Ricardo Federico Mena, nació en San Miguel de Tucumán, un día de diciembre de 1939, en medio del bochorno de la siesta provinciana, y desde 1965, reside en esta bendita ciudad de Lerma en el Valle de Salta, que lo acogiera con cariño y amistad.
Ricardo Federico Mena, es odontólogo, y dedica su quehacer cotidiano al ejercicio profesional. Ha obtenido en ella distintos postgrados, y publicados trabajos de investigación clínica en revistas provinciales y nacionales.
No obstante ello, como reza el prólogo de uno de sus libros, La Casa del Edén, publicado en el año 1977, disfruta de los muchos agrados de la literatura, de la cual es un infatigable lector. El gusto por ella, le fue transmitido por los relatos fantásticos de su padre y el dramatismo encantador puesto en cada poesía recitada por su madre. Ambos acontecimientos los vivió en plenitud, con el gozo aumentado por su febril imaginación de niño.
Ricardo Federico Mena, pertenece a una antigua familia de escritores, poetas e historiadores que, habiendo degustado ellos mismos sus placeres, supieron transmitirlos mansamente y con alegría, a quienes continuarían transitando los intrincados caminos de este mundo.
Decía el prólogo de su obra "La Casa del Edén" publicada en 1977: "Hoy, el autor inicia medrosamente, un nuevo camino, que continúa su trayectoria de escritor consagrado a la investigación clínica biomédica, plasmadas en publicaciones especializadas del orden local y nacional.
Digamos entonces, que el escritor cambia de género, y esta primera entrega, lo alienta a continuar con la narrativa, sin abjurar de la literatura médico- odontológica".
Dice Manuel Castilla en uno de sus prólogos, estas palabras, a la que Ricardo Federico Mena adhiere con admiración:
" En éste libro, en estos recuerdos, hay un niño asombrado. Un niño que lo mira todo y se queda pensativo. Un mundo, donde como en una mirada honda, caben muchas cosas, que van deshaciéndose descoloridas hacia el olvido.
Y que siempre son imágenes remotas, entre las que pasa tiznando la tristeza que tienen los ojos puros, cuando ven demasiado ".
Decía de él, el escritor Edmundo del Cerro en el prólogo de su libro de poemas, "Senderos de la Memoria":"En los veintisiete poemas, el autor recorre un mundo acorde a una postura debida, que a su vez es consecuente con su búsqueda estética, solidaria a su léxico, para un desarrollo sintáctico clásico, sin desbordes y sin desmesuras.
Sin decirlo, en cuatrocientos años, el mismo apellido, recorrió los viejos caminos del Virreinato del Río de la Plata, en el Tucumán de la Conquista y de la Colonia, plasmando tradiciones tejidas con temas ancestrales, básicos de una forma de vida."
"La herencia de don Juan de Mena, encomendero del Aconquija, allá por mediados del mil quinientos, nace, ronda las esencias por donde las tradiciones y las leyendas toman envergadura y un real protagonismo, en el espíritu de este otro Mena."
"(.) El espíritu libre que engalana el autor, está más allá de las normas y de los encasillamientos, desplegados en la enjundia y la honorabilidad con que expresa sus sentires".
Respecto de la obra "La Casa Blanca de Anguinán", que mereciera el Primer Premio en el Concurso de Novela, año 2000, dice don Dardo Nofal, prestigioso periodista de La Gaceta de Tucumán y laureado escritor argentino:
" La Casa Blanca de Anguinán , hunde sus agujas argumentales, en los siglos pasados, 1600 y 1700, y sin embargo a medida que uno va leyendo, siente que las agujas van extrayendo esa sangre vieja, que ya debiera estar seca, pero que lo mismo chorrea, tiene temperatura de vida, el ritmo lento pero caliente de las historias humanas(.)"
"En medio de la lucha sorda de los encomenderos, ricos y crueles, florecen en estos personajes míticos, como el indio Mocople, Ataliva y el Chelemín, legendario señor de los Hualfines. MENA los trata con un amor que estremece, con una piedad que es la redención de su protesta callada, pero ya eterna (.)"
(.) olfatea el alma de los que tuvieron nombres, color de piel, sueños, gestos y representaron dos clases opuestas y enfrentadas: la del dominador y el dominado. Incorporo esta novela, a las obras importantes que he leído".
Dice respecto a esta obra el dictamen del jurado: ".la originalidad de la elección de un tema de historia regional, con una sólida construcción de la época colonial. El entramado de lo histórico, con motivos de origen legendario, crea una atmósfera que lo aleja de la rigidez temporal y la acerca al ámbito mágico".
"(.) Los aspectos mencionados posibilitan una lectura, en la que no decae el interés".
Refiriéndose a la misma obra dice la escritora Liliana Bellone: ". Paso a paso Ricardo Federico Mena teje los vericuetos de la historia social y los fantasmas, en una extraordinaria ambientación de época y lenguaje, en un magnífico trabajo arqueológico de las costumbres y la vida privada, de la anécdota y de la leyenda, pero por sobre todo la escritura le permite exhumar y poner a la luz el centelleante prisma, de un real, que va más allá de las apariencias y de los cinco sentidos (.).
