 de setiembre de 1943). Ubicada al Sud-Oeste de la Capital, por aquellos
tiempos era uno de los extremos, en cuanto a expansión urbana. Sus límites
estaban dados por la calle 11 de Setiembre (hoy calle Pellegrini, por entonces
adoquinada, y por donde transitaba el Tranvía buscando las márgenes
del Río Arias). La calle Corrientes, hoy San Martín, Lamadrid
y Coronel Vidt. En ese territorio se desarrollaban las actividades deportivas
de los integrantes del Club Atlético Pellegrini (nacido el 15 de Agosto
de 1930, en una reunión realizada en Bar “El Pigall”, que
estaba ubicado en Pellegrini y San Juan). Desde esta barriada se organizó
una original mascarada que participó de los corsos del carnaval denominada
“Los Artilleros de Pellegrini”, que estaban disfrazados con el uniforme
de los distintos clubes de la Capital Federal y que estaba integrada por: José
Pedraza, Nestor Barrios, Vicente Narz, Juan Narz, Antonio Daher, Domingo Gómez,
Juan José Flores, José Eguizabal, Carlos Morales, Alfredo Cruz,
Alfredo Gutiérrez, Marcos Flores, Marcos Chaile, Rogelio Gaudelli, Pablo
Avalos, Juan Ibarra, Dionisio Troncoso, Antonio Castillo, Jorge Astigueta, Miguel
Narz, Humberto Rivero, Jorge Guzmán, Antonio Cruz, Roque Armengot, Cesar
Saravia, Juan Carlos Vargas, Francisco Portal, Antonio Pedraza, Miguel Espinosa,
Humberto Vera y Ramón Narz.
A pesar de que hubo días en que la lluvia no permitió la expansión
del ánimo carnavalero; cuando no llovió el paisanaje jugó
con agua desde las primeras horas de la tarde y los corsos congregaron a una
entusiasta muchedumbre en la Plaza 9 de Julio. Los palcos se encontraban totalmente
ocupados, al igual que las calles que bordeaban el circuito. Por primera vez,
se llegó una Comparsa de “Indios Jujeños” para desfilar
en los Corsos de Salta, desde Ledesma, fueron “Los Pieles Rojas”.
Otras de las mascaradas que le dieron brillo al desfile de los corsos, reiterando
la información de que por entonces las comparsas, a pesar de que lentamente
marchaban hacia representaciones totalmente de “indios”, todavía
albergaban en su seno algunos mascarones, por ejemplo la que tenía como
Cacique a Evangelisto López y como Subcacique a Ignacio Lazcano y donde
participaban Demetrio Villagra, Florencio Ortiz (Patoruzú), Jacinto Azart
(Viejo) y disfrazados de indios lo hacían: Isidro Vaca, Pablo Díaz,
Aurelio Romero, Albino Vera, Gualberto Rojas, Román Costilla, Serafín
Martínez y Carlos Díaz; disfrazados de diablos: Santos Lizarraga,
Cerafino Olmos, Teófilo López, Lorenzo Calisaya, Juan P. Vera,
Gervasio Calisaya.
LA HORA DE LOS PREMIOS:
La comisión encargada de entregar premios decidió lo siguiente:
CARROZAS:
1° Premio: Desierto.
2° Premio: Desierto.
3° Premio: “Acorazado Moreno”
3° Premio (bis): “Pa’ que bailen los Muchachos”
4° Premio: “Rancho de los Recuerdos”
Se entregaron dos premios estímulos. Cincuenta pesos a “Canasta
de Flores Rojas” y veinte pesos para “Los Chinitos”.
COMPARSAS:
1° Premio: “Expedición al África”
1° Premio (bis): “Los Locos de la Cortada”
2° Premio: “Los Indios Mohicanos”
2° Premio (bis): “Los Penachos Verdes”
En esta categoría también se establecieron dos premios estímulos
de treinta pesos cada uno para “Los Últimos Mohicanos” y
“Los Flechas Rojas”. Y un premio de diez pesos para “La Murga
Lírica de Atocha”.
DISFRACES:
1° Premio: “La Momia”
2° Premio: “Príncipe del Pájaro Verde”.
2° Premio (bis): “Mocho a Cococho”.
3° Premio: “Hombre de las Cavernas”.
3° Premio (bis): “Patoruzú”.
PRESENTACIONES ORIGINALES:
1° Premio: $ 100 - “El Cisne”.
2° Premio: $ 50 - “Leguizamo”.
Los premios fueron entregados en la casa de Arrigo Morossini y los fondos sobrantes de los corsos (mil pesos), la comisión los destinó como estaba previsto, a beneficio de la Escuela de Niños Ciegos, Maternidad y Asilo de Ancianos Santa Ana.
LAS CHICHERÍAS CAPITALINAS:
El carnaval de 1943 dejó grandes recuerdos a su paso, uno de ellos
era una hermosa Chichería que estaba ubicada en calle Caseros N°
1331. Esta tenía su fama nacida allá por 1918, donde los guitarreros
encontraban el marco necesario para que los bailarines danzaran zambas, cuecas
y chacareras. A esta chichería se sumaba “El Jardín Salteño”
ubicado en calle Caseros, pasando la vía, un paraje al aire libre donde
todos los domingos a partir de horas quince se podía consumir chicha,
aloja y se bailaban danzas nativas. Quien podrá olvidar al “Pato
Tuerto”, ubicado en calle Caseros casi esquina Olavarría, local
que permitió la diversión de los salteños de entonces;
y qué vamos a decir de las ubicadas en la zona de la Coronel Vidt y Pellegrini,
territorio de curtiembres, hasta donde llegaba el Tranvía y donde se
destacaba el Bar de la familia Varela, por allí muy cerquita nomás,
en el pasaje Mosconi e Ituzaingó, estaba “la vereda alta”
que formó parte de las diversiones de generaciones de paisanos.
EL SEGUNDO ENCUENTRO DE COMPARSAS:
Ocurrió en la Capital de Salta. En este caso se enfrentaron “Los
Indios Bohemios” y “Los Pieles Rojas”.
Comparsa, ésta última, que después de este encuentro fueron
llamados despectivamente por sus rivales. “Los Pieles Blancas”.
Iban por la calle Pellegrini, “chiroleando”, acompañados
de una gran barra de chicos y jóvenes. Los espejuelos brillaban con los
rayos del sol y junto al colorido de las plumas de los gorros le ponían
un marco espectacular a la vieja calle de los adoquines, cuando al llegar a
la esquina de la Coronel Vidt se encontraron, en topetazo “imprevisto”(aclaramos
el encomillado, pues era costumbre que la multitud de changos que acompañaban
a la comparsa, como así también los vecinos del lugar, siempre
sabían preavisar a los comparseros sobre la presencia de otra agrupación
extraña, preaviso que servía para que estos guardaran los gorros
en alguna casa y pudieran organizar todos los movimientos defensivos u ofensivos;
o sea que este topetazo, en cierta manera era premeditado). Lo cierto es que
se encontraron frente a “los Indios Bohemios”, quienes se estacionaron
en la esquina y esperaban cantando, a los brincos, una seña del cacique
quien sobresalía, realzando su majestad por la majestuosidad de su gorro
lleno de espejos, entre el balanceo de los diablos infatigables.
La noticia corrió como un reguero de pólvora; los changos salían
desesperados “como balas” desde los ranchos cercanos, algunos montaban
raudamente en sus bicicletas pues no querían perderse ningún detalle
del “Encuentro”. Las mamas con la aflicción pintada en sus
rostros se dirigían velózmente hacia el lugar del suceso con la
aflicción de que algún ser querido pudiera sufrir alguna lesión.
Avanzaban secando sus manos en los raídos delantales que las acompañaban
en las tareas hogareñas.
Mientras “Los Bohemios” en un atronador retumbar de cajas cantaban:
Ay como nos duele el torso,
somos los Indios Bohemios,
de tanto andar en el corso
y de no sacarse el premio.
Pero que si al fin y al cabo
aquí estamos para cantar
y si sale algún centavo
nos volvemos a alegrar.
Somos los Indios Bohemios
y ya se vá el carnaval
ya se vá, hay, hay, hay.
Los curdas que a esa hora regresaban de la farra corrida, al observar la carretela
tirada en el piso, colocada en la esquina, daban la imagen, en su balanceo de
querer inclinarse sobre la calle, para acompañar el ritmo del canto y
la danza de los comparseros; ¡pero nó!, se inclinaban por la influencia
del alcohol y nó para dejar, ni rescatar monedas.
Esto no pudo ser percibido por “Los Pieles Rojas”, quienes creyendo
que se trataba de lo primero, se retiraron mordidos por el microbio de la competencia
y saltaron sobre el empedrado como si fueran indios auténticos; gritaban,
vociferaban como pidiendo carne cruda para el Vermut. Pasado un rato se calmaron
un poco y organizadamente comenzaron a acercarse a la esquina; donde, como correspondía
los Caciques debían entrevistarse y lanzar sus cantos. Previamente hubo
una consulta entre éstos y sus muchachos.
-¿Le damos de palos?- preguntó el Cacique.
-Nó- nó! gritaron guturalmente los Indios- y agregaron.
-Los venzamos por las propias armas, los venzamos cantando.
Dicho esto el cacique se adelantó unos pasos, hacia donde lo esperaba
el otro. Los Indios, con su asentimiento largaron la primera estrofa.
Estarán bien empilchados
pero eso no es más que espuma,
si están en este estado
es porque subió la pluma
y digamos las cosas francas,
que somos los pieles rojas
y nó los pieles blancas.
A todo esto el otro Cacique se adelantó y dijo:
¿Dicen que subió la pluma?
¿Dónde subió y que tal es?
Su colega se adelantó intentando responder, pero el Cacique no se lo
permitió y siguió diciendo:
Sus macanas nos abruman
quien va a subir es usted,
va a subir de una patada
y en el aire estará un mes.
El cacique contrario azorado, y rojo de rabia, quiso esbozar una contestación pero su boca se cerró bajo el puño del primero, que a su vez recibió un feroz puntapié. Los caciques se trenzaron como gallos de riña sin darse tregua y sus indios lo acompañaron hasta formar tal trifulca donde todos se obsequiaban palos mutuamente. A todo esto las viejas curiosas espantadas y a los alaridos, rameando a sus guaguas, mientras lejos, muy a lo lejos, la Policía Montada, venía a galope tendido haciendo tronar sus guardamontes y pitos, para intentar parar el encuentro.
TIEMPOS DIFÍCILES:
En lo que respecta al período 1944-1945, en lo atinente al carnaval algunos
datos son desarrollados en el Tomo V de este trabajo. Confesamos que desde el
punto de vista heurístico tuvimos grandes dificultades para acceder a
documentación oficial sobre el tema.
En lo político recordamos que desde el 16 de Junio de 1943 y hasta el
4 de Julio del mismo año, la administración fue ejercida por el
Comandante de la V División Coronel Roque Lanús. Será reemplazado
por el comisionado nacional, Gral. José Morales Bustamante que desde
el 4 de Julio de 1943 ejerce la Intervención Nacional en Salta hasta
el 15 de Agosto de 1944 y desde esta fecha hasta el día 6 de Diciembre
de 1945 ejerció la intervención un civil, el Dr. Arturo Secundino
Faccio.
Período álgido en la vida nacional y por supuesto también
en la provincial. Desde la Revolución de 1943 hasta el 17 de Octubre
de 1945 mucha agua correría bajo el Puente de la Historia del País
de los Argentinos.
EL CARNAVAL DE 1946
El año encontraba al pueblo de la nación albergando tremendas
expectativas en lo político. El anterior había cobijado en su
seno un hecho de tal magnitud (17 de Octubre de 1945) a partir del cual nada
sería igual.
En Salta los hombres de la actividad política discernían sobre
la incidencia de “el Juego de la Taba” en el pueblo.
En el plano internacional, “La segunda Guerra Mundial”, había
concluido. Sus consecuencias se harán sentir por mucho tiempo, como por
ejemplo, en la primera quincena de enero de 1946 el Comercio de Salta había
instrumentado un paro total de actividades, que ya en el tercer día de
su concreción había convertido a Salta en una ciudad prácticamente
desierta.
HOMENAJE AL COCHERO:
Hay un personaje, un trabajador, que de ninguna manera podemos dejar de resaltar.
El mismo que con la llegada de los primeros automóviles (1905), y mucho
más en su apogeo, fue prácticamente marginado y discriminado.
Es el mismo el que en todos estos años especialmente desde 1943 al 1945
ante la escasez de nafta (que llegó a obligar en algún momento
a prohibir la circulación de automóviles en los corsos) fue el
que salvó a estos desfiles populares con sus carromatos adornados con
las mejores galas. Ese hombre que sentado en el pescante soportando los inclementes
rayos del sol, bajo la amenaza de los chaparrones, desafiaba todos los días
a la naturaleza. El que buscaba ganarse honradamente el diario sustento; y el
que a pesar de sus tremendos esfuerzos, al igual que muchos otros trabajadores,
nunca pudo ponerle freno a los aumentos exorbitantes del alimento, vestido,
reparación de sus carruajes y la subsistencia de su animal.
El cochero se constituyó en una de las figuras más populares de
la Sociedad Salteña de otros tiempos. Cuando su oficio había desaparecido
en muchas ciudades del país, arrollado por el alud de los tractores y
el brillo de la carrocería de los autos, aquí, en Salta se seguía
marcando con prestancia la subsistencia de su mágica presencia. El que
conoció todas las calles, sus personajes, y transportaba las mil y una
noches con sus leyendas y narraciones; el preferido de los turistas que en sus
vehículos contactaban en forma más directa con el sabor del acontecer
popular.
El mismo que después de superadas las contingencias de la guerra comienza
a preparar el camino a su desaparición y que en esta Historia del Carnaval
de Salta debe tener el reconocimiento que merece uno de los principales artífices
de la subsistencia de los corsos salteños.
Nos ponemos de pié porque estamos hablando de “El Auriga”,
nuestro querido Cochero de Plaza.
CERRILLANO Y CARNAVALERO:
Casi siempre daban el puntapié inicial a las celebraciones de Momo.
Organizados por la Cooperadora de la Escuela “Gobernador Manuel Solá”
se llevaron a cabo hermosos corsos los días domingos 10 y 17 de febrero
en la plaza “Serapio Gallegos”. Comenzaron a las horas 18,30 y una
vez concluidos los corsos de flores se realizó un baile en el salón
municipal, donde se procedió a elegir la reina del carnaval cerrillano.
