Atambor para Hernando
de Lerma en el olvido*
Qué gruesa lágrima
Don Hernando de Lerma
en tu retrato.
Al amanecer muerden los perros tu camisa
flores carnívoras la desolación
empolva tu costado.
Cien agujas o una lanza muerta
zurcieron el ropaje intacto.
Crujen los levitones
en el Consejo de Indias
y tus ojos como dos escarabajos ya no miran
al perro labrador ni a medianoche el viento.
En la bodega de un galeón
vuelves al vientre de tu madre España
Mira: entre las llamas de la mesa infausta
cuecen sus habas los Doctores de Almas
y la medialuna en la que ardes abrazado a los
pájaros y El Bosco.
Lo importante no era la ciudad, sino las llaves
hacia el otro reino.
Tres paladas de cal
y alumbrarán tu tumba los mendigos.
Por qué lloras,
acaso en ese rincón
donde descansas junto a las hormigas
y las flores secas
no es lo mismo
fundar una ciudad
ser sepultado
o haber amado a una mujer con la memoria muerta?
Y una gritería de los loros te despide al fin
y las corzuelas estarán más tristes
cuando en el valle de Salta
el crepúsculo ya no es azul ni sea violeta
y un atambor golpea sus parches
para acompasar tu tránsito los garfios
los infinitos modos que tienes de aferrarte
a esta tierra
desde tu Ciudad de Lerma
desde tu Puerto de Palos del Olvido.
JUAN AHUERMA
(de El ángel que faltaba, Salta, 1986)
*Hernando de Lerma fundó en 1582 la ciudad de Lerma
en el Valle de Salta.
Rumores
a Cardenal
Entre los cuerpos separados
se filtran los rumores
de las calles, las plazas, las esquinas,
la sirena del guardia civil,
la ronda nocturna de la policía
Los cuerpos que se unen
tapan las grietas
estallan
vulcanizan el mundo
ELISA MOYANO
(de La edad del porqué, Salta, 1997)
La paradoja de Zenón
el amado
su entrañable figura
a lo lejos
pasos
casi pasos
de llegar
n u n c a
MERCEDES SARAVIA
Colonización
Llegaron los invasores
y nos arrinconaron
en las fronteras de la herrumbre.
Tuvimos que henchir las armaduras
corazas blindadas
-difícil avanzar con ellas en el bosque-.
Apartando las condiciones medievales
-llámese corsé, corpiño o maquillaje-
somos apenas el relieve de nuestra propia fortificación
y moriremos inermes
o encalladas.
ALICIA PODERTI
(de
Primera herida, Salta, 2002)
El que habla
No es yo
esto que en mí
habla de mí.
Me han quedado mudo.
JUAN MANUEL DIAZ PAS
Insanitud
acoSAda
la VIda
MASca / y / reMASca
humaniDAD
luEgo
le- vienen
AR-CA-DAS!
RAQEL ESCUDERO
(de Nunca dar con el jamás de tanto siempre!, Salta, 1990)
Miedos
La ropa en la soga tiembla
del cielo hacia la nada.
Dejo abiertas
las puertas de mi sombra.
La ventana es el ojo
mirando con el miedo
de ser polvo.
VÍCTOR HUGO ESCANDELL
(de Restos de naufragio, Salta, 1997)
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