Ningún
escritor es más significativo que Juan Carlos Dávalos
en el panorama literario salteño de la primera mitad del siglo
XX. No solamente porque es el autor oriundo de esta provincia que
indudablemente ha adquirido más fama dentro y fuera del país;
sino también porque Salta misma ocupa todo el espacio temático
y actancial en su obra. Sin embargo, como dice Alejandro Fontenla
en el prólogo de La muerte de Sarapura (antología póstuma,
1980, Centro Editor de América Latina) es un escritor no muy
recordado actualmente en el resto del país, como tampoco lo
son otros que junto con él iniciaron el movimiento regionalista:
Pablo Rojas Paz y Fausto Burgos. Cuando en 1921 aparece en La Nación
su relato “El viento blanco”, pasa a ser conocido como
escritor en el ámbito nacional.
Juan Carlos Dávalos, junto con los autores anteriormente
mencionados inician en el país el movimiento literario llamado
“regionalismo”, y solamente por ello mereció figurar
en las historias literarias argentinas y en las antologías.
Anteriormente a él había surgido el llamado “criollismo”
con Ricardo Rojas, Martiniano Leguizamón y Joaquín V.
González. Por ser cabeza del movimiento regionalista en el
Norte y en el país, es recordado por críticos literarios
importantes como David Lagmanovich, Emilio Carilla, Luis Emilio Soto,
Roberto García Pinto, Jorge Calvetti y otros.
Ricardo Güiraldes, cuyo Don Segundo Sombra debe mucho a Los
gauchos de Dávalos, en carta al poeta francés Valery
Larbaud (Revista Sur, 1926) dice: “El poeta Dávalos ha
ganado mucho en mi estima literaria, tanto es así, que con
sus cosas, ahora identificadas con los lugares y tipos que describe,
me resultan casi populares”. Lo cual nos habla, no solamente
de su reconocimiento como escritor de parte de una personalidad como
Güiraldes, sino también de la imposición de un
estilo propio que se caracteriza por la mímesis realista que
imperará en todos los escritores regionalistas.
Pero Juan Carlos Dávalos no solamente inicia este movimiento
en el país; sino también se destaca por otros eventos
importantes en los que él es protagonista. Uno de ellos es
que mientras sus contemporáneos se adhieren al movimiento “modernista”
en poesía, él permanece con su verso dentro de un “casticismo”
tradicionalista. Por ello no se destaca tanto con su verso de metro
español y no es tan reconocido en el mismo, como Manuel J.
Castilla y su propio hijo Jaime. No es así en prosa en la que
descuella como el mejor escritor en prosa breve; aún no superado.
Él mismo al hablar de su poesía le dice a su mujer (doña
Chela) “para tí que eres leal y misericordiosa y amas
mis versos más que mi buena prosa”.
A pesar
de ello es admirado como gran poeta por los jóvenes escritores
de su época, algunos de los cuales en el norte se enrolan en
el movimiento llamado La Carpa con sede en Tucumán, quienes
con la agresividad y el engreimiento de los jóvenes dicen en
la Muestra colectiva de poemas (1944): “Tenemos conciencia de
que en esta parte del país [el actual NOA] la Poesía
comienza con nosotros”. Pero, como opina el poeta Raúl
Aráoz quien también perteneciera a ese grupo de poetas
noveles, en su discurso leído en la Academia de Letras en 1987.
“Por aquel entonces vislumbrábamos nosotros en la literatura
del noroeste tres figuras principales: Juan Carlos Dávalos,
Bernardo Canal Feijoo y Luis Franco [...]. El poeta Dávalos,
a pesar de las reticencias de los más jóvenes, era admirado
por ellos y fue su maestro, el maestro de la generación el
40.
Las características fundamentales de su obra regionalista
influyen en ellos: la mimesis realista y la coloquialidad. Don Sanca,
apodo del poeta, asumió sin darse cuenta el papel conductivo
de su generación y de las siguientes. Ningún otro escritor
fue admirado y respetado como él en Salta hasta su muerte ocurrida
en 1959.