En honor a la verdad tenemos que decir que el corso del domingo 17 comenzó
y se desarrolló en un marco de alegría pero de pronto se desató
la lluvia. A pesar de que más de la mitad del corso se había desarrollado
los cerrillanos, ni lerdos ni perezosos, lo consideraron no realizado y decidieron
que el 20 de febrero debía efectuarse otro para recuperarlo, los carruajes
pagaban dos pesos para ingresar y los jinetes cincuenta centavos. Los concurrentes
al corso, peatones, pagaban veinte centavos.
Las celebraciones prosiguieron el Domingo 3 de marzo, el Lunes 4 y el Martes
5 en el mismo lugar y con los mismos horarios.
BASQUETBOLISTAS Y FUNCIONARIOS:
El día domingo 24 de Febrero de 1946 los salteños eligieron
gobernador por lo que usted puede imaginar en que marco se vivenció el
carnaval de este año.
Al momento en que se realizaron los corsos salteños del año 1946,
ejerció el cargo de Interventor de la Provincia el Coronel Ángel
W. Escalada, y lo hizo hasta el 14 de Mayo de 1946. Durante su administración
las autoridades municipales, a través del Director de Control, Juan Salvador
Sosa, expresó “no permitiré que se hagan corsos en esta
ciudad; que cada cual se divierta como pueda, yo no me tomaré el trabajo
para que la Federación se beneficie”, se expresaba así ante
las autoridades de la Federación Salteña de Basquetboll, que había
solicitado permiso para organizar los corsos.
Los delegados de la asociación, insistieron, destacando la conveniencia
de hacer los corsos, que no solo beneficiaban a esta modesta entidad, y al comercio
que había adquirido ya los artículos del carnaval, sino que también
representaba una sana diversión para el pueblo. El Director de Control
remarcó “todo eso está de más y entiéndalo
bien, si el ministro me exige que haga los corsos antes, presentaré mi
renuncia”.
Eran tiempos complejos y conflictivos. El día miércoles 27 de
Febrero Salta comentaba azorada el lance caballeresco que se había concertado
entre los doctores Santiago Fleming y Juan Carlos Cornejo Linares. El duelo
se efectuó a sable, de filo contrafilo y punta, actuando de padrinos
los señores Abel Arias Aranda y Elio Alderete por parte del doctor Fleming
y los señores Arturo Torino (h) y Julio Díaz Villalba por parte
del doctor Cornejo Linares. Ambos resultaron con heridas en el rostro y el cuerpo
y se dio por finalizado el duelo dadas las condiciones en que había quedado
uno de ellos.
Tan difíciles eran los momentos que toda orden inmediatamente recibía
una contraorden, así el día Jueves 28 de Febrero, el Ministro
de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública daba a conocer una
resolución mediante la cual se autorizaba la realización de corsos
en toda la provincia.
También se autorizó el uso de trajes de fantasía o de disfraces;
pero se prohibió el uso de caretas y antifaces. Los integrantes de comparsas
debían estar todos perfectamente identificados. Se prohibió la
utilización de “tubos” lanza-perfumes, bolas de papel, bombitas
boers y otros elementos como, el empleo de vejigas o varitas simples con plumeros.
No se podía utilizar aparatos para lanzar serpentinas tampoco recoger
papel picado del suelo; los bailes debían tener prohibida la propagación
de cantos, discursos y danzas indecentes. Se prohibía viajar en estribos,
guardabarros y paragolpes de los vehículos.
Los comerciantes de la zona céntrica presionaban a la intendencia municipal
para que los corsos se concretaran, la comuna había dispuesto su nó
realización pero así mismo había dado consentimiento para
la instalación de carpas.
En un ambiente atrofiado, por los tiroteos, pedradas, gritos y amenazas de la
política, se acentuaba lo dispuesto el año anterior (1945) cuando
debido a la escasez de nafta y a la restricción de la energía
eléctrica los corsos habían sufrido un duro golpe.
Si Ud. leyó con atención la argumentación y la metodología
utilizada para anunciar que la municipalidad había dispuesto no realizar
corsos en el año 1946, diremos que podemos coincidir, que viniendo de
autoridades políticas éstas pueden ser consideradas como impolíticas,
por lo tanto no nos puede sorprender que ante una homogénea actitud por
parte de los comerciantes salteños y la prensa, ésta actitud fuera
revista. Tanto que a último momento, en los primeros días de marzo
se decidió la organización de corsos.
LOS CORSOS CAPITALINOS:
Se llevaron a cabo los días 2, 3, 4, 9 y 10 de marzo. El circuito elegido
fue el de la Plaza 9 de Julio, el cual fue prestamente ornamentado e iluminado.
El carnaval de este año no tan solo tuvo un hermoso baile público-popular
que se llevó a cabo en el Parque San Martín, sino que los carnavaleros
también pudieron disfrutar de los bailes organizados por la Sociedad
Sirio Libanesa, a través de las damas de la colectividad. Otro baile
destacado fue el del Sporting Club, llamado “El Baile de Mamarrachos”,
donde se divirtieron los asociados y la prestigiosa entidad del Parque San Martín.
Como en años anteriores en el Club Virgilio García se volvió
a organizar sus exitosos bailes de carnaval, mientras el Patronato Nacional
de Ciegos volvía a reiterar, como en todos los carnavales, sobre los
peligros que acosaban a la vista en corsos y bailes, donde personas inescrupulosas
e irresponsables arrojaban papel picado y serpentinas recogidas del suelo los
que en contacto con el polvo se convertían en vehículos de infección
para los ojos.
El asunto es que habría corsos. Por lo tanto los niños, que lo
consideraban su fiesta, preparaban sus disfraces y los jóvenes esperaban
poder tejer sus romances entre perfumes de pomos y lazos de serpentinas, las
comparsas esperaban la oportunidad para volver a ganar las calles. El ambiente
volvería a tener el rumor de orquestas, el colorido de luces y la incógnita
de disfraces y ojos ansiosos escudados en antifaces y máscaras. Las flores
volverían a ganar el espacio intentando unir dos almas.
“Momo” había llegado y durante los tres días de su
festejo, increíblemente, en un pueblo con una más que fuerte influencia
católica se entregaba a la práctica de rituales paganos. Porque
la fiesta del carnaval, siempre fue considerada la fiesta de todos, sin distinción
de edad, ni clase social, capaz de albergar a los espíritus angustiados
y a los corazones optimistas, el carnaval, en cierta manera es la fiesta del
amor y la esperanza en un planeta embebido de odios y rencores.
LOS BAILES Y “EL MEJORAL”:
¿Se acuerdan del “Mejoral”? cuantas generaciones de argentinos
consumieron el popular calmante. En el solar deportivo de Mitre y Necochea,
se llevaron a cabo bailes bajo los auspicios de “Mejoral”, los cuales
fueron amenizados por cuatro orquestas: “La Típica” de Mario
Vallejos, cantando Roberto Miranda, “La Folklórica” que dirigía
Juan Vallejos. Este baile fue un suceso donde se eligió a “Miss
Carnaval”, y se llevaron a cabo concursos de tangos, fox-trox, wogie-bogie
y vals.
Otro baile que hizo “roncha” fue el llevado a cabo en el “Colmado
Sevilla” cuyas pistas de bailes tenían piso de mosaico y donde
actuaba la Típica Martiniano con su cantor Oscar Beltrani y la Jazz Louis
y su Crooner Julio de Jarvis, los bailes tenían un costo de entrada para
damas de cincuenta centavos y caballeros un peso.
No se quedaba atrás El Luna Park Salteño que estaba ubicado en
Necochea N° 735 y que amenizaba la fiesta bailable del carnaval con música
grabada.
Ante el cúmulo de prohibiciones enunciadas por el ministro de gobierno
y la municipalidad, circuló una sátira anónima:
DECRETO DEL CARNAVAL MARCIANO
Nos, por la gracia “de arriba”
ministros de este gobierno
con sede en la “choopería”
dictamos este decreto:
No se puede usar caretas,
El carnaval no es política
¿Podrán salir a la calle
los colaboracionistas?
Los changos -dice el ministro-
no seguirán las comparsas,
porque a esta fiesta señores
no hay que tomarla a la farsa.
Los que se tomen las manos
y sientan la vida grata
no deben bailar muy juntos
y menos sobre una pata.
Prohibido tomar cerveza,
aloja y otra bebida.
Porque el ministro a vetado
“el empleo de la vejiga”.
No se puede usar plumeros
“bomba boers”, agua caliente
lo que nunca utilizamos,
porque eso aquí no es “corrientes”
Ni bombas de olor, ni de aguas
usaréis, porque no hay gomas...
En cambio Usía permite
jugar con bombas atómicas.
Pues en este carnaval
hay que ser serio en amores
y no hay que atar un piolín
en el ramito de flores.
Hay que hacer del carnaval
un carnaval como en Marte
Pues los “marcianos” jamás
hánse mandado la parte.
La rosca de serpentina
al golpear hiere la cara
por eso yo recomiendo,
tirarla desenrollada.
No haya tango arrabalero
ni haya cantos indecentes
y hasta no queda muy bien
que el cantor muestre los dientes.
Ahora pueden ir al corso
tranquilamente los opas
porque se ha prohibido echar
papel picado a la boca.
Volviendo a la Capital, el carnaval fue celebrado por los sectores populares
con mucho entusiasmo, colaboró con el ánimo festejante el espléndido
clima, lo que permitió a los amantes del juego con agua, desarrollarlo
plenamente. En los bailes de la ciudad se pudieron observar las caravanas de
muchachos con sus baldes repletos de agua y numerosos camiones con jóvenes
que recorrían las calles.
Por la noche el corso se vio muy concurrido y en todas sus jornadas se jugó
animadamente con pomos y papel picado.
La aristocracia salteña, como siempre se divirtió a lo grande
en las instalaciones del Club 20 de Febrero donde se llevó a cabo, “El
Baile de Los Solteros” y en el transcurso del cual resultó elegida
reina la señorita Amalia Lona Albretch, a la cual el poeta César
Luzzato le dedicó el siguiente poema:
A LA REINA DEL BAILE DE LOS SOLTEROS
Y reunidos una noche,
con acento de reproche,
los luceros,
convinieron que la esfera
azul, más hermosa fuera,
si certeros,
eligieran con presteza
una reina de belleza
singular;
y cuidando su fortuna
resolvieron a la luna
proclamar;
Soberana de la altura,
perla de luz y ternura
lirio azul.
Y de luceros rodeada,
mágicamente velada
por su tul;
esa reina de la noche
hace en el cielo derroche
de esplendor;
los solteros en su fiesta,
esa inquietud manifiesta
la tuvieron;
y por eso niña hermosa,
reina como lo es; la rosa;
te eligieron;
Es verdad que los solteros
no tienen de los luceros
más que su gran soledad,
pero en cambio, tú, a la luna.
Oh, reina, sin duda alguna
la superas en beldad.
LA MURGA DEL PROFESOR:
Como un recuerdo del carnaval de 1946 traemos a la memoria una de las murgas
que vistieron de colorido las calles de Salta, y que con sus bandas y cantos
llenaron el ambiente de espíritu de diversión. La murga fue bautizada
“La Murga del Profesor Ventajita” y estaba integrada por Alfredo
Molina, Luis G. Cancino “La Viuda Alegre”, Francisco Moisés
Rossi “Sisebuta”, Nestor Vera “Don Fulguencio”, Francisco
Farfán “Pobre Diablo”, Alberto Agüero “Ñato
Crostas”, Alejandro Cañizares “Sancho Pobre”, Fausto
Ochoa “Pomidoro”, Francisco Luis Hoyos “la Toro Mocho”,
Donato López “Carpancha”, Trinidad Patricios “Don Nicola”,
José Bellido “Popeye” y Miguel Guzmán “Busca
Sencillo”.
Carnaval que tuvo sus dos últimos días de corsos el sábado
9 y domingo 10 de marzo. Corsos que reiteramos, fueron organizados a última
hora por la municipalidad, y que para tener esa característica, estuvieron
bastante lindos.
El carnaval daba lugar a expresiones como esta:
SALPICÓN CARNAVALERO
Fijate como maniobran
esos guarangos que saltan,
y a las mujeres les faltan
y a los maridos los sobran.
Disfrutan haciendo mal
a las personas discretas.
¿Quién diablos son?
son caretas,
caretas del carnaval.
Tiene Tomás Garramuño
los puños tan formidables
que el día que está intratable
a todos mete en un puño,
y como frente a don Tomás
no hay una faz que resista,
es el suyo, ¡Dios me asista!
más que un puño un antifaz.
Van al corso Juan y Marta
viste ella de bataclan,
mientras luce el pobre Juan
unas narices de a cuarta
y ocurre de sopetón
que ella se pasa al camión
de unos tonys infelices,
mientras Juan se queda con
una cuarta de narices.
Los hijos de José Paz,
jugador afortunado,
disfrazarse han proyectado,
más carecen de disfráz.
¡Y cómo! ¿Paz no les dió
para disfrazarse?
nó.
No lo creí tan tirano,
pues, con fichas en la mano,
hace fácil dominó.
Alberto Pidemunt.
EL INTERIOR Y SUS FESTEJOS:
En Pichanal, el carnaval se festejó con escaso brillo y se limitó a un gran baile que se llevó a cabo en la confitería Bristol.
En Rosario de Lerma, se concretaron los corsos organizados este año
por El Centro de Ex Alumnos de la escuela “Dr. Francisco de Gurruchaga”,
que tomaron la iniciativa con la finalidad de conseguir fondos para construir
el mástil de la escuela.
Las celebraciones quedaron para el recuerdo. El hermoso corso se llevó
a cabo en la calle principal, frente al hotel Colón.
En Vaqueros don Teófilo Reyes que estaba a cargo de la comuna decidió
prohibir todos los bailes de carnaval; se le armó tal trifulca y fueron
tantas las presiones que debió revocar esa medida.
En Campo Santo, el carnaval estuvo muy triste, quizás, haciendo honor
a su nombre. Le echaban la culpa al Interventor Municipal, al parecer era poco
amigo de la diversión además de contradictorio, pues al no haber
corsos, había dado autorización para que se realizara un baile
el domingo 10 de marzo, pero de improviso resolvió cambiar de opinión
y suspendió todo tipo de reunión bailable, es decir que el Dios
Momo no tuvo cabida en estos pagos.
