Por María
Inés Garrido de Solá
En
ésta ocasión asumimos la responsabilidad
de compartir el mensaje esclarecedor de la Historia,
con respecto a la actuación del Gral. Martín
Miguel de Güemes, para que sea conocida y reconocida
a nivel nacional.
En virtud
de ello el análisis crítico y reflexivo
tiene como centro a quién lideró a los
habitantes de ésta tierra, en la lucha en defensa
de la independencia del actual territorio nacional.
La ubicación
geoestratégica de Salta en el centro del Virreinato
del Río de la Plata le trajo prosperidad económica,
poder político, vinculaciones sociales y desarrollo
cultural, gozando de una situación privilegiada.
El virreynato
del Perú, con su capital en Lima, era el centro
del poderío hispánico en América
y como era de esperarse, desde alli, vino el intento
de anular el ejercicio del gobierno propio asumido por
los americanos en Buenos Aires, tras el pronunciamiento
de 1.810
Salta
se adhirió con su posición y recursos;
mientras desde Buenos Aires subieron las ejércitos
para terminar con la amenaza realista, convirtiéndola
en el epicentro de un prolongado y encarnizado enfrentamiento.
Las
derrotas de Huaqui,Vilcapugio y Ayohuma sucesivamente,
demostraron que si el objetivo era terminar con el centro
del poder realista, el camino no era por estos rumbos,
pués el enemigo concentraba aquí todo
su poderío, con el propósito de bajar
hasta Buenos Aires, para terminar con el único
foco, aún en pie de la rebeldía americana.
Para
defender a las Provincias Unidas del Río de la
Plata y emancipar el resto de América había
que abandonar ésta ruta, optando por la ofensiva
por el oeste, venciendo la barrera natural de los Andes,
para caer en Chile primero y en el Perú después.
Para
que esto fuera viable, había que mantener la
defensiva en el tradicional escenario de confrontación,
el alto-peruano y el salto-jujeño, con un doble
propósito. Por un lado, para evitar el avance
del enemigo y que con ello, anulara toda posibilidad
de acción y por el otro, dividir su poderío
en espacios distantes y distintos, a fin de impedir,
que con su concentración tornara imposible la
nueva opción por el oeste. Concretada ésta
etapa, operaría la ofensiva e invasión,
tanto desde las Provincias Unidas del Río de
la Plata, cómo desde Chile, juntándose
en el Perú los ejércitos operantes, para
terminar con el dominio hispánico en América.
Güemes
participó activamente en uno de los frentes decisivos
de la contienda, el salto-jujeño; primero liderando
las avanzadas, con la misión de contener al enemigo,
lográndolo con éxito y tras la derrota
del grueso del ejécito en Sipe-Sipe, le fue confiada
la defensa de las Provincias Unidas del Río de
la Plata y la seguridad del ejército derrotado.
Los
hechos históricos son muy complejos para ser
obra de un hombre, evidentemente son concretados por
el sujeto colectivo interviniente, el que enaltece a
quien lo guía en aras de objetivos supremos.
A partir
de junio de 1.816 actuó como conductor, no como
comunmente escuchamos, de una montonera de gauchos desorganizados,
sino del accionar de un auténtico ejército
de milicias campesinas, no estable, pero sí debidamente
organizado, contando para ello con un Estado Mayor,
escuadrones y compañías, agrupados acorde
al lugar de dónde procedían y con todos
los servicios propios de un ejército en campaña.
Las
acciones que llevaron adelante no respondían
a la estrategia de una guerra regular con tropas de
línea o veteranos, que lucharan mediante batallas
campales, sino que apelaron a la guerra de recursos.
Sin recibir, ni dar batalla decisiva al enemigo: persiguiendo,
acosando y castigándolo en sus posiciones y movimientos;
guerra lenta y penosa, llevada adelante por hombres
aunados con el paisaje en una conspiración perpetua.
Obligaron
el enemigo a actuar en un vastísimo espacio,
alejado de sus bases de operaciones, sin ningún
apoyo logístico y enfrentado a la desgastante
guerra de recursos, la que a lo largo de la Historia
siempre resultó triunfante.
El espacio
social en el que se desarrollaron las acciones no fue
la frontera norte de las Provincias Unidas, cuyos límites
en esa dirección, heredados del antiguo Virreinato
estaban en el confin de la actual república de
Bolivia. Por lo que a Güemes erróneamente
se le sigue llamando defensor de la frontera norte,
cuando en realidad fue el supremo defensor de su independencia.
