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Por María Cristina Fernández
n el año 1874 y como consecuencia de la destrucción de su foja de servicio en el incendio sufrido por el archivo del gobierno nacional, el sargento mayor Serapio Ovejero declaraba que había nacido en Salta el 14 de noviembre de 1801. A los doce años se puso al servicio de la Patria en el Regimiento de Cazadores (tropas ligeras) a las órdenes de Manuel Dorrego, en clase de pífano con las que participó en la Batalla de Salta.
Luego del triunfo marchó hacia el Alto Perú, donde los patriotas fueron derrotados en Vilcapugio y Ayohúma, y obligados a retroceder hacia Salta. Allí el pífano fue ascendido a cadete, cambiando su instrumento por un arma.
Cuando José de Rondeau asumió el mando del Ejército y después del triunfo de Martín Güemes en Puesto Grande del Marqués, Ovejero fue nombrado abanderado del Regimiento de Cazadores y nuevamente marchó hacia el Alto Perú. En Venta y Media fue herido de bala en una pierna, permaneciendo prisionero durante tres años y medio en las cárceles de Oruro y Potosí hasta que un capellán realista se apiadó de él y le ayudó a escapar.
Belgrano lo destinó al Regimiento de Húsares al mando de Gregorio Aráoz de Lamadrid, con quien marchó por tercera vez hacia el Alto Perú mientras las tropas del Mariscal José de la Serna ocupaban Salta en su intento de recuperar Buenos Aires. Lamadrid regresó vencido al punto de partida y tiempo después fue enviado a Córdoba, donde el Ejército se disolvió.
Serapio Ovejero fue convocado en 1821 por el Gobierno de San Juan quien atento a sus méritos y servicios le confirió el grado de Capitán y posteriormente el de Coronel. Además de sus rangos militares, el salteño ofició de Juez de Paz, Tasador, Contador, etc. Falleció en ésa Provincia el 1 de Julio de 1878.
Cuando en el año 1971 se realizó en Tucumán el Primer Congreso de Historia Argentina y Regional, el sanjuanino César Guerrero lo recordó como un valeroso soldado. En su memoria se redactan éstas líneas.
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