Christian Vitry
"Conocedores profundos de la orografía del país, y de los puntos visibles para la conexión visual de quebrada a quebrada y de valle a valle, las hogueras encendidas en el Cuzco iban transmitiendo la noticia sobre las cumbres andinas hasta llegar a los extremos límites del territorio." (Emilio Romero, 1949).
A medida que avanzan las investigaciones científicas en torno a la cultura incaica en particular y preincaicas en general van evidenciando diferentes aspectos que sorprenden y maravillan a investigadores y público en general. La cita del Dr. Romero es bastante frecuente en las crónicas legadas por los conquistadores ibéricos, no obstante, pocas veces la información histórica puede ser corroborada con evidencias arqueológicas. Hace varios años que un grupo de investigadores salteños venimos trabajando sobre el período Tardío e Inca y los resultados que estamos obteniendo enriquecen notablemente el relativamente escaso conocimiento que se tiene sobre los habitantes prehispánicos americanos. Uno de esos descubrimientos y motivo del presente artículo trata sobre ciertas estructuras ubicadas sobre lomadas en torno al camino imperial que posiblemente sirvieron, como dice el Dr. Romero, para transmitir una noticia, o bien, para controlar el movimiento de las personas que estaban bajo el dominio inca.
Sobre las serranías ubicadas al oriente de la Quebrada del Toro, en el Departamento de Rosario de Lerma, Salta, se encuentra un importante tramo de camino incaico que fue dado a conocer al mundo científico por el arqueólogo sueco Eric Boman a principios del siglo XX. A lo largo de 70 Km hemos descubierto lo que suponemos una secuencia completa de sitios asociados al camino del Inca, que posee una continuidad prácticamente ininterrumpida y escaso deterioro de origen antrópico.
En el recorrido, sobre la margen izquierda de la Quebrada del Toro, registramos un total de veinticinco nuevos sitios arqueológicos, asimismo estructuras con relación directa e indirecta al camino, sobre las cuales no encontramos información en la bibliografía revisada, lo que motivó que generáramos hipótesis sobre su posible funcionalidad.
Puestos de observación en el camino del Inca
El camino del inca transcurre en sentido Norte-Sur por las faldas de las serranías de Chañi sorteando numerosas quebradas y cárcavas por un terreno ondulado y semidesértico, poblado de cardones. Sobre las lomadas ubicadas hacia ambos lados del camino y en forma alternada detectados unas pequeñas estructuras arqueológicas, de forma circular y asociadas a mojones de roca de variadas dimensiones. Entre las cumbres de cada lomada hay una distancia promedio de 150 metros, pudiendo establecer un contacto visual optimo. De haber estudiado estos sitios en forma aislada, no se hubiese podido aportar mayor información ya que deben ser entendidos en su totalidad contextual y dinámica.
Experimentación arqueológica: Espectro visible de los puestos de observación, experimentación de comunicación visual entre sitios (escala humana exagerada).
Si bien no existe información sobre esta clase de sitios o similares en la bibliografía consultada, y sabemos que no es conveniente en arqueología adscribir o nominar un artefacto o sitio, en primera instancia por su función, consideramos esta posibilidad (interpretarlos como puestos de observación-comunicación) dada las características de los mismos y apoyados en fuentes históricas y una serie de actividades de experimentación.
Experimentaciones arqueológicas
Proponemos como hipótesis, la posibilidad que estos sitios pequeños hayan cumplido la función de puestos de observación o de comunicación visual, apoyándonos en una serie de experiencias realizadas en el terreno en el transcurso de diferentes campañas y tramos del camino incaico.
La experimentación consistió en que dos o más personas se ubicasen simultáneamente en diferentes sitios, tratando de establecer algún tipo de comunicación entre ellos. Inicialmente se realizaron emisiones de diferentes tipos de sonidos, como gritos, silbidos, golpes con rocas, incluyendo el empleo de una trompeta que intentó reproducir el sonido del pututu que utilizaban los chasquis. Los resultados obtenidos nos sugieren que este sistema pudo utilizarse sólo en condiciones atmosféricas especiales, debido a factores condicionantes como presencia y dirección del viento.
Por otra parte realizamos experiencias de carácter visual.
En primer lugar hicimos señas mediante movimientos de brazos, resultando positivo sólo en los sitios próximos entre sí, ya que a una distancia superior a 200 metros aproximadamente, los brazos se hacen prácticamente imperceptibles.
Asimismo se estableció contacto visual con espejos.
Finalmente, haciendo flamear prendas de vestir a modo de bandera.
En estos dos últimos casos las pruebas fueron positivas. Esto podría vincularse con la posibilidad de codificar o significar las señales visuales, pudiendo de esta manera establecer una comunicación breve, rápida y efectiva. Las pruebas con utilización de espejos, si bien son positivas están limitadas por el horario y la nubosidad.
