LA ESCLAVITUD |
Introducción
El diccionario define a la esclavitud como el estado o condición de un individuo que pierde sus derechos y sufre la sujeción excesiva por la cual se ve sometido a otra persona en trabajo u otra obligación.
En toda la historia humana, la esclavitud ha sido una constante, tanto legal como ilegalmente se mantiene bajo diferentes características y formas por las cuales seres humanos han explotado en forma servil y fundamentalmente vil a otros.
Desde el principio de los tiempos hasta nuestros días la esclavitud en sus diversas formas ha existido y hoy, pleno siglo XXI, todavía quedan prácticas esclavistas en poblados africanos y árabes, además de opresiones como la trata de blancas o el trabajo infantil. Pero la existencia de la inmoralidad e inhumanidad de la esclavitud es una práctica enormemente extendida y casi universal.
En la historia occidental y cristiana existen o existieron dentro del concepto “esclavitud” tres tipos de sociedades, 1) sociedades esclavistas, 2) sociedades que aceptan la esclavitud y 3) sociedades donde la esclavitud es ilegal pero a pesar de ello permanece de igual forma.
Dentro de la primera clase o sea las sociedades esclavistas existen dos subdivisiones, 1) las que aceptan a la esclavitud como una cuestión natural y 2) Las que consideran a la esclavitud como un accidente, un infortunio, una pena o un acontecimiento penoso que se puede revertir.
El mejor ejemplo del primer caso sería la cultura griega y/o helénica que se regía por la concepción Aristotélica donde los hombres no son iguales por naturaleza y algunos tienen la condición de pensar y otros sólo sirven para ser usados desde sus cuerpos. En la Grecia clásica muy pocos gozaban de los derechos de ciudadanía, la gran mayoría estaba excluida del sistema y muy pocos tenían injerencia en la vida público.
En la segunda cuestión que consideraba a la esclavitud como una condición de infortunio, en realidad se dio en el imperio romano luego de la revuelta de los gladiadores mejor conocida como la revolución de Espartaco, donde desde el derecho se cambió el sistema. Las leyes regularon la esclavitud buscando sustancialmente mejorar el estado en que se encontraba el esclavo. Una situación que anteriormente era permanente e inalterable pasaba a ser de alguna manera transitoria, había muchas posibilidades de salir hacia la libertad. Las optimizaciones fueron muchas, desde recibir una paga o remuneración por servicios como el de poder comprar la libertad.
Roma comprendía que toda su economía y estabilidad imperial dependían de la esclavitud por lo que una nueva revuelta como la de Espartaco sería funesta, por lo que mejorar las condiciones y atenuar los pesares de las personas esclavizadas era prioritario.
Pero he aquí que llegó el cristianismo, quien justamente capitalizaba las condiciones de los esclavos para conquistar adeptos. Los cristianos de los primeros tiempos tienen conciencia de la radical novedad que Jesucristo introduce en las relaciones entre los hombres, que afectan todas las condiciones humanas. El mensaje es claro: "Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer: todos sois uno en Jesucristo" (Gal 3, 27-28; Col. 3, 11).
No hay forma de disimular un principio más radical de igualdad, pero al mismo tiempo en sus recomendaciones morales el ambiguo y políticamente correcto Saulo de Tarso (San Pablo) exhorta a la sumisión de los esclavos a sus amos (Ef.6, 5-6, Col.3, 22. Esta doble moralidad, lamentablemente, va a definir a las esencias del catolicismo hasta nuestros días.
Luego el imperio romano se cristianizó por lo que pasó de ser una sociedad esclavista a una sociedad que aceptaba la esclavitud. Las primeras leyes al respecto eran que no se podían tener cristianos en situación de esclavitud pero sí, no había problemas con los paganos, que no merecían el cielo ni a Cristo. Pero es lógico entender que la servidumbre pasó de la esclavitud a la condición de vasallo, una posición mucho más cómoda para el patriciado ya que no tenía la obligación de alimentar, vestir, curar y educar sino más bien con la mísera concesión de permanencia en sus feudos y el permiso de alimentarse de sus tierras quedaba sellado el contrato social.
Aquí podemos hacer la primera disquisición revisionista de la historia. Desde pequeños en las escuelas nos engañaron diciendo que el Imperio Romano había caído por el alto índice de corrupción e inmoralidad. Nada mas falso, justamente cuanto más corrupto, cruel e inmoral fue, mas poderoso se mantuvo. Quien socava las bases del poder del imperio será justamente el cristianismo. Primero, porque impedía a los jóvenes romanos cristianos a ingresar al ejército ya que matar era un terrible pecado. Los soldados que protegían las fronteras imperiales ya no eran romanos, sino bárbaros mercenarios que no demoraron mucho tiempo para darse vuelta y atacar. La segunda es la pérdida de su mano de obra esclava, base sustancial de la sociedad imperial y de su economía.
