CAPÍTULO 5
1930, Salta regresa a la tradición

¡Dios sea loado! La República ha vuelto,
por obra de la revolución, al ritmo
de su civilidad. El épico estallido del
6 de setiembre abre un nuevo ciclo en la
Historia Política de la Nación Argentina
Ernesto Aráoz1

Las primeras décadas del siglo XX fueron años de tumultuosos cambios. A nivel mundial, la etapa de entreguerras, la consolidación de la URSS y el ascenso de los fascismos, tuvieron repercusión en América latina y marcaron profundamente la historia de nuestro país.

     A pesar del férreo control ejercido por los grupos dominantes, poco a poco eclosionaron nuevas fuerzas sociales que exigieron integrarse a las instituciones donde día a día se jugaba su destino. La linajuda Salta sintió amenazada su fortaleza de poder por gentes que, hasta ayer, eran anónimos conglomerados que se ajustaban a las reglas impuestas desde siempre.

En la ciudad afloraron pequeños grupos que hacían referencia a ideologías inquietantes: comunistas, socialistas, ákratas y/o maximalistas. Ellos se impusieron la tarea de hacer conocer al resto de la población la incompatibilidad de la omnipresente oligarquía con la sanción de la ley electoral y la prédica de los derechos democráticos.

En vísperas del golpe del 6 de setiembre se advierte en Salta:

"[...] el fermento de una rebeldía en ciernes, basta de tolerancia e injusticias desde la tribuna pública y de los pasquines opositores que incitan al crimen...la reacción radical debe ser enérgica y fuerte y si es necesario hacer callar las bocas difamadoras”.2

En 1930, el golpe de estado, encabezado por el general salteño, don José Félix Uriburu, a sólo catorce años de haberse iniciado la experiencia democrática, la suprimió y restauró el dominio conservador con un nuevo e inquietante ingrediente: el nacionalismo aristocrático-católico. El conocido historiador Zanatta dice:

"El idilio asumió acentos enfáticos durante la visita de Uriburu, impregnada de religión y nacionalismo, a las provincias del Noroeste Argentino. La identidad entre Iglesia y Nación fue reforzada obsesivamente y la tradición nacional fue invocada como testimonio. Así ocurrió en Salta, durante un Te Deum en la Catedral”.3

En Salta, el día del cuartelazo los estudiantes secundarios realizaron una manifestación de protesta por las calles céntricas. El diario describe así la tumultuosa manifestación:

"Los estudiantes secundarios de Salta no concurrieron hoy a clases en señal de protesta y luto por el asesinato de sus compañeros en la Capital Federal. Congregados en una manifestación que recorrió las calles de la ciudad dando vivas al imperio de las leyes sobre la tiranía. Al llegar a la esquina del Colegio Nacional los muchachos se descubrieron y guardaron silencio en homenaje a sus compañeros caídos en defensa de las libertades públicas. La nutrida columna llegó a Nueva Época vivando estruendosamente y obligó a su director a hacer uso de la palabra. El señor Gambolini pronunció una vibrante arenga. La juventud salteña ha afirmado su gesto digno y altivo en los actuales momentos y harán un funeral cívico en memoria de las víctimas caídas, el que se llevará a cabo en la iglesia Catedral el lunes a horas 10. Asistirán el Colegio Nacional, la Escuela Normal, el Colegio Salesiano y el Colegio Belgrano”.4

El mismo diario lamenta luego que el ejemplo de los estudiantes no haya sido seguido por sus mayores:

"Lástima grande que en Salta no haya hombres capaces de afrontar con coraje y gallardía los momentos que vivimos. Me parece que pasamos por un período de genuflexión, de convencionalismo y de cálculo y se me ocurre a ratos no vivir en el histórico pueblo salteño sino en una isla de cafres. Es la única provincia que permanece inactiva ante las agitaciones del momento y que entregada a la inercia se deja manejar a capricho de gobernantes arbitrarios".5

