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EL CAMINO DEL GENERAL
MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES HERIDO
Apolo PRÉMOLI LÓPEZ


El presente trabajo sobre: “El Camino del Gral. Martín Miguel de Güemes Herido”, es un prolija revisión de la ruta que siguió el Héroe luego de ser herido por una partida realista, cuando trataba de alejarse de la ciudad de Salta, invadida por quinta vez por fuerzas españolas, durante la guerra de la Independencia.

Este hecho, luego de estudiar los autores más autorizados sobre el tema, me planteó nu-merosas dudas, por lo que resolví realizar una investigación histórica, de una forma más minu-ciosa siguiendo la metodología científica, tratando de enriquecer la historia de la ruta seguida por el Gral. Güemes herido.

Nuestra investigación, está basada en el ordenamiento esmerado de los datos aportados por:

1° La Tradición Oral, siendo la “Historia del Gral. Martín Güemes”, del Dr. Dn. Bernar-do Frías, (en mi buen entender) la mejor recopilación sobre el tema que nos ocupa.

2° La Documental, quizás, la de mayor importancia, pues existe una cantidad de docu-mentación que no ha sido aún clasificada y que merece su atención, en diversos archivos y biblio-tecas, en diferentes ciudades del país.

3° Y por último el estudio y reconocimiento del Ámbito Geográfico, por donde transitó nuestro personaje herido, hasta el lugar donde murió.
Con todo lo hasta ahora reunido –algo más de 500 citas bibliográficas- y establecidos los hechos, hemos realizado un trabajo de análisis y una obra de síntesis, tratando de llenar, merced a un proceso de reflexión, las inevitables lagunas.

“Mapa del Camino Seguido por el Gral. Güemes Herido”
A- Según la documentación investigada
B- Según la tradición oral
V- Campamento de Velarde
T- Tincunaco
L- Posta “La Lagunilla”
H- Puesto de la “Higuera” (Fca. Las Higuerillas)
Mapa publicado por: Secretaría de la Gobernación de Turismo de la Pcia. de Salta
(Notas del autor)

I.- El General Güemes es Herido de Muerte

Güemes, desde su vuelta de Tucumán, residía transitoriamente en su campamento de Velarde, mejor dicho en su finca “El Carmen”, donde mantenía una especie de academia militar .

El Cnel. Jorge Enrique Vidt, en una carta al Gral. Dn. Dionisio Puch, de fecha 8 de Abril de 1866, dice:

“Nosotros estábamos acampados a un legua, más o menos de Salta, organizando las fuerzas de la Provincia para marchar al encuentro del enemigo, cuando el Gral. Güemes tuvo la fatal idea de ir, durante la noche, escoltado por algunos hombres de caballería a la ciudad a obje-to de tomar allí, personalmente algunas disposiciones…”

En las afueras de la ciudad dejó parte de su escolta en un lugar denominado el “Tincuna-co”, que serviría de apoyo en caso necesario y continuó la marcha hacia el centro, a la casa de su hermana Magdalena, donde fue sorprendido al oír disparos de fusil en dirección a la plaza y enseguida otros más, entre voces confusas.

Nota 1: Pienso que el camino que siguió el Gral. Güemes con su escolta, cuando se diri-gió a la ciudad de Salta, la noche del 7 de junio de 1821, fue por el antiguo camino de las “Bum-bunas”, por ser el más directo desde “Velarde”, donde tenía su campamento principal y que co-rría muy cercano al Tincunaco. (hoy este camino es la calle S. Felipe y Santiago).

También considero, que es muy probable, que la escolta no quedara a la espera en la propia zanja del Tincunaco, por ser esta de un fondo fangoso con abundancia de mosquitos y otras alimañas, y que lo hayan hecho en la antigua fábrica de pólvora, casa que databa de la épo-ca de la batalla de Salta, rodeada de una gruesa pared de adobe, que era como una fortaleza, conservada hasta mediados del siglo pasado, lamentablemente fue demolida y estaba situada en la Av. Independencia y S. Felipe y Santiago.

