Por Andrés Mendieta 
                    
Nació en Salta en 1932 y se encontró con la muerte el 27 de setiembre de 1995 esta destacada profesora en Filosofía y Pedagogía. Tres veces fue becada por el Instituto Salteño de Cultura Hispánica para efectuar cursos de estudios superiores en la Universidad de Madrid, lugar donde comienza a incursionar en el campo de las letras inquietud que es manifestada en diferente publicaciones tales como “Mundo Hispánico” e “Índice” así como en los medios locales y “La Nación”, de Buenos Aires.
                    Su primer libro lo editó 1984 bajo el título “Mínimo Equipaje” donde en el prólogo dice Raúl Aráoz Anzoátegui: “Nelly Cortés de Ubiergo, quiebra ahora su ostracismo de toda una vida. Y, por primera vez, siente su propia liberación en el libro. Muchos años de duda, de lacerante encierro le impulsan a dejar el testimonio de su palabra impresa. Para ello ha escogido, entre algunos poemas, aquellos que a su criterio mejor la representan a través de sus varias etapas”.
                    La poetisa que nos ocupa es autora además de “Entiendo porque sangro” fue galardonada con un primer premio, medalla de oro, por el Himno al Bachillerato Humanista Moderno (1978); primer premio “Flor Natural”, en los Juegos Florales de la Universidad Católica de Salta (1978) y al año siguiente con una consistente distinción con plaqueta, en segundo lugar en el Premio Iniciación de “El Intransigente” (1979).
                     
                    ¿Adónde volarán, deshojados los pájaros?
                    Y cuando ya segundas soledades muerdan
¿adónde volarán, deshojados los pájaros?
¿Y Quintín, el gorrión de Manuela,
          seguirá peleando contra la voracidad del tordo?
¿Qué harán los muebles
          sin la niña que rompe su armonía
          pero salva la vida?
¿Qué harán las plantas del balcón
          agachándose en las heladas del invierno?
¿Revivirán de setiembre a setiembre?
¿Qué harán los cuartos deshojados con rastros de los clavos 
          que hirieron las paredes?
¿Y los juguetes serán como los muñecos
          del viejo Don Regalo en la ciudad de Nuremberg?
¿Dónde, ahora, los adornos,
          los cuadros descolgados
          y el blancor de la cuna o del armario?
¿Adónde irán los sueños esperanzados de regresos
          de alguna navidad extraviada?
¿Qué será de la fe y la esperanza
          en los curtidos y maduros rostros?
¿En qué trasnochados trenes
          cargarán sus fardos
          los de adentro y afuera
          huyendo
          en busca de bonanzas
          como un errante Rimbaud adolescente.