Biografías |
TENIENTE GREGORIO VICTORIANO ROMERO Y GONZÁLEZ |
Por JACINTO R. YABÉN
Nació en la ciudad de Salta, el 18 de julio de 1779, siendo sus padres, el hidalgo caballero francés Don François Romeur de la Croix et Sevigne „ natural de la villa de Llnchat, provincia de Lapurdi (Vasconia francesa), descendiente de alcurnia ennoblecida en los campos de batalla por Francisco I; y doña María del Tránsito González y Antequera Saravia, que descendía de familias salteñas linajudas, fundadoras de Salta y de los primeros conquistadores de Tucumán y del Gran Chaco.”
Realizó sus primeros estudios en el Convento de San Francisco, donde también inició los secundarios en la Escuela de Filosofía que fundara el R.P. Lector Dr. Fray Pantaleón Benítez; pero, reveses de fortuna en la familia, obligaron a Romero a interrumpir sus estudios y dedicarse al comercio, instalando la mejor fábrica de pan de esa época. Romero abandonó las aulas en 1796 para orientarse en los ramos del comercio y de la industria.
Cuando sólo contaba 18 años de edad fundó, con el farmacéutico escocés Don José María Todd, el primer Gremio de Comerciantes de Salta. Fue uno de los propulsores de la industria harinera local: en la finca “La Isla”, propiedad de su pariente, el Dr. Pedro Antonio de Arias de Velázquez Saravia, montó un molino de inmejorables condiciones bajo la base del allí existente.
En 1800 donó un terreno de su propiedad y dinero en efectivo para la construcción de la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria.
Producido el movimiento emancipador de mayo, el Dr. José Ignacio de Gorriti, conociendo la bravura de Romero, su amigo de la infancia, le envió a los Valles Calchaquíes, a objeto de enganchar soldados para el ejército gire se preparaba: en 1811 estuvo en el Departamento de San Carlos, donde, en unión con el después coronel Justo Pastor Arce, pudo levantar numerosos voluntarios entre los habitantes de aquella zona. Pero, como el número de los reclutas no era muy elevado e en razón de que el jefe realista de aquel Departamento había formado el escuadrón de San Carlos, Romero pasó al Departamento de Molinos, donde, en unión con Luis Borja Díaz, una de las figuras más destacadas en la Historia de los Valles Calchaquíes, consiguió algún contingente de hombres rurales, como Don Benjamín Chocobar, peón de la finca de Díaz, quien siguió al doctor Gorriti durante toda la guerra emancipadora.
A su regresa de los Valles, Romero se alistó en las filas del Ejército Auxiliar en calidad de soldado raso, al lado de sus hermanos Francisco y Miguel Simón Romero.
Se encontraba casualmente en Tucumán cuando Belgrano libró la batalla de este nombre, en la cual Romero no tomó parte por hallarse enfermo; pero, después de la victoria fue encargado, conjuntamente con el teniente coronel José Manuel de Sosa, con el capitán Manuel Ubaldo Córdoba (ambos oriundos de San Carlos ) y con el teniente César Vázquez Aráoz, (tucumano), para dirigir patrullas para hostilizar y vigilar el ejército de Tristán. En el ejercicio de esta misión, Romero llegó a la ciudad de Salta a fines de noviembre de 1812.
Allí permaneció alejado de toda actividad y cuando Belgrano se alojó en Castañares, en casa de Apolinario Saravia, Romero fue uno de los pocos que estuvo enterado del secreto del cual dependió el éxito en la batalla de Salta: Saravia cuando penetró con el disfraz de leñatero en aquella ciudad, confió a Romero cartas dirigidas por Belgrano a Arias de Velázquez y a Arenales. En la batalla de aquel nombre, librada el 20 de febrero de 1813, Romero combatió fogosamente y tuvo por recompensa un sablazo que le asestaron en una pierna, herida de la que fue curado por el médico salteño Dr. Antonio Castellanos Saravia.
Después de aquellos sucesos, Romero se alejó casi por completo del escenario público, pero a su primo político, el general Güemes, le secundó con su ascendiente y con su dinero. También logró aminorar los enconos del Dr. Arias de Velázquez, que había formado un partido opositor a Güemes, a quien llamaba “Hidra”, como lo comprueban los documentos transcriptos por el Dr. Atilio Cornejo en sus “Apuntes Históricos sobre Salta” (2.ª edición).
Con su hermano, el capitán Miguel Simón Romero, combatió en distintas oportunidades contra los realistas y contra los enemigos de Güemes: refiere la tradición que gobernando a Salta este último, Don Pablo Alemán, coaligado con Gregorio y Miguel Romero, se dirigieron a Cerrillos, debido a una alarma del cura Arias Rengell, quien había manifestado en Salta, tenía conocimiento de una asonada que se preparaba en Cerrillos y que se dirigía a Salta, capitaneada por el Dr. Arias de Velázquez, con el objeto de derrocar al gobernador Güemes.
