Año II - N° 20 - Salta, setiembre de 2004

Hoja Primera

 

Ilustración: Marta de Anquín

 

Hoja Nº 1

Hoja Nº 2

Hoja Nº 3

Hoja Nº 4

Hoja Nº 5

Hoja Nº 6

Hoja Nº 7

Hoja Nº 8

Hoja Nº 9

Hoja Nº 10

Hoja Nº 11

Hoja Nº 12

Hoja Nº 13

Cuentas de un rosario
He encontrado en las palabras
el latido torpe de una voz
¡Insensata! creer
en el desasosiego de los
verdes y sus verdezas
recorriendo avatares
Como panteras gimen los cielos
puestos en la mollera
Aprenderé a enhebrar
un cuerpo a las palabras
Engarzaré un rosario
ANA MARÍA COSSIO
(de El desvelo, 2000)
La sonámbula
Por la oscuridad camino
vuelvo a mi infancia
y veo muerte.
De los pechos de mi madre
yo tomaba sangre.
Hoy vivo en el silencio
de mis labios púrpuras, cerrados.
Pero yo tengo un baúl
en donde guardo pedazos rotos de azul,
juguetes mutilados muñecos ciegos cabezas sin cuerpo
libros de cuentos muertos.
Ausencia.
Y cuando lo abro, la vieja madera oscura
grita
como a quien le arrancan
un secreto.
MA. JOSEFINA SÁNCHEZ KOCONÓS
(de Ojos Verdes, Salta, 2000)

La tempestad
No le digas ángel al ángel
(él mismo se cortó las alas).
Porque el ángel no existe,
tampoco sus alas.
Lo viste elegir sombras
beber vino negro, como su
alma
confundir flor, con mariposa
blanca.
Es que no lo dejan irse.
Busca tugurios y lo llevan a
lugares luminosos.
Lo aterra la belleza, no soporta
una mirada franca.
Aparta tu cuerpo antes de que
sea tarde ¡no tiene alas! busca
la oscuridad, la disolución,
la nada.
No invoques a un ángel que no
está en ninguna parte.
Habrás de llamarlo y no vendrá.
No será él, quien te salve.
ANÍBAL AGUIRRE

Esa mujer...
Esa mujer
dialoga con la ausencia
ambas
tomadas de la mano
caminan por arenas desoladas
descalzas
se mojan en las aguas
de la marea
que sube
y baja.
SUSANA QUIROGA
(de Salvajes luces inquietas sombras, Bs.As., 1998)

4.ª Estación: Ca Foscari
Te amo como mi semejante
mi igual mi parecida
de esclava a esclava
parejas en subversión
al orden domesticado
Te amo esta y otras noches
con las señas de identidad
cambiadas
como alegremente cambiamos nuestras ropas
y tu vestido es el mío
y mis sandalias son las tuyas
Como mi seno
es tu seno
y tus antepasadas son las mías
Hacemos el amor incestuosamente
escandalizando a los peces
y a los buenos ciudadanos de éste
y de todos los partidos

A la mañana, en el desayuno,
cuando las cosas lentamente vayan despertando
te llamaré por mi nombre
y tú contestarás
alegre,
mi igual, mi hermana, mi semejante.
CRISTINA PERI ROSSI

Baila...
Baila corazón mío,
baila
sobre el fuego de las posesiones
y el lento candor mestizo de la desdicha,
cruza los silos del orgullo
como un brote,
baila pez en las aguas de sofía,
en las adictas aguas de la ignorancia,
en el pozo que cree revelarnos,
baila en el espejo del día,
multiplicación de las manos
en las pasarelas del miedo,
entre las monedas y los guardias
de la codicia,
anhelos de vivir en un cofre,
baila sobre el cofre
que habrá de llevarte
bajo la lluvia del gozo y el silencio,
contra la rutina de ocultar
la gracia de los sencillos,
contra el demudado rostro
de la ventura negada,
baila corazón mío
y que tu baile, nos halle
si ha de hallarnos
junto a la fuente
a la hora de la música.
ANTONIO MORO

El asesino...
El asesino de las vacas va en un rayo de luna, muy
raudo, pasa junto a mi puerta, hacia los lejanos saladeros. Sus pasos son leguas.
Las vacas, ya, están atadas como santos. Todas grandes y hermosas, rectangulares, blancas, rojas, negras o rosadas.
Fijamente, vanamente, miran la mañana de hielo en que nacían, o el oro de los huertos. Tazas de leche colman un espacio inconmensurable, hijitos afelpados; ahora, perdieron los grandes nidos.
Ponen en el aire una fija mirada de rosa.
El asesino las golpea de súbito. Las deja sin melena, sin cabeza, arrodilladas bajo la luz.
Mañana, a la misma hora, les dará muerte de nuevo.
Señor Dios, ¿no acabarán de morir, nunca?
Flotan extrañas flores, navegan por el aire hasta mi enloquecido corazón.
MAROSA DI GIORGIO
Uruguay, 1930-2004
(de Los Papeles Salvajes, 1991)

 

Responsable de resQUICIOS: Mercedes Saravia - Colaboración: Teresa Leonardi y Ana de Anquín

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