Pinta la ciudad porque la ciudad la mantiene anclada a la realidad, dice. Pero es sabido que entre la primera percepción y la obra que Alina Neyman regala finalmente a nuestros ojos hay un sutil trabajo de traducción: la calle, la casa, el edificio... el entorno cotidiano transformados desde la sensibilidad. Y en el caso de Alina, esa mirada (que define un estilo) se traduce en extremada síntesis, lenguaje de planos, colores tenues y abstracción.
Después de su pincel, la ciudad que tanto conocemos y tanto caminamos se nos revela otra, se nos revela limpia e ideal. Es la ciudad de Alina, y con talento la comparte.
María Fernanda Abad y Silvia Díaz
Alina Neyman Zerda nació en Carmen de Patagones (Buenos Aires), en setiembre de 1934. Pero "hace rato" que vive en Salta. Tanto rato, que fue una de las primeras mujeres en desempeñarse como profesora de Pintura en nuestra provincia. Se recibió como profesora de Artes Plásticas en la Escuela Provincial de Bellas Artes "Tomás Cabrera", en 1956. Y antes, de maestra, en la Escuela Normal "Manuel Belgrano" de nuestra ciudad. Expone desde 1960 y ha participado en numerosos salones y muestras colectivas en Salta, Buenos Aires, Rosario, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja, Neuquén y en la XXV Feria Internacional de Muestras Ibero- Americanas en Sevilla (España). A la larga lista de exposiciones se sumó este año la ciudad de Nueva York: entre el 19 y el 30 de marzo, Alina expuso sus obras en Jadite Galleries de Manhattan, cuyo director, Roland Sainz, se especializa en arte internacional contemporáneo. La muestra se denominó "3 artist from Argentine Provinces" y participaron junto a Alina Neyman los pintores Julio Ducuron, de Córdoba, y Mario Pra Baldi, de San Juan.
Las obras enviadas por la artista representan el paisaje urbano salteño, desde una particular visión que le otorga originalidad por su gran sentido de abstracción y su lenguaje de planos, líneas y colores manejados con fina sensibilidad.
Alina Neyman es poco dada a hablar de sí misma y de su obra, y como dijo alguna vez la crítica "prefiere escuchar lo que el contemplador capta de ese entorno cotidiano que muestran" sus cuadros.
Su sobriedad y su calma reflexiva también encuentran correlato en el perímetro de su obra: "Refleja en sus pinturas toda su personalidad. Sus temas basados en el paisaje real son resueltos plásticamente con un gran sentido de la abstracción. Su estilo se caracteriza por la síntesis de formas resolviendo la perspectiva mediante recursos bidimensionales que dan una gran sugerencia espacial, sumando a esto un colorido muy armonizado y original" sintetizó en otra oportunidad la escultora Elsa Salfity.
Francisco Zamora, escritor salteño, supo mirar la obra de Alina desde su sensibilidad de buen lector: "Su pintura es comunicativa, llena de vida, rica en matices que a veces -aunque parezca paradójico-escapan al ámbito puramente pictórico y alcanzan un punto desde donde empiezan a sugerir imágenes poéticas".
Alina pinta la ciudad que lleva adentro, tamizada desde el alma hasta los pinceles. De ese itinerario quedan calles y fachadas tenues y monocromas, un paisaje urbano sin gente y sin nada que aparte la vista de la belleza misma de la composición.
No hay gente porque no hace falta. Alina puede pintar el aura de la ciudad que transitamos e ignoramos a diario.
Entre el silencio y la elocuencia
Margarita Lotufo
La obra pictórica de Alina Neyman constituye un hito en el hacer artístico de Salta. Sus cuadros establecen una narrativa firme y constante que se manifiesta a partir de su temática recurrente, y de una organización sintáctica inscripta en una alta síntesis formal y espacial.
De esta manera se hace patente el paisaje urbano. Casas, muros, veredas, construidos a partir de grandes planos de colores, generalmente fríos, entre los que el blanco, con su acromaticidad, funciona con una intensidad poco común. Se convierte en una fuerza expresiva autónoma y llena de luz la composición. Nada tiene densidad, todo se establece en la planimetría. El espacio es sugerido a partir de superposiciones que dan idea de un adelante atrás sin perforar la estructura esencial del soporte. Esta misma superposición organiza la composición. Habitualmente todo es frontal, pocas veces establece la deformación del escorzo. La forma se instala en estructuras geométricas sostenidas por una línea potente y protagonista. En este modo de organizar la composición y la espacialidad predomina lo recto, horizonta-vertical, ocasionalmente una diagonal quiebra la serenidad elaborada de esta manera. En ocasiones se desprende la fuerza de alguna curva que equilibra con su leve ondular, la "recticidad" que predomina.
Este modo de trabajar el lenguaje plástico que establece una propuesta casi "desnuda", elabora un simbolismo que al principio se presenta hermético, pero que paulatinamente, sin grandes contrastes, aflora y conmueve. Es así que, a poco de contemplar la obra, va surgiendo sin apuro, con una suave vivacidad, el carácter fundamental del discurso. Todas estas formas estrictas, casi abstractas establecen lo fundacional del silencio. Ese silencio que posee su propia belleza, su propia forma de "decir". De esta manera, cada muro, cada puerta o ventana, nos hablan de acciones vitales que tuvieron lugar detrás de ellos. Posiblemente cobijaron el amor y la sonrisa, a lo mejor acunaron la muerte y el dolor. Fueron probablemente testigos de largas caminatas, o tal vez un niño asentó su cabeza en ellos, para contar en el juego de la escondida. Quizá también apoyó su cuerpo cansado un trabajador, o su humanidad doliente un ebrio en alguna madrugada. Cada cual lo desentraña a su manera, pero a todos dice algo.
Así, con una increíble parquedad de recursos y una gran calidad artística, Alina Neyman desarrolla una elocuencia casi infinita, que nos anima a seguir mirando, con ojos atentos y espíritu abierto, en la búsqueda de nuevos sentidos en sus cuadros y en la vida.
El Tribuno - Salta, martes 30 de abril de 2002. Rep. Argentina
