Biografías de Salta

Juan Carlos Cornejo Linares - Toco Toco

Por Andrés Mendieta

"La mayoría de los hombres mueren para
ser enterrados. Sólo una parte,
los elegidos, mueren para resucitar"


sta reflexión del médico y escritor español de talento original, estilo claro y brillante como lo fuera Gregorio Marañón pareciera que tuviera un destinatario: el doctor Juan Carlos Cornejo Linares, salteño, reconocido a través de larga actuación en la vida pública, política e intelectual del país. Detenerse a examinar su labor como escritor, periodista, legislador y por siempre defensor de los principios sustanciales de sus ideales partidarios, exigiría mucho tiempo.

A quien estoy recordando hoy, fallecido el 16 de mayo de 1980, alguien por su dinamismo le atribuyó "una de sus más notables características.

Rápido y decidido en su acción, aunque cauto en su juicio", destacando al mismo tiempo "las tres facetas peculiares de su personalidad: el dinamismo del periodista; la mesura y cautela del jurista y la decisión y apasionamiento del político consustanciado con su ideario".

Debería extenderme, casi sin término preciso y eso limitándome exclusivamente a lo que de modo común suele llamarse cosas buenas, porque si fuéramos a entrar en el recuerdo de otras cosas que no dejan de ser buenas pero que se suceden en el terreno del humorismo, la picardía o la actitud ocasional ya sería cuestión de un largo intervalo y advertir, como en los las novelas televisivas "continuará mañana".

Esta nota como es mi línea periodística y de buceador de la historia está escrita con lo que me dicta la conciencia y no con el corazón, vale decir despojada de toda pasión y con verdadero sentido cristiano.

Cornejo Linares nació en Salta el 9 de octubre de 1916, siendo sus padres Julio Cornejo Uriburu y Lucía Linares Uriburu.

Desde su nacimiento amamantó los avatares de la política, porque don Julio fue un activo dirigente que llegó a ocupar importantes funciones, tales como la de ministro de Gobierno durante las administraciones de Pío Uriburu y Avelino Figueroa; concejal municipal; diputado nacional y, finalmente, alcanzó la primera magistratura de la Provincia, gestión que no pudo cumplir al producirse la revolución del 6 de setiembre de 1930.

Su hijo Juan Carlos las primeras letras las conoció en la Escuela Zorrilla y el secundario en el Colegio Nacional. La carrera de Derecho la hizo en tan solo 2 años y tres meses en la Universidad Nacional de La Plata. Siendo estudiante participó de la política universitaria y militó en el radicalismo yrigoyenista; mientras que en la década del 30 junto con un grupo de amigos con propuestas de un claro sentido nacional se incorporó a FORJA y a partir del 4 de junio de 1943 participó en el nacimiento del peronismo, agrupación que produjo hechos importantes en la política nacional. Pese a la diferencia de edad, en su juventud charlaba de igual a igual con Arturo Jaureche, Raúl Scalabrini Ortiz, Jorge del Río y Luciano Catalano.

En cinco oportunidades ocupó una banca en el Congreso: dos veces como diputado provincial, dos como diputado nacional y una como senador de la Nación. En su quehacer no descuidó su inclinación como periodista colaborando como director o columnista de diarios locales, del país y hasta en España durante su exilio. Sufrió cárceles y persecuciones. Estuvo encarcelado en presidios situados en Salta; en Moreno, Caseros y Las Heras, en la provincia de Buenos Aires, como así en La Pampa.
Como parlamentario tuvo un activo accionar desatándose entre otros la Ley de Aguas, considerada como lo mejor que se había redactado sobre este rubro a nivel nacional. Como escritor volcó sus conocimientos filosóficos y políticos en sus obras, tales como: "El nuevo orden sionista en la Argentina", "Petróleo y miseria", "Argentina, provincia sinárquica" y "Política, nacionalismo y Estado", "Acerca de Rosas y otros temas", "Santo Tomás de Aquino" e "Historia de un despojo". No se puede olvidar al libro sobre el famoso caso "Aluar", investigado siendo senador nacional que originó la creación de una comisión bicameral para el estudio del contrato celebrado entre el Estado y ALUAR S.A.I.C.

Hasta aquí la historia de un hijo de Salta que murió en 1980 y revive continuamente como ejemplo como un talentoso político.

 

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