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María Magdalena Barreiro

María Magdalena Barreiro – Lic. En Ciencias Antropológicas

n pleno siglo XXI me planteo si aun realmente los argentinos conocemos debidamente nuestras raíces, sí captamos y comprendemos en su real dimensión los fines que persiguieron y que se propusieron los fundadores de nuestra patria, sus sacrificios, obstáculos, logros y fracasos que debieron sortear.

A nivel país y por qué no, a nivel provincial, se conocen perfectamente las gestas sanmartinianas y las belgranianas, pero, a la gesta güemesiana prácticamente se la desconoce en su real dimensión. A través de nuestra historia se ha minimizado la figura del General Don Martin Miguel Juan de Matas Güemes y se fragmentó toda su acción.

¿Quién fue realmente Martín Miguel de Güemes? ¿Un gaucho montonero? ¿Un caudillo sin proyecto transformador superador o un general patriota verdadero político y estadista?

Hoy, a la luz de muchas investigaciones e interpretaciones de numerosos estudiosos, me inclino por sostener esto último, Güemes fue un patriota, político y estadista con una visión amplia sobre el futuro de una patria grande. Pensó en la verdadera unidad nacional del país y lo hizo al lado del padre de la patria el general don José de San Martín, formando parte del plan continental de este general, el que consistía en libertar América del Sur del dominio español y formar con los antiguos virreinatos Estados ligados inexorablemente unos a otros de forma federativa, de esta manera se tendría una América de origen castellano qué conformarían los Estados Unidos de Sudamérica. En este plan no estaban previstas las autonomías como las conocemos actualmente, sino que el Virreinato del Río de la Plata conformaría un estado que integraría la Confederación Americana del Sur y luego formaría una Federación.

Pensando en el país, Güemes entendió que la Organización Nacional debía tener por meta una Confederación de Estados Sudamericanos y concordando con San Martín se embarcó en este proyecto libertario y de Organización Nacional y Continental,

Durante toda su accionar Güemes tuvo marcadas simpatías federalistas, más aún creía en la eficacia de este sistema cómo adecuada forma de poder y, por supuesto, esta postura chocaba con las de los porteños, de corte netamente centralista.

Como era de esperar en medio de los fragores de la lucha por la emancipación y la formación de un nuevo estado, como así también por la toma del poder, Güemes tuvo quienes lo apoyaron y quienes lo denostaron y es así como observamos durante los últimos 4 años de

Gobierno una fuerte y creciente oposición de un sector de la clase pudiente de Salta, de los cabildantes de Jujuy y de Bernabé Aráoz que estaba a cargo del Gobierno de Tucumán.

La acción combinada de los opositores salto jujeños con el gobernador de Tucumán impidió que Güemes con su Ejército marchará hacia Lima donde debía reunirse con el general San Martín.

La traición que se vio plasmada con la muerte del general Martín Miguel de Güemes permitió el desmembramiento de las Provincias Unidas del Río de la Plata y según el historiador Armando Bazán: con la muerte de Güemes las provincias argentinas perdieron su oportunidad de ser auténticamente federales.

Al morir Güemes sus hombres fueron perseguidos y el coronel José Antonino Fernández Cornejo, uno de los líderes de la oposición, asume el poder y firma un armisticio con el general español Olañeta, armisticio este, considerado por el general José de San Martín como un verdadero documento “indigno” para toda la causa emancipadora.

Lamentablemente tenemos que reconocer que desde los inicios fundacionales de nuestra patria se desarrolló un espeso y frondoso en ramaje de traiciones y muertes que regaron de sombras nuestra historia

Creo que, la política debe justificarse siempre en función de los fines morales, es decir que debe estar ligada a los fines y los medios, pero lamentablemente esto no ocurre así.

Si bien es cierto que Maquiavelo fue el primero en teorizar sobre la separación de la política y la moral porque consideraba que lo importante era llegar al poder o mantenerlo para aquellos que ya lo poseían sin importar los medios, hay algo que no admitía en política y esto era la traición. Afirmaba que la traición era el único acto de los hombres que no se justifica. Es así como, la amoralidad política se une a la traición y se deja de lado el interés colectivo, privilegiando intereses personales y /o de clases

Francisco Petrarca sostenía que todo el mal que puede desplegarse en el mundo se esconde en un nido de traidores y personalmente creo que detrás de la muerte de Martín Miguel de Güemes no estuvieron solos los intereses espurios de ciertas familias terratenientes salto-jujeñas y del gobernador Araoz, sino que también estuvo el poder centralista de Buenos Aires, basta con transcribir lo que la prensa rivadaviana publico en esos momentos : “Murió el abominable Güemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos, ya tenemos un cacique menos”. Al leer esto vemos que no es descabellada esta teoría, pues hemos visto a través de nuestra historia como al centralismo porteño solo le interesaba lograr a como dé lugar el poder, basta con ver las cruentas luchas fratricidas que se llevaron a cabo durante el proceso de organización de la patria naciente.

Al cumplirse 200 años de una de las mayores traiciones llevadas a cabo en la lucha por la emancipación de nuestras tierras y el gobierno de la flamante nación debemos trabajar para que gobernantes y políticos se desenvuelvan dentro de los verdaderos cánones éticos-morales que engrandezcan al hombre y le permitan realizarse en plenitud en un medio social; solo así los ideales por los que Güemes dio su vida se verán cumplidos.

María Magdalena Barreiro

 

EDI-Salta 2021 en el Bicentenario de la Muerte del Gral. Güemes
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