Por Gustavo Álvarez, Orán – Salta*
        
 
        
acido  probablemente en Humahuaca en fecha desconocida (aunque  hasta la fecha no pudo  encontrarse prueba documental del hecho, al menos en los registros eclesiales  donde se consignaban los bautismos de la época en la Provincia de Jujuy. Cfr. INFANTE Felix. Manuel  Eduardo Arias, su vida, su drama (1966). 3ra. Edición EdiUnju. Jujuy 2012,  pág. 12.), era de origen  mestizo, ya que su madre pertenecía al pueblo coya y su padre Francisco Arias, era  miembro de una encumbrada familia de funcionarios y conquistadores de la Corona  española. Su abuelo paterno había sido Francisco Gabino Arias Rengel, quien  llegó a ser Gobernador de Salta, y realizó varias expediciones al Chaco a  través del abra del Zenta y el valle de San Andrés. De las tierras recibidas en  merced a sus servicios al Rey, Arias Rengel pasó en herencia las haciendas de  San Andrés (actual provincia de Salta), a su nieto Manuel Eduardo Arias (FRIAS Bernardo. Historia del General  Martín Güemes, y de la provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina (1911). Salta: Secretaría de Cultura - EUCASA. 2018. Tomo  IV, pág. 70). 
        Arias en la “Guerra Gaucha”
                  Arias fue también uno de aquellos hacendados salto-jujeños  que como Luis Burela o José Ignacio Gorritti, adhirieron al ideal  independentista y se sumaron a la “guerra gaucha”. Sobre  Arias dice el historiador salteño Bernardo Frías que era “el gran caudillo de las comarcas del norte de  aquella provincia, con singular predicamento en las poblaciones del valle de  San Andrés, donde tenía su casa, y en las de Humahuaca y Orán, asiento de su  gobierno” (FRIAS Bernardo, op. cit. Cfr. YABEN  Jacinto R. Biografías Argentinas y  Sudamericanas. Tomo 1. Buenos Aires, 1936.   pág. 9), y que además, “se distinguía por ser  un insigne jinete, un gaucho de todas veras” (FRIAS B. op. cit.). Arias convocó a  la lucha a la población rural de San Andrés, en donde se ubicaban sus  principales propiedades (INFANTE Felix, op.cit. pág.  73).  En junio de 1814 comienzan sus intervenciones, primero como  Capitán de “bomberos” (espías)en San Andrés (YABEN  Jacinto, op. cit.  pág. 9.), y luego actuando  sobre las fuerzas realistas que ocupaban  la ciudad de Jujuy y salían hacia las  haciendas circundantes en busca de ganado o caballada (FRIAS Bernardo, op. cit.  t. III pág. 155). 
          Luego de ser nombrado Gobernador de la Provincia en  1815, y una vez retirado el Ejército del Norte hacia Tucumán, Güemes organiza el territorio en cinco  secciones para su adecuada defensa (Tarija, Yavi, Orán, Humahuaca y Quebrada  del Toro), colocando la sección de Orán bajo el mando del Coronel Manuel  Eduardo Arias (CORNEJO Atilio, op.  cit. pág. 261). El 27  de mayo de 1816 Arias asume como Comandante de Armas de la ciudad de Orán (GÜEMES Luis, op. cit. t. III,   pág. 387), y como tal preside  el Cabildo Abierto del 15 de agosto de 1816, donde los vecinos de esta ciudad “juran” la Independencia  declarada el 9 de julio por el Congreso de Tucumán (GÜEMES  Luis, op. cit. t. III, pág 475). 