La esclavitud y el Cristianismo
Llegado Constantino al poder y por ende la cristianización del imperio romano han de imponerse una serie de mejoras de carácter social que impactarán fuertemente en el mundo.
1) Se crean y se ponen en vigor diversas obras de asistencia a los débiles y desamparados.
2) Se abolieron los sangrientos y brutales juegos en el circo romano.
3) Se prohibió las orgías sexuales en fiestas y celebraciones.
4) Nuevas leyes en amparo de viudas y huérfanos.
5) Se reguló la usura y se prohibió la expropiación de bienes familiares.
6) Se legisló contra la prostitución, el secuestro, la difamación, la brutalidad carcelaria, los excesos de padres con los hijos y muchas otras cuestiones que hacen a la humanidad cristiana.
7) Se reguló la asistencia pública a enfermos pobres.
Pero en materia de esclavitud las mejoras fueron muy limitadas ya que la costumbre estaba muy arraigada por ser el motor laboral fundamental del imperio.
De todas formas, si bien Constantino desaprobaba la poseción de esclavos cristianos y sobre todo venderlos a no cristianos, se sigue aceptando sin cuestionar su legitimidad y normalidad como concepto jurídico y social. La Iglesia solamente se limitaba ante ella a la proclamación de la igualdad ante Dios, las exhortaciones a la caridad y a la buena conducta, sin afrontar la abolición. Pocas voces y en forma aislada se proclama su inmoralidad, como la de San Gregorio de Nyssa que considera la posesión de esclavos como un grave pecado.
Ya llegados a la Edad Media la esclavitud va tomando otras formas más mitigadas, se va pasando lentamente de esclavos a siervos. Hacia el siglo XII la esclavitud ha desaparecido en los países escandinavos. Pero no se aprueban leyes contra la esclavitud, y sigue practicándose, sobre todo en la Europa meridional, con los infieles y los paganos. Los Papas, las órdenes religiosas, los monasterios siguen teniendo esclavos. Los teólogos lo justifican como de derecho natural, siguiendo a Aristóteles.
Los portugueses abrieron los caminos marítimos y colonizaron parte de África encontrando lucrativa la esclavización de originarios. En 1452 y a pedido del Rey de Portugal el Papa Nicolás V dicta dos bulas: “Dum diversas” y el “Breve Divino amore communiti”, en donde autoriza a Portugal a esclavizar gentes sin almas, paganos y sarracenos. Se prohíbe esclavizar bautizados a riesgo de ser excomulgado. Le siguieron las bulas de Pio II (1462) y Sixto V (1476) con mas o menos las mismas indicaciones.
Desde los momentos iniciales de la conquista, por un lado estaba la difusión de la doctrina católica y el proyecto evangelizador, por el otro el afán de lucro y expoliación de recursos para llenar las arcas vacías y sedientas de los Reyes. Recuérdese que la Bula Intercaetera dada por el Papa Alejandro VI en el año 1493, concediendo a los monarcas de Castilla "todas las islas y tierra firme que descubriesen al occidente" con la obligación de "que al conquistarlas enviasen allí predicadores a convertir a los indios idólatras". Este compromiso fue asumido por la Corona con gran responsabilidad. A tal fin orientó su acción de gobierno ultramarino procurando, dentro de lo posible, dar cumplimiento a los ideales católicos asumidos por el pueblo español.
Tanto los reyes como los conquistadores estuvieron sinceramente imbuidos de la fe cristiana, y aunque no siempre los jefes de la hueste indiana estuvieron a la altura del mensaje de paz y concordia propuesto por Cristo, debe reconocerse el notable esfuerzo por dotar a las empresas colonizadoras de un sentido espiritual y evangelizador.
La Iglesia, como natural guardiana y ejecutora del dogma cristiano, constituyó un elemento de extraordinaria influencia en el medio americano. La religión obró no sólo como reguladora de las costumbres y de las normas morales sino herramienta fundamental para conquistar y pacificar a los indígenas.
Los reyes actuaron en consecuencia, ligando a la Iglesia a todos los acontecimientos relacionados con la conquista y la colonización, de ahí la importancia alcanzada por esta institución, cuya influencia se hizo sentir sobre los fieles, a veces por encima de los propios funcionarios gubernamentales. La Iglesia, pues, se hizo presente tanto en los grandes actos oficiales como en los pequeños de la vida cotidiana.
