I.- El General Güemes
es Herido de Muerte
Güemes, desde su vuelta de Tucumán,
residía transitoriamente en su campamento de Velarde,
mejor dicho en su finca “El Carmen”, donde
mantenía una especie de academia militar .
El Cnel. Jorge Enrique Vidt, en una
carta al Gral. Dn. Dionisio Puch, de fecha 8 de Abril
de 1866, dice:
“Nosotros estábamos
acampados a un legua, más o menos de Salta, organizando
las fuerzas de la Provincia para marchar al encuentro
del enemigo, cuando el Gral. Güemes tuvo la fatal
idea de ir, durante la noche, escoltado por algunos hombres
de caballería a la ciudad a obje-to de tomar allí,
personalmente algunas disposiciones…”
En las afueras de la ciudad dejó
parte de su escolta en un lugar denominado el “Tincuna-co”,
que serviría de apoyo en caso necesario y continuó
la marcha hacia el centro, a la casa de su hermana Magdalena,
donde fue sorprendido al oír disparos de fusil
en dirección a la plaza y enseguida otros más,
entre voces confusas.
Nota 1: Pienso que el camino que siguió
el Gral. Güemes con su escolta, cuando se diri-gió
a la ciudad de Salta, la noche del 7 de junio de 1821,
fue por el antiguo camino de las “Bum-bunas”,
por ser el más directo desde “Velarde”,
donde tenía su campamento principal y que co-rría
muy cercano al Tincunaco. (hoy este camino es la calle
S. Felipe y Santiago).
También considero, que es muy
probable, que la escolta no quedara a la espera en la
propia zanja del Tincunaco, por ser esta de un fondo fangoso
con abundancia de mosquitos y otras alimañas, y
que lo hayan hecho en la antigua fábrica de pólvora,
casa que databa de la épo-ca de la batalla de Salta,
rodeada de una gruesa pared de adobe, que era como una
fortaleza, conservada hasta mediados del siglo pasado,
lamentablemente fue demolida y estaba situada en la Av.
Independencia y S. Felipe y Santiago.
“A la voz de “El Enemigo”,
saltó el Gral. Güemes en su veloz caballo,
no habiendo que-rido escapar solo por la espalda de la
casa, y seguido de su valiente grupo, cargó sobre
las co-lumnas que le cerraban el paso: un granizo de balas
lo rechazó perdiendo casi toda su escolta, hizo
un gran esfuerzo (el que hacen siempre las almas grandes
en los grandes conflictos) y par-tiendo como un rayo con
la espada en la mano, atropelló con la rabia del
tigre acorralado, sobre la maza erizada de bayonetas;
no hiende la flecha disparada por el arco teso con más
presteza los aires, que el intrépido Güemes,
atravesó banda a banda la columna enemiga…
Pero el Gral. Güemes, llevaba la
muerte en su seno; una de las mil balas que destrozaron
sus vestidos, había atravesado su cuerpo, regando
en sangre la senda gloriosa que seguía.”
Dn. José Manuel García,
en unos apuntes suyos, entregados personalmente al Dr.
Do-mingo Güemes y que obran en el archivo Güemes,
en 1882, dice: “Lucio Archondo, hijo de Dn. Tomás
Archondo, mandaba la barricada de 50 cazadores (realistas)
donde hirieron a Güemes. Dn. Tomás era español
y Lucio salteño.”
Esta barricada de los realistas debió
ser, seguramente, la que estaba sobre el puente del tagarete,
que menciona Frías , o en su extremo norte, cuidando
la puerta posterior de la casa de Güemes, que daba
al Tagarete de Tineo.
Estos soldados de caballería
(en el texto original), habrían estrechado a Güemes,
hirién-dolo a quemarropa y no con una bala “disparada
al acaso” . Este comentario me parece acerta-do,
por lo que vamos a expresar luego.
La infantería española,
durante las guerras de la Independencia Americana, estaba
arma-da con fusiles de chispa, calibre 18.4 mm., que disparaban
un proyectil pesado de 10.30 grs., lanzado a velocidad
moderada, dando así una trayectoria muy curva y
su efecto principal era de impacto, más que perforante;
equipado con un mecanismo de puntería elemental,
constituido por el punto de mira y el alza de mira, para
determinar la línea de puntería.
