LLEGANDO  A LOS DOSCIENTOS AÑOS DE LA DECLARACION DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA
                El 25 de Mayo de  1810, mas allá de las divergencias planteadas entre distintos historiadores  sobre sus aspectos de desenvolvimiento, constituye para nuestro país el momento  de un movimiento que algunos llaman de “ revolución”, que triunfó y nos dio una  nueva estructura política, sobre la ya existente del hanta entonces Virreinato  del Rio de la Plata ( 1776), que había permitido una integración territorial  necesaria, además del comienzo de nuestra emancipación del lejano gobierno de  España Este Virreinato nos estaba dando la posibilidad de eliminar elementos  políticos irritantes, como la influencia e intereses económicos de portugueses  e ingleses por dominar franjas, funcionalmente productivas del que entonces era  nuestro territorio, tal el caso de Colonia del Sacramento, que hace unos años  analizaríamos desde un punto de vista geopolítico. El 25 de Mayo  institucionaliza la maduración política de la región y dan el puntapié inicial  para la maduración nacional que, pasadas estas instancias a veces no valoradas  sufrientemente, nos diera una una estructura geopolítica necesario para surgir  como nación independiente, con derechos y obligaciones.
                                  De allí en más,  la declaración de la Independencia Argentina en 1816 habría de ser el jalón  definitivo en el crecimiento como país, que perdura hasta nuestros días, con tiempo  difíciles y azarosos a veces, pero que nos lleva a pensar que merecemos como  país en esta celebración de doscientos años de Independencia.
                                  En primer lugar,  nuestro país ha conseguido consolidar la sucesión política en forma normal, lo  que no es un logro menor. Llevamos treinta y dos años de democracia continuada  y los viejos tiempos de la sucesión de gobiernos civiles y militares pertenecen  a la historia de la evolución política de nuestro país y existe la seguridad  que tal inestabilidad no habrá de regresar jamás.
                                  Ha terminado, afortunadamente,  la época de desencuentros entre dirigentes y ciudadanos con sus instituciones y  nos encaminamos hacia una senda de convivencia política pacífica y agónica, en  el sentido de gobiernos consensuados que vean a los opositores no como  enemigos, sino como adversarios, con los que hay que acordar en desacordar por  el bien del país. Este es un gran avance que se ha venido observando desde 2016  y que abre promisorias perspectivas para el futuro institucional u político.
                                  En el área de  las igualdades políticas y la competencia por el poder, se está observando la  competencia pacífica con miuras al ejercicio del poder con reglas claras y  precisas y abandonando viejos vicios que enturbiaban la relación entre partidos.  Es éste un triunfo de la autonomía del ciudadano , la garantía de libertades  personales y la maduración ciudadana , que además ha aprendido formas de  resistir el poder discrecional de los gobiernos mediante una “resistencia”  organizada , que en algunos casos se traduce en actos de desobediencia civil  dentro de los límites de la ley y la constitución.
                                  La ciudadanía  como consecuencia de lo anterior, ha aprendido a exigir sus derechos  constitucionales en forma pacífica y ordenada y ha colegido que el uso de los  derechos sociales es tan o mas importante que el derecho a la libertad, un  término no pocas veces desconocido o deslucido en tiempos ya extinguidos ya que  otorgar derechos implica reconocer un campo de poder en sus titulares.
                                  Otro tema de  actualidad y necesidad en nuestra Argentina de hoy es disminuir la tensión  entre igualdad política y desigualdad social. Hay una deuda enorme para con los  pobres y los rezagados, que en nuestros días suman 13 millones de argentinos,  de los cuales 2,3 millones son indigentes. No hay país con futuro con tantos  pobres y necesitados, no hay crecimiento sobre la base de cuerpo descartados y  ciudadanos de segunda.
                                  La democracia  argentina , fruto de la independencia de hace doscientos años y de muchos  esfuerzos para contar con ella a lo largo de nuestra historia institucional  reclaman gestos de grandeza a la vez que preocupación por generar condiciones  dignas de vida para todos sus habitantes,. Es éte nuestro mayor desafío y  nuestra mayor responsabilidad frente a la fecha del 9 de Julio de 2016.
                 
                Armando Pérez de Nucci 
                *Doctor  en Medicina y en Filosofía. Miembro de las Academias Nacionales Argentinas de  la Historia, de Medicina y de Etica en Medicina. Miembro de la Junta de  Estudios Históricos de Tucumán y de Mendoza.