Tal vez
los jóvenes bibliotecarios, no sepan quien es Cortázar,
tal vez les suena de la sala que lleva su nombre en la Biblioteca
Nacional o de la Biblioteca Central de la Facultad de Filosofía
y Letras de la UBA, de la cuál fue su director y que
fue bautizada con el nombre “Profesor Augusto Raúl
Cortazar”. O tal vez lo confunden con Julio Cortazar,
uno de los más grandes escritores contemporáneos.
Seguramente para los estudiantes de Antropología o
Letras es un nombre muy conocido....ya veran porque...
Nacido
en la ciudad de Salta el 17 de junio de 1910, era hijo de
D. Octavio Augusto Cortazar Arias y de Da. Irene Lozano Valdez,
quienes lo llevaron consigo a la Capital Federal a temprana
edad, de tal modo que allí cursó sus estudios,
desde el primario hasta los superiores, conquistando cuatro
títulos universitarios.
Sus antepasados le motivaron para aquerenciarse con su tierra natal, ya que entre su parentela se encuentran por el costado materno las familias Lozano Valdez, entroncados con los Gorostiaga e Isasmendi Gorostiaga. Por línea paterna está vinculado a la familia Arias. Por el costado Cortazar diremos que fue primo del muy famoso Julio Cortazar, que agregó a su apellido un acento a su apellido original.
Profesor en
Letras, Abogado, Bibliotecario y Doctor en Filosofía
y Letras, carreras éstas cursadas en la Universidad
de Buenos Aires.
Toda su vida
la dedicó a la docencia y a la investigación,
desempeñándose como docente en diversas cátedras,
ganadas por contrato, en la Universidad de Buenos Aires y
en la Universidad Católica Argentina, además
de dictar cursos especiales en otras universidades nacionales
y extranjeras. Fue profesor titular de Literatura Argentina,,
Folklore General y Ciencias Antropológicas, orientación
folklore.
También
desempeñó cargos de responsabilidad en la Facultad
de Filosofía y Letras: Director de la Biblioteca de
la Facultad, Jefe del Departamento de Folklore del Museo Etnográfico
y Director de la Biblioteca Central de la Universidad. Asimismo
ocupó funciones especificas con carácter honorario:
Director Honorario del Seminario de Folklore, Director Honorario
de la Carrera de Bibliotecarios, Director Honorario del Departamento
de Ciencias Antropológicas. Y fue también Miembro
Académico del Consejo Directivo de la Facultad. Por
iniciativa cuya creóse el Seminario de Folklore y la
Carrera de Licenciatura en Folklore.
Dictó
cursos especiales en numerosas universidades argentinas. Fue
Director del Fondo Nacional de las Artes (1953 - 1974), desde
la creación de este organismo hasta su renuncia. Como
Presidente de la Comisión de Expresiones Folklóricas,
y Coordinador y Asesor del Relevamiento Cinematográfico
de Expresiones FolkIóricas, asistió al rodaje
de veintitrés películas de diverso metraje.
Considerado
como el más grande folklorólogo de nuestro país,
y por su extraordinaria versación en la materia, fue
invitado a participar en numerosos congresos. tanto de dentro
como de fuera del país, para cuya asistencia concurrió
tanto a Wasbington, Los Ángeles, Chicago y otras urbes
de los Estados Unidos, como estuvo, en Chile, México,
Portugal, etc.
Publicó 134 obras de la más variada extensión, cobrando particular relieve sus trabajos, titulados: "Qué es el Folklore", "El. Carnaval en el folklore calchaquí". "Esquema del folklore”, "Folklore literario y literatura folklórica", "Poesía gauchesca", “Usos y Costumbres” entre otros, quedando aún inéditos varios otros trabajos al momento de su muerte- Se publicó "Ciencia folklórica aplicada”, su obra póstuma más importante. Colaboró, en vida, con las más prestigiosas revistas especializadas del mundo entero, lo mismo que importantes rotativos publicaron sus escritos.
Siempre dentro
de su temática, incursionó también en
radiofonía con numerosas audiciones invitado por Radio
Nacional, Radio El Mundo, Radio Splendid y otras emisoras.
Y ese infatigable quehacer literario y folklórico le
permitió, además de lo ya expresado, publicar
134 obras de la más variada extensión, cobrando
particular relieve sus trabajos, titulados:"'Qué
es el Folklore", "El. Carnaval en el folklore calchaquí".
"Esquema del folklore”, "Folklore literario
y literatura folklórica", "Poesía
gauchesca", etc. etc., quedando aún inéditos
varios otros trabajos al momento de su muerte- Se publicó
"Ciencia folklórica aplicada”, su obra póstuma
más importante. Colaboró, en vida, con las más
prestigiosas revistas especializadas del mundo entero, lo
mismo que importantes rotativos publicaron sus escritos.
