Volver Mapa del Sitio
Monseñor Carlos Mariano Pérez Eslava

 

Segundo Arzobispo de Salta

Por Ernesto Bisceglia

Carlos Mariano Pérez nació en Cascallares –provincia de Buenos Aires-, el 24 de noviembre de 1907. Después de cursar sus estudios teológicos en el Instituto de la Crocetta, recibe la consagración sacerdotal en Turín el 9 de julio de 1933. En 1957 es consagrado Primer Obispo de Comodoro Rivadavia. Su Santidad Paulo VI lo envía como Arzobispo de Salta en 1964. 

En esta ciudad abre la primera "Casita de Belén", en 1965, para cobijar a los niños más necesitados. Después de participar en todas las sesiones del Concilio Vaticano II, impulsa la aplicación de sus normas y orientaciones. El 15 de octubre de 1966, se coloca la piedra fundamental del edificio propio de la Universidad Católica de Salta, que se inaugura el 2 de septiembre de 1969.

En 1973 crea el Servicio Sacerdotal de Urgencia y al año siguiente preside El VII Congreso Eucarístico Nacional en esta Provincia.

En 1977, el Señor Arzobispo, solicita al Ministro del Interior de la Nación, la efectiva libertad de todos los detenidos ya absueltos por la Justicia; el juzgamiento sin demora de los que aún no habían sido juzgados; la humanización del trato de los detenidos, que se les permita recibir visitas y adquirir efectos personales.

El 13 de octubre de 1978, en ocasión de los 100 años de la Catedral Basílica, monseñor Pérez inaugura el presbiterio totalmente remodelado y consagra el nuevo altar, de acuerdo con la renovación conciliar litúrgica.

El 16 de Abril-1982 con motivo de conmemorarse los Cuatrocientos Años de la Fundación de la Ciudad de Salta, el Arzobispado organizó diversas ceremonias religiosas durante las cuales los Prelados más destacados abordaron en sus homilías temas relacionados con la misión evangelizadora de la Iglesia en América y en esta provincia en particular.

Leer más información...

El VII Congreso Eucarístico Nacional

"Todo esto ha transcurrido como un sueño. Un maravilloso sueño de la emoción religiosa de Salta que se estremeció de entusiasmo cuando el arzobispo monseñor Carlos Mariano Pérez le anunció que en el año 1974 iba a realizarse en esta ciudad el VII Congreso Eucarístico Nacional. Como se sabe, la Conferencia Episcopal Argentina había resuelto realizar aquí esta magna asamblea y así lo hizo saber en la Pastoral Colectiva de mayo de 1973 en la que se expresaba que recordando el 40 aniversario del Congreso Eucarístico Nacional celebrado en Buenos Aires en octubre de 1934, se iba a celebrar éste "que tendrá como escenario todas las diócesis argentinas y como culminación la ciudad de Salta. Esta oportuna rememoración coincide providencialmente con al Año Santo anuncia por S. S. el Papa Pablo VI y que ha comenzado el día de Pentecostés".

Este texto que antecede podía leerse en la publicación del El Tribuno del día domingo 13 de octubre de 1974, en su Suplemento Especial (Pág. IX).

En realidad, el año de preparación para la celebración del VII Congreso Eucarístico Nacional se inició el domingo 7 de aquel mes de octubre de 1973 con el rezo de una misa concelebrada en el atrio de la Catedral Basílica, frente a la cual se había levantado un gran estrado sobre el cual se instaló el altar que presidió aquella ceremonia a la cual asistió todo el clero de Salta y religiosos llegados de otros sitios del país.

