Segundo Obispo electo de Salta
Por Ernesto Bisceglia
Antecedentes:
A la muerte de monseñor Nicolás Videla del Pino, el 14 de junio de 1819, fue designado Vicario Capitular por el Cabildo eclesiástico de Salta, monseñor José Gabriel de Figueroa; cargo para el que será elegido por dos veces más, la primera en fecha 4 de noviembre de ese año y posteriormente el 17 de octubre de 1838 para suceder al fallecido monseñor José Antonio Molina.
Las consecuencias de la muerte del General Güemes no sólo fueron políticas sino también económicas y sociales, por ejemplo, el 7 de junio de ese fatídico 1821, el Hospital de San Andrés cerraba sus puertas a consecuencias de esta invasión realista. Con anterioridad, el General Belgrano había ordenado trasladar toda su infraestructura a la ciudad de Tucumán para evitar que cayera en manos enemigas.
Si bien la historia del Hospital se remonta a siglos atrás, éste se habilitó oficialmente el 13 de julio de 1819, según testimonio de Fray Juan José de la Concepción, Padre Betlemita, y contó con la bendición del Deán Vicente Anastacio de Isasmendi. Monseñor Vergara que estudiara el asunto en profundidad, señala que la documentación al respecto es confusa, pero con todo cita que hacia el "30 de setiembre de 1819, (el Hospital) tenía cuarenta enfermos más que menos". Sin embargo, luego se dice que estuvo cerrado.
Lo que aparentemente ocurrió -y aquí se ven también las consecuencias de la Guerra de la Independencia en su aspecto social-, es que al fallecer a principios de 1819 el Superior Betlemita, Fray Mariano del Corazón de Jesús, y por consecuencia de la Guerra, el tráfico con la Orden y el Hospital quedó cortado, es decir, no se podía establecer comunicación con el Provincial en Lima, de esa manera el Hospital quedó aislado, no sólo en lo espiritual sino también en lo económico, quedando a cargo en Salta un fraile enfermero, el citado Fray Juan José de la Concepción.
En su declaración al Gobierno de Salta, éste Fraile declara que:
"(el Hospital) se abrió el 13 de julio de 1819, reatado yo desde ese instante a su inmediato servicio, no hay una duda...
"También consta mi empeñosa contracción al servicio actual del público y del mismo Hospital hasta los momentos de haberse éste extinguido con la invasión repentina que hizo el enemigo en esta ciudad el 7 de junio de 1821..." "...Fue el jefe invasor el Coronel Valdés".
Hacia 1824 era gobernador de Salta el General Juan Antonio Álvarez de Arenales, quien otorga su autorización al padre Manuel Ignacio del Portal para que proceda a la fundación de Cafayate, delegando su ejecución al Teniente Coronel Juan Plaza. Un mes antes, Doña Josefa Antonia de Frías Aramburu había donado los terrenos para levantar la iglesia del lugar.
El 11 de mayo de 1827 son inhumados en la capilla del Colegio de Jesús los restos de Doña Manuela Martínez de Tineo, cuya fortuna y tiempo, esta dama dedicara para la fundación del Colegio de Educandas -antecesor de aquél Colegio-, ya que junto a otras tres religiosas traídas desde Catamarca enseñaba. Los primeros pasos de esta Institución se dieron en un solar cercano a donde hoy se levanta este Colegio.
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Una muestra más del avasallamiento de los gobiernos se da en Jujuy cuando el gobierno de esa provincia se apodera de los diezmos de la Iglesia, tomando además otras medidas en detrimento del clero y aún del mismo culto.