“A la voz de “El Enemigo”, saltó el Gral. Güemes en su veloz caballo, no habiendo que-rido escapar solo por la espalda de la casa, y seguido de su valiente grupo, cargó sobre las co-lumnas que le cerraban el paso: un granizo de balas lo rechazó perdiendo casi toda su escolta, hizo un gran esfuerzo (el que hacen siempre las almas grandes en los grandes conflictos) y par-tiendo como un rayo con la espada en la mano, atropelló con la rabia del tigre acorralado, sobre la maza erizada de bayonetas; no hiende la flecha disparada por el arco teso con más presteza los aires, que el intrépido Güemes, atravesó banda a banda la columna enemiga…

Pero el Gral. Güemes, llevaba la muerte en su seno; una de las mil balas que destrozaron sus vestidos, había atravesado su cuerpo, regando en sangre la senda gloriosa que seguía.”

Dn. José Manuel García, en unos apuntes suyos, entregados personalmente al Dr. Do-mingo Güemes y que obran en el archivo Güemes, en 1882, dice: “Lucio Archondo, hijo de Dn. Tomás Archondo, mandaba la barricada de 50 cazadores (realistas) donde hirieron a Güemes. Dn. Tomás era español y Lucio salteño.”

Esta barricada de los realistas debió ser, seguramente, la que estaba sobre el puente del tagarete, que menciona Frías , o en su extremo norte, cuidando la puerta posterior de la casa de Güemes, que daba al Tagarete de Tineo.

Estos soldados de caballería (en el texto original), habrían estrechado a Güemes, hirién-dolo a quemarropa y no con una bala “disparada al acaso” . Este comentario me parece acerta-do, por lo que vamos a expresar luego.

La infantería española, durante las guerras de la Independencia Americana, estaba arma-da con fusiles de chispa, calibre 18.4 mm., que disparaban un proyectil pesado de 10.30 grs., lanzado a velocidad moderada, dando así una trayectoria muy curva y su efecto principal era de impacto, más que perforante; equipado con un mecanismo de puntería elemental, constituido por el punto de mira y el alza de mira, para determinar la línea de puntería.

Sin detener la carrera, el Gral. Güemes, atravesó en diagonal al campo de “La Cruz”, acompañado por unos pocos, herido gravemente y sin perder la posición que llevaba, abrazado al pescuezo de su caballo, rumbo al cerro San Bernardo cuya falda costea, según Frías, por la que-brada de Burgos ; conforme Atilio Cornejo, quebrada de Robledo . Pienso que ambas denominaciones, corresponden a la misma quebrada, la que es también llamada de “Chacha-Polla” y que se menciona en el expediente militar del Cnel. Gaspar Burgos.

De acuerdo a los daros recogidos por Frías, la intención de Güemes era: “volar al cam-pamento que tenía en Velarde, dos leguas al sur de la ciudad” ; Cornejo dice: “…torciendo hacia el Sur llega al alba a la “Quesera” y continúa hasta su campamento…” (en Chamical).

Siguiendo con lo referido, el general Güemes herido, sigue por la falda opuesta del cerro San Bernardo, “…llegando al río de Arias, allí encontró apostada sus partidas… lo descendieron del caballo, le prepararon una camilla y emprendieron camino hacia las haciendas de “La Cruz”.

II.- Consideraciones Sobre la Herida que Padeció el Prócer

Creo prudente hacer un análisis de la herida que padecía el Gral. Güemes, con algunas consideraciones médicas. Para ello nada más ilustrativo que el decreto del Dr. Dn. José Ignacio Gorriti, Gobernador de Salta, de fecha 14 de Noviembre de 1822, que expresa:

“… al patriota cirujano Doctor Antonio Castellanos…, por la forma abnegada, leal y generosa con que prestó sus servicios en los últimos días de vida que subsistió el extraordinario patriota Gral. Cnel. Dn. Martín Güemes, realizando sobrehumanos esfuerzos para mitigar sus dolores y para hacer más llevadera su conmovedora agonía corporal, carcomido por la confluente gangrena del tétano que lo llevó a la tumba, con plena entereza y lucidez de facultades, el día 17 de Junio de 1821, como consecuencia de la bala recibida en el espinazo y que le destruyó la ingle derecha, en la acción inicua de la noche del 7 de Junio que conduele para siempre a la Patria,…

Salta, 19 de Noviembre de 1822
Doctor José Ignacio de Gorriti
Gobernador de Salta.”