Dejando de lado la ardiente manifestación estudiantil, los opositores al cuartelazo se limitaron a pronunciar tibios y ambiguos discursos en defensa de la democracia. Por eso llama la atención el sermón pronunciado por un fraile dominicano a los cinco días de producido el golpe, durante la Novena del Señor y la Virgen del Milagro. Para entonces el diario que seguimos cambió su discurso para ponerse a tono con la nueva situación política y publicó una crítica titulada "Los curas no deben meterse en política":

"En la novena de anoche en la Catedral un cura dominicano, extranjero, pronunció un sermón más que religioso político y militante, al extremo de decir que el país vive bajo la usurpación de sus legítimas autoridades. Numerosas damas que escuchaban entre asombradas e indignadas se apresuraron a hacer lugar a su más enérgica protesta a la curia y a las autoridades de la revolución”.6

Apenas conocida la denuncia de las damas, al sacerdote en cuestión se le dieron dos horas para abandonar la provincia.

El pensamiento político conservador7, tuvo en Lucio Vicente López uno de sus principales voceros. Al referirse a las democracias de Sudamérica decía:

"Corren el peligro de hacerse plebeyas e ignorantes; y los esfuerzos de los hombres de pensamiento deben dirigirse a prevenir los estragos de este género de democratización”.8

A poco del golpe de 1930, Ernesto Aráoz cita estos conceptos, en el discurso de bienvenida al interventor federal de Salta, general Gregorio Vélez.

1930 inicia el proceso de golpes militares que sirvieron para suprimir la vida política y reemplazarla por sistemas autoritarios. La población fue objeto de un constante adoctrinamiento donde liberalismo, democracia y participación política de las masas, eran vistas como cuestiones caóticas y peligrosas.

Una de las formas que tomó este adoctrinamiento fueron los austeros carteles colocados en oficinas, escuelas y colegios confesionales con la leyenda:

"Dios, Hogar y Patria. Hermosa trilogía cuyos frutos son progreso, paz y fraternidad entre las naciones".9

En Salta, el giro político-ideológico, fue vivido por los grupos dominantes, como un regreso a la Arcadia soñada donde una elite sabia tomaba las decisiones de importancia en nombre de una masa sumisa y obediente. Creyeron aliviados que se trataba del fin de las ideas liberales y del Partido Radical10 causante de la deserción de jóvenes inquietos de las filas de los sectores tradicionales.

Las aborrecidas ideas liberales habían permitido la entrada en la política y en cargos burocráticos a muchos advenedizos pertenecientes a los grupos subalternos. Ahora, todo retornaría a su cauce normal. El historiador arriba citado, transcribe un artículo de la revista Criterio:

"El verdadero enemigo era el régimen representativo que ha instaurado en el país las consecuencias lastimosas de una democracia a base del sufragio universal".11

Nueva Época, recordaría, pocos años después, a la marcial revolución así:

"[...] Pasados los primeros tiempos de agitación que trajo a nuestra provincia la Revolución de Setiembre con su oscura serie de persecuciones, atropellos y encarcelamientos. Salta fue una de las primeras provincias argentinas en que los espíritus se pacificaron, dando la impresión de que por sobre las pasiones políticas que dividen a la gran familia argentina, debía florecer otra vez la serenidad y la vida casi contemplativa que los habitantes del terruño copiaron tal vez de nuestros valles y montañas. En Salta no hay efervescencias, ni agitaciones, ni tumultos de ninguna naturaleza. Hombres de trabajo, de inofensivas alacranerías de café, de largas siestas provincianas, no nos complicamos mayormente la existencia por lo menos hasta que llegan las vísperas de alguna campaña electoral, en que por desgracia los partidos tienen que concretarse a lo siguiente: luchar decididamente a favor o en contra del caballo del comisario".12

En Salta, luego del alejamiento del poder de Uriburu los grupos opositores comenzaron a denunciar, a través de la prensa, el dominio de los llamados "puros y selectos". Con cierta ambigüedad los opositores políticos criticaban la apropiación de los cargos y del manejo del Partido Demócrata por:

"[...] parte de un núcleo de hombres que desdeñan las corrientes populares y adoptan poses de señores de gabinete [...]" Los acusaban de [...] "ultra reaccionarios y de formar un círculo de hierro para impedir la entrada de los portadores de ideas de libertades cívicas".13

En este escrito partidario se deslizaban ideas de neto corte maquiavélico:

"[..] rodean todos los actos de gobierno de un rito de ocultamiento como si todo debiera realizarse dentro de un cónclave vaticanesco, actitud de círculo de patrones que desdeña al pueblo".14

Esta elite, convencida de su providencialismo, era mirada y descripta con profunda ironía por opositores pertenecientes al mismo sector. Observaban:

"[...] se erigen en "Robustianos de Talabartería" para manejar a su antojo los destinos de la provincia".15

Es llamativa la extraña mezcla de admiración y rechazo que despierta, entre partidarios y opositores, la figura paradigmática de Robustiano Patrón Costas.

Diarios locales se hacen eco de las luchas e intrigas entre los sectores dominantes. Tal la situación de Salta a la llegada de su primer arzobispo monseñor Roberto J. Tavella. El arzobispo, en sus memorias anotaba, con excepcional agudeza, las impresiones de su primer encuentro con la elite dirigente y la juventud salteña:

"[...] En el orden local era evidente la falta de elemento joven capacitado para recibir la herencia y la seguridad de los grandes dirigentes conservadores [...] en cuanto a la juventud salteña, esta me pareció perezosa, falta de reacciones, de poca formación intelectual y solo confiada en el prestigio del propio apellido".16

Percibió claramente la lucha interna en el seno del opositor Partido Radical y apoyó en forma abierta al grupo no contaminado por la pecaminosa corriente liberal:

"Frente al conservadurismo actuaba naturalmente el Partido Radical que se hallaba en la oposición desde la Revolución de 1930. Conservaba el indiscutido prestigio de la mayoría, pero en Salta [...] ya había cometido el error suicida de olvidar los principios reaccionarios, es decir cristianos y patrióticos [...] Dos núcleos constituían los dirigentes radicales de Salta por esos días: uno de honda convicción católica (Arias Figueroa, Solá Torino, Sosa, David Saravia) el otro liberal, empeñado en aprovechar la orientación izquierdista de la masa [...] Michel Torino, José María Saravia, Decavi, Bavio y San Millán".17

El nombramiento de monseñor Tavella coincidió con el relajamiento de las medidas represivas de la dictadura y el retorno de los exiliados políticos, entre otros los radicales. Nueva Epoca informaba:

"[...] Comida popular organizada por el radicalismo local en homenaje de los exiliados y presos políticos de retorno a la provincia”.18

Entre los exiliados más ilustres se hallaba el ex gobernador Adolfo Güemes, quien sufrió largas prisiones en Martín García y Ushuaia. Candidato a la Vicepresidencia de la Nación en las elecciones del 8 de noviembre de 1931, fue vetado por el general José Félix Uriburu.

El golpe del '30 fue vivido por las mayorías, como el retorno de señores autoritarios, comerciantes ávidos, fraude electoral, leyes injustas y, para quien se atreviera a la protesta, represión despiadada. La ideología19 impuesta con el golpe aunó en las filas opositoras a militantes radicales provenientes de familias de comerciantes, profesionales, obreros, estudiantes y hasta algunos campesinos que se jugaron a pesar de la coacción.

Transcribimos primeramente el testimonio de un pariente cercano del general José Félix Uriburu,

I) Don Julio:

Pregunta: ¿Usted recuerda la revolución de su pariente, el general Uriburu?