Monseñor Carlos Mariano Pérez, en oportunidad de la Homilía, en aquella jornada sostuvo que:

"Convocados por la Voz de Cristo que nos ha hablado por medio de sus pastores en toda la extensión de la Patria, hemos venido hoy a proclamar solemnemente el comienzo del año del Séptimo Congreso Eucarístico Nacional que quiere hacer vivir su lema "Reconciliación en Cristo" para comprender el Año con dios y con los hombres. El Séptimo Congreso Eucarístico Nacional que hoy comenzamos quiere ser una reafirmación pública de nuestra fe cristiana en el reconocimiento a Cristo presente en la Eucaristía y un estímulo para nuestra vida de fe, que nos impulse a seguir en Cristo en la doble vertiente de amor a Dios y de amor al prójimo, como la contribución solidaria y eficaz a la Unión de la Comunidad Argentina. Debemos fortificar el denominador común de la fe de nuestro pueblo, para poder sumarnos y unirnos en los ideales de bienestar común. Hace pocos día nos hemos unido ante la Cruz de Cristo siguiendo a la imagen del Señor del Milagro. Hoy nos reunimos para reconocer y adorar su presencia real eucarística que por u voluntad y poder, se hace presente en la Santa Misa, memorial del Sacrificio de la Cruz. La Eucaristía no puede entenderse sin el Evangelio y éste permanece incompleto sin aquella. Sólo la Eucaristía que es sacrificio sacramento sella definitivamente la fe y compromete todo nuestro ser en el misterio de Cristo. Así nos enseña la Pastoral Colectiva para el VII Congreso Eucarístico Nacional. De ahí que los anhelos y consignas pastorales para esta etapa de preparación y comienzo del Año Eucarístico Nacional que culminará aquí en Salta el próximo año 1974 en esta semana de octubre son bien claros:

1º- Profundizar y vivir personalmente el amor a Dios en Cristo que se inmola y se entrega en la Santísima Eucaristía.

2º- Hacer efectiva esa participación y vida eucarística en la imitación a Cristo en su sacrificio para que la vida cotidiana sea un compromiso en el ejercicio de la caridad fraterna y en las aspiraciones y realidades humanas de la comunidad. Ningún signo podía ser más apropiado para dar comienzo publico y solemne al VII Congreso Eucarístico Nacional y al Año Santo que esta misa concelebrada donde sacerdotes con su obispo y pueblo con sus autoridades, se reúnen ante el altar para poner su confianza en Cristo Eucaristía que es el verdadero signo de unidad y vínculo de caridad. El acontecimiento que hoy comienza Salta, le afecta muy de cerca, en una grande y honrosa responsabilidad que le compromete ante toda la Nación  recibiendo a miles de participantes y ofreciendo a lo mismos su innata hidalguía y hospitalidad así como la ayuda servicial y el ejemplo de su nobleza cívica y cristiana".

(...)

"Apelo aquí  a la buena voluntad de las autoridades que se han dignado acompañarnos y al pueblo en general, para que unos con el apoyo eficaz y otros con el ofrecimiento del hospedaje en casas particulares y la oración diaria, contribuyan a que este evento de responsabilidad y realce histórico sea para todos un hecho que reconforte y aliente a la Patria y que veamos como una realidad lo que dice el Himno Oficial del Congreso".

Aquellas palabras de Monseñor Pérez sonaron como una clarinada llamando a reunión; toda Salta se aprontó a colaborar con el evento que se anunciaba; "cada uno desde su esfera de acción y de sus posibilidades".

Como ha sido costumbre ya secular, se organizaron todo tipo de comisiones que respondieron con lo mejor de su entusiasmo. Desde las Asociaciones católicas y los grupos de reunión, lo mismo que en los colegios confesionales se comenzó un trabajo de preparación sobre los jóvenes para que comprendieran la magnitud del evento. Se repartieron miles de cancioneros y en cada misa comenzaron a ejecutarse esos cantos para que todos, cuando asistieran a las celebraciones los conocieran y los cantaran.

