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José de Guardia de Ponté

 

EL POR QUÉ PRENDIÓ LA LLAMA DE LA REVOLUCIÓN EN SALTA Y LA RAZÓN DE QUE GÜEMES SEA SU PALADÍN...

Antes que nada habría que hacer un análisis de cómo se vivía en la colonia bajo el imperio del reino de España.

En primer lugar tomemos como punto de partida la situación social. Podemos apreciar que ya en 1800 el sistema colonial se encontraba en franca decadencia. En la vieja estructura virreynal, sólo había lugar para un pequeño grupo de terratenientes, esta clase principal, si bien raramente gozaban de título nobiliario, al tener la posesión de la tierra eran considerados notables y parte de un grupo selecto de ciudadanos pasibles de derechos y privilegios.

En otro orden de cosas el comercio mular en Salta y alrededores había generado una nueva clase de comerciantes y negociadores que no podían acceder a las castas privilegiadas, muchos de estos eran criollos o mestizos que habían amasado pequeñas fortunas y buscaban acceder a poseer tierras y propiedades que les estaban parcialmente vedadas legal y socialmente.

Se sumaba a estas circunstancias la proliferación de ideas revolucionarias que llegaban desde Estados Unidos y Francia sobre los derechos de libre comercio, de propiedad privada y libertades ciudadanas que no estaban contempladas en el sistema colonial.

Se sumaba, además, una pesada carga moral donde la iglesia presionaba fuertemente con respecto a las conductas de la comunidad, donde todo era pecaminoso y mal interpretado. Un comentario negativo del párroco en el oficio dominical sobre la moral de tal o cual persona podía acarrear serios problemas. Para sumarle a partir de 1807, Salta fue sede del Obispado –creado por bula del Papa Pío VII- con jurisdicción en San Miguel de Tucumán, Santiago del Estero, San Ramón de la Nueva Orán –la última ciudad fundada por los españoles en América por Don Ramón García de León y Pizarro-, Catamarca, Jujuy, Tarija de la Intendencia de Potosí y Chibchas. El primer obispo fue el doctor Nicolás Videla del Pino, natural de Córdoba. Estaban establecidos en ésta ciudad de Salta los franciscanos, y los mercedarios y se celebraban misas en la Iglesia Matriz, San Francisco, La Merced, San Bernardo y en el templo que fuera de los jesuitas.

Otra  cuestión era la situación de los  gauchos, mestizos e indios que no gozaban de ningún derecho. Parias absolutos, rechazados y muchas veces perseguidos. Condenados a un vasallaje inhumano, pobreza y miseria que dependían de la buena voluntad de un patrón que podía abusar de su poder.

En las cuestiones económicas, si bien los nuevos comerciantes no tenían la plenitud de derechos, sí debían pagar injustos tributos por sus esfuerzos. Los impuestos reales eran pesados y realmente terrible era si no se pagaban en tiempo y forma ya que los delitos impositivos podían tener penas excesivas.

Salta, en la primera década del siglo XIX, vivía momentos de gran apogeo económico, ya sea por sus riquezas naturales o por su comercio con el Alto y Bajo Perú. Además era el paso obligado entre el puerto de Buenos Aires y el Virreinato del Perú. Era capital de la Intendencia de Salta del Tucumán, gobernación que abarcaba las actuales provincias de Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Jujuy, Puna de Atacama y Tarija. Estaba considerada como la tercera ciudad de la época virreinal. En lo que hoy es Campo Santo funcionaba una importante plantación de caña –introducida desde el Perú por Juan Adrián Fernández Cornejo y Rendón, en 1760- funcionaba una fábrica que producía azúcar en pilones (panes de azúcar envueltos en cuero). Salta contaba con importantes extensiones de campos para el pastaje de ganado que transportaba mercadería con destino a diferentes centros de consumo del Río de la Plata, del Perú y para los puertos de Europa.

Muchos consideraban que un nuevo sistema gubernativo de índole liberal traería mucho más ganancia y progreso. Los estratos más bajos de la población veían que cualquier cambio sería mejor que en las condiciones en que estaban.

Martín Miguel de Güemes era muy conocedor de las penurias de los gauchos ya que se había criado entre ellos, tenía amplia experiencia en las duras faenas rurales y siempre había sido muy condescendiente con sus empleados, siendo por este motivo muy apreciado y querido.

Quizás por todas estas razones abrazó sin dudas las causas revolucionarias y durante su gestión como gobernador implementó medidas que beneficiaron al pueblo.

Un interesante detalle fue que con 30 años, fue el primer gobernador elegido por elección popular, ya que por entonces los gobernadores eran designados en Buenos Aires. El Directorio tuvo que aceptar tal elección. Este antecedente fue importantísimo en la organización de un país que se venía gestando.

Además implementó la eximición del pago de arriendos a los gauchos que no cobraban sueldo y estaban al servicio de la Patria («estos pagan con su sangre», decía Martín Güemes).

Más allá del mito, la leyenda y la memoria, este gran hombre ha sido la clara representación de la defensa de la soberanía y de la patria.

Sus hazañas son comparadas con la de seres legendarios como el rey espartano Leónidas que luchó en inferioridad de condiciones contra un enemigo mucho más poderoso con solamente la valentía y el ingenio; y como éste, el destino de Güemes fue la muerte más gloriosa, en aras de su amada patria, rodeado de sus fieles gauchos espartanos que lo idolatraban.

No se entiende el por qué estuvo tan olvidado, tan convenientemente encajonado en el olvido. Quizás será porque Güemes no solamente enfrentó al enemigo extranjero que buscaba esclavizarlo sino también contra el poder centralista de Buenos Aires que muchas veces estuvo en contra de los planes sanmartinianos de liberación.

Por estas y muchas razones Güemes es un símbolo que trasciende la historia y se posiciona como un ejemplo para las generaciones venideras. Una estampa necesaria, una historia incomparable para ser enseñada en todas las escuelas del país. Una idea que debería ser trasplantada en cada conciencia argentina para mejorar el presente y construir el futuro.

Necesitamos de su historia para construir una nueva Argentina, una nueva generación de gauchos libertarios, una nueva raza de mujeres y hombres defensores de nuestra cultura.

 


José de Guardia de Ponté

 

EDI-Salta 2021 en el Bicentenario de la Muerte del Gral. Güemes
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