Julio: Sí, era el año '30, yo tenía nueve años y vino el tío Pepe. Se alojó en la casa del gerente del Banco Nación y estuvo de visita en casa. Le dejó a mi madre un retrato de él que decía: "A mi prima Negra con todo cariño, José Félix Uriburu": Me acuerdo que a mi tío Pico, hermano de mi mamá, lo nombró gobernador de Río Negro y me acuerdo, es una barbaridad para que digan ¡Uh, los cholos, los oligarcas!, le mandó el coche presidencial a mi  mamá para que fuéramos a Bs. As. y de ahí a Río Negro a visitarlo a mi tío Pico.

Me acuerdo que había una familia Franzone que tenía una quinta ¡unas manzanas, unas peras! y yo me enloquecía, porque esas manzanas y peras eran famosas y me decían cortá lo que vos quieras y yo me volvía loco. Había una revista Caras y Caretas en esa época en la que estoy yo en Bariloche, porque llegaron los príncipes de Inglaterra, el príncipe de Gales y el de Windsor y los recibió mi tío Federico que era el gobernador de Río Negro. Fue con mi mamá y a mí me hicieron salir en una foto entregándoles dos manzanas así, hermosas, a cada uno de los príncipes. Yo tenía 9 o 10 años y tengo un grato recuerdo. No toco la parte política porque a esa edad no entendía nada.20

Trabajadores y dirigentes salteños relatan sus vivencias y opinan sobre los sucesos del 6 de setiembre de 1930.

Manifestación contra la dictadura del General José Félix Uriburu - 1930. Calle España y Zuviría - Material Club de Pesca Salta

II) Don Carlos, dirigente gremial salteño, residente por esos años en Buenos Aires, relata:

Pregunta: Cuando se produjo el golpe de estado de 1930 ¿usted estaba en Buenos Aires?

Respuesta: Sí. Yo fui testigo de lo que le hicieron a Yrigoyen. Vivía en una casa de altos en la esquina de la Plaza Constitución y le quemaron la casa. Le tiraron las sillas, la cama y el colchón ardiendo a la calle y se reían de Yrigoyen ¡Atorrantes de mierda! [...] Y fue José Félix Uriburu, ese petiso infame, semejante secuaz.. Fue la primera vez que me afilié a un partido político y fue al Partido Radical, como era mi viejo. Y lo hice en plena revolución conservadora.21

III) Doña Estela, perteneciente a los sectores medios, docente y primera diputada mujer en la Legislatura local, agrega:

Pregunta: ¿Cómo vivió usted el golpe del '30?

Estela: Lo hizo el Gral. Uriburu, que era salteño, de aquí. Lo primero que hizo fue nombrar a todos sus parientes en la Escuela Normal y en todos lados... Implantó en todo el país el estado de sitio. Aquí la policía andaba vigilando en todos los barrios. No se permitían reuniones. Aquí la gente eran corderos, porque ¿qué iban a hacer? No hubo huelgas ni movilizaciones, había rezongos, no más, se renegaba por lo bajo. Yo nunca me anoticié de movilizaciones aquí. Nos teníamos que callar la boca porque sino te sacaban del puesto. A mi papá lo echaron del trabajo por ser radical. Cuando venía un gobierno demócrata echaba a todos los radicales y cuando venía un gobierno radical echaba a todos los demócratas. Así era el juego político en Salta.22

IV) Don Felipe, trabajador y militante del Partido Laborista:

Pregunta: ¿Qué opinaba la gente de Salta, cuando se produjo el golpe de los años ‘30?

Felipe: La gente murmuraba y lo apoyaba a Yrigoyen, estaban de acuerdo con él pues él ha empezao el ferrocarril Huaytiquina. Ha implantao las ocho horas de trabajo, todo eso [...] Ha favorecío más al obrero aunque no tanto como Perón.23

V) Jorge Raúl, salteño, de 89 años. Reconocido dirigente del Partido Radical, ocupó importantes cargos políticos: concejal municipal, diputado provincial, diputado nacional, presidente de la Cámara de Diputados de la nación y presidente del Partido Radical salteño.

Pregunta: Don Jorge Raúl, vengo a visitarlo porque usted es hombre de una larga y consecuente militancia en las filas del Partido Radical. Por haber sido un protagonista de nuestra vida política me resultaría grato escuchar sus vivencias y recuerdos.