A partir del segundo viaje de Colón la influencia de sacerdotes y misioneros fue en constante aumento. La oportunidad histórica que representaba para la Iglesia Católica el hecho de propagar el catolicismo en las extensas regiones indianas, fue asumida con seriedad y hasta con heroísmo por un gran número de animosos frailes contagiados por el inicial espíritu de cruzada que dieron a la empresa evangelizadora.
El Regio Patronato Indiano:
Se denomina patronato al derecho exclusivo del rey para proponer y presentar a las personas para los oficios eclesiásticos y otras dignidades y prebendas destinadas a la administración del culto católico.
Mediante el pleno ejercicio del derecho de patronato, los Reyes Católicos se aseguraron, la administración sobre la Iglesia Católica. Tal derecho les fue reconocido expresamente por la bula del 3 de mayo de 1493 –Eximiae Devotionis – expedida por Alejandro VI y confirmada por otra resolución papal dictada por Julio II el 8 de junio de 1508.
Por la primera, el pontífice cedió a los Reyes el derecho de percibir el diezmo para el mantenimiento de la Iglesia y la evangelización de los indios; y por la segunda, los monarcas eran reconocidos como patronos de todas las iglesias del Nuevo Mundo. De ella surgió también la facultad de nombrar a todos los eclesiásticos. La Corona se reservaba, además, los siguientes derechos:
· El erigir nuevas diócesis y cambiar los límites de las ya existentes.
· El percibir las rentas de los beneficios vacantes.
· El autorizar la erección de nuevas iglesias o monasterios y la deposición de eclesiásticos por sus superiores.
· Además, todas las bulas papales y cualesquiera otras comunicaciones emanadas de la Santa Sede, destinadas a las iglesias de España y América debían, para poder ser publicadas y entrar en vigor, contar con el pase o autorización del Consejo de Indias, organismo que se reservaba asimismo el derecho de revisarlas, y en caso de no estar de acuerdo parcial o totalmente, de devolverlas a su lugar de origen, lo cual incluía su rechazo.
Ningún clérigo podía pasar a Indias sin la correspondiente autorización real y las altas dignidades de la Iglesia –obispos, arzobispos– resultaban de una terna elevada al pontífice por el Consejo de Indias.
Alejandro VI también afirmaba que los negros no tenían alma por lo que se autorizaba a tratarlos como animales. En cambio los indios tenían alma, pero con la mentalidad de un niño. El Papa confería o delegaba al Rey de España una paternidad o padrinazgo y le confería la obligación de evangelizar, en contrapartida y por tal inmenso beneficio, que les permitirían entrar al reino de los cielos, los naturales debían servirle al español en la vida terrenal.
Paulo III el 1548 confirma el derecho a tener esclavos, incluso por los eclesiásticos, pero afirma también que los indios no lo eran y tenían derecho a ser libres.
La cuestión es que los indígenas eran un fracaso para el trabajo esclavo, no estaban acostumbrados a soportar el yugo terrible de sus captores, si no los mataban las enfermedades, entraban en profunda depresión y en muchos casos sucedían suicidios en masa.
Es así que con las epidemias y las acciones violentas desencadenadas después de la llegada de los europeos provocaron la muerte, en sólo 100 años, de aproximadamente el 90% de la población nativa, es decir, unos 55,8 millones de personas. En consecuencia la población negra fue creciendo a tal punto que en 1820 había más negros que blancos en la América hispánica.
El gran comercio
Hablando del gran y fructífero negocio del tráfico de esclavos, se estima que entre el siglo XVI y finales del siglo XIX por diferentes rutas y bocas de expendio, a través del Sahara, del mar Rojo, desde los puertos del océano Índico y a través del Atlántico, al menos diez siglos de esclavitud en beneficio del mundo cristiano y también musulmán. Cuatro millones de personas esclavizadas exportadas a través del mar Rojo, otros cuatro millones a través de los puertos Swahili del océano Índico, aproximadamente nueve millones en la ruta de las caravanas transahariana, y de once a veinte millones a través del océano Atlántico.
Los primeros esclavistas fueron portugueses pero luego y como es dado a saber el gran imperio británico le pareció muy rentable este comercio y es así como alrededor del 40% de dicha actividad entre 1600 y 1885 fue realizado por ellos, por delante del imperio colonial francés que sumaba el 30%, del resto podemos hablar de los árabes que manejaban parte del gran negocio oriental.
Solo una cifra ligeramente superior al 3 % de las personas esclavizadas fueron comerciadas entre 1450 y 1600, el 16 % en el siglo XVII y más de la mitad de ellos fueron exportados en el siglo XVIII, siendo el restante 28,5 % objeto de tráfico durante el siglo XIX.