Sin detener la carrera, el Gral. Güemes,
atravesó en diagonal al campo de “La Cruz”,
acompañado por unos pocos, herido gravemente y
sin perder la posición que llevaba, abrazado al
pescuezo de su caballo, rumbo al cerro San Bernardo cuya
falda costea, según Frías, por la que-brada
de Burgos ; conforme Atilio Cornejo, quebrada de Robledo
. Pienso que ambas denominaciones, corresponden a la misma
quebrada, la que es también llamada de “Chacha-Polla”
y que se menciona en el expediente militar del Cnel. Gaspar
Burgos.
De acuerdo a los daros recogidos por
Frías, la intención de Güemes era:
“volar al cam-pamento que tenía en Velarde,
dos leguas al sur de la ciudad” ; Cornejo dice:
“…torciendo hacia el Sur llega al alba a la
“Quesera” y continúa hasta su campamento…”
(en Chamical).
Siguiendo con lo referido, el general
Güemes herido, sigue por la falda opuesta del cerro
San Bernardo, “…llegando al río de
Arias, allí encontró apostada sus partidas…
lo descendieron del caballo, le prepararon una camilla
y emprendieron camino hacia las haciendas de “La
Cruz”.
II.- Consideraciones Sobre la Herida que Padeció
el Prócer
Creo prudente hacer un análisis
de la herida que padecía el Gral. Güemes,
con algunas consideraciones médicas. Para ello
nada más ilustrativo que el decreto del Dr. Dn.
José Ignacio Gorriti, Gobernador de Salta, de fecha
14 de Noviembre de 1822, que expresa:
“… al patriota cirujano
Doctor Antonio Castellanos…, por la forma abnegada,
leal y generosa con que prestó sus servicios en
los últimos días de vida que subsistió
el extraordinario patriota Gral. Cnel. Dn. Martín
Güemes, realizando sobrehumanos esfuerzos para mitigar
sus dolores y para hacer más llevadera su conmovedora
agonía corporal, carcomido por la confluente gangrena
del tétano que lo llevó a la tumba, con
plena entereza y lucidez de facultades, el día
17 de Junio de 1821, como consecuencia de la bala recibida
en el espinazo y que le destruyó la ingle derecha,
en la acción inicua de la noche del 7 de Junio
que conduele para siempre a la Patria,…
Salta, 19 de Noviembre de 1822
Doctor José Ignacio de Gorriti
Gobernador de Salta.”
El Dr. Rafael Zambrano, en Buenos Aires,
ha realizado un prolijo estudio “sobre las causas
médicas que determinaron el deceso del Gral. Martín
Miguel de Güemes”, a solicitud del Dr. Luis
Güemes, de acuerdo a la documentación que
existe en el “Archivo Güemes”, manifiesta
concretamente:
“Que el Gral. Güemes
sufrió: una herida de bala, con orificio de entrada
a nivel de la región glúteo izquierda, en
su límite superior – reg. sacro-coxigea;
más precisamente por la esco-tadura sacro-ilíaca
(nota del autor) – orificio de salida en la región
inguinal derecha. Su trayecto-ria va de izquierda a derecha,
de atrás adelante y de arriba abajo”.
La dirección de esta trayectoria,
se debe a la posición del herido, que iba agachado
sobre el flanco derecho del caballo y que el trayecto
de la bala es aparentemente caprichoso, atravesan-do la
pequeña pelvis.
Si consideramos el trayecto seguido
por el proyectil, es difícil concebir, que no haya
afec-tado alguno de los órganos de la pelvis, tanto
del aparato digestivo (recto) o del aparato urinario (vejiga
y uréter); es necesario descartar lesiones vasculares,
de las arterias y venas que atraviesan la pelvis, cuya
lesión por el caudal sanguíneo que transportan
hubiera causado una hemorragia grave, mortal en pocas
horas. Debemos considerar que la gran mayoría de
las heridas de bala en la región pelviana presentan
fracturas conminutas de los huesos del anillo óseo
pelviano; sobre todo como en este caso por tratarse de
una bala con efecto de impacto más que debe haber
sido afectado en los huesos pelvianos, por la forma en
que pudo mantenerse cabalgando por un largo trecho.
