Por Ana Patricia Gutiérrez

Introducción
La figura de Doña Juana Azurduy de Padilla, su historia nos remite a los inicios de la lucha por la Independencia, al gran sacrificio que hicieron los pueblos del norte del entonces Virreinato del Rio de la Plata en Sudamérica y que, a inicios del año 2000 se rescata su historia casi del olvido por lo cual destacamos que es muy importante salvaguardar su memoria, como la de muchos próceres que se involucraron convencidamente del surgimiento de una Patria Libre Soberana e Independiente, de cualquier dominio imperialista y que se vislumbraba en un movido y tumultuoso surgimiento de los nuevos estados Sudamericanos.
Finalizaba el siglo XVIII y en América se estaba gestando con esperanza y anhelos de libertad, el fin de la brutalidad y sometimiento durante el periodo conquistador que cegó miles de vidas y la destrucción sistemática de sus naciones originarias.
El antecedente más destacado de la lucha fue la gran revolución andina iniciada por el cacique Túpac Amaru y su compañera Micaela Bastidas, que marcó el inicio de un nuevo tiempo de rebelión por la lucha del amor a su terruño, el resurgir de su sangre con ansias de libertad, de justicia y terminar con las desigualdades sociales de las coloniales, el oprobio y la esclavitud.
Recordemos que la situación de explotación de las minas en Sudamérica habían apagado miles de vidas de hombres mujeres y niños originarios como también los negros traídos por tráfico esclavo, arrancados de África, donde eran obligados a trabajar hasta la muerte, para llenar las arcas Españolas y solventar las mezquinas Guerras de poder en Europa.
Diversos factores desencadenaron el surgimiento de un pensamiento independentista en América, impulsado por la llegada de las ideas del iluminismo y la necesidad del surgimiento de un nuevo tipo de gobierno de los criollas lejos ya de las monarquías que se vieron en muchas situaciones ser tratados en desigualdad de condición social y con desdén y total desmedro.
El teatro de operaciones en la lucha de la independencia siempre estuvo alejado de los gobiernos centralistas, dejaron marcado a fuego el heroísmo de su gente, con ejércitos formados en su mayoría por gente con escasa formación militar, que tuvo muchas veces salir a pelear con lo poco que tenía, a defender su familia y la tierra donde había nacido. Destacamos la humildad de sus grandes caudillos, de sus aguerridos combatientes y sus mártires en una guerra desigual. Por mucho tiempo una historia que cruelmente quiere ser silenciada, en las nuevas generaciones, transformadas en solo un hecho anecdótico para actos escolares y no comprendido cabalmente.
Rescatar del olvido el sacrificio de estos próceres fundantes para la nueva conformación de los pueblos Sudamericanos es muy relevante para la formación de nuestros estudiantes con una mirada crítica y atenta a reconocer los principios y valores que hacen a una nación soberna. También debemos destacar el papel de la mujer en su compromiso por la Independencia de las Naciones de América, colaborando a la par del hombre de diferentes maneras sin medir esfuerzo y sacrificio,
Como figura notable destacamos a doña Juana Azurduy de Padilla, una mujer que jugó un gran papel, junto a su esposo y luego al enviudar, un liderazgo de arrojo y entrega por la Emancipación de la Patria Grande, así lo veía ella para toda su nación.

