"Güemes recibe de manos de oficiales españoles una oferta para deponer las armas" Dibujo de Autor anónimo - ilustración postal conmemorativa.
n “La Oferta”, Luzzatto poematiza las dignísimas e indignadas respuestas que más de una vez diera Güemes a cada una de las propuestas realistas para que abandonara la lucha patria. No faltaron amenazas militares, ofertas económicas, propuestas de títulos nobiliarios, etc., para que Güemes cambiara de bando o cuanto menos se apartara de la lucha. El enemigo tenía muy claro que apartarlo a Güemes era una cuestión crucial, tanto por sus dotes militares como por el influjo que tenía sobre pueblos enteros. Hay cartas entre jefes realistas que así lo prueban.
A guisa de ejemplo, transcribimos de David Slodky: “Carmen Puch de Güemes. Al encuentro de la heroína”:
“(…)
“Es por esos días, el 19 de setiembre de 1816, que Olañeta y Marquiegui le escriben sendas cartas a Güemes, donde amenazándolo por una parte con las glorias de los escuadrones de Dragones de la Unión y Húsares de Fernando 7º, con los regimientos de Extremadura, Gerona y Cantabria, “formidable Vanguardia vencedora del Venta y Media con su ejército reforzado que hará al vil porteño correr por esas pampas peor que en Wilohúma”, llamándolo a que reflexione “sobre la deplorable situación en que se hallan ustedes por todos aspectos” y se decida “a labrar su felicidad futura, desviándose de la ruina que le amenaza.” Lo llama a “no delirar cándidamente” con los progresos de Belgrano y en lo de sus gauchos, dado que no son suficientes para contener sus ventajas. Trata de aprovechar las disidencias internas, llamándolo a que no sigan “la seducción de los mandones de Buenos Aires” y que serán responsables ante Dios de los perjuicios que se sigan. Los llama bandidos y asesinos a sus gauchos. Y, por supuesto, lo tienta: “Si Ud. se halla al cabo de lo expuesto y tiene ánimo de no sacrificarse, avíseme Ud. a la mayor brevedad para que con mis jefes le proporcionemos cuanto desee para su familia.”
(…)
"Güemes héroe de Salta" dibujo en tinta de Pascual Güida - Ilustración del libro homónimo
La respuesta de Güemes (…) debiera ser de lectura obligada y gozosa en todas las escuelas del país, para sembrar con su dignidad las almas de nuestros niños y jóvenes:
“Muy señor mío y pariente. Al leer su carta del 19 del corriente formé la idea de no contestarla para que mi silencio acreditase mi justa indignación; pero como me animan sentimientos honrados, hijos de una noble cuna, diré a Ud. que desde ahora para siempre renuncio y detesto ese decantado bien que desea proporcionarme. No quiero favores con perjuicio de mi país: éste ha de ser libre a pesar del mundo entero. Vengan enhorabuena esos imaginarios regimientos de Extremadura, Gerona, Cantabria, Húsares y Dragones, y vengan también cuantos monstruos abortó la Europa con su Rey Fernando a la cabeza. Nada temo, porque he jurado sostener la independencia de América, y sellarla con mi sangre. Todos estamos dispuestos a morir primero que sufrir segunda vez una dominación odiosa, tiránica y execrable. (…) …adopte la guerra que más le acomode para nuestra destrucción, pero tema, y mucho, la mía. (…). Estoy persuadido que Ud. delira, y por esta razón no acrimino como debía y podía el atentado escandaloso de quererme seducir con embustes, patrañas y espantajos que me suponen tanto como las coplas de Calaínos. Y luego dirá Ud. que es un oficial de honor y del Rey. ¡Qué bajeza! ¿Y así lo toleran sus jefes? ¿Así lo consienten en ese Ejército Real? Valerse de medios tan rastreros como inicuos solo es propio del que nació sin principios. Un jefe que manda un ejército tan respetable, a él sólo debe fiar el buen éxito de sus empresas. Lo demás es quimera, es degradarse y es manifestar mucha debilidad. Yo no tengo más que gauchos honrados y valientes. No son asesinos, sino de los tiranos que quieren esclavizarnos. Con éstos únicamente lo espero a Ud., a su ejército y a cuantos mande la España. Crea Ud. que ansío por este dichoso día que me ha de llenar de gloria. Convénzanse Uds. por la experiencia que ya tienen, que jamás lograrán seducir no a oficiales, pero ni al más infeliz gaucho: en el magnánimo corazón de éstos, no tiene acogida el interés, ni otro premio que su libertad. Por ella pelean con la energía que otras veces han acreditado y que ahora más que nunca la desplegarán. Ya está Ud. satisfecho; ya sabe que me obstino, y ya sabe también que otra vez no ha de hacer tan indecentes propuestas a un oficial de carácter, a un americano honrado y a un ciudadano que conoce más allá de la evidencia que el pueblo que quiere ser libre, no hay poder humano que lo sujete.” Y Güemes, al lado de su Carmen, termina con una ironía magnífica: “Sin perjuicio de esto vea Ud. si en otra cosa puede serle útil su afectísimo servidor Q.S.M.B. Martín Güemes”.
"Güemes rehúsa los honores ofrecidos por España" Dibujo de Autor anónimo - ilustración postal conmemorativa.