Los sitios identificados como de "comunicación visual o puestos de observación", tienen una continuidad en el contexto arqueológico que cubre todo el tramo estudiado (Morohuasi-Incahuasi) y su potencial de comunicación visual se refuerza debido a la presencia de todos los otros sitios estudiados.
Esto sugiere que un mensaje visual pudo recorrer las decenas de kilómetros que abarca el tramo estudiado en cuestión de minutos. Esta propuesta de la comunicación visual da apertura a un nuevo campo en la interpretación de determinados sitios pequeños y aparentemente aislados, tan frecuentes en la región montañosa del Noroeste argentino, los cuales son interpretados por algunos investigadores como "lugares sacralizados prehispánicos" o de culto, para la "utilización ritual de montañas andinas de mediana altura".
Estos puestos de observación, desde los cuales pudo ser posible establecer una comunicación visual, es factible que cumplieran también el rol de puntos estratégicos para la vigilancia y el control.
Nuestra hipótesis de la comunicación visual, se refuerza con un valioso aporte de Emilio Romero, quien expresa que los Incas eran "Conocedores profundos de la orografía del país, y de los puntos visibles para la conexión visual de quebrada a quebrada y de valle a valle, las hogueras encendidas en el Cuzco iban transmitiendo la noticia sobre las cumbres andinas hasta llegar a los extremos límites del territorio." (Romero, 1949). En los sitios propuestos como "puestos de observación", ubicados a escasa distancia entre ellos, no debe haber sido necesario encender fuego para comunicarse, salvo de noche, ya que las personas se pueden divisar de puesto a puesto. Lo interesante es que la documentación histórica demuestra la existencia de un sistema de comunicación visual a través del fuego, que posiblemente se haya empleado para ocasionales comunicaciones nocturnas. Señales luminosas se pueden concretar durante el día mediante el uso de superficies espejadas, ahorrando tiempo y combustible en una zona donde la madera es muy escasa y la heliofanía elevada.
¿Los Incas despoblaron Santa Rosa de Tastil?
La cantidad de sitios con rasgos y estructuras interpretados como puestos de observación o comunicación visual, ubicados a lo largo de casi 70 kilómetros de un tramo de camino incaico en la Quebrada del Toro, sugieren que se trató de un sector muy controlado por el Estado que dominaba casi todo el mundo andino.
Pese a las características semidesérticas del lugar, es evidente que la situación fue diferente hace algunos siglos, revistiendo cierta importancia productiva y vinculándose directamente con sitios arqueológicos de los períodos Tardío e Inca, posiblemente con alta densidad poblacional o importancia administrativa, como Ojo de Agua, Morohuasi, Santa Rosa de Tastil, Incahuasi, Potrero de Castilla y Chivilme entre otros.
Consideramos que la presente investigación abre un nuevo panorama para la resignificación e integración de los datos e investigaciones a escala regional, con relación a los sitios nombrados, proponiendo, a modo de hipótesis (a desarrollar en futuros trabajos), que los Incas al dominar la región de la Quebrada del Toro sometieron a las diferentes poblaciones, ubicadas sobre la cota de los 3.000 metros de altura s.n.m., obligándolas a entrar en el sistema tributario estatal y, por lo tanto, a realizar diferentes tareas relacionadas con las actividades económicas, militares y administrativas, entre las que podemos destacar la construcción y mantenimiento de caminos, tambos y estructuras específicas ordenadas por el Estado, asimismo actividades productivas relacionadas con los recursos mineros y agrícolas de la zona. Uno de estos poblados que posiblemente se vio afectado por la presencia Inca sería Santa Rosa de Tastil, hasta convertirse en un despoblado.
Pensamos que en el tramo estudiado y la región en general pudo existir una estrategia del control territorial, y que la misma consistió en una ocupación y gobierno directos del poder imperial sobre los territorios de las unidades dominadas. Esto tenía como consecuencia que el Estado asumía la responsabilidad del mantenimiento de la seguridad del territorio imperial y su gente. Al ejercer el poder de manera directa, las estrategias de extracción y de control del territorio adquieren mayor importancia e implica mayores gastos para el estado.(D'Altroy, 1987).
Esto permite una mejor comprensión de la región. La misma está vertebrada por el camino del inca, con sitios jalonados cada 1 o 2 kilómetros, asociados con puestos de observación o comunicación visual ubicados en lomadas paralelas al camino, desde donde se tiene un amplio dominio visual y se articula con caminos laterales que se dirigen hacia las minas, campos de cultivo y corrales. Constituye, por ello, un espacio directamente controlado por las autoridades estatales incaicas, que requirió del trabajo de las poblaciones locales, entre ellas, probablemente Tastil.