Nació el 23/12/1933.
Licenciada en Folklore de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA, 1962). Obtuvo el PhD. en Indiana University (Bloomington, Indiana, EE.UU., 1977). Fue becada por: Indiana University (1963-67), Fullbright Comission (1977), Japan Society for the Promotion of Science (1989) y Turku University (Finlandia, 1991). Se desempeñó como Investigadora en el Instituto Nacional de Antropología (1973-87) y en el CONICET (PK) (1987-2006). Ocupó el cargo de Profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (1973-93).
Sus investigaciones se centraron en el estudio de la narrativa oral, particularmente en la leyenda contemporánea, atendiendo al contexto en el que emerge, el mensaje que transmite y su significación. Asimismo, se ocupó de festividades populares y aspectos teóricos del folklore como disciplina académica. Publicó 5 libros y 75 artículos en revistas científicas de Argentina, Latinoamérica, EE.UU. y Europa.
Cabe destacar a Martha Blache quien también se desempeñó como Investigadora en el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (1973-87) y en el CONICET (PK) (1987-2006). Ocupó el cargo de Profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (1973-93). Sus investigaciones se centraron en el estudio de la narrativa oral, particularmente en la leyenda contemporánea, atendiendo al contexto en el que emerge, el mensaje que transmite y su significación. Asimismo, se ocupó de festividades populares y aspectos teóricos del folklore como disciplina académica. Publicó 5 libros y 75 artículos en revistas científicas de Argentina, Latinoamérica, EE.UU. y Europa.
En cuanto a la visión estructuralista del folklore, Marta Blache presenta una magnífica aplicación en su trabajo presentado al Congreso Internacional de Folklore Iberoamericano, realizado en Santiago del Estero en 1980, trabajo en el que desarrolla nueve enunciados que podemos sintetizar y glosar así:
- El folklore es un hecho social, no aislado, diferenciable del conjunto de los fenómenos sociales. (Así, por ejemplo, en Venezuela, lo mismo que en muchos países de hispanoamérica, el compadrazgo constituye una verdadera institución, por cuanto establece lazos imperecederos entre dos personas, que surge como una forma de amistad-fraternal).
2) El folklore designa tipos específicos de comportamiento. (Así la conducta del compadre frente a una emergencia).
3) El comportamiento ostenta un mensaje que puede descifrarse. (En nuestro caso el compadrazgo establece lazos imperecederos entre los compadres).
4) El mensaje tiene dos aspectos que constituyen el significante y el significado. (El compadrazgo tiene un significado para los compadres).
5) La materialización se ensambla con el significado. (El compadrazgo se materializa en hechos tangibles como la ayuda mutua y el respeto familiar).
6) El mensaje compartido identifica al grupo. (En el caso del compadrazgo, aunque se establece entre dos personas, todo el grupo lo reconoce como institución y cada persona suele tener uno o más compadres).
7) El código es no institucionalizado. (El compadrazgo no es parte de nuestras instituciones oficiales y se sella por voluntad de los futuros compadres o por la suerte como los compadres de papelito de los Andes Venezolanos).
8) El código, aunque se manifiesta en el presente, es reiterativo y vigente. (El compadrazgo está vigente en Venezuela en todas las capas sociales, donde se manifiesta con variantes, y tiene larga tradición, lo mismo que en otros países latinoamericanos).
9) Sólo el grupo puede generar un comportamiento folklórico, el cual está determinado por el metacódigo. El grupo se reconoce a través de tres criterios: dimensión cuantitativa, extensión espacial y duración. (El compadrazgo aparece dimensionado cuantitativamente; está extendido entre la población folk de Venezuela y del área hispanoamericana, y tiene duración de por vida).
La postura entonces elaborada y diseñada en los 60 cambia desde algunos ámbitos académicos y se rompe con posturas esencialistas a través de planteos constructivistas (Blache y Magariños de Morentin 1980; 1987; 1991; 1992). Estos desarrollos, formulados dentro del propio marco de la disciplina como alternativas superadoras nos acercan a propuestas teóricas y metodológicas pertinentes para la documentación y registro de fenómenos culturales.