          En su rol de Comandante de los  “gauchos  de Orán, Santa Victoria, San Andrés y la Puna” (GÜEMES  L.  op. cit., t. VIII, págs. 42-43) Arias  forma un destacado escuadrón de milicias gauchas, que  llegará a estar integrado por diez oficiales, nueve sargentos, dieciocho cabos  y noventa y tres soldados (gauchos y aborígenes), en total una fuerza de ciento  veintiún hombres. El admirable valor de sus gauchos fue destacado por el mismo  comandante Arias, que en sus comunicaciones a Güemes señala que aquellos bravos  milicianos luchaban “la mayor parte sin  más armas que palos” (GÜEMES L.  op.  cit., t. IV, pág. 355). 
          Cuando hacia  fines de 1816 comienza “La Gran Invasión” de De la Serna,  la vanguardia española a cargo del General Olañeta  tenía entre sus objetivos invadir el valle del Zenta y ocupar la ciudad de Orán.  Para ello Olañeta envía a su cuñado el Coronel Marquiegui, con la misión de tomar  la ciudad y hacer prisionero a Arias. La  avanzada española llegó hasta cercanías de Orán el 10 de enero, pero debido al constante hostigamiento de Arias y  sus gauchos, no logró ocuparla hasta día 14, y solo por unas pocas horas (FRIAS B., op. cit., t. IV, pág. 273). Marquiegui  no solo se vio impedido de atrapar a Arias, sino que sufrió el constante  hostigamiento de sus gauchos y debió huir hacia Jujuy, viéndose obligado  Olañeta salir en su auxilio. Las múltiples y eficaces operaciones de Arias y  sus gauchos entre enero y febrero de 1817 le permitieron en menos de un mes recuperar  de manos de Olañeta los valles del Zenta y de San Andrés, dejando el camino  despejado para avanzar sobre la Quebrada de Humahuaca. 
        
        La batalla  de Humahuaca
                  Debido a su  importancia estratégica, el mariscal De la Serna había convertido a Humahuaca  en un sólido baluarte realista, cavando una trinchera alrededor del pueblo,  colocando en el cerro de Santa Bárbara una batería de siete cañones y  fortificando la iglesia, convertida ahora en cuartel. Pero la audacia de Arias  y sus gauchos no se verá amedrentada por la superioridad militar realista. Por  el contrario, siguiendo las órdenes de Güemes y con tan solo ciento cincuenta  gauchos, en la madrugada del 1° de marzo de 1817, Arias ataca sorpresivamente la  guarnición, bajo una copiosa lluvia. En una acción militar exitosísima, Arias  logró en poco menos de dos horas tomar la ciudadela fortificada y reducir las  fuerzas españolas, que rondaban los ciento treinta combatientes. No solo se  adueñó de los siete cañones, sino que tomó ochenta y seis prisioneros, más de  cien fusiles, toda la pólvora, y las provisiones y ganados destinados al  sostenimiento de las fuerzas de De la Serna. Las tropas derrotadas por Arias en  Humahuaca pertenecían al reconocido Regimiento de Picoaga, famoso por no haber  sido nunca vencido: “hasta el 1° de marzo  invencible, pero sería porque no pelearon con gauchos” afirma Arias en el  Parte sobre el triunfo de Humahuaca (GÜEMES L.  op. cit., t. IV, pág. 355-358). 
          El destacado  rol de Arias en dicha acción, merece que Güemes se dirija a Belgrano en los  siguientes términos: “Recomiendo a V. E.,  el mérito de todos los oficiales que han concurrido a tan gloriosa jornada, y  muy particularmente el que ha contraído el bravo y benemérito Comandante Arias, que con su acostumbrado empeño supo  dirigir con acierto un golpe que llena de gloria a la Nación, y de terror y  espanto a los Liberticidas del Perú” (Archivo General  de la Nación. Partes Oficiales. T.  2°.  Buenos Aires 1903. Citado por INFANTE F. op. cit.). A instancias de Güemes y  Belgrano, Arias fue ascendido por esta victoria a Teniente Coronel Graduado por  decreto del Director Supremo Pueyrredón del 25 de abril de ese año. Y se harán repujar  para los oficiales a cargo de la reconquista unas medallas de oro con la  inscripción: La Patria A Los Vencedores  De Humahuaca. 