Para considerar la magnitud de la herida
que recibió el Gral. Güemes, he tratado de
hacerlo en la literatura médica que versa históricamente
sobre el tema. Lo encontré en el “Tratado
de Patología Quirúrgica” de Cambell
M.F. , donde en su capítulo 20 (Injueries of the
Pelvis), el Doctor George C. Prather comienza con el historial
de estas lesiones; cita un importante tratado de Du Baron
D. J. Larrea (1817) , quién con una extraordinaria
experiencia en las guerras Napoleónicas, diagnostica
estas heridas con un pronóstico siempre fatal.
En “Medical and Surgical History of the War”,
publicado en 1876, sobradamente documentada por George
A. Otis , comparte la opinión sobre la gravedad
de las heridas de bala en la pelvis, siendo siempre fatales.
En la literatura médica nacional,
no hay datos históricos tan precisos como los citados,
pero las opiniones son concordantes con las mencionadas.
Llegamos así a la conclusión,
basada en la documentación consultada de escritos
históri-cos de la literatura médica nacional
y extranjera, que la herida recibida por el Gral. Güemes
era muy grave y con los medios terapéuticos de
la época, era una lesión fatal, como bien
la diagnosti-có el Dr. Castellanos.
III.- Resumen Historiográfico
Retomando la crónica del relato
histórico –conforme: “Historia del
Gral. Martín Güe-mes”, del Dr. Dn. Bernardo
Frías -el Gral. Güemes, para alcanzar su partida
que se encontraba a la espera en el Tincunaco, tuvo que
recorrer un buen trecho desde el lugar donde fue herido
–puente del Tagarete de Tineo- pasando por el campo
de la Cruz, quebrada de Chacha-Polla (pre-fiero nombrarla
así para ser más preciso), falda opuesta
del cerro San Bernardo, portezuelo gran-de, pasar el zanjón
del este, hasta donde fue desmontado.
De acuerdo con la relación expresada:
“…le prepararon una camilla, y colocado en
ella, emprendieron camino hacia la Cruz, propiedad del
general, y del Chamical. Aquí conviene hacer-se
una pregunta: Por qué el Gral. Güemes no fue
llevado al campamento de Velarde, donde se encontraba
el grueso de su ejército y que además podía
contar con tres partidas importantes de apoyo, comandadas
por tres patriotas que le respondían en forma incondicional,
la de Dn. Luis Buerla, en la Angostura – San Agustín-,
la de Dn. Alejandro Burela, en la Merced de Abajo y la
de Dn. Pedro Zavala, en Cerrillos, que se encontraban
a corta distancia?
Continuando con esta relación:
“…marchando entre el
río y la montaña…”. Para aseverar
esto, consultamos varias ma-potecas, tratando de encontrar
algún mapa de la época . Encontramos un
mapa de 1845: por la costa del río Arias se extiende
un bañado de varios kilómetros de extensión,
de manera que hacer-lo por ella resultaría imposible
de transportar un herido grave, que necesitaba un cuidado
especial “…hasta la cuesta de la Pedrera…”
“Ascendieron por ella y la
trastornaron, de igual manera lo hicieron con otra de
menor eleva-ción…”. Desde la Pedrera,
hasta la Quesera, se extiende el camino sinuoso, y hay
una distancia de 10 Km. y de esta a la Finca La Cruz,
5.2 Km. “…y se internaron al fondo de
la quebrada del Indio…”, debiendo recorrer
8.1 Km. más.
La cuesta que se menciona, desde muy
antiguo fue denominada del “Cuarteadero”,
por lo empinada que es, y transportar una persona en una
camilla no debe haber sido fácil, por la canti-dad
de portadores que se necesitaban, con un enemigo que acechaba
constantemente. Las dos sendas que son caminos de herradura
deben ser desechadas, por ser imposible llevar una camilla
con un herido en esas condiciones. Además si calculamos
distancias y tiempos por los relatos de la tradición
oral, no son coincidentes.