Precisamente, puede decirse en esta crónica del recuerdo, que fue aquella juventud el protagonista excluyente del Congreso Eucarístico de Salta. El programa del Congreso preveía, por supuesto, una Jornada dedicada a un Encuentro de Juventud, que se llevó a cabo en las instalaciones del Salta Club. Disertantes fueron el Doctor Oscar Travesaro, vicepresidente del Consejo Superior de Hombres de la Acción Católica Argentina y Luis Silverio Corli, también abogado y presidente del Consejo Nacional de la Asociación de Hombres de la Acción Católica Argentina.

El Doctor Travesaro habló de:

"la responsabilidad  de hablar a la vanguardia de la juventud católica y de la Patria; a la necesidad de comprender que los jóvenes son receptores y transmisores de los valores de la comunidad entera y a la responsabilidad de los jóvenes en esta etapa providencial que nos toca vivir".

"(Hay) una necesidad de vivir en integridad nuestra condición de cristianos: fidelidad, rectitud, lealtad, autenticidad, espeto a Dios y a la Patria; fidelidad en la oración y para que esa responsabilidad sea seria, es indispensable la búsqueda de capacitación para el liderazgo".

"Con ello construiremos el hombre nuevo que la iglesia y la Patria esperan y necesitan".

Fueron también los jóvenes los que animaron las jornadas de celebración en el Altar levantado en la intersección de las Avenidas Paseo Güemes y Virrey Toledo, calificando entonces como "nota de singular relevancia" a los diversos grupos corales que acompañaron las sucesivas ceremonias. Esos coros fueron: el del Colegio María Auxiliadora, de la Escuela de no Videntes, del Colegio de Jesús, el Coro de Tabacal, el del Colegio Santa Rosa y el de la Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 2. El día del cierre estuvo engalanado por un grupo coral formado por 800 niños acompañados por la Banda de Música de la Provincia y el Coro electrónico de la Parroquia de Santa Rosa de Lima de Villa Las Rosas

La Comunión de los Niños: un espectáculo inolvidable

 

La crónica de la época describe que el día jueves de esa semana dedicada al Congreso Eucarístico se destinó para la Primera Comunión de millares de niños salteños. Aquella ceremonia fue presidida por el Legado Papal, Monseñor Silvio Oddi que había arribado en la jornada anterior.

Para tal evento se habían dispuesto centenares de bancas sobre la Avenida Virrey Toledo donde se ubicaron los alumnos de la escuelas que por primera vez comulgaban, junto a sus padres.

El Periódico "El Intransigente" del día viernes 11 de octubre de 1974, decía:

"Mientras lo rayos del sol se hacían sentir con persistencia en la capital, más de 10.000 niños tomaron la comunión en la mañana de ayer, en uno de los actos más significativos celebrados en el altar mayor del VII Congreso Eucarístico Nacional. El solemne culto contó con la presencia del Legado Papal, cardenal Silvio Oddi y de representantes del gobierno provincial, entre los que cuentan el titular del Ejecutivo, doctor Miguel Ragone; del ministro de Bienestar Social, doctor Luis Canónica; el secretario de Estado de la Producción, ingeniero Waldo Castelló y del intendente municipal Juan Carlos Sánchez.

La homilía de la oportunidad estuvo a cargo del arzobispo de San Juan, monseñor Hidelfonso Sansierra.

Numerosos sacerdotes suministraron la comunión a los diez mil niños, de los cuales 3.500 lo hacía por primera vez. Más de 60 escuelas de la capital y del interior estuvieron presentes, repletando las arterias que circundan al altar del Congreso.

La Homilía

"En estos niños veo la alborada de la Patria" señaló el arzobispo Sansierra en  una parte de su homilía dedicada a la niñez que con recogimiento participaba de los cultos. "En esta ciudad legendaria -comenzó diciendo- protegida por el Cristo y la Virgen del Milagro, signada por la recia figura de Güemes y enmarcada por sus cerros, el cielo y la estrella, la Argentina os recibe con lo más precioso, dulce y tierno de su riqueza, de su sentimiento religioso y de su ser, reitera la bienvenida de millares de niños presente aquí, venidos de todos los rincones de la Patria".

