
PENSANDO EN EL BICENTENARIO DEL PASO A LA INMORTALIDAD DEL GRAL. MARTIN M. DE GUEMES
Lo pienso mi General y mentalmente recorro su paso en tiempos en que la Patria requería de hombres de su coraje, de sus agallas. Aquellas que empezara a mostrarlas con pasión, apenas a sus 15 años de edad. El “Justine”, navío enemigo inglés, se rindió ante Ud., acompañado sólo de un grupo de jinetes.
A partir de allí su historia empieza a delinearse y dejar sellada su presencia en muchas otras que eran el penoso laberinto de la búsqueda de la independencia. Campos de lucha que no son sino nombres que fueron grabando de gloria el merecido reconocimiento al bravío, caudillo.
Siento el galopar de sus caballos del valiente gauchaje y los veo embriagados de los deseos de la libertad de un jefe que supo, con su ejemplo, soñar y hacer realidad la ruptura de las cadenas opresoras.
Lo pienso mi general , sudoroso en la polvareda, con su sable en alto, por momentos erguido, y en otros su tronco doblado hacia adelante, dando impulso , con esa fuerza interior que invita a la lucha sin medida.
Lo veo mi general, conocedor de los más recónditos montes recorrerlos como estrellas fugaces, también veo los espinales que dejan sus huellas de hilos rojos de sangre en los rostros curtidos de su gauchaje extasiado por la victoria.
Lo veo mi General, hambriento de libertad por la Quebrada de Humahuaca, en Suipacha, en la guerra de guerrillas y en la Guerra Gaucha.
En cada uno de esos cruentos encuentros, los montes, las quebradas y los ríos fueron testigos asombrados del valor, de la hombría de aquellos que seguían ciegos sus pasos, porque era Ud. promesa, juramento y realidad de ese insomnio enorme llamado Independencia.
Veo también mi general, a sus aliadas, las mujeres que silenciosamente dieron el sí, colaborando en sus habilidades tácticas.
¿Quién sino Ud. fue quien en numerosas oportunidades, detuvo las invasiones de los opresores?
En este bicentenario de su paso a la inmortalidad, mi Gral Martin M. de Guemes, lo veo en su bronce inmenso, avizorando cuidadoso y expectante la tierra que amó, la tierra que lo ama y que no debió haber existido nunca, duda alguna, que es Ud. un héroe nacional, que sin su intervención, la independencia habría sido sólo un sueño.
Me emociono, mi General. Ante su vuelo corto pero intenso, 36 años es demasiado poco para una vida, aunque en su caso la corta existencia está colmada de gloria, de honor y amor por la patria, a quien le entregó su existencia.
Honro su magnífica trayectoria, mi pecho se inunda de profundas emociones en esta recordación por estos doscientos años de su paso a la inmortalidad. Su presencia sigue viva y cuánto añoro que su espíritu inunde de ese patriotismo inigualable a los hombres y mujeres de este tiempo.