Tampoco resulta lógico, que si
la caravana con el ilustre herido se dirigía al
“Chamical”, luego de sobrepasar la casa de
la finca de “La Cruz”, cambiara de dirección
para internarse en la quebrada del Indio.
“En efecto, Güemes, herido
la noche del 7 de Junio de 1821 en la esquina de Belgrano
y Balcarce de la ciudad de Salta, parte en busca de sus
gauchos, rumbo al “Chamical”, pasando por
“La Lagunilla, Las Higuerillas, la cañada
de la Tala y la cañada de la Horqueta, a poca dis-tancia
de la Estancia de su madre “La Cruz” y del
Chamical, campamento de sus gauchos. Allí fue,
donde al pie de un cebil colorado, murió Güemes,…”
El párrafo precedente, está
copiado literalmente del libro, “Historia de Güemes”
del Dr. Atilio Cornejo, el mismo es un apartado resumen
de la ruta seguida por el Gral. Güemes herido.
La “Comisión de Homenaje
a Güemes”, presidida por el Gral. Gregorio
Vélez, levantó un acta el 13 de Febrero
de 1932, luego de un reconocimiento por la Quebrada de
la Horqueta, en donde interrogado Dn. José Nina,
nieto de José Nina que fue peón del Gral.
Güemes, manifestó que: “…su padre
le contó por donde vino el Gral. Güemes hasta
ese punto, según su abuelo vino por “Las
Higuerillas”, pasó por la Cañada del
Tala y llegó a aquel lugar donde no pudiendo se-guir
más, bajó del caballo y permaneció
en ese sitio hasta que murió…”. Esta
declaratoria no es coincidente con la documentación
al respecto, pero señala el camino seguido.
IV.- Nuestra Indagación Histórica
Así herido el Gral. Güemes,
no cayó en su silla, cruzó el campo de la
Cruz y penetrando en la quebrada de Chacha-Polla –como
también lo sugieren los dos historiadores citados-
se diri-gió hacia el este hasta una posta que existía
como a 8 Km. de la Ciudad de Salta, en la Lagunilla, conocida
como de Da. Pancha Luna. El Cnel. Dn. Eusebio Mollinedo,
cuenta en sus escritos que: “…Herido gravemente
en la columna vertebral por un disparo de arma de fuego
de una partida enemiga y luego de padecer dolores lacerantes
que sobrellevó con la entereza de su carác-ter
forjado en las vicisitudes de la guerra, llegamos a la
posta de La Lagunilla… Allí fue asistido
y sirvió de descanso”. Desde ese lugar se
mandó avisar al Cmte. Ríos, que esperaba
con el resto de la escolta en el Tincunaco, para que informara
de la situación a las fuerzas acampadas en el campo
de Velarde y se incorporara a la partida, además
al Presbítero Dn. Francisco Fernández, de
la situación que se encontraba el general herido.
Nota 1: El Cnel. Manuel Gregorio Reyes,
detalla los méritos y servicios del Presbítero
Dn. Francisco Fernández en relación con
Güemes y su muerte.
“…potro. Dn. Francisco de
Paula Fernández, capellán de la Legión
de Infernales de Lí-nea, que se formó en
la Pcia. de Salta en 1815, luego con el mismo cargo prestó
servicios en el 3° Escuadrón de Gauchos de
la Jurisdicción y Campaña de Salta.
“Como capellán lo asistió
al Gral. Güemes desde el momento que lo balearon
los realistas hasta que falleció en sus brazos.”
“…el Presbítero
Francisco Fernández fue desde el principio de la
Guerra de la Indepen-dencia un servidor infatigable de
la libertad con su persona y su dinero.”
Si consideramos la importancia de la
herida y la distancia que recorrieron, esta parada fue
más que necesaria para que el herido recuperara
fuerzas y pudiera ser acondicionado su pos-terior traslado.