Luego se refirió a la relación Iglesia-Evangelio-Niñez, expresando: "En verdad que la Iglesia a ejemplo de Jesús siempre amó tiernamente a los niños y quiso que fueran educados, respetados y nutridos con la verdades cristianas y los sagrados misterios, sin descuidar la cultura humanística". Más adelante analizó algunos aspectos relativos a la educación moral, ambiente y clima de diálogo recalcando que todos esos puntos merecen se atendidos preferencialmente en la educación infantil".

Terminó reflexionando: "En estos niños veo la alborada de la Patria... estos niños están desafiando al mundo de hoy, porque quieren ser inocentes" y todos -rubricó- debemos hacer algo para cuidar el tesoro de la inocencia".

 

El programa del Congreso Eucarístico

Como "cambiantes matices de emoción", calificaban los periódicos de la época a los sucesos de aquellos días. Vivencias todas que habían dejado "la huella indeleble de una siembra de luces y de bienes espirituales que promete abundosa vendimia". Evidentemente, un halo poético signaba el entusiasmo de la prensa por aquellos días, quizás imposible de encontrar en el presente, un poco tal vez, muy "almibarada" para la crudeza con que hoy se redactan las noticias y que da cuenta de que hasta no muchos años -han transcurrido tan sólo 33 años, poco tiempo en términos históricos-, el alma popular todavía conservada cierta inocencia y se admiraba de sucesos como éstos.

A diferencia de lo que ocurre hoy, toda la familia participaba de estos eventos, todos vivían una sensación muy especial; no era difícil encontrarse con personas que tenían a un peregrino hospedado en sus casas. Comentarios del tenor de: "yo tengo un obispo en mi casa", eran comunes. De hecho, quien escribe estas líneas tenía uno alojado y dos señoritas de venerandos noventa años que lo servían y que habían viajado a Salta con motivo del Congreso. El diario seguía diciendo:

"El Dolor Cristiano y la Eucaristía fue el temer del lunes 7 -jornada dedicada a los enfermos- y las ceremonias realizadas en el Gran Altar del Congreso, tocadas de emoción profunda, impactaron en el ánimo de una feligresía, esperanzada que llegó sostenida por las fuerzas inclaudicables de su fe, en procura del remedio eucarístico.

Las vocaciones cristianas y el sacerdocio eterno, objetivo e la tercera jornada constituyó una lección elocuente de fidelidad brindada por las órdenes religiosas y recogida por la piedad del gran pueblo creyente.

La Fe y la Eucaristía en el día dedicado a las Fuerzas Armadas y de Seguridad, fue otro jalón significativo en el itinerario de un Congreso que avanzaba hacia la apoteosis. Ese día, (el miércoles último) llegaba a esta ciudad el legado papal monseñor Silvio Oddi, y hubo clima de fiesta popular en la triunfal recepción.

La Niñez y la Juventud tuvieron también su día en el calendario congresal y el Gran Altar instalado en Paseo Güemes y Virrey Toledo fue rodeado el jueves por la fuerza nueva del catolicismo en marcha; esas hermosas reservas de la fe que se manifestaron espléndidamente en un acto de singulares significaciones.

El día de los peregrinos se celebró el viernes pasado y sosteniendo el lema oficial "Reconciliación en Cristo" hombres y mujeres que llegaron a Salta procedentes de todos los rumbos de la Patria, establecieron allí el gran concierto de la unidad nacional.

El Trabajo y las Fuerzas Vivas fue el tema que presidió la jornada de ayer sábado. Todas reunidas, las fuerzas de la ciudad y las de campaña, el gaucho y el industrial, los docentes y los obreros, los productores y los empleados elevaron su fervor eucarístico en una emocionante conjunción de anhelos que desembocan todos en la común esperanza de la paz, la comprensión, la justicia y la armonía de todos los sectores del trabajo creador. También salió a las calles el Señor del Milagro.