El Dr. Rafael Zambrano, en Buenos Aires, ha realizado un prolijo estudio “sobre las causas médicas que determinaron el deceso del Gral. Martín Miguel de Güemes”, a solicitud del Dr. Luis Güemes, de acuerdo a la documentación que existe en el “Archivo Güemes”, manifiesta concretamente:

“Que el Gral. Güemes sufrió: una herida de bala, con orificio de entrada a nivel de la región glúteo izquierda, en su límite superior – reg. sacro-coxigea; más precisamente por la esco-tadura sacro-ilíaca (nota del autor) – orificio de salida en la región inguinal derecha. Su trayecto-ria va de izquierda a derecha, de atrás adelante y de arriba abajo”.

La dirección de esta trayectoria, se debe a la posición del herido, que iba agachado sobre el flanco derecho del caballo y que el trayecto de la bala es aparentemente caprichoso, atravesan-do la pequeña pelvis.

Si consideramos el trayecto seguido por el proyectil, es difícil concebir, que no haya afec-tado alguno de los órganos de la pelvis, tanto del aparato digestivo (recto) o del aparato urinario (vejiga y uréter); es necesario descartar lesiones vasculares, de las arterias y venas que atraviesan la pelvis, cuya lesión por el caudal sanguíneo que transportan hubiera causado una hemorragia grave, mortal en pocas horas. Debemos considerar que la gran mayoría de las heridas de bala en la región pelviana presentan fracturas conminutas de los huesos del anillo óseo pelviano; sobre todo como en este caso por tratarse de una bala con efecto de impacto más que debe haber sido afectado en los huesos pelvianos, por la forma en que pudo mantenerse cabalgando por un largo trecho.

Para considerar la magnitud de la herida que recibió el Gral. Güemes, he tratado de hacerlo en la literatura médica que versa históricamente sobre el tema. Lo encontré en el “Tratado de Patología Quirúrgica” de Cambell M.F. , donde en su capítulo 20 (Injueries of the Pelvis), el Doctor George C. Prather comienza con el historial de estas lesiones; cita un importante tratado de Du Baron D. J. Larrea (1817) , quién con una extraordinaria experiencia en las guerras Napoleónicas, diagnostica estas heridas con un pronóstico siempre fatal. En “Medical and Surgical History of the War”, publicado en 1876, sobradamente documentada por George A. Otis , comparte la opinión sobre la gravedad de las heridas de bala en la pelvis, siendo siempre fatales.

En la literatura médica nacional, no hay datos históricos tan precisos como los citados, pero las opiniones son concordantes con las mencionadas.

Llegamos así a la conclusión, basada en la documentación consultada de escritos históri-cos de la literatura médica nacional y extranjera, que la herida recibida por el Gral. Güemes era muy grave y con los medios terapéuticos de la época, era una lesión fatal, como bien la diagnosti-có el Dr. Castellanos.

III.- Resumen Historiográfico

Retomando la crónica del relato histórico –conforme: “Historia del Gral. Martín Güe-mes”, del Dr. Dn. Bernardo Frías -el Gral. Güemes, para alcanzar su partida que se encontraba a la espera en el Tincunaco, tuvo que recorrer un buen trecho desde el lugar donde fue herido –puente del Tagarete de Tineo- pasando por el campo de la Cruz, quebrada de Chacha-Polla (pre-fiero nombrarla así para ser más preciso), falda opuesta del cerro San Bernardo, portezuelo gran-de, pasar el zanjón del este, hasta donde fue desmontado.

De acuerdo con la relación expresada: “…le prepararon una camilla, y colocado en ella, emprendieron camino hacia la Cruz, propiedad del general, y del Chamical. Aquí conviene hacer-se una pregunta: Por qué el Gral. Güemes no fue llevado al campamento de Velarde, donde se encontraba el grueso de su ejército y que además podía contar con tres partidas importantes de apoyo, comandadas por tres patriotas que le respondían en forma incondicional, la de Dn. Luis Buerla, en la Angostura – San Agustín-, la de Dn. Alejandro Burela, en la Merced de Abajo y la de Dn. Pedro Zavala, en Cerrillos, que se encontraban a corta distancia?