          Luego de la  reconquista de Humahuaca, Arias se dirige al Valle del Zenta con los  prisioneros y los pertrechos tomados a los españoles. De la Serna envía desde  Jujuy dos columnas hacia Orán con la misión de emboscarlo y recuperar a los  prisioneros, una a cargo de Olañeta por el camino de Ledesma y otra a cargo de  Centeno por el camino de San Andrés (LUNA Hugo Alberto.  Historia de Orán. 3L Ediciones. Orán 1996. Pág. 92). Aunque ambas columnas llegaron  hasta Orán el 16 de marzo, no lograron atrapar a Arias, quien con sus gauchos hostilizó  tan hábilmente a las tropas españolas que estas debieron volver derrotadas hacia  Jujuy, abandonando a sus heridos en la ciudad de Orán. 
          Arias junto a  sus gauchos tendrá una activa participación en la retirada de las fuerzas de de  la Serna que da fin a la “Gran Invasión”: lo persigue en su salida de Salta el  5 de mayo, y lo sitia en la ciudad de San Salvador, obligándolo a retirarse el  21 de mayo. Güemes escribe nuevamente a Belgrano: “El benemérito coronel Don Manuel Eduardo Arias, ha hecho como siempre  su deber, persiguiéndolos por la retaguardia, hasta entregarlos a otras  divisiones que los esperaban…” (Partes  Oficiales, Cfr.  INFANTE F. op. cit. pág. 38). 
          Todavía en 1817,  Arias enfrentó otra acometida de Olañeta al mando de una fuerza de mil hombres,  batiéndolo en numerosas ocasiones: el 23 de agosto en Los Toldos y Baritú, el  25 de noviembre en Colanzulí, el 27 del mismo mes en Humahuaca, el 1° de  diciembre un Uquía, el 15 en Calutí, el 18 en San Lucas, y el 25 y 26 de  diciembre nuevamente en Humahuaca (YABEN JACINTO. Los  Capitanes de Güemes, Edición de Ferrocarriles Argentinos, Buenos Aires, 1971. pág. 11). 
          Por su diestro  desempeño militar, a comienzos de 1818 Güemes designó a Arias Comandante de la  vanguardia, con encargo de situarse definitivamente en Humahuaca (YABEN J. op cit., pág. 11),desde donde llevará adelante la exitosa estrategia de  “guerra de recursos”. Arias logra  arrebatarle en el mes de marzo un botín de “doce  mil cuarenta y siete cabezas de ganado lanar entre llamas y ovejas (…) mérito  tal vez mayor que la pérdida de un regimiento”, y en el mes de abril “cinco mil diecisiete cabezas de ganado en su  mayor parte ovejas y llamas con algunas vacas y otra con cuatrocientas en la  misma conformidad” según los informes de   Güemes a Belgrano (GÜEMES L. op. cit., T. V,  pág. 238 y 248). 
          Por diciembre  de 1818 Arias encabeza una intrépida incursión en territorio enemigo, avanzando  en el Alto Perú con sus partidas gauchas hasta la región de Cochabamba. El día  15 es sorprendido por las fuerza realistas y toda su tropa es tomada prisionera  “lográndose solo escaparse Arias por el  buen caballo que llevaba” (Cfr. GÜEMES L. Güemes Documentado, t.  V, pág. 167). Al año siguiente los ejércitos reales a  cargo de Olañeta y Canterac avanzan en la llamada “Sexta invasión”, y llegan a  Jujuy el 26 de marzo “después de sostener  continuas guerrillas con los comandantes Manuel Eduardo Arias, Manuel Álvarez  Prado y Bartolomé de la Corte” (CORNEJO Atilio. Historia de Güemes. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1946, pág. 313).  
