comienzos de 1814, “con motivo de la invasión que sufría la provincia de Salta por parte de las tropas de Pezuela a consecuencia de las victorias que había alcanzado en Vilcapugio y Ayohuma, los salteños se sentían indignados por los desafueros cometidos por los invasores, que procedían a la concentración de todas las caballadas que encontraban en el territorio, con el fin de remontar el Ejército Real, para continuar la marcha sobre Córdoba, donde, según el plan de campaña de Pezuela, debía incorporarse un ejército procedente de Chile, y así reunidas las dos fuerzas, marchar sobre Buenos Aires, para apagar en el foco, el incendio revolucionario que se iba propagando a toda la América del sur.”
“…Don Luis Burela(…) sin atender a familia, ni a intereses ni a los inminentes peligros que iba a abordar en tan temeraria empresa –dice el doctor Miguel Otero en un informe al Inspector General de Armas de la Nación, fechado el 8 de octubre de 1873 (aconsejando favorablemente un pedido de pensión para su viuda, que había quedado totalmente desvalida)- todo lo postergó a su patriotismo, se puso al frente de los paisanos, sorprendió la guardia, desarmó al teniente Ezenarro (Ezenarro, natural del Cuzco, teniente de 30 hombres, que reunía caballos allí) y su partida y los remitió prisioneros al Tucumán. Enseguida armó sesenta hombres con las mismas armas quitadas a los soldados del Rey (treinta de sable y treinta de tercerola) y salió a campaña con esta fuerza. Calculando Burela que del Cuartel General, luego que tuviese la noticia, habrían de mandar tropas a rescatar al teniente Ezenarro, en vez de alejarse, se aproximó hasta los Cerrilllos (3 leguas de la ciudad; Chicoana está a 10 leguas) para observar y reconocer el número de soldados que destacaban. En efecto se verificó su cálculo, destacaron al capitán D. N. Fajardo, natural del Cuzco, con su compañía. Burela lo cargó y la tomó prisionera a toda ella, incluso al mismo capitán Fajardo, remitiéndolos prisioneros al Tucumán.”
Luego de la victoria de Velarde, el 29 de marzo de 1814, Güemes estableció un sitio riguroso al enemigo encerrado en la ciudad de Salta, siendo jefe de las fuerzas asediadores el teniente de milicias gauchas Luis Burela. (…) Por los merecimientos alcanzados en esta campaña que terminó con el repliegue de los españoles hacia el Norte (…), Burela fue ascendido a capitán de la compañía de milicias del Rosario, el 24 de diciembre de 1814, por el General Rondeau.
En la acción del puesto del Marqués, el 17 de abril de 1815, tuvo una activísima participación con su partida de gauchos, culminando con la derrota del enemigo, obteniendo la venia de Güemes para cortar la retirada de las tropas que huían”.
(Extraído de “Los Capitanes de Güemes” editado por el Comité Ejecutivo del Sesquicentenario de la muerte del General Martín Miguel Güemes. Salta, 1971, págs. 17 a 19).