El dentista
El dentista es fanático de Mozart.
En el consultorio, la música en la casettera
es un universo continuo a la sordina.
El terror es desmentido con esa dignidad.
Simpatiza con sus pálidos pacientes
y mientras prepara aguja y jeringa
acompaña y confirma los acordes
con un silbido enamorado y creador:
él también compone su Mozart.
La anestesia acorrala el dolor
hasta la entraña del hueso
y cuando arranca la muela muerta, la música
parece oscurecer en un caos.
Pero el gusto a sangre en la boca
despide la podredumbre
y el oído se entrega
a la finalidad de un auténtico destino.
En el corredor del hospital
En el orden frío la escena
estaba prevista: una puerta se abrió en el corredor
como una respuesta decisiva. Una enfermera
aleteó; el médico
se desentendió del mal absoluto
al sacarse los anteojos.
La banalidad de la desgracia, este olor
que nunca olvidaré. Una mujer aulló
en alguna parte, como una vida
saltando de su eje. Y el recién muerto
-ese corto circuito en el sistema-
gozó una especie de continuación.
Hasta que las sábanas otra vez se alisaron
y todo volvió a su propia burocracia.
Accidente aéreo
Leímos que el accidente aéreo se produjo
a causa de una falla en el radar, cuando la niebla
devoraba esa noche el aeropuerto.
Aquí están los rostros en las fotografías
reproducidas en frío de los desolados documentos personales.
Destinos resueltos en una conmoción instantánea
al final de una parábola
cuyo curso no entró en los cálculos;
paralizados por un error
no previsto en la materia irresponsable
no del todo dispuesta
a coincidir con nuestras convicciones,
o por falta de amor en una incierta sección
/ del mecanismo.
Vacaciones junto a una ventana
Por el momento,vacaciones entre cosas vegetales
cuyas relaciones no intento modificar. Están allí
y yo aquí. Una tregua de espectador en mi confuso destino.
Bostezo y fumo lo más humanamente posible. Mi ventana
incluye un cielo excesivo y una fila de montañas verdes
que no ofrecen respuesta..Y más abajo, en la calle desierta
algunos perros que reparten el día
entre la acometida sexual y la disputa de un hueso,
con la rabiosa convicción
de aferrarse a una última oportunidad de estar vivos.
Estas son descripciones de ausente, pero yo
con una traducción de Eliot no voy a ninguna parte.
De la ventana hacia adentro, dislocaciones. Pienso
en la vida auténtica, su posible estilo, un modelo
para oponer a los árboles y a los perros.
Porque hay algo en uno que no encaja con nada.
Bajo contínuo
De la guitarra prefiero los acordes más bajos.
Los que atraen hacia el fondo y retienen
la posibilidad aérea de la música.
Los que golpean el suelo y el polvo.
Los que buscan en la tierra
la terrible respuesta que espero de un día para otro.
Escala zoológica
¿Qué me importan los perros?
Gran respeto por los gatos, su
digna idea de estar vivos.
La existencia de la vaca me hace feliz.
Adoro los caballos, su estúpido y dulce asombro.
No justifico a los monos.
Las ratas son una invención literaria.
Hay algo equivocado en el absorto desplazamiento
del sapo.
De muchas maneras se ha explicado la
permanente fuga de las aves.
Pero hay cierta integridad en el albatros.
En el universo de los insectos me inclino ante la araña,
el enérgico estilo de su temperamento.
Las cucarachas son un producto de la cultura.
Pero en fin, puesto a elegir
me quedo con la tortuga.
Su tenaz convicción de aplastarse contra la tierra,
su lenta vida a través de las edades,
su discreción, su delicado sueño,
su ocio melancólico,
¡su silencio apolítico de sordomuda ejemplar!
Si no fuera que hay tantas cosas que hacer todavía
entre nosotros,
yo me contentaría tranquilamente con tener una
tortuga:
sería la única propiedad privada que podría soportar.
Mientras haya reunión
Mientras estemos besándonos no moriremos
mientras duren nuestros besos no caerán las hojas
mientras tu lengua y la mía sean una
el sol no se pondrá
mientras tu boca y la mía digan la misma palabra
se detendrán las obras en construcción
mientras nuestras manos se junten
no sonará el teléfono
mientras nuestros cuerpos se abracen no habrá mundo,
ni historia, ni canciones, ni ciudades ni comercio,
ni contradicciones.
El cielo hará lo que le plazca
porque no habrá otra parte en ninguna parte
porque el todo estará aquí
y nada podrá sobrevivirnos.
Residuos
Los perros de la madrugada
despanzurraron las bolsas de plástico
con nuestros residuos inexplicables,
las pequeñas muertes de cada día.
Existencia en bruto, los perros comieron
la materia orgánica, salvo un hueso pulido
que como un muerto sin enterrar
quedó a cargo de las ratas. En el pavimento
los automóviles aplastaron latas de cerveza.
Así que todos comieron de la peste de la cultura.
Después durante la noche aullaron
los perros famélicos: fue un dato más,
un informe de emoción cargado
acerca de lo que estaba sucediendo
en las coléricas tripas de la nación.
Ni ángel ni rebelde
No arriesgó nada
no practicó la irreverencia
no mordió el sexo del paraíso
no padeció la pesadilla de vivir
no aulló por falta de demonios en el vientre
no enturbió el agua de ninguna academia
no gozó la locura de la realidad
no destruyó su propia fisiología
no reveló lo insensato de la sensatez
no orinó ni escupió ni eyaculó fuera de foco
no hizo de la palabra la enemiga total
no metió ningún dedo en la llaga
de ninguna cosa hizo destino
no tuvo miedo de sí mismo
no metió mundo ni absoluto en sus venas
no arrulló entre sus brazos una bomba ni siquiera pacífica
no tuvo pensamiento ni ademanes ni colores militantes
no se encamó con el monstruo de sí mismo
no hizo del vacío una utopía
no amó ni para nacer ni para morir
no telefoneó al otro mundo, no arrojó
bocanadas de sangre sobre el orden y el lenguaje.
Fue correcto adecuado municipal y obvio
o sea una buena persona en el peor sentido de la palabra.
JOAQUIN GIANNUZZI
Bs.As.1924 – Salta 2004