Continuando con esta relación:

“…marchando entre el río y la montaña…”. Para aseverar esto, consultamos varias ma-potecas, tratando de encontrar algún mapa de la época . Encontramos un mapa de 1845: por la costa del río Arias se extiende un bañado de varios kilómetros de extensión, de manera que hacer-lo por ella resultaría imposible de transportar un herido grave, que necesitaba un cuidado especial “…hasta la cuesta de la Pedrera…”

“Ascendieron por ella y la trastornaron, de igual manera lo hicieron con otra de menor eleva-ción…”. Desde la Pedrera, hasta la Quesera, se extiende el camino sinuoso, y hay una distancia de 10 Km. y de esta a la Finca La Cruz, 5.2 Km. “…y se internaron al fondo de la quebrada del Indio…”, debiendo recorrer 8.1 Km. más.

La cuesta que se menciona, desde muy antiguo fue denominada del “Cuarteadero”, por lo empinada que es, y transportar una persona en una camilla no debe haber sido fácil, por la canti-dad de portadores que se necesitaban, con un enemigo que acechaba constantemente. Las dos sendas que son caminos de herradura deben ser desechadas, por ser imposible llevar una camilla con un herido en esas condiciones. Además si calculamos distancias y tiempos por los relatos de la tradición oral, no son coincidentes.

Tampoco resulta lógico, que si la caravana con el ilustre herido se dirigía al “Chamical”, luego de sobrepasar la casa de la finca de “La Cruz”, cambiara de dirección para internarse en la quebrada del Indio.

“En efecto, Güemes, herido la noche del 7 de Junio de 1821 en la esquina de Belgrano y Balcarce de la ciudad de Salta, parte en busca de sus gauchos, rumbo al “Chamical”, pasando por “La Lagunilla, Las Higuerillas, la cañada de la Tala y la cañada de la Horqueta, a poca dis-tancia de la Estancia de su madre “La Cruz” y del Chamical, campamento de sus gauchos. Allí fue, donde al pie de un cebil colorado, murió Güemes,…”

El párrafo precedente, está copiado literalmente del libro, “Historia de Güemes” del Dr. Atilio Cornejo, el mismo es un apartado resumen de la ruta seguida por el Gral. Güemes herido.

La “Comisión de Homenaje a Güemes”, presidida por el Gral. Gregorio Vélez, levantó un acta el 13 de Febrero de 1932, luego de un reconocimiento por la Quebrada de la Horqueta, en donde interrogado Dn. José Nina, nieto de José Nina que fue peón del Gral. Güemes, manifestó que: “…su padre le contó por donde vino el Gral. Güemes hasta ese punto, según su abuelo vino por “Las Higuerillas”, pasó por la Cañada del Tala y llegó a aquel lugar donde no pudiendo se-guir más, bajó del caballo y permaneció en ese sitio hasta que murió…”. Esta declaratoria no es coincidente con la documentación al respecto, pero señala el camino seguido.

IV.- Nuestra Indagación Histórica

Así herido el Gral. Güemes, no cayó en su silla, cruzó el campo de la Cruz y penetrando en la quebrada de Chacha-Polla –como también lo sugieren los dos historiadores citados- se diri-gió hacia el este hasta una posta que existía como a 8 Km. de la Ciudad de Salta, en la Lagunilla, conocida como de Da. Pancha Luna. El Cnel. Dn. Eusebio Mollinedo, cuenta en sus escritos que: “…Herido gravemente en la columna vertebral por un disparo de arma de fuego de una partida enemiga y luego de padecer dolores lacerantes que sobrellevó con la entereza de su carác-ter forjado en las vicisitudes de la guerra, llegamos a la posta de La Lagunilla… Allí fue asistido y sirvió de descanso”. Desde ese lugar se mandó avisar al Cmte. Ríos, que esperaba con el resto de la escolta en el Tincunaco, para que informara de la situación a las fuerzas acampadas en el campo de Velarde y se incorporara a la partida, además al Presbítero Dn. Francisco Fernández, de la situación que se encontraba el general herido.