En Angastaco, la juventud agasajó al Dios Momo mediante un paseo campestre
y donde participaron entre otros los integrantes de las familias Arzelan, Miralpeix,
Cayo Grau, Díaz, Chalup, Agüero, Rivero, Carrón. Luego del
almuerzo, en un marco de gran alegría se organizó un baile que
se prolongó hasta avanzadas horas de la tarde.
La crisis económica, los vericuetos de la política y las permanentes
prohibiciones que la municipalidad y otros estamentos del poder daban a conocer
dio lugar a que los salteños expresaran esa situación y esbozaran
una sonrisa a través de:
AL RONQUIDO DE LA PAVA
Considere, señor jefe,
que el oficio a veces hincha
y si nos priva el matear
tendremos que hondear ulinchas.
Y esta medida es igual
-lo digo de buena fé-
que quitarle a los empleados
la tacita de café.
Además, tenga por cierto
que en este pago aburrido,
más fácil es tomar mate
que verlo al “Mate Cocido”.
Puede prohibirnos Usía
el comernos un agente
pero es una alevosía
vetar el trago caliente.
El “morado” al hombre pierde
pero el mate solo alegra,
¿Porque jefe, sólo al verde
lo pone en la lista negra?.
El ministro nos prohibe
tirar las bombas cantando
y la gente dirá ahora
que Ud. nos está bombeando.
El gobierno hecho una tromba
la tradición apolilla:
uno prohibe tirar bombas
y otro chupar la bombilla.
Y si en este tren seguimos
-aunque es un caso distinto-
tendremos que chupar medias...
medias vasijas de tinto.
Nadie aquí tiene la culpa,
no es envidia ni dislate:
Que a unos les sobre yerba
y a otros les falte mate.
Al final, pues no queremos
decir ningún disparate:
¿Con qué quiere que pensemos
si nos prohibe usar el mate?
En lo policial las cosas no pasaron a mayores. Fue un carnaval tranquilo,
circunscripto a algunos altercados entre quienes después de jugar con
papel picado, pomos y de empinar de más el codo, resolvieron afiliarse
en el gremio de los “HORNEADORES”, que son aquellos que en seguida
levantan presión y entran a repartir bollos y tortas a diestra y siniestra.
No faltaron quienes detenidos por andar haciendo “eses” en la vía
pública, le echaron la culpa al carnaval.
“Momo” había llegado con sus árganas repletas de sueños
y de esperanzas a poner una sonrisa sobre el dolor cotidiano de los mortales
vivos, luciendo sus disfraces multicolores y la incógnita de sus antifaces.
Anduvo sembrando las calles de papel picado, perfumando la ciudad con sus pomos
y sus flores.
Y se marchó con la cara mojada, el disfraz raído y el cuerpo cansado.
El otoño le tendió una alfombra de hojas amarillas, por la cual
momo se marchó dejando en los oídos del paisanaje el bullicio
ensordecedor con el que matizó sus preocupaciones.
Los corsos de la capital fueron muy concurridos, haciendo la aclaración
que era necesario un más decidido apoyo oficial para éstos, que
este año quedaron en manos del entusiasmo y la iniciativa popular.
También quedará en el recuerdo la carpa de Jaime Capó y
los bailes populares del Parque San Martín.
A RÍO REVUELTO GANANCIA DE PESCADOR:
Para despedir al año 1946, creemos necesario recordar en un justiciero
homenaje a una entidad deportiva nacida justamente en ese año; nos referimos
al “CLUB DE PESCA SALTA”, fundado el 18 de Junio de ese año,
que en actividad deportiva viene a representar el primer club dedicado a la
práctica de la pesca deportiva en nuestra provincia.
El acta de fundación dice que nació en el local de la Asociación
de Obreros Cristianos, ubicada en la calle Urquiza N° 539, y muy pronto
sus dirigentes alquilaron el local para su primera sede social que estuvo en
calle Lerma N° 1.
En 1996, esta entidad cumplió sus hermosos primeros Cincuenta Años
de vida. En tal feliz circunstancia recordamos a los integrantes de esa primera
comisión directiva:
Presidente: Marcelino Benavente.
Vicepresidente: Ángel Spaventa.
Secretario: Mario Di Primo.
Pro-Secretario: Víctor Fernández
Tesorero: Luis Castellani
Pro-Tesorero: Juan Venasar
Vocales: Eduardo Sachetti
Antonio Castellani
Narciso Aguirre
Felix Pernac.
Revisora de Cuentas:
Felix Cardozo
Juan Caro
Luis Bun
De Estatutos:
Marcos Gutiérrez
Adolfo Albornoz
Estos fueron sus fundadores, los que estuvieron rodeados de una gran cantidad
de socios, simpatizantes y adherentes; justamente la memoria, el afecto, el
reconocimiento nos obliga a recordar a algunos de los primeros socios de esta
importante institución, que la memoria se convierta entonces en el vehículo
que nos traiga el nombre de:
Eriberto Duran
Alfio Gangi
Eduardo Ibañez
Albino Arias
Nicolás Montoya
Bernardo Vázquez
Antonio Alvarez
Gregorio Pintado
Humberto Postigo
Armando Marcial
Hasta el año de las Bodas de Oro los destinos del “Club de Pesca
Salta” fueron regidos por treinta y seis comisiones directivas. Hacia
1998 su sede social, local propio, estaba ubicada en Aniceto Latorre N°
285, desarrolla sus actividades este grupo de soñadores y dirigentes
del deporte presididos por Miguel Ángel Duran.
EL CARNAVAL DE 1947
LOS QUE TRABAJARON PARA LA ORGANIZACIÓN DE CORSOS:
La gente por estos tiempos amenizaba sus días leyendo las aventuras
de “El Otro yo del Dr. Merengue” que solía publicarse en
las principales revistas y diarios de entonces. Fue un personaje creado por
un gran humorista: Divito.
En la última semana de enero de 1947, mediante resolución del
departamento ejecutivo municipal se designa a las personas que integrarían
la comisión organizadora de los corsos, estos fueron: el Director General
de Control Sr. Salvador R. Sosa; representante del diario “El Intransigente”,
Sr. Juan Arturo Jull; por el diario “La Provincia”, Cesar Abreú
Brizuela; por el diario “Norte” el querido amigo y poeta Cesar Fermín
Perdiguero; por la emisora oficial L.V.9, Dr. Armando Caro y por Y. P. F. el
Sr. R. Gallo, quienes trabajaron con mucho ahínco intentando recuperar
el brillo de los corsos de antaño.
En la primera reunión, se distribuyeron los cargos. La presidencia fue
para Salvador Sosa; como secretario fue designado Nestor Gutiérrez; Tesorero,
Juan Carlos Martínez Saravia; vocales, Ingeniero Ricardo Sosa, Dr. Armando
Caro, Cesar Abreú Brizuela, Juan Arturo Jull y Cesar Perdiguero.
La Subcomisión de Propaganda la integró Jull, Brizuela y Perdiguero;
la de Hacienda: Sosa, Martínez Saravia y la de Ornato: Caro, Brizuela
y Sosa.
El día jueves 30 de enero, los integrantes de la comisión entrevistaron
al gobernador de la provincia que era Don Lucio Alfredo Cornejo (1902-1962)
quien gobernó Salta desde el 14 de Mayo de 1946 hasta el 1° de Mayo
de 1949, y tuvo como Vicegobernador a Roberto San Millán. El cargo de
Ministro de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública fue ejercido
por José Solá Torino y Julio Díaz Villalba. Su Ministro
de Hacienda, Obras Públicas y Fomento fue el ingeniero Juan W. Dates.
Jefes de Policía fueron Julián Santos Huidobro y Hugo Cano. El
cargo de intendente municipal fue ejercido por Arturo Torino.
Los trabajos de iluminación de la Plaza 9 de Julio, circuito de los corsos,
fueron adjudicados a Salvador Chirimonti, en razón de ser su presupuesto
el más bajo de los presentados. Los mismos aprestos se llevaron a cabo
en Embarcación, donde los vecinos solicitaban que este año se
organizaran corsos.
EL CIRCUITO DE LA PLAZA Y UN RESUCITADO:
Para los corsos de la Plaza 9 de Julio los días de desfile fueron 15,
16, 17, 18, 21 y 23 de febrero. Comenzaban a horas 21,30 y culminaban a las
horas 1,30.
“1947, imprevistamente será el año en que resucite el querido
y popular corso de calle La Florida, donde los días 16, 18, 20 y 23 se
concretó el regreso del carnaval a esta querida calle salteña”.
Los premios instituidos para este año fueron:
CARROZAS:
1° Premio: $ 500
2° Premio: $ 300
3° Premio: $ 200
4° Premio: $ 100
5° Premio: $ 50
COMPARSAS INSTRUMENTALES:
1° Premio: $ 300
2° Premio: $ 150
3° Premio: $ 150
COMPARSAS:
1° Premio: $ 200
2° Premio: $ 100
3° Premio: $ 50
PREMIOS INDIVIDUALES:
1° Premio: $ 100
2° Premio: $ 50
3° Premio: dos de $ 25
4° Premio: cuatro de $ 20
5° Premio: cinco de $ 10
En el año 1947, si Ud. quería ocupar un palco tenía que pagar nueve pesos por la temporada o dos pesos por noche.
¡SE TERMINARON LAS PROHIBICIONES!
Los tiempos políticos habían cambiado y estaban transformando
al país.
Por lo pronto diremos que la policía permitió el uso de pomos
y papel picado, flores, serpentinas y micalina. El juego con agua era permitido
de 14 a 18 horas. No se prohibió el uso de caretas y se permitió
la instalación de locales bailables, entre ellos sobresalió el
“Tango Club”, que estaba ubicado en la calle Balcarce N° 448,
donde actuaron “Los Caballeros del Swing”, Los Hermanos Tarantini
con Nelly Díaz. Otro baile destacado fue “El Palacio del Baile”,
ubicado en Alberdi 714, donde actuó Enrique Forti y su orquesta típica
donde cantaba Carlos Varela.
LOS COSTOS DE LA DIVERSIÓN:
Para festejar el carnaval de 1947, el comercio de plaza ofreció un
gran surtido de elementos como ser: micalina, la bolsita mediana costaba veinte
centavos y la grande cincuenta centavos.
Sombreritos de Fantasía: diez centavos.
Castañuelas: el par, dos pesos con cuarenta.
Cornetas: cada una, cinco centavos.
Asusta suegras: diez centavos.
Pitos de lata: diez centavos.
Caretas: desde diez centavos hasta tres pesos con cincuenta.
Guirnaldas y Gallardetes: la docena cuatro pesos.
Faroles y Campanas (adornos): cuarenta centavos.
Antifaces de cartón: cinco centavos.
LOS PAGOS DEL INTERIOR DIJERON PRESENTE:
En Campo Quijano, se realizaron corsos los días 16, 17, 18, 22 y 23
de Febrero. El circuito donde se llevaron a cabo fue la Avenida 9 de Julio,
desde el paso nivel de la estación ferroviaria hasta la esquina de la
calle Buenos Aires. Las subcomisiones de trabajo fueron integradas por representantes
de centros deportivos, culturales y representantes de diarios.
Por supuesto no faltaron los bailes, entre los que se destacó el de la
elección de la reina, y donde resultó elegida por mayoría
la señorita Lola Rodríguez, quien fue coronada por la presidenta
de la comisión de fiestas, señorita Lucy Romero, que le impuso
la banda y le hizo entrega de un hermoso ramo de flores.
Se recordarán también a través de la memoria los tylburis
y disfraces que recorrían los corsos de Campo Quijano.
En Rosario de Lerma, este año se desarrollaron corsos y bailes. Los mismos
fueron realizados por la comisión organizadora de los corsos de flores;
que instituyó hermosos premios donados por la sucursal de Amado Daruich,
Alberto Alvarez, Pastor Ahuerma, Rosa Velarde, José Gómez y P.
Alderete. Los bailes se llevaron a cabo en la sede social del Club Juventud
Unida y fueron amenizados por tres orquestas, también se utilizó
el salón municipal.
El corso tuvo como circuito la calle 9 de Julio.
Los carnavaleros, que concurrían a las carpas y bailes que se llevaron
a cabo en el Valle de Lerma, eran transportados por la empresa de ómnibus,
“Transporte Automotor del Norte Argentino”, cuyos servicios eran
reforzados.
Los corsos de Rosario de Lerma, comenzaban a las 19 horas y este año,
como pocos, los festejos en honor al Dios Momo alcanzaron total lucimiento y
se caracterizaron por el entusiasmo y la alegría de los participantes.
Una multitud pudo disfrutar de cinco jornadas de corsos.
Quedarán para el recuerdo estos corsos que se concretaron los días
16, 17, 18, 19 y 23 de febrero y gracias al apoyo del pueblo, pero en especial
a su comisión organizadora que estaba integrada por las señoras:
Adelina de Rivero, Felina Cinco, Rosa de Velarde y Sara Requis y los señores:
Cesar Boeri, Francisco Gómez, Alberto Alvarez, Gregorio Zuleta, Nestor
Ahuerma, Carlos F. Cabirol, José Elías, Oberdan Lamónaca,
Oscar Capalvi, Nazario Alderete, Roberto Tanus.
En Cerrillos, los corsos de flores, se llevaron a cabo en la calle principal
y su primera jornada correspondió al domingo 16 de febrero. Comenzaban
a horas 19 y culminaban a horas 22.
En Orán, el carnaval fue celebrado con grandes festejos. Para ello se
había constituido una comisión que era presidida por Pedro Moreno,
se designó Vicepresidente a Rafael Rebollo; Secretario, Carín
Abdala y Vocales: Felipe Silva, Dr. Julio Tula, David Toranzo, Roberto Terrones,
Hernán Cortez, Mafutd Nallar, Federico Fretes, Gines Ballesteros, José
Yazlle, Ricardo Marsilli, Pedro Codutti, quienes trabajaron con mucho énfasis.
Se concretaron corsos en las calles Carlos Pellegrini, entre Alberdi y General
Güemes, circuito apropiadamente ornamentado. El comercio colaboró
en gran forma y se premiaron a carrozas, máscaras y trajes de fantasías.