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El 11 de junio de 1836, el Papa Gregorio XVI designa al Doctor José Agustín Molina como vicario apostólico para gobernar la Diócesis de Salta con el cargo de obispo de Camasco. El Doctor Molina había actuado antes como prosecretario del Congreso de Tucumán, donde sostuvo que la Religión Católica debía ser la única de la Nación. Se distinguió también como poeta y orador, cualidad esta último que hizo decir de él a Fray Cayetano: "Dichoso Tucumán que te posee. No tiene por qué envidiar al Parnaso". Aficionado alas artes, cantó a la religión, escribió villancicos y exaltó los triunfos de Belgrano. Hombre de gran fortuna, toda la empleó en obras de caridad. Solía decir de él mismo que: "Yo soy obispo de la Providencia, de los tiempos apostólicos; pero he de cumplir las disposiciones de la Santa Sede aunque sea comiendo tierra". Hay que ver en este nombramiento un intento del propio pontífice por lograr algún tipo de acercamiento ya que no se podía proveer a la vacante de Videla del Pino en razón de que el Gobierno nacional no mantenía relaciones oficiales con la Santa Sede. El Doctor Molina será luego reemplazado por el canónigo José Gabriel de Figueroa por tres votos capitulares sobre cinco cabildantes. Figueroa gobernaría la Diócesis durante el prolongado lapso de veinte años a pesar de su achacosa salud, lo que según las crónicas no le permitió destacarse demasiado.
A su muerte, acaecida el 20 de agosto de 1840, fue sucedido por el párroco de la localidad de Chicoana, el Doctor Antonio González Sanmillán, aunque al terminar éste su mandato de dos años, no se pudo elegir un sucesor en razón de la falta de electores del Cabildo. Esa ausencia fue provista en modo anticanónico por el gobernador de Salta, José María Saravia ya que viendo que el Cabildo Catedralicio no podía reunir el número necesario de votos, resolvió "per se" y por decreto de fecha 12 de agosto de 1842, designar esa vacante, dando inicio a un tiempo conflictivo donde las jurisdicciones -incluso entre eclesiásticos- se avasallaron dando como resultado no pocas declaraciones de invalidez.
El 25 de mayo de 1842, muere el Presbítero Juan Ignacio de Gorriti en la ciudad de Sucre. Aunque provenía de una familia tradicional, la muerte lo alcanza en la pobreza. Su apellido estaba vinculado a momentos de lustre durante la Guerra de la Independencia; sus hermanos habían sido Francisco "Pachi" Gorriti y José Ignacio, éste último además de sacerdote, escritor y educador.
A su gestión se debe que en 1887 las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón se hicieran cargo del "Colegio de Educandas", por entonces en decadencia. Su memoria -aunque desconocida para la mayoría- se conserva en la cima del Cerro San Bernardo, ya que él fue el autor de la iniciativa de colocar la cruz que lo corona para conmemorar la llegada del siglo XX. Viajó luego a Roma donde fue recibido por León XIII y San Pío X . Moriría en Salta el 27 de setiembre de 1909.
El Obispo Colombres:
Así las cosas, con sus vaivenes, Salta alcanzó el tiempo de la Organización Nacional sin contar con un obispo nombrado según derecho. No fue sino hasta que con el General Justo José de Urquiza, entonces Presidente de la Confederación, se propuso un nuevo obispo para Salta. Urquiza junto con Facundo de Zuviría lograron después de tantos años el restablecimiento definitivo de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede.
En Salta, en tanto, el ambiente estaba cruzado por viejos rencores del tiempo de la Independencia, ansiedades insatisfechas y hasta venganzas familiares que se heredaban como los bienes. Tras ingentes esfuerzos y consultas, por fin, el 26 de octubre de 1855 llegó a Salta el decreto del Gobierno Nacional presentando a la Santa Sede como obispo de la Diócesis de Salta al Canónigo Magistral Don José Eusebio Colombres. Acompañaba el oficio una nota de "ruego y encargo" al Cabildo de la Diócesis, para ser entregado al gobierno eclesiástico, que acogió de buen grado el ofrecimiento.
Monseñor Eusebio Colombres había nacido en Tucumán en 1778 y obtenido su doctorado en la Universidad de Córdoba, asumiendo durante su carrera diversos cargos y destacándose por su espíritu de caridad. Actuó como diputado por Catamarca ante el Congreso de Tucumán. En el mes de diciembre de 1858 fue consagrado junto con otros obispos argentinos; lamentablemente, al tiempo en que sus Bulas Episcopales llegaban a sus manos, fallecía en la ciudad de Tucumán el 11 de febrero de 1859.
Monseñor Colombres supo contarse entre los asistentes al Congreso de Tucumán y que firmaron el Acta e la Independencia. De gran sentido social y progresista, fue uno de los pioneros en favorecer la industria azucarera, que inició en Tucumán como una forma de dar trabajo a los desocupados de aquella provincia.
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