Hoja Nº 8............................ agosto de 2003
Las amigas de mi abuela Ibamos a verlas los días de los muertos, cuando la muerte no dolía. Mi madre (que era hermosa y usaba tacos altos) nos llevaba de la mano, se pintaba la boca. Hablaban piamontés, la palabra cerrada en la garganta a gritos. Nos ponían vestiditos blancos de piqué y volvíamos con olor a gladiolos, a margaritas. Tenían una casa oscura las amigas de mi abuela, y el tamaño de un hombre. Ellos en cambio eran flacos, frágiles como niñas: se llamaban Geppo, Vigü, Gennio, Chiquinot. MARÍA TERESA ANDRUETTO (de Kodak, Córdoba, 2001) En las cenizas... en las cenizas del hielo caliento los días al vértigo de este lado barro lo ciego lo mudo lo sordo de este otro lo dicho y en el medio de las brasas me arrojo al agua de lo no bebido MÓNICA UNDIANO (de Las patas del silencio, Jujuy, 2002)
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Pintura: Francisco Ruiz
No escribas diez poemas a la vez No escribas diez poemas a la vez parece decirme la lectora, Escribe cuatro: uno a mis ojos, otro a mis axilas de perra, otro al Dios que hay en mí en lo sagrado de los meses, y si te queda tiempo no escribas el último, ponte en mi caso, estoy tan triste, llena de hombre, con tanta vibración de hombre en el espinazo, y adentro tanto otro fulgor que duerme en mí, a tan sangrientos días del parto. GONZALO ROJAS (de Antología de aire, Santiago de Chile, 1991)
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Coplas Era ganosa la moza que me pedía: -Tapame con tu poncho. (Nada llovía)
Tiene la novia mía un diente menos, por ese portillito nos entendemos.
En las orillas del río me prometiste ser fiel, como el río te conoce, murmuró yo no sé qué.
No tengo jarro ni jarra, ni en qué darte de beber, pero en mi boca hay agüitas que te llenarán de sed.
Quisiera ser pastito de tu vereda, para que tú me barras con tu pollera.
Ojitos que al caer la tarde son estrellitas tempranas, fueguito son por la noche solcito por la mañana.
COPLAS POPULARES ARGENTINAS (de El árbol de la copla, Bs.As.,1999)
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Axilas Ocultas y secretas son las virilidades como pequeñas selvas de nostalgia, y uno se acuerda de cuando era niño y su selva estaba despoblada. MARCELO BUTIÉRREZ
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City Bay Son tres las gaviotas que se ven girar sobre las cajas rojas del puerto en la mañana las cáscaras naranjas como la luz del sol pero sin sus destellos los repollos mojados y podridos flotan entre los tablones astillados de la valla. Las olas son verdes reparten su espuma sucia bajo la proa del ferry que arrastrado por la marea se desliza resbala hiende el agua atraca lento en el embarcadero. Los hombres y mujeres del muelle se aprietan y aplastan como manzanas que cayeran del saetín a la prensa. Una mañana de inmigrantes ilegales que llegan a mezclarse en una ciudad donde nadie puede decir yo soy de aquí ésta es mi lengua madre. ANAHÍ MALLOL (de Polaroid, Bs.As., 2001)
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Estancia en la luna ¿Alguien ha visto alguna vez un oratorio de ceniza brillante? ¿Alguien ha rezado cabeza para abajo? Les digo que este antigal es el lugar perfecto para meditar en cualquier posición. Y este cráter, suavemente cóncavo, es cabalito para suspenderse con los hombros y los pies. Es lamentable no tener a mano una brizna para mascar mientras se mira el infinito. Pero no hay verdor aquí. Ni nada que invite a los sentidos a inflamarse con la vida. Uno puede frotar tranquilamente la planta de su pie contra la piedra porosa y aliviar sus asperezas, pero con cuidado para no rebotar como un canguro. Si eso sucede, conviene hacer el movimiento perfecto de un nadador, zambullirse y volver a la superficie, caer de pie y hacer saltos de rana. ... ... También hay que tener cuidado al cantar o al decir algo. No oye, uno, su voz en ese instante pero de pronto, cuando menos se espera en otro lugar, en otro momento nuestra propia canción y nuestras palabras se aparecen de golpe chillando, como demonios, en un cráter. Mi pasatiempo preferido es mirar a la Tierra en el espacio... Desde la Luna, ¡claro!
En fin, después de orar voy a danzar un poco. Es verdad, ya no soy un junco pero no hay indolencia aquí, y la gracia no es privilegio exclusivo de los bejucos y los ciervos. Voy a hacer una Tumba lolla entre los grandes canales de Hyginus. SARA SAN MARTÍN (de El festín del águila, Bs.As., 1995)
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