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CLARA SARAVIA LINARES DE ARIAS

(1905-1991)

Nacida en Salta, inició su carrera literaria en la adolescencia. Publicó Lirios de otoño (novela, 1925), Por los prados del alma (libro de lectura, 1935, que mereció cuatro reediciones), Vía Crucis (en verso, 1936, reeditado en 1992), ¡Más amor...! (recopilación de poesías, 1978), Un olor a jazmines (cuento, Primer Premio de la Asociación de Escritoras Católicas (ASESCA), 1970, edita póstumamente en 1994. En revistas y diarios aparecieron Noble impostura (novela corta, Premio revista El Hogar, 1921), "La Hija de Jefté" y "Las dos aldeas" (cuentos). Permanecen inéditos: "Elisabeth", "Cuento con cuatro malvados", "Un hombre rico y un niño pobre" (cuentos), El sillón y la hiedra (piezas dramáticas), La casa rosa (novela corta) y Catorce palabras (novela).

Clara Saravia como "Reina de los Juegos Florales" junto a Armando Castillo y su padre

Obtuvo frecuentes distinciones en Juegos Florales y otros certámenes provinciales y de la Provincia de Tucumán. Tuvo destacada actuación en la prensa oral y escrita.

Ejerció la docencia durante largos años (en cátedras secundarias de castellano, literatura y francés), con una impronta particularmente carismática. Y cultivó además la música, su otra gran vocación.

 

Clara Saravia Linares de Arias y su apasionado diálogo con la eternidad

Por Andrés Mendieta

"El corazón que ama rectamente es incapaz del mal. La santa ley del amor que trajo Jesús al mundo y que enseñó derramando su propia sangre, bastaría para reformar a la humanidad y cambiar la faz de la tierra. Si cada uno de no-sotros amara a su hermano como manda Dios ¿qué mal podría caber en el corazón del hom-bre?..."

El 4 de enero de 1992 se apagaba en Salta una de las voces entraña-bles de la poesía argentina: la de Clara Saravia Linares de Arias. Una vozíntima, serena, madura en la búsqueda del verso de armonía impecable, desdeñosa de las modas literarias pasajeras, limpias y cálidas, rescatadas y profundas.

La vida de Clarita -como la llamaban quien la conocía, y los que no, también- puede ser reconstruida en cualquiera de los campos de las disciplinas del arte por la que transitó (el canto y las letras); la docencia o como paradigma esposa y madre. Era heredera de una veta poética que le venía a través de su sangre: Calixto Linares Fowlis, el último de nuestros auténticos romanceros y de David Saravia Castro -su padre- prestigioso hombre público y de brillante oratoria demostrada en momentos que ocupaba una banca en el Congreso de la Nación.

Desde muy pequeña sintió gran amor por los necesitados. La manera de poder llegar a ellos era mediante el canto, fortalecida por su garganta privilegiada. Sobre esas condiciones solo basta leer las crónicas que aparecían en los diarios de comienzos del siglo anterior, tales cuando puede leerse: "Velada literario musical organizada en homenaje del VII Centenario de la Virgen de las Mercedes".

Especialmente grata al sentimiento patriótico y religioso de los pueblos del norte, en cuyas luchas por la independencia nunca dejó de prestarles su alta protección.

El "clou". en la segunda parte del programa.lo clavó la niña Clara Saravia Linares. Un clupé (aplausos). Otro clupé (aplausos). Y así sucesivamente, no menos de cuatro veces. A no estar en una fiesta social, a no ser tan chica la chica, creíamos estar en un "cabaret" "chic" o en un animado "music-hall".

"Bonita, graciosa, intencionada; pues no se necesitaba más para ser contratada por un empresario. Esa chiquilla es una veterana del arte del cuplé, más difícil de lo que muchos piensan. ¡Clarita, Clarita!..."

Otra nota periodística habla de "una velada patriótica organizada por las damas y señoritas de la catequesis de San Alfonso en beneficio de los niños pobres y para contribuir a los gastos de la instalación de luz eléctrica en el asilo de huérfanas del Buen Pastor".

Un diario de la época refiriéndose a esa función, dice entre otras cosas: "Luego de destacar la danza pastoril de la época de Luis XV el número saliente de esta velada le constituyó la niña Clarita Saravia Linares, quien con gran dominio del arte de la tonadilla, y con suave la insinuante voz y maneras, cantó graciosísima "El maniquí" y "La maja aristocrática". Las ovación fue enorme y se vio obligada al bis".

Sobre una velada musical realizada en la antigua sala del teatro "Victoria" en beneficio del Taller Santa Filomena la prensa se refirió en estos términos: "Ha resultado un grandioso acontecimiento artístico y social, el que por sus magnitudes, ha sido acaso el festival que alcanzó mayor relieve de distinción desde muchos años a esta parte".

El dúo de las señoritas Clarita Saravia Linares y Fanny de los Ríos que cantaron un trozo del compositor francés Jules Émile Frédéric Massenet (Olseau du Bouis), ha sido uno de los preciosos números de canto y así fue el fallo que aplaudió largamente. En el segundo acto la señorita Clara Saravia Linares con su bien modulada y dulce voz cantó "Il Bacio", de Ardite. La impresión bien marcada produjo el bis, siendo aplaudida por una gran ovación".