Breve Biografía
Juana Azurduy nació el 12 de julio de 1780 en Toroca, una población ubicada en el norte de Potosí perteneciente al Virreinato del Río de la Plata (actualmente Bolivia). Hija de Eulalia Bermúdez, una “chola” o mestiza proveniente de Chuquisaca, y de Matías Azurduy, un hacendado de raza blanca de buena posición económica y tierras en la región, Juana aprendió el oficio de las tareas de campo por acompañar a su padre mientras trabajaba, y de esta forma entró en contacto con los pobladores originarios de su tierra, aprendiendo así el idioma quichua y el aymara. Sin embargo, quedó huérfana siendo joven y debió completar su crianza entre sus tíos y el convento.
A los 25 años, 1805, se casó con Manuel Asencio Padilla, un estudiante de derecho que era hijo de unos vecinos y amigo de la familia. Tuvieron cinco hijos: Manuel, Mariano, Juliana, Mercedes y Luisa.
En 1809, luego de que estallara la revolución independentista de Chuquisaca, un 25 de mayo, tanto Juana como su esposo se unieron a los ejércitos populares y ayudaron a destituir al gobernador y a formar una junta de gobierno que duraría hasta 1810, cuando las tropas realistas vencieron a los revolucionarios.
A partir de ese entonces, a través de una organización conocida como "Los Leales", el matrimonio combatió contra imperio español destacándose especialmente Juana por su valentía y su capacidad de mando, hecho que le valió nombramiento de Teniente Coronel, en el verano de 1816, y la entrega simbólica de un sable del Gral. Manuel Belgrano por las tropas enviadas desde Buenos Aires con objetivo de liberar el Alto Perú.
Ese mismo año, ya embarazada de su quinto hija, Juana sufrió una herida en la batalla de la Laguna, y al intentar rescatarla, Manuel Asencio Padilla murió en combate. Su cuerpo fue degollado y colgado por los realistas. Doña Juana luego de dar a luz y de rescatar la cabeza de su esposo para darle sepultura. Después ocultándose se trasladó y se unió a la guerrilla de Martín Miguel de Güemes, que operaba en el norte del Alto Perú defendiendo en seis ocasiones las invasiones realistas, hasta la muerte del Héroe Gaucho. Pierde la protección y ella nuevamente se oculta y permanece sobreviviendo como puede en el Chaco, hasta 1825 donde consigue un magro subsidio del Gobernador Don Antonio Alvares de Arenales, este dinero que le permite regresar a su tierra y reencontrarse con Luisa, la única hija que le sobrevivió de la Guerra.

Muerte y reivindicación
A ños después, tras caer el último reducto realista del ex virreinato del Río de la Plata en el Alto Perú, el 1 de abril de 1825, Simón Bolívar la ascendió a coronel y le otorgó una pensión que recibió durante cinco años. Luego de la proclamación de la independencia de Bolivia, la Coronela intentó recuperar sus tierras, sin lograrlo, y murió en la miseria el 25 de mayo de 1862, a los 81 años en la provincia argentina de Jujuy. Fue enterrada en una fosa común.
Cien años más tarde, sus restos fueron exhumados y trasladados a un mausoleo construido en la ciudad de Sucre, Bolivia, y en 2009 fue ascendida a Generala del Ejército argentino y mariscal de la república boliviana.
Finalmente el reconocimiento póstumo de esta enorme mujer revolucionaria, se llevó a cabo oficialmente a partir del año 2009 con mayor importancia tanto en Argentina como en Bolivia lugar donde nació y marco a fuego su destino nacionalista.
Cabe recordar que también aparecieron distintas publicaciones de libros y otros textos impresos como digitales, de carácter educativo que bien puede ser usado en la enseñanza escolar y que poca importancia se le está dando en desmedro del aprendizaje de los estudiantes, es muy urgente poner en conocimiento dichas publicaciones a las instituciones para que tengan un mayor alcance en la formación de aspectos que hacen a la revalorización histórica y cultural en sus distintas expresiones, alimentado de contenidos que conllevan a la comprensión cabal de nuestra identidad nacional. Rescatar y refirmar la memoria de distintos hombres y mujeres de la Patria será de gran apoyo en el reconocimiento de nuestra pertenencia sudamericana.
Para más información: https://www.edisalta.ar/juana%20azurduy.htm
Bibliografía consultada
Ceballos de Marín, Fani y San Remo, Javier. Juana… El sable y la rosa. Editorial Mundo Grafico. Salta, 2012.
Bombara, Paula y Zaramella, Juan Pablo. La Fuerza Escondida. Editorial Norma. Buenos Aires, 2019.
Sitio: www cultura gob ar
Sitio: www.edisalta.ar