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Historias de la Historia de Salta

VINO, HISTORIA Y POESIA

Por Diego Cornejo Castellanos


Cuando se conjugan lugares, tiempos, sucesos y protagonistas de las más variadas gamas, se originan las historias trascendentes. En Salta, la historia del vino tuvo estos ingredientes.

Ya desde fines del Siglo XVIII se evidenció más tangiblemente un incremento del valor de la tierra en el Valle Calchaquí. Tomándose como patrón de tasación y valuación de los suelos, no sólo la cuantía en dinero, sino en las mejoras efectuadas por la calidad y en el rendimiento de los mismo. Este progreso se manifestaba a través de una mayor demanda de los resultados obtenidos tanto en los cultivos como también en la calidad de animales. Las haciendas productoras de vid, harina, sumado a las buenas pasturas para ganado, especialmente para la cría de mulas, eran propiedades más valiosas.

En su “Memoria descriptiva de la Provincia de Salta” el historiador don Miguel Solá –1899- dice: “El cultivo de la vid ha tomado, desde esta última década, una gran importancia en los valles Calchaquíes y en el de Lerma, siendo sus productos cada día más solicitados para la exportación y para el consumo. La uva del valle es de una aroma y sabor exquisitos, y se ven racimos que pesan hasta tres kilos”. Continúa detallando: “... el clima seco, que necesita la vid y el terreno pedregoso, un invierno fresco y un verano caloroso (sic), todas estas condiciones se encuentran en los Valles Calchaquíes".

Los avances tecnológicos y requerimientos de orden legal impusieron la necesidad de crear instituciones que agrupaban a los pioneros del desarrollo vitivinícola de Cafayate y zonas aledañas, así en las primeras décadas del Siglo XX se conformó la primera Cooperativa Vitivinícola cuya primera conducción estuvo integrada por los señores: David Michel Torino, Ceferino Velarde, Ing. Nolasco F. Cornejo, Pedro Grení, Néstor Michel, José Coll y Celesio Valle.

David Michel Torino

También como un modo de estimular la producción vitivinícola y agrícola de la zona, durante la primera gestión gubernamental del Dr. Abraham Cornejo en 1917, se creó la Estación Enológica de Cafayate gracias a los buenos oficios del Ministro de Hacienda de la Provincia, Dn. Manuel Alvarado. Colaboraron en aquellos empeños los empresarios Sánchez Isasmendi, Michel Torino y Chavarría, según refiere un documento de la época.

Pero no puede omitirse en esta breve crónica histórica a figuras que ya fuese por su ingenio, tesón y hasta los caracteres personales que los distinguieron a través de sus nombres y obras que marcaron un hito en la vida de los valles. Uno de los mejores narradores de esa época fue don José Palermo Riviello quien en su obra “Reminiscencias Salteñas” plasmó sinnúmero de perfiles humanos y anécdotas poco conocidas en la actualidad, en ellas desgranó personajes y situaciones de aquellos tiempos idos. Riviello relata que: “La Oficina Química Enológica está a cargo del profesor Hurtado, que con su secretario José A. Palermo, desarrolla intensa labor de fiscalización de las bodegas y de las plantaciones frutícolas calchaquíes. El señor Hurtado es autor de un compendio interesantísimo de Enología de mucha importancia para toda esa zona, obra que enaltece a pesar de su modesta modalidad”.

Pero el cultivo de la vid fue y sigue siendo motivo de inspiración para varias generaciones de poetas, como si el dios Baco de la mitología romana, hubiera sentado sus reales en muchas estrofas de nuestros vates. Le cupo a Joaquín Castellanos ser el referente indiscutible dentro de la literatura nacional, cuando contando con apenas 25 años de edad escribe su famoso poema “El Borracho” en Buenos Aires allá por el año 1887, algunas de cuyas estrofas hoy vuelven a la memoria de sus comprovincianos.

Nuestro reconocido músico, literato e investigador de las cosas de esta Salta don José Juan Botelli escribió en su libro “Antecedentes para la Historia del Vino en Salta” (1985) hoy agotada, lo que puede calificarse como a la investigación más actualizada acerca de la vitivinicultura de Salta. Allí cita con su característica veta humorística un hecho real, que luego transcribió en versos Dn. Arturo Dávalos (hijo del poeta Juan Carlos Dávalos) refiriéndose a los viñedos de Animaná, que pertenencieran a los sucesores de don Néstor Michel hasta 1948.

Una parte de esas tierras las adquirió un viñatero originario de España don José Coll, padre del poeta vallisto Juan José Coll. En aquella melodiosa copla referida a los vinos de Coll, Arturo Dávalos decía: “Desde tierras españolas/cepas trajo un español/y en Cafayate volviólas/en olas de vino Coll”.

Como asevera Palermo Riviello: “Por entonces la gran bodega “La Rosa” de los Chavarría, como igualmente el manchado “Conde de Esteco”, gozaban de sólido prestigio por su exquisito vino, blanco y tinto, pero superaba a ellos en calidad otra bodega de menor cuantía del distrito de Lorohuasi, con un solo tipo de vino “Topacio”, superior al Capri. Así lo afirmaba el doctor José María Juárez, médico del pueblo, agregando: “Este vino de Basilio puede satisfacer a reyes y papas”. ¿Quién era Basilio? El autor citado se refería a don Basilio Gil, quien era un respetado personaje de la vida pueblerina de Cafayate y que trabajaba en la Bodega de Doña Carmen Diez de Frías: “...era su digno administrador y enólogo... hombre exacto como balanza de adarme, de carácter suave y afable, quien reunía en armónica manera altos y reconocidos méritos. El pueblo puede dar testimonio de ello, por cuanto desempeñó la presidencia municipal y allí también se pusieron de relieve su acrisolada honestidad y competencia que lo han hecho digno de la gratitud de la gente de la villa”.

Sin dudas, resulta difícil condensar en estas pocas páginas historias en donde se entremezclan lugares, tiempos, sucesos y protagonistas de las más variadas gamas, pero a todo investigador le queda la satisfacción de haber podido enhebrar documentos con narraciones y testimonios de una época. ¿Quedan datos por profundizar, figuras por conocer y trayectorias por difundir? Uno está seguro que la respuesta es afirmativa, pero al menos queda entreabierta una bisagra para otro encuentro para develar muchos de esos enigmas.

Fragmento de “El Borracho” de Joaquin Castellanos

¡Ya van tres noches de festín! En ellas
ávido el corazón de un algo inmenso
todo una vida en el placer condenso
y aún tengo hambre de placer y amor;
quiero beber mi juventud de un sorbo
del goce de la frenética locura,
como en el ansia de la sed se apura
una copa repleta de licor

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