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Los Promesantes o Peregrinos

ara los días del septiembre la ciudad se llena de fervor religioso. Un peculiar fervor que no tiene exteriorizaciones en la calle  sino que se nota claramente  en torno a la Catedral Basílica. Es porque ha llegado el día más  grande de los salteños, que se concentran ligados por la Fe común a los patronos tutelares de Salta: el Señor y la Virgen del Milagro.

La plaza central comienza a engalanarse con los primeros brotes que preceden  a la primavera, y el aroma sacro del incienso asoma a la calle, que también, frente al templo, se muestra llena  de fieles que, en voz queda, rezan el tradicional novenario.

En este tiempo comienzan a llegar los promesantes desde el  interior de nuestra provincia, como de distintas partes del país. Salteños ausentes del terruño, retornan durante estos días para compartir los instantes de Fe que conmueven al pueblo.

Allí, silenciosos, con el rostro contraído por alguna íntima angustia, concurren los promesantes, para pedir termine el motivo de sus congojas. Detrás de esos rostros, muchos de ellos húmedos de lágrimas incontenidas, ronda una tragedia. Generalmente es la salud de un hijo, o la salud propia perdida, donde la ciencia ha llegado al límite posible y solo queda la mano de Dios.

Pero todos los promesantes que asisten al templo, no solamente van a pedir sino también  que los hay quienes van  a dar. A pagar el favor recibido. Son los que cuando habían perdido la esperanza, recobraron la alegría de ver sonreír feliz nuevamente al pequeño hijo  que creían ya próximo a perder para siempre, o es aquel que agobiado, que sintiéndose vencido por la enfermedad, recuperó la salud perdida.

Vienen con sus oraciones,  con sus ojos anegados de lágrimas de agradecimiento, e íntima emoción y entran de rodillas, con los brazos en cruz y la mirada clavada en las sagradas imágenes que representan el dolor de Jesús en su sacrificio para redimir a la Humanidad, para ayudar a quienes acudan respondiendo al llamado que llega siempre tierno, desde el fondo de los siglos.

Por lo general estos hechos se guardan en reserva, como un tácito acuerdo entre los fieles. Tal vez así se comportan para evitar la palabra suspicaz, la burla insensata, que pudiera mancillar su Fe, el agradecimiento de quienes han sentido cerca de si pasar el Hálito Divino, recibido como una bendición en respuesta a sus plegarias, a su Fe inconmovible, construida sobre el ejemplo imperecedero  del salvador.

Todos los días, confundidos entre la multitud que hora tras hora colma  las amplias naves del templo, estarán presentes, reviviendo los instantes en que fueron tocados por la misericordia de Dios, o sufriendo la angustia que los lleva de rodillas, empujados por la Fe y la Esperanza que anida  en sus corazones.

Después vendrá la procesión  multitudinaria, que cada vez exige un recorrido mayor, para  poder permitir el acceso de los fieles que van incorporándose al rito. Después terminaran los días del Milagro,  pero la Fe quedará siempre presente, silenciosa, reinado entre los habitantes de esta ciudad, donde la agresión de las ideas disociadoras  de la comunidad, se estrella contra esta muralla invencible, que se levanta en el espíritu cristiano de todos los salteños.

 

Fuente: "Crónica del Noa" -09/12/1981

Relatos recopilados por la historiadora María Inés Garrido de Solá

Es esta la tierra heroica, la tierra gaucha por excelencia.
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