Hoy, la Apoteosis. Es el gran día de Clausura del Séptimo Congreso Eucarístico Nacional, Día de la Patria y de la Iglesia con el lema "La unidad y la paz". La Señora Presidente de la Nación pronunciará la Oración de Consagración del Pueblo Argentino y a todo el país llegarán las vibraciones vigorosas y reconfortantes de una grandiosa reafirmación del sentimiento religioso del gran pueblo argentino.

Estas son, en síntesis, las ocurrencias magistrales del Séptimo Congreso Eucarístico Nacional que se realizó en Salta rememorando aquel Congreso Internacional que tuvo por sede Buenos Aires entre el 10 y el 14 de octubre de 1934. En la entrega final de esta serie "Lecturas para el Congreso" ofrecemos algunos rescates de estas luminosas jornadas".

(El Tribuno- Suplemento Especial- domingo 13 de octubre de 1974 - Pág. X).

Durante esos días del Congreso Eucarístico Nacional se fundó una Institución de formación y trabajo pastoral que duraría muchos años y que tendría un protagonismo importante durante las Fiestas del Milagro; Las Brigadas Eucarísticas, conducidas por el poeta y escultor Hernán Arancibia (hermano del Padre Ubén Gerardo Arancibia, aquél que la Compañía de Jesús enviara a organizar la Universidad Católica de Salta).

Esta Institución no sólo desarrollaba su trabajo en la Catedral Basílica y adyacencias ordenando el ingreso y egreso de los fieles, atendiendo las ofrendas y ayudando solícitos a los peregrinos en sus necesidades. Durante todo el año se reunían los días sábados en la tarde en el salón del Seminario Conciliar donde conocidos asesores daban charlas formativas. El número de jóvenes convocados llegó a contarse en unos 500, entre varones y mujeres. No pocos matrimonios católicos fueron fruto de aquellos encuentros.

Pero el hecho sobresaliente para esta ciudad fue sin duda la expectativa creada por la visita de la Presidente de la Nación, la Señora María Estela Martínez, ya viuda de Perón; el General había fallecido pocos meses antes -el 1 de julio-, y desde la creación de la Universidad Católica, ningún otro presidente había visitado la provincia.

Los días previos se montó un impresionante operativo de seguridad, ya eran tiempos difíciles en que la violencia que se desataría poco tiempo después se insinuaba. El entonces Colegio Nacional se había convertido en el epicentro de esos movimientos, donde desde el día anterior se asentaban y levantaban los helicópteros probando distancias y tiempos.  Para nosotros, "changuitos", todavía, aquello era un espectáculo que hoy todavía está vivo. A la mañana siguiente, cuando la radio anunció que el avión presidencial había tocado la pista de El Aybal, el vecindario cercano al Altar Mayor del Congreso ganó los techos parar ver pasar los Bell que portaban a la Presidenta y su escolta. Debo testimoniar que guardo en la memoria la imagen de la Señora de Perón saludándonos al pasar sobre nuestra terraza ubicada en los fondos inmediatos al Convento San Bernardo. Lástima el gobierno que hubo que padecer...

DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
EN LA CLAUSURA DEL VII CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL

Venerables Hermanos y amadísimos hijos:

En ese gran parque del altar del Congreso, situado en el centro de la tradicionalmente cristiana ciudad de Salta, os habéis reunido esta mañana para el solemne acto de clausura del VII Congreso Eucarístico Nacional, celebrado bajo el lema: «Reconciliación en Cristo», que recoge los objetivos del Año Santo.

