Las
señales
Alguna vez,
desaparecerá esta precaria
envoltura de nervios
y secretos.
Quién tomará el lugar
en el espacio,
sin presentirme, sin saber que dejo
mi avidez, mi temblor,
mi desconcierto,
tendidos a esta vida brevísima
y profunda.
ANA EMILIA LAHITTE
(de Los Abismos, Bs.As., 1979)
Susurramos
Susurramos
decimos
murmuramos
tibio blablá al oído
a los labios la piel el pelo
a
acariciándonos
con voces
sílabas
con emes
con sonidos
IDEA VILARIÑO
(de Segunda Antología, Montevideo, 1980)
Penumbra
Duerme la luna
con su ternura lejana
¿Cuántas lunas
y cuántos soles
son ya los que
me acompañan?
¿Qué presagios traes,
silencio del alba?
¿Qué sentimientos
los que mi corazón embarga?
MARÍA TERESA PAZ
(de Furtiva Soledad, Tarija, 1997)
La
nostalgia
Si te digo que fui feliz, no es cierto.
No creas lo que yo creo cuando me engaño.
El recuerdo embellece lo que toca:
te quita la jaqueca que tuviste,
el sopor de la siesta lo transfigura en éxtasis
y, en cuanto a ese zapato que apretaba
tanto que te impidió bailar el primer baile,
no hubo zapato. Mira: estás descalza, danzas
eternamente ingrávida en el círculo
cerrado de un abrazo.
Danzas sin esa doble barbilla de tu gula,
sin esa arruga artera
que está acechando alrededor de tu ojo.
ROSARIO CASTELLANOS
México, 1925-1974
(de Meditación en el Umbral, México, 1985)
Cuadrilla
Juan amaba a Teresa que amaba a Raimundo
que amaba a María que amaba a Joaquín que
amaba
a Lilí
que no amaba a nadie.
Juan fue a Estados Unidos, Teresa al convento,
Raimundo murió en accidente, María quedó
para tía,
Joaquín se suicidó y Lilí se casó
con J. Pinto
Fernández
que no había entrado en la historia.
CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE
Brasil, 1902-1987
(de Mundo, Vasto Mundo, Bs.As., 1980)
Despertar
A mi destino de humilde platelminto
yo tuve la arrogancia de negarlo
y me cosí dos alas de libélula para sobre
las llamas empinarme
En carbón convertida reconozco los límites
Palpa mi cuerpo plano el alambrado que rodea la tierra
De terrestres especies soy una hembra
un grávido animal que imprime huellas
Al fin acepto el reino de cenizas y herrumbre
que emerge de las ruinas del corazón soñante
y apago para siempre mi sed de eternidades
mi hambre de paraísos que busqué sin hallarlos
Desde hoy con mis hermanos yo comparto el planeta
sus bosques mensurables sus prosaicas estrellas
sus horas sin sorpresa sus ángeles tediosos
el amor con su fuego tierno y apolillado
TERESA LEONARDI
(de Blues del Contraolvido, Salta, 1991)
Si
aquí
Si aquí
sin usted
yo estaría
perdida
(guárdese su sonrisa)
usted aquí
sin mi
no estaría
encontrado.
ROLANDO REVAGLIATTI
(de El Revagliastés, Bs.As., 2006)
Emily
a mi madre
catorce del mes dos
del año dos mil dos
-números pares-
el destino es lo impar:
¡ahí estaba yo!
la vida me pasa
sigue de largo
me atraviesa
esto que soy:
quedará bajo tierra
florecerá
una abeja
libará la flor
hará su gota de miel
MERCEDES SARAVIA
El
hombre
Para ti
que eras un niño oscuro
Como un torbellino de oro
hemos caído hasta las manos.
Sopórtame,
que vengo en la marea
sobre mis propios hombros aferrada,
en naufragio de todos y de mí.
No me pierdas
como un canto rodado en el amor
sin haber pulido tu contacto.
Sólo los niños tienen llaves.
Mi ancianidad de espacio y de memoria
está royendo puertas y ventanas
y mi cara ha de ser casa del viento.
Cuando me doblo por tus ojos
completamos el mundo.
Afuera cae la lluvia en diagonales
y hay una boca abandonada
sobre el polvo reseco.
IRMA CUÑA
(de El extraño, 1967, en La Danza del ratón,
Nº 20)