Se destacó el baile social del “Club Argentino”. Los corsos
estuvieron lucidos y entusiastas. El presidente de la comisión Don Pedro
Moreno, con gran satisfacción entregó el primer premio a la carroza
“Los Marineros” integrada por las señoritas Magdalena Garzón,
Haydeé Carrizo, Adriana Ciriaco, María y Carmen Albarracín
y un grupo de jóvenes que pusieron el broche de oro y alegría
a estos corsos.
EN LA CAPITAL PAPI ELIGIÓ LA REINA:
Los corsos mayores estuvieron acompañados por un hermoso desfile de
disfraces infantiles, con una gran cantidad de participantes.
Ud. se preguntará cuanto costaba un pomo, elemento imprescindible para
los festejos del carnaval, la docena costaba cuatro pesos con noventa y cinco
centavos, un lanza-perfume grande, un peso con setenta y cinco, lanza-perfume
gigante, tres pesos.
La Sociedad Española y la Sociedad Italiana, no estuvieron ausentes con
sus bailes y presentaban los mismos números artísticos: en típica
a Humberto Maldonado (Maldo), en versos Alfredo del Valle, en Jazz, Los Dados
Grises con su crooner Julio de Jarvis, la típica de Mario Vallejos con
su ritmo de bailables y los versos de Pedro Cané y también presentaban
a Alfredo Servidio y su diabólico jazz.
Todos estos fueron los condimentos del carnaval de 1947. Momo sabía que
en esta ciudad siempre encontrará la puerta abierta. Solo bastaba que
presentara su cara plateada, la carcajada a flor de labios como riéndose
del amor y de la vida. Porque el carnaval, fiesta pagana en su esencia, en el
noroeste del País de los Argentinos unió a su tradición
un “rito” indígena con sabor a tragedia. Ese mismo carnaval
que los primitivos cristianos llamaron “La fiesta de la carne”.
El que llegaba sin pasaporte alguno y durante tres días gobernaba el
ánimo del paisanaje. El que permitió que las comparsas ganaran
las calles con el brillo de sus vestimentas y espejuelos asistiendo a una multitud
de changos, muchos de los cuales solo llegaron a conocer la ciudad siguiendo
a una comparsa, aún a riesgo de que al regresar a la casa tuviera que
soportar un vendaval de azotes.
Carnaval que permitió que el corso de la Florida volviera a manifestarse,
este año el circuito correspondió desde San Martín a Tucumán,
y como corso de flores se llevaba a cabo de 16 a 21,30 horas, en que comenzaba
el de la Plaza 9 de Julio para que los salteños pudieran apreciar el
esplendor de carrozas y máscaras, que durante cuatro años habían
sido prohibidas.
La comisión encargada de elegir la reina del carnaval estuvo presidida
por Salvador Sosa. El Dr. Alberto Austerlitz, Presidente de los Amigos del Arte;
José León Lo Guidice, Director de L.V.9. Jorge Amado, Secretario
de la Municipalidad y el Escultor Dagoberto Papi.
Los bailes carnavaleros, se llevaron a cabo en las instalaciones de el Sporting
Club, los salones de la Sociedad Sirio Libanesa, Club Gimnasia y Tiro. Lo llamativo
fue el baile organizado por el “Círculo Riverplatense” de
esta ciudad, que el sábado 15 de febrero, organizó un baile en
su sede de calle Balcarce 1.419, baile de fantasía que estuvo muy animado.
El mismo día el Club Social Cultural y Deportivo Virgilio García,
organizó el primero de sus cinco bailes de carnaval.
LOS BAILES DEL CARNAVAL:
La Municipalidad de la Capital de Salta, de común acuerdo con el Jefe
de Policía resolvió autorizar el funcionamiento de los bailes
públicos desde horas 22 hasta las 5 de la madrugada, solamente las parrilladas
fueron autorizadas a funcionar hasta las seis. Como dato ilustrativo, diremos
que en nuestra ciudad funcionaron veintidós locales bailables en distintos
barrios, los que estaban bajo el control de las siguientes seccionales:
Seccional Primera: “Club Gimnasia y Tiro”; Santiago Jerónimo,
en Catamarca 1180; “La Cabaña” en Mariano Boedo y San Martín;
Sociedad Sirio Libanesa, San Martín 681; Tomasa de Dorado, en Santa Fe
e Independencia; Florencio Alonso, en Buenos Aires 1033; Salta Club, en Aberdi
718; Sociedad Italiana, en Zuviría 380; “La Talita”, en Zabala
esquina Santa Fe; “Sporting Club”; “Esperanza T. de Aráoz”,
en Santa Fe esquina Independencia.
Seccional Segunda: Belgrano 1438; Capó y Martínez, en Lamadrid
47; “La Mika”, Pellegrini 562; Carpa de Pellegrini y Coronel Vidt,
Florida esquina Pasaje Castellanos y el de la Sociedad Española.
Seccional Tercera: tenía bajo su control tres bailes públicos
que se llevaron a cabo en Centros Peronistas. Estos veintidós bailes
públicos fueron exitosos y se desarrollaron en paz, con sana alegría.
A esta altura de la Historia del Carnaval, se podía notar un desplazamiento
de los festejos a los pueblos de la campaña, donde se festejaba a Momo
con mayor libertad y entusiasmo; prueba de ello era la cantidad de carpas que
se levantaban por doquier. En ese contexto el corso capitalino quedaba como
una pálida muestra de lo que fueron las fiestas en otras épocas
de esplendor; más aún, lentamente iban adquiriendo el perfil de
un gran espectáculo para los chicos.
ARMAMENTO CARNAVALERO:
El carnaval de 1947, se desarrolló en un marco de gran fervor popular
que se expresó en el juego con agua en los barrios, en los bailes vecinales
y familiares, donde el uso del pomo, lanza-perfume, serpentina, papel picado
le daba un contexto y el colorido propio de los grandes acontecimientos carnavalescos
y donde no faltaban por supuesto caretas, antifaces, cornetas, gorros de papel,
sombreritos miniaturas que ante el sonido estridente de pitos, matracas y cascabeles,
conformaban un marco multicolor que desde temprano y con mucho entusiasmo mujeres
y hombres habían obtenido al preparar sus jornadas de bailes con faroles
chinescos, guirnaldas de papel y donde los chicos también participaban
activamente con sus pistolitas lanza-agua y sus atuendos cargados de lentejuelas.
Bailes que normalmente concluían con algunos “curdelas” que
con las primeras luces del día emprendían un regreso quién
sabe adonde, sin saber si iban o venían. Cuando el silencio ganaba el
espacio que horas antes era puro bullicio el piso se encontraba convertido en
un inmenso mosaico multicolor por las serpentinas y el papel picado y como testimonio
de la jornada vivida, sobre una mesa quedaba un parafáz de celuloide,
que había servido de protector de la vista contra el papel picado y el
talco.
Los salteños capitalinos, no quedaron disconformes con sus corsos, que
se llevaron a cabo en la Plaza 9 de Julio y que empezaban a las 9,30 de la noche
y se prolongaban hasta las 1,30 de la madrugada. Para su satisfacción
al menos se había intentado resucitar el corso de la calle La Florida,
que ya nunca volvería a tener el brillo de los años anteriores.
Las abundantes lluvias que acosaban los días del carnaval en cierta manera
le restaron brillo a los tradicionales corsos, y por este motivo dos de sus
jornadas debieron ser suspendidas.
Dicen los ancianos, que del carnaval saben mucho, que Momo, solamente se siente
satisfecho cuando se lleva a alguien, en ese sentido la cuota estaba cumplida
porque en la carpa de Eustaquio López, en los pagos de Amblayo, el martes
18 de febrero, Clemente Campero de 28 años de edad debido a un encontronazo
con Ciriaco Tapia, recibió un tiro que le causó la muerte.
“QUIÉN ME QUITA LO BAILAO”:
Los changos y los no tanto, que como todos los años alborotaban sus
corazones con los preparativos y sus participaciones en las fiestas carnestolendas;
el febril trabajo de los murgueros que no tan solo ponían a la consideración
su capacidad creativa sinó también la honra de los barrios representados;
los comparseros que dejaban muchas horas de sueños, preparando sus frenteras
y previendo hasta los detalles más insignificantes donde no dejaba de
contemplarse la posibilidad de algún encuentro; los organizadores de
bailes y los músicos que andaban meta trazar cruces de cenizas en los
patios para que no llueva y poder concretar así sus bailes, donde los
paisanos se sacaban el gusto. La alegría del regreso de los corsos de
la calle La Florida, a los cuales podremos, por unos pocos años más,
contactarlos, pues no tardarán de desaparecer.
Entre los bailes, también destacamos el que se realizaba en la Pellegrini
y Coronel Vidt, el baile “Quilmes”, que era amenizado por la orquesta
de Ignacio Gramajo que había venido desde Tucumán. Quedará
la imagen de algún carnavalero regresando desde alguna carpa, con su
“acuyico” compañero, por estos tiempos era famosa la coca
“carnavalito”, traída desde Bolivia, fraccionada y seleccionada
que se vendía en paquetitos de diez y veinte gramos. La lluvia que malogró
varias jornadas de corsos, y, vaya contradicción, también varias
jornadas del juego con agua. También quedará para el recuerdo
el ingenio popular, o porque nó la “chicana” política,
como por ejemplo, este:
SALPICÓN
No hemos visto en carnaval
al político sotreta,
al comerciante vampiro
que cobra más de la cuenta,
a aquel que quiere exportar
lo que aquí más escasea
al industrial que produce
y el solito se aprovecha,
al que hace faltar jabón,
aceite, pan y manteca,
al que lo que compra dos
lo vende luego a cuarenta
al pulpo acaparador,
al caudillo sinvergüenza
al apóstol renegado
y al mentiroso profeta...
En fin que caretas hubo,
pero faltaron “CARETAS”
Por el desarme se trenzan
y se insultan con pasión
¿De qué desarme nos hablan,
si arman tanta discusión?
Hay quien busca recompensa
de su buen trabajo a costa,
y donde menos se piensa
salta... la voraz langosta.
Pretende Chile el tratado
modificar otra vez,
lo cual a nadie ha extrañado,
puesto que no hay dos sin tres.
La tercera es la vencida,
sostiene un refrán también,
si se calma la medida,
veremos quién vence a quien.
Los molinos otra vez
andan por la huelga mal.
¿O habrá de pan escasez?
posiblemente, aunque ésta es
harina de otro costal.
¿No hay jabón porque en verdad
está faltando el producto
o porque, aunque hagan jabón,
nos están jugando sucio?
EL INCENDIO Y LOS ENCUENTROS DE COMPARSAS:
El carnaval se iba, pero por mucho tiempo, los salteños recordarían
ese gran incendio que se produjo en la noche del miércoles 26 de febrero
en el negocio de “Colmegña Hnos.”, que estaba ubicado en
calle San Martín N° 765, y que había puesto en serio riesgo
a todas las familias que habitaban la manzana comprendida entre las calles San
Martín, Ituzaingó, Florida y Mendoza; y para la Historia de Salta
y sus comparsas nadie se olvidaría que 1947 fue “EL AÑO
DE LOS TRES ENCUENTROS DE COMPARSAS”.
El primero se produjo el lunes 17 de febrero a las nueve de la noche en las
esquinas de las calles Balcarce y Boulevard Belgrano, es decir a la vuelta del
circuito de los corsos; tal vez nunca sepamos el nombre de las comparsas, porque
hasta esa habilidad tuvieron, no solo de enfrentarse y pelear frente a la Central
de Policía, sino la de no comprometer a la agrupación, para que
no sea descalificada de los corsos, ocultando sus nombres. El asunto es que
se toparon mano a mano y sin cantos protocolares entraron a meterse palos, provocando
un tremendo desorden, en el cual no faltaron las tortas y los bollos. Después
de un rato, intervino la policía que “invitó” a algunos
indios comparseros a “descansar” un momento en el local de la Central
de Policía; logrando después de algunas idas y venidas, que los
caciques hicieran “las paces” largándolos a todos; tal vez
simplemente porque las fuerzas del orden, entendían por aquellos tiempos
que estos encuentros, formaban parte de las reglas del juego, por lo tanto,
si las cosas no pasaban a mayores, las sanciones no eran muy severas.
El segundo encuentro tuvo lugar dentro de la jurisdicción de la seccional
tercera de policía y en este si tenemos nombres de comparsas y comparseros.
Esto ocurrió el domingo 23 de febrero, diremos que prácticamente
pisándole el poncho al final del carnaval. En horas de la tarde, se toparon
dos comparsas que se andaban “teniendo ganas” desde hacia bastante
tiempo, y una de ellas era la comparsa “Los Cumbranos”, que había
salido a “chirolear”; se encontraba bailando y cantando frente a
la cantina ubicada en Mitre y O’Higgins, cuando de golpe y porrazo se
les apareció la comparsa “Los Indios Chamoles”, que pretendieron
tomar cautiva a la comparsa adversaria. Ante tan audaz pretensión, es
de imaginarse, de ninguna manera podía solicitarse que se respetaran
los códigos de vieja usanza para los encuentros, y sin más trámite
se armó el malón. Entre el estridente sonar de los pitos, cantos
salvajes y el revolear de látigos y hachas se lanzaron todos a la carga,
sin que faltara algún espectador que también se las agarrara a
pedradas contra los combatientes, trenzados a puñetazos y garrotazos.
En un principio intervino la Policía Federal, que debió utilizar
la máxima energía para poder separar a los enceguecidos rivales,
hasta que llegó el personal policial de la seccional tercera, que logró
aplacar los ánimos. Del parte de guerra pudo saberse que del combate
quedaron los siguientes heridos: Crespín Aban, herido en el cuero cabelludo
y hospitalizado; Andrés Cejas, con herida leve en el labio; Juan Carlos
Farfán, con herida cortante en el rostro y golpe de carácter reservado
en el ojo lado derecho. No tenga dudas que un montón de comparseros que
no cayeron presos estarían en sus casas colocándose papa con sal
sobre sus hematomas y narrando con mucha exageración, los detalles de
este encuentro de comparsas, que vistos en el tiempo, siguen acrecentando la
imaginación de tanta gente.
