Juan Pío de Tristán y Moscoso

acido en Arequipa, ciudad del Virreinato del Perú en una familia aristocrática formada por José Joaquín Tritán del Pozo y Carasa y María Mercedes Moscoso Perez Oblitas.

En el Perú recibió su primera educación. A los 7 años acompañó a su padre, el cual participó en el sofocamiento de la rebelión indígena de Túpac Amaru. El joven Tristán se enroló en el regimiento de Soria, en el cual alcanzó el grado de subteniente.

Una vez llegado a la Península Ibérica estudió en Salamanca, donde conoció a Manuel Belgrano. Tristán abandonó la carrera militar y pasó a Francia, donde estudió en el Colegio de Benedictinos de Sores. Pero la agitación producida en este país a consecuencia de la Revolución Francesa lo obligó a volver a España. Retomó su carrera en el ejército y participó en operaciones militares contra los franceses en el Rosellón. Combatió en la guerra de la Convención (1793-1795). A fines del siglo XVIII regresó a América y estuvo dos años en Buenos Aires, como ayudante del virrey del Río de la Plata, Pedro de Melo.

De regreso a su país, fue elegido alcalde de Arequipa en 1808. En 1809 incorporándose al ejército realista que comandaba su primo, el brigadier José Manuel de Goyeneche. En ese año estallaron rebeliones contra la autoridad española en el Alto Perú, y Goyeneche fue enviado a reprimirlas, estando Tristan entre las tropas movilizadas a tal efecto.

En 1810 el virrey del Perú ordenó defender las provincias altoperuanas de la ofensiva de los revolucionarios del Río de la Plata que habían enviado un ejército. Pío Tristán estuvo presente en la batalla de Huaqui o del Desaguadero (20 de junio de 1811) con el grado de coronel y mayor general del Ejército comandado por Goyeneche. Esta batalla permitió a los realistas recuperar el Alto Perú, que había sido ocupado por los revolucionarios.

Las alternativas de la guerra hicieron que el ejército realista no pudiera avanzar más hacia el sur, lo que permitió el repliegue de los revolucionarios hacia la Intendencia de Salta. Allí quedaron destacamentos de avanzada y el grueso del Ejército del Norte retrocedió hasta Tucumán. Allí, en marzo de 1812, su jefe Juan Martín de Pueyrredón entregó el mando a Manuel Belgrano, el viejo compañero de estudios de Tristán en Salamanca. Belgrano detuvo la retirada y avanzó con su ejército hasta la ciudad de Jujuy.

Cuando el Alto Perú estuvo controlado, Goyeneche comenzó su ofensiva contra el Ejército del Norte. Pío Tristan fue ascendido a brigadier y puesto al mando de la vanguardia realista, formada por 3.000 hombres y apostada a orillas del río Suipacha.

En agosto de 1812 Tristán avanzó por La Quiaca rumbo a Jujuy, adonde llegó a fines de ese mes. Belgrano, cumpliendo directivas de su gobierno, había ordenado el reliegue de su ejército y de la población. Tristán se encontró con la táctica de la "tierra arrasada", pero aun así avanzó en pos del ejército de Belgrano. Este se detuvo en la ciudad de Tucumán y presentó batalla.

Batalla de Tucumán

El 24 de septiembre de 1812 tuvo lugar la batalla de Tucumán, en la cual no hubo claramente un vencedor. La infantería de Tristan quedó dueña del campo, pero los revolucionarios destruyeron los abastecimientos realistas y se encerraron en la ciudad, negándose a capitular. Al saber que Belgrano y la caballería patriota estaban moviéndose con intenciones de cortarle la retirada, Tristán ordenó el repliegue hacia el norte. Retrocedió hasta la ciudad de Salta, donde se fortificó a la espera del enemigo.

Batalla de Salta

Belgrano llegó a las cercanías de Salta en febrero de 1813, y Tristán sacó a su ejército de la ciudad para esperarlo. Belgrano simuló un ataque frontal mientras el grueso de las tropas patriotas hacían un movimiento envolvente. Atrapado entre dos fuegos Tristán replegó sus fuerzas al interior de la ciudad y se dispuso a ofrecer una última resistencia en torno a la Plaza Mayor, pero no pudo organizar a sus tropas, que se negaron a defender las trincheras y corrieron a buscar refugio en la iglesia catedral. Finalmente, Tristan decidió capitular para evitar un inútil derramamiento de sangre y envió un parlamentario a Belgrano. Este aceptó y a su vez ofreció honrosas condiciones: dejó en libertad a todos los combatientes realistas, exigiéndoles solamente que hicieran el juramento de no volver a tomar las armas en contra de la Patria. Diecisiete jefes y oficiales (incluyendo a Tristán) y casi 3.000 soldados, la completa vanguardia del ejército de Goyeneche, cayó prisionera en la batalla de Salta.

Después de este hecho Tristán cumplió su palabra y abandonó el ejército, retirándose a su natal Arequipa.

Tras la capitulación de Ayacucho (diciembre de 1824), fue designado virrey provisional, por ser el militar realista de más alta graduación. No ejerció su autoridad, ya que traspasó los poderes a los independentistas.

Desempeñó los cargos de prefecto y comandante general de Arequipa, así como el de ministro de Guerra y Marina. Fue ministro de Relaciones Exteriores de la Confederación Perú-boliviana y presidente provisional del Estado surperuano (1838-1839). Falleció en 1860 en Lima.

 

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