Poesía
Pasas
apretando un nombre, en el murmullo del fondo
así
como el grillo rutinario de la luz
empapando el día,
andas muda, silenciosa
en el incienso del aire, en las mutaciones
que el viento otea,
en las vespertinas miradas que el cielo
desparrama
y recoge el polvo en tanta espera
en tanta incertidumbre,
quebrada en el nombre tantas veces repetido.
Pasa que me han convidado con la Luz.
Palabra a palabra
inventándome allí
en la resaca de una constelación de sombras.
Y aunque sea opaca esta circunstancia
de derramar el día en la clepsidra
esta contingencia de la piel y las formas
aún te sigues revelando:
en el aliento intangible de los verbos
en el callado ademán de ahogar un grito
o detener el torrente que brota
de nuestras cicatrices.
A veces pasa que anhelo el otro extremo del
Paisaje,
volver
a la mística mirada de las piedras, a la lluvia
al musgo entibiado por la noche...
Te sigues revelando
pan de mi agua
sal de milenarias huellas
dulcemente mi sal
y yo inmóvil
contemplo estos brotes escasamente humanos
para asir tanta eternidad.
Como un íntimo Misterio
me arrastra me regresas
al sobrecogimiento de tu conjurado Delfos.
Y nadie sabe que pasan estas cosas...
(Del libro Armagedón)
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