Con respecto al primer encuentro, en entrevista personal con José Servando
Herrera, que integraba la comparsa “Los Cumbranos”, nos dijo que
“...el mismo se desarrolló en el lugar citado y el enfrentamiento
correspondía también a la comparsa “Los Cumbranos”
pero en esta oportunidad con la comparsa representante del barrio “El
Matadero”, cuyo cacique era José Argañaráz, conocido
como “El Opa Gallo”...”. Los Cumbranos se encontraban en la
calle Belgrano, frente a la plaza del mismo nombre, por esos tiempos el Boulevard
solía tener una platabanda en su centro. Muchos de los comparseros estaban
“desparramados” entre los canteros de la plaza y los bordes de esa
platabanda. El Cacique de los Cumbranos, era Cándido Mendoza, conocido
como el “Coto Silvano” que tenía como cacique ayudante al
“Negrito Puca”.
El ataque fue totalmente por sorpresa, lo que los comparseros de entonces podían
llamar una “traición”, pues no se habían respetado
los códigos elementales para estas circunstancias. En las penumbras,
sorprendidos, desorganizados, fácil es prever que la mejor parte le correspondió
a los seguidores del “Opa Gallo”. (aclaramos que las versiones respecto
al día del encuentro varían. Unos dicen que fue el día
citado anteriormente y otros afirman que en realidad ocurrió el martes
de carnaval), los Cumbranos golpeados y tremendamente enojados, se juramentaron
venganza. Difícil les resultaba aceptar que uno de sus gorros mayores
(el correspondiente a Gregorio Alvarez, “el Bigote” que vivía
en la Necochea y Bolivar, había caído cautivo de la comparsa adversaria).
Un gorro mayor en estos encuentros era considerado un trofeo de guerra, por
eso cuando se preveía la posibilidad de un encuentro, los comparseros
buscaban en las casas vecinas albergar a los niños y guardar sus gorros,
pero aquí la sorpresa había impedido todo tipo de previsión.
El tercer encuentro. La revancha no tardó en llegar, el día domingo
23 de febrero la comparsa del barrio El Matadero asistió al desfile del
corso de la calle la Florida, cuyo circuito iba desde San Martín a Tucumán,
justamente al llegar al final los estaban esperando los Cumbranos. En todos
los alrededores de la Iglesia de los Padres Carmelitas, ubicada en las calles
Tucumán y Florida, fue el territorio donde la comparsa del “Opa
Gallo” fue apaleada de lo lindo.
EL CARNAVAL DE 1948
ELECCIONES Y QUEJAS:
Este año también tenía sus motivos para politizar de
alguna manera, al carnaval. El viernes 9 de enero de 1948, mediante decreto
del Poder Ejecutivo se convocaba para el día domingo 7 de marzo a elecciones
para la renovación parcial de ambas cámaras legislativas. En la
primera semana de enero Salta ardía de indignación reclamando
por el servicio de colectivos. Se quejaban de que a determinadas horas del día
eran escasos y se convertían en latas de sardinas, que llegaban cuando
se les daba las ganas, tocaban bocinazos atronadores, que sus conductores se
largaban a todo escape cuando se creían a cubierto de la vigilancia policial
y municipal buscando provocar el accidente diario. Se los acusaba de atentar
la dignidad, el buen olfato y la salud de los pasajeros a través de la
indecorosa y antihigiénica vestimenta de los guardas, a los cuales se
los consideraba desgreñados, desarrapados, sucios y malolientes. Se solicitaba
a las empresas que se los proveyera de uniformes adecuados, nó para que
lucieran, “como modelos de pasarela” pero sí de una manera
decente y que se les exigiera que se bañen y se peinen. ¿Venía
dura la mano no?
Otra queja famosa estaba relacionada con los famosos toldos que habían
comenzado a ponerse de moda. Hasta entonces quien más quien menos aspiraba
a tener su pequeño toldo en el fondo del patio para sumergirse en un
remanso y defenderse de los torrentosos aluviones del sol tropical y poder “hacer
una buena siesta”. El problema eran los toldos públicos, es decir
los colocados en los negocios que se constituyeron en un atentado a la integridad
física de los peatones.
No faltaron quienes llegaban a casa con un “chichón en la cabeza”,
tal vez sin darse cuenta que habían corrido el riesgo de quedar con un
ojo menos o con la sesera destapada como consecuencia de un imprevisto choque
con los hierros de soporte de sus toldos, donde más de una paisana había
quedado con su sombrero desparramado sobre la vereda en el encontronazo.
Y aunque usted no lo quiera creer ya por aquellos tiempos se quejaban los salteños
de los baches en las calles y de las baldosas flojas en las veredas, que en
más de una oportunidad había arruinado la vestimenta de damas
y caballeros, cuando nó había empapado a algún descuidado,
en un carnaval improvisto y forzado. Cuando al contactar con estas quejas uno
no sabe si está en 1948, o en los últimos años del siglo
XX.
ORGANIZACIÓN Y PREMIOS:
A fines de enero el Intendente Municipal de la capital dictó una resolución
(miércoles 21 de enero) mediante la cual se designaba la comisión
organizadora de los corsos del carnaval. En una reunión llevada a cabo
en la Dirección General de Control, el Intendente Dr. Arturo Torino,
logró conformar la comisión que fue presidida por Jorge Aranda
Huerta; Secretario, Antonio Rodríguez; Tesorero, Alberto Campilongo y
Vocales: Gustavo Marocco (h), Juan Jull, Julio Afranllie y Nolazco Zapata quienes
resolvieron entrevistar al Ministro de Economía, Juan Dates para pedirle
ayuda económica, y al Ministro de Gobierno, Díaz Villalba para
pedirle la cooperación oficial de la emisora L.V.9. El Ministro de Economía
decidió aportar dos mil quinientos pesos para la organización
de los corsos (el año anterior, 1947, había aportado mil quinientos
pesos, o sea que el aporte se incrementó en mil pesos), estos fondos
debían ser destinados a costear los gastos de instalaciones y ornatos
alrededor de la Plaza 9 de Julio, que había sido elegida como circuito
para la realización de los corsos.
Durante 1948, hubo corsos en la Plaza 9 de Julio y también en la calle
la Florida. Los premios instituidos fueron:
CARROZAS:
1° Premio: $ 500
2° Premio: $ 300
3° Premio: $ 200
4° Premio: $ 100
5° Premio: $ 50
COMPARSAS INSTRUMENTALES:
1° Premio: $ 300
2° Premio: $ 150
3° Premio: $ 50
COMPARSAS:
1° Premio: $ 200
2° Premio: $ 100
3° Premio: $ 50
MASCARAS INDIVIDUALES:
1° Premio: $ 100
2° Premio: $ 50
3° Premio: $ 20
4° Premio: $ 10
Se designaron los integrantes del jurado para el desfile de máscaras
infantiles, que estuvo integrado por: Nelly Zabaleta de Struckhoff, señora
de Mirau, Delia Mirta Blanco, Miriam Peyret de Hernández y Obeid de Gana.
El jurado encargado de otorgar premios a las carrozas, comparsas y máscaras,
estuvo integrado por: Cesar Luzzato, Dr. Austerlitz, Sr. Casto, Aranda Huerta
y Enrique Arana.
Si Ud. quería acceder a un palco debía pagar diez pesos por toda
la temporada o tres pesos por noche. Los vehículos cerrados pagaban una
entrada de tres pesos por noche, mientras que todos los demás vehículos
tenían libre acceso.
En cuanto a bailes se destacaron, la Confitería Ritz y Palacio del Baile,
a los que se sumó el Club Atlético 9 de Julio, que por aquellos
tiempos tenía su sede en la calle Arenales (hoy Islas Malvinas) N°
196, que organizó un muy lindo baile “Mi-Careme”. Otro baile
distinguido fue el del Club Virgilio García, que se llevaba a cabo en
Balcarce 1440.
La comisión organizadora dispuso que se constituyera la carroza oficial,
para que en la misma pudiere desfilar la candidata que resultara elegida reina
del carnaval de 1948.
AGUA Y TRISTEZA:
El de este año será un carnaval pasado por agua, lo que le restaría
animación a sus festejos. Si bien en las calles no hubo el bullicio que
podía esperarse, en los bailes públicos y los realizados en los
centros sociales, la concurrencia fue extraordinaria.
El domingo 8 de febrero, como prueba de lo que dijimos anteriormente, se desató
en gran parte de la provincia una lluvia torrencial, que en el caso concreto
de Cerrillos, produjo la inundación del pueblo con derrumbe de casas
y destrozos en las quintas, que hicieron necesario que fuerzas del ejército
concurrieran a prestar auxilio a los pobladores.
Podemos afirmar que el carnaval y los corsos de 1948 no se puede contar entre
los más brillantes de la historia de los mismos por muchas razones. Lentamente
por diferentes circunstancias se habían ido dejando de lado una serie
de prácticas rituales y actividades que formaban parte importante del
carnaval. Por ejemplo en tiempos anteriores solía procederse al entierro
de Momo, algunas de cuyas manifestaciones hemos narrado en otras páginas.
En algunos barrios era simbolizado por una caja fúnebre, macabra reminiscencia
de un féretro, a través de un interminable cortejo, que seguida
por chicos y grandes, a veces solía hacer su entrada al corso en medio
de una verdadera conmoción.
Los corsos de este año volvieron a mostrar más allá de
su pobreza o su brillo, que era muchísima la gente que seguía
trabajando buscando reanimarlo y darle nueva vida.
Otro aspecto diferenciador con los tiempos pasados es que el carnaval antiguo
tenía a la calle como especial escenario. Los bailes en esos tiempos
tenían cierto carácter restrictivo, que hacía que no fueran
“para todo el mundo”. Hacia mitad de siglo en cambio, los bailes
se habían popularizado increíblemente, y parecía ser el
principal lugar donde se había concentrado el carnaval.
Volviendo a los corsos de este año, no fueron muchas las jornadas realizadas
debido a las lluvias, cuando se los pudo concretar gozaron de una animación
extraordinaria.
Con motivo de las fiestas del carnaval, la administración provincial
de vialidad acordó un permiso especial a la empresa de ómnibus
de Víctor M. Villa, para la instalación de un servicio de transporte
de pasajeros, durante los días del carnaval, entre esta ciudad y el vecino
pueblo de Cerrillos.
El día 14 de febrero, en el horario de 18 a 22 horas y en el circuito
de las Avenidas Sarmiento y Belgrano, se llevó a cabo una hermosa y muy
concurrida jornada de desfiles y máscaras infantiles.
En los corsos de la calle la Florida, los desfiles comenzaban a horas 18,30
y culminaban a las 20,30; mientras que los de la Plaza 9 de Julio empezaban
a las 22 y culminaban a las una de la madrugada.
Como dijimos anteriormente, el clima no ayudó al lucimiento de los corsos
y a los festejos del carnaval. Una pena porque los organizadores habían
obtenido dos mil quince pesos, como aporte de las firmas comerciales del medio
y de otras personas que brindaron su colaboración en estos intentos de
revitalizar los corsos.
Los bailes, como en años anteriores, se desarrollaron con gran éxito,
entre los que se destacaron “El Palacio del Baile” (local del Salta
Club), que fue amenizado por cuatro orquestas, “El Colmado de Babilonia”
(Sociedad Italiana) y “El Colmado Sevilla” (Sociedad Española),
que fueron amenizados por cinco grandes orquestas, a más de los ya clásicos
bailes de carnaval del Centro Argentino, Sporting Club y las carpas, entre las
cuales por supuesto sobresalía nítidamente la de Jaime Capó.
Sin dejar de lado los bailes organizados por el Club Deportivo Social y Cultural
Virgilio García.
Hablando de lluvias podría decirse que en casi todos los años
se sentía su presencia en los días de carnaval, pero en 1948,
el enemigo se mostró implacable, como si las puertas del cielo habían
sido olvidadas abiertas en preanuncio de un diluvio. Los que más sufrieron
fueron los chicos, pues eran ellos los que gozaban en plenitud los corsos.
Hoy en día casi desapareció el papel picado y la serpentina, puede
resultar dificultoso comprender el regocijo que producían sus juegos.
Por aquellos tiempos el papel picado y la serpentina al igual que pomos y lanza-perfume,
se mantenían vigentes, pero había un elemento que sí estuvo
ausente en estos festejos: los ramitos de flores.
Que hermoso era poder observar cuando eran arrojados al paso de un transeúnte
que al recibir la ofrenda caía en cuenta que muchas veces un corazón
estaba palpitando en el extremo del brazo que arrojó la flor. Con tanta
delicadeza solía armarse un ramito, se lo matizaba con pétalos
blancos, rojos, amarillos y hojas de lirio que respaldaban las corolas y les
daban firmeza y duración. Eran tiempos en que el corso no era un espectáculo,
sino una romería popular donde el pueblo era verdaderamente protagonista.
Posiblemente fueron las mujeres las que cedieron ante la indiferencia materialista
de los hombres. Porque si ellas se hubieran mantenido firmes, exigiendo a su
manera mantener esas costumbres de los ramos de flores de la estación
que alfombraban con pétalos el lugar de su paso, se hubiera prolongado
esa manifestación romántica y amorosa que tenía un encanto
especial.
En 1948, el revuelo del papel picado y el trazo que marcaba una serpentina,
eran una costumbre que hoy ha desaparecido.
Hubo varias carrozas, la mayoría de ellas adornadas con gusto, pero el
tiempo pasaba y las viejas representaciones de escenas del teatro clásico
o las bulliciosas jardineras también iban desapareciendo. Se añoraban
la representación del barco con rueda engalanado de marinería
femenina; el rancho criollo con el palenque; el horno , el mortero y una china
vivaz sirviendo el mate a su gaucho. Tan solo quedaban las comparsas de indios
que iban logrando mayor capacidad de disciplina, pero que en cierta manera representaban
comunidades que no eran propia de la región. A todo esto en 1948 la lluvia
le agregaba su cuota negativa.
TIERRA ADENTRO:
La lluvia también afectaba las celebraciones de los paisanos en el
interior de la provincia, como por ejemplo en Rosario de la Frontera, donde
el agua y el frío hicieron fracasar el corso quitándole calor
y color.
En Cafayate, se organizaron corsos y bailes de carnaval que estuvieron a cargo
de la cooperadora de la Escuela Nacional N° 718, de Tolombón. Los
mismos pudieron concretarse gracias a la generosidad de la sucursal José
Román, Domingo Daruich, el Hotel Colonial y J. Duarte que permitieron
que se pudiera premiar a las carrozas, mascaritas y parejas de bailes.
