Por Gustavo Flores Montalbetti
Pedro Lozano nació en Madrid -España- en 1.687 y siendo muy joven aún viajó con destino a la ciudad de Córdoba para ingresar a la Orden de los Jesuitas. Estudió en el “Colegio Máximo” dependiente de la congregación, -actual Universidad Nacional de Córdoba-, debido a que en aquella época estaba establecida allí la sede central de la Provincia Jesuítica del Paraguay. Llegó a ser profesor de Filosofía y Teología, materias que enseñó por algunos años en Santa Fe, hasta que regresó a Córdoba y se desempeñó como Historiador de la Orden, reemplazando al Padre Diego Lezama. Habiendo viajado y recorrido la dilatada región del Chaco escribió las Cartas Annuas de la Orden entre 1.720 y 1.749. De espíritu inquieto y curioso, el Padre Lozano escribió entre otras obras: “Historia de la Compañía de Jesús de la Provincia del Paraguay”, “Historia de la Conquista del Paraguay, Río de La Plata y Tucumán”, “Historia de las Revoluciones de la provincia del Paraguay”, y quizás la más emblemática de todas y que aún sigue siendo libro de consulta de estudiosos e investigadores por la riqueza de sus relatos, la: “Descripción Corográfica de terreno, ríos y árboles, y animales de las dilatadísimas provincias del Gran Chaco, Gualamba y de los ritos y costumbres de las innumerables naciones de bárbaros e infieles que las habitan”, la cual fue originalmente ilustrada con un mapa del Padre Antonio Machoni. Este último volúmen contiene una enorme cantidad de detalles de la geografía, de los ríos, los territorios y tipos de tierras; y acertadas delineaciones del aspecto etnográfico, además de comentarios sobre las distintas especies botánicas, en especial de las plantas medicinales, y otros capítulos acerca de la fauna de la región.
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El Padre Lozano falleció en Humahuaca -Jujuy- en el transcurso de 1.752 y fue sepultado en la Iglesia de San Antonio de Padua de la localidad de Uquía.
El Padre Guillermo Furlong, escribió: “la gloria de su figura estriba en el hecho de haber sido el primero que penetró en el boscaje chaqueño, el primero que abrió una picada a través de la tupida y enmarañada selva de los sucesos facilitando así a la posteridad, la instructiva y placentera oportunidad de recorrer el camino por él esbozado y afirmado con tanto acierto y con tal halagüeño resultado”
