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Horacio Pagés Frascara

ace en San Fernando, provincia de Buenos Aires, el 13 de abril de 1962. Siendo adolescente se traslada con su familia a Salta, donde realiza sus estudios secundarios en el Centro Polivalente de Arte y su carrera terciaria en la Escuela Provincial de Bellas Artes "Tomás Cabrera", allí fue discípulo de Miro Barraza, Alina Neymán Zerda y Telma Palacios entre otros.

Desde los comienzos, su vida profesional toma dos caminos que transitan paralelamente con la misma pasión y el mismo compromiso: el de la educación y la acción cultural, por una parte y de la producción artística, por la otra.

En el primero de ellos se inicia en 1983 como profesor de Educación Plástica en el Colegio Belgrano de Salta, para luego continuar en el Centro Polivalente de Arte, el Bachillerato Artístico de la Escuela Provincial de Bellas Artes "Tomás Cabrera", el Profesorado de Nivel Terciario de la misma institución, Instituto Superior del Profesorado de Arte de Salta y en la Escuela Superior de Música "José Lo Giudice". En dichas instituciones enseñó Fundamentos Visuales, Historia de Arte, Dibujo y Pintura, destacándose por su responsabilidad y dotes pedagógicas. Además tiene un taller particular donde brinda enseñanza de pintura y dibujo en forma libre para adultos y adolescentes.

Dentro del área educativa también realizó cursos de perfeccionamiento sobre aspectos pedagógicos y didácticos de la enseñanza artística; asistió a jornadas, encuentros y seminarios de la misma temática, como así también concurrió a congresos y seminarios relacionados con la historia del arte y la preservación de monumentos.

En el año 2004 desarrolló una tarea educativo-cultural en la ciudad de Cafayate, avalada por la Fundación Capacitar, en la que cumplió la tarea de asesoramiento a los artesanos de esa localidad con respecto a la exposición y venta de sus productos; dictó cursos de pintura y composición a los mismos artesanos, a fin de que incorporaran a su producción un criterio estético y enriquecieran el aspecto técnico. En el mismo marco, presentó a las autoridades educativas provinciales un proyecto para la creación de una escuela de bellas artes en Cafayate.

En lo referido a la acción cultural, se desempeñó en la Delegación Salta de la Comisión Nacional de MUSEOS, Monumentos y Lugares Históricos, en la que realizó tareas de relevamiento e inventario del patrimonio urbano, arquitectónico y artístico del pueblo de Santa Victoria Oeste de Salta; realizó un diseño de restauración y refuncionalización del Centro Cultural América; estableció, luego de un minucioso estudio, los colores originales de la Catedral de Salta; realizó actividades culturales en el aniversario del bicentenario de la fundación de la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán (Salta).

Entre la tierra y la luz

En su accionar artístico Pagés se inicia con una propuesta que incluye paisajes de corte expresionista, no por el manejo del color, sino por la construcción de un espacio comprimido en el que predomina una extraña sensación de agobio. En 1984 inicia su trabajo en series con los "Paquetes", estructuras envueltas, que se recogen en sí mismas, cerradas, silenciosas, clausurando toda posibilidad de descubrir lo que guardan en su interior. Hacia 1987 fracciona el paisaje y toma como muestra la piedra: una piedra, sola, hermética, enroscada en sí misma, mostrando su soledad e incapacidad de apertura. Son obras iniciales, parcas, de una paleta que se limita a la gama de los terciarios, e inscriptas todavía en ese espacio claustrofóbico de sus primeros paisajes.

En 1990 propone otra serie, "Cielos". Inscriptos en planos intensamente azules, mostrarán ya una apertura y constituirán una contraposición con los temas anteriores: de lo bajo, lo terrestre, lo impenetrable, a lo alto, lo abierto, lo ingrávido; el espacio se descomprime, se vuelve etéreo, liviano.

Luego de estas primeras experiencias en el ámbito de la creación, Pagés inaugura una nueva serie: "Huellas y testimonios de nuestro paisaje", en la que emergen como protagonistas absolutas, las altas cumbres cordilleranas. En cada tela establece una composición ajustada y convincente que evidencia con claridad y fuerza, el peso abrupto de las montañas, a las que el color se adhiere en riquísimas gamas de fríos, con sutiles toques de cálida luz. En estas obras el espacio se genera casi infinito. En un comienzo, para terminar abruptamente, perdiéndose en grandes y pesadas masas planas que se diluyen gradualmente en un mundo sin horizonte. Lo ascencional se erige en el protagonista del paisaje, creando así un ámbito a la vez grandioso y opresivo. A este juego de contrastes entre la sutileza del espacio y la monumentalidad de las masas pétreas, se agregan "sugerencias" de los signos típicos de los pueblos andinos.