En El Carril, sobresalían los bailes organizados por el Club Sportivo
El Carril. Pero más llamativo en este pago es que los integrantes de
la comparsa de “Indios Cobrizos Carrileños”, lanzaban un
público desafío a cualquier comparsa para sostener un contrapunto
en Rosario de Lerma, el domingo 15 de febrero. En realidad nadie respondió
al mismo y se darán cuenta que era prácticamente un desafío
público a un encuentro de comparsas. De todas maneras varias de éstas
se encontraron nó en Rosario de Lerma, lugar donde pretendían
los carrileños, sino en Campo Quijano, donde alegres mascaradas, vistosos
disfraces y comparsas bulliciosas recorrían las calles para agasajar
a “Momo”. Tres comparsas se hicieron presente, y allí estuvieron
los “Indios Cobrizos” de El Carril, cuyo cacique era Pedro Carrazana
y estaba integrada por veintiocho personas. También concurrieron “Los
Charrúas” y “Los Halcones”, comparsas de Salta Capital,
y en definitiva no pasó nada.
BOMBITAS DE NYLON - REINA Y PREMIOS:
Las vidrieras de una querida tienda, “El Guipur”, exhibían
el reloj pulsera marca “Karen”, que había donado Raúl
Goldow, a la que resultara Reina del Carnaval 1948.
En el corso los integrantes de la comisión organizadora obtuvieron el
reconocimiento a todo su esfuerzo, más allá de que la lluvia les
hubiere jugado en contra. El clima era espectacular, ya desde la tarde en todos
los barrios de la ciudad y a través del juego con agua, el vecindario
había dado rienda suelta a su entusiasmo.
“La gran innovación de este año fue la aparición
de las bombitas de “nylon”, que pretendían hacer olvidar
a las clásicas de goma”.
María Josefina Alcalá, fue designada reina del carnaval de 1948,
quien paseó su gracia en la carroza oficial.
Los premios fueron distribuidos de la siguiente manera:
CARROZAS:
1° Premio: declarado desierto.
2° Premio: “Casa Colonial”- de Jesús Alcalá
3° Premio: “Patio Español”- representó al Club
Estrella.
MURGAS INSTRUMENTALES:
1° Premio: “Las Chicas Atómicas”.
2° Premio: “La Vaca Lechera”.
3° Premio: “Los Caídos del Catre”.
MASCARAS INDIVIDUALES:
1° Premio: “Mono King-Kong”- de Mario Maneghetti.
2° Premio: “La Jirafa”- de Vicente Barragán.
3° Premio: “Picaflor”- de Nicolás Quiroga.
4° Premio: “La Vaca”- de Mario Robera.
Para finalizar la narrativa de estos corsos diremos que “Los Caídos
del Catre”, que obtuvieron un tercer premio y por lo tanto les correspondía
quinientos pesos, donaron este importe a la Escuela de Ciegos.
La carroza “Patio Español” que obtuvo el tercer premio estaba
integrada por: Marta Blasco, Eda Marccuzi, Pierina Zanier, Dora Ferré,
Gladys Aybar, Mariela Carrizo, María Zurita, Yolanda Montilla, Olga Parra,
María Antonia Reyes, Fanni Luisa Salas, Pedro Flores, Luis Farfán,
Hugo Ruiz, Nestor Aguilar, Oscar Fernández, Juan Carlos Carrizo, Eduardo
Salas y Antonio Lisandro Carrizo.
La reina de los bailes del carnaval en Gimnasia y Tiro, resultó Aida
Morosini.
No nos olvidemos de las comparsas que desfilaron y fueron premiadas. El primer
premio le correspondió a “Los Halcones”. El segundo premio
para “Los Charrúas” y el tercer premio fue declarado desierto.
La comisión organizadora hizo entrega de los premios: en las dependencias
de la Dirección de Control el lunes 16 de febrero, con lo cual dio por
terminado el carnaval de 1948.
El miércoles 3 de marzo, en su última reunión, la comisión
de corsos después de una breve deliberación, resolvió adquirir
elementos para la organización de futuros corsos a realizarse, disponiendo
que el excedente de fondos fuese distribuido entre entidades benéficas
como: El Hospital de Tuberculosos - El Patronato de la Infancia - La Escuela
de Ciegos y el Asilo León XIII, a cada una de las cuales le correspondió
cien pesos y para la Escuela Sarmiento se destinó la cantidad de sesenta
pesos.
EL CARNAVAL DE 1949
Para la Historia Argentina será el año cuando las mujeres de la Patria consiguieron el importante derecho de poder votar y elegir autoridades, es decir, obtuvieron el verdadero reconocimiento de ciudadanas. Tan importante conquista tuvo en Eva Perón a su nervio motor.
LA ORGANIZACIÓN VENCE AL TIEMPO:
La última semana de Enero circulaba en el ambiente la versión
de que el departamento ejecutivo municipal trabajaba activamente intentando
conformar la comisión organizadora de los corsos.
Especialmente el interior, gozaba todavía de algunas facetas que impregnaron,
a través del tiempo, el corazón del paisanaje. Por ejemplo, en
la primera semana de febrero, el circo “Hnos. Parra” deleitaba con
su presencia y funciones a los cerrillanos. En su espectáculo, al que
promocionaba “totalmente renovado”, anunciaba la actuación
de “Las Águilas Voladoras”, el recitador salteño “Capó”,
el guitarrista local Eleuterio Guantay, “Mis manos ligeras”, Los
Tonys, “Todo Entero”, “Foquito” y el popular enano “Cuarto
Litro”, además el espectáculo iba acompañado de un
conjunto dramático. Quien no recuerda este circo que marcó emotivamente
a tantas generaciones como después lo hará el Parque del Dr. “Chalita”.
Con respecto a la comisión organizadora de corsos, sus inicios no fueron
del todo sobresalientes. Así el 4 de febrero se había previsto
una reunión en la municipalidad pero por falta de número, tuvieron
que postergarla para el lunes 7 de febrero. El Director de Control, Salvador
Sosa, realizaba todo esfuerzo a su alcance para que las tareas comenzaran a
ser emprendidas. Recién el día 10 se pudieron reunir y conformar
las subcomisiones de trabajo. La de Hacienda quedó integrada por: Salvador
Sosa, Agustín Paratz y Mario Di Primo. La de Propaganda: por Arturo Jull,
César Fermín Perdiguero, Carlos Otero y Salvador Michel Ortiz.
La comisión encargada de obtener un subsidio por parte del gobierno provincial,
estuvo integrada por, Sosa, Caro, Michel Ortiz y Di Primo. Inmediatamente comenzaron
todos los trabajos tendientes a acondicionar la Plaza 9 de Julio como circuito
central de los corsos.
A mediados de febrero, la Jefatura de Policía comenzó a expedir
los permisos de disfraz.
Sobre varias propuestas presentadas, la comisión decidió otorgar
los trabajos de instalaciones eléctricas, alrededor de la Plaza 9 de
Julio al comerciante Pedro Caro, quién se comprometió a realizar
todo lo que figuraba en el pliego de condiciones por la suma de cuatrocientos
setenta y cinco pesos, moneda nacional. Presupuesto muy inferior al de otros
postulantes cuyos montos no bajaban de quinientos y mil doscientos pesos.
EL PUEBLO QUIERE DIVERTIRSE:
El carnaval de 1949, tuvo corsos los días 26, 27 y 28 de Febrero y
también los días 1 y 6 de marzo. Los desfiles se iniciaban a horas
22 y culminaban a las 1 de la madrugada. Llamativamente éstos tuvieron
un brillo como en sus mejores tiempos, a pesar, de que en sus primeras jornadas
el tiempo no acompañó. Se percibía una especie de ansiedad
incontenible, como un querer tomarse desquite por las lluvias que aguaron los
últimos carnavales. Las calles fueron desbordadas por una espontánea
alegría popular.
Numerosos conjuntos de máscaras recorrían los barrios. Las clásicas
comparsas, representando a comunidades indígenas, con sus plumajes multicolores
y sus típicos cantos, empaparon como un mensaje de autenticidad y con
un perfume de albahaca el ambiente carnavalero.
Los diversos locales bailables estuvieron acompañados de una animación
extraordinaria, en la Sociedad Italiana, en el Salta Club, Centro Argentino
y Club 9 de Julio al igual que en las carpas, los bailanteros disfrutaban en
plenitud.
Como sería el entusiasmo reinante que a pesar de las bajas temperaturas,
se jugó con agua en casi todos los barrios de la ciudad. De ninguna manera
podían faltar los clásicos encuentros entre las barras de jóvenes,
que trepados en camionetas y camiones recorrían las calles con tachos
llenos de agua y salpicando con harina a cuanto se prestara al juego.
Se habrá observado que cuando en la capital el carnaval era carachento,
el interior de la provincia adquiría brillo en los festejos. Sin embargo,
1949 significa un año de gran repunte para los capitalinos. Por el contrario,
el encanto de las viejas carpas iluminadas de chilenas, pañuelos y buenas
mozas desaparecieron en las localidades vecinas.
VILLA CRISTINA: ENTRE POETAS Y MURGUEROS:
Este carnaval permitió el lucimiento de una muchachada animosa y entusiasta
que había logrado formar el conjunto “Los Hijos de la Noche”,
que tras pacientes ensayos en las cercanías de la San Juan y Esteco,
de la entonces floreciente Villa Cristina, que comenzaba a mostrar su formidable
empuje espiritual y un crecimiento sostenido donde la alegría del trabajo
junto al culto a la noble amistad y un espíritu romántico-poético,
habían comenzado a marcar prácticamente a esta barriada. Allí
de una reunión de amigos, nació la idea de formar la murga, que
siguiendo las huellas dejadas por los inolvidables “ Jaquelinos”,
“ Piratas” y “Mejicanos”, sus predecesores, que durante
muchos años animaron los carnavales salteños, “Los Hijos
de la Noche” agregaron sus toques originales.
Uniformados con un disfraz de atrevida fantasía llenaron las calles con
sus cantos chispeantes en un clima de buen humor que generaban los payasos,
brujos y cómicos. En total eran treinta sus integrantes, y su director
era Dionisio Troncoso, un hombre que en los años subsiguientes se destacó
en el plano deportivo. Para todos se convirtió en el “Coya Dionisio”,
que en 1949, soñaba con que el jurado les otorgara el primer premio.
Esta comparsa-murga, también tenía entre sus integrantes a mujeres.
Su indumentaria, si bien de fantasía, en vistosos colores representaba
la vestimenta de comunidades del incanato.
MARTE Vs. MOMO:
El viernes 4 de marzo, bajo la presidencia de Salvador Sosa y con la asistencia
de la totalidad de sus miembros se reunió la comisión municipal
de corsos, entre otras medidas dispuso prolongar los desfiles para los días
12 y 13 de marzo en la Plaza 9 de Julio y que el domingo 6 se realizara un corso
de flores en la calle La Florida, entre las 18 y las 20,30 horas. El desfile
de máscaras infantiles se llevó a cabo el día domingo 13
a partir de las cuatro de la tarde en la Plaza 9 de Julio frente al palco oficial.
A los niños se les repartió juguetes y caramelos. La comisión
puso su acento en la preocupación por aquellos que no respetaban el reglamento
y desarrollaban el juego con agua en el transcurso de los corsos.
Los bailes proseguían llenos de concurrencia y brillo. En Mitre 1235
funcionaba el “Recreo Norte”. El Club Gimnasia y Tiro, a través
de la subcomisión de natación realizó hermosos festejos
bailables, el Club 9 de Julio, en su local de calle Arenales Nº 337, realizó
bailes de “Mi-Careme”, que alcanzaron gran lucimiento, el Club Virgilio
García, iniciaba sus bailes a partir de horas 18 y la novedad consistía
que en Sección Vermouth, solían elegirse a los mejores disfraces
de niñas.
En Embarcación, los bailes de carnaval mas lucidos fueron los llevados
a cabo en el local de la Sirio Libanesa.
Ud. habrá observado, a través del desarrollo de este trabajo que
en el período 1914-1918, en el cual se desarrolló “La Primera
Guerra Mundial”, en el país, pero en especial en Salta, se hicieron
grandes esfuerzos tendientes a no interrumpir los festejos por Momo. Es como
si, muchos siglos después, “Marte”, el Dios de la Guerra,
hubiera vuelto a sostener un duro enfrentamiento con “Momo”, Dios
de la Alegría. Si usted, preguntara quien ganó, le podríamos
responder que aún sin causarle la muerte, “Marte”, se impuso
a su adversario. Durante los períodos citados observamos como lenta,
pero gradualmente, se desarrolló un proceso de decadencia que superaba
a todos los esfuerzos de la comisión organizadora. Mientras el mundo
se desangraba, por estos pagos “Momo”, no cesó en sus andanzas
pero pagó como tributo a su osadía, el costo de un tremendo desgaste,
como consecuencia de la gran crisis social que con hambre, desocupados, falta
de nafta, disminución de ventas, aumento de las tarifas, desabastecimiento
de alimentos, etc. trajeron aparejados en primera instancia la desaparición
de uno de los más hermosos, concurridos y populares corsos como lo fueron
los de la Calle la Florida, a partir de allí un detrimento gradual y
progresivo de los festejos del carnaval y el corso en todas sus manifestaciones.
Así no pasará mucho hasta que los tres históricos días
del carnaval que solían ser feriados nacionales, fueran convertidos en
días absolutamente laborables y que los corsos subsistentes, se convirtieran
solamente en un espectáculo pasatista, vaciado prácticamente en
forma total de sus connotaciones culturales.
En algún momento planteamos la arraigada creencia de que “El Diablo”
(personaje impuesto por la iglesia que falazmente fue emparentado con Momo y
el Pucjllay) todos los años durante el carnaval se “lleva a alguien”
como alimento. Durante el carnaval de 1949 como parte de los festejos cerrillanos
se tuvo que lamentar la muerte de dos personas y otras dos con heridas de gravedad
como producto de que un vehículo fue violentamente embestido por un coche-motor
que regresaba desde Alemanía.
Los fallecidos Juan Flores y Andrés Castillo, se sumaron para engrosar
una larga lista de víctimas de los carnavales, sobre la cual no pusimos
acento por no ser el objeto central de este trabajo. Los carnavaleros sufrían
las consecuencias del alcohol.
LA CREACIÓN DE LA CATEGORÍA “COMPARSA DE INDIOS”:
El martes 8 de marzo volvió a reunirse la comisión organizadora, en este caso para resolver el otorgamiento de premios a los participantes de los corsos, cuya decisión fue:
CARROZAS:
1º Premio: Declarado Desierto.
