Volver Mapa del Sitio

EDI - Salta 2016

Portal Informativo de Salta

Quebrada del Toro

 Los rojos, vivos, estallan multitudinarios sobre los verdes y los ocres hasta recortarse en un azul insondable. Con esta breve, suave sinfonía de colores de los ceibales en las montañas, comienza la Quebrada del Toro, pocos kilómetros al Oeste de Campo Quijano. Y es sólo el inicio, pues los colores, pequeños e inmensos, homenajearán los sentidos atentos.

PIEDRA

Conmueve entrar a Los Andes. El entorno de la Ruta Nacional Nº 51 o las vías del Ferrocarril Huaytiquina, el  Ramal C-14 del ex Ferrocarril General Belgrano, camino a Chile, por donde actualmente continuamos antiguos derroteros, muestran cómo se hicieron los colosos en los inicios de los tiempos. Los pulmones esforzados nos dirán que iremos subiendo cerca de 3.000 metros.

La Quebrada del Toro es un desgarro de la piedra, una falla de la corteza terrestre conocida por los geólogos como el lineamiento Calama Olacapato Toro. Pero no deja de ser un tajo de la carne andina. Y los más asombroso es que esas montañas que parecen tan secas conocieron de aguas permanentes. Entre Campo Quijano y la Estación Ingeniero Maury los cerros están hechos  de rocas marinas de 550 millones de años, piedras pizarrosas verdes y grises depositadas en el inmemorial fondo de los abismos oceánicos.

                Pero en El Gólgota el ambiente cambia abruptamente. Las rocas verdes se mutan en rojas y amarillas. La Quebrada, a medida que se asciende hacia el Oeste, deja de apretar y se hace más ancha, pues la piedra de arenisca y caliza se deja acariciar y modelar por el agua y el viento. Las calizas amarillas son las rocas de la Formación Yacoraite, formadas cuando desparecieron los dinosaurios, conservando secretos de ellos en forma de sus gigantes huellas.

Luego, en la Puerta de Tastil, aparecen los granitos. Esta es una roca fraguada a temperaturas difíciles de imaginar, cristalizadas en el fondo de la tierra hace 700 millones de años. El gran calor modificó todo lo que estaba cerca y transformó en negras las piedras. De ellas surge una misteriosa música. Suenan a campanas.

 
FLOR

Hay que detenerse a contemplar a los cactus, las tunas, las pasacanas, los cardones, para advertir los colores que encierran. Hay uno pequeño, llamado Rebutia, de flores rojas, que florecen en Campo Quijano. Pero también las variedades de colores son rosados y amarillos. Este cactus crece más en la tierra, a menudo entre el musgo húmedo. Apenas son visibles tras los pastos, por lo que hay que arrodillarse para encontrarlos.

El cactus de flores blancas se llama Echinopsis ancistrophora y se oculta entre las rocas, generalmente verticales, inaccesibles. Son flores de alrededor 10 centímetros de longitud. Otras blancas, cremosas, crecen entre los árboles de la zona baja de La Quebrada, donde el clima es más cálido y la humedad mayor.

A la altura de Chorrillos surgen los grandes con flores como bolas de nieve, disimulando las largas espinas. Cerca del agua hay otros Rebutia, con flores rojas pequeñas, pero hay que trepar los cerros para contemplar cactus chicos, cuyas flores son como el oro. El nombre científico de Chorrillosensis, en homenaje al paraje, identifica a una planta grisácea y verde con flores en distintos tonos rojizos y amarillos. En esta zona hay también un espinudo llamado Opuntia, que es chiquito, con flores naranjas, brillantes.

A los 2.500 metros, en las escarpadas laderas, aparece una pasacana de espinas cortas y flores grandes amarillas, pero si uno ha sido tan afortunado de no rodar y espinarse en el camino, entonces el premio será fotografiar, escondida en las grietas, una tunita de espinas grises y flores con rosáceas blancos, y otra llamada Parodia, colorida de naranjos rojos.

Más arriba están las Faustinas, de flores amarillas oro, pero estamos cerca de La Puna. Se impone el descanso y otra nota.
 
EL CIELO
Agitados, pero eufóricos, nos tendemos sobre la ladera. El sol apenas es una florcita en el interminable azul. Y sigue eterno mirando nuestros afanes, los de las antiguas culturas que recorrieron también estas soledades bellas, los del ingeniero Maury y sus obreros del Huaytiquina, los de nosotros, viajeros, caminantes de paisajes, para reencontrarnos, mutando en lo que permanece.
 

 

Fotografía: Josué de Guardia de Ponté

Salta es así: de una belleza deslumbrante...
Todos los derechos reservados portaldesalta 2010/2016