n el mes de noviembre de 1987, el Director de Cultura de la Provincia, Prof. Eduardo Ashur, en oportunidad de presentar la obra de Telma Palacios en la muestra retrospectiva "Dieciséis años de pintura en Salta", que la artista realizó en la Escuela Provincial de Bellas Artes, dijo recordando palabras de Alejandro Carpenter en El Ocaso de los poetas malditos: "Puede ser que ciertos temperamentos necesiten de las tempestades, de las crisis, de los tránsitos en tinieblas para hallarse, para sentirse vivir. Pero obsérvese que esos temperamentos nunca son los más ricos en mensaje. Por lo demás, si los artistas necesitados de orden, quietud, estabilidad para crear, han de ser calificados de burgueses, bien podría recordarse que el máximo burgués de toda la historia del arte fue Juan Sebastián Bach". Y concluía el Prof. Dib. Ashur: "Como el autor cubano, pensamos que vivimos tiempos de trabajo de rigor, de responsabilidad y que el de Telma Palacios es uno de los ejemplos más claros".
Habían pasado hasta entonces dieciséis años de residencia y permanencia en el trabajo plástico de Telma Palacios en Salta, a la que llegó para formar su hogar, manifestándose desde el primer momento como una incansable trabajadora del arte y como un ser de exquisita sensibilidad y trato, en suma, como lo expresara Ashur, un ser tranquilo, de juicio y conducta madura, activo, en labores plenas de creatividad, ya sea en su creación personal, en la docencia a la que da lo más rico de su labor plástica, en el desempeño de labores directivas que ejerció en 1980 en la Escuela de Bellas Artes "Tomás Cabrera" y también como primera Presidente de la Asociación de Plásticos de Salta (APSA), entidad de la que fue principal propulsora y socia fundadora desde su creación en 1984 a 1987.
Una vida plena que dio siempre a la comunidad que la acogió y como pocos, su mirada clara, conduciéndose sabiamente en el camino elegido.
Telma Palacios nació en Belville, Córdoba, el 23 de abril de 1949. Recibida de Bachiller Nacional, obtiene el título de Maestra en Artes Visuales en la Escuela de Bellas Artes "Fernando Fader", luego el de Estudios Superiores en Artes Plásticas en la Escuela Superior de Bellas Artes "José Figueroa Alcorta", bajo la dirección del Maestro Ernesto Farina. En la Universidad Nacional de Córdoba realiza luego estudios superiores y otros de práctica y teoría de la pintura, en diferentes puntos del país. En el año 2000 se gradúa como Licenciada en artes Plásticas en la Universidad Nacional de Misiones.
Las fuentes esenciales de su creación
Telma Palacios parte, desde su juventud, de un particular naturalismo al camino de la abstracción, que sólo recorren aquellos dotados de firmes y claros conceptos estéticos. Transitó distintas etapas desde 1980, año en el que se ubica el comienzo de sus esquematizaciones y series, que fijarán las pauta de sus pasos hacia estructuras más desnudas y abstractas, casi racionales.
A partir de una amplia paleta, base del naturalismo de sus primeras épocas, llegamos a 1984, momento en que reduce el espectro de colores, en estructuras compositivas más simples, pero siempre con matices muy intensos, aún en las monocromías. Inicia sus experiencias con materiales atípicos y distintos soportes, abandonando el óleo para incorporar directamente el acrílico, en planos monolíticos, dípticos u otros elementos objetuales.
Desde 1983 y hasta la fecha, elabora su obra en series que denomina muy escuetamente para incitar la aprehensión del contemplador: "Crecimientos", "Muros", "Terrazas", "América", "Desprendimientos", "Africana", "India", reiterando en estos últimos tiempos el nombre de "América".
Algunos motivos de su imagen plástica invaden nuestra retina con grandes bloques pétreos texturados en los que la luz irradia desde un único foco imaginario, como desprendimientos de un bloque mayor, con estructuras compositivas ortogonales, monocromáticas, separadas por colores contrastantes en soportes de grandes dimensiones.
El rigor extremo, ese rigor indispensable para subsistir entre las nieves eternas y que "mata microbios" al decir de Van Doesbourg, es el que anima desde siempre la prolífica y ascendente labor plástica de Telma Palacios.
Su visión plástica ha transitado por todos los caminos que señalan los verdaderos creadores, por las fuentes esenciales de la creación, sin grandes estridencias pero con mucha seguridad, desde la tibia naturaleza muerta o estudios de desnudos que aún hoy vemos vigilantes en la sociedad de su estudio, hasta las más puras abstracciones preñadas del verdadero hecho plástico que gobierna su obra. Desecha lo espectacular, lo decorativo o lo anecdótico; el plano, el espacio, la luz y el color, juegan armoniosamente en ritmo a veces vibrantes que se enlazan con el plano sustento de la obra y constituyen su principal repertorio expresivo.
Desde hace algunos años, ansiosa por crecer en ese mundo plástico que la invade y que no dicotomiza extrañamente con su mundo de mujer, ha iniciado un camino de búsqueda entroncando las raíces de sus creaciones en temáticas que constituyen y conjugan sus series pictóricas. Los crecimientos, invaden su campo creativo en sugerentes monocromías de arduo modelado visual en los que yacen inmersas extrañas materias que se enlazan en los campos pictóricos, para surgir transformadas con exquisitas texturas visuales que enriquecen el juego creativo de sus composiciones.
En la imagen pictórica de Telma Palacios, no obstante la básica fuerza geométrica que la sustenta, prima lo sensible sobre lo racional y una fuerza suprarracional emerge en un permanente devenir, con una técnica sutil de enlaces cromáticos y transparencias que provocan sugerencias de sucesivas estructuras dinámico-espaciales, que se repiten en su obra en una limitadísima paleta y que constituyen a nuestro juicio los fundamentos y esencia de su búsqueda plástica. Estamos sin duda en presencia de una auténtica artista que ha superado con creces los caminos de la búsqueda inicial, para situarse a la altura de los más importantes creadores del país.