Vive en Salta, ciudad en la que nació el 2 de marzo de 1946, un día de lluvia y Carnaval. En los años 60, época de tensión creativa universal, a la que esta amada aldea no escapara, participó del grupo “Presencia” de jóvenes poetas que trajeron la Poesía al centro, declarando a Villa Cristina “territorio libre de  la Poesía”. Es fanático silencioso del Club Pellegrini en cuya sede los poetas de Presencia, en esa entrañable Villa exhibían sus poemas como puños, mientras los albañiles jugaban al sapo en un tinglado, dándole música de bronce acompasado al recital.

Pedagogo que en su retiro ha hallado cierta síntesis muy clara entre el intelecto, la palabra y el corazón. Creyente de la Igualdad, amante de la Libertad, cultivador de la Fraternidad, hoy descubre que la imaginación no es nada más que la realidad metida dentro de uno mismo.

De sus andanzas por tantos lados, reconoce, a medias inventando y también evocando, las cosas más sensuales que le pudieron suceder, o no, y que supinamente las entrega como letras y silencios, para placer de los sentidos y del alma de pacientes lectores.