El motivo más importante de este gran negocio será el económico ya que se había diezmado a la población indígena y se necesitaba con urgencia mano de obra para trabajar en las plantaciones de café, azúcar, tabaco y algodón, en las minas de oro y plata, en los campos de arroz, en la industria de la construcción, en la madera, en la construcción de barcos y en hogares como sirvientes.
En 1686 cuando Carlos II concede el asiento (privilegio del tráfico) a un protestante, y la Inquisición alarmada interviene, el rey nombra una comisión investigadora. El informe que ésta presenta declaraba:
"La introducción de negros es no sólo deseable sino absolutamente necesaria (...) pues cultivan las haciendas, y no hay otros que podrían hacerlo, por falta de indios. Sin el tráfico América se abocaría a una absoluta ruina (...). En cuanto a si la esclavitud es permitida, muchos autores lo discuten (...) El Consejo [de Indias] cree que no puede haber duda en cuanto a la necesidad de esos esclavos para el sostenimiento del reino de las Indias ni en cuanto a la importancia del bienestar público en la continuación y mantenimiento de este proceder sin cambios; y en cuanto a la cuestión de conciencia, se prueba per las razones expuestas, las autoridades citadas, y su larga y general costumbre en los reinos de Castilla, América y Portugal, sin que haya objeción de parte de Su Santidad o del estado eclesiástico, sino más bien con la tolerancia de todos ellos..."
Pero el negocio no sólo era para los europeos, un buen número de reyes y comerciantes africanos tomó parte en el comercio de esclavos, por cada cautivo, estos gerentes de imperio recibían una variedad de bienes europeos, entre los que se incluyen armas, munición y otros bienes industriales. El último eslabón del gran negocio lo forma el regreso de bienes a Europa desde América. Estos bienes eran fruto de las plantaciones y minas trabajadas por los esclavos, y entre sus productos se incluían azúcar, café, tabaco, algodón y ron.
Mayormente la transportación hacia América se realizaba con barcos, llamados negreros, los cuales fueron diseñados especialmente para tales fines. Para maximizar el beneficio económico los armadores de los barcos negreros multiplicaron su capacidad dividiendo el espacio hasta extremos mínimos, lo que producía condiciones higiénicas deplorables, deshidratación y todo tipo de enfermedades, con un aumento de la tasa de mortalidad hasta cifras entre el 15% y el 33% que, no obstante, se consideraba asumible económicamente. Cientos de esclavos (un barco medio, como el Henrietta Marie, llevaba unos doscientos) se transportaban encadenados a literas donde se mantenían en posición horizontal, sin espacio para moverse. A bordo, los hombres, que generalmente permanecían todo el viaje desnudos, ocupaban la parte de proa del barco; las mujeres formaban el tercio de la carga e iban en la parte de popa; mientras los niños se quedaban en el centro de la nave. A veces se los obligaba a viajar siempre sobre un lado, replegados sobre sí mismos, sin poder estirar los pies, lo que les causaba úlceras en su cuerpo o desgarros por las cadenas. Y así pasaban varios meses antes de abordar el continente americano.
Como es menester en el doble discurso moral occidental y cristiano la justificación para tan terrible actividad se usaba el de que era un bien para los propios negros, pues estaban mejor en la esclavitud en países cristianos que en las salvajes y peligrosas tierras africanas, donde tan a menudo eran esclavos de otros negros o pasibles de ser devorados por fieras salvajes.
El Mundo Inslámico
El Imperio árabe fue la primera civilización verdaderamente universal, que por primera vez unió a pueblos tan diversos como los chinos, los indios, los pueblos de Oriente Medio y el norte de África, los africanos negros y los europeos blancos, así también y de esta manera fueron en la cuestión esclavitud ya que a diferencia de los cristianos que esclavizaban según la raza o la religión con la excusa de que no poseían alma digna del paraíso, los musulmanes en el comercio de esclavos no estaban limitados a ningún tipo de color, etnia o religión, y hasta entre ellos se podían incluir ya que hay y hubo esclavos árabes y bereberes.
En el Corán, el profeta Mahoma y la gran mayoría de los ulemas, juristas y teólogos musulmanes, consideran que toda la humanidad tiene un origen común y rechazan la idea de que determinados grupos étnicos sean superiores a otros, pero sí establecen la superioridad del musulmán sobre el infiel, lo cual se evidencia por los miles de esclavos que poseyó Mahoma en vida.
La palabra “esclavo” justamente deriva de una de las fuentes más importantes de suministro de esclavos para los árabes que eran los “eslavos” de la Europa Oriental.
La esclavitud árabe también fue muy cruel, en el caso de los hombres la mayoría eran castrados, convertidos en eunucos y utilizados como servidores, soldados o trabajadores de la construcción. En el caso de las mujeres eran destinadas según la edad a esclavas sexuales o sirvientas.