 Han transcurrido cuarenta años desde aquel XXII Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires, que vio como Legado Pontificio a un venerado Predecesor Nuestro, el entonces Cardenal Pacelli, que tan gratos recuerdos dejó entre vosotros, y de nuevo os habéis estrechado ahora, Pastores y fieles, junto a la Eucaristía, para renovar públicamente vuestro homenaje y vuestra fe en la presencia real de Cristo en el Sacramento del Altar. Y a la vez, para recoger la lección maravillosa de bondad y amor universales que brotan de la Eucaristía y que, como savia purificadora y fecunda, puede regenerar ideales nuevos y apagar la sed de verdad y justicia de cuantos se acercan con fe a Cristo, que nos amó «hasta el fin» (Io. 13, 1).

Ante El, que es el primogénito entre los hermanos (Cfr. Col. 1, 15; 18. Hebr. 2, 11-12), que nos inculcó como distintivo el mandato de amar como El nos ha amado (Io. 13, 34), y dar si es preciso la vida por los hermanos (1 Io. 3, 16); ante ese Cristo, que por medio de su cruz es nuestra paz y reconciliación (Cfr. Eph. 2,15-18; Col. 1, 19), habréis sentido durante estos días la urgente llamada de la Iglesia, de modo particular en este Año Santo, a una renovación interior que restablezca en la conducta personal y social ese dinamismo orientador querido por Dios, que se manifiesta ante todo en la correspondencia al designio divino de llevar al hombre a la salvación, y en una comunión efectiva y fraterna entre los individuos, las familias, los miembros de la comunidad nacional e internacional. ¡Qué nueva y consoladora panorámica mundial ofrecería la humanidad si hiciera vivencia propia estos ideales! Sí, no nos cansaremos de repetirlo en beneficio de todos: ¡Debernos actuar una verdadera reconciliación fraterna dentro y fuera de la Iglesia! ¿No es esto lo que Cristo y la Iglesia esperan de nosotros en este Año del Jubileo? Sólo entonces podremos decir que ha sido de verdad un Año de gracia y salvación.

Conocemos bien los anhelos y esperanzas depositados por el Episcopado Argentino en este Congreso. La preparación y realización del mismo suponen ya una intensa tarea renovadora de vuestras comunidades cristianas, principalmente en lo referente a las consecuencias prácticas que brotan de la Fe y la Caridad, y habrá contribuido sin duda a crear un clima propicio para asegurar el imperio de la justicia, la libertad y el respeto recíproco en todo el ambiente de ese País (Cfr. La Pastoral Colectiva del Episcopado Argentino, mayo de 1973).

Por parte nuestra confirmamos esas aspiraciones y deseamos ardientemente que la fuerza, la luz y el amor que manan de la Eucaristía conviertan en una consoladora realidad esas esperanzas, con el fin de edificar, en los no fáciles momentos presentes, una verdadera pacificación, en Cristo, de toda la sociedad argentina.

Al enviaros nuestra paterna palabra de aliento, para que perseveréis siempre en el camino del amor y de la fraternidad, que hallan su eminente expresión en la Eucaristía, encomendamos al Señor tales intenciones por mediación de la Santísima Virgen del Milagro, para que Ella, la Madre común y Madre de la Iglesia, os conduzca a su Hijo y en El os haga sentiros verdaderos hermanos y solidarios los unos con los otros. Una solidaridad que sea el testimonio coherente entre la fe y el ejercicio de la caridad fraterna al servicio de las legitimas aspiraciones y realidades humanas.

Sobre ti, amadísimo Cardenal, nuestro Enviado Especial, sobre los venerables Hermanos en el Episcopado, sacerdotes y religiosos, sobre las Autoridades, entre las que hemos sabido ha querido estar presente la Señora Presidente de la Nación, y sobre los fieles argentinos todos, invocamos la constante asistencia divina. En prenda de ella, os impartimos de corazón una especial Rendición Apostólica.

 

Por Ernesto Bisceglia - www.portaldesalta.gov.ar/bisceglia.html

 

Dirección EDI Salta 2013: José de Guardia de Ponté
Todos los derechos reservados portaldesalta 2010/2016