        Su enfrentamiento  con Güemes 
                  Cuando a partir de 1819, comienzan fuertes  críticas por parte de algunos sectores pudientes de la sociedad salto-jujeña sobre  el Gobierno de Güemes (acusándolo de exigir contribuciones económicas excesivas  para el sostenimiento de la guerra y permitir el descontrol de las milicias de  gauchos), la situación política de Salta se complejiza. La oposición a Güemes culminará  con la conformación de dos “partidos”: el de la “Patria Nueva” en franco disenso con el Gobernador, y el de la “Patria  Vieja”, decididamente a su favor. Aunque ambos “partidos” estaban compuestos  por verdaderos patriotas, opositores a la invasión española y defensores de la  Independencia (FRIAS B. op. cit. t. VI págs. 559-569), tenían entre sí ideas irreconciliables, ya  que “se advertía  cierto matiz en pugna de la democracia de Güemes, a la aristocracia republicana  de los otros. Pero en ambos, un sano patriotismo y un amor al terruño no  desmentido” (CORNEJO A. op. cit., pág. 386). El gobierno de Güemes llegará a ser  calificado por sus opositores como un “sistema  de tiranía” (MARCHIONNI, Marcelo; CARETTA, Gabriela  Alejandra. Entre la ciudadanía y la  feligresía. Revista Andes, núm. 11, año 2000. Universidad Nacional de Salta), generándose en algunos miembros de la  clase política, como también comerciantes y militares de Salta y de Jujuy un fuerte  antagonismo con la persona de Güemes. Entre los disidentes al Gobernador Güemes   se cuenta también al Coronel Manuel  Eduardo Arias (desde este punto de vista, Arias y otros  miembros de la Patria Nueva deberían ser considerados “disidentes” de Güemes.  ÁLVAREZ Gustavo. Sobre Héroes y  monumentos: Arias ¿héroe o traidor? https://oranletrasymemoria.blogspot.com/2020/08/arias-fue-un-heroe-o-un-traidor-sobre.html ).
          En ese conflictivo contexto, en diciembre  de 1819 se tramó en Salta una conspiración contra Güemes, que de cumplirse,  habría culminado con su asesinato. Cuando el Gobernador Güemes desbarató la  operación en su contra, quienes fueron denunciados como parte del movimiento  sedicioso (entre los que se contaba también Arias), fueron apresados. Mientras  que los cabecillas Mariano Benítez y Pablo Soria fueron condenados a muerte (sentencia  que en realidad nunca se hizo cumplir), el mismo General Güemes conmutó la  condena que pesaba sobre Arias y otros acusados por su confinamiento en la  provincia de Tucumán (FRIAS B., op.cit.  T. IV, págs. 526-532). 
          Disuelto el gobierno Nacional, y desatada  la guerra civil y la “anarquía” de 1820 (Cfr. CAMOGLI  Pablo. Batallas entre hermanos: todos los  combates de las guerras civiles argentinas. Buenos Aires: Alguafuara, 2012), se producen una serie enfrentamientos  entre distintos gobiernos y caudillos de provinciales. También se desata una  lucha entre las provincias de Tucumán y Salta, cuyos respectivos Gobernadores  Bernabé Araoz y Martín Güemes se habían convertido en declarados enemigos  políticos (ROUGÉS Manuel López. La anarquía tucumana y la guerra civil. Buenos Aires: Dunken. 2014). Estando en Tucumán, Arias participa de estas  hostilidades bajo el mando del Gobernador Araoz, y comandando ahora fuerzas  tucumanas enfrenta a las milicias salteñas el 3 de abril de 1821 en cercanías  de la ciudad de San Miguel de Tucumán, y en Catamarca el 22 del mismo mes (YABEN J., op. cit., pág. 12). 
