Luego de Sipe-Sipe |
Por María Cristina Fernandez
n noviembre de 1815 Joaquín de la Pezuela derrotó a José Rondeau en Sipe Sipe, con lo que el Alto Perú quedó nuevamente expuesto a la acción de las fuerzas españolas, que se mostraban cada vez más crueles. Como consecuencia de esa victoria Pezuela fue designado en reemplazo de Abascal, Virrey del Perú. Se lo reservaba para titular del Virreynato del Río de la Plata en cuanto se recuperara Buenos Aires, lo que España consideraba inminente. Pezuela asumió su cargo el 7 de julio de 1816, dos días antes que en Tucumán se declarara la independencia.
La jefatura del Ejército Realista del Alto Perú quedó provisoriamente a cargo del Gral. Juan Ramírez Orozco hasta la llegada de quien sería su titular, el mariscal José de la Serna. Éste había partido de Cádiz en mayo de 1816 a bordo de la fragata de guerra "Venganza", acompañado por un grupo de oficiales (entre los que se encontraban Jerónimo Valdés y Tomás de Iriarte, quien en 1818 se pasó a las filas patriotas) y tropa.
La Serna tenía por misión recuperar el ex Virreynato del Río de la Plata, arribó a Arica el 7 de setiembre de 1816. Desde allí escribió al virrey Pezuela informándole que preveía posesionarse de Buenos Aires en Mayo de 1817 (fecha en la que el soberbio español regresaba, humillado por las tropas Güemistas, al Alto Perú. Algunos dicen que por su condición de Jefe del Ejército derrotado, montaba el último caballo que quedaba en pié. Los demás habían sido sacrificados para aplacar el hambre que azotaba a la infeliz tropa, o habían muerto en el campo de batalla o les habían sido arrebatados por los Patriotas).
Al mando de La Serna se encontraba la mayor fuerza invasora dispuesta hasta entonces, compuesta por profesionales que habían combatido en Europa contra Napoleón Bonaparte y en Sudamérica contra Simón Bolívar, obligándolo a refugiarse en la isla Margarita.
Dos importantes jefes del Ejército Realista eran Pedro Antonio Olañeta y Guillermo Marquiegui.
Olañeta era un firme absolutista monárquico, nacido en Vizcaya y radicado en Salta durante su juventud. Conocía el terreno por su actividad comercial que le permitió consolidar excelentes relaciones. Había participado en las Batallas de Tucumán, Salta, Vilcapugio, Ayohuma y Sipe Sipe, adquiriendo importantes conocimientos militares. Se caracterizó por ser un duro represor de los libertarios a quienes no dio tregua ni paz durante los quince años que los combatió.
Marquiegui poseía vasta experiencia militar demostrada en Sipe Sipe, donde había perdido un brazo a raíz de un violento sablazo.
Uno de los principales objetivos de los realistas era descabezar a las tropas para poder cumplir la misión asignada: recuperar el poder. Por ello antes de presentar combate trataron de seducir a los jefes patriotas proponiéndoles prebendas, privilegios y protección especial si aceptaban someterse a la autoridad del rey. Todas fueron rechazadas, algunos de los destinatarios de las mismas fueron Campero, Urdinenea, Uriondo y Güemes. Esto generó mayor rencor y sed de venganza en los invasores, por lo que, rechazados y heridos en su orgullo, procuraron por todos los medios capturar o matar a los jefes.
Vicente Camargo
Por ello en 1816 hubo grandes pérdidas para las fuerzas patriotas. En abril cayó Vicente Camargo, a quien el coronel español Buenaventura Centeno había logrado cercar en Culpina, Charcas. Centeno descuartizó el cuerpo de Camargo, enviando la cabeza a Pezuela y las demás partes del cuerpo a los diversos lugares en los que había actuado. En setiembre fue sorprendido Manuel Ascencio Padilla, su cabeza fue expuesta públicamente. En noviembre, en proximidades de Santa Cruz, fue vencido y muerto Ignacio Warnes. Simultáneamente, en el extremo norte de nuestro actual territorio asolaba la tragedia.
De Arica el mariscal La Serna se dirigió al Alto Perú donde organizó un ejército de 6000 hombres. Se encontraba en Cotagaita preparando la invasión a las Provincias Unidas.
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