Nota 1: El Cnel. Manuel Gregorio Reyes, detalla los méritos y servicios del Presbítero Dn. Francisco Fernández en relación con Güemes y su muerte.

“…potro. Dn. Francisco de Paula Fernández, capellán de la Legión de Infernales de Lí-nea, que se formó en la Pcia. de Salta en 1815, luego con el mismo cargo prestó servicios en el 3° Escuadrón de Gauchos de la Jurisdicción y Campaña de Salta.

“Como capellán lo asistió al Gral. Güemes desde el momento que lo balearon los realistas hasta que falleció en sus brazos.”

“…el Presbítero Francisco Fernández fue desde el principio de la Guerra de la Indepen-dencia un servidor infatigable de la libertad con su persona y su dinero.”

Si consideramos la importancia de la herida y la distancia que recorrieron, esta parada fue más que necesaria para que el herido recuperara fuerzas y pudiera ser acondicionado su pos-terior traslado.

Nota 2: Respecto del traslado de los heridos, en el tiempo que fue herido el Gral. Güe-mes, y sus cuidados, encontré un libro titulado: “Manual de Medicina, de Cirugía y Farmacia”, del Doctor DEHAUT, de París, 1841, en su apartado 401, pág. 364, dice: “El modo de transpor-tar a un herido con comodidad y cuidado, es en los hombros. Por lo regular, es el único recurso que se tiene. Para eso, son necesarios dos condiciones: un número suficiente de personas, y un objeto sobre el cual el enfermo pueda reposar en la mejor posición. El mejor aparato para llenar estas condiciones es una parihuela, con un jergón;...” . Creo que esta cita es interesante, para tener una idea de cómo se acomodaría al Ilustre Herido para su traslado a un lugar seguro.

…al saber su capellán Pbro. Dn. Francisco Fernández tan infausta noticia, montó a caballo y acompañado del Cap. Dn. Fernando Cabral se fue a buscar al Señor General Güemes habiéndolo alcanzado en La Lagunilla…; mandando el referido Capellán al Cap. Cabral para que llevase de la ciudad al médico Dr. Dn. Antonio Castellanos, quien lo asistió hasta que falleció.”

El capellán Pbro. Dn. Francisco Fernández, era persona de suma confianza del Gral. Güemes, aparte de ser su fiel amigo y como capellán del 3° Escuadrón de Gauchos, al mando del “Señor Comandante General del Ejército de Vanguardia”, Dn. Martín Miguel de Güemes.

El Cap. Dn. Fernando Cabral, era miembro de una familia de Rosario de la Frontera, que dio varios oficiales que se destacaron en las acciones bélicas de la Guerra de la Independencia. Este oficial ingresó como Alférez de la 2° Compañía del 2° Escuadrón de Gauchos de la Frontera de Rosario en 1818, habiendo alcanzado el grado de Capitán, pasó por orden del Gral. Güemes a prestar servicios en la 2° Compañía del 3° Escuadrón de Gauchos de la Jurisdicción y Campaña de Salta, que comandaba.

Quizás por esta circunstancia, de ser un oficial que estaba bajo las órdenes directas del Gral. Güemes y gozar de la confianza necesaria, es que el Capellán Fernández, lo comisionó “…para que llevase de la ciudad al médico doctor don Antonio Castellanos, quién lo asis-tió…” . El Dr. Castellanos, en esa fecha era el único médico que se encontraba en la ciudad de Salta. “El Dr. Redhead, médico personal de Güemes, estaba ausente en Buenos Aires adonde había ido en 1820 acompañando a Belgrano desde Tucumán donde Güemes lo había enviado al saber de la enfermedad de aquel.”

El Dr. Castellanos, luego de ser liberado por los realistas del cabildo, donde se encontra-ba preso por haber participado de la revolución contra Güemes, había pasado a su casa de cam-po, a dos leguas al norte de la ciudad (Castellanos, nombre que conserva hasta el presente). Hasta allí llegó la partida de gauchos, comandada por el Cap. Cabral y lo “arrebató”, para que asistiera al general herido.
Repuestos de los momentos de aflicción, con la incorporación del Cmte. Ríos y sus sol-dados, como así también del Pbro. Fernández, improvisaron una camilla para transportar al gene-ral herido y continuaron la marcha por la “Cañada del Brete”, en dirección de la finca “Las Higuerillas”. Este camino solo presenta unas lomadas que se superan con facilidad y luego el camino es llano sin accidentes, hacia la sala de la finca.