Las más
destacadas instituciones culturales del país y del
extranjero lo contaron entre sus miembros. Así es como
fue Miembro de Número de la Academia Nacional de la
Historia Argentina. Miembro del Advisorv Board y de la Universidad
de California, (USA). Miembro correspondiente de la Real Academia
de la Historia de Madrid (España): Miembro de la Sociedad
Folklórica de México, miembro del Instituto
Histórico y Geográfico Brasileiro (Brasil),
Miembro de la International Society for Folk narrative Research
(Gotingam- U. S.A.), Miembro Consultor del Instituto de Folklore
de Huancayo (Perú), Miembro correspondiente de la Sociedad
Peruana de Folklore (Perú), Miembro correspondiente
de la Sociedad Folklorica del Uruguay y del Instituto Histórico
y Geográfico del Uruguay, etc. y, como no podía
ser de otra manera. también era Miembro de número
del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos
de Salta.
Martha Blache y Ana María Duphay nos dicen “Él logró formalizar la teoría del folklore articulándola con el pensamiento de uno de los antropólogos de gran trascendencia, como Bronislaw Malinowski, poniendo mayor énfasis en la dimensión antropológico-social de la investigación folklórica, frente al predominio de orientaciones vinculadas a la lingüística y la filología hispanista. La renovación que aportó el funcionalismo al estudio de las manifestaciones folklóricas fue significativa, dado que al considerar el contexto social y cultural de su producción puso de manifiesto la relevancia de estudiarlas como una totalidad, y no de manera fragmentada. De esta forma se atiende a las determinaciones espaciales y sociales enfatizando la centralidad del trabajo de campo para la observación directa y el registro, fidedigno y preciso, de la información.
En l942 Cortazar propuso por primera vez su teoría del Folklore y, hasta su muerte en 1974, va madurando este concepto y ajustando la terminología a través de sus escritos aunque no varía sustancialmente su noción inicial (Cortazar 1942). Para definir al grupo social donde se produjo el folklore se sustentó en la noción de “sociedad folk” de Robert Redfield, quien la presenta como una comunidad homogénea, pequeña, aislada, autosuficiente, aferrada a tradiciones ancestrales y con tecnología simple. De este modo Cortazar determina de antemano, de acuerdo con la posición que el individuo ocupa en la estructura social, quién puede ser portador del folklore, con lo cual el fenómeno queda delimitado social y físicamente. Socialmente lo circunscribe a los sectores bajos, físicamente lo ubica en lo rural. Una vez circunscripto el folk precisa el lore, o tipo de manifestaciones que este sector puede producir y que abarca todos los aspectos de la cultura. Considera que estas manifestaciones son populares, colectivas, tradicionales, orales, anónimas, empíricas, funcionales y regionales. Define minuciosamente cada uno de estos términos, capaces de dar cuenta del objeto de estudio de esta disciplina, precisando sus peculiaridades distintivas frente a otros fenómenos sociales.
La teoría del Folklore que Cortazar plantea alcanza, en su momento, amplia difusión en nuestro medio y no difiere sustancialmente de las tendencias teóricas de sus colegas locales y latinoamericanos con quienes mantuvo una estrecha comunicación. Sin embargo, él se distingue por atender a la dinámica de las expresiones folklóricas (Cortazar 1975) pues no concibe el traspaso de una generación a otra como un proceso rígido y estático sino que toma en cuenta las transformaciones y reelaboraciones que se llevan a cabo en el transcurso del tiempo, respetando el equilibrio entre innovación y tradición. Así también se ocupa de señalar las diversas alternativas del canal social y geográfico por las que puede propagarse el fenómeno, la relación que guarda con la estructura social, económica y cultural en la que se manifiesta, y las relaciones que emergen entre distintos grupos sociales que entran en contacto en la vida cotidiana. No obstante, como veremos más adelante, en el devenir de la disciplina se fueron dejando de lado muchos de los criterios en los que se sustentaban estos folkloristas.
Además, Cortazar promovió y llevó a cabo la inserción de la disciplina en los medios académicos. A partir de los cursos y seminarios que organizó en el Museo Etnográfico y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA sentará las bases para la creación de la Licenciatura de Folklore en la mencionada casa de estudios, en 1955, la cual además de las asignaturas incluía la práctica de la investigación de campo y la realización de una tesis. Esta carrera tuvo una vida efímera pero sirvió de antecedente pues tres años después, en 1958, se organizó la Licenciatura en Ciencias Antropológicas con tres orientaciones: Arqueología, Etnografía y Folklore, cuyas materias básicas eran: Folklore General, Folklore Argentino y un Seminario. En su labor como docente universitario Cortazar incentivó el trabajo de campo entre los alumnos promoviendo el otorgamiento de becas por parte del Fondo Nacional de las Artes, con el objetivo de contribuir a la financiación de los viajes de investigación para los mejores alumnos de la mencionada licenciatura”
Estaba casado
con doña Celina Sabor, catedrática de Literatura
Española - quien dictara un curso especial de esta
materia en la Universidad Nacional de Salta - y docente de
la Universidad de Buenos Aires.
Renunció
drásticamente a todos sus cargos en la Universidad
de Buenos Aires - por incompatibilidad política - en
junio de 1974 y, pocos meses después, una corta enfermedad
cercenó la vida de este eminente salteño y notable
estudioso argentino, que falleció en la Capital Federal
el 16 de septiembre de 1974.
(Extractado
de "AUGUSTO RAUL CORTAZAR A UN AÑO DE SU MUERTE,
de Fernando R. Figueroa, publicado en El Tribuno el 14-9-75).
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