Respecto a la obra "Testamento Secreto" dice la escritora Liliana Bellone: "Ricardo Federico MENA, escucha, plasma y transmite el bagaje de una tradición, a través de un deslumbrante manejo del idioma. Situaciones, descripciones, y monólogos, configuran el perfil material de estos relatos, que inscriben en el texto, la sombra de los recuerdos, las leyendas, los fantasmas, las lecturas de un hombre, de una generación, de una sociedad (.)"
Como poeta y narrador ha recibido primeros premios en orden provincial y nacional. Uno de sus trabajos fue seleccionado para una publicación internacional.
En el campo del cancionero popular ha recibido también primeros premios tanto en el orden local, como asimismo en dos oportunidades, menciones como canciones destacadas, en el Concurso Nacional de la Zamba , con la musicalización de don Roberto Juri.
En materia historiográfica y genealógica ha publicado : " Capellanías del Valle Calchaquí Catamarqueño", Religiosidad en valle Calchaquí: San Fernando, Hualfín, Santa María,- sus historias, - Semblanza de don Manuel Lizondo Borda, El Himno Nacional Argentino, La Bandera Argentina, Prolegómenos de la Batalla de Salta, La Batalla del 24 de Septiembre en Tucumán, Historia de la Gobernación de Los Andes, en colaboración con María Carolina Mena Saravia, Historia de Santa María de los Ángeles del Yokavil-Entronque de MENA y Méndez- Cortés y Arias Velásquez, también junto a María Carolina MENA Saravia, EL Mayorazgo de Hualfín- Sus antecedentes, Esclavitud en la Región Calchaquina, Urquiza, un día en San José, Las Diez y Una, etc.
Ha dado conferencias, participado de ponencias en la región, como asimismo prologado y presentado libros a distintos escritores del medio.
Como poeta ha publicado en distintos medios gráficos de nuestro noroeste, habiendo asimismo publicado plaquetas con sus últimas obras.
Pertenece a distintas entidades historiográficas entre las que se cuentan: el Instituto Belgraniano, Instituto Guemesiano, Instituto San Felipe y Santiago, Instituto Sanmartiniano. Es miembro fundador del Instituto de Investigaciones Genealógicas de Salta, ocupando el sitial académico Dr. Lizondo Borda; pertenece asimismo al Grupo de Genealogistas de Buenos Aires Gens Nostra y al Centro Genealógico de Tucumán.
Ricardo Federico MENA, posee algunas obras terminadas, a la espera de un editor, y serán dadas a conocer en un futuro próximo. Ha obtenido recientemente el "Premio al Mérito Artístico" otorgado por la Provincia de Salta.
TRISTECIDIO
I
Llegas a mí
Desde el origen de las sombras,
Con tus ojos glaucos,
Lejanos,
Como dos gotas de luna.
La tarde dibuja rumores de ensueño,
Y el sol gira su angustia amarillenta
Sobre el verdor de los follajes.
Mi corazón desierto
Viaje errante sobre la cabellera de los sauces,
Y extiende sus manos, para atrapar
La luz de una esperanza,
Y sonámbulo de amor,
Imagina los contornos mansos de tu cuerpo,
Cuajado por el hechizo estelar
De todos lo rocíos.
Acaso, no sea demasiado tarde...
Soné y caminé contigo,
Tantas noches y tantas veces,
Hirviendo besos que inventaban
El deseo incendiado, de todos los instantes.
II
Sé que existes,
Porque me abrazas,
Como el aire de las tardes
Como ciñe sus silencios.
Tengo miedo, y un grito se detiene
En mi garganta,
Golpeándome, sin saber quién eres,
Cuando ya he comenzado a amarte.
Amanece ya,
Y se esfuma en lentos lubricantes
El temblor de las estrellas.
Entonces, mi temor abandona sus andrajos,
Y contempla las palabras
que no escuchas.
A los lejos alguien canta y está feliz
En su humilde paraíso,
Iluminado por la luz de los veranos.
Ignora que existimos,
O sólo piensa que somos un sueño lejano,
Sin sonido.
Afuera el día
Va rodando su letargo desangrado,
Que se hunde en el rumor de las acequias.
III
Sé que tienes miedo,
Y estás llorando
Sin comprender,
Que nuestra historia
Está tejida por la misma esencia,
Donde el amor se expresa
En el canto de tu sangre,
Que se derrama por mi paisaje enardecido.
Deja hoy, que tu alma escuche
Las confesiones de la lluvia
Y te hable de mi amor,
Con el rumor ebrio del enjambre.
Deja mañana, que pinte la imagen encantada
De mis sueños, en marcas azules
Acariciadas por remotos sotaventos
Cuando embozan los faroles del ocaso.
Vienes a mí, desde un lar de luz desconocida,
Donde no existen los llantos del pasado,
Y sólo vive la dulcedumbre
Rondando sin sosiego
Tu carne estremecida, de lunas y de gredas.
Nuestras manos se crispan
Buscando sus contornos,
Y desde la piel de la gramilla
Contemplaremos
Con las bocas encendidas,
La llovizna azul de las estrellas,
Murmurando el Tristecidio...
De las sombras.