Es necesario también decir que el número de personas esclavizadas por los árabes fue mucho mayor que las esclavizadas por los cristianos, casi el doble, no solo por la cantidad de regiones geográficas donde fueron extraídos sino también por el tiempo de práctica ya que podemos decir que este comercio es anterior a la aparición del Islam y duró más de un milenio. Se estima, aunque no hay censos fiables ni documentación respaldatoria, que entre 15 millones de africanos fueron sometidos por el comercio árabe de esclavos, frente a 11 millones de esclavos que llegaron a América a través del comercio trasatlántico realizado por europeos y americanos. Y como es de público conocimiento todavía continúa hoy, mucho más reducido y bajo otras formas más limitadas, en algunos lugares. Hacia la década de 1950 la población de esclavos de Arabia Saudí se estimaba en unas 450.000 personas o sea aproximadamente el 20% de la población.
Se estima que hasta 200.000 mujeres y niños negros de Sudán fueron esclavizados durante la Segunda Guerra Civil Sudanesa (2005). La esclavitud en Mauritania fue oficialmente abolida 1981, pero no fue criminalizada hasta agosto de 2007. Se estima que hasta 600 000 mauritanos negros (un 20% de la población del país) se encuentran actualmente trabajando en situación de esclavitud debido a deudas que no pueden afrontar.
En abril de 1998, Elikia M’bokolo escribió en el periódico Le Monde diplomatique: “El continente africano fue sangrado de sus recursos humanos de todas las formas posibles. A través del Sahara, a través del mar Rojo, desde los puertos del océano Índico y a través del Atlántico. Como mínimo diez siglos de esclavitud han servido para el beneficio de los países musulmanes (del siglo VIII al XIX).”
Michael Rubin en 2001 publicó en The Wall Street Journal: “¿Cómo es la esclavitud sudanesa? Un muchacho cristiano de 11 años me habló de sus primeros días en cautiverio: "Me dijeron que debía ser musulmán, yo me negué, por eso me cortaron un dedo". Alokor Ngor Deng, de doce años, fue tomada como esclava en 1993. No ha visto a su madre desde que los esclavistas vendieron a las dos a diferentes amos. Akon, de 13 años, fue secuestrada por militares sudaneses en su aldea hace cinco años. Fue violada por seis soldados del gobierno y fue testigo de siete ejecuciones antes de ser vendida a un árabe sudanés”.
Muchos esclavos liberados mostraban señales de palizas, quemaduras y otras torturas. Más de tres cuartas partes de las mujeres y niñas esclavizadas informaron de violaciones.
Mientras que las organizaciones no gubernamentales discuten sobre cómo poner fin a la esclavitud, pocos niegan la existencia de la práctica.
En nuestro territorio
Si bien el primero que trajo negros esclavizados a estos territorios fue Dn. Pedro de Mendoza, pero venían en calidad de servidumbre del adelantado y no con fines comerciales. En este sentido y según documentos los primeros esclavos que llegaron a estas tierras (1587) fueron comprados en Brasil por el famoso obispo Francisco de Victoria, de los 90 que consiguiera sólo 50 llegaron al puerto de Buenos Aires y más luego, 35 llegaron vivos a Córdoba. La excusa de dicha compra era reemplazar la mano de obra indígena en las misiones jesuíticas, pero según consta en las denuncias realizadas por el Gobernador Ramírez de Velazco, dicha mercancía humana tenía por fin ser vendida en Potosí, de esta manera el obispo en cuestión se le considera el primer comerciante de esclavos de la historia argentina. Dicho sea de paso mencionar, Victoria fue denunciado por Toribio de Mogrovejo, entonces arzobispo de Lima, por abuso de autoridad, incumplimiento de funciones religiosas y otras tropelía y por Real Cédula del 28/11/1590, el rey Felipe II lo conminó a través del virrey del Perú, García Hurtado de Mendoza, a que enmendara su conducta o renunciara. Victoria renunció recién en 1591, regresando a España donde se recluyó en un convento de Madrid hasta su muerte en 1592.
El puerto de Buenos Aires fue de aquí en más la puerta de entrada del fructífero comercio que tenía por lugar de comercialización la estación de “retiro” ubicado en la Plaza San Martín de allí su nombre ya que se lo conocía como “el retiro de los esclavos”.
Según Dn. González Arzac se realizaba la siguiente clasificación en la jerga esclavista:
• “cabeza de negro. cabeza de esclavo: cualquier persona sometida a la trata, sea cual fuere su edad, sexo o condición.
• pieza de indias: hombre o mujer de quince a veinticinco o treinta años, sin vicios y con todos los dientes.
• cuarto, medio, cuatro quintos de pieza: cuando no llenaban aquellas condiciones.