        Regreso a la lucha por la Independencia
                  Una vez firmado el armisticio del 14 de  junio de 1822 entre el Cabildo de Salta y  Olañeta, por el cual este último debe retirar  sus tropas mas allá de Purmamarca (CORNEJO A. op. cit.,  pág. 392), Arias vuelve a  Jujuy, donde en noviembre de 1821 es restituido a su cargo de “Comandante  General de la Puna y Valles”. Como tal se le encarga la defensa del territorio jujeño  frente a las tropas de Olañeta, que realizan constantes incursiones para el  saqueo de ganado. Sus órdenes son convocar a los gauchos jujeños y “marchar con toda prontitud a atacar al  enemigo, procurando quitarle al enemigo el ganado tomado. Esta Comandancia  confía en la vigilancia de Ud. y sus buenas disposiciones al feliz éxito de  este primer ensayo, en que no dudo escarmentará a los atrevidos tiranos, como  lo ha acostumbrado, pues la Patria exige a sus hijos los últimos esfuerzos de  su valor” (Carta del Gobernador Dávila a Arias, 17  de mayo de 1822. Cfr. Infante F. op. cit., pág. 81).
          Sin embargo, a partir de 1822 había  recrudecido la lucha entre la “Patria Nueva” y la “Patria Vieja”, ahora encabezada  por el Teniente Gobernador de Jujuy, Agustín Dávila, adversario del Gobernador  de Salta, José Ignacio Gorriti. Se producen una serie de enfrentamientos entre  las respectivas milicias de Salta y de Jujuy, a riesgo de quedar “disuelto el pacto social que sostiene el  orden” entre ambos territorios  provinciales (Actas de la Legislatura. Año 1822.  Archivo Histórico de Salta. Citato por INFANTE F. op. cit.), inmersos ahora en una nueva guerra civil.  Cuando en cumplimiento de órdenes del Gobernador Dávila (Papeles del Archivo Histórico de salta. Citado por INFANTE F. op.  cit. Pág. 72) Arias toma  prisionera una partida de tropas salteñas, es declarado por el Cabildo de Salta  “enemigo del orden público y de la  Patria” ( Archivo Histórico  de Salta. Año 1822. Citado por INFANTE F. op. cit. Pág. 74).  
          Ante las acusaciones de traición, Arias  mismo se defiende, y el 20 de mayo de 1822 escribe a los miembros del Cabildo jujeño:  “Mis servicios y los sacrificios que  tengo hechos por la causa de la Libertad, son demasiado notorios y constantes a  Vuestras Señorías, pero ni éstos, ni su notoriedad, me han librado de los tiros  que sin intermisión me han dirigido la perfidia, la intriga y la malicia. El  señor Gobernador actual de la Provincia (de Salta) me ha supuesto, en prosecución del odio que me profesa, de que estoy  vendido a los liberticidas. Mi sangre ha sido vertida por varias ocasiones  contra esos tiranos, de cuyas resueltas ha tenido la patria, un día de gloria.  Sería yo un criminal si no me vindicase de tan horrorosa calumnia y acaso  habría perdido el mérito que me han granjeado mis servicios para con Vuestras Señorías,  y para con todos los americanos” (Original en el  Archivo Histórico de Jujuy. Citado por INFANTE F., op. cit., pág. 81).
          El abundante intercambio de cartas entre  Arias y el gobernador Dávila en los primeros meses de 1822 (Cfr. INFANTE F. op. cit. págs. 68 a 84), da cuenta de su empeño por acabar con la ocupación  española. Arias organiza sus milicias gauchas para avanzar contra los enemigos,  y el día 25 de mayo informa al Gobernador Dávila las previsiones tomadas,  habiendo hecho “circular las órdenes  conducentes a la reunión de la gente para realizar la expedición que se prepara  contra el común enemigo” (Cfr. INFANTE F. op. cit.  pág. 84). El 15 de junio (el  día anterior a su muerte) el Cabildo de Jujuy apela una vez más al compromiso de  Arias en la lucha por la Independencia, y le encomienda que “obre cuanto le dicte su incorruptible  patriotismo” (Archivo Capitular de Jujuy T. 3 pág. 165.  Cfr. INFANTE F. op. cit. pág. 83). 