Jorge Raúl: Bueno en realidad soy heredero de mi padre, José María Decavi, uno de los fundadores del radicalismo en Salta. Toda su vida fue una lucha constante. Ha estado en el destierro y preso en las cárceles de Salta y de la Capital Federal.

Pregunta: ¿Por qué fue objeto de esas persecuciones?

Jorge Raúl: Hay dos etapas en la historia constitucional y política del país. La primera fue el régimen del fraude electoral que duró mucho tiempo. Mi padre enfrentó y atacó ese mal político y por eso lo persiguieron.

Pregunta: Usted alude a fines del siglo XIX o a comienzos del siglo XX.

Jorge Raúl: No, me refiero a este siglo, pero ya en el siglo pasado comenzó la lucha contra este régimen. Era el drama de los argentinos no sólo de Salta porque eso lo hemos vivido como todo el país.

Pregunta: Así que su padre fue uno de los fundadores del Partido Radical de Salta.

Jorge Raúl: Sí. La lección de Alem y de Yrigoyen estimuló mucho la formación de organizaciones ideológicas en el orden nacional y provincial para enfrentar el fraude. Así surgió un radicalismo, casi diría de fácil estructuración porque había conciencia política de repudio al régimen. Así que cuando alguno paró la bandera aquí, se armó el Partido. Mi padre, llegó a ser diputado nacional, presidente del Partido durante muchos años, fue un líder, acá.

Pregunta: ¿Qué otros dirigentes actuaban con su padre?

Jorge Raúl: Lucio Ortiz era un militante activo del radicalismo y Joaquín Castellanos, que fue el primer gobernador radical en Salta. En cuanto se constituyó como partido, el radicalismo lanzó su programa ideológico. El punto fundamental en una gestión de gobierno radical es el servicio social. El radicalismo no puede descuidar el desarrollo de los sectores sociales y eso fue el gobierno de Yrigoyen. Junto con el radicalismo se hacen las primeras manifestaciones socialistas. Comienza a aparecer un socialismo muy débil, muy minoritario, nunca tuvo nada, una banca por ahí.

Pregunta: Recuerda nombres de algunos dirigentes socialistas de Salta?

Jorge Raúl: No y en ese momento no había ni asomos de socialismo.

Pregunta: Ud. comenzó muy temprano su militancia política.

Jorge Raúl: Sí. Cuando yo tenía 17 años, Salta era una aldea. Yo seguí los pasos de mi padre y sentía real admiración por su conducta y por su lucha. Cuando yo me incorporé a la militancia política el ejemplo que tenía en materia moral era mi padre. Cumplí los 18 años en la cárcel por actuar en política. Aquí, en la Central de Policía, frente a la Plaza Belgrano, me metieron en un calabozo sucio.

Pregunta: ¿Qué lo impulsó a lanzarse tan temprano a las lides políticas?

Jorge Raúl: En cuatro palabras yo le voy a explicar lo que era Salta por aquella época. Aquí gobernaba la oligarquía. Los apellidos consagraban los destinos políticos de las clases altas y el pueblo quedaba al margen de las decisiones del proceso político. Para luchar contra este estado de cosas surgió y se mantuvo el Partido Radical tratando de reivindicar los derechos populares y de un sistema político realmente democrático.

Pregunta: ¿Cuál fue la situación política en Salta después del golpe de Uriburu?

Jorge Raúl: El radicalismo tenía un gran apoyo popular. No habían elecciones libres, estaba instalado el fraude. La oligarquía se prolongó en el tiempo. El Partido Radical obtuvo importantes triunfos electorales pero siempre le robaron el triunfo.

Pregunta: De hecho esto es válido para todo el país. Me agradaría que usted me comentara cómo se vivió ese proceso en Salta.