• tres piezas de indias: eran una tonelada de negros.
• bozal: negro recién introducido del África.
• ladino: negro que había sido esclavo en América, por lo menos un año.
• muleque: negro bozal de siete a diez años.
• mulecón: negro bozal de diez a quince o dieciocho años.”
La empresa transportadora fue la Compañía “Mar del Sur”, su principal inversor era Sir Isaac Newton, de origen británica que, durante la guerra de sucesión española, había ganado los derechos para transportar esclavos a las colonias del Imperio. En argentina las empresas que tuvieron el monopolio del comercio de esclavos y que amasaron enormes fortunas siempre fueron de familias selectas españolas, que integraban la elite porteña, “hombres muy devotos y caritativos”, que tuvieron un papel destacado en la Hermandad de la Santa Caridad que administraba los hospitales y la Casa de los Niños Expósitos.
Según datos estadísticos entre 1777 y 1812 entraron a los puertos de Buenos Aires y Montevideo 700 barcos negreros, y según cálculo que la población de cada barco se promedia unos 72 mil esclavos provenientes de África. Es menester también decir que unos tantos más entraron por Asunción del Paraguay, por Salta en el comercio mular del Potosí y directamente desde el Brasil que importaban las misiones jesuíticas. En 1810, Buenos Aires contaba con 40 mil habitantes, de los cuales 12 mil eran negros.
Los negros esclavizados llegaron a conformar una población más numerosa que los blancos en nuestro país durante el siglo XVIII y ejercieron un profundo impacto en la cultura nacional, pero disminuyeron marcadamente en número a lo largo del siglo XIX, la principal razón fue las guerras de la independencia, las intestinas, la guerra con el Paraguay y el mestizaje con los grupos más numerosos, que son las poblaciones blanca y amerindia respectivamente.
Los estudios que se han hecho sobre la emancipación de esclavos muestran que, entre 1776 y 1810, el 60% de los casos se debió a la compra de su libertad, por sí mismos o por otros, no por “bondad” de sus amos, sino que tras décadas de trabajos duros y crueles, ya estaban demasiado débiles, enfermos o viejos para seguir siendo provechosos, y a sus amos les resultaba una “carga” el tener que alimentarlos y vestirlos, caso que era frecuente en las “libertades” otorgadas.
Hasta bien entrado el siglo XIX gran parte de la actividad artesanal y del comercio ambulante en Buenos Aires era realizada por población de origen africano. Aunque había libertos, muchos seguían siendo esclavos. Las mujeres negras eran las encargadas de lavar la ropa, en todas las ciudades de nuestro territorio esa actividad era especialmente llevadas por ellas. La mayoría de las mazamorreras eran esclavas que, con la venta de su dulce preparación a base de maíz blanco pisado cocido en agua, azúcar y leche, debían aportar su 'jornal' a sus amos. Muchos afirman que el famoso “dulce de leche argentino” es herencia africana
El primer país sudamericano en declarar la libertad de vientres fue Chile, en 1811 (y su abolición en 1823), mientras que en las Provincias Unidas se declaró el 31 de enero de 1813 para su posterior abolición en 1853. En Colombia, se abolió la esclavitud en 1821; Uruguay, en 1828; en 1854 en el Perú; en 1865 en Estados Unidos (después de una feroz guerra civil); en Puerto Rico, en 1873; y en España fue en 1886, dictamen que también se extendió a Cuba, por entonces una colonia española. Brasil lo hizo recién en 1888.
Los negros integraron en gran medida los ejércitos de la independencia, y como es menester entender siempre estuvieron a la cabeza recibiendo la peor parte. En las batallas de Vilcapugio y Ayohuma las pérdidas fueron formidables de los batallones de pardos. La imagen de Doña María Remedios del Valle (Madre de la Patria) se alza entre las grietas de la historia para demostrar su sacrificio y patriotismo.
Al inicio de la Guerra del Paraguay, gran parte del ejército nacional estaba formado por tropas de origen africano, su misión era ser carne de cañón. Un 15% de estas tropas regresaron con vida de este sangriento conflicto.
La fiebre amarilla de 1871 en Buenos Aires atacó fuertemente los barrios más pobres aunque los registros oficiales no incluyeron a los negros, quizás no merecían ser contados o tal vez ya quedaban muy pocos en la ciudad esclavista más importante de nuestro país.
La independencia en el Norte
En los albores de la Argentina, más de la mitad de la población era negra. Estos datos los refiere el censo de 1778 ordenado por el rey Carlos III. En la Gobernación de Salta el 54% de la población era negra en la época del Virreinato del Río de la Plata. También en Catamarca y Santiago del Estero, más de la mitad de la población era africana.