Su labor literaria

A los 15 años dio a conocer sus primeros trabajos líricos con la divulgación de su poema: "Mientras purgo mi pena" y, al muy poco tiempo, obtuvo una mención en Tucumán por la traducción en verso de "Le Crucifix", del escritor y político francés Alphonse de Lamartine y, al año siguiente, en 1923, le correspondió el tercer premio por su canto lírico "A España en el Día de la Raza", distinción que le fue otorgada por la Biblioteca del Consejo Nacional de Mujeres, de Buenos Aires.

Seis años después la revista "El Hogar" (Buenos Aires) le otorgó un primer premio de un concurso literario por su novela corta "Noble impostura".

Su primera obra literaria la hizo conocer en 1926 bajo el título:"Lirios de Otoño" que, según un crítico literario del diario "El Orden" de Tucu-mán: "sería un nuevo destello de la inteligencia de la autora y una prueba más de su arte literario. "Lirios de Otoño" es un canto al amor y a virtud, que suscitará sin duda visibles sentimientos de quienes lo lean, constituyendo, por otra parte, una buena lectura, por el estilo impecable en que está escrito".

En 1926 fue galardonada con el primer premio en los Juegos Florales de Tucumán por su poema "Himno al Perdón" y, en 1941, en Catamarca ganó el segundo premio con sus "Loores a la Virgen del Valle" y al año siguiente recibió la Flor Natural en los Juegos Florales de Salta por su "Canto a la Cruz".

Por su parte, la Alianza Francesa le concedió una condecoración por sus actividades culturales en adhesión a Francia, entre ellas su poema "O France!", escrito en 1940. Con el correr del tiempo el Instituto Sal-teño de Cultura Hispánica la distinguió con un diploma como "Miembro de Honor" "por sus amplios méritos en bien de la cultura y por su amplia labor hispanista".

En 1934 publicó el libro de lectura "Por los Prados del Alma" que mereció cuatro ediciones, la última de ellas encargada por el Consejo General de Educación. Sobre esta obra el primer arzobispo de Salta, monseñor Roberto José Tavella, señaló: "la exquisita sensibilidad de su alma, alcanza todavía una mayor expresión en las delicadas poe-sías que alternan con la prosa y que serán formas luminosas, de arte y misticismo en el alma de los niños, formas de donde sacarán recursos morales para defenderse a sí mismo de la frialdad o de la pobreza es-piritual del ambiente a donde los conduzca y los mantenga el destino de sus vidas".

Clara Saravia Linares de Aria - un pedazo insoslayable de la historia de Salta- nació en esta ciudad el 12 de julio de 1905 estaba casada el prestigioso médico Santiago José Arias, colaborando en las páginas literarias de revistas especializadas y en importantes diarios del país y del extranjero con sus poesías, pletóricas de vida, vibrantes de emo-ción y rebosante de colorido.

Como por ejemplo, con la recopilación de su obra poética en el libro "Mas Amor", aparecido en 1978. De ese amor que necesita el hombre para cumplir con el segundo mandamiento: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". De ese cariño que le "falta a los que tomaron el camino del odio porque no encontraron un camino de amor; porque sufrie-ron y no fueron consolados, porque les faltó todos los que otros pose y nadie se acordó de darles una parte de felicidad y de cariño", conceptos éstosúltimos que fueron vertidos por Clara Saravia Linares de Arias cuando buscaba el título de su último libro.

Esta eximia escritora salteña que se desempeñó como profesora en la Escuela Normal de Maestras, Colegio de Jesús, Colegio Santa Rosa de Viterbo y Bachillerato Humanista Moderno, en las cátedras de Francés, Literatura y Castellanos nos dejó en sus versos el anticipo apasionado de su diálogo con la eternidad.


 

El Señor del Milagro restañará tu herida

Peregrino...

Si ha sido muy amargo, muy árido el camino;

Si te ha dado la vida

Tan sólo los abrojos, si tienes una herida

Que sangra todavía, si la áspera jornada

Te robó todo siempre, sin ofrecerte nada;

Si resultaron vanos

Tus dorados ensueños; si no encontraste hermanos,

Si, al pasar a tu lado, la dulce primavera

No te miró siquiera...

Si sientes ya en el alma cansancio de las cosas,

De sufrir las espinas sin alcanzar las rosas,

Si buscas un oasis de amor en tu sendero,

Quédate aquí, viajero...

No sigas tu camino, no vayas adelante;

Fíjate en esa imagen de Cristo agonizante:

Mira esos mansos ojos, mira esos labios yertos

Que, pidiendo ternura, siempre están entreabiertos...

Mira: esa Carne santa sabe también de espinas

Y saben de dolores esas Llagas divinas...

No te vayas, viajero cansado de la vida

Que el Señor del Milagro restañará tu herida.

.... si ha sido muy amargo, muy árido el camino

quédate, peregrino...

(De ¡Más amor!)

 

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