Este lugar era un sitio seguro, el Sr. Dn. Vicente Toledo, propietario de “Las Higueri-llas”, era un patriota, ampliamente conocido del Gral. Güemes por haber hospedado a sus gau-chos y ser más de una vez su cuartel de avanzada.

Nota 3: La Finca “Las Higuerillas”, fue un lugar lleno de historia durante la Guerra de la Independencia. El Ejército Expedicionario al Perú, la atravesó por el “Huaycondo” con todo su parque compuesto de doce piezas de artillería y cincuenta carretas, en Febrero de 1813, y en su salsa se alojó, los días 15 y 16 el Gral. Belgrano con su estado mayor. Desde allí, a sugerencia del Cnel. Gaspar Burgos, continuaron hasta la Ciudad de Salta por la Quebrada de Chacha-Polla, dando así una sorpresa a los españoles en vísperas de la batalla de Salta. Desde este lugar salieron las patrullas de distracción, por el camino de “La Cruz”.

Durante la gloriosa “Guerra Gaucha”, fue asiento del comando del Gral. Güemes en varias oportunidades y los Srs. Toledo, proporcionaron auxilios importantes y sus campos fueron de pastoreo para la caballada gaucha.

Llegaron sin mayores inconvenientes a la casa de la sala, esperaron la llegada de un parte importante de las tropas patriotas y de la partida del Cap. Cabral que conducía al médico Dr. Antonio Castellanos. Allí el Gral. Güemes recibió los primeros cuidados médicos.

“Transladado a “Las Higuerillas”, fue atendido con todo esmero por el Doctor Antonio Castellanos, sin conseguir curarlo, por haber destrozado la bala algunos órganos internos”

El Dr. Castellanos pudo hacer el diagnóstico de la gravedad de la herida y comenzar a pensar que la misma era de muy mal pronóstico.

Pienso que en todas estas diligencias debe haber pasado más de un día, teniendo en cuen-ta las distancias –que no eran cortas, sino de varias leguas-, los cuidados en el transporte del Ilustre Herido y los medios que se emplearon, considerando que en todos los documentos y en la tradición oral se menciona una “camilla”, además debe considerarse la cantidad de portadores que se necesitaron.

Ya mas organizados y con mayores elementos, vieron los presentes la necesidad de poner a salvo del enemigo al General Herido, por lo cual reanudaron la marcha por la “Cañada de la Higuera”, en dirección del puesto de la “Higuera”.

“…en el paraje de la “Higuera”, cuatro leguas al Sureste del punto de partida, pero muy desfallecido por la pérdida de sangre…”

Este puesto se encuentra a la vera del arroyo del mismo nombre, que por provenir de vertientes de los cerros cercanos tiene agua durante todo el año y con otro que baja por el abra de la Quesera forman una verdadera “horqueta”.

Nota 4: Podría ser esta horqueta , la que se refiere el Prof. Miguel A. Salom, en su trabajo del Instituto de San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta –T, VII, N° 26, pág. 188 – Años 1954/56- al transcribir un documento de 1822; que no especifica donde estaba situada.

Es bien cierto, como lo manifiesta en su trabajo, que la misma toponimia contribuía a la confusión, pero con las modernas cartas, resulta más fácil ubicar los lugares que se señalan en los documentos, pues en el que el Sr. Salom comenta, no especifica donde estaba situada “La Hor-queta”.

En la zona donde se encuentra el lugar que nos ocupa, hay numerosas juntas de arroyos que forman horquetas. Si nos circunscribimos a los documentos estudiados, la de la “Higuera”, sería la correcta.

En expedientes del Arch. Gral. de la Nación, existen numerosos recibos como el citado por el Prof. Salom, de auxilios prestados, sobre todo en la “Comisión de Consolidación Deuda de Guerra”, de 1826, y en la mayoría se citan lugares, sin especificar donde fueron redactados, lo que se presta a confusión.