Estos datos nos hacen cuestionar una gran omisión en la historia de la independencia y sus raíces negras. También nos permite replantearnos acerca de la participación de los afrodescendientes en la guerra gaucha ya que en ninguna parte figura la participación de guachos negros en los comandos de guerrillas organizados por el Gral. Martín Miguel de Güemes. Muy por ahí se lee por casualidad que al Cnel. Apolinario Saravia se le llamaba “El Chocolate” lo que indudablemente se refiere a su origen y su color de piel.
En el cuadro “La muerte de Güemes” de Antonio Alice que se encuentra en el recinto de sesiones de Palacio Legislativo, podemos observar en el extremo a la derecha, aparece con su caballo un paisano negro, herido, que muy tímidamente se va acercando para ver al héroe para pedirle antes de morir lo libere de la esclavitud.
En lo que concierne a las mujeres durante la guerra de la independencia y como de costumbre solo figuran los nombres de las matronas patriotas como Macacha Güemes, Juana Moro, María Gertrudis Medeiros y tantas otras que sin lugar a dudas bien ganados tienen la gloria y reconocimiento pero poco se ha escrito de las esclavas que hicieron el trabajo más peligroso que justamente era el de traer y llevar los recaudos e informes y fundamentalmente realizar servicios sexuales con los soldados realistas sacándoles información valiosa que luego era remitida a los lugartenientes de Güemes. Por ejemplo las criadas negras encargadas de lavar la ropa en el río, llevaban las cartas al “buzón” que había instaurado Doña Loreto Peón de Frias en un árbol hueco a las orillas del río Arias; Luis Burela pasaba luego a retirarlas y dejaba a cambio los nuevos requerimientos de información. Los realistas nunca lo supieron.
La esclava Juana Robles se encargó de difundir en Salta la noticia de que la ciudad de Montevideo había caído en manos patriotas, lo que socavaba la moral de las tropas realistas durante la tercera invasión. Por su osadía fue apresada, juzgada y condenada a muerte. Sin embargo, la astuta morena salvó su vida haciendo creer a sus captores que estaba embarazada. Lo que no evitó que la humillaran públicamente, paseándola por la ciudad emplumada, semidesnuda bajo los insultos de la plebe y los soldados.
Un capítulo aparte merecen las valientes mujeres negras que acompañaron a los ejércitos patrios, rescatando heridos y proveyendo auxilio en las batallas, como lo hiciera María Remedios del Valle (la Madre de la Patria) que junto a muchas otras constituyó las famosas “Niñas de Ayohuma” que auxiliaba heridos y luego ayudaban a la fuga de soldados capturados.
Otro protagonista negro de la historia del norte y de argentina fue Bernardo de Monteagudo, quien era Tucumano nacido en 1789. Su padre era español, pero con certeza se sabe que su madre era una esclava negra. No hace falta recordar que fue un personaje histórico de relevancia. Fue uno de los primeros en promover la independencia de Hispanoamérica. Entre las distintas gestas políticas y revolucionarias en las que participó, actuó como auditor del Ejército de los Andes y, por ello, lo acompañó al general San Martín; también estuvo secundando la emancipación del Cono Sur junto a Simón Bolívar. Fue asesinado el 28 de enero de 1825 en Lima, Perú.
Según registros oficiales del Ejército Argentino los hombres negros incorporados a las tropas del ejército del norte de la primera y segunda expedición al Alto Perú constituyeron la cuarta parte del total de efectivos y su actuación fue heroica, al margen de ser siempre la carne de cañón sacrificable.
Pocos historiadores registraron la heroicidad de estos hombres olvidados y rescataron los nombres de los escasos soldados que pudieron acceder a rangos militares de importancia como los coroneles Lorenzo Barcala, Domingo Sosa y José María Morales.
Conclusiones Finales
Como hemos visto en los artículos anteriores la esclavitud de hombres y mujeres por otros es una cuestión que ha existido desde siempre, desde los albores de la historia, y lamentablemente, hasta hoy sigue existiendo.
Pero también sabemos y podemos deducir que existen infinidad de formas de esclavitud más allá de los grilletes y las cadenas. Hay miles de formas de quitar la “libertad” y la “dignidad” a los hombres en un mundo donde prima lo material, el vil metal, sobre lo espiritual y lo afectivo.
Existen muchas maneras de explotación, sojuzgamiento, avasallamiento y denigración… porque en definitiva la esclavitud en sus diversas formas fue y será un mecanismo de trabajo indigno, un motor que mueve los engranajes de la economía subterránea… porque alguien siempre tuvo de trabajar para que otros gocen del privilegio de no hacerlo.
