Hoja Nº 10............................ octubre de 2003
Los chivos I POR el áspera ladera de pedregosas aristas, los chivos equilibristas pacen la grama ligera. Pintadas cabras inquietas y graves chivos barbudos dan moquetes, estornudos, berridos y zapatetas. Y reproduce en dos pies un cabrón ante un cebil, el venerable perfil sacerdotal de Moisés. II METEMPSICOSIS extraña se cumple seguramente al parecerse a la gente los chivos de la montaña. Mientras van hacia la cumbre hacen humanos rumores: se oyen voces de oradores hablando a la muchedumbre. Teniendo a los pies del monte veinte leguas de horizonte, no lo contemplan jamás. Con las barbas contra el suelo, el vasto mundo y el cielo para ellos está de más. III A VECES sobre una peña se para inmóvil un chivo con el aire pensativo de un filósofo que sueña. Más si junto al precipicio rumia y rumia, su tarea por cierto no es una idea sino un bolo alimenticio. Algún atraco indigesto le da la actitud, el gesto y empaque de pensador, mientras los otros chivatos, con cerriles arrebatos se dedican al amor. JUAN CARLOS DÁVALOS (1887-1959) (del libro Otoño, Salta, 1935) |
Envío sin retorno Madre ¿le llegará esta carta? hace tiempo que la envío y no sé si llega lo cierto es que escribo y describo por las tardes junto al brasero donde entierro las horas
hace tanto frío
en las noches el viento y la nieve ganan las hendijas congelando el alma y mis caricias que extrañan sus besos
se me extraviaron los sueños y los cuentos se durmieron junto a una canción de cuna
Madre la nieve ha cubierto el espejo con los pasos perdidos de mi llaga y ando buscando la infancia en esta carta que no sé si llegará. HÉCTOR ANTONIO PAZ (de Migajas de una canción, Salta, 2001)
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La mandrágora Tápate los oídos que no sonaré a canto. Oscurece tus ojos cuando arranques mi talle y si puedes hacerlo... no lograrás que calle, porque seré mandrágora desahogando mi llanto.
Me han regado las lágrimas del pecador y el santo, mi raíz aumentaron y colmaron el valle, en ella me sostengo y destaca el detalle de mi cuerpo pequeño que se resiste tanto.
Si te hice bien o mal, según las circunstancias. Si de mí te has cansado sin soportar mis ansias. Si quieres desasirte sacándome de cuajo
y sientes el pavor por ayes lastimeros, busca algún perro hambriento, búscalo entre los fieros, sujétame a su cuerda, que él haga tu trabajo. JUANA DIB (de La mandrágora, Salta, 1993)
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Llegó para ubicar Llegó para ubicar su cabeza debajo de la cruda maceta que caía Antes del impacto se apropió (en jaque) de su afán recóndito de lírico y predestinado. ROLANDO REVAGLIATTI (de Propaga, Buenos Aires, 2001) |
Poema Me encontré un perro pescado lo encontré entre la calle y una lámpara con una raíz y un sol con pantalones y lentes de estrella SUYAY MANSILLA (8 años) |
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Corazón desenchufado Soy una heladera que camina despacio Hacia el frío de la noche Mis anaqueles vacíos de comida Leche mala parada en mi puerta Tan sólo un resto de puré del otro día Queda para recordarme presiento Que tan sólo Soy una heladera que camina Hacia el frío Con sus anaqueles desnudos y el corazón Desenchufado. KISCHI MAINOLI |
Después de todo Después de todo el tiempo no es una línea tan delgada ni una fiesta con pocos invitados. Es esta melaza verde de estos días ese silencio hueco y el ritmo casi métrico de mis palabras en el cuaderno. PAULA BONAVITA (de Caminos de tierra adentro, Humahuaca, 2000) |
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