La situación de este puesto era muy segura y estratégica, porque a espaldas y corta dis-tancia se comunica con las fincas de “La Cruz” y “La Quesera”; al frente continuando por el lecho del arroyo se sale a Cobos y al Valle de Siancas; dirigiéndose por la quebrada de la Higue-rilla. Siguiendo por la de la Ovejería se llega al Mojotoro . Además sus construcciones ofrecían las comodidades necesarias para albergar al Héroe herido y por su estado, allí hicieron el cam-pamento definitivo.

En ese sencillo lugar, transcurrieron días de dolor, de profundas reflexiones, enriquecidos por la postura siempre fiel al sentimiento de libertad y de la causa suprema de la defensa del sue-lo patrio. El indomable “Caudillo”, que yacía tendido en su lecho, rodeado de sus compañeros de armas, mirándolos fijamente díjoles:

“Voy a dejarlos ya, pero me voy tranquilo, porque se que tras de mí quedan ustedes, que sabrán defender la Patria con el valor que han dado pruebas”.

Cuando el sol del 17 de Junio de 1821, había enviado sus últimos rayos vesperales, en esa hora otoñal, en la umbría selva, el alma del Grande, volaba al infinito…

V.- REFLEXIONES

I

Creo que es oportuno realizar algunas reflexiones sobre lo expuesto en el presente traba-jo: las consideraciones hechas sobre la forma como fue herido el Gral. Güemes, están basadas en un prolijo estudio balístico del arma que usaba la infantería española en la época de la guerra de la Independencia. Sobre el particular, hice mención del informe de la “Armería Real de Madrid” (España), y hay una abundante bibliografía, que me obliga a disentir con lo expresado por Dn. Miguel Otero, en su informe que dice : “...cuando iba ya salvo a distancia de una o dos cuadras, hicieron otra descarga,...una bala perdida le atravesó el cuerpo...”, porque a esa distancia, las balas no tenían el podes suficiente para causar una herida tan grave, hoy técnicamente compro-bado.

Respecto a la ruta seguida por el Gral. Güemes herido, si se dirigió hacia donde se encon-traba el resto de su escolta, debió realizar un largo rodeo hasta donde se encontraba apostada. Si fue colocado en una improvisada camilla, para su transporte hacia la fina “La Cruz”, me vuelvo hacer esta pregunta:

¿Cómo no fue llevado al campamento Velarde donde se encontraba el grueso del ejército gaucho, con todo el estado mayor y a corta distancia?

Todos los caminos a seguir eran difíciles y se hacía necesario vencer una empinada cues-ta y las sendas alternativas no resultaban aptas para hacerlas con un herido grave, seguramente shokeado, por la herida recibida y por el recorrido que realizó a caballo. El camino de la cuesta, era el camino real y por lo tanto resultaría peligroso, porque seguramente sería el primero que patrullaría las fuerzas españolas.

Los tiempos que se señalan en las narraciones, son cortos para recorrerlos transportando un herido en camilla y las distancias grandes, los que hacía necesario ocupar muchos portadores. Sobre este asunto en particular, creo, se hace necesario hacer un estudio y discutir sobre el mismo.

El destino del Gral. Herido, hipotéticamente era el campamento de Chamical. Me llama la atención que luego de pasar la fina La Cruz, tomaran la Quebrada del Indio, que se extiende en dirección noroeste, apartándose del camino de destino, hasta el paraje de “La Horqueta”. En este lugar es necesario realizar una investigación utilizando toda la información que existe, tanto do-cumental, como del ambiente geográfico, sobre una base científica, sobre todo, si en ese lugar había agua suficiente para mantener un campamento, si existía alguna construcción que sirviera de reparo, no olvidemos que los hechos se desarrollaron en el mes de Junio, y en Salta suele ser muy frío y un herido grave como era el Gral. Güemes necesitaba un lugar de abrigo.

Todo lo expuesto esta documentado, en lo escrito por historiadores que tomaron la in-formación oral como base. Pero si recorremos la geografía de los lugares y repasamos los docu-mentos que cito, seguramente surgirán las mismas dudas que me impulsaron a hacer este plan-teamiento.

