"Yo
sólo escribo lo que no puedo realizar mis versos
y mi prosa son los sobrantes de mi acción".
El párrafo - toda una definición - corresponde
al doctor Joaquín Castellanos, poeta, escritor,
periodista, político, gobernante, legislador,
pero sobre todas las cosas un "hombre de pensamiento
y acción". Un salteño como pocos,
"el único de este siglo que llegó
a la altura de los próceres". Extraordinario
orador, "el mejor que yo presencié en el
Parlamento" escribe Columna en uno de sus libros,
fascinaba con su palabra cálida, su verbo arrebatado
y su elocuencia incomparable.
Fue un patricio cabal, tanto por herencia
como por su propio comportamiento. Por línea
paterna descendía de aquel Castellanos que fue
médico de Güemes, cirujano mayor de los
ejércitos de la Patria, y por parte de la madre,
una Burela, de aquel gaucho que cuando el paisanaje
alzado le preguntó con que armas pelearían
a los españoles, les respondiera " con las
que les quitemos a ellos". Guerrero cívico
estuvo en el Frontón y en Parque y a los 19 años
quedó rengo en la revolución del Ochenta.
"Esto me ha impedido, especialmente en la juventud
hacer las cosas que otros a esa edad hacen. Ni bailar,
ni practicar deportes.
Pero todo tiene una compensación en
la vida, y este mal me ha impedido concorde con mi temperamento
arrodillarme ante nadie". Castellanos poeta es
más conocido que el Castellanos político.
¿El vate eclipsó al repúblico?...
En todo caso habría que preguntarse que sectores
interesados se encargaron de que pasara a segundo plano
el reformador social y el demócrata revolucionario.
Es que Castellanos fue radical, de los fundadores del
partido, estando entre los que firmaron el manifiesto
liminar el 16 de abril de 1891 junto con Alem. Del Valle,
Barroetaveña. De la Torre, y también quien
propuso el agregado de la palabra "radical"
a la Unión Cívica. Amigo de Alem, seguió
en la línea política del "Primer
Caudillo de la Democracia Orgánica".
Prevaleciendo en su concepción una
actitud de indoblegable intransigencia ante las injusticias,
el privilegio, la reacción, el personalismo y
la obsecuencia.
Siendo gobernador de Salta promulgó
la " Ley de Güemes" de protección
a los trabajadores, anticipándose con clara visión
a medidas que luego se tomaron en el orden nacional,
tanto en materia de salarios como en el pago de éstos
en dinero efectivo.
Contempló el derecho al descanso y
la asistencia médica al obrero y su familia.
La Organización del Trabajo, dependiente de la
Liga de las Naciones con sede en Ginebra tuvo conceptos
elogiosos para las reformas sociales introducidas en
Salta por Castellanos. Y también proyectó
la "Ley de Riesgo", destinada a terminar con
arraigados privilegios en la distribución del
agua pública - fomentó la industria y
el abaratamiento de los artículos de primera
necesidad, gestionó la instalación de
chacras en Campo Belgrano para arrendarlas a familias
que se dedicaran al cultivo de hortalizas, proyectó
la creación de una Escuela de Agricultura y realizó
trabajos en procura de la iniciación de las obras
del ferrocarril de Salta a Antofagasta. Se interesó
por el abaratamiento del precio del azúcar y
sobre el uso de trajes económicos, hasta que
borrascosos episodios políticos que se registraron
durante su gestión, desembocaron en la intervención
federal. " Con su temperamento de poeta y con su
impulso constante de guerrero sólo pudo ser lo
que fue, o sea un espontáneo de la multitud,
un hombre que siempre estaba cerca de las grandes y
desconocidas corrientes del pueblo", dijo de él
La Nación. Tenía la frente amplia y la
melena leonina, los ojos vivos, chispeantes y el rostro
severo. Fue un idealista, un Quijote de la política
y murió pobre. Cuando agonizaba, la enfermera
quiere cerrar la ventana del cuarto, pero no la deja:
"No la cierre... Quiero morir mirando a lo lejos..."
Siempre la inmensidad y el misterio. Uno de
sus biógrafos dijo que Joaquín Castellanos
era puro fuego, volcánico e inextinguible y sólo
el soplo de Dios pudo apagarlo.
FUENTE: Crónica
del Noa. Salta, 23-09-1981