Nota 2: Respecto del traslado de los
heridos, en el tiempo que fue herido el Gral. Güe-mes,
y sus cuidados, encontré un libro titulado: “Manual
de Medicina, de Cirugía y Farmacia”, del
Doctor DEHAUT, de París, 1841, en su apartado 401,
pág. 364, dice: “El modo de transpor-tar
a un herido con comodidad y cuidado, es en los hombros.
Por lo regular, es el único recurso que se tiene.
Para eso, son necesarios dos condiciones: un número
suficiente de personas, y un objeto sobre el cual el enfermo
pueda reposar en la mejor posición. El mejor aparato
para llenar estas condiciones es una parihuela, con un
jergón;...” . Creo que esta cita es
interesante, para tener una idea de cómo se acomodaría
al Ilustre Herido para su traslado a un lugar seguro.
“…al saber su capellán
Pbro. Dn. Francisco Fernández tan infausta noticia,
montó a caballo y acompañado del Cap. Dn.
Fernando Cabral se fue a buscar al Señor General
Güemes habiéndolo alcanzado en La Lagunilla…;
mandando el referido Capellán al Cap. Cabral para
que llevase de la ciudad al médico Dr. Dn. Antonio
Castellanos, quien lo asistió hasta que falleció.”
El capellán Pbro. Dn. Francisco
Fernández, era persona de suma confianza del Gral.
Güemes, aparte de ser su fiel amigo y como capellán
del 3° Escuadrón de Gauchos, al mando del “Señor
Comandante General del Ejército de Vanguardia”,
Dn. Martín Miguel de Güemes.
El Cap. Dn. Fernando Cabral, era miembro
de una familia de Rosario de la Frontera, que dio varios
oficiales que se destacaron en las acciones bélicas
de la Guerra de la Independencia. Este oficial ingresó
como Alférez de la 2° Compañía
del 2° Escuadrón de Gauchos de la Frontera
de Rosario en 1818, habiendo alcanzado el grado de Capitán,
pasó por orden del Gral. Güemes a prestar
servicios en la 2° Compañía del 3°
Escuadrón de Gauchos de la Jurisdicción
y Campaña de Salta, que comandaba.
Quizás por esta circunstancia,
de ser un oficial que estaba bajo las órdenes directas
del Gral. Güemes y gozar de la confianza necesaria,
es que el Capellán Fernández, lo comisionó
“…para que llevase de la ciudad al médico
doctor don Antonio Castellanos, quién lo asis-tió…”
. El Dr. Castellanos, en esa fecha era el único
médico que se encontraba en la ciudad de Salta.
“El Dr. Redhead, médico personal de Güemes,
estaba ausente en Buenos Aires adonde había ido
en 1820 acompañando a Belgrano desde Tucumán
donde Güemes lo había enviado al saber de
la enfermedad de aquel.”
El Dr. Castellanos, luego de ser liberado
por los realistas del cabildo, donde se encontra-ba preso
por haber participado de la revolución contra Güemes,
había pasado a su casa de cam-po, a dos leguas
al norte de la ciudad (Castellanos, nombre que conserva
hasta el presente). Hasta allí llegó la
partida de gauchos, comandada por el Cap. Cabral y lo
“arrebató”, para que asistiera al general
herido.
Repuestos de los momentos de aflicción, con la
incorporación del Cmte. Ríos y sus sol-dados,
como así también del Pbro. Fernández,
improvisaron una camilla para transportar al gene-ral
herido y continuaron la marcha por la “Cañada
del Brete”, en dirección de la finca “Las
Higuerillas”. Este camino solo presenta unas lomadas
que se superan con facilidad y luego el camino es llano
sin accidentes, hacia la sala de la finca.
Este lugar era un sitio seguro, el Sr.
Dn. Vicente Toledo, propietario de “Las Higueri-llas”,
era un patriota, ampliamente conocido del Gral. Güemes
por haber hospedado a sus gau-chos y ser más de
una vez su cuartel de avanzada.