Otro aspecto muy destacable dentro de la vida y obra de Juan Carlos
Dávalos es que por primera vez en nuestra provincia tenemos
un escritor que se dedique a la literatura como profesión.
Anteriormente a él, en el ámbito de la prosa se podría
nombrar a Juana Manuela Gorriti, primera escritora salteña
y también primera novelista Argentina, pero no residió
en Salta, ni ésta es tema de su obra. Como él mismo
irónicamente dice “[...] y otro tanto para Cotópolis
(Salta), donde nadie entiende mis versos o paso por uno de sus más
famosos vates”. En carta de 1913 dirigida a Juan Manuel Gálvez
dice: “[...] aquí [en Salta] vivimos en Tebas y sería
bueno que esa revista [Nosotros] se conozca”.
Su espíritu autoevaluativo y su innegable modestia le impedían
ver sus méritos y logros, cuando ya era el maestro indudable
de los de su generación y de la siguiente, la de 1940. Yo me
pregunto: ¿Se habrá dado cuenta alguna vez Don Sanca
de su propia valía, o, como su admirado Don Quijote permaneció
en el limbo de los inocentes, sin percatarse de que uno solo de sus
relatos valía más que una antología de otros?
Como dijo su hijo Jaime en la poesía “Don Sancas”:
“[...] Ah, niño grande, niño terrible, te recuerdo,
personaje cautivo de la literatura, que copiando a la vida, de vida
nos enfermas [...]”.
Deben ser también puestos en relieve los baches que Juan
Carlos Dávalos, dentro de su polifacética prosa poética
logra llenar en el ámbito de la literatura nacional y regional.
Así la literatura fantástica en nuestro país
presenta un período de diez años vacíos. Este
período: 1908-1924 es llenado con los cuentos de este carácter
que Dávalos reúne posteriormente en 1918 en Salta, antología
de diversos tipos de relatos que en su momento no le dieron fama;
pero que luego fueron conocidos y reconocidos como importantes por
escritores de la época como Manuel Gálvez.
Otro aspecto de su obra es la abundante lectura juvenil que puede
extraerse de ella. Como es un autor sano de espíritu, casi
toda puede ser leída por niños y jóvenes y a
través de ella conocer personajes reales y paisajes de nuestra
Salta para poder gozar así del placer que produce la buena
lectura. También permite identificar la variedad lingüística
propia con la de muchos de estos personajes, imbuidos dentro de la
óptica optimista y positiva de la vida que identifica a su
autor, mientras conocen mitos, lugares y leyendas propias de nuestra
Salta.
Las antologías de su prosa breve que reúnen cuentos,
relatos, fábulas, disquisiciones filosóficas y todo
tipo de narrativa corta son diez, publicadas desde 1918 hasta 1941
en vida del poeta y otra póstuma que reúnen obras inéditas,
a estas pueden agregarse otras con piezas ya publicadas anteriormente,
tres en vida del poeta y una posterior. En total suman más
de doscientas piezas breves, sin contar sus ensayos científicos,
discursos y conferencias. Quince tomos en total, fuera de los que
recogen su obra en verso y el teatro.
Yo he juntado en Juan Carlos Dávalos, autor salteño
de literatura juvenil –publicada en 1989, obra destinada a que
los niños de los colegios del lugar conozcan a su más
importante narrador, cuando no había publicaciones del mismo-
algunas narraciones extraídas de la hemeroteca de la Biblioteca
Provincial, donde se extraviaron muchas por la pérdida de diarios
y periódicos que sufriera la misma.
En los últimos años aparecieron dos publicaciones:
una que reúne la obra teatral del autor publicada por el Senado
de la Nación en el año 1996 y una antología mixta
(prosa y verso) seleccionada por José Juan Botelli y publicada
en diciembre de 2001 por dos nietos del poeta: Arturo y Javier, titulada
Juan Carlos Dávalos. Poesía, prosa: cuentos, notas,
ensayos y relatos.
Por lo dicho y lo que no llegué a decir, creo que todo lo
que se haga para honrar a este gran escritor salteño y exaltar
su nombre no es suficiente para retribuirle lo que nos ha dado con
su magnífica y amplia obra literaria.
Dra. Susana Martorell de Laconi