II

Desde mediados del siglo XIX, numerosos historiadores, señalaban que el camino segui-do por el Gral. Güemes herido, fue por las fincas “La Lagunilla”, continuando por “Las Higueri-llas”.

Todos los autores que trataron del tema que nos ocupa coinciden en que el General herido franqueó el cordón montañoso por la quebrada de Chacha-Polla. El relato del Cnel. Dn. Eusebio Mollinedo –que se encuentra en el Arch. Gral. de la Nación, Exp. Militar, 1881- pone muy en claro que continuaron hacia el este, hasta la posta de “La Lagunilla”. En este lugar recibió el primer socorro, tomando allí resoluciones importantes para la organización de su traslado y la reunión con su escolta.

La notificación de los acontecimientos ocurridos al campamento principal de Velarde y el pedido al Capellán Dn. Francisco Fernández, para que acudiera al lugar donde se encontraba el Ilustre Herido. Este presbítero comisionó al Cap. Fernando Cabral, para que llevase al médico Dr. Antonio Castellanos donde se encontraba el General, para que lo atendiera, tarea que cumplió con destacada eficiencia.

El camino que recorrieron, en una etapa más hasta la sala de la “Finca Las Higuerillas”, fue relativamente fácil por la “Cañada del Brete”, luego de una lomada el resto es todo llano, lo que se hizo sin problemas transportando un herido grave. En la sala recibió el cuidado del Dr. Castellanos, quien pudo hacer el diagnóstico de la gravedad de la herida del Gral. Güemes.

Esta casa propiedad del Sr. Dn. Vicente Toledo, era un lugar seguro, porque esta familia, siempre se encontró al servicio de la patria y prestó importantes auxilios al Gral. Güemes.

Para mayor seguridad, luego de una prudente estadía, se resolvió continuar la marcha por la quebrada de la Higuera, pero al llegar al puesto del mismo nombre –de la “Higuera”- con el General muy desfallecido, se resolvió realizar un alto y hacer campamento.

En este puesto había una casa confortable, un arroyo con el agua necesaria y potreros donde la caballada pudiera pastorear. Hoy se pueden observar los antiguos cimientos de la casa y lo que fueron los potreros y aguada.

Aparte de ofrecer este lugar todas las comodidades para un campamento, su ubicación geográfica, era estratégica, por las vías de comunicación y su defensa en caso necesario.

Creo, atendiendo a la documentación consultada, que en este lugar, de “La Higuera”, falleció el Gral. Martín Miguel de Güemes, el 17 de Junio de 1821.


VI.- Colofón

Todo lo aquí expresado, es el resultado de una investigación personal, realizada con el mayor rigor científico –la historia es una ciencia y su razonamiento no escapa a ella-, apoyada en toda la documentación que pude consultar sobre el tema: “El Camino del Gral. Güemes Herido”, en archivos y bibliotecas de Salta, Buenos Aires y otros lugares del país. Debo agradecer al in-forme de la “Armería Real de Madrid” y de la firma “Llama” de Vitoria – España; a la ilustra-ción que pude sacar sobre la tradición oral; a los autores que trataron el tema, y a un prolijo re-conocimiento geográfico de los lugares donde se desarrollaron los hechos.

No puedo dudar de la honorabilidad y la hombría de bien de los Señores que integraron la comisión para determinar el sitio de muerte del Gral. Güemes, ellos no contaron con los medios de información de hoy, pero su tarea fue fecunda. Para ellos mi mayor respeto.

A todos –que no son pocos- que se ocuparon de este tema, mi agradecimiento, por haberme brindado ilustración.

A todos los que me ayudaron en esta tarea, en especial al personal del Archivo y Biblio-teca Históricos de Salta, del Archivo y Biblioteca Dr. Atilio Cornejo, del Archivo Histórico del Arzobispado de Salta, del Archivo General de la Nación, Biblioteca Nacional, Academia Nacio-nal de la Historia y todos los lugares con documentación histórica que visité, mi agradecimiento por su trato tan cordial.

Salta, setiembre del 2003

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