Nota 3: La Finca “Las Higuerillas”,
fue un lugar lleno de historia durante la Guerra de la
Independencia. El Ejército Expedicionario al Perú,
la atravesó por el “Huaycondo” con
todo su parque compuesto de doce piezas de artillería
y cincuenta carretas, en Febrero de 1813, y en su salsa
se alojó, los días 15 y 16 el Gral. Belgrano
con su estado mayor. Desde allí, a sugerencia del
Cnel. Gaspar Burgos, continuaron hasta la Ciudad de Salta
por la Quebrada de Chacha-Polla, dando así una
sorpresa a los españoles en vísperas de
la batalla de Salta. Desde este lugar salieron las patrullas
de distracción, por el camino de “La Cruz”.
Durante la gloriosa “Guerra Gaucha”,
fue asiento del comando del Gral. Güemes en varias
oportunidades y los Srs. Toledo, proporcionaron auxilios
importantes y sus campos fueron de pastoreo para la caballada
gaucha.
Llegaron sin mayores inconvenientes
a la casa de la sala, esperaron la llegada de un parte
importante de las tropas patriotas y de la partida del
Cap. Cabral que conducía al médico Dr. Antonio
Castellanos. Allí el Gral. Güemes recibió
los primeros cuidados médicos.
“Transladado a “Las Higuerillas”,
fue atendido con todo esmero por el Doctor Antonio Castellanos,
sin conseguir curarlo, por haber destrozado la bala algunos
órganos internos”
El Dr. Castellanos pudo hacer el diagnóstico
de la gravedad de la herida y comenzar a pensar que la
misma era de muy mal pronóstico.
Pienso que en todas estas diligencias
debe haber pasado más de un día, teniendo
en cuen-ta las distancias –que no eran cortas, sino
de varias leguas-, los cuidados en el transporte del Ilustre
Herido y los medios que se emplearon, considerando que
en todos los documentos y en la tradición oral
se menciona una “camilla”, además debe
considerarse la cantidad de portadores que se necesitaron.
Ya mas organizados y con mayores elementos,
vieron los presentes la necesidad de poner a salvo del
enemigo al General Herido, por lo cual reanudaron la marcha
por la “Cañada de la Higuera”, en dirección
del puesto de la “Higuera”.
“…en el paraje de la “Higuera”,
cuatro leguas al Sureste del punto de partida, pero muy
desfallecido por la pérdida de sangre…”
Este puesto se encuentra a la vera del
arroyo del mismo nombre, que por provenir de vertientes
de los cerros cercanos tiene agua durante todo el año
y con otro que baja por el abra de la Quesera forman una
verdadera “horqueta”.
Nota 4: Podría ser esta horqueta
, la que se refiere el Prof. Miguel A. Salom, en su trabajo
del Instituto de San Felipe y Santiago de Estudios Históricos
de Salta –T, VII, N° 26, pág. 188 –
Años 1954/56- al transcribir un documento de 1822;
que no especifica donde estaba situada.
Es bien cierto, como lo manifiesta en
su trabajo, que la misma toponimia contribuía a
la confusión, pero con las modernas cartas, resulta
más fácil ubicar los lugares que se señalan
en los documentos, pues en el que el Sr. Salom comenta,
no especifica donde estaba situada “La Hor-queta”.
En la zona donde se encuentra el lugar
que nos ocupa, hay numerosas juntas de arroyos que forman
horquetas. Si nos circunscribimos a los documentos estudiados,
la de la “Higuera”, sería la correcta.
En expedientes del Arch. Gral. de la
Nación, existen numerosos recibos como el citado
por el Prof. Salom, de auxilios prestados, sobre todo
en la “Comisión de Consolidación Deuda
de Guerra”, de 1826, y en la mayoría se citan
lugares, sin especificar donde fueron redactados, lo que
se presta a confusión.
La situación de este puesto era
muy segura y estratégica, porque a espaldas y corta
dis-tancia se comunica con las fincas de “La Cruz”
y “La Quesera”; al frente continuando por
el lecho del arroyo se sale a Cobos y al Valle de Siancas;
dirigiéndose por la quebrada de la Higue-rilla.