Dentro de esta misma serie, en 1993, el artista separa netamente dos propuestas especiales ya sugeridas en el año anterior. Por una parte, en el centro de la obra se establece la tridimensionalidad de la realidad concreta, y por la otra enmarcando al paisaje, aparece un juego espacial surgido de la tradición mítica de los pueblos precolombinos. En tal espacio, las formas geométricas inspiradas en los petroglíficos compiten con una absoluta planimetría que se instala en un rico juego textual logrado a partir de la utilización de la tierra de los Valles. A esta experiencia el artista la llama: "Land Art de Caballete". Dos realidades. Dos espacios. Lo concreto tuteándose con los dioses. La materia, el color, la textura, constructoras de un cosmos propio, saturado de fuerza expresiva.

Un año después, la experiencia del espacio se establece en el juego entre lo "virtual" y lo "real". Presenta su primera instalación. En ella, el espacio arquitectónico, enriquecido con minerales propios de los valles salteños (piedras, arena, mica) colocados en el suelo, envuelve a una sola obra de la serie anterior. Se establece así una triple propuesta espacial: la arquitectónica, la mítica y la tridimensionalidad virtual del paisaje.

Dentro de esa misma línea conceptual, al año siguiente realiza una experiencia de Land Art en las Dunas de Cafayate y La Yesera, en la que utiliza áridos de los Valles Calchaquíes. Aquí juega con espacios y materia "reales", dentro de un típico paisaje salteño. Esta propuesta de arte efímero queda documentada en un video-arte.

En 1999 inicia otra serie, esta vez asentada en "Ensamblages y Collages". Aquí se aleja de la tierra, la piedra y la arena para acercarse al metal, al vidrio, al cartón, al papel artesanal. En estas obras establece un juego rico y vivencial entre el color, el brillo y la textura propios de cada material, y una composición libre que amalgama, con fina espontaneidad, a todo lo matérico.

La última propuesta que nos brinda Pagés, es la serie "Intiwatanas" (amarraderos del sol). En estas obras se pone en evidencia una gran madurez plástica elaborada a partir de una conciencia reflexiva, dentro de una misma narrativa desarrollada desde los albores de su accionar artístico. Aquí demuestra una inquebrantable honestidad estética.

Presenta cada obra como la manifestación de una doble realidad, elaborada armónicamente desde una estructura plástica equilibrada, que se funda en una composición fuerte y neta. Esta visión de Pagés, tan íntimamente ligada a lo propio, a los espacios ascencionales del paisaje cordillerano, echa raíces, a su vez, en las formas arquitectónicas de los antiguos pueblos americanos. Pero lo que constituye el soporte de cada pintura, más allá de las formas en las que se inspira, es el sentido mágico que de ellas surge. Esto es logrado a través de un manejo refinado del color y de las formas, y de la estructuración aguda de una espacialidad sin tiempo

Se instalan así imágenes ricamente simbólicas, cargadas de una inmediatez semántica que nos compromete a la contemplación y nos lleva a descubrir mundos instalados entre el mito y el sueño".

Otra rama artística que el artista desarrolla es la del vitraux, técnica que aprende y perfecciona en Sens (Francia) con el Maestro Michel Grandin, mediante una pasantía auspiciada por la Embajada de Francia, durante el año 1999. En esa especialidad realiza trabajos en los que se destaca por su maestría técnica y su propuesta estética. Entre las obras que ejecuta utilizando esta técnica se destacan: recreación de un Cristo del Siglo XIII, a la "grisalla", emplazado en una iglesia francesa; restauración de un vitral alemán de 1913 de la Iglesia San Alfonso de Salta; vitral "Batalla de Salta", técnica a la "grisalla", en el Comando del Ejército de Salta de 200 x 200 cm; vitral "Homenaje a Vincent Van Gogh" en la confitería Van Gogh de Salta de 300 x 200 cm; vitral de la Capilla del Colegio Militar de la Nación (Palomar, Buenos Aires) de 240 x 215 cm.

También utiliza el vitral, ya en el ámbito de lo utilitario, en la confección de lámparas en las que combina el vidrio de maderas de cedro rosado, roble y pino. Estos artefactos además están diseñados y construidos con un claro criterio estético, ya que el juego de color y luz, se logra con una composición abstracta siguiendo los cánones del rectángulo áureo.

En el año 2003 inicia la serie "Paisajes de luz" en la que emplea la técnica del vitraux pura o mixturada con acrílico y óleo, en una propuesta de pintura de caballete. Estos cuadros pueden inscribirse dentro de la abstracción lírica en unos casos, y en otros, en una neta abstracción geométrica claramente inspirada en la línea del neoplasticismo.

También incursiona en la escenografía, en las temporadas del grupo de teatro de la Peña Española de Salta entre los años 1992 y 1995. Realiza también afiches.

Desde sus comienzos, Pagés puso su producción artística a consideración del público, tanto en Salta como en Buenos Aires, Bahía Blanca, Jujuy dentro del país, como así también en la ciudad de Dakar (Senegal), como parte de una delegación cultural argentina en 1998. Este mostrarse a través de su obra se concretó a través de exposiciones individuales, colectivas y de la participación en diversos salones, como así también como representante de la provincia de Salta en muestras colectivas. Recibió numerosas distinciones y premios.

 

Información extraida de llibro "Vida Plástica Salteña" de Carmen Martorell y Margarita Lotufo Valdés.

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