CDIX 
                        Lo que le voy a decir 
                        no tiene resentimiento, 
                        curiosidá, sinsabor, 
                        a naides yo quiero herir 
                        la historia de la patria 
                  no se ha hecho sin dolor. 
                CDX 
                    Allá en los primeros tiempos, 
                    por defender los ideales, 
                    los criollos abandonaban 
                    casa, mujer y ranchada, 
                    los suyos los esperaban 
                    hasta que por muerto los daban. 
                CDXI 
                    Y también los dirigentes, 
                    militares  con sus tropas 
                     y valerosos  caudillos 
                    seguidos de sus gauchadas, 
                    que hasta la vida entregaron 
                    en semejante patriada. 
                CDXII 
                    Recuerde querido amigo 
                    así nomás al pasar, 
                     Dorrego, al Tigre Facundo, 
                    puede ser grande el detalle 
                    con el Chacho Peñaloza 
                    hasta el general Lavalle.
                CDXIII 
                    Aquel que fuera el grande 
                    en la gesta americana, 
                    le entregaron  al final 
                    de una vida de virtú, 
                    esa corona de espina 
                    llamada la ingratitú. 
                CDXIV 
                    ¡Pobre el Gran  General 
                    Don José de San Martín! 
                    que por celos enfermizos 
                    de algún  postizo nacional, 
                    ¡ni en el funeral, a su amada 
                    la pudo ni acompañar! 
                CDXV 
                    Y el creador de la bandera? 
                    que a fuerza ‘e necesidá 
                    se hizo buen general, 
                    por que no era ni soldado 
                    cambiando leyes por sable, 
                    pues  Belgrano era abogado. 
                CDXVI 
                    El pobre fue a terminar 
                    sus días en la pobreza 
                    allá en la gran capital, 
                    solito y abandonado 
                    como  perro en la perrera, 
                    ¡el creador de la bandera! 
                CDXVII 
                    En el litoral también 
                    hubo gauchos de mi flor 
                    Lopez, Urquiza, señor, 
                    que lucharon por la patria 
                    una gauchada bravía, 
                    cada cual era mejor.
                CDXVIII 
                    ¿Y en el norte? punto aparte, 
                    hay que reconocerle 
                    al gaucho Don Martín Güemes, 
                    que con sus bravos norteños 
                    contuvo a los invasores 
                    por esos montes salteños. 
                CDXIX 
                    Peleador y montaráz 
                    armao de lanza y diablura 
                    contra los godos  luchó,                     
                    palmo a palmo, codo a codo 
                    muriendo por un traidor 
                    que lo baleó por la espalda. 
                CDXX 
                    La tropa se componía 
                    de puros criollos de campo 
                    de los cerros, de los valles, 
                    el que caballo tenía 
                    ahí nomás se apresentaba 
                    y  al servicio se ponía. 
                CDXXI 
                    Montado en un refucilo 
                    y la chuza en la tacuara, 
                    de repente se asomaba 
                    espantando al enemigo 
                    y al grito de ¡viva la patria! 
                    le pegaba una ensartada. 
                CDXXII 
                    No era gaucho ‘e cantón 
                    porque era voluntario, 
                    tampoco era un perdulario 
                    eran hombres de corazón, 
                    que por tras de Martín Güemes 
                    peleaban por su  nación.
                CDXXIII 
                    Hasta el mismo San Martín 
                    reconoció la bravura 
                    del norteño y sus jinetes, 
                    que cuidaban la frontera 
                    corriendo a los maturrangos 
                    con golpes de montonera. 
                CDXXIV 
                    En el parte de batalla 
                     un general español 
                    le decía a un  superior, 
                    que nunca se había topao 
                    con semejantes centauros 
                    en sus caballos  montaos. 
                CDXXV 
                    Por eso le digo amigo 
                    tengamos fe y esperanza 
                    no perdamos el resuello, 
                    pero andemos con cuidao 
                     anda suelto un invasor 
                    que quiere cortarnos el cuello.