El 16 de abril de 1965, en un gran escenario erigido frente a la plaza 9 de Julio, comenzó el primer Festival Latinoamericano del Folclore. Por diez días las noches festivaleras comenzaron cuando César Perdiguero, con su original forma de decir las cosas, lanzaba su inolvidable: "América canta en Salta!"
Se llevó a cabo en el predio que existía contiguo a la Catedral de Salta (hoy sede del Banco Macro), frente a la plaza 9 de julio, tenía salida por las dos calles (España y Belgrano) y las autoridades y artistas entraban por calle Zuviría, por una playa que había a la par de la Confitería Covi.
El anfiteatro se construyó en tiempo record, si bien se contaba con la experiencia de la organización del Campeonato Argentino de Básquet, que se había llevado a cabo el año anterior en ese mismo sitio, con un sistema de tribunas tubulares que por aquel entonces era toda una novedad.
Gobernaba Salta el Dr. Ricardo J. Durand, y se desempeñaba como Intendente de la ciudad el Sr. Pedro Betella. La Municipalidad junto al Diario El Tribuno y LV9 Radio Güemes de Salta, fueron los puntales sobre los que se apoyó la organización del festival.
Era otoño en la tierra, pero en Salta estaba todavía la primavera floreciendo. La ciudad enjoyada de albricias, estaba dando su bienvenida al canto. Iba a comenzar la fiesta. De pronto, justo a la hora de la inauguración, el anfiteatro, ese hermoso anfiteatro construido por la Municipalidad de la capital para el Primer Festival Latinoamericano del Folklore, estaba totalmente colmado por una multitud fervorosa que había llegado de todos los rumbos con ansiedad de canto. Fue entonces cuando alguien contemplando ese impresionante espectáculo, le puso el adjetivo preciso al Festival. Y lo llamó “increíble”… El increíble Festival Latinoamericano del Folklore… Porque todo fue como un milagro. Se planeó de regreso de Cosquín –saludable contagio- se organizó en un mes y el anfiteatro se construyó en veinte días. Todo para que ese sueño vibrara ocho noches triunfales. Entre bambalinas, todo era nervioso trajinar… Y en el público, ansiedad incontenible para llegar al aplauso.
Atrás estaba el Dr. José Antonio Saravia Toledo, alistando las huestes que iban a protagonizar la primera jornada. Y Julio Marbiz y Juan Carlos Lago –voz de largo prestigio en la radiofonía nacional- y César Perdiguero… Todo estaba listo para levantar el telón. Y exactamente a las 22.5 las ondas de Radio Belgrano difundieron a los cuatro rumbos el grito, la señal característica del evento magnífico: ¡América canta en Salta!
Y en verdad que allí estaba la América del canto y de la danza. Estaba en las banderas y en los corazones. Y en el mensaje de guitarras viajeras, en el ofertorio de la copla andariega, Esa que anda por todos los rumbos y que siempre desemboca, precisa, en el paisaje de la amistad de los pueblos. En el pórtico de la primera noche del Festival se alzó la voz de César Perdiguero brindando por la fiesta de América. Y en seguida, la multitud de pie, cantó vibrante el Himno Nacional. Y en seguida habló don Roberto Romero, que enunció el contenido de la iniciativa y fijó las metas de ese esfuerzo salteño.
Luego se apagaron las luces del escenario, y de pronto, se escucharon los bronces de la fanfarria de la Guarnición Militar Salta, poniendo fondo casi heroico a la presentación de las delegaciones, mientras que arriba, una pirotecnia multicolor escribía ruidosamente el nombre del Festival.
Y salió Santiago del Estero, abriendo la marcha. Y siguió La Rioja, entre la avenida entusiasta del aplauso. Y pasó Tucumán, con la misma delegación que brilló en Cosquín, y estuvo la presencia colorida de Jujuy y la simpatía de Catamarca, una de las delegaciones más disciplinadas del Festival, y la formación de la delegación anfitriona: Salta, de penachos rojos, y finalmente Córdoba, que llevaba el abrazo de Cosquín a la fiesta salteña. Y entonces llegaron las palabras de bienvenida, pronunciadas por don Pedro Betella, intendente de la ciudad de Salta –el hornero del Festival- puesto que al frente de una entusiasta muchachada municipal, afrontó la realización imperiosa del Anfiteatro, que esa noche agotó todas sus localidades. Finalizada la ceremonia inaugural, dijo Marbiz: “¡Y ahora, vamos a la canción…!”
Ramos y Berrios de Los de Salta, el animador y periodista cordobés Carrizo. Barbarán, ex integrante de Los Fronterizos y el señor Martinoti, coordinador del Festival aplauden en la platea.
Y la primera palabra musical de la noche se pronunció con acento salteño. Porque fueron Los de Salta los que rompieron el fuego. Y allí estaban Menú, Ramos, Berrios y Vaca, reencontrándose en el patio familiar, con el afecto de la salteñidad orgullosa de su pléyade cancionera.
Director del Diario El Tribuno Dn. Roberto Romero
Ramona Galarza, la “Novia del Paraná”. A su lado Fernando López, director artístico del sello Odeón entre otras figuras.
En seguida el trino de una alondra prodigiosa pobló la noche salteña. Y subió hasta los cielos de la voz de Ramona Galarza, que así como fue largamente esperada en Salta, así fue aplaudida en la coronación rotunda de su estrellato.
Pareciera que por Salta, pasan todas las canciones del mundo, se dijo al anunciar la aparición de Los Cantores del Sol Naciente, el simpático trío japonés que hizo impacto en el ánimo de la multitud. Asomaron después cinco voces que superando otra etapa de su brillante trayectoria, vuelven a colocarse en la línea de vanguardia de la expresión folklórica: eran Los Trovadores, que conquistaron el cariño público de Salta. Se hizo a continuación un breve paréntesis, porque llegaba un visitante distinguido: el doctor Santos Sarmiento, que portaba el mensaje solidario del Festival de Cosquín. Dijo cosas hermosas el doctor Sarmiento. Habló de la complementación de esfuerzos entre Salta y Cosquín, y anticipó la firma del “Documento de Salta” que iba a suscribirse a la clausura del Festival.
Después hubo una larga ovación para un salteño de larga fama: para Eduardo Falú, que volvía con su guitarra ya gloriosa a devolverle trinos a su tierra. Fue sencillamente apoteótica la recepción que se tributó a su guitarra fabulosa. Y a su canto. Cuando se fue Falú comenzaron a presentarse las delegaciones. Y fue Jujuy la provincia que en primer término expuso la muestra de su folklore musical. Y en verdad que lo hizo con propiedad, describiendo con auténticos trazos la vibración de su fiesta. Luego entró Catamarca, que hizo lo, suyo con delicadeza y prolijidad. Y cerrando el desfile de delegaciones entró la Provincia de Salta.
Alternando con la actuación de las delegaciones provinciales, regresaron los artistas invitados y apareció una figura que esa noche no se esperaba: la de Martín Bustamante, que sobre la hora superó un problema de orden personal y estuvo a tiempo para decir con versos del poeta Julio Díaz Villalba su presente festivalero.
Fuente: César Perdiguero. Revista Folklore.