Atraído por esa curiosa sinfonía, a los 11 años ya tenía entre sus manos una guitarra, propiedad de su hermano mayor, Alfredo. Alfredo tomaba clases con un profesor y Eduardo lo copiaba al pie de la letra, y así, sacó sus primeros tonos.
A los catorce años se muda con su familia de Metán a Salta donde la guitarra lo termina de conquistar para siempre. En Salta conoce a Arturo Dávalos y poco después a Jaime Dávalos, autor de innumerables poemas a los que Falú le pone música.
Se casa con doña Aída Nefer Fidélibus, a quien, cariñosamente, llama Nefer. La vida les da dos hijos: Eduardo y Juan José. Juan José, al igual que su padre, siente una gran afición por la guitarra y el canto.
De estatura sobresaliente, ojos verdes, tristones, inundados de esa nostalgia de árabe acriollado en una tierra que aprendió a amar, casi más que a sí mismo. De esa mirada que fluctuaba entre la interrogación y el asombro, se desprendía la bondad y la mansedumbre, y tal vez un dejo de altivez sin desafío, que dejaba al descubierto un alma verdaderamente límpida, frontal y sincera.
Eduardo Falú fue un artista multifacético, aclamado de forma internacional, imposible de encasillar dentro de una sola idea. Guitarrista, cantante consumado y un distinguido compositor. La calidad de su barítona voz, fue admirada y amada en el mundo entero.
La trayectoria artística de Eduardo Falú comieza en el ambiente familiar, más tarde se extiende a Buenos Aires, para luego conquistar y apasionar a los públicos más disímiles: América, Europa, Rusia, y Japón.
Como compositor, no sólo fue el creador de obras modernas folclóricas, sino también de obras clásicas.
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Falú con Ariel Ramirez
En su música se advierte una marcada influencia de las melodías de su provincia natal. Salta tiene ritmos propios: El Carnavalito, el Bailecito, la Cueca y algunos otros derivados de la combinación de la música india propia del lugar, y las melodías españolas que acompañaron a los conquistadores.
Eduardo Falú ha creado música para más de un centenar de poemas, no sólo de Jorge Luis Borges y Jaime Dávalos, sino también de León Benarós, Manuel Castilla, Alberico Mansilla entre muchos otros.
Hoy podemos decir que Dn. Eduardo, ese eterno amigo se ha diluido misteriosamente para pasar a ser parte de todos los corazones que aman el Folklore.
Luego de venir sufriendo una penosa enfermedad, a meses de cumplir noventa años falleció un 10 de agosto 2013.