“Llegados a la villa de Cerrillos, dice Don Carlos Gregorio Romero en su breve reseña biográfica del teniente Romero González (consultada íntegramente para esta biagrafía), Alemán despachó al capitán Don Miguel Simón Romero y González, juntamente con el teniente Don Gregorio Romero, para que cumpliesen una delicada misión, quedando él al frente de unos pocos gauchos.
En tales circunstancias, las partidas de “Pachi” Gorriti y del coronel Don Sinforoso Morales, viendo en la oscuridad de la noche gente armada y escondida tras de los árboles, entablaron un tiroteo que no tomó mayores proporciones por la oportuna intervención del teniente Don Gregorio Romero que a toda prisa llegaba al lugar del hecho, profiriendo gritos a sus propios compañeros de armas e intimando a “Pachi” Gorriti para que cesase el fuego. Como sus palabras no eran escuchadas por las detonaciones de los proyectiles, Romero, con épico arrojo, cruzó el camino que separaba a las partidas de Alemán y de Gorriti, arriesgando su vida a los peligros de la fusilería”. (Tradiciones familiares).
“Este acto de Romero evitó un desastre que pudo “ser de gravedad para el ejército patriota. El sagaz y disciplinado historiógrafo capitán Don Ramón S. Escala, estudioso auténtico de la historia provinciana, dice: “El intrépido arrojo del teniente Don Gregorio Romero y González evitó el aniquilamiento de aquellas patrullas de idéntico bando, que en menores proporciones del Ejército de San Martín en Cancha Rayada, habíanse abierto el fuego, creyéndose enemigos, por la obscuridad reinante y por la confusión consiguiente”. (Carta del capitán Escala a Don Carlos Gregorio Romero fechada en Salta, el 15 de agosto de 1938).
El 24 de mayo de 1821 una asonada encabezada por los enemigos de Güemes obligó a renunciar al gobernador delegado Dr. José Ignacio de Gorriti. En el campamento, la esposa de Romero se presentó vestida de gaucho al cuartel acompañada de su marido, siendo confundida en la obscuridad de la noche por uno de los jóvenes de la “Patria Nueva”, partido opositor a Güemes, y con cautela y sagacidad logró disuadir a algunos jefes gauchos. En las primeras horas del alba, Romero, su esposa y algunos gauchos se pusieron en camino a Tucumán, procurando no ser vistos, y así pudieron avisar lo sucedido al glorioso caudillo salteño, que pudo volver á su ciudad natal y entrar en ella sin experimentar mayor sorpresa, reasumiendo el mando.
Después del gobierno del general Gorriti, Romero marchó con él a la finca “Los Horcones” (Metán), donde se encontraba aislado de las contiendas civiles que agitaban a su provincia cuando le llegó la noticia de la guerra con el Brasil. De inmediato empuñó las armas, incorporándose a un escuadrón de salteños que condujo el coronel José María Paz. En aquella campaña, Romero obtuvo el grado de teniente 1.° del Regimiento 4.° de Milicias.
Vuelto a Salta con la “gloria conquistada y luciendo los cordones de Ituzaingó, dice Carlos Gregorio Romero, se dedicó al comercio de mulas con Bolivia, mejorando al mismo tiempo su célebre panadería en la calle llamada “Federala” por el gobernador salteño de la época de Rosas, don Manuel Antonio Saravia; que después se llamó “Libertad” y que hoy luce el nombre de “Juan Bautista Alberdi “.
En 1856 ocupó una banca en la Legislatura de Salta, donde tuvo un serio entredicho con el gobernador de entonces, general Dionisio de Puch, su pariente, porque éste había dictado un decreto disponiendo que los cadáveres se enterrasen fuera de las iglesias. No pudiendo vencer el diputado Romero sus sentimientos religiosos, prefirió dejar su banca. “Renuncio a mi cargo, dice en su nota a Puch, porque no puedo aplaudir, una ley contraria a mis sentimientos de sumiso hijo de la Iglesia. Estaré tal vez en error ante los hombres, pero no ante mis ideales y ante Dios, a cuyo servicio me he consagrado”.
Falleció en Salta el 15 de abril de 1861, habiendo testado en 1859 ante el escribano Don Mariano Zorreguieta. En el acto del sepelio pronunciaron elocuentes discursos el canónigo Don Raynerio Lugones, secretario del Obispado de Salta; el coronel José María Todd, por los Guerreros del Brasil; y los doctores José Pío Tedín y Vicente Anzoátegui, del Gobierno de Salta.
Había contraído matrimonio en Salta, el 25 de julio de 1813, con María Josefa Cesárea de la Corte Carvajal, vinculada a nobles familias salteñas, con la que tuvo 3 hijos y 6 hijas; la que sobrevivió a su esposo.