2º Premio: “Caperucita Roja”- $ 800.
3º Premio: Declarado Desierto.
4º Premio: “Los Vieneses”- $ 200.
5º Premio: “Los Chorotes” - $ 100.
COMPARSAS INSTRUMENTALES:
1º Premio: “Comparsa Tihuanacu” - $ 500.
2º Premio: “Los Candomberos de Mozambique” - $ 300.
3º Premio: “Los Hijos de la Noche”- $ 150.
DISFRACES INDIVIDUALES:
1º Premio: Conjunto “Y mañana serán hombres”-
$ 300.
Los dos premios otorgados fueron los siguientes:
“El Torerito”- $ 50; “El Gaucho” - $ 50; “Arabes
a Caballo” - $ 120; “Robin Hood” - $ 40; “Tres Cadetes”
- $120; “El Árabe”- $ 20; “Mejicano”- $ 20; “El
Millonario”- $ 20; “La Tortuga” - $ 50; “Arabes a Pié”-
$ 12; “La Jirafa” - $ 50; y se instituyeron nueve premios de diez
pesos cada uno.
Con respecto a las comparsas de indios la decisión fue dejada pendiente
hasta el sábado 11, para lo cual se citó a todas a presentarse
a horas 23, frente al palco oficial, donde previa demostración de aptitudes,
danzas, cantos y caracterización se les otorgaría premios.
La reina del carnaval 1949, fue consagrada Julia Stofan. Esta hermosa niña
salteña pudo compartir su linda sonrisa con los que concurrieron a los
dos corsos finales el sábado 12 y el domingo 13.
UNA ESTRELLA COMPARSERA:
Con respecto al carnaval salteño, diremos que José Servando
Herrera, uno de los hombres más representativos de la Historia de la
Comparsa Salteña; el popular “Josito” hará su debut
como cacique de comparsa.
Este año se desarrolló lo que podemos llamar “El primer
concurso especial de comparsas de la Historia del Carnaval de Salta”.
Porque si bien en años anteriores las comparsas de indios habían
participado, a la hora de los premios, se los mezclaba con las comparsas instrumentales
(que vendrían a ser una especie de murgas actuales); pero este año
el jurado decidió crear una categoría especial, la de comparsas
de indios justamente, y al haberse adoptado esta decisión por primera
vez, se organizó un desfile especial donde estas agrupaciones pudieren
acreditar sus valores y donde podrían ser considerados en base a su vestimenta,
cantos y danzas. El anuncio de este concurso despertó un singular entusiasmo
entre los integrantes de las comparsas, para las cuales se habían establecido
un primer premio de cuatrocientos pesos, el segundo de doscientos pesos y un
tercero de cien pesos.
El último día de corsos, domingo 13, una gran expectativa albergaba
a esa muchedumbre, convocada en la Plaza 9 de Julio. Había llegado el
momento de distribuir los premios asignados a las mejores carrozas, comparsas
y disfraces, además se procedería a la coronación de la
reina del carnaval de 1949. El clima era impresionante, ya desde la tarde con
el desfile de máscaras infantiles, se había distribuido juguetes
y golosinas entre los niños asistentes y se había ido creando
un ambiente especial. Era un “entierro” tardío.
Pasadas las 23 horas, cuando en el palco oficial ubicado en el ángulo
noroeste de la esquina de Mitre y Caseros, tuvo lugar el acto de coronación
de la reina, esto hizo que el público se agolpara sobre el lugar y la
homenajeara con prolongados aplausos, mientras el Director General de Control,
Salvador Sosa, colocaba en su testa la artística corona especialmente
preparada al efecto.
A partir de entonces las comparsas de indios tendrían un nuevo y relevado
protagonismo, especialmente en la vida de los corsos. Había nacido para
el carnaval un cacique que lo marcará para siempre, el cacique “Josito”,
que debutó en ese cargo y jerarquía comparsera obteniendo el primer
premio, pero esa es otra historia que narraremos en otro tomo de esta investigación.
PA’ QUE BAILEN LOS MUCHACHOS:
Los salteños bailaban los éxitos del momento como por ejemplo:
“Los Ejes de mi Carreta”- Milonga de Francisco Canaro; “El
Busca Pié”- Tango por Osvaldo Pugliese; “Vea-Vea” Tango
por Roberto Firpo; “Adiós Mariquita Linda”- Fox -Trox por
Barry Moral y tantos otros éxitos musicales.
Los corsos nacidos en 1898, tuvieron en este período de, cincuenta y
un años de vida (1898-1949), épocas de esplendor y de angustias,
donde la política marcó a los carnavales y sus celebraciones de
fuerte manera. Estos serían como una manifestación de recreación
y pasatiempo aristocrático. A pesar de que en este período encontramos
al corso verdaderamente popular como lo fue el de la Florida sumido en un proceso
tendiente a su desaparición, de aquí en adelante observaremos
como los mismos fueron tomando cada vez más una raigambre, de carácter
popular. Muy pronto se los sacará del circuito de la Plaza 9 de Julio,
algunos argumentaron que por razones del crecimiento urbano y la escasez de
espacio otros dirán que se debió a qué con el avance de
los tiempos la aristocracia salteña recaló en otros lugares, actividades
y pasatiempos dejándole “sus corsos” para el pueblo.
EL CARNAVAL DE 1950
NUESTROS QUERIDOS PESEBRES:
El pueblo de Salta, como siempre, había recibido al año nuevo
en el marco de los festejos pero también de la reflexión espiritual,
que correspondió en estas circunstancias en especial a la navidad. Justamente
en la representación de “El Nacimiento”, se destacó
un hombre muy ligado al carnaval y a las comparsas, Benito Garnica, quién
por aquellos tiempos no solo lograba atraer gran cantidad de personas de todos
los sexos, sino también despertaba el asombro del paisanaje a través
de sus novedosos “Pesebres”. Posiblemente Garnica haya sido uno
de los primeros salteños que al bagaje artístico de sus representaciones
le agregó sapiencia técnica, y a través de ella convirtió
estos nacimientos como si fueran vivientes, a través de movimientos mecánicos.
El pesebre de 1950, se representó en su domicilio de calle Miguel Ortiz
Nº 798, en una habitación de cuatro por cinco metros. No solo las
figuras del “Niño” y ángeles lograban un continuo
movimiento, también ríos, acequias y cataratas eran nutridos de
agua, mientras los espectadores podían escuchar el canto de los ángeles
y de los pájaros, todo esto logrado, como decíamos a través
de efectos mecánicos y técnicos. Los pesebristas, son verdaderos
artesanos dotados no solo de una alta cuota de capacidad estética, sino
también de un profundo compromiso espiritual - teocrático; por
eso a través de un gran comparsero, cuya biografía adjuntamos
a la “Galería de Caciques”, rendimos un merecido homenaje
a quienes supieron despertar en tantas generaciones de salteños sentimientos
de amor, respeto y fe; los que a través de sus pesebres nos permitieron
vivir momentos maravillosos, cuando por las tardes y, después del baño,
las mamas nos permitían, “bien pitucos”, salir a recorrer
el barrio, cantar “misachicos”, y endulzar nuestros labios con algún
caramelo cosechado en esas recorridas.
ORGANIZACIÓN Y RENDICIÓN DE CUENTAS:
El Jueves 26 de Enero de 1950, el Intendente Municipal, Carlos Xamena, mediante
decreto constituyó la comisión organizadora de los corsos. La
misma estuvo integrada por el Director General de Control, Carlos H. Mondada;
el Director de la Policía de Tránsito Camilo Reinoso; el Jefe
de Electro-Técnica, Agustín Paratz; el auxiliar de Tesorería,
Alberto Campilongo, también estuvo integrada por Mario Di Primo, José
María Mirau, Enrique L. Janin, Cesar Fermín Perdiguero y Enrique
S. Arana.
Como en todos los tiempos se cuecen habas, el Intendente Municipal se vio obligado
a emplazar a los integrantes de la comisión organizadora del año
1949, para que en el término de cuarenta y ocho horas, procedieran a
rendir cuenta de su cometido y hacer entrega de todos los elementos y valores
que obraron en su poder.
Estas medidas adoptadas por el intendente, vinieron a representar una total
desmentida a todas las versiones que circulaban en el sentido de que este año
no se realizarían corsos.
El comercio aplaudió la decisión municipal. Se debe tener en cuenta
que por aquellos tiempos muchos comerciantes de plaza realizaban importantes
inversiones en artículos de carnaval, por lo tanto sus expectativas al
respecto eran muchas.
En el penúltimo día del mes de enero Mondada fue designado presidente
de la comisión organizadora, Campilongo ocupó la secretaría,
mientras que Arana fue designado tesorero.
La Comisión de Hacienda, estuvo integrada por: Mondada, Di Primo y Arana.
La de Propaganda, por: Mirau, Janin, Arana y Perdiguero; la Comisión
de Ornato, se integró con Moya, Paratz y Reinoso.
LOS CORSOS DEL CENTENARIO SANMARTINIANO:
1950, concretó sus corsos alrededor de la Plaza 9 de Julio, los días
18, 19, 20, 21, 25 y 26 de febrero. Los desfiles comenzaban a horas 21,30 y
concluían a las l de la madrugada. Este año gozó de hermosos
desfiles de máscaras infantiles que se efectuaron en el Parque San Martín
el día 26 de febrero de 18 a 20 horas.
Se trabajó con mucho fervor, todos sin excepción, querían
que el Año Sanmartiniano tuviere un carnaval y unos corsos acordes a
tan especial circunstancia; especialmente teniendo en cuenta el arraigo de estas
fiestas en el corazón del pueblo.
El Gobernador Interino Xamena, dispuso dos cosas, primero garantizarles el apoyo
del gobierno para la concreción de los corsos, y en segundo lugar que
todos los fondos que ingresaran a la comisión debían ser depositados
en una cuenta bancaria especial, que debía girar bajo la firma del presidente
y del tesorero y que todos los gastos que se efectuaran se debían hacerlo
con libramientos de cheques.
A diferencia de años anteriores, en esta oportunidad, los palcos solamente
se alquilaron por toda la temporada, es decir no podían adquirirse por
noche y cada uno tenía un costo de veinte pesos.
Se estableció categorías para la instalación de kioscos.
La primera categoría comprendía las esquinas de la Plaza 9 de
Julio hasta un radio de quince metros; la segunda categoría en mitad
de cuadra y la tercera en los restante lugares de las avenidas anteriores de
la plaza principal. Los permisos tenían un costo para la primera categoría
de cien pesos, para la segunda de setenta pesos y para la tercera de cincuenta
pesos por toda la temporada. Los vendedores ambulantes pagaron treinta pesos
por la temporada.
Todas las personas o agrupaciones aspirantes a premios en los corsos debían
hacer firmar una tarjeta de asistencia por parte de la comisión municipal
de corsos, cuya “Comisión de Contralor” estuvo integrada
por Arana, Mondada y Di Primo. Todo lo referente a la carroza oficial estuvo
bajo la batuta de Luis García Bes.
Al igual que en años anteriores la iglesia católica realizaba actividades especiales intentando contrarrestar la nociva influencia de “Momo”. Así la Acción Católica organizó tres días de ejercicios espirituales en la Caldera y durante los tres días de las fiestas del carnaval se rezaba la Santa Misa en San Francisco.
Los premios establecidos para los participantes en los corsos fueron los siguientes:
CARROZAS:
1º Premio: $ 800
2º Premio: $ 500
3º Premio: $ 350
4º Premio: $ 300
COMPARSAS INSTRUMENTALES:
1º Premio: $ 400
2º Premio: $ 250
3º Premio: $ 100
COMPARSAS DE INDIOS:
1º Premio: $ 200
2º Premio: $ 100
3º premio: $ 50
DISFRACES INDIVIDUALES: (damas)
1º Premio: $ 100
2º Premio: $ 50
3º Premio: $ 30
Los mismos montos correspondieron para disfraces a caballeros.
Al mejor palco se lo premió con cien pesos, al segundo con cincuenta
y al tercero con treinta pesos. Al disfraz más original le correspondió
un premio de cincuenta pesos.
En cuanto a máscaras infantiles se estableció un premio para conjuntos
de cincuenta pesos y un segundo premio de treinta pesos.
Los individuales tuvieron tres premios ( tanto para niñas como para niños)
de treinta, veinte y diez pesos cada uno.
Todo aspirante a premios tenía la obligación de participar por
lo menos en cuatro de los seis días de corsos, con la obligatoriedad
de participar del último.
La policía por su parte prohibió terminantemente, durante los
días de carnaval el uso de sifones de soda, lanza-perfume y otros líquidos
corrosivos o inapropiados.
El juego con agua fue permitido entre las 15 y las 18 horas.
El comercio y muchas instituciones intermedias colaboraron con gran entusiasmo
con la comisión organizadora; mientras las cuadrillas de obreros municipales
trabajaban en la colocación de más de ochocientos focos que iluminarían
las arterias de alrededor de la Plaza 9 de Julio, el itinerario de los corsos.
Tal vez, no le dimos la importancia necesaria a las indicaciones de la policía
con respecto de la seguridad durante el carnaval. El jefe de policía
teniente coronel Marcelino Benavente, comunicó a la población
sobre severas medidas adoptadas para evitar la consumación de cualquier
desmán o acto que pusiere en peligro la tranquilidad y el derecho a divertirse
por parte del público o disfrazados. Una de las mayores preocupaciones
de las autoridades policiales era el auge de las patotas en los barrios alejados.
EL INTERIOR TAMBIÉN SE DIVIERTE:
En General Güemes, en el Valle de Siancas, también se celebraron
los carnavales con corsos que se llevaron a cabo los días 19, 20, 21,
25 y 26 de febrero, estuvieron lindos estos desfiles y se otorgaron premios
a las mejores carrozas, murgas, comparsas y disfraces.
La comisión organizadora trabajó con mucha capacidad y también
pudo concretar el domingo 26 un hermoso corso infantil.
Mucha gente concurrió a presenciar estos desfiles donde los vendedores
de papel picado, serpentinas, pomos y otros artículos desarrollaron su
actividad en forma organizada.
En Campo Quijano, también hubo corsos los días 18, 19, 20, 25
y 26 de febrero. Los mismos se desarrollaron en la Avenida 9 de Julio entre
las calles Alberdi y 20 de Febrero desde las 20 hasta las 22,30 horas.
