Mabel GONZÁLEZ ESCOBAR ·
autizada con el nombre de Margarita del Carmen Puch, nació en la provincia de Salta el 21 de febrero de 1797. Sus padres, Dorotea Velarde y Domingo Puch, un afincado español de notable fortuna. ¿Margarita o María? Es la pregunta sobre esta dama patriota. En la partida de bautismo figura como Margarita del Carmen. Pero en las actuaciones previas al casamiento figura como María del Carmen. Según Bernardo Frías es probable que el cambio de nombre haya sucedido al administrársele el sacramento de la confirmación. Educada en el seno de su familia, era poseedora de una gran cultura. Pasó parte de su niñez y juventud en las posesiones familiares de Rosario de la Frontera y en Miraflores, departamento de Anta. De ella se ponderaron tanto su belleza física como sus cualidades morales a tal punto que el general Rondeau, luego de la paz de los Cerrillos y prendado de sus dotes la llamó “Carmen divina”. Doña Juana Manuela Gorriti solía decir de ella que “era una mujer maravillosa, con todas las seducciones que puede soñar la más ardiente imaginación”.
La hermana del general Martín Miguel de Güemes, Magdalena Güemes de Tejada Macacha (según el historiador Bernardo Frías), fue quién llevó a cabo las formalidades del matrimonio de la niña Carmen y el general Martín. Que se celebró el 15 de julio de 1815 dos meses después de haber asumido Güemes la Gobernación de Salta. La tez blanca, los ojos azules profundos, la barba de mil batallas, el hombre leyenda, el amor entre los dos estaba sellado desde el instante en que se conocieron. Carmen tenía 17 años, él muchos más. La boda se celebró en la catedral y se festejó en la ciudad y en la provincia entera, duró varios días.
La vida en el norte de la República no era fácil, las guerras son así, crueles, indomables, feroces pero los gauchos del general Martín representaban ya en aquellas horas la gloria militar más brillante. Fue en estos tiempos que el amor de Carmen y Martín minimizaban las adversidades, y ese mismo amor concibió tres hijos varones: Martín del Milagro (quien luego fue gobernador de Salta), Luis e Ignacio. Carmen amaba tanto a sus hijos como a su general, Carmen amaba.
La sociedad salteña en ese momento con su imagen opulenta, culta y aristócrata, cubría de intrigas y desprestigio al general gaucho y a su ejército. La familia del héroe gaucho se vio obligada a cambiar de residencia frecuentemente, ya que Martín Güemes, fiel a la causa no abandonaría la lucha. Su familia era un objetivo codiciado; fue por ello que a pedido de su amado Martín, Carmen partió a la propiedad paterna Los Horcones, esperando todos los días la llegada del mensajero que su marido le enviaba, el mensajero del caballo moro. Martín le escribía todos los días, sin importarle heridas, miedos o cansancio. A veces, Marín tuvo miedo de no volver a su lado.
Ella, sin saber de la emboscada donde hirieron a su esposo, no pudo aliviar su agonía, ni darle un último beso, ni decirle por última vez cuanto lo amaba. En esa agonía junto a sus hombres le pide a José Ignacio Gorriti (padre de Juana Manuela) que velara por sus hombres, por Carmencita y sus hijos.
Como una premonición suspiró: “Ella vendrá conmigo y morirá de mi muerte como ha vivido de mi vida”. Salta no volvió a ser la misma desde aquel momento, la gente nunca se repuso. La familia quedó desbastada, los funerales y una guerra de ineptos porteños y españoles oportunistas, no permitieron despedir al héroe con honores y llenarlo de gloria. Carmen cambió. No solo perdió a su marido, a los pocos días pierde al pequeño Ignacio antes de cumplir un año de vida. Cortó su rubia cabellera, cubrió su rostro con un velo negro y eligió el rincón más oscuro de la habitación y se dejó morir. No se movió en ningún momento, no escuchó los ruegos de su padre ni de sus hermanos, de vez en cuando se incorporaba, el llanto cesaba y ella sostenía el velo con la mano derecha. Mostraba sus ojos vidriosos, besaba en la frente a sus pequeños mientras decía: “Chiquitos, cuídense, cuiden a su abuelo y honren la memoria de su padre”. Después volvía el velo, el llanto y el silencio. Carmen no sobrevivió, murió en el rincón donde lo había planeado sin planearlo. De dolor, de pena.
No solo Juana Manuela Gorriti o Bernardo Frías entre otros hacen referencias a la muerte de Carmen Puch, Clara Linares Saravia de Arias expresa lo siguiente: “Cortarse el cabello para la mujer de hoy, es un simple dictado de la moda, pero en los tiempos que rememoramos, significaba una afrenta o un holocausto. Se los cortaban a las mujeres delincuentes para marcarlas como un signo de infamia, o se los cortaban a las religiosas que querían morir para el mundo y consagrarse a Dios y a esos seres abnegados que decretaban así su propia muerte para las vanidades de la vida; quiso imitar aquella hermosa joven de 25 años que se sintió morir para si misma. Allá en la tumba de su retiro, su alma enamorada, su alma hecha pedazos también, cuantas veces habrá rememorado el ayer, desde el día luminoso en que un ramo de azahares se abrió sobre el amor, hasta la noche sombría en que las ramas de un cebil se abrieron sobre la muerte. Yo canto a Carmen Puch de Güemes y le ofrezco mi homenaje (…) que es el aroma de un recuerdo. El recuerdo verdadero y admirable de un admirable y verdadero amor (…)”.
Encuentro
Rosario de la Frontera.
Talas, chañares y molles.
El solar de los Gorriti,
La casa de Los Horcones.
Los ojos de Carmen Puch,
Mirando desde la torre,
Son más azules ahora,
Tanto calcar horizontes.
Si le pregunta a la senda,
La senda no le responde.
Tampoco le dicen nada
Las aves que lo conocen.
¡Donde andará ese guerrero,
En que afanes y rigores!
Pero ya es tiempo, con todo,
De que a sus brazos retorne.
A veces oye el regreso
Ronco de su guardamote,
Y es, ay, el viento que juega
Con su ilusión en el bosque.
Y cuando ve su bandera
Que retorna hecha jirones,
Es, ay, el cielo que brilla
Entre las ramas inmóviles.
Don Juan Ignacio Gorriti
Trae la noticia una noche.
Si él ya no puede volver
Ella irá donde él se esconde.
Y comienza por cortarse
La cabellera de bronce.
Si él ya no ha de contemplarla
Para que la quiere entonces.
Igual que la luz al cirio
Deja que el amor la agote.
Siendo una flor vivió más
De lo que viven las flores.
Ya le cierran las pupilas,
Ya la bajan de la torre.
Va al encuentro del amado
Y solo ella sabe donde…
Julio Cesar Luzzatto
(Romancero de Güemes)
FUENTES CONSULTADAS
BIBLIOGRAFÍA
DATOS SOBRE DOÑA CARMEN PUCH DE GÜEMES (Güemes Documentado: Separata hecha por el Dr. Luis Güemes)
FRÍAS, Bernardo: “Tradiciones Históricas de Salta” (El casamiento de Güemes).
LUZZATTO, Julio Cesar: “Romancero de Güemes”.