Nos dice JOSEPH STIGLITZ (economista y profesor estadounidense) "La desigualdad es la causa y la consecuencia del fracaso del sistema económico capitalista, y contribuye a la inestabilidad del sistema democrático, lo que a su vez contribuye a aumentar la desigualdad.” O sea... para decirlo en criollo "la desigualdad es el producto conveniente y necesario del sistema, donde para que haya ricos debe haber necesariamente muchos pobres".
Como vimos, en la antigüedad estaban los esclavos como maquinaria de trabajo. Si bien no poseían ninguna capacidad jurídica, eran consideradas cosas de valor y para que ese valor se mantenga, y no se pierda, debían ser alimentados y vestidos adecuadamente como así también educados y cuidados ya que cualquier delito o falta que cometieran, el amo era responsable.
Un buen día las cosas no dieron para más y hubo revoluciones y los señores debieron cambiar las cosas para que nada cambie y se dieron cuenta que salía muy oneroso mantener esclavos, darles de comer y lo demás, así que mutaron el termino y fueron convertidos los esclavos en siervos. Así vino la Edad Media y esos siervos debían trabajar (porque alguien tenía que trabajar) y a cambio se les daba protección, fundamentalmente contra los invasores nórdicos y cualquier otro depredador, los señores feudales a tales efectos debían mantener un pequeño ejército mercenario para poder cumplir este cometido. Luego resultó caro el tema de la seguridad, el mantener hombres armados es una desgracia, al margen que, por ahí se sobrepasaban, abusaban de las mujeres de los siervos o peor aún, se revelaban contra sus señores y todo esto era un verdadero dolor de cabeza.
Un buen día las cosas no dieron más y hubo revoluciones y los señores debieron cambiar las cosas para que nada cambie y se alinearon detrás de un rey, se abroquelaron en cortes reales y debieron mutar a los siervos en vasallos (porque alguien tenía que trabajar) y la desigualdad fue espantosa y cruel ya que todo se llevaban los señores cortesanos y poco quedaba para los vasallos. Las ciudades se engrosaban de pobres y enfermedades. Se sumaban las guerras que emprendían los señores. Y un buen día… las cosas no dieron para más y hubo terribles revoluciones y los señores debieron cambiar las cosas para que nada cambie… más luego los señores se hicieron burgueses y crearon el proletariado (porque alguien tenía que trabajar).
Y los proletarios son muy baratos, tienen que trabajar como esclavos y no hay que darles de comer, educarlos, cuidarlos ni vestirlos. Tienen que trabajar como siervos y no hay que cuidarlos ni defenderlos. Se les remunera con pocas monedas, además se les cobra impuestos, que sirven para cubrir los gastos de la policía que les da de palos de vez en cuando para que no se quejen.
A todo esto, siempre hubo personajes de negro que dicen venir de parte de Dios, y como es lógico están muy de acuerdo de cómo son y van las cosas. Es menester aclarar que estos intermediarios de la divinidad tampoco trabajan.
Y un buen día… las cosas no dieron para más y hubo terribles revoluciones y los señores debieron cambiar las cosas para que nada cambie…
Hoy la cuestión es bastante más compleja, nos referimos sustancialmente a como se reparte el producto total generado por un país entre los ciudadanos, los cuales están bien diferenciados entre ricos, sectores medios y pobres, y dentro de este esquema se encuentra la pujante competencia entre patronales y los que tienen que trabajar (porque alguien tiene que trabajar).
En definitiva los señores se esconden mejor: Viven en Country, mandan desde los Holding, Corporaciones, Sociedades Offshore y hasta Gremios... los laburantes se dividen en varios niveles y clases, pero como siempre unos trabajan y otros... viven del trabajo de los demás. Para los que no quieran encajar en este sistema, o sea para los que sacan los pies del plato están las cárceles y los manicomios, por último, el cementerio. En ese orden.
Y los señores de negro que venían de parte de Dios ahora están de traje y corbata y hablan desde las pantallas de los diversos medios de comunicación, y convencen a las gallinas que los zorros son buenos y confiables, a las hormigas que es bueno comer gamezan y a los canarios que las jaulas son cómodas y de oro puro.
Como dijo Marguerite Yourcenar “Dudo de que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud; a lo sumo le cambiarán el nombre”.
Para terminar, un buen día las cosas no darán más y de seguro los señores cambiarán los nombres para que nada cambie. Ya lo decía Alexander Hamilton "Todas las comunidades se dividen en los pocos y los muchos. Los primeros son los que mandan y los otros son los tontos que tienen que trabajar.”... A menos que la GENTE, de una vez por todas – piense estas cosas y se den cuenta que pueden crear sociedades más justas para todos y no sólo para unos pocos que no trabajan.
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