Los
cientos de combates que libraron, acontecimientos de
efímera duración, formaron parte de un
proceso histórico, obra del sujeto colectivo,
el pueblo en armas, el que luchó y murió
con valor y honor por la libertad de ésta tierra
y la de su gente.
El ejército
regular no volvió a operar y los intentos enemigos
de llegar a Buenos Aires, sólo se disiparon cuando
San Martín amenazó con el desembarco en
Lima.
Ahora
era necesario pasar a la ofensiva, desde el centro de
las Provincias Unidas del Río de la Plata avanzando
hacia el norte, con el apoyo de los altoperuanos, mientras
San Martín desembarcaba en Lima y desde allí
se proyectaba hacia el interior, para atrapar entre
ambos en un movimiento envolvente a las fuerzas enemigas.
Este desafío era de difícil ejecución,
pués la guerra civil enfrentaba a las provincias
hermanas, llevándolas a la disolución
nacional.
Sólo
se podía confiar en la demostrada eficiencia
y disposición de Güemes y de quienes lo
secundaban, en la larga contienda sostenida con recursos
propios, por lo que San Martín lo nombró
jefe del ejército, que debía accionar
desde éste frente, logrando poner en marcha la
avanzada que llegó a Inquisivi, en febrero de
1.821.
El enemigo
asignó vital importancia a éste doble
frente ofensivo de San Martín y Güemes,
tratando de evitarlo por todos los medios, a fin de
neutralizar el eventual avance combinado, inclinándose
por decisiones extremas, tales como la de apresar o
matar a Güemes, logrando lo segundo en un desesperado
y último avance sobre Salta.
Tras
la muerte de Güemes en el frente salto-jujeño
se acordó una tregua, la que comprometió
la situación de San Martín, al permitir
que las fuerzas enemigas, que operaban aquí pasaran
a reforzar a las del Perú, afectando el desembarco
de un ejército por los puertos intermedios, las
operaciones en las Sierras y las de los patriotas del
Alto Perú. Las sucesivas derrotas en éstos
frentes, llevaron a San Martín a entrevistarse
con Bolívar en Guayaquil, dejando en sus manos
el triunfo final frente al enemigo.
Con
lo expuesto quedó demostrado que Güemes
constituye con San Martín y Bolívar, la
trípode gloriosa sobre la que descasa la independencia
americana.
En pro
de la misma causa, actuaron en tres escenarios distintos:
el centro de las provincias Unidas del Río de
la Plata, Chile y Perú, Venezuela y Nueva Granada.
Las tres campañas fueron fundamentales y se complementaron,
en pro del visionario destino americano.
Pensado,
no sólo en lo militar en pro de la emancipación,
sino fundamentalmente en lo político, en favor
de la unidad.
Los
propósitos militares se cumplieron. Pero en el
plano político, el resultado no figuraba en el
proyecto originario: la formación de las diferentes
naciones y en virtud de ello la pérdida de la
base de una futura grandeza, por el menoscabo que ello
significo, tanto en los recursos materiales como en
los humanos.
La división,
el estancamiento, el enfrentamiento y la dependencia
puso a los países americanos en desventaja frente
al mundo.
Para
nosotros se sumó que la segregación del
Alto Perú del Río de la Plata, significó
que dejáramos de ser para siempre bioceánicos
(Atlántico-Pacífico) y biocuenas (Del
Plata -Amazonas), con las consecuencias que ésto
trajo aparejadas.
La historia
de Salta, ni empieza ni termina con la gesta en defensa
de la independencia de la Patria, pero nuestra conciencia
histórica demanda, que ésta figure en
los contenidos de la Educación Argentina en todos
sus niveles, éste es un desafío que debemos
asumir como comunidad, por tratarse no sólo de
un reconocimiento material y moral por defender durante
tantos años la seguridad y la independencia del
resto de las provincias hermanas, sino porque es el
único camino hacia una auténtica reflexión,
acerca de quienes y como somos, generando con ello nuestra
identidad con respecto al país que habitamos
y nuestro compromiso con su destino.
La formación
de recursos humanos conscientes del devenir histórico
del que son producto, es un elemento clave, para la
concresión de cualquier proyecto socio-político
y económico de un país, que apunta a la
modernización, en el siglo XXI, en un mundo envuelto
en un proceso de globalización y de crisis de
los valores, que templaron el espíritu de quienes
forjaron nuestra nación.