Siguiendo por la de la Ovejería se llega al Mojotoro
. Además sus construcciones ofrecían las
comodidades necesarias para albergar al Héroe herido
y por su estado, allí hicieron el cam-pamento definitivo.
En ese sencillo lugar, transcurrieron
días de dolor, de profundas reflexiones, enriquecidos
por la postura siempre fiel al sentimiento de libertad
y de la causa suprema de la defensa del sue-lo patrio.
El indomable “Caudillo”, que yacía
tendido en su lecho, rodeado de sus compañeros
de armas, mirándolos fijamente díjoles:
“Voy a dejarlos ya, pero me voy
tranquilo, porque se que tras de mí quedan ustedes,
que sabrán defender la Patria con el valor que
han dado pruebas”.
Cuando el sol del 17 de Junio de 1821,
había enviado sus últimos rayos vesperales,
en esa hora otoñal, en la umbría selva,
el alma del Grande, volaba al infinito…
V.- REFLEXIONES
I
Creo que es oportuno realizar algunas
reflexiones sobre lo expuesto en el presente traba-jo:
las consideraciones hechas sobre la forma como fue herido
el Gral. Güemes, están basadas en un prolijo
estudio balístico del arma que usaba la infantería
española en la época de la guerra de la
Independencia. Sobre el particular, hice mención
del informe de la “Armería Real de Madrid”
(España), y hay una abundante bibliografía,
que me obliga a disentir con lo expresado por Dn. Miguel
Otero, en su informe que dice : “...cuando iba ya
salvo a distancia de una o dos cuadras, hicieron otra
descarga,...una bala perdida le atravesó el cuerpo...”,
porque a esa distancia, las balas no tenían el
podes suficiente para causar una herida tan grave, hoy
técnicamente compro-bado.
Respecto a la ruta seguida por el Gral.
Güemes herido, si se dirigió hacia donde se
encon-traba el resto de su escolta, debió realizar
un largo rodeo hasta donde se encontraba apostada. Si
fue colocado en una improvisada camilla, para su transporte
hacia la fina “La Cruz”, me vuelvo hacer esta
pregunta:
¿Cómo no fue llevado al
campamento Velarde donde se encontraba el grueso del ejército
gaucho, con todo el estado mayor y a corta distancia?
Todos los caminos a seguir eran difíciles
y se hacía necesario vencer una empinada cues-ta
y las sendas alternativas no resultaban aptas para hacerlas
con un herido grave, seguramente shokeado, por la herida
recibida y por el recorrido que realizó a caballo.
El camino de la cuesta, era el camino real y por lo tanto
resultaría peligroso, porque seguramente sería
el primero que patrullaría las fuerzas españolas.
Los tiempos que se señalan en
las narraciones, son cortos para recorrerlos transportando
un herido en camilla y las distancias grandes, los que
hacía necesario ocupar muchos portadores. Sobre
este asunto en particular, creo, se hace necesario hacer
un estudio y discutir sobre el mismo.
El destino del Gral. Herido, hipotéticamente
era el campamento de Chamical. Me llama la atención
que luego de pasar la fina La Cruz, tomaran la Quebrada
del Indio, que se extiende en dirección noroeste,
apartándose del camino de destino, hasta el paraje
de “La Horqueta”. En este lugar es necesario
realizar una investigación utilizando toda la información
que existe, tanto do-cumental, como del ambiente geográfico,
sobre una base científica, sobre todo, si en ese
lugar había agua suficiente para mantener un campamento,
si existía alguna construcción que sirviera
de reparo, no olvidemos que los hechos se desarrollaron
en el mes de Junio, y en Salta suele ser muy frío
y un herido grave como era el Gral. Güemes necesitaba
un lugar de abrigo.
Todo lo expuesto esta documentado, en
lo escrito por historiadores que tomaron la in-formación
oral como base. Pero si recorremos la geografía
de los lugares y repasamos los docu-mentos que cito, seguramente
surgirán las mismas dudas que me impulsaron a hacer
este plan-teamiento.
II
Desde mediados del siglo XIX, numerosos
historiadores, señalaban que el camino segui-do
por el Gral. Güemes herido, fue por las fincas “La
Lagunilla”, continuando por “Las Higueri-llas”.