Jorge Raúl: Cuando se produjo el golpe del ‘30 a mi padre lo detuvieron por orden del gobierno Nacional y lo llevaron preso a Buenos Aires y a mí, como le dije antes, me metieron en la cárcel. Yo era hijo único y mi madre solita, pobrecita lo que tenía que soportar. Vivía alterada. Estuve detenido casi siete meses. Cumplí, como le dije, los dieciocho años en la cárcel. Quiere decir que molestaba mucho. Entonces se produjo un reclamo internacional a favor de los presos políticos. La dictadura decidió aplicar la cláusula constitucional que establece la opción para el preso político de continuar encarcelado o salir al exilio. A la Constitución la vinieron a aplicar así, estos bandidos que avasallaban con todo. Mi padre les dijo, "sobre el pucho", sí señor, yo me voy al Paraguay. Como se lo querían sacar de encima ese mismo día lo llevaron al puerto y lo embarcaron al Paraguay y ahí lo recibieron políticos paraguayos que conocían su nombre y trayectoria y se sentían solidarios porque ellos también estaban contra la dictadura que era una constante en la política paraguaya.24

VI) Julio Blas, dirigente gremial:

Pregunta: ¿Qué recuerda del golpe del '30?

Julio Blas: Yo trabajaba de obrero en la Municipalidad y me mandaban a arreglar los jardines de las casas y quintas de los conservadores, Serrey, Aráoz, Puló, etc. El jefe de los radicales era José María Decavi y también estaba Ernesto Bavio. Esos sacaban la cara y decían que estaban exiliados por causas políticas en el Uruguay. Y yo estaba arreglando las plantas y los veo aparecer en la casa de Serrey a éstos que decían que estaban exiliados. Y resulta que la muchacha me contó que estaban veraneando en la finca de Serrey en la Caldera. Y yo que me había afiliado al Partido Radical me desengañé y saqué la ficha radical que la tenía en el baúl, porque antes no se usaba ropero y la quemé y mi vieja se enojó porque ella era radical y cuando le conté no me quiso creer. Pero yo nunca quise arrimarme a los conservadores. Me arrimé a los socialistas. Pero aquí casi no había, pues ¡Qué iban hacer!... y así quedé políticamente solo, hasta que vino el peronismo".25

En las luchas contra el sistema también actuaron los pequeños núcleos de los "ákratas" mencionados al comienzo. Estos hicieron una oposición más vociferante que peligrosa. Molestaron a los señores con sus denuncias y discursos. Los grupos de poder se sintieron tan aludidos que advirtieron con indignación a la ciudadanía sobre el peligro de esas ideologías extremas:

"[...] el pueblo está en guardia y dispuesto a salvar la democracia puesta en peligro por los extremistas con sus descabellados designios [...]"26

La salvaguardia de la cantada democracia se mostraba, por parte de los sectores tradicionales, en forma práctica todos los 1° de mayo. También era la fecha elegida por los socialistas. Estos, en lugar de dedicarse a veladas culturales, como la mayoría de los gremios, se impusieron, en pleno estado de sitio, una labor educativa para concientizar a los trabajadores.

El Centro Socialista de Salta Carlos Marx decidió celebrar, sin la debida autorización policial, el Día del Trabajo con punzantes discursos. Sus dirigentes, Tomás Ortiz, Antonio Asan y Salomón Yazlle fueron detenidos y el mitin disuelto por el tristemente célebre escuadrón de seguridad, conocido por sus víctimas como los cosacos.

Un viejo y entusiasta dirigente de época, don Blas, recuerda vívidamente los hechos:

Pregunta: Se organizaron manifestaciones obreras en la llamada Década Infame?