El brillo de los corsos en el interior de la provincia, se vio acompañado
por la alegría de la gente que concurría a bailes y a carpas.
En estos tiempos había una bebida que normalmente escaseaba en la temporada:
la cerveza, cuyo precio en la carpa era de dos pesos y en otros tipos de bailes
de un peso con setenta.
En Tartagal, por ejemplo, la comisión oficial presidida por Leandro L.
Vespa , que tenía como secretario a Oscar A. Roco; tesorero a Miguel
Monte, integrada también por Olivio Masarasqui, Antonio Mosa, Juan Esper,
Enrique Farjat, Ramón Manzur, Humberto Milanesi, Eduardo Escuded, Noemí
Chibán, Diego Amat, Francisco Prieto y Andrés Bonifacio, entre
otros pero con gran apoyo por parte del comercio lograron concretar la realización
de corsos oficiales que se llevaron a cabo los días 19, 20, 21, 25 y
26 de febrero alrededor de la Plaza San Martín en el horario de 21 a
24 horas.
Se establecieron premios para carrozas de quinientos, doscientos y cien pesos
y para comparsas o murgas de cien y cincuenta pesos. También se premiaron
los mejores disfraces femeninos y masculinos. La entrada a estos corsos era
completamente gratuita, y el éxito de los mismos se vio complementado
con los divertidos bailes del Círculo Argentino y la Sociedad Sirio Libanesa.
Donde no hubo corsos y “ Momo” fue celebrado mediante bailes es
en los pagos de La Merced, organizados por el Club Deportivo La Merced y en
Chicoana, donde bailaron en el salón de la municipalidad. En Joaquín
V. González, los bailes fueron organizados por el Club Central Norte.
El miércoles 23 de febrero se expidió el jurado encargado de discernir
los premios para máscaras infantiles. El primer premio correspondió
a Susana Torres que caracterizó a “ Carmen Miranda”. El segundo
a Gustavo Joaquín “ Andalúz”, el tercero a Marta Soler
“Bailarina Rusa”. Estas mascaradas no tan solo contaron con gran
cantidad de participantes, sino que se destacaron por la calidad de los disfraces
que desfilaron en el marco de una gran cantidad de público. Los premios
fueron entregados el domingo 26 en el transcurso de un “Matinee”
infantil que se llevó a cabo en el Cine Argentino a horas diez.
LA CARPA DE JAIME CAPÓ Y EL ENOJO DE “LOS TANOS”:
Ante el repunte de los festejos del carnaval, en los barrios comenzó
a renacer el ánimo festivo, este año se destacará por la
novedad de que los directivos del Barrio Obrero trabajaban activamente para
concretar un concurso de máscaras.
El sábado 18, tal estaba previsto, una verdadera multitud asistió
al primer desfile del corso de la Plaza 9 de Julio, organizado por la municipalidad
de la capital.
Gracias a la tarea de los organizadores y a la cooperación policial,
los asistentes se divirtieron sin tener que soportar los atropellos de las “barras”
que solían cometerse en años anteriores.
El circuito de desfile había sido dividido en dos vías lo que
posibilitaba ambular por las calles con comodidad.
Dentro de la espectacularidad, lograda por la presencia de carrozas, comparsas
y murgas se destacaron plenamente las máscaras infantiles. En las primeras
jornadas la presencia de carrozas fue escasa (solamente cuatro o cinco concurrieron
a dar animación a la fiesta) pero se destacaron éstas por el buen
gusto en su presentación y las alegorías presentadas. Entre las
murgas, ganaron sostenidos aplausos “La Copacabana Club” y “Los
Chorotes” que lograron obtener la risa de todos los presentes. Las comparsas
de indios lograron imponer su presencia y asimismo comenzaron a ser consideradas
como la parte más sustancial de los corsos.
Jaime Capó y su socio Martínez, instalaron su carpa en el local
de la Sociedad Italiana, Zuviría N° 380, donde se destacó
la actuación de la orquesta de Jazz de Don Contreras y la típica
de Pedro Rioja.
Ante la gran cantidad de aspirantes a reina, se integró un jurado especial
con Mondada, Di Primo y Arana además se posibilitaba que todas las casas
comerciales que vendían artículos relacionados con el carnaval,
y que estuvieran ubicadas en un perímetro de doscientos metros a la vuelta
de la Plaza 9 de Julio, pudieran permanecer abiertas inclusive durante el horario
de corsos.
No vaya a creer que la instalación de la carpa de Jaime Capó en
el predio de la Sociedad Italiana no tuvo sus vericuetos.
No fueron pocos los que levantaron sus voces pues entendían que la carpa
menoscababa el prestigio de la institución.
Especialmente muchos vecinos consideraban amenazada su tranquilidad y algunos
socios manifestaban su disconformidad con esta desviación mercantilista
de los fines de la institución. Tal vez no se daban cuenta que el carnaval
resurgía de sus propias cenizas, “ un ave fénix mitológico”,
y cuando este se manifestaba era sinónimo de risas y locuras, donde la
racionalidad queda suspendida por un tiempo. Diremos que más conmoción
que la de estos quejosos producía la gran escasez de cerveza, ante lo
cual todos reclamaban, pues se consideraba que era producto de una “avivada”
por parte de los comerciantes para sacarse de encima otras bebidas de poca salida.
Para los carnavaleros ese era un verdadero problema y nó andar “
perdiendo tiempo” revisando estatutos, para ver si eran cumplidos.
LA BELLEZA Y EL CARNAVAL:
Como reina del carnaval 1950, fue proclamada María Teresa Benavidez.
Esta hermosa niña salteña tuvo la suerte de ser elegida reina
de un carnaval que fue celebrado con hermosos corsos, que en todas sus jornadas
contó con la asistencia de una extraordinaria cantidad de público.
Corsos que rescataron la presencia galana de la flor y su perfume. Donde numerosos
vehículos convenientemente adornados como así también innumerables
disfrazados, muchos de los cuales hicieron verdadero derroche de buen gusto,
originalidad y pusieron en el desfile la nota brillante.
La reina del carnaval fue elegida en el transcurso del último corso del
año. Cuando este se encontraba en su momento álgido de animación,
se anunció que se iba a proceder a la coronación y proclamación
de la reina. El acto se desarrolló poco después de las 23 horas
en medio de una gran expectativa y de un marco extraordinario de público
congregado en la Plaza 9 de Julio. La elección de María Teresa
dio lugar a una prolongada ovación que aprobó el fallo del jurado.
La reina participó de los corsos como integrante de la carroza “La
Ballena”, en la cual, esta joven de singular belleza paseó su gracia
y simpatía.
La soberana del carnaval fue coronada por el Gobernador de la Provincia, Dr.
Oscar H. Costas y por el Vicegobernador Sr. Carlos Xamena, quienes se encontraban
acompañados del Ministro de Gobierno Oscar M. Araoz Aleman, el Ministro
de Acción Social y Salud Pública Guillermo Quintana, el Ministro
de Economía Juan Armando Molina y el jefe de policía Marcelino
Benavente, además por supuesto de los integrantes de la comisión
organizadora. Luego de ser coronada María Teresa fue paseada en triunfo
en la carroza oficial junto a su cortejo que estuvo integrado por María
Fanny Zirpolo, Noemí Zirpolo, Rosa Estela Moreno, Georgina Moreno, Marta
Ester Lenon, Beba Suarez García, María Cristina D’Jallad,
Lucía Carmajnola e Irene Moisés.
Era la última jornada de corsos de un carnaval que fue festejado como
pocas veces en los barrios, donde entusiastas grupos de carnavaleros habían
desarrollado una verdadera batalla de chapuzones con aquellos que eran transportados
en vehículos y que cruzaban la ciudad de un lado para el otro. Recién
después de las cinco de la tarde se podía en cierta manera franquear
con tranquilidad la línea de agua.
El carnaval se despedía ahogado y con este poema:
HA MUERTO EL CARNAVAL
“Con flores, serpentinas, papel picado y pomo,
ha sido sepultado esta mañana Momo”
quizás diga hoy la crónica, de un diario matinal...
Pero esas cuatro líneas, como sentencia fría,
encierran todo un drama de pena y de ironía.
Hay muertes más terribles en todo Carnaval.
Decimos cada hora “La vida es una farsa”
sin embargo, ¡qué poco! que dura la comparsa
alegre y bulliciosa, la “murga” y su canción...
Hoy que se van del todo, llevando la alegría;
siento asco de la vida por tanta hipocresía,
y me vuelvo de nuevo misántropo y hurón.
No ha faltado el chistoso que ante una señorita
pasada en los “cuarenta” le dijo “ Mascarita”,
mirá que te conozco, sacáte el antifaz...
No sabe que la pobre, pasóse largos días
gozando a solas locas, remotas fantasías,
anticipados triunfos, que no le dió el disfraz...
Yo vestiré de nuevo mi traje de tristeza
y todas las mañanas, rumiando la pereza,
despertaré buscando mi risa de bufón
y ahogando con bostezos la cruel monotonía
saludaré al vecino, gastando algún “ buen día”
que en vez de grato augurio, será de compasión.
Yo ví a un desconocido, vestido de fantoche
reír desesperado, durante el día y la noche
como si ahogar quisiera en risas su hondo mal...
Quizás hoy en la calle lo encuentre todavía
ignore los motivos de su melancolía
y yo también reiría de su dolor trivial.
Serás tu la de siempre, muchacha casquivana
mostrando tu silueta detrás de la ventana
y repartiendo risas, cuando te vé el patrón...
Pues sabes, pobrecita, que toda tu alegría
ha muerto esta mañana, sonriendo en su agonía
por no arrancar de golpe tu póstuma ilusión.
-Clemente Ortiz-
EL ESPLENDOR Y SUS PREMIADOS:
De acuerdo al veredicto del jurado los premios fueron distribuidos de la siguiente
manera:
CARROZAS:
1° Premio: declarado desierto.
2° Premio: “La Cautiva de los Timbúes”
3° Premio: “El Rancho de Arizona”
COMPARSAS INSTRUMENTALES:
1° Premio: declarado desierto.
2° Premio: “Los Raspas”
3° Premio: “Los Caballeros del Sud”
COMPARSAS INSTRUMENTALES 2° SERIE.
1° Premio: “Los Piratas”
2° Premio: “Los Suertudos Desgraciau”
COMPARSAS DE INDIOS:
1° Premio: “Los Tauras”
2° Premio: “Los Indios Cobres”
CONJUNTOS:
1° Premio: “Los Arqueros de Robin Hood”
2° Premio: “Los Arabes”
3° Premio: “Fantasía”
CONJUNTOS HUMORÍSTICOS:
1° Premio: “Almacén de los Chorotes”
2° Premio: “Los Linyeras”
3° Premio: “Los Gatos de Pogrú”
4° Premio: “Copacabana Club”
DISFRAZ MAS ORIGINAL:
“El Millonario”.
INDIVIDUALES CABALLEROS:
1° Premio: “ El Yate”
2° Premio: “Dos Bailarinas”
3° Premio: “El Conde”
INDIVIDUALES MUJERES:
1° Premio: “ Cleopatra”
2° Premio: “Cesar”
3° Premio: “La Tirolesa”
Aclaramos que el primer premio individual “EL Yate”, era un motivo
alusivo al 20 de Febrero y al Año Sanmartiniano, que llamó la
atención por su sentido patriótico y estaba integrado por los
niños Edgard y Pablo Ferreira Irigoyen.
El Centro Vecinal de Villa Belgrano en su local de calle Juramento 1420, realizó
un hermoso baile de carnaval.
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- La Gauchita - Publicación mensual del Instituto Cultural Andino- Dirigida
por Eduardo Ceballos - Nº 1 al 40 - Salta 1994-1997.
- Informes de Salta la nuestra - Publicación trimestral dirigida por
Francisco Mateo - Nº 1 al 8 - Salta .
- El Hogar- Toda la Patria en su Folklore - Nº Extraordinario- Dic. 1948-
Buenos Aires.
- La Cocina Regional Salteña - Ediciones de L.V. 9. -Radio Guemes- Salta
1964 - Serie Poncho Rojo.
- Güemes- Revista quincenal- Literaria Social - Benito Campos - 1907 .
- Nuestra - Publicación de ADEC . - Semanal - Inserta al diario El Tribuno
de Salta.
- Vamos -Semanario independiente- Dirigido por Ricardo López - Nº
1 al 15 - 1992-1993 .
-La Huella - Revista Investigativa Social y Cultural del M.U.P. Facultad de
Humanidades de la U.N.Sa. Dirigida por Fernando G. Cáseres- Nº 1
al 4 - 1997 .
- Crecer - Periódico Educacional Mensual para docentes y padres dirigido
por María Luisa Vargas- Nº 1 al 76 - Fundado en 1988 .
- T.V. Cable - Publicación Mensual de Santa Clara de Asís- T.V.
Canal 2 - Salta- Dirigido por Francisco Roberto Soto - Nº 1 al 94 .
- Clarín - Cultura y Nación - Publicación Semanal , inserta
en diario Clarín .
- La opinión Cultural- Publicación Semanal, inserta al diario
la Opinión.
- Claves - Periódico independiente- Dirigido por Pedro González.
Diarios:
- El Cívico- Dirigido por Luis Peña- 1891.
- La Conciliación- Dirigido por David Orellana - 1891.
- El Comercio- Redacción Anónima 1891-Diario de la mañana
.
- Eco del Norte - Tomas Olivera - 1891 - Diario dela tarde.
- Tribuna - Por Wenceslao de Gorriti- 1896 - Diario de la tarde.
- La Montaña - Por Manuel Alvarado - 1902 .
- El Pueblo- Por Edelmiro Avellaneda - 1904- Bisemanario .
- Tribuna Popular - Por Casiano Hoyos - 1904 .
- La Provincia- Por Arturo Lizondo - 1906 .
- Nueva Época - Por Arturo Gambolino - 1910 .- Diario de la tarde.
- La Opinión - Por Enrique Sanmillán - 1910- 1913.
- El Intransigente - Por Alberto C. Casado - 1918.
- Norte - Por B. González Arrili - 1919- Diario de la tarde.
- El Cívico Intransigente- Por José María Gallo Mendoza-
1920 .
- El Tribuno - Por R. Romero - 1947-1997. Diario de la mañana .
- Eco del Norte -