La casa con luz

Cruzas los brazos echados de la vía
y bajo el lejano sombrero de los carros
mi barrio se hace gris mientras se hace de noche.
Yo voy caminando, paso el aserradero de Iturre,
paso la granja, grillos con guitarras me saludan,
paso los grillos,
hay un montón de casas que prenden
sus ojos de electricidad, pero es una casa
la que mis ojos buscan;
aquella de bloques de cemento
que levantó papá en duros y placenteros sábados.
Adentro me espera la madre sola,
volcando el corazón en los tejidos.
Ya veo la ventana desde el quiosko Marito,
ya le veo las puertas apenas,
ya la veo entera al acercarme. Mi casa con luz.
Adentro despliego la vida como un mantel
para partir el pan.
Cuando estoy en mi casa, ella y yo,
nos fundimos en un profundo abrazo de hermanas,
de amigas.

 

El baile de los sábados

Se escucha los sábados la música tropical de Los Tigres
como largas cañas con fuego en la punta sobre el cielo
de verano. Pasan las chicas y los muchachos.
Adentro se encuentran
entre sombra y sombra con el vino y el fernet, y la
coca.
Al otro día seguro que la gente comenta.
Entre chorros de Ricky Maravilla
mataron al Negro Velárdez.
Mañana matarán al Perro Ordóñez, luego al Panza Orquera, y
el sábado siguiente cuatro puñaladas para Segundo Lamas.
Pero lo mismo va la gente a divertirse.
Con un pie en el baile y otro en el infierno.