Julio Blas: Acá en la década del '30 se creó la caballería que nosotros le decíamos los cosacos. ¿Sabe con que fin se creó?... para disolver manifestaciones a "garrotazo limpio". Con los caballos atropellaban a la gente, la pisoteaban, la volteaban. Se lo denominó el Escuadrón de Seguridad, con sede en la calle Rioja. Todos llevaban una especie de fusta pero larga. Era como un hierro acerado, forrado en cuero. Esas cosas las hacían los presos y... las usaban para castigar al pueblo. Los cosacos eran en su mayoría correntinos. Los hacían venir porque eran más "alma puta", más serviles y cumplían las órdenes sin miramientos. El primer jefe, no lo olvido nunca, fue el "Hachao" Costas. Le decían así porque tenía una gran cicatriz en la cara. Uno de sus laderos era un oficial retirado del Ejército de apellido Castro.27

En 1935 la represión fue tan grave que tuvo repercusión en todo el país y dio motivo al inefable diario lugareño a publicar el lamentable, pero realista editorial:

"[..] El obrero de Salta es pacífico y tolerante. Ha heredado la indolencia española y el cansancio indígena. [...] No se debe crear un problema social donde no existe. No irritemos al ciervo pacífico como lo es la clase trabajadora de Salta".28

Hubieron de pasar largos años hasta que el trabajador hiciera sentir su voz. El problema fundamental al respecto fue la falta de conciencia de la mayoría de la masa trabajadora del necesario equilibrio entre derechos y deberes, afirman quienes entienden la vida social como una evolución armónica en pos del progreso. Pero la historia de nuestra América no avala este criterio.

Notas del capítulo 5

1       (1936) Aráoz, Ernesto. El Alma Legendaria de Salta. Buenos Aires. Librería y Editorial La Facultad. P. 127.

2       (1930) Diario Nueva Época. Salta.

3       (1995) Zanatta, Loris. Del Estado Liberal a la Nación Católica. Buenos Aires. Editado por la Universidad Nacional de Quilmes. P. 57.

4       (1930) Diario Nueva Época. Salta.

5       (1930) Idem anterior.

6       (1930) Idem anterior.

7       (1990) Torcuato Di Tella. Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas. Buenos Aires "[...] en realidad el conservadurismo no es una ideología que contenga conceptos claros y absolutos, sino que se define por la negativa al cambio económico y social con criterios eminentemente pragmáticos.. Por extensión se utiliza el término para definir todo sistema político o forma de pensamiento tendiente a mantener el orden establecido. Por ello el conservadurismo es vinculado a los sectores dominantes o privilegiados, aunque no es patrimonio exclusivo de estos ya que las clases medias y bajas, en ciertas situaciones de temor a la pérdida del orden y de la estabilidad, suelen adherir a tendencias conservadoras" P. 111.

8       (1936) Aráoz, Ernesto. Obra citada. P. 128.

9       Carteles colocados en oficinas públicas, escuelas y colegios.

10     Ver  Capítulo 2, nota 1.

11     (1995) Zanatta, Loris. Obra citada. P. 47.

12     (1935) Diario "Nueva Época". Salta.

13     (1935) Idem anterior.

14     (1935) Idem anterior.

15     (1935) Idem anterior.

16     (1981) Seage Arsenio. "Tavella, Primer Arzobispo de Salta. Escritos". Salta. Editorial Talleres Gráficos del Servicio Penitenciario de la Provincia de Salta. Tomo III. P. 25.

17     (1981) Seage, Arsenio. Obra citada. P. 26.

18     (1934) Diario "Nueva Época". Salta.

19     (1989) Emplearemos el concepto de ideología citado por Di Tella "[...] de manera ampliamente generalizada se mantendrá el concepto en su acepción de conjunto de representaciones, valores, pensamientos que surgen en la vida social y la integran de manera esencial". Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas. Obra citada. P. 294.

20     (2002) Historia de vida de don Julio. Anexo. Nº 11.

21     (1998) Historia de don Carlos. Nº 9.

22     (1999) Historia de doña Estela. Nº 12

23     (1999) Historia de don Felipe. Nº 1.

24     (1999) Historia de don Jorge Raúl. Nº 13.

25     (1999) Historia de don Julio Blas. Nº 7.

26     (1934) Diario Nueva Época. Salta.

27     Idem nota 25.

28     (1935) Diario Nueva Época. Salta.

CAPÍTULO 6
La sociedad tradicional