Todos los autores que trataron del tema
que nos ocupa coinciden en que el General herido franqueó
el cordón montañoso por la quebrada de Chacha-Polla.
El relato del Cnel. Dn. Eusebio Mollinedo –que se
encuentra en el Arch. Gral. de la Nación, Exp.
Militar, 1881- pone muy en claro que continuaron hacia
el este, hasta la posta de “La Lagunilla”.
En este lugar recibió el primer socorro, tomando
allí resoluciones importantes para la organización
de su traslado y la reunión con su escolta.
La notificación de los acontecimientos
ocurridos al campamento principal de Velarde y el pedido
al Capellán Dn. Francisco Fernández, para
que acudiera al lugar donde se encontraba el Ilustre Herido.
Este presbítero comisionó al Cap. Fernando
Cabral, para que llevase al médico Dr. Antonio
Castellanos donde se encontraba el General, para que lo
atendiera, tarea que cumplió con destacada eficiencia.
El camino que recorrieron, en una etapa
más hasta la sala de la “Finca Las Higuerillas”,
fue relativamente fácil por la “Cañada
del Brete”, luego de una lomada el resto es todo
llano, lo que se hizo sin problemas transportando un herido
grave. En la sala recibió el cuidado del Dr. Castellanos,
quien pudo hacer el diagnóstico de la gravedad
de la herida del Gral. Güemes.
Esta casa propiedad del Sr. Dn. Vicente
Toledo, era un lugar seguro, porque esta familia, siempre
se encontró al servicio de la patria y prestó
importantes auxilios al Gral. Güemes.
Para mayor seguridad, luego de una prudente
estadía, se resolvió continuar la marcha
por la quebrada de la Higuera, pero al llegar al puesto
del mismo nombre –de la “Higuera”- con
el General muy desfallecido, se resolvió realizar
un alto y hacer campamento.
En este puesto había una casa
confortable, un arroyo con el agua necesaria y potreros
donde la caballada pudiera pastorear. Hoy se pueden observar
los antiguos cimientos de la casa y lo que fueron los
potreros y aguada.
Aparte de ofrecer este lugar todas las
comodidades para un campamento, su ubicación geográfica,
era estratégica, por las vías de comunicación
y su defensa en caso necesario.
Creo, atendiendo a la documentación
consultada, que en este lugar, de “La Higuera”,
falleció el Gral. Martín Miguel de Güemes,
el 17 de Junio de 1821.
VI.- Colofón
Todo lo aquí expresado, es el
resultado de una investigación personal, realizada
con el mayor rigor científico –la historia
es una ciencia y su razonamiento no escapa a ella-, apoyada
en toda la documentación que pude consultar sobre
el tema: “El Camino del Gral. Güemes Herido”,
en archivos y bibliotecas de Salta, Buenos Aires y otros
lugares del país. Debo agradecer al in-forme de
la “Armería Real de Madrid” y de la
firma “Llama” de Vitoria – España;
a la ilustra-ción que pude sacar sobre la tradición
oral; a los autores que trataron el tema, y a un prolijo
re-conocimiento geográfico de los lugares donde
se desarrollaron los hechos.
No puedo dudar de la honorabilidad y
la hombría de bien de los Señores que integraron
la comisión para determinar el sitio de muerte
del Gral. Güemes, ellos no contaron con los medios
de información de hoy, pero su tarea fue fecunda.
Para ellos mi mayor respeto.
A todos –que no son pocos- que
se ocuparon de este tema, mi agradecimiento, por haberme
brindado ilustración.
A todos los que me ayudaron en esta
tarea, en especial al personal del Archivo y Biblio-teca
Históricos de Salta, del Archivo y Biblioteca Dr.
Atilio Cornejo, del Archivo Histórico del Arzobispado
de Salta, del Archivo General de la Nación, Biblioteca
Nacional, Academia Nacio-nal de la Historia y todos los
lugares con documentación histórica que
visité, mi agradecimiento por su trato tan cordial.
Salta, setiembre del 2003