        Su muerte en San Andrés
                  El 16 de junio, en oportunidad dirigirse con  rumbo a Orán desde Humahuaca, el Coronel Arias se detiene en San Andrés, en  casa de su amigo Pedro Velázquez. Allí es emboscado por una partida de gente  armada, unos treinta hombres que obedecían al Oficial salteño Mariano Abán,  quien había dado la orden de acabar con Arias si este se resistía (Cfr. INFANTE F. op. cit. pág. 84). 
          En el Expediente abierto para investigar el  asesinato de Arias, se determinó que Abán actuó en complicidad con algunos  lugareños que tenían un fuerte encono contra Arias “por razones de cobro de arriendos de  parcelas rurales de San Andrés, de las que era propietario el Coronel Arias,  este habría producido el enojo de algunos de ellos, como los hermanos Pascual y  Vicente Tejerina, así como Bartolo y Martín Condorí (…) Que como existieran  otros enojos y resentimientos por diversas causas, agregados al miedo de que  Arias cumpliera sus reiteradas amenazas de fusilar a varios de ellos,  resolvieron adelantársele y aprovechando la presencia del Coronel en casa de  Velázquez, en la oscuridad de la noche complotaron a la demás gente y  procedieron a intimar su rendición. Que como Arias se defendió a tiros desde  dentro de la casa, le prendieron fuego. Que recién cuando la misma se  desplomaba apareció Arias al cual ultimaron a palos”  (Expediente citado en INFANTE F. op. cit. pág. 85-87). Así, el 16 de  junio de 1822, tan solo un año después de la muerte del General Güemes, Arias muere  asesinado en San Andrés, en medio de las luchas internas y sin lograr su mayor  anhelo: la expulsión definitiva de las fuerzas realistas. 
          De esta manera se perdió para la gesta independentista a uno de sus  más fervorosos defensores, “a quien la Sala  de Representantes de Salta llamaría en 1823 gloria y honor de la provincia”  (FRIAS B. op. cit. t. III, pág. 631). Sin embargo, el testimonio de su incuestionable  patriotismo y de su audaz participación en la “Guerra Gaucha” quedarán para las  futuras generaciones de argentinos como un desafío a seguir comprometidos con la  Independencia Nacional: “Todos estamos  obligados a velar por su conservación y la de los valientes que la acompañan,  no permitiendo que por nuestra omisión, derribe el enemigo el edificio de la  libertad, fabricado por tan virtuosos patriotas. Humahuaca, 4 de mayo de 1822.  Manuel Eduardo Arias” (Archivo Histórico de Salta. Cfr. INFANTE F. op. cit.  pág. 80).  
         
        * Gustavo  Álvarez nació en Buenos Aires en 1967, es profesor de Filosofía y Licenciado en  Humanidades y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Quilmes. Reside  en San Ramón de la Nueva Orán, Salta desde el año 2002. Entre los años 2010 y  2019 integró el Grupo LePEB (Letras por  el Bicentenario), grupo cultural de Orán dirigido por el Prof. Santos  Vergara, dedicado a la difusión de la historia, la cultura y la literatura del  Trópico salteño. Como miembro de ese Grupo ha publicado diferentes artículos de  carácter histórico y literario, y ha participado en diferentes antologías de  cuentos. Publicó en el año 2016 el libro “Manuel  Eduardo Arias: héroe olvidado por Salta” (ediciones del Trópico, Orán),  texto que ha sido reeditado en el 2018 (Mundo Editorial – Salta). En 2020  publicó “Destino Orán – Relatos con memoria”, una selección de textos  históricos y cuentos sobre Orán. Coordina el blog oranletrasymemoria.blogspot.com de  contenidos históricos y literarios sobre Orán y el trópico salteño.